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El novio de mi mejor amiga. Capítulo 1

El novio de mi mejor amiga. Capítulo 1

Esta es la historia de Ornella, una chica de 18 años que se siente atraída por el novio de su mejor amiga con quien tiene un pasado sin resolver y quien la busca constantemente, rozando lo prohibido y jugando con fuego. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

Capítulo 1: Las verdades y sus consecuencias
   La primera vez que vi a Esteban, supe que iba a ser importante para mí. Estábamos en nuestro primer día de secundaria y tímidamente nos sentamos el uno al lado del otro sin saber que esa iba a ser la mañana en la que nuestra historia empezara. Con el tiempo nos fuimos relacionando más y nuestro grupo de amigos se fue formando poco a poco. Siempre lo vi con diferentes ojos, pues más allá de ser un chico hermoso, era alguien que lograba dejarme anonada y sin palabras cada vez que aparecía. Me babeaba por él como toda pendeja entrando en la adolescencia se babea por el chico que le gusta. Pero las cosas tuvieron un final abrupto cuando otra persona llegó a nuestras vidas y las cosas cambiaron por completo.
   Me llamo Ornella, tengo 18 años y acabo de terminar el colegio secundario. Fueron sin lugar a duda unos años hermosos y los cuales disfruté muchísimo. Allí conocí a gente divina, personas con las que no quiero dejar de relacionarme nunca y que me demostraron que pueden ser grandes amigos. Aparte de Esteban, en el colegio conocí a Mariana, quien terminaría convirtiéndose en mi mejor amiga. Ella entró en el último año, pues por cuestiones de trabajo sus padres tuvieron que mudarse de ciudad y su último año lo cursó lejos de su vida y de sus relaciones pasadas. Tal vez por eso sentí empatía por ella, la notaba solitaria, tímida y me acerqué a ella sin saber que en muy pocos meses esa chica iba a cambiarlo todo.
   Junto a Lorena, Valentina, Julia y Belén, habíamos formado un grupo en el que las cinco nos llevábamos muy bien y siempre estábamos juntas. Cuando Mariana entró al curso faltando un año para graduarnos, yo la sumé al grupo tras percibir en ella una chica con la cual me sentía cómoda y confiada. Enseguida se incorporó a nuestras reuniones y juntadas y sobre todo a ser mi compinche en toda mi vida. Vivíamos a pocas cuadras, lo que hacía que nos volviéramos juntas del colegio y de cualquier otro lugar, así como también que nos juntáramos a pasar el rato cuando estábamos aburridas. Amaba pasar tiempo con ella y compartir muchísimas cosas.
   El problema fue que, sin saber todo lo que había pasado, Mariana me confesó que le gustaba Esteban y un conflicto muy grande se apoderó de mí. Es que, había tantas cosas que hablar con ella, que nunca había llegado a confesarle que una noche en la casa de Julia, mientras el resto estaba hablando en el living, Esteban me siguió a la cocina para darme un beso y dejarme con ganas de más. Y es que sí, entre él y yo siempre hubo algo que nunca llegó a concretarse. Nos decíamos muchas cosas, nos abrazábamos todo el tiempo, nos quedábamos mirándonos como dos idiotas, pero nunca tuvimos nada hasta ese beso, el cual se vio cortado de golpe por la aparición de Tomás, uno de los chicos del grupo. Él no llegó a ver nada, pero nos hizo sentir tan avergonzados que ese beso que nos estábamos dando quedó en la nada y nunca más volvimos a hablar del tema. En realidad, una sola vez surgió en una conversación luego de que yo estuviera con otro chico y Esteban me preguntara si él besaba mejor que yo.
   Y es que todo se fue por la borda a principios del año siguiente, nuestro último año de secundaria. Mariana llegó y al ser una chica muy linda y de ojos claros, todos empezaron a babearse por ella y nosotras nos sentíamos un poquito celosas. Esteban, Tomás y Lautaro (el otro chico del grupo), no le sacaban los ojos de encima y yo que todavía sentía cosas por mi amigo, no tuve una mejor idea que besarme con el cuarto chico que forma el grupo, Alejandro. Es lindo, sí, pero Ale no me gusta en absoluto y no me atrae para nada, pero lo hice para darle celos a Esteban. La cosa fue peor de lo que imaginaba, porque cuando Mariana me confesó que él le gustaba, yo no tuve mejor idea que contárselo a Esteban, que aprovechó para encarársela y terminar estando juntos. La relación empezó como algo de una noche, pero enseguida se volvió algo frecuente y terminaron poniéndose de novios cuando volvimos de Bariloche.
   Yo me mordía los labios cada vez que los veía juntos, pues ellos se mostraban abiertamente en frente de todos. Pero no quería estar celosa de mis dos mejores amigos, pues ellos se notaba que estaban felices el uno con el otro. Sin embargo la cosa no quedó ahí, pues Mariana comenzó a contarme todas las intimidades, sin saber que yo una vez besé a su novio y que me sentí atraída por él durante mucho tiempo. Supe de la vez que se tocaron la piel, la primera vez que ella le hizo una paja y de cuando se animaron a tener sexo. Me iba enterando de todo y en los últimos meses de escuela, mi amiga se encargó de notificarme todas y cada una de las veces que tenía sexo con su novio y como era. Lo peor de todo fue cuando se animó a contarme que Esteban estaba muy bien dotado, algo que por alguna razón me dio más envidia.

   La historia nos llevó al verano del año siguiente, antes de que comenzáramos a cursar la facultad. Decidimos hacer un viaje juntos a la costa como la mayoría de los chicos de nuestra edad y alquilamos una casa muy cerca de la playa con varias habitaciones para compartir entre los diez, las seis chicas y los cuatro chicos. Muchas cosas se decían de ese viaje antes de que se concretara y mientras lo íbamos armando, pero lo que menos me esperaba fue que Alejandro me empezó a encarar intentando revivir lo que había pasado hacía ya algunos meses. Al parecer se había quedado enganchado luego de que nos besáramos y tenía intenciones de que lo nuestro pasara a algo más. Yo me había visto con otros chicos y de hecho había tenido mi primera vez con uno de la escuela pero del otro curso, algo que quedó completamente en la nada.
   El viaje de casi dos semanas fue algo increíble, con mucha fiesta, mucho alcohol y música sonando fuerte casi todo el tiempo. Las chicas dormíamos en tres habitaciones de dos cada una, mientras que los chicos compartían una con dos cuchetas, algo que casi nunca se respetaba, pues siempre alguno se dormía en el living antes de poder subir al segundo piso. Yo compartía habitación con Mariana como era de esperar y como ella se había ocupado de contratar la casa, eligió la pieza más grande y la única con un baño privado, algo que le agradecí desde el minuto cero. En la planta baja, el living comedor y la cocina fueron el centro de las charlas, las reuniones y las previas que nos llevaron a bailar como locos y disfrutar cada momento.
   Alejandro no tardó en acercarse a mí y la primera noche ya intentó que algo pasara entre los dos. Obviamente yo no quise y le dije que lo nuestro ya había quedado en el pasado, algo que él pareció no entender pues me siguió encarando todas las noches que estuvimos en la costa. En una de ellas, me alejé del grupo en medio del boliche para sacármelo de encima y me crucé con Esteban que volvía del baño. Le confesé que estaba sola para sacármelo de encima a Alejandro que no paraba de lanzarse encima de mí y él no tuvo mejor idea que responderme: “Es que estás muy linda Orne”. Enseguida noté como me ponía toda roja y como lo miraba sin poder dar crédito a lo que me decía.
   - ¡Callate que le voy a contar a tu novia!- Le dije acercándome a su oído para que me escuchara por encima del ruido de la música.
   - ¡Contale lo que quieras!- Me respondió de forma desafiante.- ¡Eso no va a hacer que dejes de ser hermosa para mí!- Agregó y miró por encima de mi hombre para ver a Mariana y Valentina que se acercaban caminando.
   Esa noche no pude dormir, pues tenía al lado a mi amiga y no podía dejar de pensar en su novio. Todavía sentía cosas por él, todavía lo quería y quería estar con él. Todavía me quedaba mirándolo como una estúpida y notaba como algo se me prendía adentro cada vez que me hablaba. Esteban era hermoso y él sabía que me podía, era por eso que emitía esos comentarios cada vez que estábamos solos. No era la primera vez que lo hacía, pero esa noche me dejó pensando en él toda la madrugada y me di cuenta que las cosas no iban a funcionar para mí.
   Los dos días siguientes, decidí quedarme en la casa alegando que no me sentía muy bien. Iba a la playa durante el día y a la noche, después de cenar, me quedaba en el living mirando la tele para pasar el tiempo. Alejandro pensó que era una indirecta hacia él, por lo que decidió quedarse conmigo, por lo que tuve que pedirle a alguna de las chicas que me hiciera compañía para no estar a solas con él. Al final Mariana decidió quedarse y eso hizo que Esteban también lo hiciera y uno a uno se fueron bajando para quedarse los nueve haciéndome compañía entre música y una noche más tranquila para todos. Ya al día siguiente, la penúltima noche, volví a quedarme en la casa y en esa oportunidad solo me acompañó Belén, la menos fiestera del grupo.
   Pero la última noche no me la iba a perder y tras ponerme el mejor outfit que había llevado, bajé a la planta baja para sumarme con el resto del grupo. Esteban estaba hermoso, luciendo una camisa clara divina que le quedaba perfecta con el color tostado de su piel. Fuimos al boliche y para pasar la noche empecé a tomar y a tomar al punto de ponerme mucho más borracha de lo que solía ponerme. Seguía tomando inclusive cuando volvíamos a la casa y ni bien entramos abrí una de las pocas cervezas que había sobrado para continuar en el comedor. “Tengo que decirte algo” le dije a mi mejor amiga al oído y ella empezó a reírse pensando que se trataba de una broma.
   Subimos las dos a la habitación y nos sentamos en la cama. Allí, de muy mala manera y totalmente borracha, le confesé que antes de que ella entrara al curso yo había tenido algo con Esteban. “No sé porque nunca te lo dije. Me daba vergüenza, que se yo” le conté tras darle detalles del beso en la casa de Julia y de las conversaciones íntimas antes de que Mariana apareciera en nuestras vidas. Mi amiga no me dijo nada, me miró desconcertada y sin poder creer lo que yo le contaba. Para colmo, mi borrachera lo empeoraba todo pues yo creía que estaba siendo sutil y delicada cuando en realidad acababa de lanzarle un balde de agua helada en la cara.
   - Andá a lavarte la cara y lo hablamos mañana más relajadas.- Me dijo ella que seguramente pensó que todo se trataba de una exageración de mi parte.
   Entré al baño y me paré frente al lavamanos para abrir la canilla y pasarme agua entre los dedos y llevarla a mi cara. Alcé la vista y me miré al espejo para comprobar que estaba muy en pedo. “No tendría que haberle dicho nada” pensé entonces y fui recordando poco a poco la conversación dándome cuenta de que esta no había sido para nada delicada. Le había lanzado en la cara a mi amiga que me gustaba su novio y que me había besado con él antes que ella, algo que claramente nadie se podía tomar de buena manera. Escuché voces que provenían de la pieza y por un segundo pensé que era Mariana hablándome a mí. No le respondí y me quedé unos segundos en el baño mirándome al espejo y pensando cómo podía aclarar todo con mi mejor amiga. Pensé en decirle que todo era una broma y que era el alcohol hablando por mí, pero cuando estuve a punto de salir, algo me frenó de golpe.
   Abrí un poco la puerta y pude ver como en la cama se encontraba mi amiga con su novio, besándose de forma alevosa y él sin camisa. Arrimé la puerta como para que no notaran mi presencia y me quedé helada observándolos. Se estaban besando y tocando de forma muy caliente, Mariana por ejemplo le arañaba la espalda al mismo tiempo que él le lamía el cuello. Sin pensarlo, apagué la luz pero él estaba mirando para el otro lado por lo que no se dio cuenta y continuó comiéndole el cuello a Mariana que movió los ojos en mi dirección y comprobó que yo los estaba observando. Pensé que iba a detener todo para darme tiempo a que yo me marchara, pero por el contrario, siguió manoseando a Esteban y lanzó un gemido que me dejó más helada que antes.
   Las cosas se pusieron muy calientes de golpe y él le sacó la remera y fue directo a sus tetas para lamerlas y besarlas de forma acelerada. Era obvio que querían aprovechar esa última noche de vacaciones para dejarlo todo y no iban a perder el tiempo. Mientras Esteban le pasaba la lengua por el pecho a mi amiga y manoseaba sus pezones, ella lanzaba pequeños gemidos que yo podía oír claramente. Desde mi punto de vista tenía una perspectiva muy clara de todo lo que pasaba y por alguna razón empecé a sentirme excitada y noté como mi corazón se aceleraba. A su vez, una especie de celos se apoderaron de mí e hicieron que agarrara con fuerza la manija de la puerta y la apretara hasta sentir mis dedos endurecerse. No quería ver eso, no quería verlos en su intimidad, pero no podía moverme.
   En tan solo unos segundos, Esteban se acomodó entre las piernas de Mariana y la desnudó sin ganas de perder el tiempo. Al principio se miraron, ella le lanzó una risita estúpida y luego se tocaron el cuerpo. Pero tan solo un instante después, mi amigo había hundido su cabeza entre las piernas de ella y le estaba comiendo la concha de una forma muy alevosa. Los gemidos de placer de mi amiga no tardaron en aparecer y por alguna razón me dio la idea de que estos eran muy forzados, pues hasta Esteban se sorprendió, seguramente pensando que era por la calentura del momento. Pero yo sabía que ella lo hacía para darme celos a mí, al fin y al cabo acababa de confesarle que me gustaba su novio y que nos habíamos besado antes de que ella apareciera en nuestras vidas. Sus ojos mirándome fijo a través de la puerta, confirmaron mis sospechas.
   Cuando ella ya no podía aguantarse más del placer, lo levantó de golpe al lado de la cama y de forma bruta le sacó el pantalón y el bóxer ante su cara de sorpresa. Esta última prenda la tiró en dirección hacia la puerta del baño, teniendo tanta suerte que quedó colgada de la parte de afuera del picaporte. Esteban amagó a girar la cabeza para ver lo que su novia había hecho, pero ella fue más rápida y le giró la cabeza para levantarse de la cama y besarlo con ganas. Los dos estaban desnudos, parados al lado de la cama y hundidos en un beso bien caliente que podría haber excitado a cualquiera. Aproveché ese momento y sin pensarlo agarré el bóxer de mi amigo y lo entré al baño para sujetarlo con fuerza.
   Lo observé por unos segundos y tratando de calmar mis celos, lo fregué por mi cuerpo como si eso fuese suficiente para mí. Claramente no funcionó, ya que solo era un bóxer y no la piel del chico con el que deseaba estar. Lo tiré nuevamente encima del picaporte y asomé la cabeza para ver como mi amiga estaba arrodillada frente a su novio, comiéndole la pija como una profesional. Estaba segura de que esa no era su actitud normal y de siempre, sino que la estaba forzando para dar el mejor show posible. A él no parecía molestarle en absoluto, ya que disfruta de forma increíble como Mariana le lamía la pija, se la metía en la boca y se la tragaba hasta donde podía. Y es que los rumores que corrían los confirmé en ese momento: Esteban la tenía enorme.
   Estaba totalmente dura y era gigante y sumamente gruesa. Mariana la sostenía con una mano y aun así quedaba mucha pija libre, inclusive cuando se metía lo que podía en la boca. Me mordí los labios mientras observaba esa hermosa poronga y por mi cabeza pasaba la idea de poder ser yo la chica que estuviera disfrutando de eso. “¡Sí, mi amor!” dijo él cuando mi amiga lo empezó a pajear a toda velocidad al mismo tiempo que le lamía la cabeza. Entonces mi amiga giró apenas la cabeza para poder observarme y cuando nuestras miradas se cruzaron, me guiñó un ojo y noté una sutil sonrisa en sus labios.
   “¡Puta!” pensé yo y sentí unos celos que volvieron hacer que apretara con fuerza la perilla del lado de adentro de la puerta. Pero el show no había terminado. Esteban buscó entre su pantalón y sacó un preservativo de su billetera para ponérselo. ¡Le quedaba chico, al punto que este no llegaba a abarcarle toda la pija! Mientras tanto, ella se acostó contra el borde de la cama boca arriba y luego de unos besos y un toqueteo, él se la fue metiendo hasta hacerla desaparecer por completo adentro de su cuerpo. Mariana gimió suave al principio y más fuerte después y se aferró a las sábanas mientras él sonreía de placer.
   Empezó a cogérsela como si de una bestia se tratase, moviendo su cuerpo hacia adelante y hacia atrás a lo loco al mismo tiempo que ella mantenía las piernas en el aire. Con una de sus manos le acariciaba el clítoris a mi amiga y con la otra recorría todo su cuerpo, lleno de sus piernas hasta sus tetas y luego subiendo a la cara. Le metió dos dedos en la boca y ella se los chupó como lo había hecho con la pija, algo que puso más feroz a Esteban quien continuó cogiéndosela a toda velocidad. Mariana ya no contenía los gritos y los gemidos de placer, los cuales yo podía oír claramente y de seguro se escuchaban en toda la casa. Pero a ella no le importaba, a ella no le molestaba, ella quería hacernos saber a todos (y en especial a mí) que Esteban era de ella y se la cogía solo a ella.
   Los dos se tiraron a la cama y fue entonces cuando él se colocó encima de su cuerpo. Ahora sus pechos se rozaban y los movimientos de la cintura de él iban hacia arriba y hacia abajo, metiendo y sacando esa enorme poronga de la conchita de mi amiga. Se besaban, se comían la boca, se devoraban el cuello y podía ver como los dos usaban la lengua todo el tiempo para pasarla por sus cuellos y sus hombros. La imagen me excitaba mucho, me calentaba, tanto que no pude evitar tocarme la piel por el mismo lugar que antes había pasado el bóxer de Esteban. Su cola era hermosa, preciosa y yo la veía en primer plano subiendo y bajando constantemente, mientras le daba placer a mi amiga.
   - ¡Voy a acabar! ¡Voy a acabar!- Empezó a gritar ella como loca y él se desató por completo.
   Su cintura se aceleró tanto que podía escuchar cuando sus cuerpos chocaban en el momento exacto que se la metía toda adentro. Mariana lo abrazó con fuerza, pegando su cuerpo al suyo y sus uñas se clavaron en la espalda de Esteban que no dejaba de moverse. Su hermosa cosa se contrajo y con cada golpe que daba ella le devolvía un grito más fuerte que el anterior y más agudo. Entonces un gemido inundó toda la habitación y supe que mi amiga acababa de tener un orgasmo increíble. Pero él no se quedó quieto, no frenó y siguió cogiéndosela como una bestia durante un buen rato, haciendo que los alaridos de ella no cesaran en ningún momento. No solo era hermoso, con un cuerpo perfecto y una carita divina, Esteban también tenía una pija inmensa y cogía muy bien.
   La escena siguió y parecía que mi noche no iba a acabar. Yo no sabía que sentir, no sabía que ver, pues no podía moverme y mis ojos parecían no querer alejarse de lo que sucedía en la cama. Ella se puso en cuatro y él volvió a penetrarla hasta el fondo para empezar a cogérsela de forma suave y lenta. Con sus manos, recorría todo el cuerpo de mi amiga, en especial su cola, la que había quedado en primer plano para él. Entonces elevó su mano derecha y le pegó un chirlo que pude escuchar claramente y ella le devolvió un gritito. A ese chirlo le acompañó un pequeño incremento en la velocidad de sus movimientos, haciendo que volviera a cogérsela más rápido. Un segundo chirlo no tardó en llegar y nuevamente su cintura se aceleró, yendo cada vez más rápido hacia adelante y hacia atrás. Ya con el tercer chirlo, Esteban se cogía a Mariana nuevamente de forma bestial.
   Los gemidos y gritos de placer de mi amiga no tardaron en aparecer y me di cuenta de lo mucho que disfrutaba de aquello por la forma en la que sus manos agarraban las sábanas. La misma forma en la que yo me agarraba de la perilla de la puerta, pero con diferentes sentimientos adentro. Ella intentó girar la cabeza, intentó mirar hacia la puerta del baño para cruzar sus ojos con los míos nuevamente, pero su novio intervino. Elevó su mano derecha y sujetándola del pelo, tiró hacia atrás provocando que su cabeza se levantara hacia la pared que tenía en frente. “¡Ay, sí mi amor! ¡Así! ¡Me encanta!” empezó a gritar y noté que su cuerpo temblaba en lo que seguramente debió ser un segundo orgasmo súper placentero.
   Siguieron cogiendo, él sin tener idea de que yo los estaba observando. Ella volvió a acostarse boca arriba y Esteban nuevamente se tiró encima suyo, metiéndosela bien a fondo y volviendo a pegar su pecho con el de Mariana. Era evidente que mi amiga no iba a esforzarse mucho, pues su objetivo era demostrarme como su novio le daba placer. Una vez más pude ver su cola apretada subiendo y bajando con cada movimiento de cintura. Una vez más pude ver como se comían a besos y como las lenguas tomaban protagonismo. Una vez más pude apreciar las unas de mi amiga como si de garras se tratase recorriendo la espalda del chico que me había besado hacía ya mucho tiempo. Ella sonreía, gemía, se movía como loca y disfrutaba de ese momento, pues tenía el control total y disfrutaba de demostarme de lo que su novio era capaz.
   Pero le llegó el turno a ella y no iba a desaprovecharlo. Esteban le había dado dos orgasmos y posiblemente un tercero cuando se la empezó a coger tan fuerte que ella tuvo que meterse las sábanas en la boca para calmar sus gritos. Por lo que era tiempo de devolver gentilezas y luego de hacerlo parar al lado de la cama y de costado para que yo pudiera apreciar todo, se arrodilló nuevamente delante suyo, le sacó el preservativo y empezó a pajearlo al mismo tiempo que lo miraba a los ojos. Él no le quitaba la vista de encima y con una sonrisa en los labios, disfrutaba de la lengua de Mariana que subía y bajaba por esa verga bien grande y gruesa.
   - ¡Me cogiste muy bien esta noche!- Le dijo ella sin dejar de pajearlo.- Y por ser mi novio y haberte portado tan bien conmigo, te voy a dar un regalito.
   - ¿Ah sí? ¿Qué cosa?- Le preguntó él que le acariciaba el pelo.
   - Algo que me venís pidiendo hace un tiempito…- Le dijo y sonrió, pues él seguramente sabía de que se trataba.
   - ¿En serio, mi amor? ¿Te vas a tragar mi lechita?- Le preguntó con una sonrisa en los labios y sin poder creer lo que escuchaba.
   - ¡Toda!- Le dijo ella y se metió la pija de Esteban en la boca para volver a chuparla.
   Su novio no pudo aguantar mucho más y el hecho de que ella lo pajeara a toda velocidad mientras se la chupaba no lo ayudó. Noté como sus rodillas se quebraban, como su cuerpo temblaba y como su mano se agarraba del pelo de Mariana con violencia. Acabó todo adentro de la boca de mi amiga, que no dejó de chupársela por un segundo, recibiendo toda la descarga adentro de sus labios. Luego alejó la cabeza, tragó y le mostró la lengua para que él pudiera comprobar que se la había tragado toda. Una sonrisa se dibujó en los labios de Esteban, que cerró los ojos para disfrutar del momento mientras ella seguía pajeándolo, ahora de forma lenta. Entonces mi amiga giró la cabeza y sin disimularlo, me miró y sonrió.
   Rendido y completamente satisfecho, Esteban se tiró en la cama con la pija aún dura, la cual cayó sobre su hermoso cuerpo. Mariana se levantó y vino caminando hacia el baño, al cual entró y cerró la puerta sin decir nada. Me miró a los ojos y como si nada hubiese pasado, me dijo que le iba a decir a Esteban que bajaran a la planta baja para tomar algo, así me daba tiempo a mí de irme a la habitación que Lorena y Valentina compartían. Yo, anonadada por su frialdad y su habilidad para hacerse la estúpida, no le dije nada y obedecí ni bien salió del baño, se cambió y se fue con su novio de la mano. Recién ahí me animé a salir del baño y caminando despacio, comprobé que en el piso había unas gotas de semen de Esteban, las cuales se le debieron escapar cuando le hacía la paja al final. “Te faltó una parte, hija de puta” dije en voz baja y sonriendo.


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3 comentarios - El novio de mi mejor amiga. Capítulo 1

danyyyy92 +1
impresionante relato espero la segunda parte impaciente
HistoriasDe
Muchas gracias!
garcheskikpo +1
mira que pícaras resultaron las nenas del secundario jeje
HistoriasDe
Jajaj muchas gracias!