Judith empujó suavemente al hombre que se hallaba tumbado, sin aliento, sobre su cuerpo luego de la intensa y extenuante faena corporal realizada minutos antes. Juan Pablo dio la vuelta con los ojos semicerrados y se quedó boca arriba, pleno, sonriente, como si acabará de regresar del paraíso. Judith se limpió el sudor del cuerpo con una toalla playera que acababa de desdibujar el cuadrado perfecto en que la había dejado la planchadora y luego, cubierta con la toalla, se quedó mirando el cielorrraso. Un buen comienzo pensó, y le lanzó a Juan Pablo una mirada complaciente. Cuando esté se disponía a salir, ya bañado e impecablemente vestido, Judith todavía estaba desnuda, cubierta apenas con la toalla playera. La cabellera oscura y abundante tenía un encanto en su desorden, todo un caos de finos hilos azabache sobre el cuerpo bronceado de la hembra. Juan Pablo tomó su maletín de ejecutivo y le dió un beso inocente a Judith, quien le introdujo la lengua en un rápido movimiento y le mordió con suavidad el labio inferior. Juan Pablo sintió un aire cálido dentro de su cuerpo y estuvo a punto de sucumbir. Le dió un rápido beso en los labios a la provocadora y salió de su casa. Caminó pleno, sonriente por las calles cálidas de sol estival, en tanto que Judith lo veía desaparecer de su vista. De inmediato tomó el teléfono, marcó un número y con una sonrisa perversa murmuró con voz ronca: Alexis? Vení, por favor !...Ay sí... Estoy mojada... Sí, claro, ya se fue...Venite.
Infiel
Judith empujó suavemente al hombre que se hallaba tumbado, sin aliento, sobre su cuerpo luego de la intensa y extenuante faena corporal realizada minutos antes. Juan Pablo dio la vuelta con los ojos semicerrados y se quedó boca arriba, pleno, sonriente, como si acabará de regresar del paraíso. Judith se limpió el sudor del cuerpo con una toalla playera que acababa de desdibujar el cuadrado perfecto en que la había dejado la planchadora y luego, cubierta con la toalla, se quedó mirando el cielorrraso. Un buen comienzo pensó, y le lanzó a Juan Pablo una mirada complaciente. Cuando esté se disponía a salir, ya bañado e impecablemente vestido, Judith todavía estaba desnuda, cubierta apenas con la toalla playera. La cabellera oscura y abundante tenía un encanto en su desorden, todo un caos de finos hilos azabache sobre el cuerpo bronceado de la hembra. Juan Pablo tomó su maletín de ejecutivo y le dió un beso inocente a Judith, quien le introdujo la lengua en un rápido movimiento y le mordió con suavidad el labio inferior. Juan Pablo sintió un aire cálido dentro de su cuerpo y estuvo a punto de sucumbir. Le dió un rápido beso en los labios a la provocadora y salió de su casa. Caminó pleno, sonriente por las calles cálidas de sol estival, en tanto que Judith lo veía desaparecer de su vista. De inmediato tomó el teléfono, marcó un número y con una sonrisa perversa murmuró con voz ronca: Alexis? Vení, por favor !...Ay sí... Estoy mojada... Sí, claro, ya se fue...Venite.
2 comentarios - Infiel
Y muy bien condensada la idea.
Muy bueno