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Vacaciones diferentes

Con mi esposa planeamos mucho tiempo irnos a pasar una semana en verano a Europa. Este año finalmente pudimos hacerlo, los paisajes, comidas y museos no fueron lo mejor de estas vacaciones.
Mientras hablábamos sobre qué hacer cuando vayamos nos habíamos propuesto ir a una playa nudista, ya que en Argentina no es lo mismo y nos daba un poco de pudor. Nos cuidamos varios meses, hicimos ejercicio y nos preparamos para llegar bien físicamente. Ella estaba flaca, con sus pechos hermosos y su culo durito que mantenía espectacular. 

Después de varios días en Europa habíamos visitado los lugares planificados, la estábamos pasando espectacular, habíamos hecho algún amigo en cada ciudad que visitábamos, pero aún no habíamos ido a la playa tan deseada.

Fue en Francia que googleamos una que cumpliera con los requisitos y nos decidimos a ir.
Cuando salíamos del hotel nos cruzamos con Oleg, un sueco que habíamos conocido en Madrid y habíamos pegado onda, hablaba perfecto español, por suerte. Charlamos un rato, nos preguntó a dónde íbamos y le contamos nuestro plan.

- Muy bueno, los dejo entonces.
- Vení con nosotros si no tenés otro plan - Comentó mi novia. No sé si lo hizo de compromiso, tenía ganas de ver desnudo al sueco o quería que él la viera en bolas, lo importante es que la idea me pareció correcta. Aceptó.

Entramos a la playa, no había mucha gente, algunas parejas dispersas, todos desnudos totales, hermoso. Nos acomodamos en un lugar medio alejado de todos. Mi esposa rompió el hielo: se sacó la remera, desató el bikini y dejo al descubierto sus hermosas tetas con sus pezones rosados. Con el sueco no podíamos apartar la vista.

- ¿Qué pasa, nunca vieron unas tetas?

Nos reímos los tres. Los hombres también nos sacamos la remera, yo estaba flaco, pero el sueco estaba todo marcado. "Apa, cuánto músculo", expresó mi esposa.

Cruzamos miradas entre todos, era el momento de quedar desnudos. En un movimiento me bajé el short y dejé caer mi pene dormido, de tamaño muy normal. Ella fue la segunda en descubrir sus partes, su conchita completamente depilada otra vez atraía la atención del sueco, que ahora bajó su ropa y liberó su miembro, que dormido superaba el tamaño del mio cuando estaba erecto. Nadie dijo nada, pero se escuchó un suspiro de mi esposa al verlo.

Después de unos minutos la desnudez ya era normalidad, charlábamos boludeces, nos reíamos, jugábamos a las cartas...

El sueco en un momento se fue al mar y nos quedamos con mi esposa charlando.

Ella: - ¿Amor, viste el tamaño de la verga de Oleg?
Yo: - Sí, no es normal eso. 
E: - Si así es dormida no me imagino parada.
Y: - Tenés ganas de verla parada, ¿no?
E: - No seas tonto - Pero se puso colorada y la voz sonó nerviosa, los dos sabíamos que estaba fantaseando con eso. Así que empecé a calentarla y jugar con eso.
y: - Querés chupársela y que vaya creciendo en tu boca, admitilo, querés que te coja fuerte, decilo, querés tomarle toda la leche, dale, no mientas.
Se la notaba caliente ya.
E: -Sí, amor, quiero sentir su pija adentro.

La charla quedó ahí, pero cada vez que la miraba ella estaba con los ojos fijos en la verga del sueco. 
Oleg dijo de jugar un fútbol con la pelota que teníamos. Parecía un juego inocente, pero el inocente era yo.

En la primera que tuvo la pelota mi esposa, él fue a marcarla y se notó alevosamente cómo le apoyó toda la verga en su culo. Nadie dijo nada, todos nos dimos cuenta para qué estábamos jugando y cómo iba a terminar. 
Yo fui a marcarla en otra jugada y le apreté las tetas simulando que fue un accidente. Así pasaron varios contactos "casuales" hasta que el sueco tenía la pelota y cuando ella fue a marcarlo desde atras, yo que estaba de frente, veo cómo le agarra la verga y lo pajea tres o cuatro veces. Otra vez nadie hizo comentarios, lo dejamos pasar como una acción del juego, pero fue el momento en que dijimos: "Ya es tarde, vamos". 
Nos fuimos de la playa, Oleg se fue para su alojamiento y nosotros al nuestro.

Apenas entramos a la habitación, lo primero que dije fue: "Te sacaste las ganas de agarrarle la verga, eh". 
- Jaja, sí, gigante, no pude hacer que se le parara tan rápido. En un momento me apoyó también, tremendo.
- ¿Le mando un mensaje para que venga?

No me respondió, o por lo menos no lo hizo con palabras, se le dibujó una sonrisa en la cara, se arrodilló frente a mi y se metió mi pija en la boca. Se la metía entera y la sacaba, mientras me apretaba los huevos. Así estuvo dos minutos hasta que me hizo acabar, se tragó todo. Se paró, se limpió la boca con la mano, me dio un beso y, mientras se iba a bañar, me dijo: "Mandá ese mensaje que tengo ganas de ese vergón".
Agarré el teléfono de mi esposa para mandarle el mensaje.
"Hola, Oleg, querés venir después de la cena al hotel así terminamos el fútbol de hoy", le mandé, pero me pareció que había que subir más la apuesta, así que entré al baño y le saqué una foto a ella mientras se bañaba. Enviar.
"Uff, que ganas de ponertela", respondió junto a una foto de su pija parada. La tenía apretando con una mano y alcanzaba para dos manos más, creo. Se lo mostré a ella, se le hizo agua la boca, le encantó el intercambio de fotos. 

Cenamos, el clima estaba muy caliente. Se puso una tanga blanca bien chiquita, una pollera ajustada que llegaba al borde del culo y arriba una remera blanca sin corpiño que dejaba transparentar un poco los pezones. Estaba espectacular.

Oleg golpeó la puerta de la habitación, su cara fue de sorpresa cuando me vio abrir la puerta. "No te habrás pensado que te invitó ella sola", le dije entre risas. 

Nos pusimos a tomar algo, charlábamos tranquilos sobre cualquier cosa hasta que mi esposa se levantó de la silla y se acercó de forma sexy a Oleg. Empezó a besarlo tiernamente, sus lenguas empezaron entrelazarse. Ella se montó sobre él y siguieron besándose varias minutos, él le agarraba el culo por abajo de la pollera con sus grandes manos. Yo miraba desde el otro lado de la mesa, la verga me latía de la calentura.
Ella le sacó la remera, besaba su cuello, acariciaba sus pectorales y succionaba sus pezones. Ahora él la dejó en tetas a ella, le amasaba las tetas, pellizcaba sus pezones y los mordisqueaba. Ella gemía, explotaba de calentura, yo no veía, pero seguro estaba toda mojada. 
Se arrodilló frente a él, desabrochó el botón del pantalón, bajó el cierre, metió su mano y sacó la terrible verga de Oleg. Lo pajeó un poco con las dos manos, le pasó la lengua desde la base hasta la cabeza, donde se detuvo para succionar y humedecer bien. Usaba las dos manos para pajear y se metía lo que podía adentro de la boca. Se escuchaba cómo la sacaba de su boca y sus gemidos, estaba disfrutando esa poronga como nunca la había visto. 
Yo miraba, parecía que no estaba en la habitación.
Oleg la agarró de la cintura y la subió a la mesa, le levantó la pollera, sacó su tanga y se dispuso a comerle la concha. Le metía la lengua, succionaba su clítoris y metía sus anchos dedos dentro de mi esposa que con una mano lo agarraba del pelo y con la otra se amasaba las tetas. Gemía, gritaba, pedía más, rápidamente tuvo su primer orgasmo. "Por favor, cogeme, quiero sentir tu verga adentro", le pidió.
El sueco no dudó un segundo, apoyó la cabeza en la puerta de la concha de mi esposa y empujó suavemente hasta meterla toda adentro. Sin hacer otro movimiento más que metérsela adentro la hizo acabar nuevamente. 
Comenzó con movimientos suaves y profundos. Ella gritaba de placer. Yo seguía mirando, pero ahora también me masturbaba con esta increíble imagen.
Oleg le daba duro y con sus manos apretaba las tetas de mi esposa; le agarraba los pezones, los pellizcaba, retorcía. La levantó para cogérsela él parado con ella encima entrelazando las piernas por detrás de él. Ahora yo veía cómo entraba y salía esa tremenda verga dentro de mi esposa. 

La llevó hasta la cama y la puso en cuatro, ella puso su cara contra la almohada y levantó la cintura para que el sueco se la meta. Sus embestidas eran más fuertes ahora, la sacaba casi por completo y la metía hasta el fondo. Se escuchaban fuerte las nalgadas que le daba. Ella retorcía con sus manos la sábana, en una clara muestra de dolor y placer, los gemidos seguían.
A esta altura, yo había acabado en el piso de la habitación unos minutos antes y ya estaba nuevamente con la pija dura. Pero nadie parecía tener en cuenta mi presencia. 

Él seguía dándole en cuatro. Se chupó el dedo y lo metió en el culo de mi esposa. Ella dejó escapar un gemido tremendo que fue acompañado por un nuevo orgasmo. Oleg sacó la verga para pegarle con esta unas nalgadas. Mi esposa se puso boca arriba y empezó a tocarse: "Dame la leche, acabame encima". El sueco empezó a pajearse. Ella se frotaba el clítoris, se amasaba las tetas y le pedía la leche. Rápidamente cumplió con sus deseos, chorros y chorros de semen fueron cubriendo el cuerpo de mi esposa. El primero llegó hasta la cara, que ella acomodó con sus dedos en la boca, los otros fueron cubriendo los pechos, la panza y por último la concha. Toda cubierta, nunca había visto acabar tanto a alguien. Ella siguió tocándose un poco más, mientras desparramaba la leche por sus teta y su concha, y logró otro orgasmo. 
Se sentó en la cama, agarró la verga de Oleg, le dio un beso y un chupón en la cabeza. Se paró, le dio un beso a Oleg y se fue para el baño.
Pasó caminando por delante de mi y ni siquiera me miró.

Oleg se dio vuelta hacia mi, que estaba sentado con la pija en la mano, sonrió: "Qué buena que está". Se vistió y se fue. 

Mi esposa salió de bañarse, se acercó a mi, se sentó arriba, sacó mi pija, se la metió adentro y empezó a cabalgarme. No frenó hasta hacerme acabarle adentro. Dio unos movimientos más, me dio un beso y me miró a los ojos: "Te amo".

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