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Aislado Entre Mujeres [32].

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Aislado Entre Mujeres [32].




Capítulo 32.

Un Nuevo Concurso.

Estaba en el comedor tomando mates con Macarena y Pilar. Maca, como ya era costumbre, iba completamente desnuda y ni siquiera había hecho un mínimo ademán para cubrirse. En cambio Pilar en los últimos días mostró una tendencia hacia la normalidad. Creo que se le pasó un poco esa etapa de rebeldía. Empezó a usar más su ropa interior y ahora tenía puesta una blusa celeste sin mangas y un shot blanco. Eso sí, cabe destacar que la blusa era sumamente escotada y sus grandes tetas lucían apretadas ahí dentro, con ganas de saltar en cualquier momento, hasta la misma Maca las miraba más de la cuenta, para que vean que no soy el único pajero. El short también tenía lo suyo. Era de una tela elástica y evidentemente le quedaba chico… o quizás así lo quisiera usar, porque casi la mitad de sus nalgas quedaban a la vista y se le marcaba mucho la concha, evidenciando que debajo no llevaba ropa interior. 
Quién sabe, quizás esto no era el fin de su etapa de rebeldía, sino el comienzo de una nueva. Quizás Pilar se estaba preparando para salir vestida así a la calle. Por eso, cuando Maca me preguntó qué me parecía el atuendo de Pilar, dije:
―Si mis amigos de fútbol la llegan a ver vestida así, se la llevan al vestuario y la garchan entre todos.
Pilar soltó una risita y sus mejillas se pusieron rojas. Entendió que era un halago. 
―¡Qué exagerado! ―Dijo―. Ni que yo fuera una diosa.
―Creo que todavía no comprendés el impacto que puede generar tu propio cuerpo ―aseguré―. Estás preciosa, Pilar… y con las tetas a punto de reventar esa blusa, y el shorcito que parece “bodypaint”, más de uno, o más de una, se va a calentar al verte. 
―Tu hermano tiene razón ―dijo mi mamá, de la cocina. Ella siempre tiene el oído atento a las conversaciones ajenas―. Y espero que no se te ocurra salir a la calle vestida de esa manera, es una cuestión de decencia. 
Alicia no llevaba el mejor “atuendo” para dar consejos sobre la decencia. Iba desnuda, sí, pero ella tenía puestas unas medias negras muy sensuales que llegaban por encima de sus rodillas, y estaban sujetas a un portaligas. Combinada esto con unos tacos altos que le estilizaban las piernas y las nalgas hasta el infinito. Nada más, eso era todo. Sus tetas, su culo y su concha eran perfectamente visibles. 
Cuando la vi así creí que se había vuelto loca (bueno, más de lo que ya está). Ella que se mostraba tan reacia a andar desnuda, de pronto se le dio por vestir un conjunto sencillo, pero sumamente erótico. Entendí todo cuando Maca me lo explicó, se trataba de un pequeño castigo que ella le había impuesto a nuestra madre por estar todo el día metiendo la nariz donde nadie la llama. Al parecer Alicia no aceptó su castigo de buena gana, pero lo aceptó. Maca puede ser muy convincente, estoy seguro de que la habrá chantajeado de alguna forma. Para colmo el castigo no solo cuenta para hoy, mi hermana aseguró que revisaría todos los atuendos eróticos que había en las cajas del baño de mi mamá, y que le haría vestir los mejores durante varios días. 
―Mamá ―intervino Macarena―, deberías dejar a Pilar vestirse como se le dé la regalada gana…
―No te metas, Maca ―la aludida y yo miramos a Pilar boquiabiertos―. No me arruines el momento. Es la primera vez que mamá se queja de que mi ropa sea indecente. Dejame disfrutarlo un poco.
Macarena sonrió, ella entendió todo.
―Está bien, pero solo un poquito, porque yo sé hasta dónde puede llegar mamá cuando se quiere poner castradora. 
―Prometí que sería más comprensiva con ese tema ―se defendió Alicia―. Pero eso no significa que deban salir a la calle vestidas como prostitutas. 
―La tía me comentó que vos salías a la calle vestida así ―dijo Pilar.
Mi mamá se puso tensa, cualquier actividad en la que estuviera inmersa en ese momento, quedó suspendida. Puso los brazos en jarra, una postura que le vi muchas veces. Sin embargo ahora, al estar con ese atuendo tan erótico, parecía una actriz porno. Casi no podía reconocer en ella a la madre que me crió. 
―¿Cuándo te dijo eso? 
―Charlamos hace poco. Quería preguntarle algunas cositas sobre… sexualidad, y ella estuvo encantada a responder mis preguntas. Y un tema llevó al otro. Me contó que, además de salir a la calle vestida así, ganaste fama en el barrio por tus habilidades con… el sexo oral.
Todo parecía indicar que Cristela le contó la misma historia que narró dentro del cuarto de Macarena. Me pregunto si con Pilar usó tantos detalles como con nosotros. 
―Tu tía no debió contarte esas cosas. Exagera mucho.
―¿Pero hay algo de cierto? ¿De verdad sos tan buena haciendo petes? ―A Pilar parecía divertirle la situación. Estoy seguro de que se animó a preguntarle eso porque Maca y yo estábamos presentes. Sola nunca hubiera tenido el coraje. O tal vez sí… no sé cuánto habrá cambiado Pilar desde que inició “terapia” con Macarena.
―No es cierto ―sentenció mi mamá, como si con eso diera el tema por concluído, luego nos dio la espalda y siguió con lo que estaba haciendo. No sé qué será, me importa poco, seguramente está limpiando sobre lo limpio, uno de sus pasatiempos favoritos. 
―Si es cierto ―la contradijo Cristela, que entró en el comedor luciendo su radiante cabellera roja y sus tetas como pelotas bien firmes y apuntando al techo. Ella iba tan desnuda como Macarena―. Pilar, si alguna vez querés que una experta en la materia te enseñe a chupar una pija, pedíselo a tu mamá ―y le guiñó un ojo. 
―Hace unas semanas jamás se me hubiera pasado por la cabeza que mi mamá pudiera darme lecciones de cómo hacer un pete ―aseguró Pilar―. Pero por lo que me dicen, hasta me está dando curiosidad. 
―Che, hablan de mí como si fuera una actriz porno experimentada ―dijo mi mamá, dándonos la espalda―. No exageren.
―¿Te parece que exageramos? ―Preguntó Macarena―. Estoy segura de que si hubiera un concurso de petes, vos ganarías. 
Mi mamá giró rápidamente sobre sus talones y fulminó a su hija con la mirada.
―¡Ni se te ocurra, Macarena!
―Lo siento mamá, ya es tarde. Se me ocurrió una brillante idea y ahora nada la puede detener ―Macarena se puso de pie y fue a golpear la puerta del cuarto de Estefanía.
―No, ni hablar ―insistió mi mamá.
Después de todo lo que pasó, me cuesta entender por qué Alicia se muestra tan reacia. Al fin y al cabo ella misma me chupó la verga en más de una ocasión. Quizás se deba a que tiene miedo que la situación se nos vaya de las manos… o que un nuevo concurso genere nuevas discusiones. Aún estoy pagando las consecuencias por mis veredictos en el certamen de culos. 
―A mí la idea me gusta ―aseguró Cristela―. Sería lindo, para romper un poco con la monotonía del encierro.
―¿De qué hablan? ―Preguntó Tefi, asomando la cabeza fuera de su cuarto.
―Macarena quiere organizar un concurso de petes ―le respondió Pilar.
―¿Qué? ¿Te volviste loca? 
―Pensalo bien, Tefi… ¿cuándo fue la última vez que hiciste algo divertido que no sea jugar a la Play?
―Mmm… pero… es obvio que la única verga es la de Nahuel. ¿Vos estás diciendo que se la…?
―Nadie le va a chupar la verga a Nahuel ―sentenció Alicia.  
―Yo sí.
Todos giramos la cabeza al mismo tiempo. La voz provenía de mi propio cuarto. Ayelén había asomado, vistiendo solamente una diminuta tanga roja. Caminó hacia nosotros con orgullo y galantería, pavoneándose como si fuera una modelo en una pasarela. Supongo que escuchó toda la discusión y quiso saber a qué se debían tantos gritos. 
―Si van a hacer un concurso de petes, yo quiero participar ―dijo la rubia, mostrando su mejor sonrisa angelical―. Quiero mostrar que además de buenos atributos, también tengo ciertos talentos. 
―Te noto muy agrandada, pendeja ―dijo Macarena―. Pero está bien, mientras más dura sea la competencia, más entretenida va a ser. 
―¿Competencia de qué? 
Esta vez la que preguntó fue Gisela, acababa de llegar al comedor, seguramente atraída por el barullo. Ella llevaba puesta una de sus clásicas remeras sin mangas color blanca, los pezones se le marcaban mucho y sus tetas parecían dispuestas a dar el salto hacia afuera en cualquier momento, al igual que las de Pilar. Debajo llevaba una sencilla bombacha blanca, pero demasiado pequeña para su voluptuosa figura. 
―No creo que quieras participar, hermana ―le dijo Macarena―. A menos que estés dispuesta a chuparle la verga a Nahuel.
―¿Qué? ¿Piensan hacer un concurso de petes? ¿Se volvieron locas? 
―Ninguna está obligada a participar ―Aseguró Maca. 
―¿Al menos le preguntaron a Nahuel qué opina acerca de esto? ―Preguntó Gisela.
―¡Ja! ―Exclamó Ayelén―. Mirá la carita de pajero que tiene. ¿De verdad creés que este pibe se rehusaría a que varias mujeres le chupen la pija?
―¿Y vos qué sabés? ―Insistió Gisela―. Quizás le da vergüenza que sus hermanas le chupen la pija… o que su madre vea todo el acto. ¿No es cierto, Nahuel?
―Em… este… ―Noté la desilusión en la cara de mi hermana mayor―. Lo siento mucho, Gise, pero a mí la idea no me desagrada. Como dijo Macarena, nadie está obligado a participar…
―No lo puedo creer ―dijo mi mamá―. De verdad se volvieron locas… y vos Nahuel, tampoco te quedás atrás. ¿Tan desesperado estás de que te chupen la verga que querés que lo hagan tus propias hermanas?
―¡Hey, Alicia! ―Intervino Cristela, enojada―. Te estás pasando un poquito. ¿No te parece? No trates a tu hijo como si fuera un degenerado. ―Mi mamá abrió mucho los ojos y se puso pálida.
―Perdón… no me di cuenta… es que… todo esto me parece una locura.
―No se preocupen por ella ―dijo Cristela, parecía más calmada, hasta sonreía―. Yo sé exactamente lo que necesita.
Se acercó a su hermana con paso sensual y sin pedirle permiso le mandó la mano en la concha y empezó a acariciarla. Alicia emitió un gemido sordo, su cara fue una mezcla total de placer y sorpresa. Vi cómo dos dedos de Cristela se perdían dentro de la vagina de mi madre. La que parecía más confundida por la actitud de nuestra tía era Gisela. 
―Vení, Alicia ―dijo Cristela―, solo tenés que relajarte un poquito y vas a ver cómo te da igual que hagan o no concurso de petes. ―Cristela guió a mi mamá hacia el sofá más grande y la hizo sentar en el centro. Todos miramos en silencio―. ¿Te acordás de lo que hacíamos cuando teníamos la edad de tus hijas y vos te ponías muy nerviosa? 
―No, Cristela, en serio… no hagas eso ―dijo Alicia, aunque no parecía demasiado convencida de sus propias palabras.
―Vos relajate, hermanita. Yo sé muy bien qué es lo que tengo que hacer para que te olvides de todos tus problemas. 
Cristela se puso de rodillas y con mucha suavidad separó las piernas de Alicia. Ella no opuso ninguna resistencia. Mi tía volvió a acariciar la concha y antes de que cualquiera de nosotros pudiera intervenir, se lanzó hacia adelante. Pude ver cómo Gisela ahogaba un grito y se tapaba la boca con una mano. A Tefi casi se le descoloca la mandíbula y a Pilar por poco se le caen los ojos al suelo. Los únicos que permanecimos inalterados fuimos Ayelén, Macarena y yo. 
La lengua de Cristela comenzó a moverse a gran velocidad sobre el clítoris de su hermana. Alicia tuvo que dejar salir un gemido, por la forma en la que este sonido escapó de su boca, sé que no lo pudo contener. Abrió más las piernas, tiró la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, como si con eso intentara refugiarse en un mundo donde sus hijas no la estaban mirando con ojos acusadores.
―Emm… bueeeno… mientras la tía se encarga de mantener entretenida a mamá, nosotras podemos organizar el concurso ―dijo Macarena. 
Las más sorprendidas ni siquiera la miraron, pero Ayelén no había quedado impresionada por lo ocurrido.
―¿Y qué hay de premio para la que gana?
―Nada ―respondió Maca―. Esto no es por premios, es por orgullo… y creo que vos sos la que mejor entiende el orgullo. Sé que querés ganar, aunque no te lleves ningún premio. 
―Bien… bien… ¿y cómo lo vamos a hacer? Porque hay una sola pija, y todas sabemos que este pendejo no aguanta ni diez minutos. 
―Podemos usar eso como parte del concurso ―sugirió Pilar. Me sorprendió que estuviera tan entusiasmada con la organización.
―¿Y de qué forma? ―Quiso saber Maca.
―Fácil. Gana la que lo hace acabar. 
―Mmm… pero ahí tendrían ventajas las que van primero ―dijo Maca.
―No sé, eso depende de cuánto crean que puede aguantar Nahuel ―comentó Pilar―. Saber elegir el turno es parte de la estrategia. Y cada una tendrá un tiempo… no sé, diez minutos.
―No seas absurda, Pilar ―dijo Ayelén―. Somos siete. ¿De verdad pensás que este pendejo puede estar setenta minutos con mujeres chupándole la pija?
Pilar la fulminó con la mirada, pero…
―Tiene razón ―dije―. Reconozco que no sería capaz de aguantar tanto.
―Entonces que sean tres minutos para cada una ―dijo Maca―. Así sumamos un total de veintiún minutos. Me parece un tiempo más coherente.
―Así sí me gusta ―aseguró Ayelén―. ¿Y ahora qué? ¿Tenemos que decidir quién va primero?
Hubo unos segundos de silencio, provocado por un agudo gemido de Alicia. Todos nos quedamos mirando como Cristela se ensañaba con su concha. Eso no tenía nada de “terapia de relajación”, ya era sexo lésbico puro y duro. 
―Opino que todas se volvieron locas ―dijo Gisela. Curioso comentario después de la actitud que mostró la última vez que estuve en su cuarto―. ¿De verdad piensan chuparle la pija a Nahuel solo para saber quién lo hace acabar?
―No es solo para eso ―dijo Macarena―. La idea es divertirse…
―¿Y eso es lo que vos entendés por diversión?
―¿Qué querés que te diga, Gise? Llevamos años encerradas por esta puta cuarentena…
―No seas tan exagerada… fueron solo unos meses.
―Se sintieron como años. Necesitamos romper la rutina de alguna manera, de lo contrario nos vamos a volver locas en serio. Si vos no querés participar, no lo hagas. Nadie te obliga. 
―No voy a participar.
―Muy bien, ¿alguien más quiere quedarse fuera del concurso? 
―Yo ―dijo mi mamá, levantando la mano―. No voy a chuparle la verga a mi hijo por una cuestión de orgullo ―también se me hizo raro este comentario, considerando que ella me chupó la verga más que nadie en esta casa. 
―Vos vas a formar parte de otro concurso en paralelo ―dijo Macarena, muy entusiasmada―. El concurso de chupar conchas. La tía ya empezó. ¿Qué tal lo hace según tu criterio?
―¿Qué? ―Mi mamá la miró incrédula, pero no apartó a su hermana, que seguía dándole una comida de concha sin ningún tipo de disimulo―. ¿Me van a chupar la concha? ¿A mí que soy su madre?
Estoy seguro de que Alicia quería aparentar que jamás haría una cosa así con sus hijas, pero Macarena ya le había dado una buena repasada a su concha. 
―Es lo mismo que con el concurso de petes, mamá, participa quien quiera hacerlo. Hasta Nahuel puede participar. 
―No, yo no quiero ―dije.
―¿Por qué, sonso? ¿Me vas a decir que te da asco chupar una concha?
―No, claro que no… solo que no me sentiría cómodo haciéndolo con la de mamá. 
―Bueno, al fin un poquito de coherencia ―dijo Gisela. 
―Está bien, vos te lo perdés. 
―Yo no pienso chupar ninguna concha ―intervino Tefi―. A mí sí me da asco. 
―Qué curioso ―dijo Ayelén―. Me contaron que no te da tanto asco cuando una chica te la chupa a vos ―todos miraron sorprendidos, incluso mi tía Cristela detuvo su tarea.
―Eso es diferente ―aseguró Tefi―. Pasó una sola vez y a mí lo que me da asco es chuparla, no que me la chupen. Es muy distinto. 
―Bien, Tefi fuera del concurso de conchas… ¿alguna más quiere salirse?
―Yo no…
―Vos nada, mamá ―la interrumpió―. A vos nadie te va a obligar a chupar una concha, pero sos la que va a recibirlo, así que tu rol en el concurso es ese. Después vos determinarás quién lo hizo mejor. Repito ¿alguna más quiere negarse a chupar concha? ―Nadie dijo nada―. Miren que si callan, están dentro del concurso ―miró de reojo a Gisela―. ¿Nadie? ¿Nada? ―Ninguna abrió la boca―. Muy bien, entonces podemos empezar. Cristela ya arrancó con lo suyo, y se la nota muy entusiasmada. ¿Quién quiere empezar con Nahuel?
―¿Y por qué no empezás vos que fuiste la de la idea? ―Preguntó Pilar.
―No tengo drama en empezar, pero quizás alguna se crea muy buena haciéndolo, recuerden que gana la que lo hace acabar. El orden es importante.
―Empiezo yo ―dijo Tefi.
―¿De verdad? ―Preguntó Gisela―. ¿No te molesta chupársela a tu hermano?
―No le tengo miedo a una pija ―Aseguró Tefi―, y estoy muy aburrida. Vení, Nahuel… sentate al lado de mamá.
Eso hice. Alicia me miró como si me dijera: “Tendrías que haberte esforzado para detener esto”. El problema era que yo no quería detenerlo. Me daba un poco de vergüenza que mis hermanas me chuparan la pija frente a todas las demás, pero era una pequeña cuota a pagar por veintiún minutos de placer extremo… bueno, veintiún minutos suponiendo que todas quieran participar. Con quince me conformo.
Estefanía se puso de rodillas frente a mí.
―¿Esto arranca cuando él tenga la verga dura? Porque sino ahí sí voy con desventaja…
―Bueno, está bien, podés tocarlo hasta que se le pare ―dijo Maca―. Pero cuando la tenga dura empieza a correr el tiempo.
―Tefi… por favor ―dijo mi mamá, haciendo un último intento para que alguien la escuchara.
―Mamá, no estás en la mejor posición del mundo para discutir conmigo sobre esto. Después lo hablamos bien. ¿Si? Ahora… no nos arruines la diversión.
Me daba pena que mi mamá siempre tuviera que quedar como la persona que arruina todo, por lo que agregué:
―Denle un ratito y les aseguro que ella también se va a entusiasmar. En serio, mamá, hacé lo posible por disfrutar de esto como un simple juego.
―Uf… lo voy a intentar… solo porque vos me lo pedís. 
Tefi ya me estaba masturbando y mi verga se estaba poniendo dura en tiempo récord.
―¿De verdad? ¿Le vas a poner un poquito de ganas? 
―Sí, de verdad. Me cuesta mucho, pero no quiero arruinarle la diversión a nadie. Entiendo por lo que estamos pasando con tanto tiempo de encierro. Creo que Cristela ya hizo su parte. ¿Quién sigue? 
―¡Voy yo! ―Macarena levantó una mano y se mostró muy feliz de ser la siguiente―. A ver si con esto rompemos un poco el hielo. Pilar, poné el cronómetro en tu celu. Tefi y yo vamos a arrancar al mismo tiempo. 
―Muy bien…
―¿Y sabés que le vas a tener que chupar la concha a mamá?
―¿Qué? Pero si antes dijiste que solo participaba la que quería.
―Pero también pedí que hablaran para salir, y vos no dijiste nada. Así que ahora ya estás adentro. 
―Ay, es que… 
―Es que nada… estás adentro. Vas después que yo. 
―Voy a necesitar un poco más de tiempo para asimilarlo
―Tenés tres minutos ―le respondió―. ¿El cronómetro está listo?
―Sí.
―¿Estás lista, Tefi?
―Lista ―dijo ella con una gran sonrisa―. Gane la mejor… o sea, yo.
―Esa es la actitud que me gusta ―dijo Maca.
Mi mamá parecía asustada, pero aún así separó las piernas cuando Pilar dijo “¡Ya!”. Tefi y Macarena se lanzaron casi al mismo tiempo, con las bocas bien abiertas. Maca se centró de lleno en toda la concha de Alicia, como si quisiera abarcarla toda al mismo tiempo. Mi mamá comenzó a estremecerse y poco después a mí me pasó lo mismo cuando sentí un fuerte chupón por parte de Tefi. La muy turra había decidido arrancar fuerte. Por cómo se la tragó y lo mucho que usó su lengua, demostró que estaba decidida a ganar.
―Por cierto ―dijo Ayelén―, si alguna lo hace acabar, tienen que seguir chupando sin parar. Si quieren el premio, se lo van a tragar. Nada de echarse para atrás cuando la leche salte. 
―Me parece bien ―dijo Macarena, interrumpiendo por un segundo su tarea.
Luego volvió y pasó la lengua por el clítoris. Yo estaba más concentrado en lo que ocurría con mi mamá, porque a Tefi no necesitaba verla… ya podía sentirla. Me estaba succionando el alma a través de la pija. 
A pesar de esa intensidad, descubrí que tres minutos ya no me parecen una eternidad en cuanto a sexo oral. Ni siquiera llegué a tener ganas de acabar. 
―Se terminó el tiempo ―exclamó Pilar.
―¿Qué? ¿Ya? ¿Tan rápido? ―Preguntó Tefi.
―Sí ―dijo Ayelén, mirando la pantalla del celu de Pilar―. Tres minutos justos. Perdiste, nena. A llorar a la iglesia.
―¡Ufa! ¿Si nadie lo hace acabar hacemos una segunda ronda? 
―Y sí, es hasta que alguien lo consiga ―aseguró Macarena.
Gisela observaba toda la escena desde el fondo, con los brazos cruzados debajo de sus tetas, sin decir una palabra.
―¿Quién sigue? ―Preguntó Aye.
―¿Y por qué no vas vos? ―Dijo Cristela―. ¿No dijiste que este pendejo no aguanta nada?
―Estoy esperando el momento indicado. ¿Querés ir vos?
―Em… bueno, sí. Creo que puedo conseguirlo. ¿Y vos, Alicia? ¿Qué tal la estás pasando?
―Ni me lo preguntes…
―¿Quién te la chupó mejor, Maca o yo?
―Em… ¿lo tengo que decir?
―Sí, mamá ―dijo Macarena―. A vos no podemos hacerte acabar de la misma forma que a Nahuel. El concurso de la chupada de concha depende de tu veredicto. 
―Ah… em… bueno… diría que de momento va ganando Cristela.
―¡Fo! ¿Por qué? ―Protestó Maca.
―Porque yo conozco de memoria esa concha, nena ―respondió mi tía―. Son años dándole tratamiento. Sé lo que le gusta.
―Ay, Cristela, si lo decís así parece que fueras mi amante.
―¿De verdad te había chupado la concha antes? ―Preguntó Gisela. El silencio se apoderó de la sala.
―Este…
―Decile la verdad, Alicia ―insistió Cristela.
―Es cierto. Ya me la había chupado antes.
―¿Una vez?
―No, más de una vez.
―¿Más de tres?
―Sí.
―¿Más de diez?
―Sí, me la chupó más de diez veces.
―¿Y vos a ella? ¿Le chupaste la concha más de diez veces? ―Gisela parecía muy enojada y creo saber a qué se debía ese enfado. 
Mi mamá guardó silencio.
―Alicia, si no le respondés vos, se lo digo yo ―amenazó Cristela.
―Sí, le chupé la concha más de diez veces.
―¿Y lo hizo bien? ―Esta pregunta iba para nuestra tía.
―Lo hizo de maravilla. Siempre le dije que tiene un talento innato para chupar conchas. 
―Gise… no saques conclusiones apresuradas, así fuera de contexto es difícil de comprender.
―¿Qué tengo que comprender, mamá? ¿Que vos y la tía Cristela se chupaban la concha la una a la otra? Eso ya me quedó bien clarito. Me pregunto cuántas noches te habrás pasado cogiendo con tu hermana. 
―No digas eso… nunca hice tal cosa…
―¿Acaso que entre dos mujeres se chupen la concha no es coger? 
Mi mamá volvió a quedarse muda.
―Ese es un temita que a Alicia le cuesta asimilar ―intervino Cristela―. Una vez le dije: “¡Qué lindo cogimos anoche! ¿Te gustó coger conmigo?” Se enojó tanto conmigo que estuvo sin hablarme como cuatro o cinco días. 
―Entendemos lo que pasó de formas muy diferentes ―dijo Alicia.
―Che, no la torturen más ―intervino Pilar―. Ya nos quedó claro lo que pasó…
―¿Que no la torturemos? ―Ahora Gisela estaba rabiosa, hasta apretaba sus dientes, como si fuera un perro a punto de morder―. ¿Sabés lo que me hizo pasar esta mujer? 
―Em… sí… pero…
―No, no lo sabés. No te conté ni la mitad de las cosas, Pilar. 
―¿De qué me estoy perdiendo? ―Preguntó Tefi.
―Gisela es lesbiana ―intervino Macarena―. Perdón, Gise. Quizás ahora me quieras matar, pero creo que es algo que todos en esta casa necesitan saber… para dejarte vivir en paz.
Estefanía quedó boquiabierta, completamente atónita.
―¿Qué? ¿Lesbiana? ¿Vos? ¿Pero cómo? ¿Por qué?
―Sí, ya no aguanto más tanto secretismo. La que no lo sabía, seguramente ya se lo imaginaba. Ahora lo saben todos. A mí me gustan las mujeres. El problema es que esto le molesta mucho a mamá. Me dijo que eso del sexo entre mujeres es un asco… y mirá… ahora me vengo a enterar que se cogía a la hermana. ¿Si vos te cogés a tu hermana, por qué yo no puedo coger con una amiga? ¿Eh? ¿Por qué tenés que ser tan yegua y castradora? ¿Eh? ―Las lágrimas inundaron el rostro de Gisela―. ¿Por qué me hiciste sentir como una enferma durante tantos años? ¿Por qué? ¡Decimelo!
―Ay hermana… ―dijo Cristela―. Esto no lo sabía… ¿cómo le vas a hacer una cosa así a tu propia hija? Gise, sé que es tarde para decirlo, pero… yo te hubiera apoyado, de haberlo sabido antes.
―Gracias, tía. Me sirve, de verdad ―se limpió las lágrimas con el dorso de la mano―. Lo que no me sirve de nada es que esta hija de puta se quede callada. 
Giró sobre sus talones y fue a encerrarse en su pieza. En su lugar, yo hubiera dado un portazo, pero Gisela no es así. Cerró despacito porque, inconscientemente, ella no quiere molestar a nadie. Se me partió el alma.
―Mamá, no pretendo dejarte como la mala de la película ―dije―. Pero esta vez sí que la cagaste. Gisela me contó algunas cosas… la hiciste sufrir mucho, por culpa de tus prejuicios. 
―Uf, si hablamos de ese tema, creo que todas estamos en la misma situación ―aseguró Pilar―. Pero sí, admito que lo de Gisela es peor. Yo creía que la pasaba mal por ser virgen, pero ella… nunca pudo expresar lo que siente con libertad. 
―Bueno, creo que el concurso se fue a la mierda ―dijo Macarena―. ¿O alguna tiene ganas de seguir participando?
―Sugiero que dejemos pasar unas horas, o unos días, y después empecemos otra vez ―dijo Tefi―. Ahora mismo alguien tiene que hablar con Gisela.
―Que vaya Macarena ―dijo Pilar.
―¿Yo por qué? La tía conoce mejor a mamá. Que vaya ella.
―Sí, pero vos conocés mejor a Gisela ―le dije. 
―Vamos las dos ―sugirió Cristela―. Y vos Alicia, quedate ahí sentada y calladita evadiendo los problemas como hiciste siempre, así está perfecto. ¿Sabés? ―Pude notar un fuerte tono irónico en sus palabras. 
Cristela y Macarena se perdieron en el pasillo y las escuché entrar en el cuarto de Gisela, por suerte mi hermana mayor no las echó a patadas. Quizás todo se iba a tranquilizar. 
―¿Ya terminaron con la telenovela? ―Preguntó Ayelén―. Si ninguna se manda, lo voy a hacer yo. 
La miramos sorprendidos. Hablaba en serio, a ella le importaba muy poco lo que había pasado con Gisela. Sin esperar a que le dieran ninguna orden, se arrodilló frente a mí y empezó a chuparme la pija con entusiasmo, tal y como lo había hecho Tefi minutos antes. Me sentí culpable. Yo debería estar preocupado por Gisela, en cambio me quedé allí, sentado en el sofá, disfrutando de lo que mi prima podía hacer con su boca. La muy desgraciada es muy buena, mucho mejor que Tefi. Se nota que tiene experiencia en el asunto. 
No quise mirar a mi mamá, el último vistazo que le di me mostró a una mujer abatida, al borde de las lágrimas. Nadie quiere ver así a su madre. Esta vez sí me concentré en lo que pasaba en la punta de mi verga.
Los labios de Ayelén acariciaban mi glande de forma muy sensual mientras, con la punta de su lengua, me lamía. Después demostró su talento para tragar verga. Tefi no pudo meterla tanto dentro de su boca, pero para Ayelén pareció una tarea sencilla. No llegó a tragarla toda, pero sí pude ver como una buena parte de mi miembro se perdía dentro de su boca. 
Debo admitir que lo hizo tan bien que empecé a sentir cómo la leche quería subir por mi verga y estallar dentro de mi prima. Sin embargo, no quería darle el gusto. Si ella conseguía hacerme acabar me torturaría con eso toda la vida. Así que, a pesar de su talento y su gran insistencia, logré contenerme… por pura testarudez.
Pilar hizo sonar la campana de mi salvación.
―Ya se terminó el tiempo.
―No, mentira, todavía falta ―dijo Ayelén, que no parecía dispuesta a admitir su derrota.
―Sí, mirá… tres minutos diez segundos. ―Le mostró la pantalla de su celular―. Hasta te pasaste. Ahora me toca a mí.
―¿De verdad lo vas a hacer? ―Preguntó Ayelén, parecía más entusiasmada―. Me dejás sorprendida, pensé que te echarías para atrás a último momento.
―Lo voy a hacer. 
Sé que Pilar estaba dispuesta a hacerlo para aprender a superar sus propios miedos e inseguridades. Además, aunque las presentes no lo supieran, ella ya me había chupado la verga. No le sería tan difícil hacerlo una vez más. 
A pesar de eso, Pilar se arrodilló con timidez, pude notar una chispa de miedo en sus ojos. No le dije nada, porque eso solo la haría sentir más débil, ella debía demostrar que podía. 
Agarró mi verga con un poco de titubeo, al parecer esto la hizo sentir más segura, pude sentir cómo sus dedos me apretaban con firmeza. 
Y se lanzó nomás. Creo que quería empezar antes de arrepentirse. Cuando la verga estuvo en su boca, la noté algo torpe en comparación a Ayelén. Me alegré que este concurso no dependiera de mi veredicto, me hubiera molestado mucho declarar campeona a mi prima… aunque quizás Cristela podría vencerla. Lo de Pilar era más parecido a lo de Tefi, se les notaba cierta inseguridad, como si le tuvieran miedo a la verga. Pero bueno, no las puedo culpar, al fin y al cabo se la están chupando a su propio hermano. Creo que es lógico que se sientan así.
―Tenés que usar las tetas ―dijo una voz a mi lado. Casi me había olvidado de que mi mamá todavía estaba allí. Pilar la miró confundida, sin sacar la verga de su boca―. Digo que tenés que usar las tetas, para hacerlo mejor. Aprovechá que las tenés grandes.
―¿De verdad me estás dando un consejo de cómo chupar pija? 
Alicia no respondió a esa pregunta, simplemente se arrodilló detrás de Pilar y sacó las tetas fuera del escote. Hizo que mi hermana pusiera mi verga entre sus pechos y ella misma los apretó.
―Dale, ahora chupala. 
―¡Hey, sin ayuda! ―Protestó Ayelén―. Así no vale.
―Vos callate ―dijo Tefi―. Date cuenta que el concurso ya terminó. Dejá que Pilar aprenda. 
Ayelén no dijo nada, pero se sentó en la otra punta del sofá, con los brazos cruzados, y haciendo puchero. En cierta forma se veía adorable… claro, si debajo de esa carita angelical no se escondiera una maldita arpía. 
―Tenés que chupar al mismo tiempo que apretás las tetas y las movés a lo largo de la verga ―dijo mi mamá.
Mi hermana lo intentó, pero sus lamidas se volvieron aún más torpes.
―No me sale ―dijo Pilar―. Sé que no es tan difícil, pero me cuesta.
―¿Querés que te muestre yo cómo se hace?
―Sí, por favor…
Pilar se hizo a un lado y le dio espacio a Alicia. Ella enseguida apresó mi verga entre sus grandes tetas, pude sentir la tibieza de su cuerpo casi al mismo tiempo que mi glande se hundía dentro de su boca. Se la tragó hasta donde sus pechos se lo permitieron. Sus lamidas fueron certeras y con las tetas hizo un trabajo espectacular. Pilar y Estefanía miraron la escena como si se tratase de una profesora dando una importante lección que luego entraría en el examen. Mi madre parecía haber dejado atrás sus preocupaciones y se movía con soltura, incluso como si no tuviera en cuenta que le estaba chupando la verga a su propio hijo. 
Siguió con esta tarea, mecánica pero placentera, durante un par de minutos más y luego miró a Pilar.
―¿Ya te queda más claro?
―Creo que sí.
―Bueno, vení y probalo, así estás segura. 
Pilar obedeció. Volvió a su posición, agarró la verga entre sus tetas y empezó a chupar con una confianza inusitada. No llegaba al punto de Ayelén, pero ya estaba lejos de la Pilar que se había tragado mi verga minutos atrás. Era como si en ella hubiera ocurrido un cambio interno muy drástico. 
Lo que hizo con su boca y sus tetas me gustó tanto que cuando mi pija empezó a escupir leche, ni siquiera me molesté por contenerla. La dejé salir toda y disfruté el proceso. Total, ya sabía que a Pilar le gustaba la fantasía de tener la cara llena de semen.
―Eso, seguí sin miedo ―dijo Alicia.
La leche llenó la boca de mi hermana y tuvo que dejar salir una parte, aún así siguió limpiándolo con su lengua. Una buena cantidad de semen quedó sobre sus tetas, y también lo lamió con una gracia felina.
―¿Qué tal estuvo? ―Preguntó mi mamá.
―Excelente ―aseguró Pilar―. Me encantó. Gracias por los consejos. 
―Bueno, me alegra que te hayan servido. Me voy a la pieza, quiero dormir un ratito. Me duele un poco la cabeza.
―Está bien, descansá.
Cuando ella se estaba retirando, Ayelén se puso de pie y se dirigió hacia mi cuarto. Seguramente entendió que sus planes de llevar adelante el concurso de petes habían sido frustrados, y por nada del mundo quería darme la oportunidad de apoderarme de mi propio dormitorio. 
―¿Se dan cuenta de lo que acaba de pasar? ―Preguntó Pilar, mientras limpiaba los restos de semen con su propia blusa. 
―No sé, todo fue muy raro ―dijo Tefi―. No tengo idea de cómo asimilarlo. Gisela está muy mal, y  a mamá pareció no importarle.
―Todo lo contrario ―dijo Pilar―. Le importó y mucho.
―¿Cómo sabés? ―Pregunté. Agarré su blusa y yo también me limpié un poco. A mi hermana no le molestó. 
―A ver, no hace falta estudiar psicología como Macarena, solo es necesario prestar un poquito de atención. Creo que mamá se rompió.
―Mamá siempre estuvo rota ―dijo Tefi―. Nunca anduvo bien.
―Sí, lo sé… pero esta vez se rompió algo en ella que le afectó mucho.
―No me pareció ―insistió Tefi―. Así que explicate mejor, porque no te estoy entendiendo.
―Mm… la que es buena para explicar estas cosas es Macarena. A ver cómo lo pongo en palabras sencillas. Mamá siempre tuvo un montón de barreras mentales que le impidieron disfrutar de la vida, y eso la llevó a ser tan castradora con eso. Sé que ese temita le viene afectando, porque ya hablamos de eso. Me pidió perdón por ser así, tan castradora. Me prometió que intentaría cambiar, y en parte lo hizo… pero de a poquito. Como si todavía le quedara una gran barrera que no podía romper, algo que le decía: “Todo esto está mal, Alicia. Tenés razón en ser así”. Ahora piensen en todo lo que le dijo Gisela. Básicamente ella dio a entender que mamá le arruinó la vida. ¿Sabés lo doloroso que debe ser para una madre que tu propia hija te diga que le arruinaste la vida? Y aún peor… si te das cuenta de que eso es verdad. Mamá es la principal culpable de que Gisela se sienta así. Por eso digo que se rompió. Como si sus barreras inhibidoras se hubieran hecho pedazos… eso de las barreras inhibidoras se lo copié a Maca, ahora entiendo a qué se refería. Aunque ella estaba hablando de mí, no de mamá. 
―¿Será que por eso te dio los consejos? ―Pregunté.
―Sí, eso es lo que pienso. Mamá se rompió y se dio cuenta, de una forma muy dolorosa, que nos dañó mucho, en especial a Gisela, por ser tan castradora. Cuando me dio consejos de cómo chupar una pija, lo hizo sin explicar por qué lo hacía. Y eso me dio a entender lo que pasó en su cabeza. 
―Mamá siempre justifica todo lo que hace ―acotó Tefi.
―Exacto. Y esta vez no puso ninguna excusa. Simplemente me ayudó, y hasta me alentó a hacerlo bien. No empezó con su eterno dilema de “no deberías hacer eso, hija… es la verga de tu hermano”. No dijo absolutamente nada que pudiera recordar a la Alicia castradora. Se comportó como si fuera una nueva Alicia.
―¿Y eso es bueno o malo? ―Quise saber.
―Creo que es algo bueno. Todavía no estoy del todo segura de esto, pero lo podemos poner a prueba la próxima vez. 
―¿Y de qué manera? ―Preguntó Tefi.
―Tiene que ser con algo relacionado al sexo, obvio. Alguna locura como la de recién, que involucre chuparle la pija a Nahuel o algo parecido. Si ella accede a dar consejos sin poner excusas, es porque definitivamente se rompió. 
―Uy, dios… ―Exclamó Tefi―. Ahora no solo me siento mal por Gisela, sino también por mamá. Deben estar sufriendo un montón. Iría a darle un abrazo a cada una, pero creo que Gise está mejor con Maca y Cristela… y a mamá le va a venir bien estar sola un rato. De todas maneras, cuenten conmigo para hacer cualquier prueba que se les ocurra… siempre y cuando no involucre que yo tenga que chupar una concha. Ya saben que eso no me gusta.
Mis hermanas se retiraron en silencio, seguramente estaban ensimismadas en sus pensamientos, al igual que yo. Me pregunté qué cambios traería esto a la convivencia de mi familia. ¿De verdad mi mamá se había roto por dentro? Y de ser así… ¿Cuánto tardaría en “arreglarse” y en volver a ser la misma Alicia de siempre? o quizás… ¿Podría quedar peor que antes? Esa última pregunta es la que más miedo me da. 

7 comentarios - Aislado Entre Mujeres [32].

Edu-Feimann
En qué número habías dejado antes de que te bajen los post?
Nokomi -1
En el 35. Pero ahora ya tengo escrito hasta el 37. En estos días voy a trabajar en el 38 y el 39, que estarán disponibles en mi Patreon.
garcheskikpo
y ahora te volvieron a borrar algunos? o es solo problema de la página, porque entre a ver y estan a partir del 12
Nokomi +1
No borraron ninguno, lo que pasa es que la web tiene errores que hacen difícil buscar los post. No te muestra la primera lista de post. Por eso, para acceder a los relatos, conviene usar el link que dejo al inicio de cada post, el que dice "Series de Relatos Publicados".
Internal33
El ansia por continuar este relato me ha llevado a tu blog, y ahora te sigo allí, tengo dudas si mi serie favorita es esta o la milf más deseada, pero todos son increiblemente buenos, espero que algún día puedas vivir de tus relatos, y si se permite la curiosidad, con qué personaje de aislado... te identificarías más tu???
Nokomi +2
Me alegra que te gusten mis relatos, pero no voy a responder eso.
Internal33 +1
gracias por responder, mejor escritora ever
ger1983 +1
Cada día mebatrapa más esta saga. Te felicito x tu capacidad creadora!
Mataconqn25
Fuuaaaa amigo!!!! Que buenos relatos, hasta llego a odiar a Ayelen jajajaja
Kelebra9999
Me facina maca y ayleen tiene su toque que es la mas copada
garcheskikpo +3
Alicia es una ninfómana encerrada en un cuerpo puritano, rompiendo de apoquito el cascarón
JRider3
Buenísimo.👏👏👏