En las últimas noches me la había pasado muy cachonda, ya no sabía qué hacer para que se me quitara. Me masturbaba cada noche, desnuda en mi habitación y tocándome mientras pensaba en alguna forma que me follaran duro y por fin se me quitaran las ganas. Incluso había descargado una aplicación con la que hablaba con extraños (por alguna razón, me quedaba más con los mayores) y les mandaba fotos de mi coño, mis tetas, masturbándome, teníamos sexting, pero no era suficiente para mí.
Así que una tarde cuando creí estar sola en casa, me metí a bañar y mientras estaba bajo el chorro de agua, comencé a mastubarme otra vez, estimulaba mi clítoris y después me metía los dedos, escuchando aquel sonido de mis dedos entrando y saliendo de mi vagina húmeda, así que no me preocupé en cuánto ruido estaría haciendo con mis gemidos, yo solo me dedicaba a disfrutar. Minutos más tarde llegué al orgasmo, pero me seguí acariciando la vulva.
Lo más raro sucedió después, justo cuando me dedicaba a salir de la ducha, mi padre entró y se estaba desabrochando el pantalón, así que no pude hacer nada más que quedarme viendo hacia su dirección y como se bajaba los boxer para orinar. Aún no se daba cuenta que estaba ahí y no entendía porqué, pero por fin giró su cabeza y me vio, recorriendo su mirada en mi cuerpo de pies a cabeza, pues yo aún seguía desnuda.
Debía admitirlo, mi papá tenía buen pene, tal vez no un cuerpo perfecto por su panza abultada, pero no estaba mal. Yo, por otro lado, tenía unas tetas medianas, pero eran redondas y firmes. Mi piel estaba como la de un bebé, no había ningún vello en mi zona íntima, pues me había depilado antes para tomarme fotos y para poder masturbarme más a gusto, asï que yo no estaba nada mal tampoco, por lo que entendía porqué no me quitaba la mirada de encima.
—¿Ocurre algo? — Le pregunté algo juguetona, su pene aún estaba libre y yo bajaba la mirada para verlo. Recordemos que estaba necesitada por una polla y mi papá tenía una. Además, sabía que mi mamá probablemente no lo complacía como se debe y vamos, yo era joven, podía hacerlo mucho mejor.
—No, para nada.. eh, por qué no te cubres. — Murmuró casi tan bajo que apenas y lo pude escuchar, según él apartaba la mirada de mí, pero veía que miraba de reojo. Como mi cuerpo estaba mojado por el baño, mi piel brillaba más. Puse mis manos en mi cintura y después me di una vuelta alzando mis cejas.
—¿Qué, pá? ¿No te gusta lo que ves? Porque tu cuerpo dice otra cosa. —Le dije mientras me acercaba a él y refiriëndome a que su polla ya estaba erecta. Le guiñé un ojo a mi papá tomando sus manos. — Vamos, no seas tímido. — Puse sus manos en mis tetas para que jugara con ellas y al parecer no tuve que rogarle tanto, pues el empezó a amasarlas y jugar con mis pezones, tal vez mi papá estaba tan necesitado como yo.
Empecé a gemir bajito, disfrutando del toque ajeno, así que no me pude quedar quieta y bajé mi mano a su miembro para comenzar a masturbarlo, recorriendo su eje de arriba a abajo y de vuelta. Mi padre tampoco se contuvo más y pegó mi cuerpo a la pared, llevando una de sus manos a mi vulva para comenzar a masturbarme y sintiendo lo mojada que ya estaba, me puse caliente muy rápido.
—Mmm, ¿Te gusta, papi? ¿Te gusta mi coñito? —Le preguntaba tan solo para provocarlo más, sintiendo sus dedos moverse con tanta facilidad por mis labios vaginales una y otra vez. No pasó mucho cuando sus dedos se metieron en mi interior y comenzó a estimularme con ellos. — ¡sí!
—Eres tan ruidosa, a ver cómo te callas. — Y era verdad, no podía contener mucho los sonidos de placer que me provocaba, pero no esperaba que mi papá se atreviera a besarme de aquella forma tan atrevida y un beso tan húmedo, con nuestras lenguas chocando y mis manos ahora en su espalda, aferrándose a la playera que estaba usando.
Luego se separó y giró mi cuerpo, mis manos se pusieron en las baldosas que estaban en el baño y yo instintivamente incliné mis caderas hacia él, moviéndolas de lado a lado y esperando por su reacción. Estaba tan cachonda y solo quería que me la metiera. —¿Qué esperas? Cógeme. —Le dije llevando una de mis manos a mi nalga para azotarme y al parecer eso fue suficiente para él porque pronto sentí su miembro llenarme de golpe, a lo que me aferré como pude a la pared, seguido de un gemido que salió de mi boca.
—Pareces una puta. —Su respiración ya se escuchaba agitada y sus palabras me excitaron, no me molestaría ser una puta y sería la mejor. Pero regresemos, él comenzó a embestirme de manera dura y rápida, y eso me gustaba bastante. Mis tetas se movían con cada estocada y mi padre se dió cuenta de ello, pues una de sus manos alcanzó uno de mis senos para apretarlo.
—¡Ah! ¡Sí! ¡Cógeme! — Gritaba sin control, ya no sabía si estábamos solos o no, pero el morbo de que nos encontraran en esa posición también era excitante. Las caderas de mi papá se movían sin control contra mi cuerpo, arremetiendo con fuerza como si fuera una muñeca. Mi centro estaba demasiado sensible por la masturbada que me había dado antes de que él llegara, pero a pesar de eso pude controlarme.
—Coges mejor que tu madre. —Me dijo y aquello me gustó, había pensado algunas veces en que mi papá me cogiera y más cuando a veces los escuchaba teniendo sexo en su habitación por las noches y deseaba que fuera yo. Ahora que lo tenía, entendía porqué mi mamá no se callaba. Sus manos se dirigieron a mis caderas y comenzó a moverme contra él, yo gustosa lo dejaba y de vez en cuando, trataba de hacer un movimiento circular cuando tocaba su pelvis, así encontraba otro ángulo.
—Papi, no puedo más, me voy a correr. —Le dije girando mi cabeza para poder verlo por encima de mi hombro, llevando una de mis manos a mi intimidad y estimular mi clítoris, así que con mis sentidos alterados, no contuve más mi orgasmo y me corrí encima de su pene gimiendo alto. —Córrete fuera. —
Después de embestirme un par de veces con mi reciente corrida, su miembro salió de mí y pocos segundos después sentí el líquido caer sobre mi espalda baja, a lo que pude suspirar. Me giré quedando frente a frente a él y acercándome para besarlo al estilo francés.
—Me cogiste muy rico, ojalá lo repitamos más seguido.—
Así que una tarde cuando creí estar sola en casa, me metí a bañar y mientras estaba bajo el chorro de agua, comencé a mastubarme otra vez, estimulaba mi clítoris y después me metía los dedos, escuchando aquel sonido de mis dedos entrando y saliendo de mi vagina húmeda, así que no me preocupé en cuánto ruido estaría haciendo con mis gemidos, yo solo me dedicaba a disfrutar. Minutos más tarde llegué al orgasmo, pero me seguí acariciando la vulva.
Lo más raro sucedió después, justo cuando me dedicaba a salir de la ducha, mi padre entró y se estaba desabrochando el pantalón, así que no pude hacer nada más que quedarme viendo hacia su dirección y como se bajaba los boxer para orinar. Aún no se daba cuenta que estaba ahí y no entendía porqué, pero por fin giró su cabeza y me vio, recorriendo su mirada en mi cuerpo de pies a cabeza, pues yo aún seguía desnuda.
Debía admitirlo, mi papá tenía buen pene, tal vez no un cuerpo perfecto por su panza abultada, pero no estaba mal. Yo, por otro lado, tenía unas tetas medianas, pero eran redondas y firmes. Mi piel estaba como la de un bebé, no había ningún vello en mi zona íntima, pues me había depilado antes para tomarme fotos y para poder masturbarme más a gusto, asï que yo no estaba nada mal tampoco, por lo que entendía porqué no me quitaba la mirada de encima.
—¿Ocurre algo? — Le pregunté algo juguetona, su pene aún estaba libre y yo bajaba la mirada para verlo. Recordemos que estaba necesitada por una polla y mi papá tenía una. Además, sabía que mi mamá probablemente no lo complacía como se debe y vamos, yo era joven, podía hacerlo mucho mejor.
—No, para nada.. eh, por qué no te cubres. — Murmuró casi tan bajo que apenas y lo pude escuchar, según él apartaba la mirada de mí, pero veía que miraba de reojo. Como mi cuerpo estaba mojado por el baño, mi piel brillaba más. Puse mis manos en mi cintura y después me di una vuelta alzando mis cejas.
—¿Qué, pá? ¿No te gusta lo que ves? Porque tu cuerpo dice otra cosa. —Le dije mientras me acercaba a él y refiriëndome a que su polla ya estaba erecta. Le guiñé un ojo a mi papá tomando sus manos. — Vamos, no seas tímido. — Puse sus manos en mis tetas para que jugara con ellas y al parecer no tuve que rogarle tanto, pues el empezó a amasarlas y jugar con mis pezones, tal vez mi papá estaba tan necesitado como yo.
Empecé a gemir bajito, disfrutando del toque ajeno, así que no me pude quedar quieta y bajé mi mano a su miembro para comenzar a masturbarlo, recorriendo su eje de arriba a abajo y de vuelta. Mi padre tampoco se contuvo más y pegó mi cuerpo a la pared, llevando una de sus manos a mi vulva para comenzar a masturbarme y sintiendo lo mojada que ya estaba, me puse caliente muy rápido.
—Mmm, ¿Te gusta, papi? ¿Te gusta mi coñito? —Le preguntaba tan solo para provocarlo más, sintiendo sus dedos moverse con tanta facilidad por mis labios vaginales una y otra vez. No pasó mucho cuando sus dedos se metieron en mi interior y comenzó a estimularme con ellos. — ¡sí!
—Eres tan ruidosa, a ver cómo te callas. — Y era verdad, no podía contener mucho los sonidos de placer que me provocaba, pero no esperaba que mi papá se atreviera a besarme de aquella forma tan atrevida y un beso tan húmedo, con nuestras lenguas chocando y mis manos ahora en su espalda, aferrándose a la playera que estaba usando.
Luego se separó y giró mi cuerpo, mis manos se pusieron en las baldosas que estaban en el baño y yo instintivamente incliné mis caderas hacia él, moviéndolas de lado a lado y esperando por su reacción. Estaba tan cachonda y solo quería que me la metiera. —¿Qué esperas? Cógeme. —Le dije llevando una de mis manos a mi nalga para azotarme y al parecer eso fue suficiente para él porque pronto sentí su miembro llenarme de golpe, a lo que me aferré como pude a la pared, seguido de un gemido que salió de mi boca.
—Pareces una puta. —Su respiración ya se escuchaba agitada y sus palabras me excitaron, no me molestaría ser una puta y sería la mejor. Pero regresemos, él comenzó a embestirme de manera dura y rápida, y eso me gustaba bastante. Mis tetas se movían con cada estocada y mi padre se dió cuenta de ello, pues una de sus manos alcanzó uno de mis senos para apretarlo.
—¡Ah! ¡Sí! ¡Cógeme! — Gritaba sin control, ya no sabía si estábamos solos o no, pero el morbo de que nos encontraran en esa posición también era excitante. Las caderas de mi papá se movían sin control contra mi cuerpo, arremetiendo con fuerza como si fuera una muñeca. Mi centro estaba demasiado sensible por la masturbada que me había dado antes de que él llegara, pero a pesar de eso pude controlarme.
—Coges mejor que tu madre. —Me dijo y aquello me gustó, había pensado algunas veces en que mi papá me cogiera y más cuando a veces los escuchaba teniendo sexo en su habitación por las noches y deseaba que fuera yo. Ahora que lo tenía, entendía porqué mi mamá no se callaba. Sus manos se dirigieron a mis caderas y comenzó a moverme contra él, yo gustosa lo dejaba y de vez en cuando, trataba de hacer un movimiento circular cuando tocaba su pelvis, así encontraba otro ángulo.
—Papi, no puedo más, me voy a correr. —Le dije girando mi cabeza para poder verlo por encima de mi hombro, llevando una de mis manos a mi intimidad y estimular mi clítoris, así que con mis sentidos alterados, no contuve más mi orgasmo y me corrí encima de su pene gimiendo alto. —Córrete fuera. —
Después de embestirme un par de veces con mi reciente corrida, su miembro salió de mí y pocos segundos después sentí el líquido caer sobre mi espalda baja, a lo que pude suspirar. Me giré quedando frente a frente a él y acercándome para besarlo al estilo francés.
—Me cogiste muy rico, ojalá lo repitamos más seguido.—
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