Esta es la historia de Manuel, un chico de 19 años que se siente atraído por la novia de su mejor amigo a quien desea profundamente y que lo llevará a poner en juego la relación, jugando con fuego y seduciendo la clandestinidad. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
ANTERIOR
Capítulo 5: Imaginación traicionera
- ¡Esto tendría que considerarse una traición de un amigo!- Me dijo Valentín en broma en referencia a que yo había estado con su hermana.
Los seis nos encontrábamos en el club después de nuestras vacaciones y disfrutábamos de un sábado soleado en la pileta. Obviamente el tema de conversación era la nueva relación que se daba entre Paola y yo y a pesar que ella se había comportado de forma muy tímida durante nuestro encuentro íntimo, ahora estaba mucho más suelta y volvía a mostrarme de forma intimidante y atrevida. Guillermo y Clara hacían algunos chistes al respecto, mientras que Santiago trataba de sacar más información de lo sucedido. Micaela por su parte estaba muy callada y es que algo había pasado después de que Paola y yo tuvimos sexo por primera vez y ella había sido la protagonista.
Esa noche, después de coger con Paola en la habitación de la casa que habían alquilado en la costa, salí completamente desnudo del cuarto, con la pija a medio parar y el preservativo acabado puesto para encontrarme a la novia de mi mejor amigo sentada en el sillón, mirándome con una sonrisa. Tras felicitarme en silencio por haber hecho gozar a mi compañera, como si nada fui al baño a tirar el preservativo y a limpiarme, para volver a la habitación, aún desnudo no sin antes mirarla a ella y guiñarle un ojo. A pesar de eso, pude notar como la mirada de Micaela bajaba hasta mi cintura para admirar mi pija, con la cual acababa de hacer gritar de placer a Paola. Era por eso que ella casi ni hablaba, pues sabía más que el resto, ya que había escuchado todo desde el otro lado de la puerta.
Lo cierto era que Paola y yo no habíamos vuelto a tener sexo desde esa vez. Las siguientes noches nos fuimos juntos de nuevo, pero al estar acompañados por algunos otros de los chicos del grupo, ella no se animó a ponernos íntimos y terminó todo en besos calientes que me dejaron la pija al palo. Cuando volvimos pensé que iba a darse, pero una tarde que estuvimos los dos solos en su casa, ella me confesó que no se animaba y que no se sentía segura. Claramente era más tímida de lo que me imaginaba y nuevamente tuve que irme a mi casa para hacerme una paja y sacarme la calentura que me había quedado. No fue hasta dos semanas más tarde cuando le insistí que quería coger y ella terminó aceptando, para tener un encuentro bastante similar al anterior, aunque en esa oportunidad sabía que Micaela no estaba del otro lado de la puerta.
En público Paola simulaba mantener una relación conmigo, pero yo no hacía lo mismo, ya que no estaba interesado y tampoco tenía ganas de tenerla con ella. Éramos amigos y solo habíamos cogido dos veces. Por lo que a finales de Enero le confesé que personalmente no estaba con ganas de establecer ninguna relación. Ella, haciéndose la superada me dijo que sentía lo mismo y que claramente yo me había confundido de chica. Fue muy obvio su resentimiento, al punto tal que después de eso no me miró fijo y no me habló por unos dos días. Igualmente tampoco quería demostrar tantas emociones, ya que eso iba a significar demostrar debilidad y Paola no podía hacer eso frente a los demás.
Mi cabeza seguía siendo un malambo en cuanto a la novia de mi mejor amigo y seguía teniendo emociones encontradas con ella después de todo. Había momentos en que pensaba en encarármela y cogérmela sin que nada me importaba y en otros momentos no quería saber nada con ella. Para colmo, una noche en la que estábamos intercambiando unos mensajes los dos solos, me confesó que Guille hacía tiempo que no la satisfacía sexualmente. “Yo quiero alguien que me haga gritar con vos a Paola” me escribió y estuve a dos segundos de decirle de encontrarnos para coger, aunque me contuve. Esos comentarios me volvían loco y me hacían desearla más de lo que ya lo hacía.
En medio de todo eso, apareció una nueva participante en el juego. Una noche en la que salimos de joda con unos compañeros de la facultad que no viene al caso nombrar, conocí a Agustina, amiga de una de las chicas del grupo y con quien pegamos honda enseguida. Terminamos transando apasionadamente e intercambiando números para empezar a hablar. El último fin de semana de Enero nos volvimos a encontrar y los besos en esa oportunidad fueron mucho más calientes que los anteriores, al punto tal que le propuse irnos a mi casa para algo más íntimo, pero ella no aceptó. “La próxima” me dijo y yo me quedé con esas palabras. Agustina era una piba muy linda y por alguna razón me hacía acordar un poco a la novia de Guille. Sus ojos claros y pequeños, su pelo lacio de color marrón, su carita de buena y sobre todo su colita perfecta.
El tercer encuentro no tardó en llegar, al fin y al cabo yo lo forcé bastante. Aprovechando que mis viejos se iban una semana a la costa, invité al grupo de la facultad a mi casa para comer y tomar algo y ella estaba incluida. La joda se armó al instante y después de comer algo y tomar bastante, pusimos música y empezamos a bailar. El resto del grupo ya sabía que entre Agus y yo había mucha onda por lo que no les sorprendió para nada que nos comiéramos la boca en frente de los demás. Lo que sí los tomó por sorpresa fue que ella decidiera quedarse para “ayudarme a ordenar” cuando el resto se marchó a su casa. Entre algunos comentarios graciosos y miradas cómplices, todos se marcharon y yo volví a la cocinar para ir a buscarla directamente.
La besé de forma muy caliente y la arrinconé contra la mesada para no dejarle escapatoria. Agustina pasó sus brazos por encima de mis hombros y me devolvió el beso, el cual rápidamente se puso muy ardiente. Le propuse de trasladarlo a la pieza cuando comencé a darle besos en el cuello y ella aceptó más que contenta. Entramos a mi habitación, la cual estaba totalmente desordenada y tras tirar las cosas que había en la cama al piso, nos recostamos para seguir besándonos. Poco a poco dejamos que la cosa fuera fluyendo y las manos hicieron gran parte del trabajo. Ella se quedó en corpiño y yo fui en busca de sus tetitas y luego me sacó la remera para pasarme la mano por el pecho mientras se mordía el labio inferior. Enseguida me lancé sobre su cuerpo y lo fui besando como loco, rozando cada centímetro de su piel al mismo tiempo que la acariciaba con mis dedos.
Cuando llegué a sus piernas le desprendí el short que tenía puesto y descubrí una bombacha roja muy sexy que me calentó enseguida. “¿Te gusta?” me preguntó ella sonriendo y yo le dije que me encantaba. Lamentablemente no lo duró mucho, pues se la saqué para poder comerle la conchita con ganas. Le fui pasando mi lengua de arriba abajo hasta que la tuvo toda mojada y después fui jugando con mis dedos, acariciándole los labios, franeleándole el clítoris y metiéndoselos para darle placer. Ella se mordía constantemente la boca para no gemir, lo que me motivaba a mi a seguir haciéndolo, pues quería escucharla gozar.
Después me tocó a mí y parada contra el borde de la cama, Agustina se acostó boca abajo en frente mío y me empezó a comer la verga mientras yo admiraba su culito. “¡Que linda que sos!” le dije y por un segundo reviví el video que Guillermo me había enviado hacía ya unos dos meses. En ese momento, mientras ella me chupaba la pija de una forma deliciosa, me di cuenta que Agus se parecía muchísimo a Micaela y mi cabeza me jugó una mala pasada. Me la empecé a imaginar ahí adelante mío. Empecé a pensar que era la novia de mi amigo la que me estaba complaciendo de esa manera y no quería que se detuviera por nada en el mundo. Con una de sus manos me sostenía la pija, mientras que con la otra me acariciaba el cuerpo y los huevos.
“¡Ay sí, Mica!” pensé y estuve muy tentado de decir su nombre en voz alta. Dejándome llevar por la calentura que ese morbo me provocaba, le agarré del pelo y tiré de este hacia adelante, haciendo que mi amante se tragara toda mi pija de golpe. Pude escuchar cómo se ahogaba, sin embargo tardé unos segundos en soltarla. Bajé la mirada y pude ver como Agustina se la sacaba de la boca y como varios hilos de baba unían sus labios con mi verga bien parada. Ella me levantó la mirada y me regaló una sonrisita morbosa y volvió a buscarme la pija luego de escupir la saliva. Siguió chupándomela mientras yo la agarraba con fuerza del pelo y gozaba pensando en que era la novia de mi mejor amigo la que me estaba complaciendo.
A la hora de coger, le pedí automáticamente que se pusiera en cuatro, ya que de espalda se parecía mucho más a Micaela. Ella obviamente obedeció y yo se la metí de lleno en la conchita, sacándole un gritito de placer, el primero desde que estábamos allí. Automáticamente la agarré de la cintura con ambas manos y me fui moviendo hacia adelante y hacia atrás para darnos placer a los dos mismos. Su culito desde esa posición rebotaba en mi cadera y era muy similar al de Micaela, por lo que no podía dejar de mirarlo con muchísimas ganas. Se lo manoseaba todo, se lo acariciaba y se lo apretaba con fuerza para sentirlo entre mis dedos.
Me incline hacia adelante y corriéndole el pelo de la espalda, empecé a besarla y a acariciarle el cuerpo. Al mismo tiempo que mi pija entraba y salía de su conchita, yo la toqueteaba y disfrutaba de su piel bien caliente. Entonces ella empezó a gemir y la cosa se puso buena, pues los gemidos que salían de su boca me calentaban muchísimo y me ponían más fogoso. Cada golpe de mi cuerpo contra el suyo era más duro que el anterior y la cogida se iba haciendo mucho más intensa. “¡Mmm que linda que sos!” le dije sintiendo como ya abría la boca y dejaba escapar unos hermosos alaridos que denotaban placer absoluto.
Tras varios minutos de coger en esa posición y de pasar mis labios y mis manos sobre su espalda, Agustina me pidió ir arriba y yo acepté con ganas. L problema fue que cuando ella se dio vuelta, pude ver su rostro bien claro y era evidente que a pesar de las similitudes, ella efectivamente no era Micaela y por un segundo sentí como mi pija se ablandaba. Para no cortar el chorro y no seguir cogiendo en esa posición, acepté que ella fuera arriba pero le propuse que lo hiciera de espalda. “Es que me encanta tu culito” le dije ya que al fin y al cabo eso no era una mentira. Emocionada y con una sonrisa muy grande, Agus se sentó nuevamente sobre mi pija, dándome la espalda y comenzó a cabalgarme.
Automáticamente apoyé mis manos en sus cachetes y empecé a apretarlos con ganas a medida que ella subía y bajaba por mi verga. “¡Que hermoso orto que tenés Mica!” pensé y nuevamente estuve muy tentado de decir su nombre en voz alta mientras la piba aceleraba su ritmo. Su pelo saltaba frente a mis ojos y yo veía como ella se acariciaba el cuerpo mientras me seguía cogiendo más y más rápido. Me encantaba como lo hacía y me volaba cabeza lo mucho que se parecía a la piba que más me prendía en ese momento. Yo no soltaba su culo y se lo apretaba con más y más fuerza mientras que la chica seguía cabalgándome fascinada. Sus gemidos nuevamente volvieron a aparecer y eso me voló la cabeza, pues por alguna razón me imaginaba que Micaela gemía de la misma manera que ella.
Ya totalmente caliente y con la verga a punto de explotar, le pedí a Agustina que se acostara boca abajo sobre la cama para yo poder acomodarme encima de ella y cogérmela con ganas. Ni bien lo hizo, me senté sobre su colita y le metí la pija en la conchita toda mojada y apretada. Le agarré los cachetes con fuerza y me empecé a mover hacia adelante y hacia atrás, provocando que mi verga entrara y saliera de su cuerpo. Estaba tan apretadita que sentía sus labios rozar mi pija a pesar del preservativo y parecía que ella también sentía la presión de su propio cuerpo, pues los gemidos no tardaron en volver. Entonces me incliné hacia adelante, me recosté encima de ella y me empecé a mover a toda velocidad con la idea de acabar en esa misma posición.
- ¡Que loco me ponés M…Agus!- Le dije estando a punto de decir el nombre equivocado.
Gracias a los gemidos, la chica no se dio cuenta y siguió gritando cada vez más hasta que yo no me pude aguantar. Dando un golpe seco caí sobre su cuerpo, acabando con mi verga bien a fondo de su conchita. Ella gritó regalándome un alarido de placer muy puro y yo me rendí encima suyo respirando de forma agitada y totalmente extasiado. Me quedé recostado por unos segundos y seguí moviendo mi cuerpo para liberar hasta la última gota de semen, para luego levantarme, sacarme el preservativo y recostarme al lado de ella. Agustina automáticamente apoyó su cabeza en mi pecho y su mano sobre mi panza para empezar a acariciarme.
Me dijo algo que no llegué a entender y cuando levanté la cabeza para preguntarle que me había dicho, pude ver nuevamente la forma del cuerpo de Micaela y sentí como mi pija daba un pequeño latino. “¿Te quedaste con ganas de más?” me preguntó ella para aclararme que estaba más que satisfecha. Acto seguido me confesó que si yo tenía ganas de más, podía chupármela hasta que acabe, pero que prefería que fueramos a la ducha para que yo no le acabara encima. Emocionado de poder volver a tener su boquita preciosa en mi pija le dije que sí y dejé que fuera caminando hasta el baño delante de mí para poder seguir imaginándome a la novia de mi mejor amigo.
SIGUIENTE
OTRAS HISTORIAS:
VACACIONES EN LA PLAYA II. CAPÍTULO 1
100 LUGARES DONDE TENER SEXO. CAPÍTULO 1
LA APUESTA (HISTORIA CORTA)
Pueden empezar a seguirme en las redes oficiales de Historias de... Pronto más info, actualizaciones y adelantos a través de las redes!
1 comentarios - La novia de mi mejor amigo. Capítulo 5