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Intriga Lasciva - El Instituto [17]

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Intriga Lasciva - El Instituto [17]




Capítulo 17.

Vínculo.

Emilia llegó al instituto sin poder disimular su impaciencia. Xamira la había citado allí con la promesa de presentarle, en una charla más íntima, a la preciosa Erika.
“Dalo por hecho ―Xamira―, Erika es de esas chicas que tienen el sí fácil”. 
Lo que Emilia no se esperaba era que Xamira ni siquiera iba a estar presente en esa reunión. Cuando entró a la sede del club Veritas Sectatores se encontró con Siara, Erika… ¿y Oriana? ¿Qué hacía Oriana allí? Las tres estaban sentadas del lado contrario de la mesa, como si fueran juezas.
―Tomá asiento, Emilia ―le dijo Siara, sin mostrar ningún signo de nerviosismo. Ella estaba preparada para esto. 
―¿Dónde está Xamira?
―Ya viene ―mintió Erika―, fue a buscar café para todas. 
―Ah, ok… ―Emilia mostró una sonrisa incómoda, por un momento las chicas temieron que huyera de allí, pero al final tomó asiento justo frente a Siara, que era la del medio―. No sabía que iban a estar ustedes tres… tampoco sabía que conocían a Oriana.
―Me uní al club de las chicas hace unos días ―dijo Oriana―. Más o menos cuando vos empezaste a hacerme propuestas sobre un trabajo como modelo.
―Ah bien… ¿y cómo te fue en eso? Tengo entendido que ya tuviste tu primera sesión.
―Sinceramente, no era lo que yo buscaba, y creo que vos lo sabías.
Se hizo un silencio incómodo, Emilia miró a las tres chicas y dijo:
―¿De qué se trata todo esto?
―Antes que nada ―dijo Erika―, quiero decirte que siento mucho lo que le pasó a Dalma. Ninguna mujer merece quedar expuesta de esa manera…
Emilia se encogió de hombros.
―Se va a sobreponer. Dalma es una chica fuerte. ¿Me llamaron para decirme eso?
―No solo eso ―intervino Siara, con tono más severo―. Queremos hablar del asunto de las becas… y del vínculo que hay entre esto y las actrices porno.
Emilia se puso tensa, miró a Siara fijamente a los ojos, como si hubiera iniciado un duelo interno entre ellas.
―No sé de qué me estás hablando.
―Lo sabés muy bien, Emilia ―dijo Oriana―. Y tenemos pruebas ―puso sobre la mesa dos carpetas con papeles―. Una es la lista de chicas becadas por vos, y la otra es la lista de chicas que alguna vez hicieron modelaje para una empresa de pornografía llamada Uvisex.
―Sabemos que tu primera defensa va a ser negarlo todo ―continuó Siara―. No queremos perder el tiempo con eso. Vos sabés que esto es real y nosotras tenemos pruebas. Fin del asunto. Lo que realmente nos interesa es qué va a pasar de ahora en adelante.
Los dientes de Emilia chirriaron.
―¿Creen que la solución es exponerlo todo? Ustedes no tienen idea de quién es la gente que está detrás de todo esto y les aseguro que no les conviene meterse con ellos. 
―Entendemos que es gente con muchos recursos ―dijo Erika―, eso lo podemos deducir, al fin y al cabo están haciendo una inmensa red de pornografía con chicas del instituto y aparentemente nadie sabe nada. Me imagino que tendrán formas de lidiar con la gente que quiere hablar de más, mediante extorsiones y amenazas…
―Por eso nosotras vamos a hacer lo mismo con vos ―dijo Siara―. Queremos que nos des información sobre Uvisex, o hacemos público todo este asunto de las becas. No solo va a ser un escándalo en tu vida, sino que también lo va a ser para todo el instituto.   
―Ustedes no saben en el quilombo que se están metiendo ―dijo Emilia―. Esto es mucho más grande de lo que se imaginan y hay gente a la que no van a poder voltear fácil. No les voy a dar ninguna información, por la sencilla razón de que no la tengo. Cada miembro de esta “red de pornografía”, como la llaman ustedes, conoce solo una pequeña parte. 
―Pero algo tenés que saber ―intervino Oriana―. Ah, por cierto… no solo queremos información. Desde hoy vas a alejarte de las becas… 
―¿Ya te cansaste de que te prestemos dinero para que puedas estudiar? ―Preguntó Emilia, con tono sarcástico.
―No, y eso lo agradezco mucho. El dinero me viene bien y estoy dispuesta a devolverlo cuando me gradúe. Lo que no voy a tolerar es que uses las becas para manipular chicas y llevarlas a la industria del porno. Eso es aberrante. Si una chica hace eso, debería ser por su propia decisión, no porque la obligan. Vas a seguir becando a las que ahora mismo reciben tu beca, pero no vas a tomar nuevas becadas, ni becados. Poné la excusa que quieras. No me importa. Simplemente quiero que te retires de esto lentamente, sin hacer mucho ruido… porque eso es lo que más te conviene. Si todo esto sale a la luz vas a recibir una demanda por parte del instituto y por parte de los familiares de las chicas que metiste en esto. Pensalo, Emilia… podrías perder todo. 
―No solo tenemos estos papeles como evidencia ―añadió Erika―. También tenemos miles de fotos y videos porno en los que aparecés vos con varias de tus chicas becadas. 
Emilia hervía de rabia. Entendió todo. Había sido traicionada por Xamira. Esa sucia santurrona la vendió, así como vendió a Dalma. Quería gritar, darle vuelta la cara de un cachetazo a esas pendejas insolentes… pero eso sería un error. Si se mantuvo tanto tiempo a las sombras no fue por confrontar situaciones como ésta, sino por saber cuándo retirarse. 
―Está bien. No voy a participar más en esto. Pero eso no va a detener a Uvisex, no soy la única que les provee modelos… y ni se molesten en preguntarme por información. Yo siempre trabajé con tres personas.
―Imagino que Alexis y Walter son dos de esas personas ―dijo Siara.
―Veo que estuvieron haciendo la tarea. Sí, ellos fueron fotógrafos o modelos, pero son dos empleaduchos. Solo se dedican a actuar y filmar, no saben casi nada de Uvisex. 
―¿Y qué hay de la tercera persona? ―Pregunto Erika―. Quién es?
―Si les digo quién es voy a tener un quilombo más grande, porque si en Uvisex se enteran que los traicioné… en fin, salgo perdiendo igual. Así que no se los voy a decir. Tendrán que conformarse con mi retirada. 
―Al menos decinos algo de esa persona ―suplicó Oriana. 
―¿Por qué? ¿Acaso creen que ustedes solas pueden desbaratar todo esto? ―Preguntó Emilia―. ¿Y qué va a pasar si lo consiguen? ¿Eh? Me van a exponer igual. No, no soy idiota. 
―Darnos una buena pista sería como pagar un seguro ―explicó Siara―. En caso que logremos exponer a Uvisex, si todo esto llega a las autoridades, vamos a decir que vos nos brindaste ayuda… 
―O ni siquiera te vamos a mencionar ―sugirió Erika―. Para nosotras vas a ser como un “informante secreto”. Pero tenés que darnos algo que nos sirva para seguir.
Emilia evaluó su situación. Estaba jodida, pero al menos tenía la chance de salir de este asunto sin que le explote todo en la cara. Lo que más miedo le daba era que Xamira estuviera al tanto de todo, ella había hablado de más con Xamira. Tenía que hacer todo lo posible para calmar las aguas. 
―Sé que el tercer tipo es profesor de este instituto.
Las chicas quedaron boquiabiertas.
―Si es profesor, tenés que saber cómo se llama ―dijo Erika.
―Así es, pero no se los voy a decir. Eso sería una estupidez de mi parte. Querían una pista, ahí la tienen. Ahora les pido que me dejen en paz…
―¿El tercer tipo es el que aparece en el video de Dalma? ―Preguntó Siara.
―No se metan con mi hija. ¿Está claro? Dalma ya tiene suficientes problemas. Si quieren que yo me retire, van a tener que dejar a Dalma fuera de este asunto. De lo contrario no hay trato.
―Está bien ―dijo Erika―. No tenemos intenciones de molestar a Dalma. Hay algo más que puedas decirnos de Uvisex?
―Sí, solo les voy a decir que no se metan en este quilombo. Detrás de Uvisex hay una persona muy capaz, con muchos recursos y que sabe moverse muy bien en las sombras. Todos sabemos que está ahí, pero nadie sabe quién es. Lo que sí sabemos es que ir contra esa persona sería un gran error. 
―¿Por qué? Acaso hubo gente que terminó lastimada? ―Preguntó Oriana.
―No exactamente lastimada. Es difícil de explicar. Digamos que a los que se pusieron en su contra, la vida se les complicó mucho, en varios sentidos. Como si alguien estuviera moviendo hilos para joderle la vida. Cuentas bancarias bloqueadas, multas sin razón aparente, detalles de la vida privada expuestos, relaciones sentimentales rotas, etcétera. Quizás algunas cosas fueron solo coincidencias, pero sé que la mayoría fueron orquestadas por esta persona.
―Parece que conocés a una víctima que pasó por todo ese proceso ―dijo Siara―. ¿Nos podés dar algo de información para contactar con esta víctima? Si hacés eso, nos olvidamos de vos para siempre. No te molestamos nunca más. Siempre y cuando cumplas con tu parte del trato, por supuesto.
Emilia evaluó la situación detenidamente. Si dejaba que su temperamento la domine, entonces estaba perdida. Necesitaba mantenerse fría. Después de unos segundos llegó a la conclusión de que podía darles un poco más de información…
―De todas formas esta persona no va a hablar con ustedes, así que da igual ―dijo, encogiéndose de hombros―. ¿Les suena el nombre Roxana Carmín? 
Las tres chicas intercambiaron miradas entre ellas.
―No, ni idea ―dijo Erika.
―Claro, tiene sentido. Pasó hace algunos años. Ustedes no deben tener ni registros de eso. Bueno, me retiro ―dijo, manteniendo intacta la poca dignidad que les quedaba―. Les prometo que ya no voy a contactar con más chicas para hacer porno, ni nada de eso. Y a ustedes… si las he visto, no me acuerdo. Ah, y de paso le dicen a esa yegua de Xamira que si llega a pisar mi casa otra vez, que venga preparada, porque la voy a sacar a escobazos. 
―Esperá ―dijo Oriana―. No nos dijiste nada de esta tal Roxana Carmín. 
―Les dije todo lo que necesitan saber. Con el nombre ya tienen información más que suficiente. Lo de Roxana fue un escándalo bastante grande, hasta salió en televisión. Estoy segura de que van a encontrar un montón de información sobre ella… y quizás les sirva para entender un poco mejor la dimensión de este asunto. No jodan con la persona que está a cargo de Uvisex, o van a terminar igual que Roxana… o peor. Es el mejor consejo que les puedo dar. Tampoco me mencionen en ningún lado, si mi nombre empieza a sonar mucho, voy a entender que ustedes están siendo indiscretas y me voy a comunicar con esa persona que manda en Uvisex para que se encargue de ustedes. Podrán tener muchas pruebas en mi contra, pero si yo me hundo, ustedes se hunden conmigo. Se los puedo asegurar. Hasta luego.

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Juliana se cansó de esperar y decidió averiguar por qué su hija se pasó el día encerrada en su cuarto.
―Xami, ¿estás bien? ―Preguntó, con la oreja pegada a la puerta. 
―Sí, mamá, estoy bien ―dijo una voz quejumbrosa desde adentro.
―Me parece que no. Puedo pasar.
Hubo una pausa de unos segundos.
―Está bien, entrá ―dijo por fin Xamira.
Juliana entró y se encontró con su hija acostada en la cama, tapada con la sábana hasta el cuello. Notó que sus ojos estaban enrojecidos y que había varios pañuelos descartables usados en la mesita de luz.
―¿Estás resfriada, Xami?
―No.
―Entonces estuviste llorando. ¿Querés contarme qué pasó? Esto tiene que ver con tu amiga Dalma?
―¿Cómo te diste cuenta?
―Ya te dije, las madres tenemos un sexto sentido para esto. Además… no se me ocurre otro motivo para que una chica tan activa como vos se pase el día tirada en la cama. Contame qué pasó ―se sentó en la cama junto a su hija.
―Dalma ya no es mi amiga ―dijo Xami, con mucho pesar.
―¿Se pelearon?
―No. De hecho el último rato que pasamos juntas fue bastante… divertido. Pero… ya no quiero ser su amiga. Ni siquiera quiero hablarle.
―Esto tiene que ver con esto que pasó entre ustedes? Me refiero a ese asunto de las fotos íntimas. 
―Eso está relacionado, sí. 
―Mmm… voy a intentar hacer una conjetura ―dijo Juliana―, no te ofendas si me equivoco. Es solo que… em… con lo que me contaste y las fotos que me mostraste… es posible que entre vos y Dalma haya pasado algo más? Me refiero a…
―¿A que tuvimos sexo?
―Algo así… y no pienses que estoy cuestionando tu sexualidad ni nada de eso. Si lo hiciste, bueno, tus motivos tendrás… y me imagino que la situación habrá influido mucho. No puedo juzgarte. 
―Pasaron cosas raras con Dalma… muy raras… y también con su mamá. Emilia también estuvo ahí… ella nos sacó fotos. Pero no quiero que te enojes con Emilia. Si estuvo ahí es porque nosotras se lo permitimos.
―Mmm… esto me pone muy incómoda. No me imaginaba a Emilia haciendo esas cosas con chicas de la edad de su hija.
―Esperá… ¿vos pensás que yo… con Emilia…?
―¿Y me equivoco? Solo quiero que seas sincera conmigo, hija. Estoy intentando ayudarte. Me parte el alma verte triste. Para mí sos todo lo que importa en el mundo.
Xamira no podía ser totalmente honesta con su madre, no ahora. Pero… quizás podría confiar un poco más en ella… podría seguir fortaleciendo ese vínculo tan lindo que habían creado. 
―Hice algunas locuras ―dijo Xamira―, y no me arrepiento de ellas. Lo que me molesta es que, al final, me di cuenta de que Emilia y Dalma no eran las personas que yo creí que eran.
―¿Qué significa eso?
―Es complicado. Para empezar, Dalma y su mamá tienen un vínculo muy especial. Muy… cercano.
―Y… si Emilia estuvo sacándoles fotos mientras ustedes dos… em… ya sabés. Es raro. Siento que tengo que hablar con Emilia, de madre a madre.  
―No lo hagas, por favor. 
―Mmm… lo voy a pensar. Entonces… Dalma y Emilia hicieron cosas entre ellas que te molestaron?
―Eso también es complicado. Digamos que el vínculo tan íntimo que hay entre ellas no me molestó tanto como me hubiera imaginado. Hasta me pareció algo tierno. Quizás creas que estoy loca, pero el problema no tiene que ver con eso, sino con las mentiras. En especial las mentiras de Dalma. Eso es lo que más me molestó.
―Voy a hacer otra conjetura alocada, corregime si me equivoco. Vos hiciste… cosas con Dalma y… em… ¿te encariñaste mucho con ella y al final no te sentiste correspondida?
―No, mamá. Te juro que no soy lesbiana. Pasaron cosas, no lo voy a negar. Pero no siento un interés romántico por Dalma. Sus mentiras tienen que ver con otra cosa. ―Xamira reflexionó durante unos segundos―. Te lo puedo mostrar, si querés. Aunque te aviso que es contenido apto para mayores de dieciocho. 
―Creo que ya dejé bien atrás los dieciocho ―dijo Juliana, riéndose. Eso hizo sonreír a su hija.
―Muy bien, te voy a mostrar.
Xamira descubrió su cuerpo, estaba completamente desnuda. En ese momento se dio cuenta que ya no le importaba si su madre la veía así, no después de lo que habían pasado juntas. Hasta le gustaba tener este vínculo tan íntimo con ella.
Buscó su tablet dentro del cajón de la mesita de luz y la conectó con un cable al televisor que tenía frente a la cama. 
―Deberías ponerte más cómoda ―le dijo a su madre―, porque estoy segura de que esto te va a levantar la temperatura. Conmigo lo hace siempre… aunque esté enojada con Dalma. Es algo que no puedo evitar. Por más bronca que tenga, el video es demasiado excitante. 
―Uy, ¿eso quiere decir que sale una sesión de paja “madre e hija”?
―Ay, si lo decís de esa forma suena un poquito…
―¿Turbio?
―Puede ser… suena como algo que diría Emilia. 
―¿Qué tan cercano es el vínculo entre Dalma y Emilia? ―Preguntó Juliana. 
―Demasiado. Estamos hablando de algo más que pajas. Si alguna vez pensaste que nosotras estamos haciendo algo… raro, te podés quedar súper tranquila. Ni nos acercamos a Dalma y Emilia. 
―Eso me deja bastante tranquila. Jamás me hubiera imaginado una cosa así de ellas.
―Yo tampoco. Como dicen: “Cada casa es un mundo”. 
―Che, Xami… no te parece que nosotras… em… quizás deberíamos suspender esto de…
―Ah… ―Xamira se detuvo justo antes de comenzar a reproducir el video de Dalma―. Creés que sería muy inapropiado que las dos… este… nos hagamos la paja juntas?
―Y… ahora que lo veo desde otra perspectiva. Es un poco raro, ¿no? O sea, a mí me encanta que tengamos tanta confianza, pero… 
―Claro, no hay que exagerar ―dijo Xamira―, al fin y al cabo… vos sos mi mamá. Te da miedo que terminemos como Emilia y Dalma?
―Un poquito, sí… 
―Está bien, tenés razón. Si querés te paso el video de Dalma, para que lo veas sola…
―No hace falta ―aseguró Juliana―. No quiero que tengas problemas con Dalma por dármelo.
―Problemas? Mamá, este video ya está dando vueltas en internet. Mucha gente ya lo vio, aunque quizás no lo hayan visto completo. 
―Ah, bueno… entonces… en ese caso… está bien, dámelo.
―Eso sí, te advierto que en el video hay sexo anal. Sé que eso te puede desagradar.
―Sexo anal? Dalma?
―Sí, y mucho… sé que el tema no te gusta…
―No te preocupes por eso, igual quiero ver el video… porque soy muy chismosa. No podés soltar semejante bomba y esperar que yo no mire el video.
―Sí, tenés razón ―dijo Xamira, con una amplia sonrisa―. Aunque me cueste reconocerlo, yo también soy un poquito chismosa a veces.
―Sos más parecida a mí de lo que te imaginás ―aseguró Juliana―. Ahora dame ese maldito video, quiero ir a mi pieza y mirarlo en paz y hacerme una… em… ya sabés…
―Podés decir que te vas a hacer la paja, eso ya es parte de nuestra confianza. Solo digamos que lo de tocarnos en presencia de la otra se terminó.
―Muy bien, trato hecho. No me hagas suplicar, Xami… de verdad tengo muchas ganas de ver eso de Dalma… es que… simplemente no puedo imaginar a esa chica haciendo lo que dijiste. Necesito verlo.
―Listo, ya te lo pasé por e-mail. Lo podés mirar en el celu. Gracias por estar, mamá ―dijo Xiara, dándole un fuerte abrazo―. Lograste alegrarme el día.
―Más contenta estoy yo. De verdad me parte el alma que te hayas quedado sin amiga.
―Te tengo a vos como amiga.
―No digas eso, es muy patético ―Juliana sonrió―. A ver, hija… me encanta que seamos amigas, de verdad. Pero no quiero ser tu única amiga. Soy tu mamá. Se supone que tenés que tener algunas amigas de tu edad. ¿No me dijste que te habías anotado en un club del instituto? ¿Qué pasó con eso?
―Ya no estoy más en ese club. Cuando me enteré de las mentiras de Dalma me sentí tan mal que ya no quise formar parte de ningún club.
―Lo cual me parece una tontería ―aseguró Juliana―. Ahora es cuando más necesitas acercarte a otras personas. Nadie del club te caía bien?
―De hecho me llevaba muy bien con todas las chicas, incluso con la última en sumarse, a pesar de que la vi poco, me cayó bien.
―Entonces vas a ir a ese club y vas a hablar con esas chicas. Está claro? No es una sugerencia. Es una orden de madre.
―No sabía que mi madre era una autoritaria que me daba órdenes.
―No lo soy. Por eso mismo creo que me gané el derecho de, al menos, darte una orden en tu vida, y te ordeno que vayas a hablar con tus amigas del club. Lo hago por tu bien.
―Está bien, mamá. Lo voy a tomar en cuenta.
―Eso no me sirve.
―Uf… ¡Qué pesada!
―Para algo soy tu madre ―las dos se rieron.
―Bien. Te prometo que voy a hablar con las chicas del club.
―Así me gusta.
Volvieron a darse un cálido abrazo. 

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Cuando Xamira llamó a la puerta de la sede del club Veritas Sectatores fue recibida por Oriana. De inmediato se dio cuenta de que la chica parecía triste.
―Hey, Hola ―saludó Xamira―. ¿Pasó algo? ―Miró dentro del salón, no había nadie más―. ¿Dónde están Erika y Siara?
―Hola, Xamira. Todavía no estoy segura de qué pasó. Erika y Siara están en el centro de estudiantes y dijeron algo sobre que pueden cerrar el club.
―Ay, no… todo es mi culpa. Se supone que el club tiene que tener como mínimo cuatro integrantes. Como yo me fui…
―Sí, puede que sea por eso. Es una pena. Me pasaron cosas muy raras desde que entré al club, pero también lo disfruté mucho. Erika y Siara me caen muy bien. Es una pena que todo tenga que terminar. Intentamos sumar a un cuarto integrante, incluso probamos con Julián…
―Quién es Julián?
―Ah, cierto, vos no lo conocés. Es un fotógrafo que contratamos, más o menos de nuestra edad. Pensamos que podríamos anotarlo como miembro del club, es un buen chico; pero solo se admiten estudiantes del instituto.
―Ya veo… bueno, creo que todavía queda algo por intentar, vamos al centro de estudiantes. 

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Dentro del centro de estudiantes Sofía Levitz explicaba por enésima vez que ya les había dado plazo suficiente para reunir el mínimo de integrantes permitidos.
―Hice una excepción con ustedes ―dijo la rubia―, porque tengo entendido que Verónica LeClerc hizo importantes donaciones al instituto; pero las reglas deben aplicarse para todos. El club queda oficialmente cerrado…
La puerta se abrió. Oriana y Xamira irrumpieron sin pedir permiso. Sofía las fulminó con la mirada. Si detestaba algo era que no se la respete en su rol como presidente del centro de estudiantes.
―¿Se puede saber por qué entraron sin golpear?
―Perdón ―dijo Xamira―. Sabíamos que Erika y Siara estaban acá, y tengo algo para decirles.
―No puede esperar?
―No, porque tiene que ver con el club. Chicas ―dijo mirando a las dos amigas que parecían bastante confundidas―. ¿Puedo anotarme otra vez en el club? Estuve reflexionando y me di cuenta que sería una estupidez irme. La verdad es que la paso bien con ustedes y creo que Veritas Sectatores tiene mucho futuro, solo hay que trabajar un poco. ¿Qué me dicen?
Siara sonrió triunfante, luego miró a Sofía y dijo:
―Ya la escuchaste. Tenemos una cuarta integrante. El club sigue funcionando.
Sofía la miró con el ceño fruncido y los labios apretados.
―Por ahora ―espetó la rubia―, porque si siguen metiéndose en temas delicados, les van a cerrar el club sin importar cuántos integrantes tengan. 
―Ese es nuestro problema ―dijo Erika―. Por ahora tu trabajo es anotar a Xamira en la lista de miembros del club y dejarnos en paz.
―No exactamente ―dijo Sofía, mostrando una sonrisa desafiante―. Anoto a Xamira, pero dejo el apartado de “Actividades del club” en blanco. Se supone que ustedes deben organizar actividades para los miembros del club y, de vez en cuando, tienen que hacer algo que incluya miembros externos del club. Otros estudiantes, de eso no tuve ni noticias. Hasta ahora las únicas actividades que están anotadas son “Investigación sobre el Enigma Dalma”. Y la última actualización en la web dice que ya dieron ese “caso” por terminado. Si el club no tiene actividades, no es un club.
―Entonces, en actividades, podés anotar: “Investigación sobre el Enigma Cancún” ―dijo Oriana.
―¿Qué es eso? ―Preguntó Sofía. 
―De momento no podemos comentarte mucho ―dijo Oriana―, pero tenemos bases para sospechar que pasa algo raro relacionado con cierto viaje a Cancún.
―¿Esto tiene que ver con la profesora Brenda Ramallo?
―Quizás ―dijo Siara, como restándole importancia al asunto. 
―¿Y en qué consiste esta investigación exactamente? ¿Cuál es el objetivo?
―¿Eso también lo tenemos que poner en la ficha? ―Preguntó Erika.
―Sí, en especial si van a meterse con una profesora del instituto. ―Sofía acomodó sus anteojos―. Las escucho: ¿Cuál es la intención en esta investigación?
Las cuatro chicas intercambiaron miradas, se sintieron arrinconadas, debían decir algo porque sabían que el silencio era la peor estrategia, en especial cuando se trata de Sofía Levitz. 
―No queremos molestar a la profesora Ramallo ―dijo Erika. 
―Así es ―intervino Oriana―. Ni siquiera hablamos con ella, de momento. Y si lo hacemos, intentaremos ser respetuosas. 
―Solo queremos llegar al fondo del asunto ―dijo Siara―. Hay rumores sobre esa profesora que no dejan de circular por los pasillos… y ella publicó varias fotos que alimentan esos rumores. Si llegamos a descubrir que estos rumores son ciertos, em… lo haremos saber en la web del instituto. Pero si no llegamos a nada, simplemente nos olvidaremos del asunto. 
―Yo también escuché esos rumores ―dijo Sofía―. Es un asunto preocupante que puede traer problemas para la imagen del instituto. Creo que la profesora Ramallo está mostrando poco profesionalismo y demasiada… piel. Si les soy sincera, a mí también me gustaría llegar al fondo de este asunto, aunque es muy delicado y requerirá tacto.
―¿No te gustaría colaborar con nosotras? ―Sugirió Erika, esta propuesta sorprendió a todas, en especial a la propia Sofía Levitz―. ¿Qué? No me miren así. Lo digo en serio. De esta forma matamos dos pájaros de un tiro. Sofía puede vigilar la investigación, así se asegura que todo se hará dentro de las normas del instituto… y nosotras podemos tomarlo como una actividad que incluye a miembros externos al club. A otra estudiante. 
―Ahora no me parece tan mala idea ―comentó Siara―. ¿Te interesa participar, Sofía?
La rubia guardó silencio durante varios segundos. Cuando las cuatro chicas estaban a punto de perder la paciencia, dijo:
―Está bien. Pero solo por esta vez. Lo hago porque me preocupa que esto se convierta en un escándalo, y después de lo que pasó con Dalma, no necesitamos otro escándalo. Además… tengo algo de información que podría ayudarlas.
―De qué se trata? ―Preguntó Oriana, con impaciencia.
―Mejor hablemos de este tema dentro de la sede del club ―sugirió Sofía―. Creo que es lo más apropiado. 

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―Me alegra que hayas decidido quedarte en el club, Xamira ―dijo Siara, mientras se acomodaban en la sede. 
Era raro tener a Sofía Levitz allí, revisando cada metro cuadrado en busca de cualquier detalle fuera de lo normal.
―Ustedes me ayudaron mucho con el caso de Dalma ―dijo Xami―, y ni siquiera me conocían. Creo que sería una tontería de mi parte abandonarlas justo ahora.
No agregó que en realidad su intención original no era volver al club, sino solo hacer las paces con ellas. Pero cambió de opinión al enterarse que Veritas Sectatores corría riesgo de ser cerrado. 
―¿Qué es lo que saben hasta ahora? ―Preguntó Sofía, mientras se sentaba.
Oriana hizo un breve repaso sobre la controversial situación de la profesora Brenda Ramallo. Le contó que la gente sospechaba que Brenda se había excedido con las fiestas en Cancún y que había hecho cosas inapropiadas para una profesora de un instituto tan prestigioso. Y lo peor de todo era que Brenda parecía estar jugando con esta idea, publicando fotos de lo más sugerentes en sus redes sociales. Por supuesto, evitó dar detalles obscenos, no le habló de posibles penetraciones ni de las sospechas de que Brenda hubiera publicado una foto con semen en la boca. Solo se refirió a esa imagen como “la de la Piña Colada”. Había conseguido hablar de forma abierta y directa con Erika y Siara, pero le costaba mucho hacerlo con Sofía, esa rubia parecía demasiado severa y estricta.
―¿Ahora podés contarnos sobre la información que tenés vos? ―Le pidió Siara.
―Pensé que habían avanzado más ―dijo Sofía―, pero solo estuvieron mirando las redes sociales.
―Es un caso que recién comienza ―las mejillas de Oriana se enrojecieron―. Estábamos muy ocupadas con el asunto de Dalma, esa era nuestra prioridad. Quizás con tu ayuda podamos avanzar un poco más rápido con el asunto de Brenda. 
―Mmm… muy bien. ―Sofía se colocó muy recta en su silla―. Antes que nada quiero decirles que no soy tonta. Estoy segura de que habrán usado ese televisor para mirar cierto video que circula en internet, en el que, según ustedes, participa Dalma. Eso va contra las reglas del instituto. Está rotundamente prohibido usar las instalaciones para mirar pornografía. Pero puedo dejar pasar ese detalle si llegamos al fondo del asunto con el caso de la profesora Ramallo.
―Está bien, trato hecho ―se apresuró a decir Erika―. Ahora, contanos lo que sabés de una puta vez, me estás poniendo nerviosa.
Sofía la fulminó con la mirada.
―¿Se puede saber por qué estás usando un escote tan indiscreto en el instituto? ―Preguntó Sofía, con severidad.
Erika miró hacia abajo como si recién se hubiera percatado de ese detalle, sus grandes tetas estaban muy mal cubiertas por una blusa de franjas horizontales blancas y fucsia. La tela era demasiado holgada, por lo que las tetas amenazaban con saltar fuera con cada movimiento brusco. 
―Lo que pasa ―dijo Erika―, es que soy muy tetona, por eso me cuesta conseguir ropa de mi talle. Por lo general lo que consigo me queda muy ajustado, o muy holgado.
―Esa no es una excusa. Tu novia tiene pechos casi idénticos a los tuyos, y ella sí consigue ropa apropiada ―dijo Sofía señalando a Siara.
Las cuatro chicas del club intercambiaron miradas cargadas de vergüenza, incluso las mejillas de Siara y Erika se pusieron rojas.
―Para empezar ―dijo Siara―, Erika no es mi novia, no sé de dónde sacaste eso. Solo somos amigas. Y en cuanto a la ropa… mi mamá es Verónica LeClerc. Acaso creés que la diseñadora de moda más famosa de la ciudad dejaría a su hija salir a la calle con ropa que no sea hecha a la medida? Todo mi ropero está diseñado por mi mamá, y algunas cosas incluso las confeccionó ella.
―Excepto por la remera de Pikachu, esa no la hizo tu mamá ―acotó Erika.
―Ya no la cuento, porque vos me la robaste y sé que no me la vas a devolver.
―Eso es muy cierto ―Erika mostró una sonrisa triunfal. 
―Dejen de hablar boludeces por un rato ―espetó Sofía―. El punto es que Erika no debería andar mostrando sus tetas con tanta soltura dentro del instituto. 
―No quiero empeorar la situación ―interrumpió Oriana―, pero a mí no me parece algo malo. ―Por su mente pasaron los consejos de Mariela, recordó todas esas frases motivadoras para que una mujer aprendiera a ser feliz con el cuerpo que le tocó, aunque éste sea muy voluptuoso y obsceno―. Erika no puede quitarse las tetas antes de venir al instituto. Las mías no son tan grandes como las de ella, pero casi… y yo también tengo el mismo problema. Para poder contrarrestarlo tengo que usar la ropa horrible que compra mi mamá, y ella siempre protesta porque le tiene que hacer modificaciones a todo para que me entre. A mí no me gusta usar estas camisas blancas ni estos chalecos grises, o negros ―señaló su atuendo―. Sería más feliz si pudiera salir de mi casa con algo más colorido, como lo hace Erika. 
Sofía estaba claramente enfadada. Todas pensaron que este sería el principio del fin. Sin embargo la presidente del centro de estudiantes logró mantener la calma.
―Les cuento lo que sé de la profesora Ramallo, así terminamos con esto de una buena vez. Hace poco se realizó una pequeña fiesta para los profesores del instituto. Me invitaron por ser la presidente del centro de estudiantes. Pensé que sería algo muy casual, super aburrido… y no me equivoqué. Hubo mucha comida, cerveza y chismes varios. Pero la mayor parte del tiempo me la pasé sentada sin hablar con nadie. La única que se me acercó, ya sobre el final, fue la profesora Ramallo. El aliento le olía como si se hubiera tomado un barril de cerveza ella solita. Empezó a contarme de su viaje a Cancún. A mí no me interesaba en absoluto, pero no sabía cómo hacer para sacármela de encima. La cuestión es que empezó a irse un poco de lengua, dijo… cosas inapropiadas.
―¿Como cuáles? ―Preguntó Siara.
―Prefiero no repetirlas.
―Así no vamos a llegar a ningún lado ―espetó Siara―. Necesitamos toda la información que puedas darnos. Cualquier detalle podría ser importante para la investigación. 
Sofía volvió a guardar silencio y miró a las presentes con ojos muy tensos. Luego esa tensión se aflojó, aunque solo un poco.
―Está bien. Pero les aclaro que algunas cosas son obscenas y solo las repito con carácter informativo, no quiero que me las atribuyan a mí.
―Hablá de una buena vez ―dijo Erika, estaba estrujando un pedazo de cartulina violeta que segundos atrás fue una carátula de su carpeta, ahora era basura.
―Me dijo: “En Cancún conocí un morocho bien pijudo que me reventó la argolla”. 
―¡Apa! ―Exclamó Oriana.
―Sí, de no creer. Me pareció una total falta de respeto que una profesora se dirigiera con esos términos a una alumna. Y la cosa no termina ahí. Me contó que… que se la chupó al tipo… en la playa. Lo cual puede coincidir con esa foto de “la piña colada”, no sé si me explico. Me da asco de solo pensarlo. 
―A ver, a ver… ―intervino Siara―. La profesora Ramallo se cogió a un tipo en Cancún, todo bien hasta ahí. Eso no tiene nada de malo, ella es joven y soltera. ¿Acaso pensás que las demás profesoras no garchan?
―Te recuerdo ―dijo Siara, muy severa―, que nuestro objetivo es demostrar si Brenda Ramallo estuvo en fiestas sexuales y si se sacó fotos para publicarlas en sus redes sociales.
―Sí, pero coger con un tipo no prueba nada ―respondió Siara―. Estaba borracha, habló de más. Con eso no hacemos mucho.
―Lo que hacemos es demostrar qué clase de actitud tiene la profesora Ramallo. Es una puta. Admitió lo que hizo en Cancún.
―No te lo tomes a mal, sofía ―dijo Xamira―; pero Siara tiene un buen punto. Se cogió a un tipo durante sus vacaciones. Eso no es nada del otro mundo. Ni siquiera nos sirve para acusarla de puta. 
―Sí, me parece que te estás pasando un poquito ―acotó Oriana.
―No me estoy pasando. Sé que Brenda Ramallo es puta.
―Por qué estás tan segura? ―Preguntó Erika―. Acaso se te insinuó?
―No, eso sí que le hubiera valido una denuncia con la regencia del instituto. Pero… es que después la vi haciendo algo sumamente inapropiado con uno de los profesores ―todas guardaron silencio y la miraron fijamente. Erika rompió un buen pedazo de cartulina y entre sus dientes apretados se escapó un silbido que sonó como “Hablá de una puta vez”―. Está bien… está bien. La vi chupándole la verga a un profesor. Y el tipo me vio. O sea… em… yo estaba ahí, con ellos, en esa pieza.
―¿Qué? ¿Cómo terminaste en una pieza con una profesora y un profesor? ―Preguntó Siara―. ¿Y cómo es que eso terminó en un pete?
―No me miren raro. No es como piensan. Yo acompañé a Brenda al baño, porque no podía ni caminar sola. Cuando volvíamos nos cruzamos con uno de los profesores, que también estaba algo bebido. Empezó a hacerle comentarios subiditos de tono a Brenda y cuando él la llevó de un brazo hasta una pieza cercana, ella se dejó. El tipo la hizo arrodillar… y bueno, ya saben lo que pasó después. 
―Pero… Brenda mostró algún tipo de resistencia? ―Preguntó Oriana.
―No, ninguna, al contrario, parecía muy entusiasmada de hacerle ese… “favor” al profesor. Yo me quedé ahí solo porque creí que ella perdería el conocimiento. Fue horrible. El profesor me miró todo el tiempo como invitándome a sumarme. 
―Ah, bueno, esto ya tiene otro color ―dijo Erika―. Y quién era ese profesor?
―No lo voy a decir.
―Por qué no? ―Preguntó Siara―. Él también mostró un mal comportamiento.
―Solo estaba borracho. 
―Y Brenda no? ―Preguntó Xamira―. Mirá, Sofía… a mí me da la impresión de que, por algún motivo, vos estás enojada con Brenda. Y que, por otro motivo, estás protegiendo a este profesor. Decías que a Brenda la hubieras denunciado si te hacía alguna insinuación… y qué hay de este tipo? Eh? Básicamente te invitó a chuparle la pija… se hizo chupar la verga por una profesora frente a una alumna. Eso es perverso. 
―Exacto. ¿Por qué lo protegés? ¿Eh? ¿Eh?... ―Erika se inclinó sobre la mesa, sus grandes pechos casi saltan de su escote―. ¿Lo defendés porque es tu amigo? Eh? ¿O es tu novio el profe? ¿Eh? Respondé rubiecita… decí la verdad ¿Es tu novio el profe?
―¡Basta! ―Explotó Sofía―. Me tenés harta, pelotuda. 
Lo siguiente que oyeron fue el silbido de la mano de Sofía y el estridente chasquido al chocar contra la mejilla de Erika.
Todas se quedaron anonadadas mirando a la rubia. Erika tenía cuatro dedos marcados en la cara.
―Perdón… yo… em… perdí el control. Me excedí ―Sofía bajó la cabeza―. Si quieren pueden presentar una queja formal en mi contra. 
―No vamos a presentar ninguna queja ―dijo Siara―. Pero solo si nos contás toda la verdad. ¿Por qué le tenés tanta bronca a Brenda Ramallo? ¿Por qué protegés al profesor?
―Porque… em… no puedo decirlo… van a pensar mal de mí.
―Ya pensamos mal de vos ―dijo Erika―. Quizás, si sos honesta, puedas mejorar esa imagen de sargento sin sentimientos que tenés.
Sofía no se animó a mirarla a los ojos, se mantuvo cabizbaja y pensativa.
―Yo también le chupé la verga al profesor ―dijo por fin. Las cuatro chicas se quedaron mudas. En el salón no voló ni una mosca―. Y no soy ninguna puta. Lo hice solo porque Brenda se la pasó diciéndo que yo era una boluda, una cobarde, una frígida que nunca había chupado una verga en su vida. Me molestó mucho… yo también había tomado un poco de más… y bueno, vi la verga erecta del profe ahí adelante… y no sé… me invadió algo… nunca me había pasado. Yo no soy así. Yo no hago esas cosas. Estoy avergonzada. 
Erika rodeó la mesa, se acercó a Sofía y le dio un fuerte abrazo, poniéndole las grandes tetas en toda la cara.
―¿Ves lo importante que es decir la verdad? Ahora me caés mejor. Te perdono por el cachetazo.
―Em… bueno… gracias ―dijo Sofía, estaba aturdida. Vio como los pechos de Erika se asomaban casi completos, a centímetros de su cara y se sonrojó.
―Y no creas que pensamos mal de vos ―dijo Xamira―. Todas cometemos errores. Quizás Brenda Ramallo también cometió uno. Pero eso no significa que se haya metido en fiestas sexuales ni que esté usando esas fotos para alterarle las hormonas a sus alumnos, como andan diciendo por ahí. 
―Exacto. Este caso merece ser investigado a fondo ―dijo Siara.
―Así es ―dijo Erika―. Y yo te perdono el cachetazo con una condición…
―No me habías perdonado ya?
―Sí, pero después me di cuenta que podía usarlo para sacarte más información, así que no te perdono nada. 
―No podés hacer eso ―dijo Siara―. Ya la perdonaste.
―Sí puedo, y lo hago ―protestó Erika, sin soltar a la rubia. Sus tetas se pegaron a las mejillas de Sofía―. Decime… entre tanta chupada de verga, ¿el profe te acabó en la boca?
―¿Y eso qué tiene que ver con el caso? ―Preguntó Sofía.
―Nada. Es la condición que pongo para perdonarte. ¿Te dieron de tomar la leche? ¿Eh? Contestá rubia, no me hagas usar la artillería pesada con vos ―agarró la cabeza de Sofía y la hundió entre sus tetas, estas saltaron fuera del escote. Mantuvo a la presidente del centro de estudiantes aprisionada entre sus tetas durante unos segundos, luego la soltó―. ¿El profe te acabó en la boca?
―Sí… ―respondió Sofía, aturdida y sonrojada.
―¿Fue mucha leche?
―Bastante… no sabía que un hombre pudiera eyacular tanto.
―¿Y te la tomaste toda?
―Casi toda… Brenda también tragó una buena parte… y me incentivó a hacer lo mismo con el resto.
―¡Qué putita que sos, rubia! Esa la tenías bien guardada ―dijo Erika―. Ahora sí me caes bien. Tenés sentimientos como todas las demás. Sé que no sos un vampiro o un robot sin alma.
Las otras tres chicas empezaron a reírse. Incluso la misma Sofía esbozó una sonrisa. Antes de que pudiera añadir algo más, Erika volvió a estrellarle las tetas contra la cara y la abrazó con fuerza. 

1 comentarios - Intriga Lasciva - El Instituto [17]

Pepelucho2675 +1
Hola saludos desde ecuador para cuando la parte 18 del relato
Dannyjake
Concuerdo