Series de Relatos Publicados (Click en el link)
Viene del post anterior: Intriga Lasciva - El Instituto [09] - Parte 1
Apoyó la cabeza en el piso y se dejó dar. Y le dieron… le dieron con todo. Solo una vez su concha había recibido tanto castigo. Su cuerpo la traicionó igual que aquella vez. No supo explicar por qué, pero llegó a tener un potente orgasmo que le hizo arquear la espalda. Imposible de disimular. Alexis lo notó y se rió de ella.
“Soy una pelotuda ―se dijo―, nunca tendría que haber accedido a una cosa así”.
Sin embargo, esta vez consideró que tuvo suerte con algo. Al menos no le acabaron en la cara.
Toda la leche fue a parar dentro de su concha. Ella pudo sentir los cargados chorros de jugo blanco.
Alexis le pidió que se quedara muy quieta. Sacó la verga y Xamira supuso que filmaría el momento en que el semen salía de su concha. Pero no hizo exactamente eso. Ella escuchó el típico sonido de la cámara de fotos en acción. Él prefirió fotografiar esa escena, quizás cuadro por cuadro.
―Después te mando las fotitos ―le dijo―. Para que veas cómo te quedó la argolla llena de leche. Ahora agarrame la pija y dale un besito, para la cámara. Sonriendo…
Ella se giró mientras él se ponía de pie. No discutió. Agarró la verga y se la llevó a la boca. Casi al instante pudo sentir más chorros de leche saltando.
“Al parecer no tuve tanta suerte como pensaba”, se dijo.
Abrió la boca, manteniendo una simpática sonrisa, y mostró cómo se la habían dejado bien llena de lechita. ¿Por qué hizo eso? Xamira no sabría cómo responder a esa pregunta, simplemente le pareció que debía seguir con su papel de “putita obediente” hasta que tuviera el sobre de fotos en las manos.
―Dijiste que te la ibas a tragar…
Xamira tragó el semen y volvió a abrir la boca, para mostrar que ya no quedaban rastros. “Soy una puta tragaleche”, se recriminó. “¿Cómo pude hacer una cosa así?”
De todas maneras, martirizarse no serviría de nada. Se puso de pie, lista para vestirse.
―Esperá, antes quiero sacarte algunas fotos de la concha. Date vuelta y abrí las nalgas.
Ella lo hizo. Notó que su cuerpo se movía solo, como si estuviera siendo controlado por otra persona. Se giró, levantó la cola y abrió sus nalgas con ambas manos.
―¿Así está bien? ―Preguntó Xamira, como si estuviera preocupada de que la foto de su concha no saliera bien―. ¿O querés que me agache más?
―Agachate un poquito más.
Ella se inclinó más hacia adelante. Sus rodillas quedaron juntas, pero sus pies estaban bien separados.
―¡Qué lindo orto tenés! ―Le dijo Alexis―. Se nota que hacés mucho ejercicio.
―Sí, hago mucho ejercicio ―eso sí lo sintió como un genuino halago, le gustó. Ella se esforzaba mucho en el gimnasio. De pronto sintió algo húmedo que bajaba por la cara interna de sus muslos― ¡Ay! ¿Todavía me está chorreando leche?
―Sí, flaquita, te dejé la cajeta bien llena de leche.
―Uy… voy a tener que esperar a que salga toda, antes de ponerme la calza, sino se me va a mojar.
―Mojar se te va a mojar igual… tu concha está goteando como una canilla rota, y no todo es semen, chiquita.
―Eso no es mi culpa. Yo no tengo la culpa de que se me moje tanto cuando me la meten.
―Se te moja porque te gusta la pija ―insistió Alexis, con una sonrisa socarrona.
Xamira podría haberle explicado que eso no era cierto, que se trataba de una reacción natural de su cuerpo… pero una vez más descartó la confrontación. ¿Qué importaba lo que ese tipo pensara? Al fin y al cabo después de este día, con suerte, ya no lo vería más.
―Si querés aprovechá a sacar fotos de esto ―dijo Xamira, solo para demostrarle que no se sentía doblegada. Que aún le quedaba fuerza en su interior.
Apoyó su torso en el mostrador, como lo había hecho antes, levantó la cola y empezó a meterse dos dedos en la concha. Éstos salieron cubiertos de una mezcla de semen y jugos vaginales. Ella se los llevó a la boca y los lamió hasta dejarlos limpios.
―¡Epa! ¿Te quedaste con ganas de seguir tomando leche?
―De alguna forma los tengo que limpiar, sino vuelvo a meter el semen… y no termino más. Me imagino que vos no tendrás algún pañuelo descartable o servilleta.
―No, nada de servilletas. Esto no es un bar, nena. Seguí haciendo eso con los deditos, que es más lindo.
Xamira volvió a meter los dedos en su concha, tan adentro como pudo, los movió, como si quisiera juntar la mayor cantidad de flujos posibles, y luego se los llevó a la boca otra vez. No le molestó que Alexis se encargara de grabar lo que ella estaba haciendo, hasta miró a la cámara con sensualidad mientras lamía sus dedos. Por suerte el sabor del semen no estaba mal y la mezcla con sus propios jugos vaginales la puso un poco cachonda.
Levantó una pierna, dejando la rodilla sobre el mostrador, y volvió a mandarse dedo en la concha. Alexis capturó esto en imágenes.
Después de limpiar sus dedos una vez más, Xamira dijo:
―¡Cuánta leche me metiste! Así no voy a terminar más…
―Si querés te ayudo…
―Bueno ―dijo con ingenuidad. Alexis se paró detrás de ella y le clavó la pija en la concha― ¡Hey! ¿Otra vez?
―Con la verga es más rápido que con los deditos… la verga es más grande ―dijo él, mientras se movía―. Eso sí, vos te vas a encargar de limpiarla con la lengua, que para eso sos muy buena.
―Yo te la limpio, pero metela más adentro, que siento como si me hubieras metido leche hasta el útero.
―Con todo gusto…
Alexis se la clavó hasta los huevos, allí se movió, dándole cortas embestidas, pero muy rápidas una detrás de otra. Esto provocó que Xamira gimiera otra vez.
―¿Te gustó, nena?
―Mm… admito que conocés algunos truquitos de actor porno. Pero no te la creas tanto.
―Vos también conocés algunas cositas de actriz porno, y se te nota cuando chupás pija. Dale, acá la tenés.
Él se apartó y Xamira se puso de rodillas sin chistar. Agarró esa verga que estaba cubierta de flujos y restos de semen y comenzó a lamerla lentamente, permitiendo que su lengua recorriera cada centímetro de ese falo. Luego se la tragó y ella misma se encargó de empujarla hasta el fondo de su garganta. Abrió mucho los ojos y miró fijamente a la cámara mientras Alexis la fotografiaba. Cuando consideró que la pija había quedado bien limpia, se puso de pie otra vez y volvió a apoyarse sobre el mostrador.
Se quedó con la colita levantada esperando a que Alexis la volviera a clavar. Sintió el glande entrando y ella misma retrocedió para que la penetración fuera más profunda.
―¡Uf, las pajas que me voy a hacer con estas fotos! ―Exclamó Alexis.
―¿Ahí se ve bien? ―Preguntó Xamira, abriendo sus nalgas―. Si querés puedo levantar la pierna como antes.
―Si vamos a hacer una foto bien porno, te quiero ver montada a la pija, y bien abierta.
Xamira no comentó nada, cuando Alexis sacó la verga y se acostó boca arriba en el piso, ella entendió lo que tenía que hacer. Primero se acercó a darle unos buenos chupones a la verga, para limpiar todo rastro de semen de ella, aunque ya prácticamente no había nada. Eran puros flujos vaginales, y el sabor familiar que sintió en su boca se lo hizo saber. Aún así se puso en cuclillas, como una rana, con la pija adelante.
―Pajeate ―le dijo Alexis.
Ella lo hizo. Se abrió la concha con los dedos y empezó a masturbarse a buen ritmo. Permitió que Alexis la fotografiara varias veces. Luego agarró la verga y se sentó encima. El glande se le metió bien adentro.
Xamira posó las manos sobre sus rodillas, que estaban muy separadas la una de la otra, y mostró a la cámara cómo se veía su concha abierta mientras era penetrada por la gruesa pija de Alexis.
Se sintió muy acalorada, por lo que se sacó el top, exponiendo sus tetas de pezones erectos. Pequeñas gotitas de sudor le cubrían el cuerpo. A ella le gusta sentir el sudor recorriendo su anatomía, le recuerda a las sesiones intensas en el gimnasio.
Cerró los ojos, echó la cabeza hacia atrás, y comenzó a dar saltos sobre la verga. Su buen estado físico le permitía moverse rápido sin que supusiera un gran esfuerzo. Era como hacer flexiones de piernas… solo que al bajar se le enterraba una pija hasta el fondo de la concha. Agarró buen ritmo y dio rienda suelta a sus gemidos, ya no podía contenerlos. Su cuerpo le pedía que los dejara salir, de lo contrario se volvería loca. Si es que ya no lo estaba… Xamira ni siquiera quería pensar por qué se estaba comportando de esa manera.
De pronto Alexis dio dos embestidas muy duras, ahí sí que Xamira sintió la verga hasta el fondo de su ser.
―¡Ay, sarpado!
―Te gusta que te den duro, putita ―no era una pregunta, sino una afirmación.
―Bueno… no es la primera vez que me la meten así ―confesó, y se sintió una estúpida por no poder controlar su lengua.
―¿Ah sí? ¿Y te la bancás?
Una vez más, dos embestidas bien duras, hasta el fondo de la argolla.
―¡Claro que me la banco! ―dijo ella, llena de orgullo femenino.
Y una vez más lamentó sus palabras. Esa era una invitación para que Alexis le siguiera dando duro. Y así lo hizo.
Como había hecho alardes de que podría soportarlo, Xamira no emitió ni una sola queja ni dejó de saltar mientras Alexis le daba duras embestidas contra la concha. Eso sí, sus gemidos se volvieron más potentes. Ella rogó que no se pudieran escuchar desde la calle.
Después de unos segundos, y varias embestidas muy duras, Alexis comenzó a disminuir el ritmo.
―¿Qué pasa? ¿Te estás cansando? ―Lo desafió Xamira.
―Ah, ¿querés guerra, putita? Mirá que te puedo dar muy duro, y no te la vas a bancar…
―Ya me tuviste en cuatro, cuando me agarraste de los pelos. Ahí sí que me diste bien duro, con cada pijazo creía que me iban a saltar los ojos, o que me iba a salir la pija por la boca… pero me la banqué.
―Por cortesía no te partí al medio, flaquita. Si te agarro de nuevo así, te parto.
―¿Ah si? A ver… ―Xamira se puso de rodillas en el piso, apoyó la cara en el piso y levantó la cola―. Dale, agarrame de los pelos y partime al medio…
Alexis se puso como un macho cabrío con la actitud desafiante de Xamira. El pecho le palpitaba a toda velocidad, podía sentir el torrente de sangre fluyendo por las venas de su verga.
Dejó la cámara en el piso. Se aferró con fuerza a esos pelos que ya estaban desprolijos, y le clavó la pija en la concha sin piedad. Xamira soltó un “¡Ay!” involuntario.
―¿Qué pasa, flaquita? ¿Te dolió?
―Sí…
―¿No era que te la ibas a bancar?
―Que me la banque no significa que no me duela. Justamente, significa que puedo aguantar el dolor.
―Vamos a ver si aguantás esto…
Alexis empezó a darle con un ritmo suave pero constante, como si estuviera calibrando su arma.
―Pff… con eso no me hacés nada ―dijo Xamira―. Después de los pijazos que me comí, la concha ya me quedó re abierta.
―Abierta y mojada, mamita. Estoy esperando a que se te lubrique bien. Me gusta ver cómo te chorrea la concha…
―Uf, si es por lubricar, dame que te embadurno la chota con saliva ―Xamira no podía creer que esas palabras estuvieran saliendo de su boca, y aún así no lo podía evitar.
―Uh… ¿te la querés comer toda otra vez?
―Sí, me la voy a comer toda, dale ―dijo, solo para que él se apure.
Alexis se colocó delante de ella, de rodillas, la sujetó por el pelo y Xamira aguardó con la boca bien abierta. La verga se perdió en esa cavidad. Una vez más los ojos de Xamira comenzaron a lagrimear y sentía el glande en el fondo de la garganta. Por su boca chorreaba mucha saliva, esta vez ella la dejó salir a propósito.
―Aguantá un cachito, que te quiero sacar una foto con la carita así ―dijo Alexis.
Xamira asintió con la cabeza como pudo. Aguardó pacientemente mientras Alexis se estiraba para agarrar la cámara de fotos. Él se tomó su tiempo para buscar el mejor enfoque. Ella miró a la cámara intentando tener la verga lo más adentro posible. Tuvo un par de arcadas, y tosió un poco de saliva, pero aún así no sacó la pija de su boca.
Cuando Alexis quedó conforme con las fotos, retrocedió.
―Ahora… ―dijo Xamira, y tosió otra vez, su cara estaba hecha un desastre, una mezcla de sudor, saliva, lágrimas y líquido preseminal―. ¿Ahora también me vas a dar pijazos en la cara?
―Solo si me los pedís…
―Ah, callate… si te morís de ganas de cachetearme la cara a pijazos.
―Me parece que la que se muere de ganas es otra…
―Está bien, si no querés, no lo hagas. Solo lo decía para demostrarte que no le tengo miedo a los pijazos en la cara. ―Ella le dio un fuerte chupón, cargado de saliva, al glande―. No es la primera vez que me cachetean la cara a pijazos.
Y eso era cierto, aunque la vez que aquel tipo se lo hizo, ella no se lo esperaba ni lo quería. Aún así, aguantó.
Xamira tragó la verga, la mamó durante unos segundos y cuando la sacó de su boca, esperó su castigo de rodillas, con los ojos cerrados.
Alexis no pudo aguantar la tentación. Se puso de pie, agarró fuerte su verga, y empezó a golpear con ella la cara de Xamira. La flaca mantuvo la boca abierta y la lengua afuera. Cuando la verga entró en su boca, no se quejó… tampoco se quejó de que esta vez los pijazos fueran más duros que la vez anterior.
Lo único que dijo fue:
―Ay, me vas a dejar el choto todo marcado en la cara.
Y es cierto que hubo marcas rojizas, pero eran tenues y se confundían unas con otras, nadie hubiera podido distinguir la forma de una verga en ellas.
Ella volvió a tragar el falo y lo chupó mientras se masturbaba.
―Andás re caliente pendeja, no dejás de mandarte dedos.
―Vos querías que la concha me quede bien mojada… bueno, así es como se me moja más rápido. ―Le mostró como sus dedos habían quedado cubiertos de flujos―. Pero si querés que me moje más, cogeme la boca.
―¿Por qué? ¿Eso te calienta?
―No sé, simplemente pasa… si me cogen la boca, se me moja toda la concha. Es una reacción automática. Especialmente si me agarran de los pelos. No sé por qué.
―Uf, me ponés a mil…
―Asi que ya sabés, si me querés bien mojada, agarrame de los pelos y cogeme la boca.
Alexis lo hizo, sí que lo hizo. Ni siquiera esperó a que Xamira acotara algo más. La sujetó con fuerza de los pelos, le enterró la verga en la boca, y empezó a moverse como si se la estuviera cogiendo por ese agujero. Ella emitió sonidos guturales, cargados de saliva, y alguna que otra arcada, pero en ningún momento hizo el ademán de apartarse, aunque sus ojos estuvieran más llorosos que nunca.
Aguantó cada embestida de Alexis sin dejar de pajearse. Sus dedos se metían dentro de su concha y salían cubiertos de jugos.
―Te voy a grabar ―anunció Alexis―. Vos mostrá a la cámara cómo estás de mojada.
Ella asintió con la cabeza como pudo, el gesto fue suficiente para hacerse entender. Alexis comenzó a filmar el acto y ella en ningún momento se sintió inhibida por la cámara. Mostró sus dedos cubiertos de flujos y luego se los llevó a la concha otra vez. Repitió esta acción unas cuatro veces, mientras Alexis le enterraba la pija hasta la garganta.
Cuando él se apartó, Xamira dijo:
―Dale, ¿no me ibas a partir al medio? Mirá… esta concha pide que la llenen de pija ―dijo, abriendo sus labios.
Se arrepintió de sus palabras, pero no se retractó. No era exactamente lo que quiso decir. Su intención fue remarcar que no tenía miedo a la verga de Alexis y solo consiguió quedar como una puta en celo, sedienta de pija.
Apenas unos pocos segundos más tarde Alexis ya estaba detrás de Xamira, agarrándola de los pelos, y enterrándole toda la verga.
―¿Así te gusta? ―Le dijo.
―Uy, sí ―dijo ella, con tono sarcástico―. Dale, a ver si podés… rompeme la argolla a chotazos. ―Alexis le dio tres embestidas bien potentes―. ¡Ay…! Ahora sí que la siento…
Xamira se sintió invadida por esa misma extraña energía que la afectó la vez que aquel tipo se la cogió de la misma forma en que lo estaba haciendo Alexis. Las barreras de su orgullo se desmoronaron, se cayeron a pedazos. No supo exactamente qué fue lo que provocó esto la primera vez, ni tampoco lo sabía ahora… pero estaba ocurriendo, definitivamente estaba ocurriendo. Un impulso incontrolable surgió desde lo más hondo de su ser y trepó hasta la boca. Las palabras salieron solas.
―Ay… sí… ¡qué rico! ¡Ay! Llename toda de pija… dame duro… rompeme toda.
―¿Te gusta mi pija, putita?
―Ay, sí… me encanta… cuando me la metiste por primera vez pensé: “No puede ser, qué pedazo de poronga. Me va a partir al medio. ¡Que me llene la argolla de pija!”.
Cada palabra de Xamira incentivaba a Alexis a darle más duro, él estaba al límite de su esfuerzo físico. Pasaba largas horas en el gimnasio, tenía una buena forma física, pero pocas veces se había topado con una mujer que le exigiera tanto.
―Te voy a llenar de leche, puta…
―No me acabes en la concha… damela en la cara… me la voy a tomar toda.
―¿Te gustó que te llenara la carita de leche la otra vez?
―Uf… ay… sí… pocas veces me hicieron tragar tanta leche… fue una locura… espero que todavía te queden buenas reservas, porque me gusta sentir la boca llena de leche.
―Quedate tranquila que vas a tomar más…
―Uy, sí… quiero… quiero…
“Xamira, por favor, controlate un poco”, dijo una voz en su cabeza. Pero no pudo. Su cuerpo ya no le respondía y las palabras que salían de su boca no pasaban por ningún filtro.
Alexis estuvo un buen rato dándole duro, mientras ella gemía y pedía más. Hasta que de pronto se puso de pie y comenzó a masturbarse.
Xamira entendió perfectamente lo que estaba ocurriendo. Se dio vuelta y esperó, de rodillas, a que le dieran de tomar su leche.
El semen cayó todo dentro de su boca, y ella agradeció que, a pesar de ser la segunda eyaculación, seguía siendo considerablemente abundante. Posó para la cámara con la boquita llena de semen y luego lo tragó.
Esa noche Xamira no podría conciliar el sueño. En parte porque se sentía culpable por la actitud que mostró con Alexis, y también porque tuvo que masturbarse cinco veces para poder bajar la calentura. Cada vez que apoyaba la cabeza sobre la almohada no hacía más que recordar la pija de Alexis taladrándole la concha.
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Esta vez Xamira esperó por sus compañeras dentro de la sede del club, y no en el pasillo. Hizo valer su derecho como miembro oficial y en secretaría le dieron una de las copias de la llave. A pesar de las molestias que se tomó, no tuvo que esperar mucho. Escuchó la inconfundible y aguda voz de Erika proveniente del pasillo. Parecía muy entusiasmada y estaba hablando con alguien sobre algún nuevo anime que había visto. Xamira no prestó mucha atención a los detalles.
Cuando la puerta se abrió entraron las otras tres integrantes del club, aunque eso Xamira no lo sabía. Se fijó en la chica de rasgos orientales. Era preciosa y tenía un busto que competía con el de Erika y Siara. Eso ofuscó un poco a Xamira, ella nunca fue de competir en belleza con otras mujeres, pero no le agradaba ser, con diferencia, la chica con el pecho más plano del club. Aunque en realidad no era tan plana, solo lo parecía en comparación de esas tres hembras de grandes ubres.
―Hola, Xami ―saludó Erika, con su característico entusiasmo―. Te presento a Oriana Takahashi. Ella es la cuarta integrante del club. Se inscribió ayer.
―Ah, qué bueno. Bienvenida, Oriana. Espero que te sientas a gusto. ―De pronto hizo silencio, luego de unos instantes dijo―. ¿Ella sabe qué clase de “misterio” estamos investigando?
―Sí, lo sabe muy bien ―dijo Siara―. Ayer le explicamos todo lo que sabemos sobre Dalma y los videos. También le dijimos que vos creés que la chica de los videos en realidad no es Dalma.
―Ya no sé qué pensar ―dijo Xamira―. Estoy teniendo mis dudas acerca de Dalma.
―¿Por qué? ¿Encontraste nuevas pistas? ―Preguntó Erika, con genuina curiosidad.
Xamira tendió encima de la mesa los dos sobres que había conseguido de Alexis.
―Basta con mirar las fotos para sospechar que, quizás, Dalma pudo estar involucrada en algo tan turbio como ese video.
―¿Segura? ¿Dalma con tres tipos? ―Preguntó Siara―. Al principio eso te parecía una locura.
―Y me lo sigue pareciendo. Hay que ser muy puta para dejarse coger por tres tipos… en especial si tenés novio y le juraste que vas a llegar vírgen al casamiento. Sin embargo, no puedo negar las evidencias ―señaló una foto en la que Dalma estaba de piernas abiertas recibiendo una gruesa verga en la concha―. Perdón por lo explícita de la imagen ―dijo, mirando a Oriana.
―No te preocupes. Yo hice una investigación por mi cuenta y tuve que ver imágenes tan explícitas como esa. Como que ya me estoy acostumbrando.
―¿Y adónde te llevó tu investigación?
―Oriana tiene la teoría de que hay alguien contratando a chicas que están becadas… para grabar porno ―comentó Siara.
Xamira se puso de pie de un salto.
―¿Me están cargando?
―No, no… es solo una teoría ―se apresuró a decir Oriana―. Es que conozco a una chica que estaba becada, y le ofrecieron ese trabajo… y a mí también me lo ofrecieron.
―¿Quién te lo ofreció?
―Una señora… mientras me explicaban cómo podía pagar la beca…
―¿Acaso era esta señora? ―Xamira sacó una foto de Emilia, la madre de Dalma aparecía muy sonriente, desnuda, en posición de rana, montando sobre una verga. Oriana abrió mucho los ojos.
―¡Sí! ¡Esa misma! Pero… ¿cómo lo supiste?
―Esta mujer es Emilia, la madre de Dalma. Ella se encarga de brindar una de las becas más importantes del instituto.
―¿Estas sugiriendo que ella está involucrada en el asunto del porno con estudiantes? ―Preguntó Erika.
―No lo sé… podría ser una casualidad.
―Ya serían demasiadas casualidades, Xamira ―sentenció Siara―. Llega un punto donde las “casualidades” son conexiones. Sé que apreciás mucho a Emilia, pero… ¿y si es ella la que recluta alumnas para hacer porno?
―¿Podría ser que solo reclute a las alumnas que tienen su beca? ―Preguntó Erika.
―Eso hay que averiguarlo ―dijo Oriana―. Yo sé que ella me da la beca a mí, pero no sé si es la misma que le daba la beca a la alumna que yo conozco… y vi a otra más haciendo porno, una chica rubia que todavía cursa en el instituto.
―¿No era Dalma? ―Preguntó Siara, señalando la foto de la aludida.
―No. Estoy segura de que no es ella. Un día me crucé con esa rubia, en la cantina. No sé cómo se llama… pero eso no importa. No voy a preguntarle: “Flaca, ¿hace mucho que trabajás haciendo porno?”
―No hace falta que le preguntes eso ―dijo Siara―. Vos ya sabés que ella hace porno, ya la viste. Solo necesitamos saber si tiene la misma beca que vos.
―Es cierto…
―Y por otro lado ―miró a Xamira―. Vos tendrías que hablar con Dalma y Emilia. Esas dos saben mucho más de lo que te cuentan. Estoy segura. Y ya estoy harta de mirarle la concha a la flaca del video y a Dalma. No te lo quería decir, para no herir tus sentimientos, pero yo estoy convencida de que son la misma persona. Son demasiado idénticas.
Xamira bajó la cabeza y se quedó mirando un punto aleatorio de la mesa.
―Gracias por tu sinceridad. Prefiero que sean honestas conmigo, aunque la verdad me duela. ¿Vos también pensás que es Dalma la chica del video? ―le preguntó a Erika.
―Em… pienso que hay un ochenta por ciento de chances de que sea ella. Pero ahora que veo esta foto… uf… sí que se parece. Ya me conozco de memoria la concha de la chica del video.
―Lo siento mucho ―dijo Oriana, que de pronto sintió pena por esa chica que acababa de conocer―. A mí también me impactó mucho cuando me enteré que una conocida mía estuvo haciendo porno… y yo vi suficiente material como para no tener ni la menor duda de que es ella. No me molesta que las mujeres quieran hacer porno… lo que me jode es que puede haber algo turbio detrás de todo esto. ¿Y si las becas no son más que un anzuelo para meter chicas a la industria del porno?
―No me imagino a Emilia haciendo una cosa así ―dijo Xamira―. Todavía no me cuadra por qué te ofreció ese trabajo. ¿Y si la están obligando? ¿Y si su situación económica no es tan buena como ella dice y tiene que hacerle favores a otras personas para conseguir financiación?
―Son buenas hipótesis ―dijo Siara―, solo espero que no te aferres a ellas si las pruebas indican lo contrario. Pero vale la pena investigarlas.
―Entonces ¿qué caminos seguimos ahora con la investigación? ―Preguntó Erika, sabía que a su estructurada amiga le encantaba planificar rutas de acción.
―Estamos en un punto en el que Oriana y Xamira pueden hacer mucho más que nosotras. Oriana tiene que ubicar a la chica rubia y preguntarle por la beca. ―Miró a la chica asiática―. De ser posible también tenés que hablar con tu amiga sobre la beca, sobre el porno, lo que sea.
―Voy a intentarlo. Aunque tampoco somos tan amigas.
―Tenés que intentar ganarte su confianza ―dijo Siara―. Contale que a vos también te ofrecieron ese trabajo, que entienda que estás en la misma situación que ella.
―Ah, sí, eso ya lo sabe… en parte. No llegamos a hablar de la parte porno, solo del modelaje… y sinceramente me da un poco de vergüenza hablar de eso… pero voy a hacer mi mayor esfuerzo. Quiero llegar al fondo de todo esto.
―¡Esa es la actitud! ―Dijo Erika, levantando un brazo, en gesto triunfal―. Y sigo yo, sigo yo… Xamira tiene que obligar a Dalma y a Emilia a confesar todos sus crímenes. Podés usar la tortura si lo creés necesario…
―Acá nadie va a torturar a nadie ―intervino Siara―. Te digo lo mismo que Oriana, ganate la confianza de ellas. Que piensen que vos estás de su parte.
Xamira asintió y las dudas la invadieron. ¿De parte de quién estaba exactamente?
―¿Y qué vamos a hacer nosotras? ―Preguntó Erika―. Somos las fundadoras del club. No podemos quedarnos de brazos cruzados… y ya basta de mirar esos videos porno, ya me tienen harta… hasta sueño con ellos. No es mentira. Anoche soñé con que tres tipos me hacían lo mismo que a Dalma y les juro que me levanté con dolor de culo.
―Nena, demasiada información ―dijo Siara, mientras las otras dos se reían―. A nadie le importa saber sobre tu culo. ―Erika infló los cachetes y cruzó los brazos en señal silenciosa de protesta―. Nosotras podemos averiguar cuántas becas hay en el instituto y quiénes las financian.
―Ay, no ―se quejó Erika―. ¿Por qué nos toca la parte más aburrida?
―Alguien lo tiene que hacer, y bien dijiste que no podemos quedarnos de brazos cruzados. Además después tenemos que averiguar si hay otras alumnas que se hayan metido en el porno.
―Eso es más interesante ―admitió Erika―. ¿Pero cómo mierda lo vamos a averiguar? No pienso mirar siete mil horas de porno para ver si, de casualidad, me encuentro con alguna chica del instituto.
―Creo que hay una forma más sencilla ―dijo Oriana―. Cuando empecé a modelar me hablaron de una página a la que, supuestamente, solo puede acceder “cierta gente”. No entendí muy bien cómo funciona ese asunto, pero si hay chicas del instituto haciendo porno, estoy segura de que ese material va a estar en esa misma web.
―Bueno ―dijo Sira―. Eso nos facilitaría mucho el trabajo. Sospecho que será una página de pago. El dinero no es problema. Pero tenemos que averiguar cómo se llama esa web. Ese va a ser trabajo tuyo, Oriana… sé que es mucho pedir… ¿podrías volver al estudio que encontramos? No digo que hagas nada que no quieras, solo… buscá información.
―No sé… me da miedo. Estoy segura de que si vuelvo a ese lugar, me van a pedir que haga cosas muy… indiscretas.
―Yo te acompaño ―dijo Xamira―. No quiero que todo el peso caiga sobre vos. Además, de forma indirecta, a mí también me ofrecieron trabajar ahí.
―¿Ah sí? ¿Y eso cuándo pasó? ―Quiso saber Erika. Luego se fijó en que había dos sobres con fotos, y no uno. Abrió tanto los ojos que casi pareció un personaje salido de un anime―. ¡Nena! ¿Qué tuviste que hacer para conseguir el segundo sobre?
―No quiero hablar de eso. ―Se apresuró a guardar las fotos que había sacado―. Bueno, ya tenemos todo decidido y planificado. Ahora depende de que cada una haga bien su trabajo. Apenas tengamos el nombre de la web, se los damos, así ustedes no se atascan con la investigación. Si Oriana me quiere acompañar al estudio, bien… sino voy sola.
―Admiro tu compromiso con la investigación ―dijo Siara―. Me da mucha pena que tengas que irte cuando terminemos con este caso. De verdad nos encantaría tenerte como miembro de nuestro club.
Estas palabras sacaron una sonrisa en Xamira.
―Me lo voy a pensar ―dijo―. Un gusto conocerte, Oriana. Pedile mi número de teléfono a las chicas, después hablamos y nos organizamos bien.
―Dale.
Las chicas abandonaron la sede del club.
Xamira fue a llorar al baño.
Todo era una mierda.
¿De verdad su amiga era tan puta como para dejarse coger por tres tipos?
¿De verdad Emilia estaba involucrada?
Se sentía una estúpida por haber confiado en ellas.
“Voy a averiguar si están metidas en esto, cueste lo que cueste”, prometió.
Viene del post anterior: Intriga Lasciva - El Instituto [09] - Parte 1
Apoyó la cabeza en el piso y se dejó dar. Y le dieron… le dieron con todo. Solo una vez su concha había recibido tanto castigo. Su cuerpo la traicionó igual que aquella vez. No supo explicar por qué, pero llegó a tener un potente orgasmo que le hizo arquear la espalda. Imposible de disimular. Alexis lo notó y se rió de ella.
“Soy una pelotuda ―se dijo―, nunca tendría que haber accedido a una cosa así”.
Sin embargo, esta vez consideró que tuvo suerte con algo. Al menos no le acabaron en la cara.
Toda la leche fue a parar dentro de su concha. Ella pudo sentir los cargados chorros de jugo blanco.
Alexis le pidió que se quedara muy quieta. Sacó la verga y Xamira supuso que filmaría el momento en que el semen salía de su concha. Pero no hizo exactamente eso. Ella escuchó el típico sonido de la cámara de fotos en acción. Él prefirió fotografiar esa escena, quizás cuadro por cuadro.
―Después te mando las fotitos ―le dijo―. Para que veas cómo te quedó la argolla llena de leche. Ahora agarrame la pija y dale un besito, para la cámara. Sonriendo…
Ella se giró mientras él se ponía de pie. No discutió. Agarró la verga y se la llevó a la boca. Casi al instante pudo sentir más chorros de leche saltando.
“Al parecer no tuve tanta suerte como pensaba”, se dijo.
Abrió la boca, manteniendo una simpática sonrisa, y mostró cómo se la habían dejado bien llena de lechita. ¿Por qué hizo eso? Xamira no sabría cómo responder a esa pregunta, simplemente le pareció que debía seguir con su papel de “putita obediente” hasta que tuviera el sobre de fotos en las manos.
―Dijiste que te la ibas a tragar…
Xamira tragó el semen y volvió a abrir la boca, para mostrar que ya no quedaban rastros. “Soy una puta tragaleche”, se recriminó. “¿Cómo pude hacer una cosa así?”
De todas maneras, martirizarse no serviría de nada. Se puso de pie, lista para vestirse.
―Esperá, antes quiero sacarte algunas fotos de la concha. Date vuelta y abrí las nalgas.
Ella lo hizo. Notó que su cuerpo se movía solo, como si estuviera siendo controlado por otra persona. Se giró, levantó la cola y abrió sus nalgas con ambas manos.
―¿Así está bien? ―Preguntó Xamira, como si estuviera preocupada de que la foto de su concha no saliera bien―. ¿O querés que me agache más?
―Agachate un poquito más.
Ella se inclinó más hacia adelante. Sus rodillas quedaron juntas, pero sus pies estaban bien separados.
―¡Qué lindo orto tenés! ―Le dijo Alexis―. Se nota que hacés mucho ejercicio.
―Sí, hago mucho ejercicio ―eso sí lo sintió como un genuino halago, le gustó. Ella se esforzaba mucho en el gimnasio. De pronto sintió algo húmedo que bajaba por la cara interna de sus muslos― ¡Ay! ¿Todavía me está chorreando leche?
―Sí, flaquita, te dejé la cajeta bien llena de leche.
―Uy… voy a tener que esperar a que salga toda, antes de ponerme la calza, sino se me va a mojar.
―Mojar se te va a mojar igual… tu concha está goteando como una canilla rota, y no todo es semen, chiquita.
―Eso no es mi culpa. Yo no tengo la culpa de que se me moje tanto cuando me la meten.
―Se te moja porque te gusta la pija ―insistió Alexis, con una sonrisa socarrona.
Xamira podría haberle explicado que eso no era cierto, que se trataba de una reacción natural de su cuerpo… pero una vez más descartó la confrontación. ¿Qué importaba lo que ese tipo pensara? Al fin y al cabo después de este día, con suerte, ya no lo vería más.
―Si querés aprovechá a sacar fotos de esto ―dijo Xamira, solo para demostrarle que no se sentía doblegada. Que aún le quedaba fuerza en su interior.
Apoyó su torso en el mostrador, como lo había hecho antes, levantó la cola y empezó a meterse dos dedos en la concha. Éstos salieron cubiertos de una mezcla de semen y jugos vaginales. Ella se los llevó a la boca y los lamió hasta dejarlos limpios.
―¡Epa! ¿Te quedaste con ganas de seguir tomando leche?
―De alguna forma los tengo que limpiar, sino vuelvo a meter el semen… y no termino más. Me imagino que vos no tendrás algún pañuelo descartable o servilleta.
―No, nada de servilletas. Esto no es un bar, nena. Seguí haciendo eso con los deditos, que es más lindo.
Xamira volvió a meter los dedos en su concha, tan adentro como pudo, los movió, como si quisiera juntar la mayor cantidad de flujos posibles, y luego se los llevó a la boca otra vez. No le molestó que Alexis se encargara de grabar lo que ella estaba haciendo, hasta miró a la cámara con sensualidad mientras lamía sus dedos. Por suerte el sabor del semen no estaba mal y la mezcla con sus propios jugos vaginales la puso un poco cachonda.
Levantó una pierna, dejando la rodilla sobre el mostrador, y volvió a mandarse dedo en la concha. Alexis capturó esto en imágenes.
Después de limpiar sus dedos una vez más, Xamira dijo:
―¡Cuánta leche me metiste! Así no voy a terminar más…
―Si querés te ayudo…
―Bueno ―dijo con ingenuidad. Alexis se paró detrás de ella y le clavó la pija en la concha― ¡Hey! ¿Otra vez?
―Con la verga es más rápido que con los deditos… la verga es más grande ―dijo él, mientras se movía―. Eso sí, vos te vas a encargar de limpiarla con la lengua, que para eso sos muy buena.
―Yo te la limpio, pero metela más adentro, que siento como si me hubieras metido leche hasta el útero.
―Con todo gusto…
Alexis se la clavó hasta los huevos, allí se movió, dándole cortas embestidas, pero muy rápidas una detrás de otra. Esto provocó que Xamira gimiera otra vez.
―¿Te gustó, nena?
―Mm… admito que conocés algunos truquitos de actor porno. Pero no te la creas tanto.
―Vos también conocés algunas cositas de actriz porno, y se te nota cuando chupás pija. Dale, acá la tenés.
Él se apartó y Xamira se puso de rodillas sin chistar. Agarró esa verga que estaba cubierta de flujos y restos de semen y comenzó a lamerla lentamente, permitiendo que su lengua recorriera cada centímetro de ese falo. Luego se la tragó y ella misma se encargó de empujarla hasta el fondo de su garganta. Abrió mucho los ojos y miró fijamente a la cámara mientras Alexis la fotografiaba. Cuando consideró que la pija había quedado bien limpia, se puso de pie otra vez y volvió a apoyarse sobre el mostrador.
Se quedó con la colita levantada esperando a que Alexis la volviera a clavar. Sintió el glande entrando y ella misma retrocedió para que la penetración fuera más profunda.
―¡Uf, las pajas que me voy a hacer con estas fotos! ―Exclamó Alexis.
―¿Ahí se ve bien? ―Preguntó Xamira, abriendo sus nalgas―. Si querés puedo levantar la pierna como antes.
―Si vamos a hacer una foto bien porno, te quiero ver montada a la pija, y bien abierta.
Xamira no comentó nada, cuando Alexis sacó la verga y se acostó boca arriba en el piso, ella entendió lo que tenía que hacer. Primero se acercó a darle unos buenos chupones a la verga, para limpiar todo rastro de semen de ella, aunque ya prácticamente no había nada. Eran puros flujos vaginales, y el sabor familiar que sintió en su boca se lo hizo saber. Aún así se puso en cuclillas, como una rana, con la pija adelante.
―Pajeate ―le dijo Alexis.
Ella lo hizo. Se abrió la concha con los dedos y empezó a masturbarse a buen ritmo. Permitió que Alexis la fotografiara varias veces. Luego agarró la verga y se sentó encima. El glande se le metió bien adentro.
Xamira posó las manos sobre sus rodillas, que estaban muy separadas la una de la otra, y mostró a la cámara cómo se veía su concha abierta mientras era penetrada por la gruesa pija de Alexis.
Se sintió muy acalorada, por lo que se sacó el top, exponiendo sus tetas de pezones erectos. Pequeñas gotitas de sudor le cubrían el cuerpo. A ella le gusta sentir el sudor recorriendo su anatomía, le recuerda a las sesiones intensas en el gimnasio.
Cerró los ojos, echó la cabeza hacia atrás, y comenzó a dar saltos sobre la verga. Su buen estado físico le permitía moverse rápido sin que supusiera un gran esfuerzo. Era como hacer flexiones de piernas… solo que al bajar se le enterraba una pija hasta el fondo de la concha. Agarró buen ritmo y dio rienda suelta a sus gemidos, ya no podía contenerlos. Su cuerpo le pedía que los dejara salir, de lo contrario se volvería loca. Si es que ya no lo estaba… Xamira ni siquiera quería pensar por qué se estaba comportando de esa manera.
De pronto Alexis dio dos embestidas muy duras, ahí sí que Xamira sintió la verga hasta el fondo de su ser.
―¡Ay, sarpado!
―Te gusta que te den duro, putita ―no era una pregunta, sino una afirmación.
―Bueno… no es la primera vez que me la meten así ―confesó, y se sintió una estúpida por no poder controlar su lengua.
―¿Ah sí? ¿Y te la bancás?
Una vez más, dos embestidas bien duras, hasta el fondo de la argolla.
―¡Claro que me la banco! ―dijo ella, llena de orgullo femenino.
Y una vez más lamentó sus palabras. Esa era una invitación para que Alexis le siguiera dando duro. Y así lo hizo.
Como había hecho alardes de que podría soportarlo, Xamira no emitió ni una sola queja ni dejó de saltar mientras Alexis le daba duras embestidas contra la concha. Eso sí, sus gemidos se volvieron más potentes. Ella rogó que no se pudieran escuchar desde la calle.
Después de unos segundos, y varias embestidas muy duras, Alexis comenzó a disminuir el ritmo.
―¿Qué pasa? ¿Te estás cansando? ―Lo desafió Xamira.
―Ah, ¿querés guerra, putita? Mirá que te puedo dar muy duro, y no te la vas a bancar…
―Ya me tuviste en cuatro, cuando me agarraste de los pelos. Ahí sí que me diste bien duro, con cada pijazo creía que me iban a saltar los ojos, o que me iba a salir la pija por la boca… pero me la banqué.
―Por cortesía no te partí al medio, flaquita. Si te agarro de nuevo así, te parto.
―¿Ah si? A ver… ―Xamira se puso de rodillas en el piso, apoyó la cara en el piso y levantó la cola―. Dale, agarrame de los pelos y partime al medio…
Alexis se puso como un macho cabrío con la actitud desafiante de Xamira. El pecho le palpitaba a toda velocidad, podía sentir el torrente de sangre fluyendo por las venas de su verga.
Dejó la cámara en el piso. Se aferró con fuerza a esos pelos que ya estaban desprolijos, y le clavó la pija en la concha sin piedad. Xamira soltó un “¡Ay!” involuntario.
―¿Qué pasa, flaquita? ¿Te dolió?
―Sí…
―¿No era que te la ibas a bancar?
―Que me la banque no significa que no me duela. Justamente, significa que puedo aguantar el dolor.
―Vamos a ver si aguantás esto…
Alexis empezó a darle con un ritmo suave pero constante, como si estuviera calibrando su arma.
―Pff… con eso no me hacés nada ―dijo Xamira―. Después de los pijazos que me comí, la concha ya me quedó re abierta.
―Abierta y mojada, mamita. Estoy esperando a que se te lubrique bien. Me gusta ver cómo te chorrea la concha…
―Uf, si es por lubricar, dame que te embadurno la chota con saliva ―Xamira no podía creer que esas palabras estuvieran saliendo de su boca, y aún así no lo podía evitar.
―Uh… ¿te la querés comer toda otra vez?
―Sí, me la voy a comer toda, dale ―dijo, solo para que él se apure.
Alexis se colocó delante de ella, de rodillas, la sujetó por el pelo y Xamira aguardó con la boca bien abierta. La verga se perdió en esa cavidad. Una vez más los ojos de Xamira comenzaron a lagrimear y sentía el glande en el fondo de la garganta. Por su boca chorreaba mucha saliva, esta vez ella la dejó salir a propósito.
―Aguantá un cachito, que te quiero sacar una foto con la carita así ―dijo Alexis.
Xamira asintió con la cabeza como pudo. Aguardó pacientemente mientras Alexis se estiraba para agarrar la cámara de fotos. Él se tomó su tiempo para buscar el mejor enfoque. Ella miró a la cámara intentando tener la verga lo más adentro posible. Tuvo un par de arcadas, y tosió un poco de saliva, pero aún así no sacó la pija de su boca.
Cuando Alexis quedó conforme con las fotos, retrocedió.
―Ahora… ―dijo Xamira, y tosió otra vez, su cara estaba hecha un desastre, una mezcla de sudor, saliva, lágrimas y líquido preseminal―. ¿Ahora también me vas a dar pijazos en la cara?
―Solo si me los pedís…
―Ah, callate… si te morís de ganas de cachetearme la cara a pijazos.
―Me parece que la que se muere de ganas es otra…
―Está bien, si no querés, no lo hagas. Solo lo decía para demostrarte que no le tengo miedo a los pijazos en la cara. ―Ella le dio un fuerte chupón, cargado de saliva, al glande―. No es la primera vez que me cachetean la cara a pijazos.
Y eso era cierto, aunque la vez que aquel tipo se lo hizo, ella no se lo esperaba ni lo quería. Aún así, aguantó.
Xamira tragó la verga, la mamó durante unos segundos y cuando la sacó de su boca, esperó su castigo de rodillas, con los ojos cerrados.
Alexis no pudo aguantar la tentación. Se puso de pie, agarró fuerte su verga, y empezó a golpear con ella la cara de Xamira. La flaca mantuvo la boca abierta y la lengua afuera. Cuando la verga entró en su boca, no se quejó… tampoco se quejó de que esta vez los pijazos fueran más duros que la vez anterior.
Lo único que dijo fue:
―Ay, me vas a dejar el choto todo marcado en la cara.
Y es cierto que hubo marcas rojizas, pero eran tenues y se confundían unas con otras, nadie hubiera podido distinguir la forma de una verga en ellas.
Ella volvió a tragar el falo y lo chupó mientras se masturbaba.
―Andás re caliente pendeja, no dejás de mandarte dedos.
―Vos querías que la concha me quede bien mojada… bueno, así es como se me moja más rápido. ―Le mostró como sus dedos habían quedado cubiertos de flujos―. Pero si querés que me moje más, cogeme la boca.
―¿Por qué? ¿Eso te calienta?
―No sé, simplemente pasa… si me cogen la boca, se me moja toda la concha. Es una reacción automática. Especialmente si me agarran de los pelos. No sé por qué.
―Uf, me ponés a mil…
―Asi que ya sabés, si me querés bien mojada, agarrame de los pelos y cogeme la boca.
Alexis lo hizo, sí que lo hizo. Ni siquiera esperó a que Xamira acotara algo más. La sujetó con fuerza de los pelos, le enterró la verga en la boca, y empezó a moverse como si se la estuviera cogiendo por ese agujero. Ella emitió sonidos guturales, cargados de saliva, y alguna que otra arcada, pero en ningún momento hizo el ademán de apartarse, aunque sus ojos estuvieran más llorosos que nunca.
Aguantó cada embestida de Alexis sin dejar de pajearse. Sus dedos se metían dentro de su concha y salían cubiertos de jugos.
―Te voy a grabar ―anunció Alexis―. Vos mostrá a la cámara cómo estás de mojada.
Ella asintió con la cabeza como pudo, el gesto fue suficiente para hacerse entender. Alexis comenzó a filmar el acto y ella en ningún momento se sintió inhibida por la cámara. Mostró sus dedos cubiertos de flujos y luego se los llevó a la concha otra vez. Repitió esta acción unas cuatro veces, mientras Alexis le enterraba la pija hasta la garganta.
Cuando él se apartó, Xamira dijo:
―Dale, ¿no me ibas a partir al medio? Mirá… esta concha pide que la llenen de pija ―dijo, abriendo sus labios.
Se arrepintió de sus palabras, pero no se retractó. No era exactamente lo que quiso decir. Su intención fue remarcar que no tenía miedo a la verga de Alexis y solo consiguió quedar como una puta en celo, sedienta de pija.
Apenas unos pocos segundos más tarde Alexis ya estaba detrás de Xamira, agarrándola de los pelos, y enterrándole toda la verga.
―¿Así te gusta? ―Le dijo.
―Uy, sí ―dijo ella, con tono sarcástico―. Dale, a ver si podés… rompeme la argolla a chotazos. ―Alexis le dio tres embestidas bien potentes―. ¡Ay…! Ahora sí que la siento…
Xamira se sintió invadida por esa misma extraña energía que la afectó la vez que aquel tipo se la cogió de la misma forma en que lo estaba haciendo Alexis. Las barreras de su orgullo se desmoronaron, se cayeron a pedazos. No supo exactamente qué fue lo que provocó esto la primera vez, ni tampoco lo sabía ahora… pero estaba ocurriendo, definitivamente estaba ocurriendo. Un impulso incontrolable surgió desde lo más hondo de su ser y trepó hasta la boca. Las palabras salieron solas.
―Ay… sí… ¡qué rico! ¡Ay! Llename toda de pija… dame duro… rompeme toda.
―¿Te gusta mi pija, putita?
―Ay, sí… me encanta… cuando me la metiste por primera vez pensé: “No puede ser, qué pedazo de poronga. Me va a partir al medio. ¡Que me llene la argolla de pija!”.
Cada palabra de Xamira incentivaba a Alexis a darle más duro, él estaba al límite de su esfuerzo físico. Pasaba largas horas en el gimnasio, tenía una buena forma física, pero pocas veces se había topado con una mujer que le exigiera tanto.
―Te voy a llenar de leche, puta…
―No me acabes en la concha… damela en la cara… me la voy a tomar toda.
―¿Te gustó que te llenara la carita de leche la otra vez?
―Uf… ay… sí… pocas veces me hicieron tragar tanta leche… fue una locura… espero que todavía te queden buenas reservas, porque me gusta sentir la boca llena de leche.
―Quedate tranquila que vas a tomar más…
―Uy, sí… quiero… quiero…
“Xamira, por favor, controlate un poco”, dijo una voz en su cabeza. Pero no pudo. Su cuerpo ya no le respondía y las palabras que salían de su boca no pasaban por ningún filtro.
Alexis estuvo un buen rato dándole duro, mientras ella gemía y pedía más. Hasta que de pronto se puso de pie y comenzó a masturbarse.
Xamira entendió perfectamente lo que estaba ocurriendo. Se dio vuelta y esperó, de rodillas, a que le dieran de tomar su leche.
El semen cayó todo dentro de su boca, y ella agradeció que, a pesar de ser la segunda eyaculación, seguía siendo considerablemente abundante. Posó para la cámara con la boquita llena de semen y luego lo tragó.
Esa noche Xamira no podría conciliar el sueño. En parte porque se sentía culpable por la actitud que mostró con Alexis, y también porque tuvo que masturbarse cinco veces para poder bajar la calentura. Cada vez que apoyaba la cabeza sobre la almohada no hacía más que recordar la pija de Alexis taladrándole la concha.
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Esta vez Xamira esperó por sus compañeras dentro de la sede del club, y no en el pasillo. Hizo valer su derecho como miembro oficial y en secretaría le dieron una de las copias de la llave. A pesar de las molestias que se tomó, no tuvo que esperar mucho. Escuchó la inconfundible y aguda voz de Erika proveniente del pasillo. Parecía muy entusiasmada y estaba hablando con alguien sobre algún nuevo anime que había visto. Xamira no prestó mucha atención a los detalles.
Cuando la puerta se abrió entraron las otras tres integrantes del club, aunque eso Xamira no lo sabía. Se fijó en la chica de rasgos orientales. Era preciosa y tenía un busto que competía con el de Erika y Siara. Eso ofuscó un poco a Xamira, ella nunca fue de competir en belleza con otras mujeres, pero no le agradaba ser, con diferencia, la chica con el pecho más plano del club. Aunque en realidad no era tan plana, solo lo parecía en comparación de esas tres hembras de grandes ubres.
―Hola, Xami ―saludó Erika, con su característico entusiasmo―. Te presento a Oriana Takahashi. Ella es la cuarta integrante del club. Se inscribió ayer.
―Ah, qué bueno. Bienvenida, Oriana. Espero que te sientas a gusto. ―De pronto hizo silencio, luego de unos instantes dijo―. ¿Ella sabe qué clase de “misterio” estamos investigando?
―Sí, lo sabe muy bien ―dijo Siara―. Ayer le explicamos todo lo que sabemos sobre Dalma y los videos. También le dijimos que vos creés que la chica de los videos en realidad no es Dalma.
―Ya no sé qué pensar ―dijo Xamira―. Estoy teniendo mis dudas acerca de Dalma.
―¿Por qué? ¿Encontraste nuevas pistas? ―Preguntó Erika, con genuina curiosidad.
Xamira tendió encima de la mesa los dos sobres que había conseguido de Alexis.
―Basta con mirar las fotos para sospechar que, quizás, Dalma pudo estar involucrada en algo tan turbio como ese video.
―¿Segura? ¿Dalma con tres tipos? ―Preguntó Siara―. Al principio eso te parecía una locura.
―Y me lo sigue pareciendo. Hay que ser muy puta para dejarse coger por tres tipos… en especial si tenés novio y le juraste que vas a llegar vírgen al casamiento. Sin embargo, no puedo negar las evidencias ―señaló una foto en la que Dalma estaba de piernas abiertas recibiendo una gruesa verga en la concha―. Perdón por lo explícita de la imagen ―dijo, mirando a Oriana.
―No te preocupes. Yo hice una investigación por mi cuenta y tuve que ver imágenes tan explícitas como esa. Como que ya me estoy acostumbrando.
―¿Y adónde te llevó tu investigación?
―Oriana tiene la teoría de que hay alguien contratando a chicas que están becadas… para grabar porno ―comentó Siara.
Xamira se puso de pie de un salto.
―¿Me están cargando?
―No, no… es solo una teoría ―se apresuró a decir Oriana―. Es que conozco a una chica que estaba becada, y le ofrecieron ese trabajo… y a mí también me lo ofrecieron.
―¿Quién te lo ofreció?
―Una señora… mientras me explicaban cómo podía pagar la beca…
―¿Acaso era esta señora? ―Xamira sacó una foto de Emilia, la madre de Dalma aparecía muy sonriente, desnuda, en posición de rana, montando sobre una verga. Oriana abrió mucho los ojos.
―¡Sí! ¡Esa misma! Pero… ¿cómo lo supiste?
―Esta mujer es Emilia, la madre de Dalma. Ella se encarga de brindar una de las becas más importantes del instituto.
―¿Estas sugiriendo que ella está involucrada en el asunto del porno con estudiantes? ―Preguntó Erika.
―No lo sé… podría ser una casualidad.
―Ya serían demasiadas casualidades, Xamira ―sentenció Siara―. Llega un punto donde las “casualidades” son conexiones. Sé que apreciás mucho a Emilia, pero… ¿y si es ella la que recluta alumnas para hacer porno?
―¿Podría ser que solo reclute a las alumnas que tienen su beca? ―Preguntó Erika.
―Eso hay que averiguarlo ―dijo Oriana―. Yo sé que ella me da la beca a mí, pero no sé si es la misma que le daba la beca a la alumna que yo conozco… y vi a otra más haciendo porno, una chica rubia que todavía cursa en el instituto.
―¿No era Dalma? ―Preguntó Siara, señalando la foto de la aludida.
―No. Estoy segura de que no es ella. Un día me crucé con esa rubia, en la cantina. No sé cómo se llama… pero eso no importa. No voy a preguntarle: “Flaca, ¿hace mucho que trabajás haciendo porno?”
―No hace falta que le preguntes eso ―dijo Siara―. Vos ya sabés que ella hace porno, ya la viste. Solo necesitamos saber si tiene la misma beca que vos.
―Es cierto…
―Y por otro lado ―miró a Xamira―. Vos tendrías que hablar con Dalma y Emilia. Esas dos saben mucho más de lo que te cuentan. Estoy segura. Y ya estoy harta de mirarle la concha a la flaca del video y a Dalma. No te lo quería decir, para no herir tus sentimientos, pero yo estoy convencida de que son la misma persona. Son demasiado idénticas.
Xamira bajó la cabeza y se quedó mirando un punto aleatorio de la mesa.
―Gracias por tu sinceridad. Prefiero que sean honestas conmigo, aunque la verdad me duela. ¿Vos también pensás que es Dalma la chica del video? ―le preguntó a Erika.
―Em… pienso que hay un ochenta por ciento de chances de que sea ella. Pero ahora que veo esta foto… uf… sí que se parece. Ya me conozco de memoria la concha de la chica del video.
―Lo siento mucho ―dijo Oriana, que de pronto sintió pena por esa chica que acababa de conocer―. A mí también me impactó mucho cuando me enteré que una conocida mía estuvo haciendo porno… y yo vi suficiente material como para no tener ni la menor duda de que es ella. No me molesta que las mujeres quieran hacer porno… lo que me jode es que puede haber algo turbio detrás de todo esto. ¿Y si las becas no son más que un anzuelo para meter chicas a la industria del porno?
―No me imagino a Emilia haciendo una cosa así ―dijo Xamira―. Todavía no me cuadra por qué te ofreció ese trabajo. ¿Y si la están obligando? ¿Y si su situación económica no es tan buena como ella dice y tiene que hacerle favores a otras personas para conseguir financiación?
―Son buenas hipótesis ―dijo Siara―, solo espero que no te aferres a ellas si las pruebas indican lo contrario. Pero vale la pena investigarlas.
―Entonces ¿qué caminos seguimos ahora con la investigación? ―Preguntó Erika, sabía que a su estructurada amiga le encantaba planificar rutas de acción.
―Estamos en un punto en el que Oriana y Xamira pueden hacer mucho más que nosotras. Oriana tiene que ubicar a la chica rubia y preguntarle por la beca. ―Miró a la chica asiática―. De ser posible también tenés que hablar con tu amiga sobre la beca, sobre el porno, lo que sea.
―Voy a intentarlo. Aunque tampoco somos tan amigas.
―Tenés que intentar ganarte su confianza ―dijo Siara―. Contale que a vos también te ofrecieron ese trabajo, que entienda que estás en la misma situación que ella.
―Ah, sí, eso ya lo sabe… en parte. No llegamos a hablar de la parte porno, solo del modelaje… y sinceramente me da un poco de vergüenza hablar de eso… pero voy a hacer mi mayor esfuerzo. Quiero llegar al fondo de todo esto.
―¡Esa es la actitud! ―Dijo Erika, levantando un brazo, en gesto triunfal―. Y sigo yo, sigo yo… Xamira tiene que obligar a Dalma y a Emilia a confesar todos sus crímenes. Podés usar la tortura si lo creés necesario…
―Acá nadie va a torturar a nadie ―intervino Siara―. Te digo lo mismo que Oriana, ganate la confianza de ellas. Que piensen que vos estás de su parte.
Xamira asintió y las dudas la invadieron. ¿De parte de quién estaba exactamente?
―¿Y qué vamos a hacer nosotras? ―Preguntó Erika―. Somos las fundadoras del club. No podemos quedarnos de brazos cruzados… y ya basta de mirar esos videos porno, ya me tienen harta… hasta sueño con ellos. No es mentira. Anoche soñé con que tres tipos me hacían lo mismo que a Dalma y les juro que me levanté con dolor de culo.
―Nena, demasiada información ―dijo Siara, mientras las otras dos se reían―. A nadie le importa saber sobre tu culo. ―Erika infló los cachetes y cruzó los brazos en señal silenciosa de protesta―. Nosotras podemos averiguar cuántas becas hay en el instituto y quiénes las financian.
―Ay, no ―se quejó Erika―. ¿Por qué nos toca la parte más aburrida?
―Alguien lo tiene que hacer, y bien dijiste que no podemos quedarnos de brazos cruzados. Además después tenemos que averiguar si hay otras alumnas que se hayan metido en el porno.
―Eso es más interesante ―admitió Erika―. ¿Pero cómo mierda lo vamos a averiguar? No pienso mirar siete mil horas de porno para ver si, de casualidad, me encuentro con alguna chica del instituto.
―Creo que hay una forma más sencilla ―dijo Oriana―. Cuando empecé a modelar me hablaron de una página a la que, supuestamente, solo puede acceder “cierta gente”. No entendí muy bien cómo funciona ese asunto, pero si hay chicas del instituto haciendo porno, estoy segura de que ese material va a estar en esa misma web.
―Bueno ―dijo Sira―. Eso nos facilitaría mucho el trabajo. Sospecho que será una página de pago. El dinero no es problema. Pero tenemos que averiguar cómo se llama esa web. Ese va a ser trabajo tuyo, Oriana… sé que es mucho pedir… ¿podrías volver al estudio que encontramos? No digo que hagas nada que no quieras, solo… buscá información.
―No sé… me da miedo. Estoy segura de que si vuelvo a ese lugar, me van a pedir que haga cosas muy… indiscretas.
―Yo te acompaño ―dijo Xamira―. No quiero que todo el peso caiga sobre vos. Además, de forma indirecta, a mí también me ofrecieron trabajar ahí.
―¿Ah sí? ¿Y eso cuándo pasó? ―Quiso saber Erika. Luego se fijó en que había dos sobres con fotos, y no uno. Abrió tanto los ojos que casi pareció un personaje salido de un anime―. ¡Nena! ¿Qué tuviste que hacer para conseguir el segundo sobre?
―No quiero hablar de eso. ―Se apresuró a guardar las fotos que había sacado―. Bueno, ya tenemos todo decidido y planificado. Ahora depende de que cada una haga bien su trabajo. Apenas tengamos el nombre de la web, se los damos, así ustedes no se atascan con la investigación. Si Oriana me quiere acompañar al estudio, bien… sino voy sola.
―Admiro tu compromiso con la investigación ―dijo Siara―. Me da mucha pena que tengas que irte cuando terminemos con este caso. De verdad nos encantaría tenerte como miembro de nuestro club.
Estas palabras sacaron una sonrisa en Xamira.
―Me lo voy a pensar ―dijo―. Un gusto conocerte, Oriana. Pedile mi número de teléfono a las chicas, después hablamos y nos organizamos bien.
―Dale.
Las chicas abandonaron la sede del club.
Xamira fue a llorar al baño.
Todo era una mierda.
¿De verdad su amiga era tan puta como para dejarse coger por tres tipos?
¿De verdad Emilia estaba involucrada?
Se sentía una estúpida por haber confiado en ellas.
“Voy a averiguar si están metidas en esto, cueste lo que cueste”, prometió.
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