Entra a su habitación con la bombacha puesta. Aunque tapada por la tela, puedo ver la concha depilada.
Los bordes son un hilo blanco que recorre su cintura y forma un triángulo en el pubis pero en el medio, donde debería estar la parte que la tapa, algún demonio perverso de la lencería ,diseño un material que deja ver, a la perfección, los labios hinchados de su concha.
Arriba no tiene puesto nada. Éramos chicos y nadábamos desnudos con los primos en la pileta y de lejos no podían distinguirnos. Ahora sus tetas sobresalen, llenas, desafiantes. En aquella época, reíamos de nuestras diferencias con la alegría de la inocencia. Ellos reían de mi pito, pequeño en comparación con el de mi primo, mucho más chico en edad pero más grande allí abajo y nosotros, reíamos de ella, de la raya lisa debajo del ombligo. Esto duraba muy poco y rápidamente volvíamos a distraernos jugando. Si mis primos estuvieran hoy aquí, lejos de reír mirarían en silencio conmigo, excitados con lo diferente de mi hna desnuda.
Alguna parte de mi mente se pregunta cuanto habrán crecido los primos y me recuerda, con vergüenza, que allí abajo sigo siendo ese niño sin desarrollar.
Piensa que estoy en la escuela, por eso tiene la puerta del cuarto abierta y se pasea desnuda eligiendo música del celular. Pensaba lo mismo de ella. En estos momentos el delicioso y sensual cuerpo desnudo de mi hermana debería tener puestas sus medias, su pollera corta escolar y la camisa, todo el uniforme, y estar sentada en clase. Pero esta acá, seleccionando frascos donde guarda sus cremas.
Veo como pone crema en sus manos y después, como la reparte en círculos por los hombros y baja acariciándose los brazos. Con un poco más frota su panza y sube, es inevitable, hasta sus tetas.
La escena es tremenda, poderosa. Amasa sus tetas y las exprime hasta estirar el pezón. Las aplasta a los costados y vuelve a apretar. El pezón queda brillante, por la crema, grasoso. Después reparte los restos por el pecho y el cuello y camina por la pieza, moviendo el cuerpo como si bailara para secarse.
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Mi hna mueve las caderas, se inclina, usa sus brazos para envolver el aire, gira y se desplaza por la habitación llenándola con su cuerpo desnudo.
La música es actual pero los sonidos golpean en ella como una antigua invocación a los demonios de la lujuria
Como si fuera la superficie de un lago, el movimiento de su cola se contagia al resto del cuerpo, cada temblor pasa por su cintura, por su panza y sacude las tetas, un rebote suave. El color casi rosado de sus pezones rompe la monotonía blanca de su piel perfecta, amada por mí en silencio, con los ojos atados a ella.
Busca ropa en el armario. Separa varias prendas y las arroja a la cama. Al rato, frente al espejo, empieza a probárselas.
Es como música clásica. Toma un short y lo sube por sus piernas, elige una camisa y tapa sus tetas con ella para quitársela después y probar un top, con unas calzas y también, con esas calzas, ensaya una remera escotada bajo las axilas y al sacársela, la calza apretando sus muslos y el borde de la cintura marcado por la prenda, mueve sus tetas desnudas como si se las ofreciera al espejo y es un momento muy fuerte. Los dos sentimos que podría excitar a cualquiera.
Algo no la convence. Baja la calza hasta las rodillas y su bombacha blanca diminuta transparente marca un contrapunto con la tela negra. Al final elige una pollera de verano con botones al costado y arriba, un corpiño blanco de encaje y encima una remerita corta que deja la panza y el ombligo a la vista.
Suenan el timbre de la casa y el teléfono de mi hermana empieza a sonar. Tengo miedo de haber despertado un demonio milenario por culpa de espiar tanto a mi hna
Elige atender la puerta y desaparece de mi vista. Tarda en regresar y su teléfono vuelve a sonar varias veces, hasta que entra corriendo, todavía descalza y detrás de ella Pablo, su nuevo novio prohibido por mi mama. Tiene puesto un pantalón corto de deporte y la camiseta de su equipo.
Ella atiende y el apaga la música. Por la forma en que saluda estoy seguro que se trata de nuestra madre. No puedo escuchar todo pero escucho cuando mi hna dice que estaba por irse a la casa de Vicky, a preparar un trabajo para la escuela.
Pablo se acerca en silencio y le levanta la pollera. Aparecen las piernas y aparece también la diminuta tanga blanca transparente que se puso al salir del baño. Aparecen las nalgas blancas y los dedos de pablo que recorren la raya vestida, hundiendo la tela entre las nalgas.
- No todavía no llego- oigo decir y con la mano libre del teléfono, acaricia el bulto hinchado del pantalón de Pablo.
- Si ma, seguro me quede a dormir de Vicky sabes…-. Pablo la tiene agarrada de las nalgas, las junta una a la otra y las separa después como si ya la estuviera cogiendo. La tela de la tanga se transforma en un hilo arrugado y ella mantiene la mano en la pija cubierta del jean.
– Le dejo una nota dale. Un beso ma-. Corta y se suelta de las manos de Pablo.
-Está llegando mi vieja- anuncia- hay que irse ya-.
- Estoy con el auto- Contesta, la pija todavía abultando el short y ella, pollera alzada a la cintura, tanga arrugada que apenas tapa el pubis depilado dice te amo, lo besa rápido en los labios y guarda apresurada en la mochila, el uniforme para ir mañana a la escuela.
Calculo un tiempo exagerado para salir del escondite. Quiero estar seguro de que se fueron.
Bajo por las escaleras, encima de la mesa hay un papel junto a una fibra roja. Leo: -Bobo, me fui a dormir de Vicky- dice mama que saques el pollo del frezeer- y debajo, un corazón rojo dibujado en una esquina del papel.
Lo acaricio con el dedo, siguiendo el contorno pero la verdad es que me hago muchas pajas lo que queda del día con la nota, apretando mi pito pequeño y tocando el nombre de su amiga de mentira y la lengua, seguro de no poder jamás satisfacer una mujer como ella, por la tinta roja de su corazón pintado.
2 comentarios - Espiando a mi Hermana