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Intriga Lasciva - El Instituto [05]

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Intriga Lasciva - El Instituto [05]


Capítulo 05.

La Debilidad de Xamira.

La bolsa de boxeo se estremeció con el jab de derecha y se sacudió estrepitosamente con el cross de izquierda. Xamira la remató con una patada alta que, de haberse tratado de una persona, le hubiera dado en toda la cara. En ese momento la puerta del gimnasio casero se abrió. 
―Hija ¿qué estás haciendo despierta a esta hora? ―Preguntó Juliana. 
Xamira estaba cubierta de sudor y respiraba agitadamente. Tenía puesto un top y una calza deportivas de color negro. Por su parte Juliana estaba algo despeinada, cosa que no era habitual en ella, y llevaba una bata azul. Al verla Xamira bajó la cabeza instintivamente, al parecer su madre no se había dado cuenta que uno de sus grandes y redondos pechos estaba a punto de saltar fuera de la bata. 
―Perdón. ¿Te desperté?
―No, justo me levanté a tomar agua… y escuché ruidos en el gimnasio.
―Siempre dijiste que lo más cómodo de tener un gimnasio en casa es poder ejercitarse a la hora que te dé la gana.
―Sí, sí… no me estoy quejando, es solo que… por lo general vos te acostás temprano. Te gusta madrugar. ¿Pasa algo?
¿Qué iba a decirle? Había demasiadas cosas atormentando la mente de Xamira. No sabía si confiar en Dalma, su mejor amiga; y para colmo ahora tampoco sabía cuánto podía confiar en Emilia. Si quería averiguar más sobre este asunto, se vería obligada a chuparle la verga a un tipo que no conocía… y para colmo había vuelto a encontrar visitas a páginas porno en el historial de la computadora… justo después de que su padre se fuera a dormir la siesta.
¿Acaso debía contarle a Juliana? “Mamá, encontré algo en el historial de la compu… un video de lo más peculiar. Era de una chica que hacía mucho fitness, igual que vos, y había tres tipos con ella. A que no te imaginás lo que le estaban haciendo. Le rompieron la calza, la pusieron en cuatro y ahí nomás, uno por uno, se turnaron para romperle el orto. ¡Sí, mamá, le dieron por el culo! Tres tipos, como en el video con el que incriminan a Dalma… ¡por el orto!”. 
Eso también la tenía muy mal. En el último video que se filtró, el que se anuncia como la séptima parte de siete en total, pudo ver cómo a esa chica, tan parecida a Dalma, le daban por el culo. Primero una vez, luego dos… con doble penetración incluída… y por último, entraba el tercero, mientras los otros dos de le daban de tomar su leche a la chica que gemía como una puta en celo.
Xamira no podía asimilar que esa chica fuera Dalma, simplemente no podía. 
Necesitaba saber la verdad, aunque para eso tuviera que ponerse de rodillas y…
―¿Estás bien, Xamira? ―Volvió a preguntar Juliana―. Te noto distraída… y pálida. Con lo morocha que sos, si estás pálida se te nota enseguida. ¿No estarás enferma?
―No, mamá. Estoy bien, solo no puedo dormir. No quería perder tiempo dando vueltas en la cama, preferí hacer algo de ejercicio, a ver si con eso me daba sueño.
―Mmm… bueno, no te puedo negar que hacer un poco de ejercicio me ayudó a dormir más de una vez, pero… ¿es necesario pegarle esas patadas a la bolsa?
―¿Hace mucho ruido?
―No, no… no es por eso. Es que… me da la sensación de que estás molesta por algo. Sé que no me vas a contar, cuando yo tenía tu edad no le contaba a mi mamá sobre mis problemas. Ella tampoco quería escucharlos. Solo quiero que sepas que yo sí estoy dispuesta a escucharte. Conmigo podés hablar de lo que quieras.
―Gracias, mamá. Es bueno saberlo. Ahora me voy a dar una ducha y voy a intentar dormir un poco.
―Está bien, que descanses.
Después de darse un baño Xamira se acostó en su cama y una vez más se quedó mirando el techo sin poder conciliar el sueño. Harta de esta situación, decidió hacer algo más para quemar energía, algo que ya le había funcionado en el pasado: masturbarse. 
Estaba completamente desnuda, por lo que le bastó con colocar las manos entre las piernas para acceder a su vagina. La frotó, moviendo los dedos de un lado a otro, sin entusiasmo, como si fuera un mero proceso mecánico con el que tenía que cumplir. Sin embargo, su cuerpo empezó a reaccionar. Los pezones se le pusieron duros y los labios vaginales se le humedecieron. Ella también contribuyó con su propia saliva.
Se metió los dedos con bronca, como si le molestara tener que recurrir a esto para poder conciliar el sueño. Era rebajarse y humillarse a sí misma. A pesar de su actitud negativa, su mente se llenó con las imágenes sexuales que la estuvieron atosigando últimamente. Vio a Dalma desnuda y la imaginó siendo penetrada por tres hombres. Luego se vio junto a ella, en una cama… tal y como lo había hecho durante la sesión de fotos, y recordó lo que Dalma hizo al final. A Xamira se le estremeció la concha. También recordó el video de sexo anal que encontró en el historial de su computadora. Se preguntó cómo una mujer podría disfrutar si le meten algo por el culo. Eso es un recurso al que tienen que recurrir los homosexuales, porque no tienen otra alternativa. Y por último, cuando ya estaba por alcanzar el clímax, recordó la verga de Alexis, el tipo del estudio fotográfico. Por culpa de la tremenda excitación que tenía, hasta se le hizo apetecible. Se detestó por eso… y más se odió por haber alcanzado el orgasmo justo en ese instante. 
Por suerte esto la dejó agotada y por fin pudo dormirse.

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Al día siguiente Xamira no asistió a clases. Se quedó dormida y no se sentía con ánimos para estudiar. Aprovechó las horas libres para seguir golpeando la bolsa de boxeo y cuando dieron las cuatro y media de la tarde, fue directamente al estudio fotográfico. Tal y como habían acordado, Siara y Erika la esperaban en la vereda. 
―Hola, Xamira… ¿te sentís bien? ―Le preguntó Erika, con evidente preocupación.
―La verdad es que no. Pero bueno… vamos a terminar con esto, antes de que me arrepienta.
―¿Estás segura?
―No. Pero no se me ocurre otra alternativa. Este tipo sabe algo, estoy segura… tan segura como que él fue quien filtró el último fragmento del video. Así que necesito que ustedes dos filmen todo. Quiero tener imágenes de cada centímetro de esa verga, después la vamos a comparar con los videos.
―Esa es la actitud ―dijo Siara, sin sonreír―. Vamos adentro… y quiero que sepas que te admiro mucho por lo que vas a hacer. Dalma es muy afortunada al tener una amiga como vos.
―Espero sentirme de la misma manera cuando todo esto termine, porque si la chica del video llega a ser Dalma, nuestra amistad se termina en ese preciso instante.
Xamira irrumpió en el estudio fotográfico. Las otras dos chicas se quedaron mirándola, atónitas, durante un par de segundos, y luego la siguieron.
―¡Ah, volviste! ―Dijo Alexis, con una sonrisa picaresca―. ¿Cambiaste de opinión?
―No te hagás el pelotudo ―dijo Xamira, como si estuviera dispuesta a golpearlo de la misma forma que hizo con su saco de boxeo―. Vos sabés muy bien por qué estoy acá.
―Será porque te quedaste con las ganas de probarla ―dijo Alexis, agarrándose el bulto.
Xamira lo miró con una ira asesina, apretando los puños. Pensó que si quería sacarle la información a golpes a ese tipo, tendría buenas chances. Aunque Alexis tuviera un cuerpo fibroso, a Xamira le daba la impresión que se debía a largas horas de gimnasio y tonificación, y no a la práctica de algún deporte o arte marcial. Sería duro de golpear, pero ella confiaba en sus técnicas de Kick-boxing. Sin embargo, también le habían enseñado a no recurrir a ellas… a menos que fuera una emergencia y ya no tuviera otra alternativa. Y aquí sí tenía otra alternativa, aunque no le gustara. 
Se dijo a sí misma que debía conservar la calma, o terminaría matando a patadas a ese tipo, de pura bronca, y no conseguiría la información que buscaba.
―Mejor terminemos con esto de una puta vez ―dijo, y avanzó hacia el cuarto trasero sin pedir permiso.
A Erika y a Samira les sorprendió mucho ver este carácter tan duro de Xamira, hasta ese momento les había parecido una chica muy amable y tranquila. Ahora parecía una fiera enjaulada.  
Alexis contempló las largas piernas de Xamira, fibrosas y musculosas, evidenciaban que la chica se pasaba largas horas en el gimnasio. Sus nalgas también eran muy potentes, no tan grandes como las de la otra chica con cara de boluda, la que se hacía llamar Erika; pero sí estaban muy bien tonificadas. Además, la calza deportiva gris que llevaba puesta se aferraba a su cuerpo como si fuera pintura. La verga de Alexis comenzó a despertarse, ya podía intuir que se acercaba la acción.
Una vez estuvieron dentro del depósito, Alexis no quiso perder el tiempo. Tenía miedo de que Xamira se arrepintiera otra vez. Se paró frente a ella y sacó su pene, que estaba aún flácido; pero él sabía muy bien que su miembro, aún en estado de reposo, resultaba intimidante. Le gustó ver cómo los ojos de Erika se abrían mucho y sus mejillas se ponían rojas. Alexis considera que Xamira es una chica preciosa; pero daría lo que fuera por meterle la pija a Erika… y quizás también a la otra chica, la de nombre raro. Aunque a esa la ve más inaccesible, parece demasiado seria y agresiva. Como si estuviera dispuesta a rebanarle el cuello ante la primera insinuación. 
Alexis se sorprendió cuando Erika sacó su teléfono y empezó a filmarle la verga.
―No te olvides que nuestra condición es que queremos tener todo grabado ―dijo Xamira―. Y más te vale que nos des todo lo que te pedimos. Yo no te voy a chupar la pija por nada. ¿Está claro?
―Quedate tranquila ―dijo Alexis, con una sonrisa picaresca―. Tengo algo muy bueno para darte.
Acto seguido, sacudió su verga frente a los ojos de Xamira. Ella lo miró con más bronca, pero no dijo nada. Su mente estaba ocupada con otra lucha, una lucha moral. ¿Realmente estaba dispuesta a hacer esto por su amiga? ¿Haría Dalma algo parecido por defenderla a ella? Xamira creía que sí… pero aún tenía esa pequeña duda que le generaba tanta angustia. ¿Y si la chica del video era Dalma? ¿Y si ella terminaba chupándole la pija a un tipo por defender a alguien que no se lo merecía? 
Xamira se repitió a sí misma que no hacía esto solo por defender a Dalma, sino para saber la verdad. Necesitaba saberlo. Necesitaba llegar al fondo de este asunto.
Se dejó caer, como si ya no fuera dueña de su propio cuerpo. Quedó de rodillas frente a Alexis y se quedó mirando fijamente esa verga. ¿Por qué la tenía que tener tan grande? Así, a simple vista, no parecía tan intimidante; pero Xamira sabía que ese falo adquiriría un buen tamaño. Eso la intimidaba. 
Para colmo debía tocarla… y metérsela en la boca… mientras ese hijo de puta disfrutaba. Por eso no se animó a hacerlo la primera vez. No quería brindarle placer a ese tipo. Sin embargo, él la tenía acorralada. Pero su instinto femenino le decía que Alexis no estaría dispuesto a colaborar, al menos que ella hiciera bien su trabajo. 
Todo el cuerpo le tembló. Una vez más Xamira se veía envuelta en una situación humillante con un tipo bien dotado. Aún no se había recuperado de la primera, y ahora debía hacerlo otra vez. Agradeció estar haciéndose amiga de Siara y Erika, porque seguramente necesitaría una buena amiga para poder contarle lo que pasó aquella primera vez, y para hablar sobre Alexis. Y ya no está segura de cuánto va a durar su amistad con Dalma.
Xamira cerró los ojos, estiró la mano y la cerró en torno a esa gruesa y venosa verga. No quería dilatar más este incómodo momento, por lo que abrió la boca y se la tragó toda de una vez, pudo hacerlo solo porque la verga aún estaba flácida, ella sabía que cuando se endureciera ya no podría contenerla completa en su boca. No tenía mal sabor, eso le produjo emociones contradictorias. Por un lado la tranquilizó, y por el otro lado se sintió culpable de que la verga de ese tipo le resultara mínimamente apetecible. 
“No está tan mal”, escuchó decir a una vocecita interior, mientras su lengua se movía y la verga iba ganando tamaño.
Cuando sintió las pesadas manos de Alexis sobre su cabeza tuvo ganas de salir corriendo, aunque eso hubiera requerido hacer bastante esfuerzo para librarse. El tipo prácticamente la obligó a mantener la verga dentro de la boca y empezó a moverse. 
Xamira abrió los ojos y miró a su costado, sin poder girar la cabeza. Allí estaba Erika, con los ojos muy abiertos, sosteniendo el celular cerca de la escena. 
Xamira hizo lo posible para dejar salir parte de esa verga, antes de que Alexis se la hiciera tragar otra vez. Quería que su amiga grabara cada centímetro de ese falo, para poder compararlo después. No sería una tarea sencilla. Xamira comprendió que si quería ganar algo de libertad, debía demostrar buena voluntad. No quería hacerlo, pero no tenía otra alternativa. Empezó a mover su cabeza, cada vez más rápido, y movió mucho la lengua, como si se muriera de ganas por comerse esa pija. Incluso la agarró desde la base con una mano y apretó fuerte. Alexis aflojó un poco la presión, pero aún no era suficiente. Por eso, para mostrar su colaboración, Xamira succionó con fuerza. La pija se puso completamente dura y ya no fue capaz de contenerla entera dentro de su boca, agradeció que esto le permitiera a Erika capturar imágenes de esa verga. Aunque aún faltaba una parte. Xamira continuó con el meneo de su cabeza y masturbó a Alexis con fuerza. 
―¿Te está gustando, flaquita? ―Preguntó él.
Xamira miró hacia arriba sin decir una palabra, el contacto visual fue suficiente para que Alexis le soltara la cabeza. Así Xamira pudo abrir la boca. Dejó el ancho glande fuera durante unos segundos, y para que el tipo no se quejara, lamió todo el tronco una y otra vez. Luego se la volvió a tragar. 
―Uf… qué buena petera que sos. Se nota que tenés experiencia en esto. Y veo que no te molesta que te graben. ¿Nunca pensaste en hacer porno? Una piba como vos tendría mucho futuro en esto.
―¿Ustedes graban porno? ―Preguntó Siara, mientras se acomodaba los anteojos con el dedo índice.
―A veces… aunque no en este estudio. Es demasiado pequeño para eso. 
No se animó a preguntarle a esa chica si ella también estaría interesada en participar. No quería iniciar una batalla campal justo ahora, que la estaba pasando tan bien. Además esa putita parecía estar disfrutando tanto como él. Xamira se comía la pija como si llevaran largo tiempo siendo amantes. Se la tragaba tanto como podía y luego la sacaba, cubierta de saliva, solo para volver a tragarla otra vez. Alexis no podía creer lo afortunado que era. Cuando le ofreció la pija a cambio de información lo hizo como quien apuesta “All in” en el póker, sin tener cartas muy buenas… pero con la ligera esperanza de ganar por algún milagro. Y ese milagro había ocurrido, la piba le estaba haciendo un pete que recordaría por el resto de su vida.
Alexis estiró la mano hacia uno de los estantes, allí tenía una de las poderosas cámaras que usaba en su estudio. La preparó y apuntó hacia abajo.
―¿Me vas a sacar fotos? ―Preguntó Xamira.
―Sí. ¿Por qué no? Si ustedes tienen derecho a filmar todo, yo puedo sacar fotos. Igual no te preocupes, nena, no se las pienso mostrar a nadie. Son solo para uso personal.
Xamira quiso quejarse, pero no encontró un motivo para hacerlo. Es cierto que ellas también estaban grabando todo. No quería que ese tipo tuviera fotos de ella chupando pija, pero ahora no era el momento para discutir por ese tema. 
Siguió chupando y miró a la cámara con decisión, como si no le importara que estuviera ahí. 
Decidió que era momento de ponerle fin a esta humillación, por lo que empezó a chupar bien rápido, con verdaderas ganas. Se sorprendió a sí misma, porque cuando agarró ritmo, se olvidó de que ese tipo era Alexis, y la pija empezó a resultarle cada vez más apetecible.
―Uy… sí, así querida, chupala con ganas, como te gusta.
“¿Como te gusta? ¿Y qué sabrá este tipo si a mí me gusta chupar vergas o no?”, pensó Xamira. A pesar de eso, una descarga eléctrica cruzó todo su cuerpo, como si Alexis hubiera activado un botoncito que decía “Expulsar morbo”.
¿Y si realmente le gustaba? No estaba tan mal, era ancha, firme, venosa… no la podía tragar completa y eso hacía que su concha se humedeciera, como si su vagina tuviera voluntad propia y ya estuviera imaginando lo que sentiría al ser penetrada por ese falo.
Se compenetró tanto en la chupada que se sorprendió al sentir el primer chorro de semen en el interior de su boca. Sacó la verga y el resto de las descargas le pintaron la cara de blanco, con líneas irregulares. Por supuesto, Alexis aprovechó el momento para sacar fotos.
―A ver, sonreí, flaquita… mostrame cómo te gusta tomar la leche.
Xamira tendría que haberlo mandado a la mierda, pero en lugar de eso se limitó a sonreír. ¿Por qué lo hizo? Ni ella hubiera podido responder a esa pregunta. Simplemente le nació hacerlo. Sonrió con alegría, como si estuviera feliz de que ese tipo le hubiera llenado la cara con su semen. Además se volvió a tragar la pija y poco le importó que aún saliera leche, ella la dejó correr por su lengua, lo mostró a la cámara y luego se la tragó. Reanudó el pete con entusiasmo.
―Uf… a esta putita le encanta comer pija.
Y así se sentía ella, como una putita barata a la que le encanta comer pija, quería detenerse, pero no podía. Algo en su interior le pedía que siguiera. Sabía que su parte del trato ya había sido cumplida y aún así no podía dejar de chupar y de tragar el semen que seguía saliendo esporádicamente. Se prendió a los testículos de Alexis, chupó primero uno y luego el otro, volvió a tragar la pija y miró la cámara con una sonrisa seductora, como si fuera una actriz porno profesional.
“¿Qué te está pasando, Xamira?”, se preguntó… y no pudo encontrar respuesta.
Cuando por fin logró detenerse, se puso de pie enseguida, para evitar volver a tragar esa verga.
―Bueno, ya está ―dijo―. Ya hice mi parte. Ahora, dame las fotos.
―Están ahí ―dijo Alexis, señalando un sobre de papel marrón que estaba sobre una de las estanterías del depósito.
―Ahora decime ¿vos filtraste el video de Dalma?
―¿Qué video?
―No te hagás el boludo, sabés muy bien de qué video te estoy hablando…
―Aunque no estamos segura de si la chica realmente es Dalma ―acotó Erika.
―No sé de qué me están hablando. Yo te estoy dando las fotos que la mamá de tu amiguita no te quiso mostrar. No sé nada más del asunto; pero… si me das tu teléfono, te puedo escribir si me entero de algo. 
Xamira sabía que ese no era el único motivo por el cuál Alexis quería su número de teléfono, pero confiaba en que encontraría la forma de hacerlo hablar. Ahora no se veía en posición de discutir nada. Se limpió la cara con un buen puñado de pañuelos descartables, agarró la carpeta y anotó su número de teléfono en un papelito.
―Solamente escribime si te enterás de algo relacionado con Dalma ―dijo, y salió de allí tan rápido como había entrado.
Sus nuevas amigas la siguieron y cuando estuvieron en la calle Siara le dijo:
―¿No vas a preguntarle nada más?
―Ahora mismo, no. Ni siquiera puedo mirarlo a la cara sin sentirme humillada. No se enojen, chicas, pero ahora mismo quisiera estar sola.
―Está bien, entendemos perfectamente ―dijo Erika―. Si necesitás hablar con alguien, podés contar con nosotras.
―Muchas gracias. Ustedes usen lo que grabaron, comparen esa verga con las de los videos. Si podemos demostrar que Alexis participó, podemos convencerlo de que nos cuente todo lo que sabe.
―Sí, ¿pero a qué costo? ―Preguntó Erika.
Xamira no quiso responder. Dio media vuelta y comenzó el viaje de regreso a su casa. 

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Apenas unos minutos más tarde Erika y Siara se instalaban en el dormitorio de esta última. Prácticamente no habían hablado durante todo el viaje de regreso.
―Qué fuerte todo este asunto de Xamira ―dijo Erika, mientras, automáticamente, desordenaba el cuarto de su amiga, cambiando de lugar los libros y los adornos y dejándolos en el sitio más arbitrario que se le pudiera ocurrir―. Yo nunca me hubiera animado a hacer una cosa así.
―¿Ni siquiera por tu mejor amiga? ―Preguntó Siara, mirando resignada cómo su amiga convertía el cuarto en un caos. 
―Mmm… bueno, quizás… pero aún así, es muy fuerte lo que pasó. Además ese tipo parecía demasiado… 
―¿Pelotudo?
―Prepotente. Agrandado. Egocéntrico. No me cayó bien, y estoy segura de que a Xamira tampoco le agradó.
―Yo tengo mis dudas. ¿Viste cómo se la chupaba al final?
Erika encontró la muñeca semidesnuda que le había regalado a Siara dentro de un cajón, la colocó en la biblioteca, justo donde había quedado un espacio por un libro que ella misma quitó. Siara se lamentó, creyó que su amiga tardaría más en encontrar la muñeca de las grandes tetas y de la ropa rasgada. Tendría que buscar un mejor lugar para esconderla, sin que resultara tan evidente que la quería lejos de la vista… especialmente lejos de la vista de su madre. 
―Eso me sorprendió un montón. Yo estaba por decirle: “Nena, calmate un poco. Estás tragando leche como si fueras actriz porno”. Te juro que es la primera vez que veo a una chica, fuera de un video porno, haciendo una cosa así. ¿Y vos?
―Sí… em… puede ser.
―¿Cómo que puede ser? ¿Eh? Esto es “Sí” o “No”. ―De pronto Erika abrió mucho los ojos y se arrojó sobre su amiga, juntas cayeron sobre la cama. Siara quedó aplastada bajo el peso del cuerpo de su amiga―. ¡A vos también te dieron de tomar la lechita! ¿Fue así? ¿Fue igualito a lo que vimos? ¿Te dejaron la carita llena de leche igual que a Xamira? ―Preguntó Erika, agarrándola con fuerza de las muñecas―. ¿Vos también te tragaste la leche así? ¿Eh? ¡Y nunca me dijiste quién fue! Eso es de mala amiga. ¿Quién fue? ¡Contame! 
―¡Nadie! 
―La vez pasada me dijiste que alguien lo hizo. Así que ese alguien no puede ser nadie. Estás colorada… y sé que estás mintiendo.
Erika se sentó sobre el pubis de su amiga, luego le tiró de la remera hacia arriba y acto seguido le levantó el corpiño, exponiendo así las grandes tetas de Siara. Erika atenazó con sus dedos ambos pezones, los cuales ya estaban duros, y los empezó a retorcer suavemente.
―¡Auch! Me estás haciendo mal. ―Protestó Siara.
―Te voy a torturar hasta que me digas la verdad. No podés mentirle a tu mejor amiga. Menos con una cosa así. ―Volvió a retorcerle los pezones y Siara gritó una vez más―. Te tomaste la lechita, puta. Quiero saber quién te la dio. 
―No te importa. Y no me digas puta.
―¡Ajá! Con eso estás admitiendo que sí pasó.
―¡Sí! Ya te había dicho que sí. No te voy a contar nada más. Ahora salí de encima mío, tenemos que ver el video que grabamos.
―¿Te quedaste con ganas de ver la pija de Alexis? ¿O lo que te interesa es el momento de la acabada? ¿Querés recordar el momento en que te llenaron la cara de leche a vos? 
―Nada de eso, tarada… ¡Auch! ―Siara luchó por liberarse y lo consiguió. Las dos amigas quedaron de rodillas en la cama, intercambiando miradas desafiantes―. Tenemos que ver si la pija de Alexis aparece en los videos que tenemos.
―Bueno, sí… eso es cierto. Por ahora hacemos una tregua, solo porque tenemos que avanzar con el caso. Pero no creas que me voy a olvidar de este asunto. No voy a parar hasta que me cuentes todo sobre cómo te tomaste la lechita. Poné los dos videos y comparemos.
Siara preparó todo para la reproducción en simultáneo del video que grabaron ellas y los dos fragmentos que tenían. Erika se sentó a su lado y juntas miraron las imágenes de los tres videos moviéndose al mismo tiempo. 
―¡Ahí está! ―Señaló Érika, muy entusiasmada―. Esa de ahí. Estoy segura de que es la misma pija. ―Señaló al segundo tipo que penetró a la chica.
―Sí, yo también pienso que es la misma, es idéntica por donde la mire… y mirá, en el fragmento número siete también está. ―Siara detuvo este video justo en el momento en que esa verga se introducía en el culo de la chica―. Con esto las sospechas en contra de Dalma se hacen más fuertes. 
―Sí, es una coincidencia muy grande que un tipo de la misma ciudad se haya cogido a una chica tan parecida a Dalma… 
―En el mismo estudio fotográfico al que ella asistió con su mamá.
―Sí, son demasiadas casualidades. Tenemos que informarle a Xamira. No le va a gustar la noticia.

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Xamira regresó a su casa sintiéndose sucia, no solo porque se había dejado humillar por un desconocido, por un tipo egocéntrico que solo la veía como un objeto sexual. Lo que más le molestaba a Xamira era su propia actitud. Cómo se sometió ante él. ¿Por qué carajo sonrió tanto a la cámara? “Porque te gustó”, dijo la vocecita en su interior. No quería admitirlo, le dolía reconocer que el pete que le hizo a ese tipo fue una de las mejores experiencias sexuales de su vida. O quizás solo era su líbido jugándole una mala pasada, por estar mucho tiempo dormida. A ella ni siquiera le importa el sexo, siempre canalizó su energía sexual a través del deporte, por eso se sentía tan humillada. Alexis consiguió sacar a la luz una parte de ella que siempre se esforzó por sepultar y mantener oculta. 
Se sacó toda la ropa, tocó su vagina y descubrió que la tenía totalmente empapada. Sintió asco de sí misma.
Miró el sobre de papel marrón que descansaba en su mesita de luz, no lo había abierto y ya era hora de revisar el contenido, al fin y al cabo se había sometido a una gran humillación por el contenido de ese sobre.
Lo abrió y sacó el fajo de fotos, eran de buen tamaño, como para ponerlas en un cuadro. En la parte de atrás decía “16x20”, supuso que esa era la medida en centímetros. 
También agarró las fotos que le dio Emilia, quería comparar si eran distintas o si habían sido sacadas en el mismo estudio.
En la primera tanda de fotos pudo ver a Dalma y a Emilia posando con poca ropa, hasta quedar completamente desnudas. A veces se abrazaban, en un gesto muy maternal y Xamira pudo entender que allí había algo de artístico. Las fotos eran bonitas. Sin embargo en las que le entregó Alexis esos toques artísticos comenzaron a desaparecer gradualmente. Algunas imágenes parecían casi pornográficas. Le impactó mucho una en la que Emilia posaba en cuclillas, con las piernas bien abiertas, como una rana, y se estaba abriendo la concha con dos dedos. Para colmo había otra foto que retrataba su vagina, así de abierta, en un primer plano. Xamira pudo ver cada rincón de ese sexo femenino, hasta se sorprendió por cómo asomaba el clítoris de Emilia. Le resultó incómodo ver en esta actitud tan pornográfica a la madre de su mejor amiga, principalmente teniendo en cuenta que nunca había visto a Emilia desnuda en persona. 
Otra foto que le generó mucha incomodidad era una en la que Dalma era la que mantenía abierta la concha de su madre con sus dedos. Xamira se preguntó qué finalidad artística tenía esta foto y por qué su amiga sonreía tanto. 
Luego la escena se repitió, pero esta vez era Emilia la que abría la concha de su hija. Y eso no era todo, incluso había otras dos fotos en las que dos de los dedos de Emilia estaban dentro de la vagina de su hija.
―Pero… ¿qué carajo? ―Dijo Xamira, en voz alta―. ¿Qué les pasa a estas dos? ¿Se volvieron locas?
La cosa se puso aún peor cuando encontró una foto en la que se veía a Dalma metiendo los dedos en la concha de Emilia, y eso no era todo. Dalma estaba dándole un beso en el pubis, demasiado cerca del clítoris. Xamira no se hubiera sorprendido al encontrar fotos como esas en una página porno; pero sí le resultaba sumamente chocante que esas fueran dos personas que conocía desde hacía años y que nunca habían mostrado ni el más mínimo interés sexual. ¿De verdad ésta era la forma en la que Dalma entendía la pureza de la anatomía humana? ¿Tan radical era su postura que podía aceptar meterle los dedos a su madre y…?
―¡A la mierda! ―Exclamó Xamira.
La nueva foto era casi idéntica a la anterior, con diferencias sutiles, pero muy importantes: los dedos de Dalma estaban metidos un poco más adentro y su lengua estaba fuera de la boca, haciendo contacto con el clítoris de Emilia.
―Pero… ¿qué carajo? Amiga ¿qué estás haciendo? ¡Esa es tu mamá! 
En ese instante Xamira recordó cómo Dalma intentó lamerle el clítoris y volvió a preguntarse cuál había sido la intención de su amiga. ¿Y si pretendía replicar esta foto, pero con Xamira? Quizás… quizás Dalma no lo viera como algo malo. Xamira quería darle el beneficio de la duda. Su amiga no era una desviada sexual, ni una degenerada. Si accedió a sacarse estas fotos con su madre, frente a Alexis o quien mierda haya sido el fotógrafo, fue porque lo vio como algo inocente… y Emilia también. Pero… ¿por qué Emilia no le había mostrado estas fotos? 
Cuando Xamira recibió la primera tanda de fotos vio algunas que le parecieron demasiado eróticas, eso la llevó a pensar que Emilia había confiado en ella y le había entregado todas las fotos, incluso las más controversiales. Pero ahora veía que había algunas que eran mucho peores.
Casi sin darse cuenta, Xamira empezó a frotarse la concha, sin dejar de mirar las fotos. Le echó la culpa a Alexis por la calentura. Debía bajarla de inmediato, ya no aguantaba más. Y debía hacerlo, aunque las fotos de Dalma y Emilia le generasen tanto rechazo.
Mientras se acariciaba rápidamente el clítoris vio una foto de Dalma con las piernas bien abiertas, y Emilia frente a ella, en la misma posición. Las conchas de la madre y de la hija se estaban tocando, como si fueran bocas besándose, y ellas se miraban una a la otra con una grácil sonrisa. Xamira pensó que prácticamente parecían lesbianas teniendo sexo. De por sí a ella le costaba entender por qué dos mujeres querrían tener relaciones sexuales entre ellas. Lo veía como algo sumamente aburrido. Menos podía entender por qué una madre y una hija se sacarían este tipo de fotos. 
Había otra imagen en la que Dalma estaba acostada con las tetas hacía abajo y levantaba la cabeza, arqueando mucho la espalda, para encontrarse con la boca de su madre, que estaba sentada frente a ella con las piernas abiertas. ¡Se estaban besando en la boca! Como si fueran amantes. Todo el cuerpo de Xamira vibró e inconcientemente empezó a masturbarse más rápido.
La siguiente foto provocó que Xamira se metiera los dedos en la concha. Vio a Dalma en cuatro, con la cola bien paradita y mirando para atrás, como si quisiera ver lo que hacía su madre. Emilia estaba arrodillada, con la cara justo detrás del culo de su hija. Tenía la lengua afuera y daba toda la impresión de que le estaba dando una lamida a la concha de Dalma. De hecho, no cabían dudas de que la lengua estaba tocando la concha.
La cosa no terminaba allí. En la siguiente foto Dalma estaba de rodillas, con los ojos cerrados, la cabeza inclinada hacia atrás y la boca abierta en un claro gesto de placer. Justo debajo de ella, con la cabeza entre sus piernas, estaba Emilia, una vez más con la lengua afuera, lamiéndole la concha. 
Y la foto que más hizo explotar la mente de Xamira fue la última. Allí se podía ver a Dalma, una vez más en cuatro, con su madre lamiéndole la vagina como antes; pero esta vez Emilia le estaba metiendo dos dedos… ¡Por el culo! 
¿Por qué Dalma aceptaría tal cosa? ¡Y de su propia madre!
La mente de Xamira no encontraba respuestas, había colapsado. Lo único que podía hacer era masturbarse. Su respiración se agitó cada vez más y empezó a sentir los primeros vestigios del orgasmo… justo cuando sonó su teléfono.
Lo revisó sin sacarse los dedos de la concha, pensó que se trataría de Erika y Siara, con alguna noticia importante; pero era un número desconocido. Sin embargo Xamira fue capaz de identificar al instante de quién se trataba. El mensaje consistía en dos fotos. La primera mostraba una gruesa verga erecta… la de Alexis, junto con un mensaje que decía: “Me puse a mirar las fotos que te saqué hoy y ya se me paró otra vez. Me tenés loco, flaquita”. La masturbación de Xamira se volvió más energética, furiosa. Miró fijamente esa verga venosa y se metió los dedos con fuerza. 
La siguiente foto del mensaje mostraba a Emilia y a Dalma, sonriendo ante la cámara… con una gruesa verga erecta justo delante de sus caras. Definitivamente no era la de Alexis, aunque competía en tamaño. 
Llegó un nuevo mensaje que decía lo siguiente:
“Si venís a chuparme la pija otra vez, y a tomarte toda la lechita… tengo más fotos de esas dos para darte”.
Al borde del orgasmo, y sin dejar de acariciarse la concha, Xamira movió el pulgar sobre la pantalla y escribió:
“¿Cuándo querés que vaya?”


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