Hoy les traemos una historia 100% real, esperamos que la disfruten tanto como lo hicimos nosotros...
Nos levantamos temprano, teníamos un viaje relámpago por delante y como de costumbre dejamos todo para último momento. Mientras armábamos un bolsito y preparabamos el equipo de mate me apoyó y me besó el cuello
-te cojeria acá en la mesada, pero me va a dar mucha fiaca después y ya tenemos que salir
Estábamos muy calientes pero la prioridad era salir lúcidos a la ruta.
El recorrido era bastante largo y como yo no manejo hicimos una parada en la casa de un matrimonio amigo. Nos recibieron con muchísima amabilidad. Cenamos, charlamos y nos fuimos a dormir.
Nos dejaron la habitación de los chicos así que en las camitas separadas caímos rendidos.
A la madrugada lo despertó la lluvia y aprovechó para cambiarse de cama, me abrazó, me besó y empezó a bajar sus manos por mi espalda. Cuando llegó a la cola las caricias fueron más intensas y calientes. Fui bajando por su cuello lamiendolo, seguí por su pecho y la panza hasta que llegué a su pubis, le bajé el boxer y me encontré con su pija ya dura. Le pasé la lengua desde los huevos hasta el glande varias veces, me la fui metiendo en la boca despacio hasta llegar al fondo de la garganta, se la chupé y lo llené de saliva. Volví a subir, lo besé de nuevo en la boca
-basta, nos van a escuchar
-estoy re caliente, te la quiero poner!
-yo también estoy re caliente pero no da...
tratamos de volver a dormir, cada uno en su cama con la promesa de que la historia tenía que continuar.
A la mañana siguiente desayunamos, agradecimos y seguimos viaje.
Ese tramo de la ruta era bastante tranquilo, mucho campo, algún pueblito y la llovizna que no nos dejaba levantar demasiado la velocidad
-Viste esa casa? parece abandonada, a la vuelta nos podríamos fijar, me dijo acariciándome la pierna.
Yo iba bastante distraída y la verdad que no la había visto pero confiaba en su criterio para encontrar buenos lugares
-Que me estás proponiendo chanchito?
-llenarte de leche, me dejaste muy alzado anoche
Su sinceridad me hizo reír, seguimos tomando mate, escuchando música y charlando para amenizar el trayecto que todavía nos quedaba.
Pasamos una noche en nuestro destino, ahí por cuestiones de logística tampoco podíamos saciar nuestra lujuria. Cumplimos con lo que teníamos que hacer y pegamos la vuelta.
Mate de por medio empezamos a reconocer el paisaje y a buscar la casa abandonada que él había fichado. Cuando la vimos a menos de un kilómetro no venía nadie más por la ruta así que pegó el volantazo y cruzamos hacia la entrada del lugar, el pasto no estaba muy crecido, se veía bastante seguro para transitar.
Nuestra sorpresa al estacionar bajo un árbol fue que no era una casa de campo, era una iglesia...
Las ventanas estaban tapiadas y se notaba que la edificación estaba muy descuidada así que iglesia, mesquita o sinagoga, lo importante es que no había nadie más que nosotros en el lugar.
fuimos al asiento de atrás, me arrodillé con el pantalón y la tanguita en los tobillos, dejando mi culo apuntando hacia afuera donde él estaba parado también con los pantalones y el boxer en los tobillos.
Sin demasiada previa y con mucha calentura me pasó la mano mojada por la concha y me apuntó con su pija, me la metió despacio primero hasta encastrar perfectamente y empezó a bombear, me agarraba fuerte de la cadera y me daba con ganas. Entre el calor del mediodía y las ganas contenidas, no me importó nada y me saqué el resto de la ropa dejando mis tetas al aire.
-Entrá al auto y sentate, le ordené
Me terminé de sacar la ropa y subí encima suyo para cabalgarlo haciendo que mi clítoris se frotara en su pubis, se prendió de mis tetas acariciandolas y chupandolas con desesperación. Cada tanto pasaba algún camión por la ruta y aunque el árbol era bastante tupido, la posibilidad que nos vieran me calentaba más todavía.
Tantos estímulos fueron suficientes para que el cuerpo se me estremeciera y estallara en un orgasmo que lo bañó hasta los muslos.
Seguí saltando en su pija alentada por sus gemidos y su cara de placer absoluto mientras seguía sintiendo espamos entre mis piernas.
No necesitó mucho más para descargar abundantes chorros de leche en mi interior.
Nos quedamos un rato así unidos, besándonos, agitados, transpirados y satisfechos de haber cumplido una fantasía más.
Nos levantamos temprano, teníamos un viaje relámpago por delante y como de costumbre dejamos todo para último momento. Mientras armábamos un bolsito y preparabamos el equipo de mate me apoyó y me besó el cuello
-te cojeria acá en la mesada, pero me va a dar mucha fiaca después y ya tenemos que salir
Estábamos muy calientes pero la prioridad era salir lúcidos a la ruta.
El recorrido era bastante largo y como yo no manejo hicimos una parada en la casa de un matrimonio amigo. Nos recibieron con muchísima amabilidad. Cenamos, charlamos y nos fuimos a dormir.
Nos dejaron la habitación de los chicos así que en las camitas separadas caímos rendidos.
A la madrugada lo despertó la lluvia y aprovechó para cambiarse de cama, me abrazó, me besó y empezó a bajar sus manos por mi espalda. Cuando llegó a la cola las caricias fueron más intensas y calientes. Fui bajando por su cuello lamiendolo, seguí por su pecho y la panza hasta que llegué a su pubis, le bajé el boxer y me encontré con su pija ya dura. Le pasé la lengua desde los huevos hasta el glande varias veces, me la fui metiendo en la boca despacio hasta llegar al fondo de la garganta, se la chupé y lo llené de saliva. Volví a subir, lo besé de nuevo en la boca
-basta, nos van a escuchar
-estoy re caliente, te la quiero poner!
-yo también estoy re caliente pero no da...
tratamos de volver a dormir, cada uno en su cama con la promesa de que la historia tenía que continuar.
A la mañana siguiente desayunamos, agradecimos y seguimos viaje.
Ese tramo de la ruta era bastante tranquilo, mucho campo, algún pueblito y la llovizna que no nos dejaba levantar demasiado la velocidad
-Viste esa casa? parece abandonada, a la vuelta nos podríamos fijar, me dijo acariciándome la pierna.
Yo iba bastante distraída y la verdad que no la había visto pero confiaba en su criterio para encontrar buenos lugares
-Que me estás proponiendo chanchito?
-llenarte de leche, me dejaste muy alzado anoche
Su sinceridad me hizo reír, seguimos tomando mate, escuchando música y charlando para amenizar el trayecto que todavía nos quedaba.
Pasamos una noche en nuestro destino, ahí por cuestiones de logística tampoco podíamos saciar nuestra lujuria. Cumplimos con lo que teníamos que hacer y pegamos la vuelta.
Mate de por medio empezamos a reconocer el paisaje y a buscar la casa abandonada que él había fichado. Cuando la vimos a menos de un kilómetro no venía nadie más por la ruta así que pegó el volantazo y cruzamos hacia la entrada del lugar, el pasto no estaba muy crecido, se veía bastante seguro para transitar.
Nuestra sorpresa al estacionar bajo un árbol fue que no era una casa de campo, era una iglesia...
Las ventanas estaban tapiadas y se notaba que la edificación estaba muy descuidada así que iglesia, mesquita o sinagoga, lo importante es que no había nadie más que nosotros en el lugar.
fuimos al asiento de atrás, me arrodillé con el pantalón y la tanguita en los tobillos, dejando mi culo apuntando hacia afuera donde él estaba parado también con los pantalones y el boxer en los tobillos.
Sin demasiada previa y con mucha calentura me pasó la mano mojada por la concha y me apuntó con su pija, me la metió despacio primero hasta encastrar perfectamente y empezó a bombear, me agarraba fuerte de la cadera y me daba con ganas. Entre el calor del mediodía y las ganas contenidas, no me importó nada y me saqué el resto de la ropa dejando mis tetas al aire.
-Entrá al auto y sentate, le ordené
Me terminé de sacar la ropa y subí encima suyo para cabalgarlo haciendo que mi clítoris se frotara en su pubis, se prendió de mis tetas acariciandolas y chupandolas con desesperación. Cada tanto pasaba algún camión por la ruta y aunque el árbol era bastante tupido, la posibilidad que nos vieran me calentaba más todavía.
Tantos estímulos fueron suficientes para que el cuerpo se me estremeciera y estallara en un orgasmo que lo bañó hasta los muslos.
Seguí saltando en su pija alentada por sus gemidos y su cara de placer absoluto mientras seguía sintiendo espamos entre mis piernas.
No necesitó mucho más para descargar abundantes chorros de leche en mi interior.
Nos quedamos un rato así unidos, besándonos, agitados, transpirados y satisfechos de haber cumplido una fantasía más.
6 comentarios - Herejes en la ruta