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El novio de mi mejor amiga. Capítulo 4

El novio de mi mejor amiga. Capítulo 4

Esta es la historia de Ornella, una chica de 18 años que se siente atraída por el novio de su mejor amiga con quien tiene un pasado sin resolver y quien la busca constantemente, rozando lo prohibido y jugando con fuego. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 4: Dedos
   Las coas con Germán siguieron avanzando, aunque tardamos bastante en volver a estar juntos. En parte yo no quería que se convirtiera en una relación sería, pues no era eso lo que estaba buscando a pesar de que él me caía muy bien. Acotando a eso, tampoco teníamos tanto tiempo, ya que el comienzo de las clases cambió nuestras agendas y dejamos de estar de vacaciones para convertirnos en estudiantes universitarios. Tardamos más de una semana en cruzarnos por los pasillos y cuando lo hicimos yo lo saludé con un simple hola y una sonrisa, pues tampoco quería llamar la atención frente a mis nuevos compañeros.
   Valentina, Esteban y yo cursábamos juntos todas las materias, nos habíamos anotado en las mismas cátedras para asegurarnos que fuera así. Al grupo se sumó un amigo de Esteban, Ramiro y también una compañera de inglés de Vale, Carla. Natalia, amiga de esta última se unió a nosotros para un trabajo en grupo que nos dieron en la primera semana y su novio, Nicolás, nos acompañó. Así fuimos armando un nuevo grupo de amigos y en tan solo unos pocos días nos empezamos a llevar muy bien. Los siete cursábamos casi todas las materias juntos y eso hizo que pudiéramos aprovechar para estudiar juntos y compartir materiales y apuntes.
   Natalia y Nicolás estaban de novios hacía ya bastante tiempo y con Carla no tardamos en darnos cuenta que a Valentina le gustaba Flavio, a pesar de que ella nos lo negó ni bien le preguntamos. “Yo te conozco amiga” le dijo ella y Vale se empezó a reír tanto que terminó delatándose. Los chicos eran muy divertidos y hacían que todas las clases fueran más entretenidas, sobre todo teniendo en cuenta que algunas se hacían muy largas. Cuando terminó el segundo viernes de cursada, decidimos celebrar yéndonos a comer a un bar cerda de la facultad y nos quedamos hablando por varias horas para conocernos un poco.
   Allí Carla aprovechó para hacer un comentario sobre Valentina y Flavio que pasó bastante desapercibido, pero que a la larga iba a traer repercusiones. Sin embargo, también aprovechó para preguntarme a mí qué onda con Esteban, algo que yo no supe a que venía. “Nada… ¿Por?” le contesté y Carla automáticamente me dijo que era obvio que a mí me gustaba. Cuando le respondí diciendo que era el novio de una amiga mío y de Vale, ella dijo que eso no tenía nada que ver y que se daba cuenta que Esteban me gustaba. Por suerte para mí, esa conversación la tuvimos en voz baja, aprovechando que Natalia y Nicolás les estaban contando a los demás como se habían conocido.
   - ¿Es muy evidente?- Le pregunté entonces a Carla dándome por vencida.
   - Para mí, sí.- Me respondió ella.- Igual los pibes son unos tarados que no se dan cuenta.- Agregó y yo asentí con la cabeza.
   Entonces le conté rápidamente que él y yo habíamos tenido algo antes de que Mariana entrara al grupo y que a mi siempre me había quedado la ilusión de estar con él. “Igual me estoy viendo con otro chico” le dije rápidamente tratando de quitarle importancia al tema. “Sí, ya sé… El que nos cruzamos el otro día que es igual a Esteban” me dijo ella y no podía creer como Carla había atado los cabos tan rápidamente. Ya resignada a que la chica había armado el rompecabezas, le confirmé que sentía algo por Esteban y ella me dijo que tal vez era solo calentura. “Tal vez tenés ganas de cogértelo y chau” concluyó y luego giró para volver a la conversación de Nati y Nico.
   Lo cierto era que Germán me gustaba mucho, pero no podía mentir, lo que más me gustaba de él era que se parecía a Esteban. Su forma de ser era diferente, su actitud y su madurez destacaban mucho y ni hablar de como cogía, pues era obvio que tenían diferentes estilos. A pesar de eso, yo veía al novio de mi amiga cada vez que estaba con el chico de la facultad y era por eso que tampoco quería engancharme con él. La segunda vez que estuvimos, me negué a hacerlo en esa pose que lo había hecho acabar la otra vez, alegando que quería terminar de otra manera, algo que él pasó por alto pero que yo sabía que era para no verlo a los ojos tan de cerca.

   Con el grupo de la secundaría también seguíamos en contacto, principalmente por el grupo de WhatsApp, pero era cierto que la dinámica ya no era la misma ya que no podíamos vernos tan seguido. “Los extraño” escribió Lorena un día y nos invitó a juntarnos ese sábado, pues ya habían pasado tres semanas desde la última vez que estábamos todos juntos. Vale, Esteban y yo confirmamos al mismo tiempo, ya que estábamos en la facultad cuando organizamos la juntada. Mariana no tardó en poner un “ok” bastante seco, pues parecía estar muy ofendida de que yo veía más a su novio que ella. Alejandro, Lautaro, Tomás, Belén y Julia confirmaron con el correr de las horas y ese sábado a la noche, nos encontramos en la casa de esta última para hacer una noche de comida, tragos, juegos y música.
   La idea era ponernos al día, comer algo rico y después tomar y tomar hasta que se fuera haciendo de día. La casa de Julia era enorme y sus padres se encontraban de viaje por su aniversario, por lo que ella mandó a su hermanito a dormir a lo de sus abuelos para poder tener la casa sola. El calor agobiante que hacía nos obligó a comer en el living con el aire acondicionado, pero cuando empezamos a tomar y a jugar, decidimos mudarnos al patio y aprovechar la pileta que aún tenía agua. La cosa se desvirtuó bastante rápido, entre el calor, el alcohol y la alegría de volver a estar todos juntos y revivir el verano.
   Cerca de las dos de la mañana, los chicos se tiraron a la pileta todos juntos y salieron para intentar meternos a nosotras. Esteban fue a buscarla a Mariana, que gritando como una tarada y tratándolo de idiota, se alejó de él que no entendía que le pasaba. Alejandro, vino directamente a mí y me agarró de los dos brazos hasta llevarme al borde de la pileta. “¡Ale, no! ¡En serio!” le dije gritándole para que no me metiera pero no fue suficiente. Los dos caímos al agua y yo lo hice encima de él, golpeándolo apenas en la caída. Cuando asomamos la cabeza, el vino a abrazarme e intentó besarme en la boca, la cual yo corrí para que no lo hiciera, pero me terminó besando en el cachete.
   Yo salí de la pileta y le pedí a Julia una toalla, pero de poco servía ya que tenía toda la ropa mojada. “Andá a mi pieza y cámbiate amiga” me dijo ella que trataba de resistirse a Lautaro que quería llevarla al agua. Cuando entré a la casa, me di cuenta que Alejandro me seguía y por alguna razón no le dije nada. Subí las escaleras para ir al cuarto de mi amiga y él hizo lo mismo, siguiéndome muy de cerca. “¿Qué hacés?” le pregunté entrando y viendo que no me dejaba cerrar la puerta. “Dejame pasar” me respondió él y yo le dije que no. Automáticamente me contestó que solo quería ver como me cambiaba, algo que por alguna razón me dio mucha risa y solté la puerta para que Alejandro entrara y la cerrada después.
   Me acerqué a la ventana y observé a mis amigos que seguían allí, provocándose los unos a los otros, intentando tirar a la pileta al que se distraía por un momento. Mariana parecía haberse ablandado al ver que Belén y Julia también se estaban bañando y decidió tirarse ella sola luego de sacarse la ropa y quedarse en malla. Esteban la siguió inmediatamente y los dos empezaron a besarse en medio de la pileta con muchas ganas. Ella lo tocaba de forma alevosa, recorriendo su espalda y su pecho con ambas manos, sin importarle que los demás estuvieron alrededor suyo. Era obvio que quería marcar presencia, aunque seguramente no se había dado cuenta que yo no estaba allí abajo.
   En eso siento que Alejandro apoya sus manos sobre mi cintura e intenta besarme el cuello. Rápidamente me corro de lugar y le recuerdo que él me había dicho que solo iba a ver, sacándole una sonrisa y dejándolo inmóvil en su lugar. Voy hasta el placar de Julia y al abrirlo saco algo de ropa, aprovechando que éramos del mismo talle. Ale se quedó mirándome donde estaba y supe que iba a hacer lo que yo le decía, pues no quería desaprovechar esa oportunidad. Parándome del otro lado de la cama, me saqué la remera para quedarme en corpiño y pude apreciar como sus ojos bajaban directamente a mis tetas. Ignorando su cara de baboso, me desprendí del short que tenía puesto y quedé en ropa interior ante los ojos de mi amigo que estaba convencido que íbamos a volver a coger.
   Rodeé la cama, pero en vez de avanzar hacia él, volví a la ventana y me quedé observando a mis amigos en el piso de abajo. Valentina, Belén y Lautaro estaban en la pileta, mojando a Julia y a Tomás que seguían parados afuera a pesar de que ya se habían metido, algo que se notaba por su pelo mojado. Lorena seguramente se encontraba en la cocina y algo alejados del resto, sentados en las sillas y mirando lo que sucedía en la pileta, estaban Mariana y Esteban. Él se había quedado solamente con la malla y tenía el cuerpo empapado, mientras que ella se había sacado la remera para quedarse en corpiño, pero aún conservaba el short. Estaban hablando de algo que obviamente no pude escuchar, pero de golpe la conversación se cortó cuando él levantó una de sus manos y le agarró una teta a ella para apretársela suavemente. Mariana le corrió la mano de lugar inmediatamente y miró a la pileta para asegurarse que nadie los hubiese visto en ese momento. Esteban le sonrió y volvió a levantar su mano para tocarle las tetas, pero en esa oportunidad ella no hizo nada y dejó que él la siguiera tocando.
   - ¿Qué mirás?- Me preguntó Alejandro que se había vuelto a parar atrás de mí y me abrazó a la altura de la cintura.
   - ¡Dije sin tocar!- Le recordé y me aparté de nuevo y giré para quedar frente a él.- ¡Sentate!- Le ordené señalando la cama a ver si así podía hacer algo.
   Giré nuevamente hacia la ventana y pude observar como Mariana y Esteban se besaban apasionadamente mientras él seguía tocándole las tetas por encima del corpiño mojada. Ella aprovechó la situación y le tocó el pecho y pasó su mano por los músculos de su novio. Entonces volví a ver a Alejandro y decidí desprenderme el corpiño ahí frente a él, exhibiéndole mis tetas. Ale puso una cara de baboso aún más intensa y sonrió sutilmente mientras yo dejaba caer el corpiño al piso y me acariciaba suavemente el cuerpo. A pesar de que sabía que lo estaba calentando y de que me encantara ese juego, seguía convencida que no quería hacerlo con él. No tenía intenciones de seguir confundiendo las cosas y solo tenía ganas de divertirme un rato.
   Poco a poco fui subiendo mis manos, rozando suavemente mi cintura y el contorno de mi cuerpo. Cuando estas llegaron a mis pechos, decidí acariciármelos con la punta de los dedos y dibujar un pequeño círculo alrededor del pezón. Alejandro disfrutaba de aquel espectáculo y se relajó sentado en la cama, tirándose hacia atrás y apoyándose en los brazos. Yo me miraba a mí, tocaba mi cuerpo mientras lo hacía y después levantaba la mirada para verlo a él a los ojos. Tenía un brillo muy fuerte que se notaba a pesar de que la habitación estaba a oscuras pues nunca habíamos prendido la luz. La poca iluminación que había era gracias a las luces tenues que provenían del patio y a la de la luna misma.
   Sin dudarlo, me bajé la bombacha y la arrojé al lado del corpiño, quedándome completamente desnuda ante los ojos de un Alejandro que subían y bajaban por todo mi cuerpo. Él amagó a sacarse la remera, pero rápidamente le recordé que solo estaba allí para ver y no para otra cosa y algo desilucionado, se la dejó puesta. Pero no tuvo tiempo de responderme, porque una de mis manos rozó mi cintura y llegó hasta mi conchita la cual estaba toda mojada, en parte por haberme metido a la pileta y en parte por lo que estaba haciendo. Me acaricié suavemente por encima y sentí un temblor en mis rodillas al notar mis dedos calientes acariciar mis labios y mi clítoris. No era muy de tocarme, prefería que algún hombre lo hiciera, pero en esa oportunidad estaba con muchas ganas de jugar con mi propio cuerpo.
   Rápidamente giré la cabeza hacia un costado y observé de nuevo como Mariana y Esteban seguían besándose con ganas. Él ya no la tocaba a ella, pero la mano de mi amiga había quedado apoyada en el pecho de su novio y estaba segura de que disfrutaba muchísimo poder sentir esos pectorales y esas abdominales. Verlo así semi desnudo me calentó tanto que metí un dedo adentro de mi cuerpo sin poder aguantarme las ganas. El impulso me hizo quebrar suavemente las rodillas y lanzar un pequeño gemido que Alejandro pudo oír muy claramente. Volví a observarlo y sin disimulo se tocaba la pija por encima de la malla, dándome a entender que lo que estaba viendo lo había puesto muy duro.
   - ¿Querés tocarme?- Le pregunté y él asintió con la cabeza.- Entonces vení…- Le dije en un susurro y dejé mi boca semi abierta.
   Ale se paró de forma acelerada y vino caminando hasta quedar frente a mis ojos. Antes de que pudiera hacer algo, le agarré las manos con las mías y las coloqué encima de mis tetas, para que pudiera sentirlas de la misma forma que Esteban había sentido las de Mariana allí abajo. Con fuerza, las empezó a amasar y como lo hacía de forma algo brusca, lo calmé diciéndole que las tratara con más gentileza. Entonces siguió apretándolas pero ahora lo hacía mucho más suave y hasta se animó a dibujar un pequeño círculo alrededor de mis pezones de la misma forma que yo lo había hecho. Sus ojos estaban clavados sobre mis tetas a tal punto que no se dio cuenta que yo estaba observando nuevamente lo que ocurría abajo.
   Todos estaban en la pileta, molestándose y jugando entre ellos sin darle importancia a Mariana y a Esteban que seguían sentados en las sillas. La cosa había cambiado y ahora era él quien tocaba a ella. Su mano la tenía sobre la panza de mi amiga y la fue bajando suavemente hasta llegar al cierre de su short, el cual desprendió sin ninguna preocupación. Entre besos y miradas de Mariana que iban y volvían de la pileta, Esteban le metió la mano adentro y ella ahogó un gemido tapándose la boca con las dos manos. Su novio no dejaba de mirarla a los ojos y con una sonrisa pícara en la cara, mientras que debajo del short parecía darle un placer que a ella le costaba disimular.
   Sin pensarlo ni un momento, agarré una de las manos de Alejandro y mirándolo fijo a los ojos la fui bajando por todo mi cuerpo hasta que la metí entre mis muslos. Él no supo que hacer, por lo que decidí guiarlo al principio, colocando mis dedos encima de los suyos y mostrándole como quería que los mueva. Los ojos de mi amigo iban desde mis ojos hasta mi cintura, defendiéndose algunos segundos en mis tetas para después volver a subir a mis ojos. Claramente estaba sorprendido por lo que estaba sucediendo y no podía creer la suerte que tenía. En su cabeza seguía la idea de que íbamos a coger después de eso y por alguna razón, yo sonreía de forma malvada pues sabía que eso no iba a pasar.
   Ahora las dos estábamos siendo tocadas por nuestros hombres. Mariana seguía sentada en el patio de la casa, con las dos manos aferrándose a la silla y con la mirada que no se movía de nuestros amigos en la pileta. Esteban, despreocupado, la seguía tocando por debajo del short y estaba segura de que le estaba metiendo al menos un dedo. Entonces le pedí a Alejandro que hiciera lo mismo y de forma algo brusca introdujo uno de sus dedos en mi cuerpo y empezó a moverlo hacia afuera y hacia adentro. “Despacito” le susurré hacercándome a su oído y pegué mi cuerpo al suyo mientras apoyaba mi cabeza encima de su hombro. Seguía teniendo una vista completa de lo que sucedía abajo y ahora sentía lo mismo que sentía mi amiga allí abajo, aunque no con el hombre que deseaba sentirlo.
   Se notaba que era suave, sutil, pero intenso a la vez, mientras que Alejandro lo hacía de forma algo bruta y escandalosa. Es por eso que volví a colocar mi mano sobre la suya y sin separar nuestros cuerpo lo fui guiando como a mí me gustaba que me tocaran. De golpe todo cambió y sentí un calor invadir todo mi cuerpo que todavía estaba mojado. Mis ojos se concentraban en el cuerpo de Esteban que estaba allí abajo. Le miraba la mano y como esta se movía debajo del short de mi amiga, pero también observaba su cuerpo, sus piernas fuertes, su pecho hermoso y el notorio bulto que se había formado debajo de la malla empapada. Tenía la pija dura y yo me moría de ganas de vérsela otra vez.
   Entonces cerré los ojos y por unos instantes me lo imaginé frente a mí, totalmente desnudo y con esa enorme poronga colgando de su cuerpo. Esteban se acercó a mí, me abrazó y empezó a tocarme mientras yo tenía mi mano apoyada sobre la suya. Su cuerpo caliente me trasmitía todo el calor de su piel y la forma en la que movía sus dedos me hacía temblar las rodillas. Comencé a gemir suavemente, notando como un escalofrío recorría mi espalda. “¡Ay sí!” gemí sutilmente al sentir que mi conchita se empavaba con el salir y entrar de su dedo. Me encantaba la manera en la que el novio de mi mejor amiga me estaba dando placer y no podía creer lo que estaba a punto de lograr. Volví a gemir y de golpe abrí los ojos.
   Acabé mientras observaba su cuerpo, su pecho, sus brazos y el bulto de su malla. Sabía que no era de él la mano que me estaba complaciendo, pero no me importaba, pues en mi cabeza había sido él el causante de mi orgasmo. Mis piernas se cerraron de golpe, atrapando la mano de Alejandro la cual se mojó por completo con mi acabada. “¡Ufff!” dijo sintiendo como mi conchita chorreaba sobre sus dedos y luego la sacó de entre mis muslos para dejarme disfrutar de mi orgasmo. Nos quedamos con nuestros cuerpos pegados, sintiendo el calor del otro sobre nuestra piel. De golpe, en el patio de la casa, Belén salió de la pileta y cuando empezó a dirigirse a la mesa, Esteban le sacó la mano de adentro del pantalón a Mariana y esta se cruzó de piernas para disimularlo todo.
   Me alejé de Alejandro y le dije que ya había sido demasiado. Él intentó de forma desesperada que algo más ocurriera entre nosotros, pero yo le recordé que solo se suponía que iba a mirar. “¡Dale Orne! ¡Me vas a dejar con la pija dura!” me dijo tratando de hacerme sentir culpable y yo lo miró con tono amenazante. Me cambié lo más rápido que pude, recogí mi ropa y le sugerí que esperara unos minutos para bajar así no nos veían salir juntos. Abrí la puerta de la habitación y antes de salir me paré en seco y giré para observar una vez más a mi amigo. Se le notaba muchísimo la pija bien dura debajo de la malla y entonces decidí compadecerme de él.
   - Aprovechá que vas a estar solito acá y hacete una paja.- Le dije sonriendo y salí cerrando la puerta de la habitación.


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1 comentarios - El novio de mi mejor amiga. Capítulo 4

Hernann27 +1
Hermosa historia...ya te estoy siguiendo en redes, espero podamos charlar pronto!!
HistoriasDe
Muchas gracias!