El debut de Serena en Pokeporn es inminente y en este capítulo llegó la hora de que las cámaras empiecen a rodar y que la kalense quede inmortalizada en el celuloide. Pero antes, el fragmento que no pude incluir en el capítulo anterior y quedo pendiente. Este episodio va a estar cargado de sorpresas, cameos y referencias, espero que sea de su agrado.
En el universo de este fanfiction todos los personajes tienen 18 años o más.
Starring:
Serena
Capítulo 53 La ofrenda al Legendario
Ni bien el sol iluminó una cara del horizonte con sus rayos, su madre corrió la cortina de cuentas para entrar a despertarla: “Es hora, corazón. El desayuno está listo… ah ¡Feliz cumpleaños!” Le susurró a la vez que acariciaba su rostro y le apretujaba una mejilla. Helena se quitó el cabello color miel pegado a la cara y se desperezó, feliz… feliz porque era su cumpleaños… hasta que recordó que, además, era el día del Rito de Iniciación.
- Mierda… es hoy. – Susurró cerrando sus puños con nerviosismo.
El gran día había llegado, el día más importante en la vida de todas las jovencitas del pueblo de Kalar, el día en que llegaban a la edad indicada para llevar a cabo el antiguo rito. Toda una ola de temores y nervios la invadió sentada en el borde de la cama con la toga de dormir caída hasta los hombros, una parte de ella quería saltar por la ventana y correr sin rumbo, la otra, la parte, que resultó ganadora, la hizo incorporarse, desperezarse una vez más y afrontar el desafío. Era demasiado temprano para sentir tantas cosas y pensó que lo mejor era desayunar y esperar lo mejor… quizás el ritual no sería tan malo.
Toda la familia estaba en el comedor de piedra, mansamente iluminado por velas y los primeros rayos de luz solar entrando por una ventana. Su voluptuosa madre de cabello rubio y vestido corto pegado al cuerpo, su hermano mayor, Arius, de tez morena por el trabajo al aire libre, su hermanito menor, Killian (el más rubio de la familia) que la observó llegar con casi tanta ansiedad como ella. Su padre, Alphonse, un hombre fornido de cabello claro y una toga de diseño cuadriculado la esperaba en la mesa. Al verla sentarse le acercó un cuenco con cereales, frutos secos y leche para que se alimentara. No había un clima de cumpleaños, los festejos por tradición vendrían después.
- Buen día mi amor, come. – Le dijo llenándole el cuenco con leche de Milktank. – Debes estar bien comida, es el gran día… ¿Estás nerviosa? ¿Tienes miedo?
- El nervioso eres tú, amor. Déjala desayunar en paz, hoy es un día hermoso. – Intervino Galia, su madre, acariciando el cuello de su hija y quitándole el cabello del rostro. – No hay porqué estar nerviosa, hoy es un día especial, el gran Día del Tributo. Tu madre, la madre de tu madre, y su madre también pasamos por esto.
- Lo sé, es que, bueno, espero estar lista. – Admitió antes de atacar el cereal con una cuchara de peltre. – Tengo miedo de que, bueno… duela mucho. – Su madre la abrazó de atrás mientras comía el cereal haciendo que se le derramaran unas gotas de leche.
- Amor, será tu primera vez, no te voy a mentir, todas duelen, así como a los hombres les duele el cuerpo en sus primeros días de trabajo, a las costureras los dedos tras dar sus primeras puntadas, a los mercaderes las piernas por transportar las mercancías en carreta, el dolor es tan natural como cualquier sensación y como todas ellas, está para superarse.
- Bueno, dicho de esa manera parece hasta sencillo. - Aceptó sorprendida por el discurso de su madre. Aunque las palabras fueran bonitas siempre serían palabras, eran fáciles de pronunciarse. Lo que ella tenía que hacer no era nada fácil y por dentro la ansiedad comenzaba a consumirla. Aun así, termino su desayuno de cereales más para dilatar el momento que por hambre.
- Ven, tenemos que prepárate, luego podremos festejar tu cumpleaños como antes. – Le dijo su madre tomándola de la mano y conduciéndola al centro de la sala. – En unos minutos la Sacerdotisa Superiora vendrá con tus ropajes sagrados, tendrás que estar lista para vestirlos.
El ritual podría decirse que había comenzado desde que se levantó, no obstante, estaba ante el primer desafió personal: dejarse preparar para la llegada de la Sacerdotisa. Su padre, visiblemente nervioso, se puso a su lado y acaricio su hombro hasta que Helena dio el sí. Acto seguido, ambos comenzaron a desvestirla.
Su madre le desató el cinturón de tela de la toga de dormir y su suave algodón se deslizó por su cuerpo hasta caer a sus pies, quedando casi desnuda de no ser por el tradicional fundoshi (tela blanca enrollada que cubre la entrepierna). Muy incómoda por exponer su cuerpo desnudo ante sus padres y hermanos, Helena se dejó retirar el fundoshi por su padre quedando exactamente cómo llegó al mundo, con sus senos emergentes, su vagina y su trasero redondo y firme frente a todos ellos… sus mejillas se ruborizaron a medida que evitaba la mirada de todos observándose los pies cubiertos por la toga.
- Lo ciento, mi cielo, sabes que es la tradición, es parte del ritual que sea toda tu familia quien te prepare a modo de ofrenda para él… pensé que no sentirías pudor ya que nos preparamos de hace tiempo en las aguas termales.
- Te dije que debías empezar a bañarte con tus hermanos desde antes, mostrar tu cuerpo desnudo a esta altura no debería ocasionarte ningún pudor. – La regaño su madre.
Era cierto, se había bañado en las aguas termales tanto con sus progenitores como hermanos en numerosas ocasiones para prepararse para el ritual, no obstante, estar en su casa, desnuda lista para los preparativos frente a todos al mismo tiempo era diferente y no podía evitar sonrojarse.
- Lo sé, lo sé, mejor continuemos, estoy lista para el siguiente paso. – Aceptó resignándose, levantando la mirada.
El hermano menor le acercó un cuenco con aceite aromático al padre, este empapó sus manos en el cuenco y se dispuso a pasarle el aceite a su hija. Por su parte, Gallia, noto que los primeros brotes de vello púbico habían germinado en la parte superior de la vagina de Helena, formando una pequeña y delicada maraña oscura que tomó con sus dedos y estiró.
- Killian, trae la crema de baya sambia y la hoja de rasurar del lavabo. – Ordenó y el hermano mayor, Arius, obedeció.
- ¿Es necesario mamá? – Preguntó la pelimiel que no pensaba que su incipiente vello púbico fuera un problema. – No tengo taaanto. – Su padre, continuaba bañando su cuerpo en aceite aromático usando sus manos… comenzaba a preguntarse porque no usaba una maldita esponja.
- No lo sé, creo que es preferible sin pelo. Le gustan lo más virginales posibles. – Ni bien Killian regresó con la crema su madre embadurnó el vello con ella y comenzó a rasurarla con delicadeza, con la práctica y el cuidado que solo la mano de una madre tienen, sin dejar un solo corte en lo suaves y blancos labios vaginales.
- ¿Atrás te salió alguno? – Preguntó su madre tomándola de las nalgas y abriéndolas.
- ¡Mamá! ¡Claro que no!
- No te enojes, solo pregunto, ya te saldrán algunos jijiji… - Se excusó mofándose del nerviosismo de su hija.
- Levanta los brazos, amor. – Le pidió amablemente desde atrás Alphonse. La incomodidad producida por su propia mamá depilando su ingle y hablándole de toda clase de vellos le había hecho olvidar que su padre le había embadurnado la espalda en aceite y chorros de este comenzaban a llegar a deslizarse por la curva de su cadera hacia su trasero.
Helena obedeció sin replicarle nada a Alphonse por llamarla “amor” en un momento así de engorroso y dejó que le pasara sus grandes y aceitosas manos por las ambas axilas, el cuello y sus omoplatos. Mientras más callada y sumisa se comportará antes terminarían, pensó. Por lo menos en lugar de bajar comenzaba a subir, ocupándose de dejar sus brazos brillantes desde los bíceps en formación hasta las delicadas manos.
- Chicos, dejen de mirar y pónganse a ayudar, todos debemos colaborar, es la tradición. – Rompió el silencio Gallia.
Killian y Arius, casi de inmediato y sin siquiera replicar, humedecieron sus manos en el aceite y se unieron a la labor en zonas que a la jovencita le hicieron dudar de sus moralidades.
Ambos escogieron un seno para cada uno y los masajearon con caricias cargadas tanto de curiosidad como erotismo… los cubrieron y amasaron con sus manos mientras sus pezones comenzaban a sentir el estímulo de aquellas manos indecentes y el aceite. Helena cerró los ojos tratando de parecer tranquila mientras sus propios hermanos les aceitaban los delicados y sensibles pechos. Gallia hacía lo propio removiéndole la crema de rasurar con aceite, dejando su vagina tan pulcra como una vagina podía estar.
- Ah. – Dejó escapar cuando la mano aceitosa de su madre le acaricio la vulva de un hemisferio al opuesto. Su mano grande la cubría con facilidad y su dedo del medio se introducía algunos centímetros dentro de sus labios esparciendo el líquido oleaginoso.
Sus hermanos, como sin poder dejar de amasarles los senos, volvían a remojar sus manos para continuar agasajándolos. Aunque eran suaves y cariñosos, con cada pellizco suave de sus pezones una descarga eléctrica le recorría el cuerpo erizándole la espina. Aunque sus senos no eran la gran cosa, por el momento unas sinuosas aproximaciones con mucho desarrollo por delante (a decir verdad, eran más pezón que teta) eso no significaba que no fueran sensibles al tacto.
Para su fortuna, quizás porque Gallia les dedicó una mirada recriminatoria a ambos, dejaron sus senos en paz y pasaron a lubricarle las piernas, desde los muslos blancos y firmes a los delicados pies. Al igual que con las tetas, tenían una pierna para cada uno. Su padre, cuando termino con ambos brazos de su hija, continuo con una parte del cuerpo que Helena no creyó que sería necesario embadurnar: su trasero.
Alphonse sin preguntar, comenzó a frotar sus nalgas con sus grandes manos, incluso separándolas cada tanto (quiso creer que de forma involuntaria). Al terminar y dejarle ambas posaderas brillantes como todo el resto de su cuerpo, froto su mano de perfil entre ellas rozándole el ano con los dedos… al parecer el ritual dictaminaba que ni un milímetro, ni el más recóndito de su piel debía estar sin aceitar. Para colmo sus hermanos subían por sus piernas y “aprovechaban” el ritual para palpar partes del cuerpo que nunca habían tocad, en el caso de ambos, la vagina y el trasero.
- Abre la boca, debo comprobar tu aliento. – Su madre se acercó a su boca abierta y tras olfatear, se la cerró empujando su mentón con su dedo índice. – Nada de qué preocuparse por aquí, te daría una hoja de menta de no ser que de todas formas las prefiere naturales.
Sus pies estaban sobre un pequeño charco de aceite, formado por el que se escurría por su cuerpo y viajando por sus piernas hasta el suelo. Helena se concentró en la sensación del líquido dibujando surcos en su piel para evitar prestarle atención a las manos curiosas de Killian y Arius palpándole el trasero, rozando casi sin disimulo el ano y la vagina.
En eso la puerta de maderos sonó. La Sacerdotisa había llegado y si Helena sintió un pudor extremo al estar expuesta a sus familiares, que ella y sus iniciados ingresaran a su casa no ayudo para nada.
La Sacerdotisa era una mujer de pelo verde oscuro que rondaba los 30 años, voluptuosa y de mirada severa. Tenía el cuerpo plagado de tatuajes ceremoniales en los que destacaba un 3er ojo púrpura en la frente, el emblema de los poderes psíquicos. Vestía varios brazaletes dorados, un colgante de cuentas con un medallón de oro entre los senos y una bata de seda trasparente y evidentemente nada debajo. Helena pudo notar que a la altura de su útero tenía una curiosa marca de fertilidad, un emblema que parecía un corazón tribal. Sus iniciados eran muchachos jóvenes que la secundaban uno a cada lado, uno traía un cuenco con especias afrodisíacas y el otro el traje ceremonial. No obstante, en su séquito venía alguien más.
Detrás de los recién ingresados estaba Shanue, su mejor amiga, portando con orgullo el traje ceremonial que la Sacerdotisa le traía. Consistía en un vestido de una pieza pegado al cuerpo de terciopelo amarillo con guantes y medias del mismo material y un cuello de pelaje blanco de fantasía. Parecía una especie de traje de baño sumamente ajustado y caluroso. Tenía además prendedores amarillos que parecían orejas pegados a sus rodetes de cuello.
- ¿Y? ¿Cómo me queda? – Preguntó Shanue, una joven de cabello castaño oscuro y piel trigueña muy tostada girando para exhibirse. Su cuerpo, aunque aún no presentaba curvas a destacar anticipaba un cuerpo atlético y fibroso.
- Soy Sabine, Sacerdotisa Superiora de Kalar. Es una jornada muy especial, tenemos dos iniciadas que deben cumplir el rito y lo harán en el mismo día. – Intervino la mujer. – Por ende, Shanue porta el manto amarillo y Helena portará el manto rosado, como marca la tradición, le corresponderán los colores alternativos, manto que no era usado en muchos años.
- Con la población que tenemos las chances de que nazcan dos hembras el mismo día son muy bajas. – Le explicó su padre mientras Sabine, con un gesto de su mano, le indicaba a su ayudante que le acerque a la pelimiel el traje que le correspondía.
- Antes de vestir el manto, debo revisar que la iniciada sea virgen. Permiso. – Expresó y agachándose hasta quedar a la altura de la vagina de Helena. Con su índice y dedo medio separo sus labios mayores hasta poder ver el himen a simple vista. – Ahí estás… todo en orden, el Guardián estará complacido, es una pieza deliciosa. – La felicitó antes de permitirle vestirse con el traje ceremonial.
Con ayuda de sus padres, se lo puso. Era, en efecto, sumamente apretujado y cálido. La mata de pelos blanca alrededor del cuello hizo que sus orejas se enrojecieran. Cuando le pusieron una diadema con orejas rosadas su situación no mejoró. Shanue le levantó un pulgar en señal de aprobación desde atrás.
- Ahora deberás acercar tu rostro a las especias afrodisíacas y respirar su fragancia. No te preocupes, son bayas fermentadas molidas que purificaran tus sentidos y te ayudaran a través del ritual.
Helena acercó su rostro al cuenco de piedra hasta casi tocar la pasta multicolor formada de diversos trozos de bayas, algunas de las cuales a primera vista no pudo reconocer. El olor que recibió le resultó extraño y le hizo apartar. Sabine con otro gesto le indicó que volviera a acercarse, era un perfume demasiado fuerte, sumamente ácido que le produjo picor tanto en la nariz como a su boca. La fragancia parecía una mezcla obscena de perfumes y al separarse del cuenco se le quedaron impregnadas hasta al punto de que le hicieron lagrimear.
- Shanue, Helena no pueden ser tocadas ahora en más por nadie que no sea el Guardián, él las espera, ya están listas. – Invitándolas a dejar la casa. - Acompáñenme al templo donde completarán el rito de iniciación y recibirán sus insignias de fertilidad.
Gallia y Alphonse saludaron a su hija con la mano, esta, con su amiga a su lado, les devolvió el saludo iniciando la marcha por la calle baldosada principal rumbo al templo, en silencio, a plena luz del día, con todos los habitantes de Kalar observando desde las puertas de sus casas.
Kalar era un pueblo con tres o cuatro filas de pequeñas casas de adobe y piedra, todas de habitaciones rectangulares, confiriéndoles el aspecto de un montón de bloques apilados. Estaban muy separadas entre sí a cada lado de una calle principal que serpenteaba hacia el imponente zigurat del Guardián, dónde el pókemon protector de todo el pueblo residía, donde se cobraba el alto precio por la prosperidad de dichas gentes: virginidad, el Guardián reclamaba la virginidad de todas, cada una de las kalarianas.
La pelimiel a cada paso que daba comenzaba a sentir un profundo nerviosismo creciendo dentro de ella, un escalofrío colándose en sus huesos hasta la médula, a pesar de estar bajo el sol, en un día cálido, Helena sentía estar bajo una noche sombría, helada e invernal. Los espectadores le parecían sombras fantasmales emergiendo de sus casas de adobe rojizo, de diseños cuadriculares, como monstruos de cuevas olvidadas.
- ¿Nerviosa? – Preguntó Shanue, que en contraposición se veía muy risueña.
- Como no estarlo, nunca vi al Guardián. – Expresó alzando para ver las estatuas. cuando. El zigurat donde residía era visible en toda Kalar, no obstante, las estatuas que decoraban sus escalinatas solo las veían con detalle quienes tenía permitido ingresar al recinto sagrado.
La sacerdotisa, su séquito y ambas ofrendas continuaron subiendo. Helena observó a los lados, podía verse toda Kalar a lo lejos, incluso podría encontrar su hogar de proponérselo, sin embargo, no estaba ante su hogar, sino a la ominosa entrada de la ciclópea construcción… A pesar de que caminaba hacia el sol de frente sentía una helada oscuridad envolviéndola… se preguntaba cuándo, quiénes y cómo había construido el monumental zigurat, demasiado grande para un pueblo como ese, demasiado antiguo, demasiado horrendo, las estatuas que flanqueaban las escalinatas no se parecían a nada que hubiera visto antes… las dudas y el terror comenzaron a dominarla y Helena detuvo su marcha frente a la negra entrada, a penas iluminada por el fuego de dos antorchas.
Las manos suaves de la sacerdotisa se posicionaron en su hombro y su cadera invitándola a continuar: “Él espera por ti, reclama tu virginidad…” susurró y la pelimiel posó la mirada a la negrura interna del zigurat, a sus entrañas de brea insoldables, donde la oscuridad, le devolvió una mirada de ojos grandes y rojos…
Una voz electrónica quebró la realidad y Helena se separó de la mente de Serena de súbito gracias a ella. El dichoso despertador de Álex estaba sonando… Serena comenzaba a desperezarse.
- Estamos en el Centro de Investigación Pókemon de Kanto, dónde se finalizó uno de los experimentos más largos de la historia de la ciudad. Aquí tenemos a su sacrificado protagonista, Syncroon, un Alakazam entrenado por Sabrina que se comprometió al experimento que duró 5 años junto al equipo de investigación psíquica, con ustedes, además, el director, el Dr. Kovack.
- Zaaaaam, Alakazaaam.
- Así es, fueron 5 largos años de experimentación, queríamos encontrar el límite en la inteligencia de su especie, trazar un límite que nos permita conocer el verdadero significado de lo que es poseer un coeficiente de 4 dígitos.
- ¿Lo encontraron?
- Aunque el resultado fue alucinante, seguimos en el mismo lugar, sin encontrar un límite a su inteligencia, lo que, irónicamente, consideramos un éxito a nuestro trabajo. Algunas veces, en especial los científicos, debemos aceptar que no podemos medirlo todo, conocerlo todo, algunas cosas no tienen límites que podamos discernir.
- ¿En qué consistió el experimento y cómo concluyeron que su inteligencia no tiene parangón?
- Fue, digamos, complicado. Pusimos a Syncroon bajo diversos juegos de memoria y de inteligencia que no fueron concluyentes, simplemente lo subestimamos, nuestros primeros esbozos eran demasiado insuficientes por lo que redoblamos la apuesta por algo más ambicioso. Creamos una computadora capaz de generar por algoritmo números de forma azarosa por un periodo predeterminado que se auto registra en un archivo externo a medida que se generan.
Serena sintió un frío repentino y busco las sábanas para taparse con ellas. La voz del jodido despertador le taladraba la cabeza ¿Quién en su sano juicio querría despertarse con noticias? Aunque por lo menos las de ese día no tenían nada de trágicas.
- Para nuestros televidentes menos avispados ¿Podría ponerlo en palabras más, doctor?
- Para ponerlo de manera simple, imaginen que están frente a una computadora 6 horas al día, que genera pantallazos de números al azar que llenan la pantalla cada segundo ¿Me sigues? Imaginen que lo hacen durante 5 años, 5 años, 6 horas al día viendo un número sin fin, largo cmo el mismo cosmos, más largo que la realidad, bien, aquí viene los sorprendente… Syncroon, los Alakazam en general, poseen una hipertimesia sorprendente, ellos no conocen el concepto del olvido, ya que Syncroon pudo replicar en el mismo orden, uno por uno, sin ninguna falla, cada número que fue generado al azar por la computadora fue corroborado por un programa especial con el número archivado en la memoria externa durante lo que duró el experimento, es decir, no encontramos un límite concluyente, y el hecho de que no tenga límites concebibles es para nosotros lo suficientemente concluyente.
Tras escuchar suficiente, la kalense se estiro para apagar el despertador notando que algo no estaba bien.
- ¿5:23? Esta cosa se descompuso, nunca lo pongo a esa hora… - Susurró extrañada, verificando si las baterías estaban en buen estado o había sufrido algún golpe. El radio despertador sonaba cada día, sin excepciones, a las 7 y media. – No puede ser, está intacto ¿Entonces por qué se prendió solo?
No obstante, solo significaba una cosa… podía permitirse dos horitas de sueño más y aunque Álex aún no había llegado de su reunión con su pandilla de la juventud, no había motivos para pensar que no podía dormir, después de todo, los sueños sobre Helena, Shaune, y esa enigmática región quedaron olvidados ni bien despertó.
Capítulo 54 El Camino Hacia el Debut
Serena tenía demasiadas cosas de las que preocuparse como para darle relevancia al incidente con el despertador. Para cuando Álex regresó, tanto eso como su enigmático sueño quedaron olvidados. No obstante, lo notó algo preocupado.
- ¿Todo bien? ¿Cómo dormiste? – Peguntó apoyando su enorme cuerpo contra ella desde atrás mientras se preparaba un licuado de bayas.
Era casi las dos de la tarde y el hombre tenía tan solo un puñado de horas de sueño, a pesar de su aspecto desaliñado que lo hacía parecer un matón callejero, estaba de muy buen humor.
- ¿Porque preguntas como si estuviera enferma? Te dije ni bien llegaste que dormí bien. – Le respondió tomando una baya magua, que parecía un adorno navideño conformado de esferas azuladas y una aslac, una baya pequeña, verde, dura y protuberante con forma de corazón.
- Solo me preocupé, fue la primera vez que me fui de parranda y te dejé sola. – Se excusó.
Álex vestía una remera musculosa agujereada y un jogging gris con el elástico gastado. Mientras le acariciaba el cuerpo y le besaba los flancos del cuello, no tardó en masajearle un seno con cariño.
- Amor… ¿Puedes dejar mis bayas pabayas en paz? – Se quejó entre risas, sin oponer resistencia mientras le palpaba los pechos con descaro.
- ¿Pabayas? Yo las veo más como unas aranjas, aunque mucho más grandes y apetitosas.
- Sí, muy halagador, no te creas que te perdono haberme dejado toda la noche sola, que no se repita, he. – Bromeó poniéndose en el papel de una esposa regañona. - ¿La pasaste bien? Me imaginó que no bebiste ni una gota o podrían haberte puesto una infracción grande como las tetas de mi madre.
- No, por supuesto que no bebí nada, solo un poco de agua que encontré en una maceta. – Dijo con sorna. – Por cierto ¿Cómo se portaron los pókemon? ¿Ese Hypno no hizo ninguna travesura?
- ¿Pasa algo? – Se impacientó dándose vuelta, enfrentando a su amado. - ¿A qué se debe tanta preocupación?
- Me genera desconfianza, es todo. Ya te dije una vez que no me gustan los tipos psíquicos. – Mintió, aunque no del todo. Su preocupación iba porque Sabrina había detectado que Serena estaba bajo alguna especie de influjo del pókemon psíquico durante su ausencia, de hecho, Álex condujo tan veloz y temerario que casi se estrella en varias oportunidades. Movido por su preocupación, el rugido de los motores de su motocicleta debió de ser un dolor en los huevos para varios que a esa hora estaban en el 7mo sueño. Se sorprendió y a la vez se alivió cuando la encontró en el baño limpiándose los dientes con total normalidad.
- Perdón, estoy algo ansioso, ya sabes… se acerca tu gran debut. – Mencionó apoyando sus grandes manos en la cintura de Serena. Esta vestía ropa de dormir muy fina y aniñada, un pequeño pijama de dos piezas rosado con detalles de listones.
- A la que le van a meter 30 centímetros por el culo es a mí, como si no te hubieras estrenado a alguien frente a cámaras antes. – Dijo bebiendo el licuado. Ahora que el debut frente a las cámaras estaba más cerca que nunca, había empezado a hacer ejercicio y a alimentarse mucho más sanamente… no obstante, ese batido de sano no tenía nada. - ¡Puaajjjj! Sabe espantoso… guácala.
- Nunca mezcles más de tres bayas, te lo digo por experiencia. – Dijo sonriendo tomándole el licuado y probándolo. – Ugh, es tan ácido le haría una úlcera al estómago de un Aggron, espero que no estés intentando suicidarte para salvarte de tu gran función.
- ¡Para nada! – Se escandalizó. – La realización del capítulo 70 ya se demoró demasiado, aunque en un principio me pareció bien que Duke lo dilate para que me tomen más fotos, eso incremento las ansias, el hype.
- Fue una decisión lógica, tu primera sesión de fotos, la que te sacó Kevin junto a Little Joe y T. J. me dijo que fue la sesión más visitada en muchos años y entro al top 7.
- Sí, y las siguientes fueron exitosas también.
En los chats exclusivos para suscriptores de Pokeporn, el público se volvió loco al ver a Serena desnuda por primera vez, en un callejón y acompañada de dos negros bien dotados. Fue una movida lógica que su jefe apostara por dos sesiones más retrasando el debut ante las cámaras, además, las descargas de las sesiones en alta definición solo eran habilitadas para las cuentas premium y un porcentaje bastante alto mejoró su suscripción mensual para poder acceder a las fotografías de Serena en la mejor resolución posible.
La segunda sesión también la hicieron en a la intemperie, en una locación mucho más jugada que un callejón poco transitado, fue nada más y nada menos que en el Puerto de Ciudad Carmín. La compañía pidió un permiso especial y en una zona algo apartada, (aunque no tanto) dedicado solo a la estibación, Serena prestó su carne para la cámara y todo aquel que pasara.
- ¿Serena? ¿Estás conmigo? – Le llamó la atención Kevin, el flacuchento fotógrafo de lentes que la dirigía con mucha paciencia al verla divagar con la mirada perdida.
- Perdón, me distraje, es que no conozco esta parte de Kanto, es un puerto hermoso. – Se excusó volviendo a posar.
- Sé que no es fácil, ese callejón era pan comido en comparación, aquí todos los que pasen te van a ver, solo ignóralos, mentaliza que solo existís vos y la cámara, ni siquiera yo estoy acá ¿De acuerdo?
- ¿Imagino que es una cámara flotante? ¿Algo así como una cámara Rotom?
- Es buena idea, si te ayuda, adelante. – La alentó el muchacho haciéndola concentrar.
Duke le advirtió que sería una prueba difícil, estaría sola esta vez, sin compañeros masculinos en los que apoyarse, solo con la sensualidad de su cuerpo y su desnudez para sustentar la sesión, también, le aseguro que le ayudaría a superar cualquier miedo escénico y a eliminar hasta el último vestigio de pudor que le quedaba… en eso no se equivocó. Aunque al principio se ruborizó cuando los transeúntes que pasaban se quedaban para ver el trabajo, con el correr de los minutos, pose a pose, lo fue disfrutando, incluso cuando su público comenzó a multiplicarse.
Frente a un atardecer espléndido, amarillo anaranjado, con el mar de fondo y el sonido de las olas rompiendo contra los muelles, Serena se fue desvistiendo y enseñando sus atributos en poses cada vez más jugadas mientras los trabajadores portuarios, (y algún que otro transeúnte) se quedaban a observarla trabajar respetando el perímetro establecido, incluso se tomaban el atrevimiento de fotografiar y grabar su cuerpo desnudo, un espectáculo que no se veían todos los días. El viento marino era leve, no le estorbo en la producción despeinándola, aunque sí le erizaba la piel, y ni hablar de sus pezones, la primera zona erógena de su cuerpo que descubrió.
La historia de la sesión era sencilla, menos elaborada que la anterior, más del tipo pinup que porno: personificaba a una acalorada entrenadora “cool” o “guay” que llegada en bicicleta desde un sitio remoto, cansada, encontraba el atardecer portuario propicio para posar, desvestirse enseñando sus orificios, y hasta juguetear con ellos introduciéndose juguetes sexuales en el cuerpo con suma paciencia… fue en ese momento cuando supo que había perdido todo el pudor, estaba posando con varias cápsulas vibratorias metidas en la vagina y un rosario de esferas con asa en el ano. No estaba completamente desnuda; conservaba puestas medias can can negras, su popular falda escarlata y su sombrero rosado con un listón negro.
- ¿Faltan muchas fotos? – Pregunto de pie, abierta de piernas y de espalda, enseñando los juguetes metidos en los agujeros inclinada, sosteniendo su sombrero para que no se lo vuele la brisa.
- ¿Nerviosa? Diría que en unos veinte minutos estamos, puedes juguetear un poco más, sacártelos y listo.
- Tengo miedo de que me vean niños, me pareció escuchar algunos…
- No pienses en eso, tenemos el permiso. – Le restó importancia fotografiando la vagina goteándose hasta las medias por acción de las cápsulas vibratorias (encendidas). Serena, a pesar de sus consternaciones, se abrió el culo para enseñar que tenía metido el rosario de esferas anales hasta el mango, única parte del juguete que sobresalía de ella.
- Sería incómodo si me ven, imagínate sus preguntas ¿Esa señorita no tiene pokecuártos que anda desnuda? ¿No le molesta que ese tipejo le esté sacando fotos a su vagina? ¿O por qué se metió un collar de perlas en el culo?
- Esas preguntas son responsabilidad de sus padres, nosotros tenemos otras, mi trabajo es encontrar la iluminación correcta, captar tus mejores rasgos, que se vean con lujo de detalle tus atributos… sigh, amo mi trabajo, en especial cuando puedo hacerlo tranquilo. – Suspiró, sumamente calmado, sabiendo que la charla a veces ayudaba y mucho a las modelos.
- El otro día Little Joe y T. J. te hicieron la vida imposible. – Expresó poniéndose en cuclillas mientras se levantaba la pollera. Era una de las reglas número 1, siempre mostrarse lo más puta posible, ya iban como una hora y meda de sesión, una foto en la que no se le viera un agujero era inadmisible. La etapa de desvestirse y posar sobre la bicicleta había pasado.
- No los culpo, Serena, no los culpo para nada. – Admitió observándola con sus ojos, sin el lente como intermediario. - Es solo que tenía una sesión planificada y… se complicó, no sé en qué habrá terminado esa tarde ni me interesa saberlo, como ya no querían colaborar lo mejor fue darla por terminada.
- No pasó nada grave, tuve sexo con ellos, me sirvió de experiencia y, digamos que me dieron algo de dinero en compensación. – Expresó tomándose una nalga con una mano y el mango del rosario con la otra, comenzando a sacarlo de su culo con lentitud.
- Despacio, tranquila, quiero ver cada esfera saliendo con lentitud. – Expresó maravillado con la visión de su anillo dilatándose con cada esfera, abrazando el juguete hasta expulsarlo bola a bola.
- ¿Quieres verlo o es que tienes que fotografiarlo? – Le preguntó notando que había dejado su profesionalismo de lado.
- Bueno… mejor sigamos, no es mi trabajo responderte todo. – Bromeó.
En efecto, a los pocos minutos los agujeros de Serena quedaron dilatados, húmedos y expuestos no solo ante el lente, sino a más de una docena de transeúntes que la fotografiaban y filmaban. Sus orificios chorreaban lubricante y jugos sin reparos, los juguetes debajo eran empapados, habían caído al suelo de concreto de la acera tras ser pujados fuera de su cuerpo sin ayuda de sus manos, recibiendo chorritos provenientes de su vagina y de su ano. Serena disfruto de quedar expuesta como una puta en un remate por varios segundos hasta que decidió que habían visto suficiente y junto a Kevin dieron por concluida la jornada.
A los pocos días se volvieron a ver en un entorno más familiar, nada más y nada menos que el taller de motocicletas de Álex, “Poison Bikes” donde no estuvo sola, ya que su amado hizo de mecánico y juntos dieron vida a uno de los clichés favoritos del porno: la mujer en apuros que, solicitando los servicios de un mecánico, ofrece un pago alternativo.
Esa sesión fue sobre rieles o, mejor dicho, sobre sólidas ruedas de moto, casi que la sintió como su debut oficial en Pokeporn porque hizo todo lo que tenían planeado hacer en el siguiente capítulo de 70 de International White Sting Whores. Se dejó comer la boca y las ubres como si fuera la primera vez que se conocían sobre la mesa de las herramientas, la acostó sobre una motocicleta boca arriba y penetró su boca mientras apretujaba sus tetas, también degustó sus testículos que estaban a la altura justa de su boca, succionándolos uno por uno y luego a ambos.
Luego Álex la penetró de pie y a lo largo de todo el taller, contra las motos, contra las estanterías de repuestos, contra las paredes mohosas. Incluso había un par de almanaques de decoración realizados para la sesión que contenían fotos de Serena de las dos sesiones anteriores, la del callejón y la del puerto.
El hombre vestía un mameluco sucio y gastado (realista en pocas palabras) de una pieza que llevaba caído hasta los muslos. Sus nalgas duras y descubiertas, así como su espalda trabajada y tatuada fueron la sensación de las suscriptoras de Pokeporn en los chats, tanto como Serena dejándose ensuciar el cuerpo con grasa y siendo zamarreada de acá para allá por todo el taller lo fue para los caballeros. Fue la antesala perfecta para lo que vendría, el primer encuentro sexual en video de la pareja del momento.
- Amor, deje mucho flujo sobre esa moto, espero que a tu cliente no le moleste. – Le dijo mientras este le preparaba el culo para un anal de la mejor forma que sabía: lamiéndolo.
- Descuida, no le va a molestar tener los fluidos de una celebridad por todo el asiento. – Respondió haciendo alusión a que los videos y las fotos que le tomaron en el puerto se volvieron casi virales y no hicieron más que engrosar las filas de suscriptores de Pokeporn. - ¿Lista? – Pregunto con cordialidad presentando su inmenso falo al ano.
- Siempre. – Respondió en un jadeo. – Ooooh, fuck, por Arceus, cada vez te la veo más grande… aunque la siento mejor. – Expresó en un jadeo sintiendo las paredes rectales engrosando su perímetro a medida que Álex avanzaba…
- Y entra mejor. – Admitió el hombre tomándola de una nalga y estirándola para forzar el roce del anillo contra el tronco.
Kevin, que ante una presencia tan formidable como la de Álex no necesito dar instrucciones, se mantuvo en silencio mientras el sexo anal, lento y profundo, se llevaba a cabo contra una pared. White Sting llevaba el ritmo a la velocidad indicada para que las fotografías no salieron ni movidas, ni inexpresivas, el fotógrafo no tuvo inconvenientes en capturar el legendario del actor entrando metido al completo, a la mitad y solo con la cabeza guardad.
Serena lo soportó mejor que nunca, obsequiándole a su hombre gemidos y suspiros de auténtico placer por varios minutos. A pesar de tener (entre otras cosas) el cuerpo lleno de grasa y muy acalorado a pesar de la desnudez, se dedicó a posar y gemir como toda una profesional, sin olvidar que no estaba en un video sino en una sesión fotográfica, por ende, se soltó por completo y le dedico al lente sus mejores caras de placer, deseo y dolor.
Desde ese día, tras el sexo anal concluido con un exquisito “cream pie”, la pareja se mantuvo en abstinencia para darlo todo en el momento de la verdad. Ambos habían acordado romper cualquier libreto y hacerlo tan natural como desatado como les sea posible, y aunque para una pareja era común no tener relaciones por unos días, en ellos era un hito histórico, hasta los pókemon los observaban extrañados, no estaba acostumbrados a noches silenciosas.
Los pókemon de Álex estaban encerrados en sus respectivas pokebolas y solo salían para entrenarse, cada tanto los hacia tomar aire por turnos (aunque no a los nuevos, ya que su vendetta personal contra Luca era un secreto). Los de Serena deambulaban por la casa, el taller y el patio, siendo Creep el que se comportaba de forma extraña… la kalense juraría que la observaba con reproche cada vez que salía a tender la ropa y el pókemon de pelaje amarillo estaba sobre su tocón observándola.
- Ya sé, ya sé, tengo una misión y todo eso, por ahora déjame debutar tranquila, no tengo tiempo de trabajar en ese jodido guion. – Le recriminó, aunque Creep no se había comunicado de ninguna manera. Algunas veces sus silencios eran más terroríficos que sus actos y ella sabía muy bien que debía ponerse a trabajar en la película con subtexto pokefílico. El resto de su pandilla también le dedicaba miradas hostiles por algún motivo… algo raro estaban tramando, aunque no tenía tiempo para pensar en ello, los atendería como antes cuando se liberara de sus responsabilidades.
Y vaya que tenía una responsabilidad. Tras un camino largo cargado de experiencias y emociones inéditas en su vida, Serena y Álex se bajaron de la motocicleta teniendo al edificio de Pokeporn Live frente a ellos. El monolito moderno los esperaba para una jornada de trabajo única e histórica para ambos. Era una mañana inusualmente fresca y Serena vestía una gran campera que le llegaba a las pantorrillas, por ende, además de ocultar su osado atuendo, la abrigaba en el camino en motocicleta. Solo se veían sus nuevos borcegos negros de plataforma y varias correas así como medias de red rasgadas.
- ¿Lista? – Le pregunto con cordialidad el hombre.
- Nací lista, solo que tardé en darme cuenta. – Dijo resoluta iniciando el paso. Álex detrás de ella, asintió y la siguió satisfecho por el edificio una vez más, viendo viejas y nuevas caras por doquier que se detuvieron, todas sin excepción, a expresarles sus buenos deseos y felicitaciones.
La puerta corrediza de cristal, los arbustos de bayas de la entrada, Jezz la insoportable recepcionista parecida a un Jynx y el sinfín de posters enmarcados por las paredes fueron testigos de Serena irrumpiendo con decisión secundada por su amado hacia el ascensor.
Cuando llegaron al 5to piso, Duke los esperaba radiante, con una campera verde ajustada y lentes de sol, aunque más precisamente la esperaba a ella para conducirla a su nuevo camerino. La pareja se despidió por unos minutos con sus miradas conectadas cargadas de emociones, no era momento para llorar, no obstante, Serena sintió un nudo en su garganta debido a que cuando se volvería a ver, las cámaras estarían encendidas en el set del 5to piso y ella ya sería una actriz porno.
- Las descargas de tus últimas sesiones se salieron de las gráficas, los moderadores en los chat no dan abasto y estamos bajando cerca de quince enlaces diarios de descargas ilegales de tu material, no te das una idea del movimiento que tuvimos, si suelo revisar dos veces hoy revisé cuatro, quiero que todo salga perfecto.
- Nada de presionarme, he. – Bromeo Serena al llegar a la puerta de su camerino.
- Lo harás bien. Sé reconocer a una soldado confiable y estoy viendo a una ahora mismo. – Dijo apoyándole su mano fuerte en el hombro de forma fraternal. – Es hora, prepárate, estamos bien de tiempo, aunque tampoco te tardes mucho.
- No veo porque me tardaría si…
Al abrir la puerta, dos mujeres se robaron toda su atención y no tuvo tiempo ni de echarle un vistazo al camerino. La culpable de que Serena estuviera parada allí en Pokeporn a punto de ganarse el pan siendo actriz porno, su mentora, su mejor amiga la abrazaba con fuerza apretujándole el cuerpo en medio de un giro: Shauna, la joven delgada y trigueña de rodetes circulares.
- ¿Puedes creerlo? ¿Qué la mojigata de Kalos ahora sea actriz porno? ¿Puedes creer que esté saliendo con el jodido White Sting? ¡Ahora adivina gracias a quién fue todo eso! – Saco pecho Shauna aún abrazada a su amiga dirigiéndose a una 3era mujer. Parecía festejar como si hubiera anotado un tanto en algún deporte.
- No dejo de pensar cada noche, cuando me voy a dormir, en qué habría pasado si no hubiésemos tenido esa salida de chicas, todo habría sido tan diferente… gracias por venir a saludarme, más con lo abandonada que te tengo.
- No te des tanto crédito, Shauna, vi sus fotos y era cuestión de tiempo, la verdadera Serena afloraría algún día. – Afirmó con decisión May, la reconocida artista de Hoenn abrazándola con mucho cuidado dado que tenía un brazo enyesado. – Felicitaciones, amiga, espero que todo salga de maravillas hoy y siempre.
- ¡May! ¡Vaya sorpresa! ¿Cuándo llegaste a Kanto y qué te pasó en el brazo?
La castaña de senos imposibles casi que iba a acompañarla en el debut, sin embargo, Duke prefirió que sea una “batalla uno contra uno” para que toda la atención estuviera sobre la nueva integrante. Además, la artista tuvo un serio accidente con su bicicleta de carreras y su brazo aún estaba recuperándose.
- Si vas a Hoenn no intentes hacer acrobacias con la bici de carreras, intenté pasar los puentes de rieles de la ruta 119 y me caí sobre unas rocas picudas. Me quedan unos meses de recuperación.
- Después te firmo el yeso, va a ser mi primer autógrafo como profesional. – Prometió Serena. – ¡Vaya, como si mis autógrafos valieran algo, me salió la creída de adentro!
- No me di cuenta de imprimir algunas de tus fotos para que me las firmes. Se las podría haber vendido a mis compañeros de trabajo. – Se arrepintió Shauna despreocupada. – A pesar de ser modelos y poder salir con cualquiera estuvieron toda la semana jodiendo con tus sesiones y con qué sos la novia de White Sting y bla, bla, bla. Los muy babosos esperan este día para ver tu debut en vivo, si les llegó a decir que sos amiga mía no dejarían de molestarme…
- ¡Qué vergüenza! ¡De un día para otro todo Kanto vio mis fotos, nadie deja de recordármelo!
- ¿Vergüenza? Esa es la vieja Serena, hoy te van a ver hasta colon transverso, esas sesiones no van a ser nada comparado con actuar en vivo.
- ¡¿Qué les pasa a todos?! – Se exasperó Serena. - ¡Dejen de meterme presión, me siento en una pelea contra un montón de legendarios!
- Por cierto, casi lo olvido, una mujer pelirroja de vestido ajustado me dio esto. – Dijo May dándole un sobre sellado con cera caliente en forma de beso. – Estaba acompañada de otras dos mujeres y como ella me hicieron cuestionar mi sexualidad, uffff que mujerones.
- A mí también… joder con esas mujeres, son de esas mamacitas con las que no me importaría practicar tijeras X a diario, todas unas sugar mommys.
- ¿Una carta? – La tomó preguntándose de quién sería hasta que leyó “Trío Peligro” del lado de la solapa y las recordó… a las tres mujeres de buen pasar, voyeuristas y de cabellos dispares, siendo una rubia, otra morocha y la tercera, pelirroja.
Mientras Serena se preparaba con la ayuda de sus amigas, Álex también recibía visitas mientras inflaba sus músculos con las voluminosas pesas que tenía en su camerino. Tras escuchar unos golpes (a diferencia de Serena, la indumentaria masculina no era ninguna ciencia y se arreglaba en pocos minutos) encontró a una joven baja de cabellos marrones con mechones teñidos de verde. Usaba una campera de entrenadora roja con detalles negros y blancos a juego con una gorra de visera y en las piernas, una calza negra muy apretada.
- Espera, espera… - La intercepto antes de que siquiera lo saludara. Observando las curvas generosas de la joven, tanto las de frente como las traseras. - Me acuerdo el nombre de todas mis fans y me decepciono mucho cuando no acierto un nombre… ¿Era Mercy, verdad?
- ¡Siiii! ¡No puedo creerlo, me recordaste! – Se emocionó la joven entrenadora. - ¿Cómo tienes tanta memoria?
- Me acuerdo que me pediste un autógrafo en Chef Krabby y lo firmé en una ultraball, a tu amiga de pókemon raro se lo escribí en una foto. Vos tenías un Graveler ¿Le erré en algo?
- En nada, ese pókemon raro era un Carkol, Abby mi amiga es fanática de los tipo roca y nos hicimos amigas por mi Graveler… en fin, estoy divagando. – Acto seguido, se sacó una tarjeta plastificada del pecho colgada del cuello, nada más y nada menos que una insignia V.I.P. Tenía el logo de Pokeporn en dorado, la foto y los datos de Mercy inscriptos. Álex sabía que era un pase muy caro y que les permitía disfrutar del detrás de escenas en cualquier producción.
- Mercy, Mercy, no tenías que pagar una fortuna para tener una… - Acercándose para susurrarle. – Con esperarme a la salida y pedírmelo te habría dejado pasar cuando quieras.
- Lo sé, lo sé, es que tener un pase V.I.P. es como un sueño para mí, ahorré por mucho tiempo y ni bien cumplí los 18 hace unos días, bueno, lo pedí. No podía perderme el debut de tu novia en vivo, es algo histórico para Pokeporn.
- Espera… ¿Eras ilegal cuando nos conocimos? ¿Te parece bien ver mis videos cuando no son para tu edad? – Bromeó Álex haciendo el papel de padre estricto.
Mientras dialogaban y se sacaban fotos para que la chica las presuma en sus redes sociales, en eso llegó Duke y le advirtió que en quince minutos todo arrancaría.
- Me siento como un novio llegando al altar, esperando por ver a su esposa en su vestido de novia, Serena se vistió en el baño y se puso la campera sin dejarme ver su outfit, me dijo que sería una sorpresa… a veces no sé quién de los dos tiene más nervios.
Álex se quedó en silencio, viendo pasar un flashback con los momentos claves vividos con Serena en los últimos meses, preguntándose cuantos momentos especiales más les quedaban por vivir. Esperaba de todo corazón que sean muchos. Por fin, tras recordar que Mercy estaba en la puerta de su camerino se perfumó, intercambio algunas palabras con ella y tras un último vistazo en su espejo, la invitó a acompañarlo al set.
- Te diría buena suerte, pero es para la suerte es para los fracasados, lo harás bien. – Lo alentó Mercy, sin dudas una de sus admiradoras más jóvenes, dejando entre ver que White Sting aún estaba vigente llegando a las nuevas generaciones. No cualquiera pagaba un pase exclusivo para poder pasearse con libertad por las filmaciones.
- Ponte cómoda. – Expresó tronándose los dedos y el cuello. – Como bien dijiste lo de hoy va a ser histórico no solo para la empresa, sino para mí, acompáñame, te voy a hacer valer hasta el último pokecuarto de ese pase V.I.P.
Capítulo 55 La fan número 1
Muy lejos de Kanto, de Azulona, de Pokeporn, más precisamente en un pintoresco departamento de Ciudad Luminalia, una mujer de cabellos castaños morados y ojos celestes muy claros, se hacía un rulo con un dedo acostada en la cama mientras manipulaba el control remoto de una enorme pantalla frente a la cama.
Gracias al control remoto enlazó al televisor de pantalla plana incrustado en el muro con el internet de altísima calidad y puso la página con la cual se deleitarían durante toda la noche.
Estaba recién bañada, perfumada y con un conjunto de lencería infartante debajo dela bata. Estaba impaciente, casi nerviosa esperando a que su novio llegara para tener uno de los momentos más esperados por la pareja… si llegaba a atreverse a llegar unos pocos minutos tarde no se lo perdonaría jamás.
Quizás ella no era la mujer más prolija, planificadora o meticulosa, más bien, por ser una mujer rural, una ex jinete de Rhyhorn famosa y acostumbrada a ser independiente era algo osca para algunas cuestiones, sin embargo, esa noche era distinta, era una velada tan especia que Grace estuvo al pendiente de hasta el detalle más mínimo.
Cuando estaba a punto de maldecir escuchó el sonido de las llaves y un abrigo siendo dejado en un perchero. Grace se imaginó que también dejaba su característica boina color aceituna.
- ¿Llegué tarde? – Preguntó un hombre de ojos marrones, enorme, barbado y de brazos grueso como de un Slaking, vistiendo un jardinero de jean y un pulóver arremangado debajo.
- Llegaste justo a tiempo… espero que el trabajo no te haya dejado sin energías. – Susurró Grace desatándose la bata para enseñar un poco de su sensual conjunto erótico. La mujer descubrió uno de sus enormes pechos cubiertos por una pieza de encaje color vino.
El voluminoso hombre se ubicó sobre ella cubriéndola con sus brazos como pilares a los lados, acercando sus labios para besarla con pasión: - No existe ni se inventa trabajo que me deje sin ganas de hacerte todo lo que te pienso hacer.
- Así me gusta, vamos, cámbiate, la función está por comenzar. – Le dijo entre besuqueos, disfrutando de la fragancia natural que Meyer traía impregnada de su trabajo en la tienda de electrónica, esa particular mezcla de acero, grasa y sudor más varonil y afrodisíaca que cualquier colonia costosa que se jactaba de ser irresistible.
- Amor… ¿Lo pensaste bien? ¿Estás segura de esto? Ya sé que pagaste la suscripción premium gold y que por eso puedes ver el estreno en directo y todo eso, es solo que, tengo mis dudas… – Mencionó con cautela sacándose el jardinero de trabajo. – Digo, yo sé de tu fanatismo por él, que fuiste de las fundadoras de su club de fans en sus inicios y no te perdes un solo episodio, sé que guardas con recelo todo sus dvds…
- ¿Sí? ¿Entonces? – Se impacientó Grace jugueteando con su bata, cerrándola y abriéndola. – Elegí bien las palabras, amor, si decido atarme la bata no la voy a desatar en toda la noche.
- Es que el de hoy es especial… no va a ser un capítulo como los otros, no va a ser un capítulo más de White Sting junto a Courtney, Rosa, May o Lillie, hoy va a debutar tu hija y no estoy seguro de que quieras ver eso.
Grace sonrió mientras comenzaba a atarse la bata, con el fastidio y la desilusión plasmadas en el rostro: – Ya lo hablamos suficiente ¿No te parece? ¿No acordamos ya que quería ver qué tanto heredó de mi esa mocosita atrevida? ¿No te parece que tengo derecho a ver cómo se desempeña en su nuevo trabajo más cuando hace siglos que no me llama y me guarda tantos secretos?
- Sí, lo sé… lo siento… sé que Serena te ocultó no solo su nuevo empleo, sino también que esta de novia con tu actor porno favorito jajaja todo un giro del destino.
- Ni que lo digas, aunque yo no me quejo de lo que tengo, aunque a veces me gustaría que lo que tengo cerrara más el pico y sea más aventurero. – Expresó arrojándole una clara indirecta.
- La muy zorrita hasta tenía dos sesiones de fotos antes de que te entrarás, sin dudas va a ser todo un espectáculo, perdón, no quise ser aguafiestas, es solo que si me pongo en tu lugar y fuera mi Bonnie la que apareciera en la gran pantalla… no quiero ni pensarlo. – Se disculpó el musculoso hombre, dejándose dominar ante la aterradora idea de que la noche especial se cancelara.
Meyer se sacó el pulóver y la musculosa debajo revelando unos pectorales hercúleos de trabajador, duros en las clavículas, blandos y colgantes debajo sobre el diafragma, además de tenerlos muy velludos como sus brazos. Tenía una barriga voluminosa que le confería el aspecto de un macho alfa en la cima de su apogeo.
- Ese es mi grandulón, quiero tu cuerpote junto al mío y que veamos a mi pequeña florecer juntitos y en silencio, a ver que tan bien le va en su primer día de trabajo. – Reveló expectante. - Hace mucho tiempo que no le veo la cara y es hora de que madre e hija nos pongamos al corriente.
Continuará…
¡Gracias por leer! Sé que quizás esperaban que el debut empieza ya, en el siguiente capítulo SIN FALTA va a ocurrir eso, como verán lo deje servido en bandeja, ya no hay lugar para más rellenos.
Si les gustó sean buenos y muéstrenme su apoyo puntuando y comentando, no sean Ratatas y no manden solamente a favoritos, please, escribir relatos no es algo de una hora y lo tienen gratis. Si no les gustó, por supuesto que entiendo que no den puntos o comentarios.
Capítulos anteriores:
Parte 16:http://www.poringa.net/posts/relatos/4076547/A-Serena-le-Gustan-Mayores-Parte-16.html
Parte 17:http://www.poringa.net/posts/relatos/4162502/A-Serena-le-Gustan-Mayores-Parte-17-Resubido.html
Parte 18:http://www.poringa.net/posts/relatos/4259656/A-Serena-le-Gustan-Mayores-Parte-18.html
Parte 19: http://www.poringa.net/posts/relatos/4350837/A-Serena-le-Gustan-Mayores-Parte-19.html
Parte 20: http://www.poringa.net/posts/relatos/4493124/A-Serena-le-Gustan-Mayores-Parte-20.html
Parte 21:http://www.poringa.net/posts/relatos/4557518/A-Serena-le-Gustan-Mayores-Parte-21.html
En el universo de este fanfiction todos los personajes tienen 18 años o más.
Starring:
Serena
Capítulo 53 La ofrenda al Legendario
Ni bien el sol iluminó una cara del horizonte con sus rayos, su madre corrió la cortina de cuentas para entrar a despertarla: “Es hora, corazón. El desayuno está listo… ah ¡Feliz cumpleaños!” Le susurró a la vez que acariciaba su rostro y le apretujaba una mejilla. Helena se quitó el cabello color miel pegado a la cara y se desperezó, feliz… feliz porque era su cumpleaños… hasta que recordó que, además, era el día del Rito de Iniciación.
- Mierda… es hoy. – Susurró cerrando sus puños con nerviosismo.
El gran día había llegado, el día más importante en la vida de todas las jovencitas del pueblo de Kalar, el día en que llegaban a la edad indicada para llevar a cabo el antiguo rito. Toda una ola de temores y nervios la invadió sentada en el borde de la cama con la toga de dormir caída hasta los hombros, una parte de ella quería saltar por la ventana y correr sin rumbo, la otra, la parte, que resultó ganadora, la hizo incorporarse, desperezarse una vez más y afrontar el desafío. Era demasiado temprano para sentir tantas cosas y pensó que lo mejor era desayunar y esperar lo mejor… quizás el ritual no sería tan malo.
Toda la familia estaba en el comedor de piedra, mansamente iluminado por velas y los primeros rayos de luz solar entrando por una ventana. Su voluptuosa madre de cabello rubio y vestido corto pegado al cuerpo, su hermano mayor, Arius, de tez morena por el trabajo al aire libre, su hermanito menor, Killian (el más rubio de la familia) que la observó llegar con casi tanta ansiedad como ella. Su padre, Alphonse, un hombre fornido de cabello claro y una toga de diseño cuadriculado la esperaba en la mesa. Al verla sentarse le acercó un cuenco con cereales, frutos secos y leche para que se alimentara. No había un clima de cumpleaños, los festejos por tradición vendrían después.
- Buen día mi amor, come. – Le dijo llenándole el cuenco con leche de Milktank. – Debes estar bien comida, es el gran día… ¿Estás nerviosa? ¿Tienes miedo?
- El nervioso eres tú, amor. Déjala desayunar en paz, hoy es un día hermoso. – Intervino Galia, su madre, acariciando el cuello de su hija y quitándole el cabello del rostro. – No hay porqué estar nerviosa, hoy es un día especial, el gran Día del Tributo. Tu madre, la madre de tu madre, y su madre también pasamos por esto.
- Lo sé, es que, bueno, espero estar lista. – Admitió antes de atacar el cereal con una cuchara de peltre. – Tengo miedo de que, bueno… duela mucho. – Su madre la abrazó de atrás mientras comía el cereal haciendo que se le derramaran unas gotas de leche.
- Amor, será tu primera vez, no te voy a mentir, todas duelen, así como a los hombres les duele el cuerpo en sus primeros días de trabajo, a las costureras los dedos tras dar sus primeras puntadas, a los mercaderes las piernas por transportar las mercancías en carreta, el dolor es tan natural como cualquier sensación y como todas ellas, está para superarse.
- Bueno, dicho de esa manera parece hasta sencillo. - Aceptó sorprendida por el discurso de su madre. Aunque las palabras fueran bonitas siempre serían palabras, eran fáciles de pronunciarse. Lo que ella tenía que hacer no era nada fácil y por dentro la ansiedad comenzaba a consumirla. Aun así, termino su desayuno de cereales más para dilatar el momento que por hambre.
- Ven, tenemos que prepárate, luego podremos festejar tu cumpleaños como antes. – Le dijo su madre tomándola de la mano y conduciéndola al centro de la sala. – En unos minutos la Sacerdotisa Superiora vendrá con tus ropajes sagrados, tendrás que estar lista para vestirlos.
El ritual podría decirse que había comenzado desde que se levantó, no obstante, estaba ante el primer desafió personal: dejarse preparar para la llegada de la Sacerdotisa. Su padre, visiblemente nervioso, se puso a su lado y acaricio su hombro hasta que Helena dio el sí. Acto seguido, ambos comenzaron a desvestirla.
Su madre le desató el cinturón de tela de la toga de dormir y su suave algodón se deslizó por su cuerpo hasta caer a sus pies, quedando casi desnuda de no ser por el tradicional fundoshi (tela blanca enrollada que cubre la entrepierna). Muy incómoda por exponer su cuerpo desnudo ante sus padres y hermanos, Helena se dejó retirar el fundoshi por su padre quedando exactamente cómo llegó al mundo, con sus senos emergentes, su vagina y su trasero redondo y firme frente a todos ellos… sus mejillas se ruborizaron a medida que evitaba la mirada de todos observándose los pies cubiertos por la toga.
- Lo ciento, mi cielo, sabes que es la tradición, es parte del ritual que sea toda tu familia quien te prepare a modo de ofrenda para él… pensé que no sentirías pudor ya que nos preparamos de hace tiempo en las aguas termales.
- Te dije que debías empezar a bañarte con tus hermanos desde antes, mostrar tu cuerpo desnudo a esta altura no debería ocasionarte ningún pudor. – La regaño su madre.
Era cierto, se había bañado en las aguas termales tanto con sus progenitores como hermanos en numerosas ocasiones para prepararse para el ritual, no obstante, estar en su casa, desnuda lista para los preparativos frente a todos al mismo tiempo era diferente y no podía evitar sonrojarse.
- Lo sé, lo sé, mejor continuemos, estoy lista para el siguiente paso. – Aceptó resignándose, levantando la mirada.
El hermano menor le acercó un cuenco con aceite aromático al padre, este empapó sus manos en el cuenco y se dispuso a pasarle el aceite a su hija. Por su parte, Gallia, noto que los primeros brotes de vello púbico habían germinado en la parte superior de la vagina de Helena, formando una pequeña y delicada maraña oscura que tomó con sus dedos y estiró.
- Killian, trae la crema de baya sambia y la hoja de rasurar del lavabo. – Ordenó y el hermano mayor, Arius, obedeció.
- ¿Es necesario mamá? – Preguntó la pelimiel que no pensaba que su incipiente vello púbico fuera un problema. – No tengo taaanto. – Su padre, continuaba bañando su cuerpo en aceite aromático usando sus manos… comenzaba a preguntarse porque no usaba una maldita esponja.
- No lo sé, creo que es preferible sin pelo. Le gustan lo más virginales posibles. – Ni bien Killian regresó con la crema su madre embadurnó el vello con ella y comenzó a rasurarla con delicadeza, con la práctica y el cuidado que solo la mano de una madre tienen, sin dejar un solo corte en lo suaves y blancos labios vaginales.
- ¿Atrás te salió alguno? – Preguntó su madre tomándola de las nalgas y abriéndolas.
- ¡Mamá! ¡Claro que no!
- No te enojes, solo pregunto, ya te saldrán algunos jijiji… - Se excusó mofándose del nerviosismo de su hija.
- Levanta los brazos, amor. – Le pidió amablemente desde atrás Alphonse. La incomodidad producida por su propia mamá depilando su ingle y hablándole de toda clase de vellos le había hecho olvidar que su padre le había embadurnado la espalda en aceite y chorros de este comenzaban a llegar a deslizarse por la curva de su cadera hacia su trasero.
Helena obedeció sin replicarle nada a Alphonse por llamarla “amor” en un momento así de engorroso y dejó que le pasara sus grandes y aceitosas manos por las ambas axilas, el cuello y sus omoplatos. Mientras más callada y sumisa se comportará antes terminarían, pensó. Por lo menos en lugar de bajar comenzaba a subir, ocupándose de dejar sus brazos brillantes desde los bíceps en formación hasta las delicadas manos.
- Chicos, dejen de mirar y pónganse a ayudar, todos debemos colaborar, es la tradición. – Rompió el silencio Gallia.
Killian y Arius, casi de inmediato y sin siquiera replicar, humedecieron sus manos en el aceite y se unieron a la labor en zonas que a la jovencita le hicieron dudar de sus moralidades.
Ambos escogieron un seno para cada uno y los masajearon con caricias cargadas tanto de curiosidad como erotismo… los cubrieron y amasaron con sus manos mientras sus pezones comenzaban a sentir el estímulo de aquellas manos indecentes y el aceite. Helena cerró los ojos tratando de parecer tranquila mientras sus propios hermanos les aceitaban los delicados y sensibles pechos. Gallia hacía lo propio removiéndole la crema de rasurar con aceite, dejando su vagina tan pulcra como una vagina podía estar.
- Ah. – Dejó escapar cuando la mano aceitosa de su madre le acaricio la vulva de un hemisferio al opuesto. Su mano grande la cubría con facilidad y su dedo del medio se introducía algunos centímetros dentro de sus labios esparciendo el líquido oleaginoso.
Sus hermanos, como sin poder dejar de amasarles los senos, volvían a remojar sus manos para continuar agasajándolos. Aunque eran suaves y cariñosos, con cada pellizco suave de sus pezones una descarga eléctrica le recorría el cuerpo erizándole la espina. Aunque sus senos no eran la gran cosa, por el momento unas sinuosas aproximaciones con mucho desarrollo por delante (a decir verdad, eran más pezón que teta) eso no significaba que no fueran sensibles al tacto.
Para su fortuna, quizás porque Gallia les dedicó una mirada recriminatoria a ambos, dejaron sus senos en paz y pasaron a lubricarle las piernas, desde los muslos blancos y firmes a los delicados pies. Al igual que con las tetas, tenían una pierna para cada uno. Su padre, cuando termino con ambos brazos de su hija, continuo con una parte del cuerpo que Helena no creyó que sería necesario embadurnar: su trasero.
Alphonse sin preguntar, comenzó a frotar sus nalgas con sus grandes manos, incluso separándolas cada tanto (quiso creer que de forma involuntaria). Al terminar y dejarle ambas posaderas brillantes como todo el resto de su cuerpo, froto su mano de perfil entre ellas rozándole el ano con los dedos… al parecer el ritual dictaminaba que ni un milímetro, ni el más recóndito de su piel debía estar sin aceitar. Para colmo sus hermanos subían por sus piernas y “aprovechaban” el ritual para palpar partes del cuerpo que nunca habían tocad, en el caso de ambos, la vagina y el trasero.
- Abre la boca, debo comprobar tu aliento. – Su madre se acercó a su boca abierta y tras olfatear, se la cerró empujando su mentón con su dedo índice. – Nada de qué preocuparse por aquí, te daría una hoja de menta de no ser que de todas formas las prefiere naturales.
Sus pies estaban sobre un pequeño charco de aceite, formado por el que se escurría por su cuerpo y viajando por sus piernas hasta el suelo. Helena se concentró en la sensación del líquido dibujando surcos en su piel para evitar prestarle atención a las manos curiosas de Killian y Arius palpándole el trasero, rozando casi sin disimulo el ano y la vagina.
En eso la puerta de maderos sonó. La Sacerdotisa había llegado y si Helena sintió un pudor extremo al estar expuesta a sus familiares, que ella y sus iniciados ingresaran a su casa no ayudo para nada.
La Sacerdotisa era una mujer de pelo verde oscuro que rondaba los 30 años, voluptuosa y de mirada severa. Tenía el cuerpo plagado de tatuajes ceremoniales en los que destacaba un 3er ojo púrpura en la frente, el emblema de los poderes psíquicos. Vestía varios brazaletes dorados, un colgante de cuentas con un medallón de oro entre los senos y una bata de seda trasparente y evidentemente nada debajo. Helena pudo notar que a la altura de su útero tenía una curiosa marca de fertilidad, un emblema que parecía un corazón tribal. Sus iniciados eran muchachos jóvenes que la secundaban uno a cada lado, uno traía un cuenco con especias afrodisíacas y el otro el traje ceremonial. No obstante, en su séquito venía alguien más.
Detrás de los recién ingresados estaba Shanue, su mejor amiga, portando con orgullo el traje ceremonial que la Sacerdotisa le traía. Consistía en un vestido de una pieza pegado al cuerpo de terciopelo amarillo con guantes y medias del mismo material y un cuello de pelaje blanco de fantasía. Parecía una especie de traje de baño sumamente ajustado y caluroso. Tenía además prendedores amarillos que parecían orejas pegados a sus rodetes de cuello.
- ¿Y? ¿Cómo me queda? – Preguntó Shanue, una joven de cabello castaño oscuro y piel trigueña muy tostada girando para exhibirse. Su cuerpo, aunque aún no presentaba curvas a destacar anticipaba un cuerpo atlético y fibroso.
- Soy Sabine, Sacerdotisa Superiora de Kalar. Es una jornada muy especial, tenemos dos iniciadas que deben cumplir el rito y lo harán en el mismo día. – Intervino la mujer. – Por ende, Shanue porta el manto amarillo y Helena portará el manto rosado, como marca la tradición, le corresponderán los colores alternativos, manto que no era usado en muchos años.
- Con la población que tenemos las chances de que nazcan dos hembras el mismo día son muy bajas. – Le explicó su padre mientras Sabine, con un gesto de su mano, le indicaba a su ayudante que le acerque a la pelimiel el traje que le correspondía.
- Antes de vestir el manto, debo revisar que la iniciada sea virgen. Permiso. – Expresó y agachándose hasta quedar a la altura de la vagina de Helena. Con su índice y dedo medio separo sus labios mayores hasta poder ver el himen a simple vista. – Ahí estás… todo en orden, el Guardián estará complacido, es una pieza deliciosa. – La felicitó antes de permitirle vestirse con el traje ceremonial.
Con ayuda de sus padres, se lo puso. Era, en efecto, sumamente apretujado y cálido. La mata de pelos blanca alrededor del cuello hizo que sus orejas se enrojecieran. Cuando le pusieron una diadema con orejas rosadas su situación no mejoró. Shanue le levantó un pulgar en señal de aprobación desde atrás.
- Ahora deberás acercar tu rostro a las especias afrodisíacas y respirar su fragancia. No te preocupes, son bayas fermentadas molidas que purificaran tus sentidos y te ayudaran a través del ritual.
Helena acercó su rostro al cuenco de piedra hasta casi tocar la pasta multicolor formada de diversos trozos de bayas, algunas de las cuales a primera vista no pudo reconocer. El olor que recibió le resultó extraño y le hizo apartar. Sabine con otro gesto le indicó que volviera a acercarse, era un perfume demasiado fuerte, sumamente ácido que le produjo picor tanto en la nariz como a su boca. La fragancia parecía una mezcla obscena de perfumes y al separarse del cuenco se le quedaron impregnadas hasta al punto de que le hicieron lagrimear.
- Shanue, Helena no pueden ser tocadas ahora en más por nadie que no sea el Guardián, él las espera, ya están listas. – Invitándolas a dejar la casa. - Acompáñenme al templo donde completarán el rito de iniciación y recibirán sus insignias de fertilidad.
Gallia y Alphonse saludaron a su hija con la mano, esta, con su amiga a su lado, les devolvió el saludo iniciando la marcha por la calle baldosada principal rumbo al templo, en silencio, a plena luz del día, con todos los habitantes de Kalar observando desde las puertas de sus casas.
Kalar era un pueblo con tres o cuatro filas de pequeñas casas de adobe y piedra, todas de habitaciones rectangulares, confiriéndoles el aspecto de un montón de bloques apilados. Estaban muy separadas entre sí a cada lado de una calle principal que serpenteaba hacia el imponente zigurat del Guardián, dónde el pókemon protector de todo el pueblo residía, donde se cobraba el alto precio por la prosperidad de dichas gentes: virginidad, el Guardián reclamaba la virginidad de todas, cada una de las kalarianas.
La pelimiel a cada paso que daba comenzaba a sentir un profundo nerviosismo creciendo dentro de ella, un escalofrío colándose en sus huesos hasta la médula, a pesar de estar bajo el sol, en un día cálido, Helena sentía estar bajo una noche sombría, helada e invernal. Los espectadores le parecían sombras fantasmales emergiendo de sus casas de adobe rojizo, de diseños cuadriculares, como monstruos de cuevas olvidadas.
- ¿Nerviosa? – Preguntó Shanue, que en contraposición se veía muy risueña.
- Como no estarlo, nunca vi al Guardián. – Expresó alzando para ver las estatuas. cuando. El zigurat donde residía era visible en toda Kalar, no obstante, las estatuas que decoraban sus escalinatas solo las veían con detalle quienes tenía permitido ingresar al recinto sagrado.
La sacerdotisa, su séquito y ambas ofrendas continuaron subiendo. Helena observó a los lados, podía verse toda Kalar a lo lejos, incluso podría encontrar su hogar de proponérselo, sin embargo, no estaba ante su hogar, sino a la ominosa entrada de la ciclópea construcción… A pesar de que caminaba hacia el sol de frente sentía una helada oscuridad envolviéndola… se preguntaba cuándo, quiénes y cómo había construido el monumental zigurat, demasiado grande para un pueblo como ese, demasiado antiguo, demasiado horrendo, las estatuas que flanqueaban las escalinatas no se parecían a nada que hubiera visto antes… las dudas y el terror comenzaron a dominarla y Helena detuvo su marcha frente a la negra entrada, a penas iluminada por el fuego de dos antorchas.
Las manos suaves de la sacerdotisa se posicionaron en su hombro y su cadera invitándola a continuar: “Él espera por ti, reclama tu virginidad…” susurró y la pelimiel posó la mirada a la negrura interna del zigurat, a sus entrañas de brea insoldables, donde la oscuridad, le devolvió una mirada de ojos grandes y rojos…
Una voz electrónica quebró la realidad y Helena se separó de la mente de Serena de súbito gracias a ella. El dichoso despertador de Álex estaba sonando… Serena comenzaba a desperezarse.
- Estamos en el Centro de Investigación Pókemon de Kanto, dónde se finalizó uno de los experimentos más largos de la historia de la ciudad. Aquí tenemos a su sacrificado protagonista, Syncroon, un Alakazam entrenado por Sabrina que se comprometió al experimento que duró 5 años junto al equipo de investigación psíquica, con ustedes, además, el director, el Dr. Kovack.
- Zaaaaam, Alakazaaam.
- Así es, fueron 5 largos años de experimentación, queríamos encontrar el límite en la inteligencia de su especie, trazar un límite que nos permita conocer el verdadero significado de lo que es poseer un coeficiente de 4 dígitos.
- ¿Lo encontraron?
- Aunque el resultado fue alucinante, seguimos en el mismo lugar, sin encontrar un límite a su inteligencia, lo que, irónicamente, consideramos un éxito a nuestro trabajo. Algunas veces, en especial los científicos, debemos aceptar que no podemos medirlo todo, conocerlo todo, algunas cosas no tienen límites que podamos discernir.
- ¿En qué consistió el experimento y cómo concluyeron que su inteligencia no tiene parangón?
- Fue, digamos, complicado. Pusimos a Syncroon bajo diversos juegos de memoria y de inteligencia que no fueron concluyentes, simplemente lo subestimamos, nuestros primeros esbozos eran demasiado insuficientes por lo que redoblamos la apuesta por algo más ambicioso. Creamos una computadora capaz de generar por algoritmo números de forma azarosa por un periodo predeterminado que se auto registra en un archivo externo a medida que se generan.
Serena sintió un frío repentino y busco las sábanas para taparse con ellas. La voz del jodido despertador le taladraba la cabeza ¿Quién en su sano juicio querría despertarse con noticias? Aunque por lo menos las de ese día no tenían nada de trágicas.
- Para nuestros televidentes menos avispados ¿Podría ponerlo en palabras más, doctor?
- Para ponerlo de manera simple, imaginen que están frente a una computadora 6 horas al día, que genera pantallazos de números al azar que llenan la pantalla cada segundo ¿Me sigues? Imaginen que lo hacen durante 5 años, 5 años, 6 horas al día viendo un número sin fin, largo cmo el mismo cosmos, más largo que la realidad, bien, aquí viene los sorprendente… Syncroon, los Alakazam en general, poseen una hipertimesia sorprendente, ellos no conocen el concepto del olvido, ya que Syncroon pudo replicar en el mismo orden, uno por uno, sin ninguna falla, cada número que fue generado al azar por la computadora fue corroborado por un programa especial con el número archivado en la memoria externa durante lo que duró el experimento, es decir, no encontramos un límite concluyente, y el hecho de que no tenga límites concebibles es para nosotros lo suficientemente concluyente.
Tras escuchar suficiente, la kalense se estiro para apagar el despertador notando que algo no estaba bien.
- ¿5:23? Esta cosa se descompuso, nunca lo pongo a esa hora… - Susurró extrañada, verificando si las baterías estaban en buen estado o había sufrido algún golpe. El radio despertador sonaba cada día, sin excepciones, a las 7 y media. – No puede ser, está intacto ¿Entonces por qué se prendió solo?
No obstante, solo significaba una cosa… podía permitirse dos horitas de sueño más y aunque Álex aún no había llegado de su reunión con su pandilla de la juventud, no había motivos para pensar que no podía dormir, después de todo, los sueños sobre Helena, Shaune, y esa enigmática región quedaron olvidados ni bien despertó.
Capítulo 54 El Camino Hacia el Debut
Serena tenía demasiadas cosas de las que preocuparse como para darle relevancia al incidente con el despertador. Para cuando Álex regresó, tanto eso como su enigmático sueño quedaron olvidados. No obstante, lo notó algo preocupado.
- ¿Todo bien? ¿Cómo dormiste? – Peguntó apoyando su enorme cuerpo contra ella desde atrás mientras se preparaba un licuado de bayas.
Era casi las dos de la tarde y el hombre tenía tan solo un puñado de horas de sueño, a pesar de su aspecto desaliñado que lo hacía parecer un matón callejero, estaba de muy buen humor.
- ¿Porque preguntas como si estuviera enferma? Te dije ni bien llegaste que dormí bien. – Le respondió tomando una baya magua, que parecía un adorno navideño conformado de esferas azuladas y una aslac, una baya pequeña, verde, dura y protuberante con forma de corazón.
- Solo me preocupé, fue la primera vez que me fui de parranda y te dejé sola. – Se excusó.
Álex vestía una remera musculosa agujereada y un jogging gris con el elástico gastado. Mientras le acariciaba el cuerpo y le besaba los flancos del cuello, no tardó en masajearle un seno con cariño.
- Amor… ¿Puedes dejar mis bayas pabayas en paz? – Se quejó entre risas, sin oponer resistencia mientras le palpaba los pechos con descaro.
- ¿Pabayas? Yo las veo más como unas aranjas, aunque mucho más grandes y apetitosas.
- Sí, muy halagador, no te creas que te perdono haberme dejado toda la noche sola, que no se repita, he. – Bromeó poniéndose en el papel de una esposa regañona. - ¿La pasaste bien? Me imaginó que no bebiste ni una gota o podrían haberte puesto una infracción grande como las tetas de mi madre.
- No, por supuesto que no bebí nada, solo un poco de agua que encontré en una maceta. – Dijo con sorna. – Por cierto ¿Cómo se portaron los pókemon? ¿Ese Hypno no hizo ninguna travesura?
- ¿Pasa algo? – Se impacientó dándose vuelta, enfrentando a su amado. - ¿A qué se debe tanta preocupación?
- Me genera desconfianza, es todo. Ya te dije una vez que no me gustan los tipos psíquicos. – Mintió, aunque no del todo. Su preocupación iba porque Sabrina había detectado que Serena estaba bajo alguna especie de influjo del pókemon psíquico durante su ausencia, de hecho, Álex condujo tan veloz y temerario que casi se estrella en varias oportunidades. Movido por su preocupación, el rugido de los motores de su motocicleta debió de ser un dolor en los huevos para varios que a esa hora estaban en el 7mo sueño. Se sorprendió y a la vez se alivió cuando la encontró en el baño limpiándose los dientes con total normalidad.
- Perdón, estoy algo ansioso, ya sabes… se acerca tu gran debut. – Mencionó apoyando sus grandes manos en la cintura de Serena. Esta vestía ropa de dormir muy fina y aniñada, un pequeño pijama de dos piezas rosado con detalles de listones.
- A la que le van a meter 30 centímetros por el culo es a mí, como si no te hubieras estrenado a alguien frente a cámaras antes. – Dijo bebiendo el licuado. Ahora que el debut frente a las cámaras estaba más cerca que nunca, había empezado a hacer ejercicio y a alimentarse mucho más sanamente… no obstante, ese batido de sano no tenía nada. - ¡Puaajjjj! Sabe espantoso… guácala.
- Nunca mezcles más de tres bayas, te lo digo por experiencia. – Dijo sonriendo tomándole el licuado y probándolo. – Ugh, es tan ácido le haría una úlcera al estómago de un Aggron, espero que no estés intentando suicidarte para salvarte de tu gran función.
- ¡Para nada! – Se escandalizó. – La realización del capítulo 70 ya se demoró demasiado, aunque en un principio me pareció bien que Duke lo dilate para que me tomen más fotos, eso incremento las ansias, el hype.
- Fue una decisión lógica, tu primera sesión de fotos, la que te sacó Kevin junto a Little Joe y T. J. me dijo que fue la sesión más visitada en muchos años y entro al top 7.
- Sí, y las siguientes fueron exitosas también.
En los chats exclusivos para suscriptores de Pokeporn, el público se volvió loco al ver a Serena desnuda por primera vez, en un callejón y acompañada de dos negros bien dotados. Fue una movida lógica que su jefe apostara por dos sesiones más retrasando el debut ante las cámaras, además, las descargas de las sesiones en alta definición solo eran habilitadas para las cuentas premium y un porcentaje bastante alto mejoró su suscripción mensual para poder acceder a las fotografías de Serena en la mejor resolución posible.
La segunda sesión también la hicieron en a la intemperie, en una locación mucho más jugada que un callejón poco transitado, fue nada más y nada menos que en el Puerto de Ciudad Carmín. La compañía pidió un permiso especial y en una zona algo apartada, (aunque no tanto) dedicado solo a la estibación, Serena prestó su carne para la cámara y todo aquel que pasara.
- ¿Serena? ¿Estás conmigo? – Le llamó la atención Kevin, el flacuchento fotógrafo de lentes que la dirigía con mucha paciencia al verla divagar con la mirada perdida.
- Perdón, me distraje, es que no conozco esta parte de Kanto, es un puerto hermoso. – Se excusó volviendo a posar.
- Sé que no es fácil, ese callejón era pan comido en comparación, aquí todos los que pasen te van a ver, solo ignóralos, mentaliza que solo existís vos y la cámara, ni siquiera yo estoy acá ¿De acuerdo?
- ¿Imagino que es una cámara flotante? ¿Algo así como una cámara Rotom?
- Es buena idea, si te ayuda, adelante. – La alentó el muchacho haciéndola concentrar.
Duke le advirtió que sería una prueba difícil, estaría sola esta vez, sin compañeros masculinos en los que apoyarse, solo con la sensualidad de su cuerpo y su desnudez para sustentar la sesión, también, le aseguro que le ayudaría a superar cualquier miedo escénico y a eliminar hasta el último vestigio de pudor que le quedaba… en eso no se equivocó. Aunque al principio se ruborizó cuando los transeúntes que pasaban se quedaban para ver el trabajo, con el correr de los minutos, pose a pose, lo fue disfrutando, incluso cuando su público comenzó a multiplicarse.
Frente a un atardecer espléndido, amarillo anaranjado, con el mar de fondo y el sonido de las olas rompiendo contra los muelles, Serena se fue desvistiendo y enseñando sus atributos en poses cada vez más jugadas mientras los trabajadores portuarios, (y algún que otro transeúnte) se quedaban a observarla trabajar respetando el perímetro establecido, incluso se tomaban el atrevimiento de fotografiar y grabar su cuerpo desnudo, un espectáculo que no se veían todos los días. El viento marino era leve, no le estorbo en la producción despeinándola, aunque sí le erizaba la piel, y ni hablar de sus pezones, la primera zona erógena de su cuerpo que descubrió.
La historia de la sesión era sencilla, menos elaborada que la anterior, más del tipo pinup que porno: personificaba a una acalorada entrenadora “cool” o “guay” que llegada en bicicleta desde un sitio remoto, cansada, encontraba el atardecer portuario propicio para posar, desvestirse enseñando sus orificios, y hasta juguetear con ellos introduciéndose juguetes sexuales en el cuerpo con suma paciencia… fue en ese momento cuando supo que había perdido todo el pudor, estaba posando con varias cápsulas vibratorias metidas en la vagina y un rosario de esferas con asa en el ano. No estaba completamente desnuda; conservaba puestas medias can can negras, su popular falda escarlata y su sombrero rosado con un listón negro.
- ¿Faltan muchas fotos? – Pregunto de pie, abierta de piernas y de espalda, enseñando los juguetes metidos en los agujeros inclinada, sosteniendo su sombrero para que no se lo vuele la brisa.
- ¿Nerviosa? Diría que en unos veinte minutos estamos, puedes juguetear un poco más, sacártelos y listo.
- Tengo miedo de que me vean niños, me pareció escuchar algunos…
- No pienses en eso, tenemos el permiso. – Le restó importancia fotografiando la vagina goteándose hasta las medias por acción de las cápsulas vibratorias (encendidas). Serena, a pesar de sus consternaciones, se abrió el culo para enseñar que tenía metido el rosario de esferas anales hasta el mango, única parte del juguete que sobresalía de ella.
- Sería incómodo si me ven, imagínate sus preguntas ¿Esa señorita no tiene pokecuártos que anda desnuda? ¿No le molesta que ese tipejo le esté sacando fotos a su vagina? ¿O por qué se metió un collar de perlas en el culo?
- Esas preguntas son responsabilidad de sus padres, nosotros tenemos otras, mi trabajo es encontrar la iluminación correcta, captar tus mejores rasgos, que se vean con lujo de detalle tus atributos… sigh, amo mi trabajo, en especial cuando puedo hacerlo tranquilo. – Suspiró, sumamente calmado, sabiendo que la charla a veces ayudaba y mucho a las modelos.
- El otro día Little Joe y T. J. te hicieron la vida imposible. – Expresó poniéndose en cuclillas mientras se levantaba la pollera. Era una de las reglas número 1, siempre mostrarse lo más puta posible, ya iban como una hora y meda de sesión, una foto en la que no se le viera un agujero era inadmisible. La etapa de desvestirse y posar sobre la bicicleta había pasado.
- No los culpo, Serena, no los culpo para nada. – Admitió observándola con sus ojos, sin el lente como intermediario. - Es solo que tenía una sesión planificada y… se complicó, no sé en qué habrá terminado esa tarde ni me interesa saberlo, como ya no querían colaborar lo mejor fue darla por terminada.
- No pasó nada grave, tuve sexo con ellos, me sirvió de experiencia y, digamos que me dieron algo de dinero en compensación. – Expresó tomándose una nalga con una mano y el mango del rosario con la otra, comenzando a sacarlo de su culo con lentitud.
- Despacio, tranquila, quiero ver cada esfera saliendo con lentitud. – Expresó maravillado con la visión de su anillo dilatándose con cada esfera, abrazando el juguete hasta expulsarlo bola a bola.
- ¿Quieres verlo o es que tienes que fotografiarlo? – Le preguntó notando que había dejado su profesionalismo de lado.
- Bueno… mejor sigamos, no es mi trabajo responderte todo. – Bromeó.
En efecto, a los pocos minutos los agujeros de Serena quedaron dilatados, húmedos y expuestos no solo ante el lente, sino a más de una docena de transeúntes que la fotografiaban y filmaban. Sus orificios chorreaban lubricante y jugos sin reparos, los juguetes debajo eran empapados, habían caído al suelo de concreto de la acera tras ser pujados fuera de su cuerpo sin ayuda de sus manos, recibiendo chorritos provenientes de su vagina y de su ano. Serena disfruto de quedar expuesta como una puta en un remate por varios segundos hasta que decidió que habían visto suficiente y junto a Kevin dieron por concluida la jornada.
A los pocos días se volvieron a ver en un entorno más familiar, nada más y nada menos que el taller de motocicletas de Álex, “Poison Bikes” donde no estuvo sola, ya que su amado hizo de mecánico y juntos dieron vida a uno de los clichés favoritos del porno: la mujer en apuros que, solicitando los servicios de un mecánico, ofrece un pago alternativo.
Esa sesión fue sobre rieles o, mejor dicho, sobre sólidas ruedas de moto, casi que la sintió como su debut oficial en Pokeporn porque hizo todo lo que tenían planeado hacer en el siguiente capítulo de 70 de International White Sting Whores. Se dejó comer la boca y las ubres como si fuera la primera vez que se conocían sobre la mesa de las herramientas, la acostó sobre una motocicleta boca arriba y penetró su boca mientras apretujaba sus tetas, también degustó sus testículos que estaban a la altura justa de su boca, succionándolos uno por uno y luego a ambos.
Luego Álex la penetró de pie y a lo largo de todo el taller, contra las motos, contra las estanterías de repuestos, contra las paredes mohosas. Incluso había un par de almanaques de decoración realizados para la sesión que contenían fotos de Serena de las dos sesiones anteriores, la del callejón y la del puerto.
El hombre vestía un mameluco sucio y gastado (realista en pocas palabras) de una pieza que llevaba caído hasta los muslos. Sus nalgas duras y descubiertas, así como su espalda trabajada y tatuada fueron la sensación de las suscriptoras de Pokeporn en los chats, tanto como Serena dejándose ensuciar el cuerpo con grasa y siendo zamarreada de acá para allá por todo el taller lo fue para los caballeros. Fue la antesala perfecta para lo que vendría, el primer encuentro sexual en video de la pareja del momento.
- Amor, deje mucho flujo sobre esa moto, espero que a tu cliente no le moleste. – Le dijo mientras este le preparaba el culo para un anal de la mejor forma que sabía: lamiéndolo.
- Descuida, no le va a molestar tener los fluidos de una celebridad por todo el asiento. – Respondió haciendo alusión a que los videos y las fotos que le tomaron en el puerto se volvieron casi virales y no hicieron más que engrosar las filas de suscriptores de Pokeporn. - ¿Lista? – Pregunto con cordialidad presentando su inmenso falo al ano.
- Siempre. – Respondió en un jadeo. – Ooooh, fuck, por Arceus, cada vez te la veo más grande… aunque la siento mejor. – Expresó en un jadeo sintiendo las paredes rectales engrosando su perímetro a medida que Álex avanzaba…
- Y entra mejor. – Admitió el hombre tomándola de una nalga y estirándola para forzar el roce del anillo contra el tronco.
Kevin, que ante una presencia tan formidable como la de Álex no necesito dar instrucciones, se mantuvo en silencio mientras el sexo anal, lento y profundo, se llevaba a cabo contra una pared. White Sting llevaba el ritmo a la velocidad indicada para que las fotografías no salieron ni movidas, ni inexpresivas, el fotógrafo no tuvo inconvenientes en capturar el legendario del actor entrando metido al completo, a la mitad y solo con la cabeza guardad.
Serena lo soportó mejor que nunca, obsequiándole a su hombre gemidos y suspiros de auténtico placer por varios minutos. A pesar de tener (entre otras cosas) el cuerpo lleno de grasa y muy acalorado a pesar de la desnudez, se dedicó a posar y gemir como toda una profesional, sin olvidar que no estaba en un video sino en una sesión fotográfica, por ende, se soltó por completo y le dedico al lente sus mejores caras de placer, deseo y dolor.
Desde ese día, tras el sexo anal concluido con un exquisito “cream pie”, la pareja se mantuvo en abstinencia para darlo todo en el momento de la verdad. Ambos habían acordado romper cualquier libreto y hacerlo tan natural como desatado como les sea posible, y aunque para una pareja era común no tener relaciones por unos días, en ellos era un hito histórico, hasta los pókemon los observaban extrañados, no estaba acostumbrados a noches silenciosas.
Los pókemon de Álex estaban encerrados en sus respectivas pokebolas y solo salían para entrenarse, cada tanto los hacia tomar aire por turnos (aunque no a los nuevos, ya que su vendetta personal contra Luca era un secreto). Los de Serena deambulaban por la casa, el taller y el patio, siendo Creep el que se comportaba de forma extraña… la kalense juraría que la observaba con reproche cada vez que salía a tender la ropa y el pókemon de pelaje amarillo estaba sobre su tocón observándola.
- Ya sé, ya sé, tengo una misión y todo eso, por ahora déjame debutar tranquila, no tengo tiempo de trabajar en ese jodido guion. – Le recriminó, aunque Creep no se había comunicado de ninguna manera. Algunas veces sus silencios eran más terroríficos que sus actos y ella sabía muy bien que debía ponerse a trabajar en la película con subtexto pokefílico. El resto de su pandilla también le dedicaba miradas hostiles por algún motivo… algo raro estaban tramando, aunque no tenía tiempo para pensar en ello, los atendería como antes cuando se liberara de sus responsabilidades.
Y vaya que tenía una responsabilidad. Tras un camino largo cargado de experiencias y emociones inéditas en su vida, Serena y Álex se bajaron de la motocicleta teniendo al edificio de Pokeporn Live frente a ellos. El monolito moderno los esperaba para una jornada de trabajo única e histórica para ambos. Era una mañana inusualmente fresca y Serena vestía una gran campera que le llegaba a las pantorrillas, por ende, además de ocultar su osado atuendo, la abrigaba en el camino en motocicleta. Solo se veían sus nuevos borcegos negros de plataforma y varias correas así como medias de red rasgadas.
- ¿Lista? – Le pregunto con cordialidad el hombre.
- Nací lista, solo que tardé en darme cuenta. – Dijo resoluta iniciando el paso. Álex detrás de ella, asintió y la siguió satisfecho por el edificio una vez más, viendo viejas y nuevas caras por doquier que se detuvieron, todas sin excepción, a expresarles sus buenos deseos y felicitaciones.
La puerta corrediza de cristal, los arbustos de bayas de la entrada, Jezz la insoportable recepcionista parecida a un Jynx y el sinfín de posters enmarcados por las paredes fueron testigos de Serena irrumpiendo con decisión secundada por su amado hacia el ascensor.
Cuando llegaron al 5to piso, Duke los esperaba radiante, con una campera verde ajustada y lentes de sol, aunque más precisamente la esperaba a ella para conducirla a su nuevo camerino. La pareja se despidió por unos minutos con sus miradas conectadas cargadas de emociones, no era momento para llorar, no obstante, Serena sintió un nudo en su garganta debido a que cuando se volvería a ver, las cámaras estarían encendidas en el set del 5to piso y ella ya sería una actriz porno.
- Las descargas de tus últimas sesiones se salieron de las gráficas, los moderadores en los chat no dan abasto y estamos bajando cerca de quince enlaces diarios de descargas ilegales de tu material, no te das una idea del movimiento que tuvimos, si suelo revisar dos veces hoy revisé cuatro, quiero que todo salga perfecto.
- Nada de presionarme, he. – Bromeo Serena al llegar a la puerta de su camerino.
- Lo harás bien. Sé reconocer a una soldado confiable y estoy viendo a una ahora mismo. – Dijo apoyándole su mano fuerte en el hombro de forma fraternal. – Es hora, prepárate, estamos bien de tiempo, aunque tampoco te tardes mucho.
- No veo porque me tardaría si…
Al abrir la puerta, dos mujeres se robaron toda su atención y no tuvo tiempo ni de echarle un vistazo al camerino. La culpable de que Serena estuviera parada allí en Pokeporn a punto de ganarse el pan siendo actriz porno, su mentora, su mejor amiga la abrazaba con fuerza apretujándole el cuerpo en medio de un giro: Shauna, la joven delgada y trigueña de rodetes circulares.
- ¿Puedes creerlo? ¿Qué la mojigata de Kalos ahora sea actriz porno? ¿Puedes creer que esté saliendo con el jodido White Sting? ¡Ahora adivina gracias a quién fue todo eso! – Saco pecho Shauna aún abrazada a su amiga dirigiéndose a una 3era mujer. Parecía festejar como si hubiera anotado un tanto en algún deporte.
- No dejo de pensar cada noche, cuando me voy a dormir, en qué habría pasado si no hubiésemos tenido esa salida de chicas, todo habría sido tan diferente… gracias por venir a saludarme, más con lo abandonada que te tengo.
- No te des tanto crédito, Shauna, vi sus fotos y era cuestión de tiempo, la verdadera Serena afloraría algún día. – Afirmó con decisión May, la reconocida artista de Hoenn abrazándola con mucho cuidado dado que tenía un brazo enyesado. – Felicitaciones, amiga, espero que todo salga de maravillas hoy y siempre.
- ¡May! ¡Vaya sorpresa! ¿Cuándo llegaste a Kanto y qué te pasó en el brazo?
La castaña de senos imposibles casi que iba a acompañarla en el debut, sin embargo, Duke prefirió que sea una “batalla uno contra uno” para que toda la atención estuviera sobre la nueva integrante. Además, la artista tuvo un serio accidente con su bicicleta de carreras y su brazo aún estaba recuperándose.
- Si vas a Hoenn no intentes hacer acrobacias con la bici de carreras, intenté pasar los puentes de rieles de la ruta 119 y me caí sobre unas rocas picudas. Me quedan unos meses de recuperación.
- Después te firmo el yeso, va a ser mi primer autógrafo como profesional. – Prometió Serena. – ¡Vaya, como si mis autógrafos valieran algo, me salió la creída de adentro!
- No me di cuenta de imprimir algunas de tus fotos para que me las firmes. Se las podría haber vendido a mis compañeros de trabajo. – Se arrepintió Shauna despreocupada. – A pesar de ser modelos y poder salir con cualquiera estuvieron toda la semana jodiendo con tus sesiones y con qué sos la novia de White Sting y bla, bla, bla. Los muy babosos esperan este día para ver tu debut en vivo, si les llegó a decir que sos amiga mía no dejarían de molestarme…
- ¡Qué vergüenza! ¡De un día para otro todo Kanto vio mis fotos, nadie deja de recordármelo!
- ¿Vergüenza? Esa es la vieja Serena, hoy te van a ver hasta colon transverso, esas sesiones no van a ser nada comparado con actuar en vivo.
- ¡¿Qué les pasa a todos?! – Se exasperó Serena. - ¡Dejen de meterme presión, me siento en una pelea contra un montón de legendarios!
- Por cierto, casi lo olvido, una mujer pelirroja de vestido ajustado me dio esto. – Dijo May dándole un sobre sellado con cera caliente en forma de beso. – Estaba acompañada de otras dos mujeres y como ella me hicieron cuestionar mi sexualidad, uffff que mujerones.
- A mí también… joder con esas mujeres, son de esas mamacitas con las que no me importaría practicar tijeras X a diario, todas unas sugar mommys.
- ¿Una carta? – La tomó preguntándose de quién sería hasta que leyó “Trío Peligro” del lado de la solapa y las recordó… a las tres mujeres de buen pasar, voyeuristas y de cabellos dispares, siendo una rubia, otra morocha y la tercera, pelirroja.
Mientras Serena se preparaba con la ayuda de sus amigas, Álex también recibía visitas mientras inflaba sus músculos con las voluminosas pesas que tenía en su camerino. Tras escuchar unos golpes (a diferencia de Serena, la indumentaria masculina no era ninguna ciencia y se arreglaba en pocos minutos) encontró a una joven baja de cabellos marrones con mechones teñidos de verde. Usaba una campera de entrenadora roja con detalles negros y blancos a juego con una gorra de visera y en las piernas, una calza negra muy apretada.
- Espera, espera… - La intercepto antes de que siquiera lo saludara. Observando las curvas generosas de la joven, tanto las de frente como las traseras. - Me acuerdo el nombre de todas mis fans y me decepciono mucho cuando no acierto un nombre… ¿Era Mercy, verdad?
- ¡Siiii! ¡No puedo creerlo, me recordaste! – Se emocionó la joven entrenadora. - ¿Cómo tienes tanta memoria?
- Me acuerdo que me pediste un autógrafo en Chef Krabby y lo firmé en una ultraball, a tu amiga de pókemon raro se lo escribí en una foto. Vos tenías un Graveler ¿Le erré en algo?
- En nada, ese pókemon raro era un Carkol, Abby mi amiga es fanática de los tipo roca y nos hicimos amigas por mi Graveler… en fin, estoy divagando. – Acto seguido, se sacó una tarjeta plastificada del pecho colgada del cuello, nada más y nada menos que una insignia V.I.P. Tenía el logo de Pokeporn en dorado, la foto y los datos de Mercy inscriptos. Álex sabía que era un pase muy caro y que les permitía disfrutar del detrás de escenas en cualquier producción.
- Mercy, Mercy, no tenías que pagar una fortuna para tener una… - Acercándose para susurrarle. – Con esperarme a la salida y pedírmelo te habría dejado pasar cuando quieras.
- Lo sé, lo sé, es que tener un pase V.I.P. es como un sueño para mí, ahorré por mucho tiempo y ni bien cumplí los 18 hace unos días, bueno, lo pedí. No podía perderme el debut de tu novia en vivo, es algo histórico para Pokeporn.
- Espera… ¿Eras ilegal cuando nos conocimos? ¿Te parece bien ver mis videos cuando no son para tu edad? – Bromeó Álex haciendo el papel de padre estricto.
Mientras dialogaban y se sacaban fotos para que la chica las presuma en sus redes sociales, en eso llegó Duke y le advirtió que en quince minutos todo arrancaría.
- Me siento como un novio llegando al altar, esperando por ver a su esposa en su vestido de novia, Serena se vistió en el baño y se puso la campera sin dejarme ver su outfit, me dijo que sería una sorpresa… a veces no sé quién de los dos tiene más nervios.
Álex se quedó en silencio, viendo pasar un flashback con los momentos claves vividos con Serena en los últimos meses, preguntándose cuantos momentos especiales más les quedaban por vivir. Esperaba de todo corazón que sean muchos. Por fin, tras recordar que Mercy estaba en la puerta de su camerino se perfumó, intercambio algunas palabras con ella y tras un último vistazo en su espejo, la invitó a acompañarlo al set.
- Te diría buena suerte, pero es para la suerte es para los fracasados, lo harás bien. – Lo alentó Mercy, sin dudas una de sus admiradoras más jóvenes, dejando entre ver que White Sting aún estaba vigente llegando a las nuevas generaciones. No cualquiera pagaba un pase exclusivo para poder pasearse con libertad por las filmaciones.
- Ponte cómoda. – Expresó tronándose los dedos y el cuello. – Como bien dijiste lo de hoy va a ser histórico no solo para la empresa, sino para mí, acompáñame, te voy a hacer valer hasta el último pokecuarto de ese pase V.I.P.
Capítulo 55 La fan número 1
Muy lejos de Kanto, de Azulona, de Pokeporn, más precisamente en un pintoresco departamento de Ciudad Luminalia, una mujer de cabellos castaños morados y ojos celestes muy claros, se hacía un rulo con un dedo acostada en la cama mientras manipulaba el control remoto de una enorme pantalla frente a la cama.
Gracias al control remoto enlazó al televisor de pantalla plana incrustado en el muro con el internet de altísima calidad y puso la página con la cual se deleitarían durante toda la noche.
Estaba recién bañada, perfumada y con un conjunto de lencería infartante debajo dela bata. Estaba impaciente, casi nerviosa esperando a que su novio llegara para tener uno de los momentos más esperados por la pareja… si llegaba a atreverse a llegar unos pocos minutos tarde no se lo perdonaría jamás.
Quizás ella no era la mujer más prolija, planificadora o meticulosa, más bien, por ser una mujer rural, una ex jinete de Rhyhorn famosa y acostumbrada a ser independiente era algo osca para algunas cuestiones, sin embargo, esa noche era distinta, era una velada tan especia que Grace estuvo al pendiente de hasta el detalle más mínimo.
Cuando estaba a punto de maldecir escuchó el sonido de las llaves y un abrigo siendo dejado en un perchero. Grace se imaginó que también dejaba su característica boina color aceituna.
- ¿Llegué tarde? – Preguntó un hombre de ojos marrones, enorme, barbado y de brazos grueso como de un Slaking, vistiendo un jardinero de jean y un pulóver arremangado debajo.
- Llegaste justo a tiempo… espero que el trabajo no te haya dejado sin energías. – Susurró Grace desatándose la bata para enseñar un poco de su sensual conjunto erótico. La mujer descubrió uno de sus enormes pechos cubiertos por una pieza de encaje color vino.
El voluminoso hombre se ubicó sobre ella cubriéndola con sus brazos como pilares a los lados, acercando sus labios para besarla con pasión: - No existe ni se inventa trabajo que me deje sin ganas de hacerte todo lo que te pienso hacer.
- Así me gusta, vamos, cámbiate, la función está por comenzar. – Le dijo entre besuqueos, disfrutando de la fragancia natural que Meyer traía impregnada de su trabajo en la tienda de electrónica, esa particular mezcla de acero, grasa y sudor más varonil y afrodisíaca que cualquier colonia costosa que se jactaba de ser irresistible.
- Amor… ¿Lo pensaste bien? ¿Estás segura de esto? Ya sé que pagaste la suscripción premium gold y que por eso puedes ver el estreno en directo y todo eso, es solo que, tengo mis dudas… – Mencionó con cautela sacándose el jardinero de trabajo. – Digo, yo sé de tu fanatismo por él, que fuiste de las fundadoras de su club de fans en sus inicios y no te perdes un solo episodio, sé que guardas con recelo todo sus dvds…
- ¿Sí? ¿Entonces? – Se impacientó Grace jugueteando con su bata, cerrándola y abriéndola. – Elegí bien las palabras, amor, si decido atarme la bata no la voy a desatar en toda la noche.
- Es que el de hoy es especial… no va a ser un capítulo como los otros, no va a ser un capítulo más de White Sting junto a Courtney, Rosa, May o Lillie, hoy va a debutar tu hija y no estoy seguro de que quieras ver eso.
Grace sonrió mientras comenzaba a atarse la bata, con el fastidio y la desilusión plasmadas en el rostro: – Ya lo hablamos suficiente ¿No te parece? ¿No acordamos ya que quería ver qué tanto heredó de mi esa mocosita atrevida? ¿No te parece que tengo derecho a ver cómo se desempeña en su nuevo trabajo más cuando hace siglos que no me llama y me guarda tantos secretos?
- Sí, lo sé… lo siento… sé que Serena te ocultó no solo su nuevo empleo, sino también que esta de novia con tu actor porno favorito jajaja todo un giro del destino.
- Ni que lo digas, aunque yo no me quejo de lo que tengo, aunque a veces me gustaría que lo que tengo cerrara más el pico y sea más aventurero. – Expresó arrojándole una clara indirecta.
- La muy zorrita hasta tenía dos sesiones de fotos antes de que te entrarás, sin dudas va a ser todo un espectáculo, perdón, no quise ser aguafiestas, es solo que si me pongo en tu lugar y fuera mi Bonnie la que apareciera en la gran pantalla… no quiero ni pensarlo. – Se disculpó el musculoso hombre, dejándose dominar ante la aterradora idea de que la noche especial se cancelara.
Meyer se sacó el pulóver y la musculosa debajo revelando unos pectorales hercúleos de trabajador, duros en las clavículas, blandos y colgantes debajo sobre el diafragma, además de tenerlos muy velludos como sus brazos. Tenía una barriga voluminosa que le confería el aspecto de un macho alfa en la cima de su apogeo.
- Ese es mi grandulón, quiero tu cuerpote junto al mío y que veamos a mi pequeña florecer juntitos y en silencio, a ver que tan bien le va en su primer día de trabajo. – Reveló expectante. - Hace mucho tiempo que no le veo la cara y es hora de que madre e hija nos pongamos al corriente.
Continuará…
¡Gracias por leer! Sé que quizás esperaban que el debut empieza ya, en el siguiente capítulo SIN FALTA va a ocurrir eso, como verán lo deje servido en bandeja, ya no hay lugar para más rellenos.
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