“El fin de las mentiras de mamá”
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Cuando era pequeño, mamá me llevó a un parque, fue en ese lugar en el que por primera vez interactué con Pedro y también conocí a su madre. Naia, era una mujer bastante amable y bueno, Pedro a diferencia del capullo en el que se transformó, en esa época era muy tímido. Curiosamente, él y yo terminamos ese día siendo amigos, pero todo cambió cuando mamá se acercó a Pedro para decirle algo y luego me al estar conmigo me dijo algo malo de él, desde entonces Pedro comenzó a tratarme como basura.
Naia: ¿Bruno?, ¿Bruno?… Bruno, ¿estás bien?
Consultó esa sensual hembra.
Yo: Eehh… Sí, sí… Disculpe, me han venido los recuerdos de cuando nos conocimos hace años.
Naia: Oh, ya veo. Me alegro que me recuerdes, Bruno.
Afirmó, dándome un beso en la mejilla y luego soltó una risita juguetona. Era algo que no me esperaba, sin embargo, eso demostraba que había un grado de confianza de ella hacía mí y eso facilitaba las cosas. Todo mi cuerpo que estaba tenso se soltó en un suspiro y me acerqué a ella mirándola detenidamente cada rincón de su cuerpo. –“¿Pasa algo Bruno?”- preguntó jocosa, –Nada, solo la admiró e imaginó cómo voy a trazar su fantástica figura- expresé.
–“Oh vamos, no exageres chico”- contestó ella risueña, sin percatarse que en mis pantalones ya se había formado un bulto. –No exagero señora, usted es muy bella y posee un cuerpo increíble- le dije, mirándola a los ojos. Naia se sonrojó y de alguna manera eso me dio otro respiro, porque entendí que podía seguir y lo más probable es que terminaríamos en esa cama revolcándonos, como quería. –“Tú… Tú madre se va a molestar si oye eso”- respondió nerviosa.
Yo: Lo más probable, no obstante, ella no está aquí y dudo que las paredes le digan algo al respecto.
Naia: Tal vez sí, con tu madre nunca se sabe.
Exclamó con una risa nerviosa. Me di cuenta que debía cambiar el tema de la conversación, ya que si mamá seguía siendo el centro de este, no iba a lograr concretar mi anhelada venganza. –¿Qué le parece si dejamos a mi mamá de lado y hablamos mejor de su retrato?- le señalé, tomando un lápiz y el cuadernillo que había llevado para tomar ciertos apuntes y hacer un dibujo preliminar. Ella aceptó mi petición, aunque seguía algo incomoda con solo haber mencionado y recordado a mi madre.
Poco a poco Naia fue relajándose y mostrándose más atrevida, ya que a medida que iba avanzando la charla, ella me fue comentando lo que en realidad le gustaría hacer para su retrato. Lo que era nada menos que posar desnuda ante mí, yo al escuchar esa declaración quedé por unos segundos en las nubes e imaginando ese cuerpo ardiente completamente encuerado. Si ya tenía una erección para ese momento, ahí se hizo más notoria y estoy seguro que ella se percató que tenía la polla dura.
Naia se sentó en la cama y observó por el vidrio que para nosotros solo era un gran espejo, mirándose dijo que era una idea ridícula, pues era una mujer ya mayor y sentía vergüenza pedirle eso a un jovencito. Yo tratando de convencerla que no era para nada ridículo aquello, le deje claro que en el arte no había que tener miedo, simplemente arriesgarse y luego la alabe, reafirmando que tenía una figura a la cual estaría encantado en trazar, ella se ruborizó y tocaron la puerta.
Estaba confundido ya que no esperaba que nos interrumpieran, fui abrí y un personal del hotel me pasó una botella de vino y unas copas. Yo solo las recibí y se fue, al darme vuelta, Naia me pidió perdón por no haberme dicho que ella había pedido eso. Yo le contesté que no pasaba nada, entregándole una de las copas, abrí la botella y le serví, Naia me dijo que era muy caballeroso, diferente a su hijo. No voy a negar que esas palabras me hicieron algo de gracias y me colocaron feliz al mismo tiempo.
Dejando la botella en el mueblecillo que había, me senté a su lado y comenzamos hablar del idiota de Pedro. De acuerdo a las palabras de Naia, el muy desgraciado siempre la culpaba de todo lo malo que le ocurría, nunca le daba las gracias por los sacrificios que hacía por él, le decía que le daba vergüenza presentarla como su madre, porque era una mujer horrible. Sinceramente ese gilipollas se merecía experimentar todas las humillaciones posibles, por ser tan miserable.
Naia, empezó a llorar y para mí eso fue el colmo, porque ella no debía sufrir ese trato por ese capullo, menos botar una lágrima por él, si la trataba como la mierda. Además no la dejaba estar con otra persona, pues el muy bastardo amenazaba con irse y que nunca sabrían nada de él. Esa mujer tan guapa, había vivido su propio calvario con ese pendejo y se había negado al placer por años por las niñerías y ridiculeces de él, aunque eso, obviamente iba a facilitar aún más las cosas para mí.
Acariciando su mejilla le dije que debía olvidarse por unos minutos del idiota de su hijo y pensar en ella, que aún era una mujer joven, para hacer varias cosas y no prohibírsela por un capricho de su hijo. Ella trató de justificar a Pedro, a lo que yo respondí, –La entiendo, yo también trato de justificar las actitudes de mi mamá, aun cuando no son correctas, ya que quiero creer que lo hace, porque me quiere y busca lo mejor para mí-, ella me quedó mirando asombrada al escuchar esa afirmación.
–Pero algunas veces, hay que pensar en nosotros y hacer lo que queremos por un segundo- concluí y al parecer mis palabras si tuvieron efectos, pues Naia se mostraba más decidida en relación de posar desnuda para mí. Sin embargo, antes tomó un par de copas y luego cuando ya se sentía con valor, me pidió amablemente que saliera de la habitación, algo que acepté, para hacerla sentir cómoda. Mientras esperaba afuera me preguntaba si Pedro había despertado de aquel golpe que le había dado.
Luego de un par de minutos, Naia abrió un poco la puerta y yo respiré profundamente, pues me había entrado un nerviosismo por lo que quería hacer. Empujé la puerta para entrar y después la cerré, quedando deleitado con esa mujer, aun cuando cubría su cuerpo con una sábana, se veía jodidamente caliente y mi verga volvió a endurecerse. Mirándola de pies a cabeza, buscaba las palabras idóneas para esa Diosa, ella avergonzada porque no le quitaba los ojos de encima, me consultó, qué pasaba.
Yo: Na… Na-nada… Solo que luce muy hermosa, señora Naia.
Naia: Ay Bruno, no es necesario que mientas, me veo ridícula, ¿verdad?
Yo: Pa-pa… Para nada, estoy diciendo la verdad.
Ella no se mostraba del todo convencida, hasta que se percató de mi erección, su rostro reflejó una lujuria y a la vez vergüenza. De seguro sentirse deseada por un chico de la misma edad de su hijo, la hizo sentir feliz y excitada, pero a la vez entraba en un conflicto con lo moral. Yo me quedé ahí quito por unos segundos, luego tomé mi móvil y le dije que le tomaría un par de fotografías, ella me pidió que esperada, suspiró y bebió otro trago de vino, para luego permitirme sacarle unas fotografías.
Al principio ella posó con la sabana cubriendo su cuerpo, sin embargo, paulatinamente, Naia fue mostrando cada vez más su figura. Podía apreciar sus hombros y sus largas piernas perfectas, tras beber otro trago, ella se llenó de coraje, dejando de lado ese pánico y me mostró sin pudor su cuerpo maduro. Baje mi celular y me quedé anonadado mirándola, ella sonrió como una chica que acababa de hacer una travesura, luego colocó su mano por su cuello, mientras su cabeza la inclinó un poco al lado izquierdo y con la otra mano cubría su coño peludo.
Capturé esa imagen a la vez que me iba perdiendo en la calentura, pensando que debía hacer cosas así con mamá, pedirle que pose desnuda y me dejase apreciar su cuerpo, como parte de un juego. Después de esa foto me acerqué donde Naia, quien se colocó un poco nerviosa y me preguntó qué estaba haciendo, yo le contesté que solo quería sacarle una foto más de cerca. Obviamente mis intenciones eran otra, no obstante, debía controlarme y dejar que todo fluyera con normalidad.
Luego de un par de fotos y de decirles unos piropos, ella se mostró más coqueta, pasaba a rozar con sus manos mi entrepierna y en algunas ocasiones apoyaba su cola madura contra mi verga que solo quería salir de mis pantalones para jugar con esa vagina que goteaba. En un momento ambos quedamos de frente, nuestras miradas no se apartaban, entonces me armé de valor para tomarla de la cintura y con solo tocar su piel, me di cuenta que era suave como la de mi madre.
Ella dio unos pasos hacia atrás, tratando de evitar que yo cometiera alguna locura, pero ya no había nada que me detuviera, menos para que me acercará a esa Milf y probada su néctar. –“Bru-Bruno… ¿Qué haces?”- me dijo, mientras la sujetaba con fuerza y me iba aproximando a sus labios. –Sabe… Me parece increíble que una mujer como usted, no haya tenido diversión en tanto tiempo, ¿en verdad cree que Pedro se va ir si usted tiene pareja?- expresé, sobando mis labios con los de ella y sintiendo el deseo mutuo.
Naia por unos segundos estuvo a nada de abrir su boca y permitirme darle un apasionado beso, sin embargo, justo antes de hacerlo, quiso empujarme para librarse de mí. Yo no la dejé ir, aunque no iba a forzarla a algo, tampoco iba a desaprovechar esa oportunidad que tenía, sabía que se moría de ganas de tener una polla dentro de ella, de saborear los labios de alguien que la anhelaba y sentir el placer que se había renegado por años, solo era cuestión de tiempo para que esa mujer fuera sincera con ella misma.
Estoy seguro que para ese momento Pedro ya había vuelto a abrir los ojos y su cabeza dejó de dar vueltas, lo más probable que trataba de desatarse y gritaba en vano, queriendo evitar que su preciosa madre estuviese conmigo. Lo más probable es que pensó que todo era una maldita pesadilla al igual que yo, cuando lo vi follándose a mi mamá. Quizás se arrepintió de haberse burlado de mí, de haber sido tan estúpido con Naia y dejarme todo en bandeja de plata, para pasar una tarde maravillosa con esa hembra.
Su rostro de impacto debió ser una joya, cuando vio que mis labios y los de Naia se tocaron tiernamente para luego pasar a ser una intensa lucha en donde nuestras lenguas se revolvían en nuestras bocas, reflejando el fervor entre ambos. Hubiera deseado haber grabado esa reacción, porque no fue un beso corto, sino uno muy largo, en donde Naia me sujetó la nuca, para que no me aparte de su boca y parecía querer más.
Gradualmente nos fuimos recostando en la cama, sin que nuestras lenguas dejasen de estar enroscada. Mis dedos fueron allegándose a esa vulva mojada, pasar a acariciar esos vellos púbicos fue jodidamente cachondo y sobar esa hambrienta vagina, me dejó totalmente loco. Al separarnos, ella inmediatamente soltó unos gemidos que me motivaron a seguir jugando con ese chochito y entretanto degustaba su saliva, me llegué a sus senos, parar chupetear esos pezones que estaban duritos.
Me percaté que era bastante sensible en ese sector, aun así continué mordisqueando esos pezones y con mis manos pellizcaba esa vulva que humedecía mis dedos. Ese armonioso recital que soltaba resultaba hipnotizante y mi herramienta comenzó a anhelar entre otras cosas poder cavar e inspeccionar esa cueva de carne. Pero nuevamente me controlé, lo suficiente para seguir haciendo que ella se regocije de placer y perdiera paulatinamente más la cabeza.
Con el pasar de los minutos fui sintiendo cómo su néctar se deslizaba por mis manos, decidí introducir uno de mis dedos en su vagina, y hurgar dentro de ella por unos minutos. Quedé asombrado al notar cómo sus músculos oprimieron mi delgado dedo y no quería soltarlo, a la vez que ella pegó un fuerte jadeo. Era obvio que esa mujer, estaba muy abandonada en el ámbito sexual, por eso antes de penetrarla, me sentí en la obligación de darle una fantástica comida de coño.
Una que no iba a olvidar en mucho tiempo y la guardaría con cariño en sus memorias. Pasando mi lengua por mis labios, descendí hasta ese chocho maduro, lo aprecié por unos segundos, lo suficiente para que ella recuperada algo de fuerza. Lo primero que hice fue pasar mi lengua por la superficie de sus labios vaginales, con lamidas pequeñas y rápidas, sin embargo, como inicio estuvo bien, ya que ella se alborotó en la cama, aullando con arrebato y con sus manos acariciaba mi cabello.
Con cierta picardía miré hacía el espejo, sabiendo que Pedro nos estaba viendo. Estaba consumiendo mi venganza lo que me llenó de adrenalina, por otra parte el sabor de ese coño era delicioso y fascinante, podía estar por horas comiéndolo sin ningún problema. Dándole otro breve descanso a Naia me relamí la boca, su chocho goteaba por todo el largo de su hendidura, me aproxime nuevamente a ese chochito peludo, rozando mis labios con esos vellos.
Con aquel rocé, hice que ella temblara y luego abrí mi boca y empecé una vez más a pasear mi lengua por ese sexo, aunque esta vez eran lamidas más largas y profundas. –“Uuuufff… Sííí…”- exclamó ella, mi intensidad entonces fue incrementando de forma gradual y mis lengüetazos se hicieron furiosos y rápidos.
Naia: ¡Aaaaahhgg… Sííííí, Bruno, si-sigue, sigue así por favor!
Expresó esa madura ya entregada a la lujuria y sin soltar mi pelo. A veces me jalaba de este para que me detuviera y así ella pudiera tomar algo de aire, aunque otras veces me hundía aún más en su vagina. Yo me agarré de sus maravillosas caderas y fui dándole con todo mi esfuerzo una de las mejores comida de coños de su vida, no me detuve hasta que ella tembló entera y comenzó a convulsionar en la cama de satisfacción, mientras soltaba una gran cantidad de sus jugos.
Me quedé sentado en la cama, a la vez que me relamía y degustaba ese manjar que todavía tenía en mis labios. Después de aquello, me quite la camiseta y el pantalón, quedándome solamente en bóxer. Ella al ver mi paquete marcado, le brillaron los ojos, colocándose en cuatro se acercó donde mí y antes de que liberada mi miembro, Naia me detuvo, al agarrarme las manos. Posterior a eso, pasó su lengua por mi erecto pene, sentir cómo era humedecido sobre la tela me cachondeó, además de recordar ligeramente a Agustina.
Mi vecina volvía a apoderarse de mis pensamientos, ya no veía a Naia sino a ella, con su cara traviesa y esa sonrisilla picarona con la que cual me engatusaba antes de iniciar con sus juegos pervertidos. Cada lamida hacía que mi verga sobresaliera y se mostrara ante los ojos de Naia, por lo menos la cabeza, fue lo que brilló y forjó una sonrisa coqueta en esa mujer. Ella se mordió los labios, como una muestra de que estaba ansiosa de saborear mi miembro.
Tras sentir su respiro sobre mi glande, Naia se agachó y dio una lamida desde mis huevos hasta llegar a la cabeza desnuda de mi polla. Clavó sus dientes suavemente, entretanto su lengua se paseaba alrededor de mi glande, la cual fue hinchándose más y más con ese jueguito. Ella siguió comiendo la cabeza de mi miembro con tranquilidad, degustándola pacientemente, sin caer a una desesperación por no haber tenido una verga en su boca hace mucho tiempo.
De cierta manera su forma de mamar, me recordaba a mi madre. Todo mi cuerpo empezó a temblar, no porque estaba a punto de correrme, sino más bien porque se sentía jodidamente increíble la forma que chupaba esa hembra.
Yo: ¡Oohh Diooooss!
Exclamé al mismo tiempo que miraba sonriente al vidrio que conectaba a ambas habitaciones. Ella continuó moviendo su lengua de forma circular, como si tuviera un caramelo entre sus dientes. Su saliva descendió por mi tronco y después de unos minutos se apartó, dejando un hilo de baba mezclada con mi esperma. Naia se saboreó la boca a la vez que me observaba con sus ojitos coquetos y de un jalón me bajó el bóxer. Mi polla dio un brinco y se meció ligeramente frente de su cara.
Al verla tan dura y venosa, se le hizo agua la boca a esa madura tan desdichada. Agarró mi miembro entre sus manos y lo masajeó por unos minutos, entre tanto fue chupando mis huevos con una vehemencia que me encendía todavía más. Cómo no hacerlo, si usó su traviesa lengua para trazar en mis bolas y con sus dientes mordisqueaba de una forma simplemente maravillosa, –“Extrañaba hacer esto”- susurró, sin soltar mi tronco que palpitaba entre sus dedos.
Apegó mi pene entre sus tetas y lentamente comenzó a pajearme con ese par. Naia sacó su lengua y cada vez que mi verga se acercaba a su boca, ella pasaba a lengüetear, mi glande. Estaba alucinando de placer, jamás imagine que esa mujer sería capaz de complacerme de esa manera. Cuando estaba cerca de venirme, ella se detuvo, como si hubiera adivinado que me estaba haciendo llegar a mi límite. Se dio vuelta y levantó su cola, con sus nalgas pasó a rozar mi miembro.
Abriendo su coño con la ayuda de sus manos, me murmuró, –“Ahora lo quiero aquí dentro”-, haciendo que mi cuerpo temblara. No tardé en complacer esa petición y sumergí mi polla dentro de ese coñito que llevaba años sin ser penetrado. –“Oooohhh sííí…”- manifestó, al sentir como mi tronco perforaba su paredes vaginales, Naia se agarró fuerte de las sabanas, mientras soltaba un grito lleno de placer. Así comenzó mi travesía dentro de ella, con estocadas suaves pero profundas.
Sintiendo la fuerza de sus músculos vaginales, seguí taladrando y mis manos se fueron directamente hacía sus senos danzarines, para estrujarlos. Naia no paró de aullar, lo que me cachondeaba más, no podía creer todavía que estaba cogiendo con la mamá de Pedro, que me estaba follando a esa hembra delante de ese capullo y ella lo estaba gozando. Cada penetración se sentía mejor que la otra y es que ese coño maduro simplemente era una delicia.
Acercándome a su oreja, se la mordí y luego jugué con ella, haciendo que Naia se perdiera más en la locura que estábamos haciendo. –“Oooohhh, señoooooorrr”- balbuceaba, al sentirse llena y mujer otra vez. Noté que iba a estallar, sin embargo, antes de hacerlo, ella derramó su cascada de jugos, tras eso, me pidió que me recostada en la cama, yo accedí, por mero capricho, pues, sabía que ella quería montar mi verga y de esa manera, Pedro vería de forma más clara cómo mi tronco se hundía en el chocho de su madre.
Después de acostarme ella se me aproximó y con su mano acarició mi polla, con sus labios los rozó con los míos y así nos dimos unos piquitos, luego fue un beso más largo, para terminar devorándonos las bocas como unos dementes. –“Oh Bruno, esto es increíble pero creo que debemos parar ya”- me dijo sin soltar mi miembro, –Oh vamos preciosa, no me digas eso, yo sé que quieres seguir divirtiéndote- le respondí mordiéndole los labios y con mis dedos sobando su clítoris para que se embriagada en deseo otra vez.
Naia se quejó y titubeó en decirme lo siguiente, finalmente ella me besó con ímpetu y allegó mi tronco hacía su vulva. La vi ansiosa por cabalgar, pero antes que lo hiciera, le pedí que se diera la media vuelta y que mirada al gran espejo, mientras saltaba sobre mi verga. Ella me complació y observando hacia donde su hijo nos contemplaba, se clavó mi tranca nuevamente en un coño, yo me agarré de su cintura, a la vez que ella dejaba bien abierta sus piernas y apoyaba sus palmas en la cama.
Su forma de montar fue increíble, notaba sus ganas por tener mi polla incrustada dentro de ella y que no dejada de golpear lo más hondo de su vagina. –“Oooohhh, Brunoooo… Tienes una verga divina y coges tan rico”- dijo sin sospechar que el imbécil de su hijo estaba observando como mi pene entraba y salía de ese maravilloso coño peludo. –Usted es fantástica señora Naia, no sé cómo pudo haberse negado a esto tanto tiempo- le comenté mirando sonriente al vidrio.
–“Porque estoy seguro que pretendientes no le han faltado”- agregué, ella comenzó a explicarme que evidentemente varios colegas han querido algo con ella, incluso su jefe que está soltero. No obstante, ese miedo a la amenaza de Pedro, hizo que ella rechacé todas esas oportunidades de haber tenido por lo menos un buen revolcón y con el tiempo se haya transformado en una mujer solitaria e incluso amargada, yo mientras seguía disfrutando de su ardiente chocho, le señalé que debía dejar de negarse al placer.
–Usted merece disfrutar más de estas cogidas y ser amada. Si su jefe se ha mantenido soltero, tal vez se deba a que está muy interesado en usted, ¿por qué no le da un oportunidad?- afirmé, imaginando cómo acabar esa fabulosa cogida. Naia fue revelándome que en realidad su jefe estaba muy interesado en ella, porque siempre le regala cosas, la piropea y la invita a salir. Y no culpo a ese señor por insistir tanto, porque esa mujeraza vale oro, sin mencionar lo maravillosa que es en el sexo.
Entonces la animé para que diera ese paso, de que dejada de creer en las amenazas de su hijo y se arriesgue a iniciar algo con una persona. Ella me dijo que lo pensaría, en eso, le susurré que nos acercáramos al ventanal que teníamos en frente, ella se llenó de entusiasmo, porque la idea de ver de cerca, cómo su vagina era perforada le encantó. Sin retirar mi polla de su interior, nos aproximamos donde Pedro, quería que él viera muy de cerca cómo iba a llenarle el coño a su madre con mi leche.
Naia apoyó sus manos contra ese espejo que nos separaba con su hijo, levanté su pierna derecha y apoyé mi otra mano en la cintura de ella, con el fin de regalarle un estupendo ángulo a ese pendejo. Que de seguro intentaba cerrar los ojos para que no viera cómo penetraba a su madre, pero no podía evitar escuchar los aullidos de gozo, de esa mujer y que rogando por más. Todo eso, hizo que mis piernas tiriten y luego de unas par de estocadas, terminen rellenando a esa Milf.
Después de unos cortos pero apasionados besos, llevé a Naia a la cama, en donde la mujer se recostó y se quedó dormida. Yo sin dejar de mirar al vidrio que me separaba con Pedro, me vestí con una sonrisa. Salí del cuarto y me dirigí a donde había dejado a ese capullo, que lo más seguro estaba impactado con todo lo había apreciado. Al abrir la puerta, él ya estaba mirando hacía la entrada, en sus ojos podía sentir el odio y desprecio, algo que en cierta parte me satisfacía.
Sin decirle nada, tomé una pequeña tijera y fui cortando la cinta adhesiva de sus manos y luego de sus pies, apenas lo hice, recibí un rodillazo de su parte. Aquel golpe no me lo esperé, menos que se volviera loco, ya que mientras me tambaleaba, el muy hijo de puta me dio dos fuertes puñetazos en la cara, haciendo que me salga sangre de la nariz. –“Ahora vas a lamentar haberme provocado”- expresó lleno de ira, aprovechando que tenía la defensa baja, me dio otro golpe, esta vez en el estómago y caí al suelo.
En eso Pedro se echó encima de mí y llevó sus manos directamente a mi cuello, comenzó a estrangularme, al mismo tiempo me decía varios insultos, sin embargo, con la desesperación de que me faltaba el aire, no lo escuche con claridad. Por un momento pensé que en verdad iba a morir ahí y recordé varias cosas que estaban congeladas en mi memoria. De un momento a otro, él me soltó, no comprendía el motivo de aquello, hasta que de forma difuminada observé a Vanessa.
Pedro: Esta fue tu nueva forma de humillarme, ¿verdad?
Manifestó totalmente desquiciado, su rabia se trasladó hacia esa muchacha, que miraba desconcertada todo, porque no comprendía lo que había pasado. Mientras yo tocía y recuperaba el aliento, observé como ese gilipollas la tomó de las muñecas con fuerza y ella solo le pedía que la soltada porque la estaba lastimando. –“Debí imaginar que usarías a mi madre para chantajearme y así te diera el vídeo”- aseguró cegado en rencor.
Vanessa: Oye, no sé de qué mierda me hablas, yo no planeé nada. Tranquilízate y hablemos civilizadamente.
Pedro: ¿Tranquilizarme? ¡¿Cómo mierda quieres que lo haga?! Si ese hijo de perra se folló a mi madre y todo por tus órdenes.
Vanessa: Te digo que no tengo nada que ver con eso.
Pedro: No te creo muñequita y no te voy a dar el vídeo, de hecho, vamos a grabar uno juntos ahora.
Yo quería ayudar a Vanessa, pero no era capaz de ni colocarme de pie, no sabía que iba a pasar con esa chica, la había metido en una situación peligrosa y no era capaz de protegerla. Pedro se le arrimó como una bestia, ella con lo que podía se negaba a que la besara, desesperado traté de levantarme, no obstante, mis piernas no me respondieron, en eso al levantar la vista, observó que alguien entra al cuarto y de le da una patada en el estómago a Pedro.
Era un chaval, que tras esa patada, tomó al gilipollas de Pedro y lo tiró hacía una de las paredes. El capullo intentó defenderse, pero fue inútil, solo recibió una paliza y luego ese chico al tenerle en la pared, le dijo, –“Pedro, ese es tu nombre, ¿verdad?”-, el pendejo no quiso responder, sin embargo, terminó señalando que sí. –“Bien Pedro, quiero hacer un pequeño trato contigo y es que quiero que borres ese vídeo que tienes y que ninguno de tus amiguitos lo suba, porque si lo llego a ver en internet, digamos que tengo un vídeo tuyo que estoy seguro que no quieres que nadie vea”-
Yo seguía ignorando el tema del vídeo, solo mire a Vanessa extrañado mientras ella se acercó donde mí. –“Ah y no solo eso, sino que también serías testigo de otra cogida de tu madre, pero esta vez yo mismo me encargaré de hacer que vengan todos los chicos que has humillado por años y bañé a esa Milf con sus semen, ¿entendido?”- afirmó ese muchacho. Pedro se limitó a mover su cabeza de forma afirmativa, el chaval lo soltó y le pidió que borre de inmediato el vídeo, algo que ese capullo hizo.
Luego de eso, Pedro se retiró completamente derrotado, ese chico se aproximó hacía nosotros, tomando las manos de Vanessa, le miró los brazos y muñecas, –“¿Estás bien?”- le preguntó. Vanessa al solo sentir el contacto de sus manos sonrió y sus ojos le brillaron, no tuve que saber nada más para darme cuenta que él era el chico que amaba y no le correspondía. –“Sí, no es nada, Axel, gracias”- dijo olvidándose completamente de mí.
Axel: No lo hice por ti, sino por Ignacia, no quiero que ningún escándalo afecte mi relación con ella.
Vanessa: Claro, me lo imaginaba, pero nos salvaste por eso gracias.
Axel: Por cierto, ¿quién es él y por qué hiciste que se cogiera a la madre de ese tipo?
Vanessa: Primero yo no tuve nada que ver con eso, mi plan era que alguien (mirándome) desenmascara a ese pendejo delante de su madre, no que se la cogiera. Y, bueno, él es Bruno, un amigo, el chico de mi vídeo.
Axel: Ah, ya veo.
Vanessa: ¿Te habías colocado celoso?
Consultó con picardía.
Axel: Bueno, me voy.
Expresó evitando la pregunta de Vanessa.
Yo: Espera… ¿Có-cómo supiste que él era un abusivo?
Axel: Porque Vanessa me contó de su lío y me dijo que él era un bravucón.
Tras expresar esas palabras, Axel se fue, sin comentar nada más. Yo miré avergonzado a Vanessa por exponerla de esa manera, aunque ella parecía estar feliz y supongo que se debía a que Axel había ido a su auxilio. Al retirarnos del hotel y subirnos en el coche, Vanessa no pudo contenerse más y gritó de euforia, –“Sí, sí, sí, sí… Mi hermano aún me quiere, se preocupa por mí y lo mejor de todo que se colocó celoso”- comentó mirándome con su sonrisa de oreja a oreja.
–¿Hermano?- le pregunté confundido, –“Sí, Axel es mi medio hermano, desde niños hemos sido muy cercanos, pero con el tiempo y la aparición de cierta tipa, hemos ido haciéndonos más lejanos y de hecho él pasaba de mí estas semanas, sin embargo, hoy he comprobado que aún le importo”- contestó ella, todavía cegada de la alegría, no obstante, de la nada su rostro cambió a uno serio. –“Por cierto, te tengo novedades de Agustina, pero quizás no sean de tu agrado”- señaló, dejándome intrigado.
Yo: ¿Novedades? ¿Qué clases de novedades?
Pregunté ansioso, sin embargo, ella antes de responderme, me colocó algo en la nariz y me cortó la hemorragia, tras eso volvió a colocarse seria.
Vanessa: Como sospechaba Agustina no huyó con tu padre.
Oír eso me colocó muy contento, pero rápidamente mi sonrisa desaparecería, al escuchar las siguientes palabras.
Vanessa: Fue Isidora quien la obligó a desaparecer, haciendo creer que se iba con tu padre, pero en realidad, solo fue una mentira para que tú odies a esa chica.
Yo: ¿Qué?
Vanessa: Sé que no me vas a creer así de la nada y lo más seguro que Isidora lo va a negar, por eso me aseguré de tener evidencia.
Mi corazón comenzó a acelerarse, cuando ella colocó en su celular una grabación de voz, había hablado con mi padre, de hecho lo hizo la noche del día anterior. De acuerdo a Vanessa luego de averiguar cosas, dio con mi papá, quien se encontraba en un hotel. Ella fue ahí, solo para buscar la verdad de la desaparición de Agustina, conociendo a papá estaba en el bar del hotel y quedaría embelesado al ver a esa preciosa chica, se le acercaría, desconociendo que ese era el plan de ella para sacarle la verdad.
Vanessa compartió unas copas con él, hablaron de varios temas, pero lo más importante, mi padre tocó el asunto de Agustina. Supongo que con los tragos y la culpa que lo agobiaba, terminó confesándole a una desconocida, que había hecho creer a su hijo que su novia había escapado con él por petición de su esposa. Mi padre más que revelar aquello no dijo nada más, después de eso prefirió desviar el tema, pero la prueba de que mamá estaba detrás de la desaparición de Agustina, ya la había dicho.
Al principio no quise creerlo, no podía aún aceptar del todo que mamá era una demente que había hecho desaparecer a la chica que me gustaba. No obstante, al ir recordando todo lo que hable con Emma y vi cuando Pedro me ahorcaba, fui dándome cuenta como Isidora había estado detrás de que yo no tuviera una vida normal y sociable, acepté la cruda realidad. Me bajé del auto y Vanessa me hablo pero yo la ignoré, quería estar solo, necesitaba esclarecer mis pensamientos para poder enfrentarme a mamá.
Fue la caminata más larga que hice, en donde todavía creía que mi madre iba a actuar de buena manera y confesarme en dónde se encontraba mi querida vecina. Al llegar a la casa, ella se encontraba en mi habitación, con una maleta en donde estaba colocando mi ropa, al verme fue corriendo donde mí, para abrazarme y besarme, no obstante, al ver mi rostro serio y al ser esquivo con su beso, me preguntó qué me pasaba. Yo antes de empezar hablar, le consulté qué hacía con mi ropa.
–“La estoy guardando, porque nos vamos de viaje, amor”- aseveró, yo me aparté de ella y me senté en la cama, cerré los ojos y luego miré hacía la ventana, apreciando la habitación de Agustina. –Mamá, ¿puedo hacerte una pregunta?- le dije templado, –“Claro que sí, cariño, pregúntame lo que quieras”- respondió creyendo que sería algo insignificante. –Má… ¿Dónde está Agustina?- expresé, sus ojos se dilataron al escuchar esa consulta y noté el miedo en su rostro.
Isidora: ¿Qué voy a saber yo? Quizás se fue de la ciudad o del país, pero eso da lo mismo, tú no te preocupes más de esa putita.
Yo: ¿Por qué me mientes?
Isidora: ¿Mentirte? ¿Por qué voy a mentirte Bruno?
Yo: Porque así has sido toda la vida, una mentirosa, que me ha controlado.
Isidora: No sé de qué hablas hijo, creo que necesitas dormir un poco.
Yo: ¡Ya deja de actuar mamá!
La interrumpí ofuscado.
Yo: Ya sé que tú planeaste su “huida”, que la alejaste de mí porque no era de tu agrado, como todas las personas que han intentado ser mis amigos. La sacaste de mi vida, porque me estaba enseñando cosas nuevas ¿verdad?, ¿temías que me enamorada de ella? Bueno mamá te tengo una mala noticia para ti, estoy locamente enamorado de esa chica y no he podido sacarla de mi cabeza aun cuando tú y yo hemos cogido.
Esa declaración, debió ser un balde de agua helada para mi madre, pues, sus ojos se llenaron de lágrimas y movía ligeramente su cabeza en forma de negación, no quiera aceptar mis palabras, aunque lo siguiente que le dije, lo más probable fue el golpe más duro para ella ese día.
Yo: ¿Y quieres saber algo mamá? Antes de que hicieras que Agustina desapareciera de mi vida, ella y yo hicimos el amor. Le di mi virginidad a ella, tú no fuiste la primera mujer con la que estuve.
Un gran silencio reinó en mi cuarto, mi madre agachó la cabeza y de sus ojos descendieron un par de lágrimas, algo que me fue irrelevante, solo quería escuchar de su boca, que me pidiera perdón por la mentira que había creado de mi vecina y por todos los secretos que rodeaban a la familia. Me conformaba con eso, de esa manera yo comenzaría a buscar a Agustina, acudiendo donde Samuel, no obstante, mi madre no dijo aquella palabra tan simple, en vez de eso buscó otra mentira.
Isidora: Bruno, yo no sé quién te dijo eso, pero te prometo que no tuve nada que ver, fue tu padre que se obsesionó con esa chiquilla y me amenazó si no lo ayudaba.
Yo: ¿En serio esperas que me crea eso?
Isidora: Es la verdad, hijo.
Yo: Me das asco mamá, te di la oportunidad para que seas por primera vez sincera conmigo y solo me mientes otra vez. ¿Sabes que es lo peor? Es que te hubiera creído ciegamente, pero ya sé quién eres en realidad, una mujer que me utiliza, que aparentas ser inocente, sin embargo, eres la perra más grande. Porque no solo les abrías las piernas a mis primos, también lo hiciste con Pedro y su banda de gilipollas, además del papá de César.
Isidora: ¿Qué?
Yo: Así es mamá, recuerdo absolutamente todo lo que pasó el día de mi cumpleaños, recuerdo que te encontré con ese tipo lo más bien gozando, recuerdo que hablaban de un viaje juntos y que al verme, te apartaste de él solo para que yo guardada silencio. Me dijiste que podías explicármelo todo, me llevaste a tu cuarto, en donde me diste de beber, lo más seguro que era un alcohol muy fuerte, para que me durmiera y se me borrada todo lo que vi esa noche. Recuerdo que me hablabas que no querías perderme y me besaste, yo te lo correspondí, porque te quería mamá pero tú te aprovechaste de mí, como en toda mi vida.
Mi madre quiso decir algo, pero no le di oportunidad, simplemente me salí de la casa, totalmente destruido y abrumado. Ya no podía pensar con claridad, caminé sin rumbo, lleno de odio, de amargura, hasta que en un cruce, casi me atropellan. Al escuchar el sonido del claxon, dejé de divagar en mis pensamientos y volví a la realidad, había cruzado en rojo y de manera leve, un automóvil había impactado conmigo. En el suelo confundido, me levante y en eso veo a Camila, ella era la conductora de ese coche.
–“Bruno, ¿estás bien?”- consultó asustada, –S-sí… Sí estoy bien, solo algo atolondrado- le contesté, queriendo seguir mi ruta. Sin embargo, antes de que diera un paso, ella me detuvo y me suplicó para que me subiera a su auto. Le hice caso y quizás fue porque estaba completamente aturdido y perdido, además que entre más lejos estuviera de mi madre en ese momento, mejor estaría. Durante todo el trayecto me mantuve en silencio, no quería decir nada o comentar algo al respecto, a pesar de que ella no dejó de hablarme.
Al llegar a su piso, me quedé sentado en su sofá y me sirvió un vaso con agua, Camila se sentó a mi lado, esperando de que le dijera algo, no obstante, de mi boca no salió ninguna palabra más que “gracias”. Después de haber bebido toda el agua del vaso, me sentí algo fatigado, había tenido literalmente una jornada bastante movida, así que era natural ese cansancio. Cerré mis ojos y me quedé dormido profundamente, por una hora y media descansé en el regazo de Camila.
Al despertarme y ver el rostro de ella sonriente, me resultó vergonzoso, lo más rápido que pude me levante y le pedí perdón por haberme dormido encima de sus piernas. Ella parecía no importarle, al contrario estaba a gusto de que yo hubiera dormido en su regazo, luego me pidió que me sintiera cómodo, que ella iba a preparar algo para comer. Camila se fue a su cocina y yo me quedé en esa zona de su apartamento, principalmente porque tenía varios cuadros que había pintado.
Su talento era impresionante, cada pintura me resultaba mejor que la otra, el nivel de detalle y su forma de interpretar las cosas era muy superior a la mía. Además, no se cerraba a un solo estilo, sino tenía pinturas de expresionismo, abstracto, surrealismo, óleo, entre otros. Pero toda mi atención se limitó a uno en donde salía la figura de alguien que me era conocida. –¿Blanca?- exclamé extrañado, mientras lo veía, Camila se me aproximó y en un murmullo dijo, –“Veo que te ha quedado gustando el retrato de mi hermana”-
Yo: ¿Hermana?
Camila: Sí, ella es nuestra hermana mayor.
Esa palabra me dejó desconcertado y la sonrisa que tenía ella se transformó en una incómoda y nerviosa.
Yo: ¿Nuestra?
Camila: Olvídalo Bruno, me equivoqué, ando con la cabeza en marte.
Se justificó buscando desviar el asunto, no obstante, vivir entre mentirosos me había vuelto un experto para reconocer cuando alguien estaba ocultando algo.
Yo: Camila, acabó de descubrir que mi madre está detrás de la desaparición de Agustina, así que por favor, ten la bondad de explicarme lo que has dicho y sé sincera conmigo.
Vi en su rostro impacto e inquietud, también miedo, no quería hablar, pero mientras ella guardaba silencio, me percaté que en su pared, tenía un pequeño cuadro, en donde se veía a una especie de familia. Me acerqué y contemplé que en esa pintura, salía Blanca de nuevo, pero a su lado estaba la propia Camila, detrás de ellas dos figuras difusas y al medio estaba yo. Me gire y observé fijamente a esa mujer, que en un principio pensé que tenía algo con mi padre, sin embargo, todo indicaba que yo era el motivo por el cual estaba cerca de él.
Camila: Bruno…
Yo: ¿Qué mierda significa esto?
Camila: Y-yo… Yo no sé cómo decirlo.
Yo: Simple, primero responde, ¿somos hermanos?, y luego lo explicas.
Una vez más escuchaba que todo quedaba en silencio y solo oí el soplido del viento que hacía bambalear las cortinas.
Camila: Bru… Bru… Bruno…
Yo: Somos hermanos, ¿sí o no?
Expresé, cortando la distancia de los dos, quedándome frente de ella y tras un ligero temblor, Camila finalmente me respondió.
Camila: Sí… Sí lo somos…
De mis ojos comenzaron a brotar unas lágrimas, me preguntaba a mí mismo si toda mi vida había vivido en una farsa. En una familia que no era mía, que estuve en el juego de una mujer que se aprovechó de mí. Entonces Camila siguió hablando, haciendo que todas mis paranoias pararan.
Camila: Tú, Blanca y yo, compartimos a un mismo padre, uno que no se hizo responsable de ninguno de nosotros, porque él ya tenía una familia.
Yo: ¿Qué? ¿Eso quiere decir que Isidora si es mi madre?
Camila: Lamentablemente, sí… Ella es tu mamá, pero Daniel no es tu padre biológico. De hecho por eso yo vine a trabajar a esta ciudad, porque quería conocerte, estar cerca de ti, pero tu madre, nunca me lo permitió y me amenazaba que se iría lejos contigo si te confesaba la verdad, lo mismo le decía a Blanca e incluso peor, ya que la amenazaba con hacerle daños a sus hijas.
Tras decir eso, escuchó la voz de quien había creído que era mi padre durante toda mi vida, hasta ese momento. Él hablaba por teléfono, estaba discutiendo con Isidora y sin colgar, golpeó la puerta. Yo seguía digiriendo eso, sin embargo, no pude dejar escapar la oportunidad de tener a Daniel cerca para preguntarle en dónde estaba Agustina. Antes que Camila fuera a abrir, yo me adelanté y al verme, él quedó paralizado, mientras de su móvil se escucha claramente a mi madre diciendo, –“Solo asegúrate que Bruno vuelva a mi lado”-
Daniel tragó saliva, yo me paré al frente de él, a unos centímetros de distancias, intimidándolo con mi mirada. –Hola, papá-, le susurré, al mismo tiempo que le quité el celular y le corté a mamá. –Hay muchas cosas que tú y yo tenemos que hablar, no obstante, seré generoso y te dejaré tranquilo, si me dices en dónde está Agustina- le manifesté. Daniel se quedó callado, tratando de buscar las palabras, ya que trataba de pronunciar algo.
Yo: Vamos papá, dime en ¿dónde carajos está mi novia?
Daniel: N-no… No lo sé…
Yo: ¿Cómo que no lo sabes? ¿Tanto miedo le tienes a Isidora que no eres capaz de revelarme algo tan sencillo?
Daniel: No es eso, es que ella… Ella se fue sin decirme nada y aun cuando he tratado de ubicarla, no he tenido rastro de tu novia.
Yo: ¿Cómo?
Daniel: Tu madre me pidió que vigile a esa chica por una semana, los primeros tres días ella no salió de su habitación de hotel, pero al cuarto, cuando fui a verla para que coma algo, ya no estaba, se había ido con todas sus cosas. Pensé que había regresado, pero al parecer no fue así, ella se largó a otra parte, a menos que tu mamá haya…
Yo: (Interrumpí) ¿Haya hecho qué?
Daniel: La haya secuestrado, para asegurarse que no pueda hablar otra vez contigo.
Le di un empujón a Daniel y sin decir nada, tome el ascensor para bajar al primer piso. Al salir del edificio tomé un taxi y regresé a casa, tenía que ver si mi madre se apiadaba y me revelaba en dónde estaba mi vecina, es decir, dudaba que ella la había secuestrado, era algo que Isidora por muy obsesionada no haría, ¿verdad? Pues, esa pregunta prácticamente se contestó sola, al entrar a casa y contemplar a mi madre con un cuchillo carnicero intentando agredir a Vanessa.
Isidora: ¡Por tu culpa mi hijo ahora me odia! ¡Tuviste que meter tu nariz en donde no te llamaban! ¡Al igual que tu madre me arrebataste lo que más quería! ¡Pero no vas a correr con la misma suerte que ella!
Mamá parecía totalmente desquiciada y sino era porque mi tía la tenía sujetada, lo más probable es que se aventaba encima de Vanessa.
Vanessa: ¿Mi culpa? Yo no tengo la culpa que seas una loca de remate, ni tampoco de tus líos con mi madre, sin embargo, si ella te humilló, que te quede claro que yo puedo hacerlo peor, así que dime en dónde está Agustina Ramírez.
Yo cerré la puerta y todo quedó en silencio, a mamá se le abrieron los ojos y dejó caer ese cuchillo al mismo tiempo que pronunció mi nombre. Vanessa me observó algo afligida, yo me acerqué y le pedí a esa chica que se fuera. –“Pero, Bruno…”-, dijo desconcertada, en ese momento al estar cerca de ella me di cuenta que tenía un tajo en su brazo, lo más seguro que mi madre la había herido y posterior a eso Vicky la detuvo. –Vanessa, ya has hecho mucho por mí, ahora esto es solo asunto mío y yo sé que la señora, aquí presente va ser buena y va a colaborar conmigo- le contesté.
Vanessa entendió mis motivos y se fue, yo mirando a mi tía, le hice la señal que soltara a mi madre. Al hacerlo, Isidora no perdió la oportunidad de abrazarme, entonces antes de preguntarle de Agustina, lo hice por mi verdadero padre. Ella se quedó tiesa y Victoria perpleja, –“¿De qué habla Isidora?”- consultó mi tía, –“De… De… De nada, hermana”- afirmó inquieta, –“Porque no te vas y me dejas a solas con mi hijo, por favor”- agregó buscando la forma de seguir mintiendo.
–No es necesario que te vayas Vicky, quédate, porque tu hermana será sincera por primera vez y va a revelar quién es mi verdadero padre, porque Daniel no lo es. Además tengo hermanas, las cuales no se han podido acercar a mí de la forma que querían, porque alguien lo evitaba- expresé, apartándome de ella y mirándola a los ojos fijamente. –Vamos Isidora, deléitanos con tu historia y se sincera por fin, si quieres que te siga llamando madre- le dije, buscando algo de bondad en su corazón.
Isidora: Todo comenzó cuando tenía 18… Snif… Yo, yo… Snif… Yo en esa época estaba saliendo de un desamor que me fue difícil superar y que hasta el día de hoy no sé si lo he hecho del todo.
No sé si era por su llanto, por su voz quebrada o la forma en que decía aquello, pero no vi engaño en cada una de las palabras que soltó y así mi tía y yo escuchamos atentamente a mi madre.
Además, la vida no me parecía muy interesante, siempre había estado bajo la sombra de Vicky. Entonces un día, tras quedarme en casa, encontraría mi motivación para salir de esa depresión que me estaba consumiendo. Mi tristeza y amargura, se fueron cuando inesperadamente, mis ojos vieron a un hombre guapo en nuestra cocina. Su nombre era Mateo, él fue uno de los novios de nuestra madre. Mateo se dedicaba a dar clases de yoga, era un hombre bastante amable, educado y seductor.
A pesar de que era un hombre mayor que mí y era la pareja de mi madre, me fue imposible no sentirme atraída por él. Él era un mujeriego pero en ese momento me sentí flechada por él y a medida que lo veía en casa, fui deseándolo. Todo aquello aumentó cuando un día lo vi salir de la bañera y salió con tan solo una toalla en su cintura. Su torso trabajado, con el pecho peludo y sus brazos fuertes, me hechizaron.
Las palabras simplemente no me salieron y avergonzada desvié mi mirada, mientras él sonreía juguetonamente. Aquel día, no pude sacármelo de la cabeza, si antes soñaba con él, esa noche introduje mis dedos en mi coño, masturbándome pensando en Mateo. Desde ese momento comencé a espiarlo, siempre que estaba en casa, incluso cuando intimaba con mamá. Sentía una envidia de verla gozar con ese macho, que la hacía gritar de placer, pero que ella era incapaz de satisfacerlo.
Una mañana, tras masturbarme pensando en el novio de mi madre, me coloqué reflexiva y maquine una manera de sacar a mamá de la vida de Mateo y hacer que él sea mío. Haciendo que me sienta mal, porque no podía estar imaginando o creando planes contra mí madre por un hombre, esa obsesión mía estaba saliéndose de control, por lo que pensé en mantenerme lo más lejos de él. No obstante, cuando bajé a desayunar, me lo encontré y sus ojos de color almendra me miraron fijamente.
–“Buenos días, Isi, ¿cómo estás?”- me dijo alegremente y sin sacarme los ojos de encima, torturándome así. Las palabras no me salían y es que no era solo su mirada la que me estaba haciendo perder la cabeza, sino también su fragancia masculina, solo quería aproximarme a él y besarlo. No sé cómo logré mantener la compostura en esa ocasión, pero me senté en la mesa y me preparé un té, sin embargo, tenerlo en frente de mí, no hacía otra cosa más que cachondearme.
–“¿Vas a alguna parte? Porque luces muy guapa”- me consultó, yo solo me mordí los labios, resistiéndome a algo que me estaba matando por dentro, ya que mi cuerpo ardía y mi coño goteaba anhelando esa exquisita verga que él tenía y mi boca probar esos labios maduros. Traté de no hacer contacto visual con Mateo, de no escuchar sus palabras y evitarlo completamente, aun así, con solo ese aroma a semental, hacía que me tocara de forma disimulada.
Apenas terminé con mi té, salí de la casa y caminé por un buen rato, tratando de tranquilizarme, de bajar esa excitación. Algo sirvió, no obstante, las cosas volvieron a ser terribles para mí, a la hora de la cena. Aun cuando mamá y Vicky estaban sentadas en la misma mesa, no podía dejar de sentirme inquieta con Mateo frente mío. Mi madre comenzó a hablar de su día, luego nos preguntaba a nosotras cómo nos había ido, yo no dije nada porque estaba perdida en mis pensamientos.
Estaba en un conflicto conmigo misma, no sabía que cosa hacer para calmar toda esa tensión que me hacía sentir ese hombre. En un instante, dejé de pensar y le di un vistazo rápido. En mi cabeza entonces floreció la imagen de Mateo completamente desnudo, ese cuerpo divino me hizo temblar y en mi fantasía él se me arrimó, abrazándome entre esos fuertes brazos y devorándome la boquita. Su duro mástil se apoyaba en mis muslos, aunque solo era parte de mi imaginación, se sintió muy real.
Tras ese delicioso beso, él me desvistió y lentamente fue introduciendo su paquetazo dentro de mi chocho hambriento que lo estaba añorando. Gimiendo como loca, le arañaba la espalda ancha que tenía y le rogaba por más. Mateo recorría mi cuello a besos y sin dejar de cogerme de esa manera tan salvaje. Estaba completamente perdida en el placer de esa fantasía, que no me di cuenta que estaba gimiendo en realidad. Reaccioné cuando mamá me preguntó si me pasaba algo, yo al mirarla me apené y salí para fuera.
No quería seguir con ese sentimiento lujurioso, sin embargo, a pesar de que trataba de luchar contra él, de resistirme a la tentación, ya no podía más, necesitaba que Mateo fuera mío y me hiciera disfrutar de un buen polvo como lo hacía con mamá. –“Perdón, madre”- dije mirando por la ventana, mientras ella y Mateo se daban un beso, –“Pero tu hombre será mío y lo voy a volver loco por mí”- cerré, entrando determina a la casa, esa noche Mateo y yo, follaríamos.
Fui paciente al esperar que se fueran a dormir, como era de esperarse, Mateo estaba ansioso por tener una noche de diversión. Sin embargo, mamá no estaba de ánimo, parecía que los astros se habían alineado para mí. Él siguió insistiendo, sobando su polla en los glúteos de mi madre, pero ella simplemente no quiso. El pobre de Mateo pensó que se quedaría con las ganas de romper un coño y tendría que consolarse utilizando su mano, entonces entré al dormitorio de la forma más sigilosa.
Él se acomodó en la cama y sujetando su verga con la mano, comenzó a pajearse, entre dientes señalaba algo, no obstante, no logré descifrar lo que decía. Igual eso era lo de menos, porque en ese momento yo solo quería lo que él tenía en su mano derecha. Sin que él me haya notado, levante la sabana, haciendo que Mateo suelte su troncazo y miré aterrado. –“I… I… Isi…”- trataba de modular, –“Ssshhh… No digas nada”- le susurré, tomando su pene entre mis manos.
Mateo se quedó paralizado, sin creer lo que estaba ocurriendo, mientras que yo, disfrutaba con tener ese pollón duro, llenos de venas y caliente en mis dedos. Sin soltar ese increíble paquete, me fui acomodando en la cama, quedando prácticamente con ese miembro en mi cara. Saboreándome los labios, y sin quitarle los ojos a esa cabezota roja y super hinchada, allegué mis labios, el hedor que desprendía ese trozo de carne lo hacía mucho más apetecible, para una perra hambrienta como yo.
Pasando mi lengua por alrededor de mi boca, pase a tocar ligeramente la glande, Mateo debió haber comprendido en ese instante, que yo no dejaría ni una gota de leche en sus enormes bolas que colgaban de su verga, que esa noche yo me encargaría de dejarlo completamente satisfecho, algo que mamá no hacía. Le di un beso a su preciosa cabeza y abriendo mi boca me la engullí lentamente. Mateo soltó un jadeo que intentó callar rápidamente, entretanto yo enrolle mi lengua al contorno de su pene.
Su sabor era delicioso y me resultó mucho más al sentir el brote de su líquido preseminal inundando mis papilas. Enloquecida, comencé a chupar su polla con vehemencia, clavándomela hasta lo más hondo de mi garganta, sorprendiéndolo porque lo más seguro que no esperaba aquello de mí, ya que mamá era incapaz de introducirse ese troncazo completo en su boca. Era una paleta que amaba tener en mis labios y saborearla, él solo podía llevar su mano a la boca para ahogar sus gemidos.
Seguí comiendo hasta que sentí que me faltaba el aire, retirándomela de la boca, observé como unos gruesos hilos de semen, cayeron por mi barbilla. –“Dios… Isidora, que bien lo haces”- manifestó, acariciando mi mejilla, yo con una sonrisilla traviesa le dije que iba a satisfacerlo como correspondía. Volví a tragarme esa vergota y la mantuve dentro de mi garganta hasta que la hice estallar, llenándome la boca de leche. Ese fue el inicio de una noche mágica, entre él y yo.
Después de habérsela mamado, sin movernos de la cama, monté su miembro y le di la mejor experiencia de su vida. Quedó alucinando con la forma que movía mis caderas y cómo su verga se deslizaba en mi interior, ambos callábamos nuestros suspiros, muchas veces besándonos y constantemente mirábamos hacía donde mi madre, la cual estaba profundamente dormida y no se daba cuenta que su macho estaba siendo mío, solo mío y él amaba mi coñito.
Los dos quedamos totalmente a gusto, una follada maravillosa y el comienzo de nuestra aventura. Desde ese momento, todas las mañanas, yo le mamaba el pene a Mateo, mientras mamá hacía el desayuno, yo me comía ese tronco grande y esos huevos gordos y peludos. Nunca se dieron cuenta que debajo de la mesa aquello ocurría simplemente algo especial, ya que el morbo que se generaba era maravilloso, una vez mamá se dio cuenta que salía debajo de la mesa y al preguntarme qué estaba haciendo, yo le contesté, que estaba tragando y me relamí, para luego reírme.
Había noches en que Mateo iba a mi cuarto y cogíamos hasta el amanecer, otras veces me colaba en el cuarto de mamá y follábamos como nuestra primera vez. Entre tanto, conocí a Daniel, quien puso sus ojos en mí, pero como yo no estaba interesada en él, al principio no pasó nada. Luego todo cambio, cuando él me dijo que solo me quería para aparentar una relación, algo que no me venía mal a mí, ya que mi madre tenía ciertas sospechas de mí y Mateo.
Isidora: Todo aquello parecía hermoso, algo único, tenía finalmente a un hombre que me comenzaba a corresponder, pero entonces, me di cuenta de una triste realidad, Mateo era mujeriego y estaba interesando en Vicky. Una noche lo encontré coqueteándote (mirando a Victoria), eso me lastimo, sin embargo, lo que me destruyó el corazón fue verlos besándose, desde entonces te he odiado.
Vicky: ¿Qué? ¿Todo este tiempo me has odiado por ese cabrón? Fue él que me robó un beso, yo quedé sorprendida, pero no se lo correspondí.
Isidora: Quizás si no hubiera estado perdidamente enganchada de él, me habría percatado que era un imbécil, pero no fue así. Tras verlos besándose, salí de la casa, al verme tan triste, nuestro vecino se me acercó.
Vicky: ¿Enrique?
Isidora: Sí, él se había vuelto muy amigable conmigo, sin embargo, era claro que sus intenciones eran otras y en ese momento de rabia y tristeza, terminé cayendo en sus encantos.
Vicky: No… No me digas…
Isidora: Sí, Bruno es hijo de Enrique.
Ella giró su cabeza y me miró fijamente.
Isidora: Así se llama tu padre. Lamento decirte que fuiste concebido sin amor y que tampoco fuiste planeado, pero cuando supe que estaba embarazada, fui la mujer más feliz. Ahora antes que me preguntes de esa niñita, te aseguró que yo no tengo nada que ver con su desaparición posterior.
Tras escuchar la historia de mamá, cerré los ojos y me di la media vuelta, caminé a la puerta para salir, ella desesperadamente corrió donde mí, rogándome que no me fuera, prometiéndome que me ayudaría a buscar a Agustina. Pero sin mirarla en un soplido del viento le expresé, –Necesito irme, necesito alejarme de ti por unos días, estoy harto de vivir en mentiras y a pesar de que has sido sincera hoy conmigo, me temo que en esta casa aún hay cosas que ignoro y para el bien de mi salud mental, mejor no enterarme-
–“Bru… Bruno, no digas eso, todo va a cambiar hijo, pero no te vayas”- suplicó, aferrándose en mi espalda. –Lo siento, hoy me he enterado de muchas cosas, necesito asimilarlas, procesarlas y si quiere que te perdone y te llame mamá de nuevo, vas a entender que debe irme de aquí por unos días- le contesté, avanzando aun cuando ella no quería soltarme, entonces Vicky se le acercó y le dijo que lo mejor era darme tiempo, de que me entendiera ya que no era fácil todo lo que había escuchado ese día.
Mamá no quería hacerlo, sin embargo, Victoria logró que ella me soltara, al decirle que iba a cuidar de mí en esos días. Fue algo que me asombro, pues no imagine que mi madre aceptaría aquello, aunque claro en la desesperación, quizás razonó con la cabeza y dejó sus celos y obsesión conmigo por un momento y me vio como tal, como su hijo. Fue así como con Vicky fuimos a parar a la ciudad en donde vive su ex y el único sujeto que puedo llamar amigo.
Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/4485799/Secretos-en-la-familia-Capitulo-l.html
Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/4578974/Secretos-en-la-familia-Capitulo-IX.html
Cuando era pequeño, mamá me llevó a un parque, fue en ese lugar en el que por primera vez interactué con Pedro y también conocí a su madre. Naia, era una mujer bastante amable y bueno, Pedro a diferencia del capullo en el que se transformó, en esa época era muy tímido. Curiosamente, él y yo terminamos ese día siendo amigos, pero todo cambió cuando mamá se acercó a Pedro para decirle algo y luego me al estar conmigo me dijo algo malo de él, desde entonces Pedro comenzó a tratarme como basura.
Naia: ¿Bruno?, ¿Bruno?… Bruno, ¿estás bien?
Consultó esa sensual hembra.
Yo: Eehh… Sí, sí… Disculpe, me han venido los recuerdos de cuando nos conocimos hace años.
Naia: Oh, ya veo. Me alegro que me recuerdes, Bruno.
Afirmó, dándome un beso en la mejilla y luego soltó una risita juguetona. Era algo que no me esperaba, sin embargo, eso demostraba que había un grado de confianza de ella hacía mí y eso facilitaba las cosas. Todo mi cuerpo que estaba tenso se soltó en un suspiro y me acerqué a ella mirándola detenidamente cada rincón de su cuerpo. –“¿Pasa algo Bruno?”- preguntó jocosa, –Nada, solo la admiró e imaginó cómo voy a trazar su fantástica figura- expresé.
–“Oh vamos, no exageres chico”- contestó ella risueña, sin percatarse que en mis pantalones ya se había formado un bulto. –No exagero señora, usted es muy bella y posee un cuerpo increíble- le dije, mirándola a los ojos. Naia se sonrojó y de alguna manera eso me dio otro respiro, porque entendí que podía seguir y lo más probable es que terminaríamos en esa cama revolcándonos, como quería. –“Tú… Tú madre se va a molestar si oye eso”- respondió nerviosa.
Yo: Lo más probable, no obstante, ella no está aquí y dudo que las paredes le digan algo al respecto.
Naia: Tal vez sí, con tu madre nunca se sabe.
Exclamó con una risa nerviosa. Me di cuenta que debía cambiar el tema de la conversación, ya que si mamá seguía siendo el centro de este, no iba a lograr concretar mi anhelada venganza. –¿Qué le parece si dejamos a mi mamá de lado y hablamos mejor de su retrato?- le señalé, tomando un lápiz y el cuadernillo que había llevado para tomar ciertos apuntes y hacer un dibujo preliminar. Ella aceptó mi petición, aunque seguía algo incomoda con solo haber mencionado y recordado a mi madre.
Poco a poco Naia fue relajándose y mostrándose más atrevida, ya que a medida que iba avanzando la charla, ella me fue comentando lo que en realidad le gustaría hacer para su retrato. Lo que era nada menos que posar desnuda ante mí, yo al escuchar esa declaración quedé por unos segundos en las nubes e imaginando ese cuerpo ardiente completamente encuerado. Si ya tenía una erección para ese momento, ahí se hizo más notoria y estoy seguro que ella se percató que tenía la polla dura.
Naia se sentó en la cama y observó por el vidrio que para nosotros solo era un gran espejo, mirándose dijo que era una idea ridícula, pues era una mujer ya mayor y sentía vergüenza pedirle eso a un jovencito. Yo tratando de convencerla que no era para nada ridículo aquello, le deje claro que en el arte no había que tener miedo, simplemente arriesgarse y luego la alabe, reafirmando que tenía una figura a la cual estaría encantado en trazar, ella se ruborizó y tocaron la puerta.
Estaba confundido ya que no esperaba que nos interrumpieran, fui abrí y un personal del hotel me pasó una botella de vino y unas copas. Yo solo las recibí y se fue, al darme vuelta, Naia me pidió perdón por no haberme dicho que ella había pedido eso. Yo le contesté que no pasaba nada, entregándole una de las copas, abrí la botella y le serví, Naia me dijo que era muy caballeroso, diferente a su hijo. No voy a negar que esas palabras me hicieron algo de gracias y me colocaron feliz al mismo tiempo.
Dejando la botella en el mueblecillo que había, me senté a su lado y comenzamos hablar del idiota de Pedro. De acuerdo a las palabras de Naia, el muy desgraciado siempre la culpaba de todo lo malo que le ocurría, nunca le daba las gracias por los sacrificios que hacía por él, le decía que le daba vergüenza presentarla como su madre, porque era una mujer horrible. Sinceramente ese gilipollas se merecía experimentar todas las humillaciones posibles, por ser tan miserable.
Naia, empezó a llorar y para mí eso fue el colmo, porque ella no debía sufrir ese trato por ese capullo, menos botar una lágrima por él, si la trataba como la mierda. Además no la dejaba estar con otra persona, pues el muy bastardo amenazaba con irse y que nunca sabrían nada de él. Esa mujer tan guapa, había vivido su propio calvario con ese pendejo y se había negado al placer por años por las niñerías y ridiculeces de él, aunque eso, obviamente iba a facilitar aún más las cosas para mí.
Acariciando su mejilla le dije que debía olvidarse por unos minutos del idiota de su hijo y pensar en ella, que aún era una mujer joven, para hacer varias cosas y no prohibírsela por un capricho de su hijo. Ella trató de justificar a Pedro, a lo que yo respondí, –La entiendo, yo también trato de justificar las actitudes de mi mamá, aun cuando no son correctas, ya que quiero creer que lo hace, porque me quiere y busca lo mejor para mí-, ella me quedó mirando asombrada al escuchar esa afirmación.
–Pero algunas veces, hay que pensar en nosotros y hacer lo que queremos por un segundo- concluí y al parecer mis palabras si tuvieron efectos, pues Naia se mostraba más decidida en relación de posar desnuda para mí. Sin embargo, antes tomó un par de copas y luego cuando ya se sentía con valor, me pidió amablemente que saliera de la habitación, algo que acepté, para hacerla sentir cómoda. Mientras esperaba afuera me preguntaba si Pedro había despertado de aquel golpe que le había dado.
Luego de un par de minutos, Naia abrió un poco la puerta y yo respiré profundamente, pues me había entrado un nerviosismo por lo que quería hacer. Empujé la puerta para entrar y después la cerré, quedando deleitado con esa mujer, aun cuando cubría su cuerpo con una sábana, se veía jodidamente caliente y mi verga volvió a endurecerse. Mirándola de pies a cabeza, buscaba las palabras idóneas para esa Diosa, ella avergonzada porque no le quitaba los ojos de encima, me consultó, qué pasaba.
Yo: Na… Na-nada… Solo que luce muy hermosa, señora Naia.
Naia: Ay Bruno, no es necesario que mientas, me veo ridícula, ¿verdad?
Yo: Pa-pa… Para nada, estoy diciendo la verdad.
Ella no se mostraba del todo convencida, hasta que se percató de mi erección, su rostro reflejó una lujuria y a la vez vergüenza. De seguro sentirse deseada por un chico de la misma edad de su hijo, la hizo sentir feliz y excitada, pero a la vez entraba en un conflicto con lo moral. Yo me quedé ahí quito por unos segundos, luego tomé mi móvil y le dije que le tomaría un par de fotografías, ella me pidió que esperada, suspiró y bebió otro trago de vino, para luego permitirme sacarle unas fotografías.
Al principio ella posó con la sabana cubriendo su cuerpo, sin embargo, paulatinamente, Naia fue mostrando cada vez más su figura. Podía apreciar sus hombros y sus largas piernas perfectas, tras beber otro trago, ella se llenó de coraje, dejando de lado ese pánico y me mostró sin pudor su cuerpo maduro. Baje mi celular y me quedé anonadado mirándola, ella sonrió como una chica que acababa de hacer una travesura, luego colocó su mano por su cuello, mientras su cabeza la inclinó un poco al lado izquierdo y con la otra mano cubría su coño peludo.
Capturé esa imagen a la vez que me iba perdiendo en la calentura, pensando que debía hacer cosas así con mamá, pedirle que pose desnuda y me dejase apreciar su cuerpo, como parte de un juego. Después de esa foto me acerqué donde Naia, quien se colocó un poco nerviosa y me preguntó qué estaba haciendo, yo le contesté que solo quería sacarle una foto más de cerca. Obviamente mis intenciones eran otra, no obstante, debía controlarme y dejar que todo fluyera con normalidad.
Luego de un par de fotos y de decirles unos piropos, ella se mostró más coqueta, pasaba a rozar con sus manos mi entrepierna y en algunas ocasiones apoyaba su cola madura contra mi verga que solo quería salir de mis pantalones para jugar con esa vagina que goteaba. En un momento ambos quedamos de frente, nuestras miradas no se apartaban, entonces me armé de valor para tomarla de la cintura y con solo tocar su piel, me di cuenta que era suave como la de mi madre.
Ella dio unos pasos hacia atrás, tratando de evitar que yo cometiera alguna locura, pero ya no había nada que me detuviera, menos para que me acercará a esa Milf y probada su néctar. –“Bru-Bruno… ¿Qué haces?”- me dijo, mientras la sujetaba con fuerza y me iba aproximando a sus labios. –Sabe… Me parece increíble que una mujer como usted, no haya tenido diversión en tanto tiempo, ¿en verdad cree que Pedro se va ir si usted tiene pareja?- expresé, sobando mis labios con los de ella y sintiendo el deseo mutuo.
Naia por unos segundos estuvo a nada de abrir su boca y permitirme darle un apasionado beso, sin embargo, justo antes de hacerlo, quiso empujarme para librarse de mí. Yo no la dejé ir, aunque no iba a forzarla a algo, tampoco iba a desaprovechar esa oportunidad que tenía, sabía que se moría de ganas de tener una polla dentro de ella, de saborear los labios de alguien que la anhelaba y sentir el placer que se había renegado por años, solo era cuestión de tiempo para que esa mujer fuera sincera con ella misma.
Estoy seguro que para ese momento Pedro ya había vuelto a abrir los ojos y su cabeza dejó de dar vueltas, lo más probable que trataba de desatarse y gritaba en vano, queriendo evitar que su preciosa madre estuviese conmigo. Lo más probable es que pensó que todo era una maldita pesadilla al igual que yo, cuando lo vi follándose a mi mamá. Quizás se arrepintió de haberse burlado de mí, de haber sido tan estúpido con Naia y dejarme todo en bandeja de plata, para pasar una tarde maravillosa con esa hembra.
Su rostro de impacto debió ser una joya, cuando vio que mis labios y los de Naia se tocaron tiernamente para luego pasar a ser una intensa lucha en donde nuestras lenguas se revolvían en nuestras bocas, reflejando el fervor entre ambos. Hubiera deseado haber grabado esa reacción, porque no fue un beso corto, sino uno muy largo, en donde Naia me sujetó la nuca, para que no me aparte de su boca y parecía querer más.
Gradualmente nos fuimos recostando en la cama, sin que nuestras lenguas dejasen de estar enroscada. Mis dedos fueron allegándose a esa vulva mojada, pasar a acariciar esos vellos púbicos fue jodidamente cachondo y sobar esa hambrienta vagina, me dejó totalmente loco. Al separarnos, ella inmediatamente soltó unos gemidos que me motivaron a seguir jugando con ese chochito y entretanto degustaba su saliva, me llegué a sus senos, parar chupetear esos pezones que estaban duritos.
Me percaté que era bastante sensible en ese sector, aun así continué mordisqueando esos pezones y con mis manos pellizcaba esa vulva que humedecía mis dedos. Ese armonioso recital que soltaba resultaba hipnotizante y mi herramienta comenzó a anhelar entre otras cosas poder cavar e inspeccionar esa cueva de carne. Pero nuevamente me controlé, lo suficiente para seguir haciendo que ella se regocije de placer y perdiera paulatinamente más la cabeza.
Con el pasar de los minutos fui sintiendo cómo su néctar se deslizaba por mis manos, decidí introducir uno de mis dedos en su vagina, y hurgar dentro de ella por unos minutos. Quedé asombrado al notar cómo sus músculos oprimieron mi delgado dedo y no quería soltarlo, a la vez que ella pegó un fuerte jadeo. Era obvio que esa mujer, estaba muy abandonada en el ámbito sexual, por eso antes de penetrarla, me sentí en la obligación de darle una fantástica comida de coño.
Una que no iba a olvidar en mucho tiempo y la guardaría con cariño en sus memorias. Pasando mi lengua por mis labios, descendí hasta ese chocho maduro, lo aprecié por unos segundos, lo suficiente para que ella recuperada algo de fuerza. Lo primero que hice fue pasar mi lengua por la superficie de sus labios vaginales, con lamidas pequeñas y rápidas, sin embargo, como inicio estuvo bien, ya que ella se alborotó en la cama, aullando con arrebato y con sus manos acariciaba mi cabello.
Con cierta picardía miré hacía el espejo, sabiendo que Pedro nos estaba viendo. Estaba consumiendo mi venganza lo que me llenó de adrenalina, por otra parte el sabor de ese coño era delicioso y fascinante, podía estar por horas comiéndolo sin ningún problema. Dándole otro breve descanso a Naia me relamí la boca, su chocho goteaba por todo el largo de su hendidura, me aproxime nuevamente a ese chochito peludo, rozando mis labios con esos vellos.
Con aquel rocé, hice que ella temblara y luego abrí mi boca y empecé una vez más a pasear mi lengua por ese sexo, aunque esta vez eran lamidas más largas y profundas. –“Uuuufff… Sííí…”- exclamó ella, mi intensidad entonces fue incrementando de forma gradual y mis lengüetazos se hicieron furiosos y rápidos.
Naia: ¡Aaaaahhgg… Sííííí, Bruno, si-sigue, sigue así por favor!
Expresó esa madura ya entregada a la lujuria y sin soltar mi pelo. A veces me jalaba de este para que me detuviera y así ella pudiera tomar algo de aire, aunque otras veces me hundía aún más en su vagina. Yo me agarré de sus maravillosas caderas y fui dándole con todo mi esfuerzo una de las mejores comida de coños de su vida, no me detuve hasta que ella tembló entera y comenzó a convulsionar en la cama de satisfacción, mientras soltaba una gran cantidad de sus jugos.
Me quedé sentado en la cama, a la vez que me relamía y degustaba ese manjar que todavía tenía en mis labios. Después de aquello, me quite la camiseta y el pantalón, quedándome solamente en bóxer. Ella al ver mi paquete marcado, le brillaron los ojos, colocándose en cuatro se acercó donde mí y antes de que liberada mi miembro, Naia me detuvo, al agarrarme las manos. Posterior a eso, pasó su lengua por mi erecto pene, sentir cómo era humedecido sobre la tela me cachondeó, además de recordar ligeramente a Agustina.
Mi vecina volvía a apoderarse de mis pensamientos, ya no veía a Naia sino a ella, con su cara traviesa y esa sonrisilla picarona con la que cual me engatusaba antes de iniciar con sus juegos pervertidos. Cada lamida hacía que mi verga sobresaliera y se mostrara ante los ojos de Naia, por lo menos la cabeza, fue lo que brilló y forjó una sonrisa coqueta en esa mujer. Ella se mordió los labios, como una muestra de que estaba ansiosa de saborear mi miembro.
Tras sentir su respiro sobre mi glande, Naia se agachó y dio una lamida desde mis huevos hasta llegar a la cabeza desnuda de mi polla. Clavó sus dientes suavemente, entretanto su lengua se paseaba alrededor de mi glande, la cual fue hinchándose más y más con ese jueguito. Ella siguió comiendo la cabeza de mi miembro con tranquilidad, degustándola pacientemente, sin caer a una desesperación por no haber tenido una verga en su boca hace mucho tiempo.
De cierta manera su forma de mamar, me recordaba a mi madre. Todo mi cuerpo empezó a temblar, no porque estaba a punto de correrme, sino más bien porque se sentía jodidamente increíble la forma que chupaba esa hembra.
Yo: ¡Oohh Diooooss!
Exclamé al mismo tiempo que miraba sonriente al vidrio que conectaba a ambas habitaciones. Ella continuó moviendo su lengua de forma circular, como si tuviera un caramelo entre sus dientes. Su saliva descendió por mi tronco y después de unos minutos se apartó, dejando un hilo de baba mezclada con mi esperma. Naia se saboreó la boca a la vez que me observaba con sus ojitos coquetos y de un jalón me bajó el bóxer. Mi polla dio un brinco y se meció ligeramente frente de su cara.
Al verla tan dura y venosa, se le hizo agua la boca a esa madura tan desdichada. Agarró mi miembro entre sus manos y lo masajeó por unos minutos, entre tanto fue chupando mis huevos con una vehemencia que me encendía todavía más. Cómo no hacerlo, si usó su traviesa lengua para trazar en mis bolas y con sus dientes mordisqueaba de una forma simplemente maravillosa, –“Extrañaba hacer esto”- susurró, sin soltar mi tronco que palpitaba entre sus dedos.
Apegó mi pene entre sus tetas y lentamente comenzó a pajearme con ese par. Naia sacó su lengua y cada vez que mi verga se acercaba a su boca, ella pasaba a lengüetear, mi glande. Estaba alucinando de placer, jamás imagine que esa mujer sería capaz de complacerme de esa manera. Cuando estaba cerca de venirme, ella se detuvo, como si hubiera adivinado que me estaba haciendo llegar a mi límite. Se dio vuelta y levantó su cola, con sus nalgas pasó a rozar mi miembro.
Abriendo su coño con la ayuda de sus manos, me murmuró, –“Ahora lo quiero aquí dentro”-, haciendo que mi cuerpo temblara. No tardé en complacer esa petición y sumergí mi polla dentro de ese coñito que llevaba años sin ser penetrado. –“Oooohhh sííí…”- manifestó, al sentir como mi tronco perforaba su paredes vaginales, Naia se agarró fuerte de las sabanas, mientras soltaba un grito lleno de placer. Así comenzó mi travesía dentro de ella, con estocadas suaves pero profundas.
Sintiendo la fuerza de sus músculos vaginales, seguí taladrando y mis manos se fueron directamente hacía sus senos danzarines, para estrujarlos. Naia no paró de aullar, lo que me cachondeaba más, no podía creer todavía que estaba cogiendo con la mamá de Pedro, que me estaba follando a esa hembra delante de ese capullo y ella lo estaba gozando. Cada penetración se sentía mejor que la otra y es que ese coño maduro simplemente era una delicia.
Acercándome a su oreja, se la mordí y luego jugué con ella, haciendo que Naia se perdiera más en la locura que estábamos haciendo. –“Oooohhh, señoooooorrr”- balbuceaba, al sentirse llena y mujer otra vez. Noté que iba a estallar, sin embargo, antes de hacerlo, ella derramó su cascada de jugos, tras eso, me pidió que me recostada en la cama, yo accedí, por mero capricho, pues, sabía que ella quería montar mi verga y de esa manera, Pedro vería de forma más clara cómo mi tronco se hundía en el chocho de su madre.
Después de acostarme ella se me aproximó y con su mano acarició mi polla, con sus labios los rozó con los míos y así nos dimos unos piquitos, luego fue un beso más largo, para terminar devorándonos las bocas como unos dementes. –“Oh Bruno, esto es increíble pero creo que debemos parar ya”- me dijo sin soltar mi miembro, –Oh vamos preciosa, no me digas eso, yo sé que quieres seguir divirtiéndote- le respondí mordiéndole los labios y con mis dedos sobando su clítoris para que se embriagada en deseo otra vez.
Naia se quejó y titubeó en decirme lo siguiente, finalmente ella me besó con ímpetu y allegó mi tronco hacía su vulva. La vi ansiosa por cabalgar, pero antes que lo hiciera, le pedí que se diera la media vuelta y que mirada al gran espejo, mientras saltaba sobre mi verga. Ella me complació y observando hacia donde su hijo nos contemplaba, se clavó mi tranca nuevamente en un coño, yo me agarré de su cintura, a la vez que ella dejaba bien abierta sus piernas y apoyaba sus palmas en la cama.
Su forma de montar fue increíble, notaba sus ganas por tener mi polla incrustada dentro de ella y que no dejada de golpear lo más hondo de su vagina. –“Oooohhh, Brunoooo… Tienes una verga divina y coges tan rico”- dijo sin sospechar que el imbécil de su hijo estaba observando como mi pene entraba y salía de ese maravilloso coño peludo. –Usted es fantástica señora Naia, no sé cómo pudo haberse negado a esto tanto tiempo- le comenté mirando sonriente al vidrio.
–“Porque estoy seguro que pretendientes no le han faltado”- agregué, ella comenzó a explicarme que evidentemente varios colegas han querido algo con ella, incluso su jefe que está soltero. No obstante, ese miedo a la amenaza de Pedro, hizo que ella rechacé todas esas oportunidades de haber tenido por lo menos un buen revolcón y con el tiempo se haya transformado en una mujer solitaria e incluso amargada, yo mientras seguía disfrutando de su ardiente chocho, le señalé que debía dejar de negarse al placer.
–Usted merece disfrutar más de estas cogidas y ser amada. Si su jefe se ha mantenido soltero, tal vez se deba a que está muy interesado en usted, ¿por qué no le da un oportunidad?- afirmé, imaginando cómo acabar esa fabulosa cogida. Naia fue revelándome que en realidad su jefe estaba muy interesado en ella, porque siempre le regala cosas, la piropea y la invita a salir. Y no culpo a ese señor por insistir tanto, porque esa mujeraza vale oro, sin mencionar lo maravillosa que es en el sexo.
Entonces la animé para que diera ese paso, de que dejada de creer en las amenazas de su hijo y se arriesgue a iniciar algo con una persona. Ella me dijo que lo pensaría, en eso, le susurré que nos acercáramos al ventanal que teníamos en frente, ella se llenó de entusiasmo, porque la idea de ver de cerca, cómo su vagina era perforada le encantó. Sin retirar mi polla de su interior, nos aproximamos donde Pedro, quería que él viera muy de cerca cómo iba a llenarle el coño a su madre con mi leche.
Naia apoyó sus manos contra ese espejo que nos separaba con su hijo, levanté su pierna derecha y apoyé mi otra mano en la cintura de ella, con el fin de regalarle un estupendo ángulo a ese pendejo. Que de seguro intentaba cerrar los ojos para que no viera cómo penetraba a su madre, pero no podía evitar escuchar los aullidos de gozo, de esa mujer y que rogando por más. Todo eso, hizo que mis piernas tiriten y luego de unas par de estocadas, terminen rellenando a esa Milf.
Después de unos cortos pero apasionados besos, llevé a Naia a la cama, en donde la mujer se recostó y se quedó dormida. Yo sin dejar de mirar al vidrio que me separaba con Pedro, me vestí con una sonrisa. Salí del cuarto y me dirigí a donde había dejado a ese capullo, que lo más seguro estaba impactado con todo lo había apreciado. Al abrir la puerta, él ya estaba mirando hacía la entrada, en sus ojos podía sentir el odio y desprecio, algo que en cierta parte me satisfacía.
Sin decirle nada, tomé una pequeña tijera y fui cortando la cinta adhesiva de sus manos y luego de sus pies, apenas lo hice, recibí un rodillazo de su parte. Aquel golpe no me lo esperé, menos que se volviera loco, ya que mientras me tambaleaba, el muy hijo de puta me dio dos fuertes puñetazos en la cara, haciendo que me salga sangre de la nariz. –“Ahora vas a lamentar haberme provocado”- expresó lleno de ira, aprovechando que tenía la defensa baja, me dio otro golpe, esta vez en el estómago y caí al suelo.
En eso Pedro se echó encima de mí y llevó sus manos directamente a mi cuello, comenzó a estrangularme, al mismo tiempo me decía varios insultos, sin embargo, con la desesperación de que me faltaba el aire, no lo escuche con claridad. Por un momento pensé que en verdad iba a morir ahí y recordé varias cosas que estaban congeladas en mi memoria. De un momento a otro, él me soltó, no comprendía el motivo de aquello, hasta que de forma difuminada observé a Vanessa.
Pedro: Esta fue tu nueva forma de humillarme, ¿verdad?
Manifestó totalmente desquiciado, su rabia se trasladó hacia esa muchacha, que miraba desconcertada todo, porque no comprendía lo que había pasado. Mientras yo tocía y recuperaba el aliento, observé como ese gilipollas la tomó de las muñecas con fuerza y ella solo le pedía que la soltada porque la estaba lastimando. –“Debí imaginar que usarías a mi madre para chantajearme y así te diera el vídeo”- aseguró cegado en rencor.
Vanessa: Oye, no sé de qué mierda me hablas, yo no planeé nada. Tranquilízate y hablemos civilizadamente.
Pedro: ¿Tranquilizarme? ¡¿Cómo mierda quieres que lo haga?! Si ese hijo de perra se folló a mi madre y todo por tus órdenes.
Vanessa: Te digo que no tengo nada que ver con eso.
Pedro: No te creo muñequita y no te voy a dar el vídeo, de hecho, vamos a grabar uno juntos ahora.
Yo quería ayudar a Vanessa, pero no era capaz de ni colocarme de pie, no sabía que iba a pasar con esa chica, la había metido en una situación peligrosa y no era capaz de protegerla. Pedro se le arrimó como una bestia, ella con lo que podía se negaba a que la besara, desesperado traté de levantarme, no obstante, mis piernas no me respondieron, en eso al levantar la vista, observó que alguien entra al cuarto y de le da una patada en el estómago a Pedro.
Era un chaval, que tras esa patada, tomó al gilipollas de Pedro y lo tiró hacía una de las paredes. El capullo intentó defenderse, pero fue inútil, solo recibió una paliza y luego ese chico al tenerle en la pared, le dijo, –“Pedro, ese es tu nombre, ¿verdad?”-, el pendejo no quiso responder, sin embargo, terminó señalando que sí. –“Bien Pedro, quiero hacer un pequeño trato contigo y es que quiero que borres ese vídeo que tienes y que ninguno de tus amiguitos lo suba, porque si lo llego a ver en internet, digamos que tengo un vídeo tuyo que estoy seguro que no quieres que nadie vea”-
Yo seguía ignorando el tema del vídeo, solo mire a Vanessa extrañado mientras ella se acercó donde mí. –“Ah y no solo eso, sino que también serías testigo de otra cogida de tu madre, pero esta vez yo mismo me encargaré de hacer que vengan todos los chicos que has humillado por años y bañé a esa Milf con sus semen, ¿entendido?”- afirmó ese muchacho. Pedro se limitó a mover su cabeza de forma afirmativa, el chaval lo soltó y le pidió que borre de inmediato el vídeo, algo que ese capullo hizo.
Luego de eso, Pedro se retiró completamente derrotado, ese chico se aproximó hacía nosotros, tomando las manos de Vanessa, le miró los brazos y muñecas, –“¿Estás bien?”- le preguntó. Vanessa al solo sentir el contacto de sus manos sonrió y sus ojos le brillaron, no tuve que saber nada más para darme cuenta que él era el chico que amaba y no le correspondía. –“Sí, no es nada, Axel, gracias”- dijo olvidándose completamente de mí.
Axel: No lo hice por ti, sino por Ignacia, no quiero que ningún escándalo afecte mi relación con ella.
Vanessa: Claro, me lo imaginaba, pero nos salvaste por eso gracias.
Axel: Por cierto, ¿quién es él y por qué hiciste que se cogiera a la madre de ese tipo?
Vanessa: Primero yo no tuve nada que ver con eso, mi plan era que alguien (mirándome) desenmascara a ese pendejo delante de su madre, no que se la cogiera. Y, bueno, él es Bruno, un amigo, el chico de mi vídeo.
Axel: Ah, ya veo.
Vanessa: ¿Te habías colocado celoso?
Consultó con picardía.
Axel: Bueno, me voy.
Expresó evitando la pregunta de Vanessa.
Yo: Espera… ¿Có-cómo supiste que él era un abusivo?
Axel: Porque Vanessa me contó de su lío y me dijo que él era un bravucón.
Tras expresar esas palabras, Axel se fue, sin comentar nada más. Yo miré avergonzado a Vanessa por exponerla de esa manera, aunque ella parecía estar feliz y supongo que se debía a que Axel había ido a su auxilio. Al retirarnos del hotel y subirnos en el coche, Vanessa no pudo contenerse más y gritó de euforia, –“Sí, sí, sí, sí… Mi hermano aún me quiere, se preocupa por mí y lo mejor de todo que se colocó celoso”- comentó mirándome con su sonrisa de oreja a oreja.
–¿Hermano?- le pregunté confundido, –“Sí, Axel es mi medio hermano, desde niños hemos sido muy cercanos, pero con el tiempo y la aparición de cierta tipa, hemos ido haciéndonos más lejanos y de hecho él pasaba de mí estas semanas, sin embargo, hoy he comprobado que aún le importo”- contestó ella, todavía cegada de la alegría, no obstante, de la nada su rostro cambió a uno serio. –“Por cierto, te tengo novedades de Agustina, pero quizás no sean de tu agrado”- señaló, dejándome intrigado.
Yo: ¿Novedades? ¿Qué clases de novedades?
Pregunté ansioso, sin embargo, ella antes de responderme, me colocó algo en la nariz y me cortó la hemorragia, tras eso volvió a colocarse seria.
Vanessa: Como sospechaba Agustina no huyó con tu padre.
Oír eso me colocó muy contento, pero rápidamente mi sonrisa desaparecería, al escuchar las siguientes palabras.
Vanessa: Fue Isidora quien la obligó a desaparecer, haciendo creer que se iba con tu padre, pero en realidad, solo fue una mentira para que tú odies a esa chica.
Yo: ¿Qué?
Vanessa: Sé que no me vas a creer así de la nada y lo más seguro que Isidora lo va a negar, por eso me aseguré de tener evidencia.
Mi corazón comenzó a acelerarse, cuando ella colocó en su celular una grabación de voz, había hablado con mi padre, de hecho lo hizo la noche del día anterior. De acuerdo a Vanessa luego de averiguar cosas, dio con mi papá, quien se encontraba en un hotel. Ella fue ahí, solo para buscar la verdad de la desaparición de Agustina, conociendo a papá estaba en el bar del hotel y quedaría embelesado al ver a esa preciosa chica, se le acercaría, desconociendo que ese era el plan de ella para sacarle la verdad.
Vanessa compartió unas copas con él, hablaron de varios temas, pero lo más importante, mi padre tocó el asunto de Agustina. Supongo que con los tragos y la culpa que lo agobiaba, terminó confesándole a una desconocida, que había hecho creer a su hijo que su novia había escapado con él por petición de su esposa. Mi padre más que revelar aquello no dijo nada más, después de eso prefirió desviar el tema, pero la prueba de que mamá estaba detrás de la desaparición de Agustina, ya la había dicho.
Al principio no quise creerlo, no podía aún aceptar del todo que mamá era una demente que había hecho desaparecer a la chica que me gustaba. No obstante, al ir recordando todo lo que hable con Emma y vi cuando Pedro me ahorcaba, fui dándome cuenta como Isidora había estado detrás de que yo no tuviera una vida normal y sociable, acepté la cruda realidad. Me bajé del auto y Vanessa me hablo pero yo la ignoré, quería estar solo, necesitaba esclarecer mis pensamientos para poder enfrentarme a mamá.
Fue la caminata más larga que hice, en donde todavía creía que mi madre iba a actuar de buena manera y confesarme en dónde se encontraba mi querida vecina. Al llegar a la casa, ella se encontraba en mi habitación, con una maleta en donde estaba colocando mi ropa, al verme fue corriendo donde mí, para abrazarme y besarme, no obstante, al ver mi rostro serio y al ser esquivo con su beso, me preguntó qué me pasaba. Yo antes de empezar hablar, le consulté qué hacía con mi ropa.
–“La estoy guardando, porque nos vamos de viaje, amor”- aseveró, yo me aparté de ella y me senté en la cama, cerré los ojos y luego miré hacía la ventana, apreciando la habitación de Agustina. –Mamá, ¿puedo hacerte una pregunta?- le dije templado, –“Claro que sí, cariño, pregúntame lo que quieras”- respondió creyendo que sería algo insignificante. –Má… ¿Dónde está Agustina?- expresé, sus ojos se dilataron al escuchar esa consulta y noté el miedo en su rostro.
Isidora: ¿Qué voy a saber yo? Quizás se fue de la ciudad o del país, pero eso da lo mismo, tú no te preocupes más de esa putita.
Yo: ¿Por qué me mientes?
Isidora: ¿Mentirte? ¿Por qué voy a mentirte Bruno?
Yo: Porque así has sido toda la vida, una mentirosa, que me ha controlado.
Isidora: No sé de qué hablas hijo, creo que necesitas dormir un poco.
Yo: ¡Ya deja de actuar mamá!
La interrumpí ofuscado.
Yo: Ya sé que tú planeaste su “huida”, que la alejaste de mí porque no era de tu agrado, como todas las personas que han intentado ser mis amigos. La sacaste de mi vida, porque me estaba enseñando cosas nuevas ¿verdad?, ¿temías que me enamorada de ella? Bueno mamá te tengo una mala noticia para ti, estoy locamente enamorado de esa chica y no he podido sacarla de mi cabeza aun cuando tú y yo hemos cogido.
Esa declaración, debió ser un balde de agua helada para mi madre, pues, sus ojos se llenaron de lágrimas y movía ligeramente su cabeza en forma de negación, no quiera aceptar mis palabras, aunque lo siguiente que le dije, lo más probable fue el golpe más duro para ella ese día.
Yo: ¿Y quieres saber algo mamá? Antes de que hicieras que Agustina desapareciera de mi vida, ella y yo hicimos el amor. Le di mi virginidad a ella, tú no fuiste la primera mujer con la que estuve.
Un gran silencio reinó en mi cuarto, mi madre agachó la cabeza y de sus ojos descendieron un par de lágrimas, algo que me fue irrelevante, solo quería escuchar de su boca, que me pidiera perdón por la mentira que había creado de mi vecina y por todos los secretos que rodeaban a la familia. Me conformaba con eso, de esa manera yo comenzaría a buscar a Agustina, acudiendo donde Samuel, no obstante, mi madre no dijo aquella palabra tan simple, en vez de eso buscó otra mentira.
Isidora: Bruno, yo no sé quién te dijo eso, pero te prometo que no tuve nada que ver, fue tu padre que se obsesionó con esa chiquilla y me amenazó si no lo ayudaba.
Yo: ¿En serio esperas que me crea eso?
Isidora: Es la verdad, hijo.
Yo: Me das asco mamá, te di la oportunidad para que seas por primera vez sincera conmigo y solo me mientes otra vez. ¿Sabes que es lo peor? Es que te hubiera creído ciegamente, pero ya sé quién eres en realidad, una mujer que me utiliza, que aparentas ser inocente, sin embargo, eres la perra más grande. Porque no solo les abrías las piernas a mis primos, también lo hiciste con Pedro y su banda de gilipollas, además del papá de César.
Isidora: ¿Qué?
Yo: Así es mamá, recuerdo absolutamente todo lo que pasó el día de mi cumpleaños, recuerdo que te encontré con ese tipo lo más bien gozando, recuerdo que hablaban de un viaje juntos y que al verme, te apartaste de él solo para que yo guardada silencio. Me dijiste que podías explicármelo todo, me llevaste a tu cuarto, en donde me diste de beber, lo más seguro que era un alcohol muy fuerte, para que me durmiera y se me borrada todo lo que vi esa noche. Recuerdo que me hablabas que no querías perderme y me besaste, yo te lo correspondí, porque te quería mamá pero tú te aprovechaste de mí, como en toda mi vida.
Mi madre quiso decir algo, pero no le di oportunidad, simplemente me salí de la casa, totalmente destruido y abrumado. Ya no podía pensar con claridad, caminé sin rumbo, lleno de odio, de amargura, hasta que en un cruce, casi me atropellan. Al escuchar el sonido del claxon, dejé de divagar en mis pensamientos y volví a la realidad, había cruzado en rojo y de manera leve, un automóvil había impactado conmigo. En el suelo confundido, me levante y en eso veo a Camila, ella era la conductora de ese coche.
–“Bruno, ¿estás bien?”- consultó asustada, –S-sí… Sí estoy bien, solo algo atolondrado- le contesté, queriendo seguir mi ruta. Sin embargo, antes de que diera un paso, ella me detuvo y me suplicó para que me subiera a su auto. Le hice caso y quizás fue porque estaba completamente aturdido y perdido, además que entre más lejos estuviera de mi madre en ese momento, mejor estaría. Durante todo el trayecto me mantuve en silencio, no quería decir nada o comentar algo al respecto, a pesar de que ella no dejó de hablarme.
Al llegar a su piso, me quedé sentado en su sofá y me sirvió un vaso con agua, Camila se sentó a mi lado, esperando de que le dijera algo, no obstante, de mi boca no salió ninguna palabra más que “gracias”. Después de haber bebido toda el agua del vaso, me sentí algo fatigado, había tenido literalmente una jornada bastante movida, así que era natural ese cansancio. Cerré mis ojos y me quedé dormido profundamente, por una hora y media descansé en el regazo de Camila.
Al despertarme y ver el rostro de ella sonriente, me resultó vergonzoso, lo más rápido que pude me levante y le pedí perdón por haberme dormido encima de sus piernas. Ella parecía no importarle, al contrario estaba a gusto de que yo hubiera dormido en su regazo, luego me pidió que me sintiera cómodo, que ella iba a preparar algo para comer. Camila se fue a su cocina y yo me quedé en esa zona de su apartamento, principalmente porque tenía varios cuadros que había pintado.
Su talento era impresionante, cada pintura me resultaba mejor que la otra, el nivel de detalle y su forma de interpretar las cosas era muy superior a la mía. Además, no se cerraba a un solo estilo, sino tenía pinturas de expresionismo, abstracto, surrealismo, óleo, entre otros. Pero toda mi atención se limitó a uno en donde salía la figura de alguien que me era conocida. –¿Blanca?- exclamé extrañado, mientras lo veía, Camila se me aproximó y en un murmullo dijo, –“Veo que te ha quedado gustando el retrato de mi hermana”-
Yo: ¿Hermana?
Camila: Sí, ella es nuestra hermana mayor.
Esa palabra me dejó desconcertado y la sonrisa que tenía ella se transformó en una incómoda y nerviosa.
Yo: ¿Nuestra?
Camila: Olvídalo Bruno, me equivoqué, ando con la cabeza en marte.
Se justificó buscando desviar el asunto, no obstante, vivir entre mentirosos me había vuelto un experto para reconocer cuando alguien estaba ocultando algo.
Yo: Camila, acabó de descubrir que mi madre está detrás de la desaparición de Agustina, así que por favor, ten la bondad de explicarme lo que has dicho y sé sincera conmigo.
Vi en su rostro impacto e inquietud, también miedo, no quería hablar, pero mientras ella guardaba silencio, me percaté que en su pared, tenía un pequeño cuadro, en donde se veía a una especie de familia. Me acerqué y contemplé que en esa pintura, salía Blanca de nuevo, pero a su lado estaba la propia Camila, detrás de ellas dos figuras difusas y al medio estaba yo. Me gire y observé fijamente a esa mujer, que en un principio pensé que tenía algo con mi padre, sin embargo, todo indicaba que yo era el motivo por el cual estaba cerca de él.
Camila: Bruno…
Yo: ¿Qué mierda significa esto?
Camila: Y-yo… Yo no sé cómo decirlo.
Yo: Simple, primero responde, ¿somos hermanos?, y luego lo explicas.
Una vez más escuchaba que todo quedaba en silencio y solo oí el soplido del viento que hacía bambalear las cortinas.
Camila: Bru… Bru… Bruno…
Yo: Somos hermanos, ¿sí o no?
Expresé, cortando la distancia de los dos, quedándome frente de ella y tras un ligero temblor, Camila finalmente me respondió.
Camila: Sí… Sí lo somos…
De mis ojos comenzaron a brotar unas lágrimas, me preguntaba a mí mismo si toda mi vida había vivido en una farsa. En una familia que no era mía, que estuve en el juego de una mujer que se aprovechó de mí. Entonces Camila siguió hablando, haciendo que todas mis paranoias pararan.
Camila: Tú, Blanca y yo, compartimos a un mismo padre, uno que no se hizo responsable de ninguno de nosotros, porque él ya tenía una familia.
Yo: ¿Qué? ¿Eso quiere decir que Isidora si es mi madre?
Camila: Lamentablemente, sí… Ella es tu mamá, pero Daniel no es tu padre biológico. De hecho por eso yo vine a trabajar a esta ciudad, porque quería conocerte, estar cerca de ti, pero tu madre, nunca me lo permitió y me amenazaba que se iría lejos contigo si te confesaba la verdad, lo mismo le decía a Blanca e incluso peor, ya que la amenazaba con hacerle daños a sus hijas.
Tras decir eso, escuchó la voz de quien había creído que era mi padre durante toda mi vida, hasta ese momento. Él hablaba por teléfono, estaba discutiendo con Isidora y sin colgar, golpeó la puerta. Yo seguía digiriendo eso, sin embargo, no pude dejar escapar la oportunidad de tener a Daniel cerca para preguntarle en dónde estaba Agustina. Antes que Camila fuera a abrir, yo me adelanté y al verme, él quedó paralizado, mientras de su móvil se escucha claramente a mi madre diciendo, –“Solo asegúrate que Bruno vuelva a mi lado”-
Daniel tragó saliva, yo me paré al frente de él, a unos centímetros de distancias, intimidándolo con mi mirada. –Hola, papá-, le susurré, al mismo tiempo que le quité el celular y le corté a mamá. –Hay muchas cosas que tú y yo tenemos que hablar, no obstante, seré generoso y te dejaré tranquilo, si me dices en dónde está Agustina- le manifesté. Daniel se quedó callado, tratando de buscar las palabras, ya que trataba de pronunciar algo.
Yo: Vamos papá, dime en ¿dónde carajos está mi novia?
Daniel: N-no… No lo sé…
Yo: ¿Cómo que no lo sabes? ¿Tanto miedo le tienes a Isidora que no eres capaz de revelarme algo tan sencillo?
Daniel: No es eso, es que ella… Ella se fue sin decirme nada y aun cuando he tratado de ubicarla, no he tenido rastro de tu novia.
Yo: ¿Cómo?
Daniel: Tu madre me pidió que vigile a esa chica por una semana, los primeros tres días ella no salió de su habitación de hotel, pero al cuarto, cuando fui a verla para que coma algo, ya no estaba, se había ido con todas sus cosas. Pensé que había regresado, pero al parecer no fue así, ella se largó a otra parte, a menos que tu mamá haya…
Yo: (Interrumpí) ¿Haya hecho qué?
Daniel: La haya secuestrado, para asegurarse que no pueda hablar otra vez contigo.
Le di un empujón a Daniel y sin decir nada, tome el ascensor para bajar al primer piso. Al salir del edificio tomé un taxi y regresé a casa, tenía que ver si mi madre se apiadaba y me revelaba en dónde estaba mi vecina, es decir, dudaba que ella la había secuestrado, era algo que Isidora por muy obsesionada no haría, ¿verdad? Pues, esa pregunta prácticamente se contestó sola, al entrar a casa y contemplar a mi madre con un cuchillo carnicero intentando agredir a Vanessa.
Isidora: ¡Por tu culpa mi hijo ahora me odia! ¡Tuviste que meter tu nariz en donde no te llamaban! ¡Al igual que tu madre me arrebataste lo que más quería! ¡Pero no vas a correr con la misma suerte que ella!
Mamá parecía totalmente desquiciada y sino era porque mi tía la tenía sujetada, lo más probable es que se aventaba encima de Vanessa.
Vanessa: ¿Mi culpa? Yo no tengo la culpa que seas una loca de remate, ni tampoco de tus líos con mi madre, sin embargo, si ella te humilló, que te quede claro que yo puedo hacerlo peor, así que dime en dónde está Agustina Ramírez.
Yo cerré la puerta y todo quedó en silencio, a mamá se le abrieron los ojos y dejó caer ese cuchillo al mismo tiempo que pronunció mi nombre. Vanessa me observó algo afligida, yo me acerqué y le pedí a esa chica que se fuera. –“Pero, Bruno…”-, dijo desconcertada, en ese momento al estar cerca de ella me di cuenta que tenía un tajo en su brazo, lo más seguro que mi madre la había herido y posterior a eso Vicky la detuvo. –Vanessa, ya has hecho mucho por mí, ahora esto es solo asunto mío y yo sé que la señora, aquí presente va ser buena y va a colaborar conmigo- le contesté.
Vanessa entendió mis motivos y se fue, yo mirando a mi tía, le hice la señal que soltara a mi madre. Al hacerlo, Isidora no perdió la oportunidad de abrazarme, entonces antes de preguntarle de Agustina, lo hice por mi verdadero padre. Ella se quedó tiesa y Victoria perpleja, –“¿De qué habla Isidora?”- consultó mi tía, –“De… De… De nada, hermana”- afirmó inquieta, –“Porque no te vas y me dejas a solas con mi hijo, por favor”- agregó buscando la forma de seguir mintiendo.
–No es necesario que te vayas Vicky, quédate, porque tu hermana será sincera por primera vez y va a revelar quién es mi verdadero padre, porque Daniel no lo es. Además tengo hermanas, las cuales no se han podido acercar a mí de la forma que querían, porque alguien lo evitaba- expresé, apartándome de ella y mirándola a los ojos fijamente. –Vamos Isidora, deléitanos con tu historia y se sincera por fin, si quieres que te siga llamando madre- le dije, buscando algo de bondad en su corazón.
Isidora: Todo comenzó cuando tenía 18… Snif… Yo, yo… Snif… Yo en esa época estaba saliendo de un desamor que me fue difícil superar y que hasta el día de hoy no sé si lo he hecho del todo.
No sé si era por su llanto, por su voz quebrada o la forma en que decía aquello, pero no vi engaño en cada una de las palabras que soltó y así mi tía y yo escuchamos atentamente a mi madre.
Además, la vida no me parecía muy interesante, siempre había estado bajo la sombra de Vicky. Entonces un día, tras quedarme en casa, encontraría mi motivación para salir de esa depresión que me estaba consumiendo. Mi tristeza y amargura, se fueron cuando inesperadamente, mis ojos vieron a un hombre guapo en nuestra cocina. Su nombre era Mateo, él fue uno de los novios de nuestra madre. Mateo se dedicaba a dar clases de yoga, era un hombre bastante amable, educado y seductor.
A pesar de que era un hombre mayor que mí y era la pareja de mi madre, me fue imposible no sentirme atraída por él. Él era un mujeriego pero en ese momento me sentí flechada por él y a medida que lo veía en casa, fui deseándolo. Todo aquello aumentó cuando un día lo vi salir de la bañera y salió con tan solo una toalla en su cintura. Su torso trabajado, con el pecho peludo y sus brazos fuertes, me hechizaron.
Las palabras simplemente no me salieron y avergonzada desvié mi mirada, mientras él sonreía juguetonamente. Aquel día, no pude sacármelo de la cabeza, si antes soñaba con él, esa noche introduje mis dedos en mi coño, masturbándome pensando en Mateo. Desde ese momento comencé a espiarlo, siempre que estaba en casa, incluso cuando intimaba con mamá. Sentía una envidia de verla gozar con ese macho, que la hacía gritar de placer, pero que ella era incapaz de satisfacerlo.
Una mañana, tras masturbarme pensando en el novio de mi madre, me coloqué reflexiva y maquine una manera de sacar a mamá de la vida de Mateo y hacer que él sea mío. Haciendo que me sienta mal, porque no podía estar imaginando o creando planes contra mí madre por un hombre, esa obsesión mía estaba saliéndose de control, por lo que pensé en mantenerme lo más lejos de él. No obstante, cuando bajé a desayunar, me lo encontré y sus ojos de color almendra me miraron fijamente.
–“Buenos días, Isi, ¿cómo estás?”- me dijo alegremente y sin sacarme los ojos de encima, torturándome así. Las palabras no me salían y es que no era solo su mirada la que me estaba haciendo perder la cabeza, sino también su fragancia masculina, solo quería aproximarme a él y besarlo. No sé cómo logré mantener la compostura en esa ocasión, pero me senté en la mesa y me preparé un té, sin embargo, tenerlo en frente de mí, no hacía otra cosa más que cachondearme.
–“¿Vas a alguna parte? Porque luces muy guapa”- me consultó, yo solo me mordí los labios, resistiéndome a algo que me estaba matando por dentro, ya que mi cuerpo ardía y mi coño goteaba anhelando esa exquisita verga que él tenía y mi boca probar esos labios maduros. Traté de no hacer contacto visual con Mateo, de no escuchar sus palabras y evitarlo completamente, aun así, con solo ese aroma a semental, hacía que me tocara de forma disimulada.
Apenas terminé con mi té, salí de la casa y caminé por un buen rato, tratando de tranquilizarme, de bajar esa excitación. Algo sirvió, no obstante, las cosas volvieron a ser terribles para mí, a la hora de la cena. Aun cuando mamá y Vicky estaban sentadas en la misma mesa, no podía dejar de sentirme inquieta con Mateo frente mío. Mi madre comenzó a hablar de su día, luego nos preguntaba a nosotras cómo nos había ido, yo no dije nada porque estaba perdida en mis pensamientos.
Estaba en un conflicto conmigo misma, no sabía que cosa hacer para calmar toda esa tensión que me hacía sentir ese hombre. En un instante, dejé de pensar y le di un vistazo rápido. En mi cabeza entonces floreció la imagen de Mateo completamente desnudo, ese cuerpo divino me hizo temblar y en mi fantasía él se me arrimó, abrazándome entre esos fuertes brazos y devorándome la boquita. Su duro mástil se apoyaba en mis muslos, aunque solo era parte de mi imaginación, se sintió muy real.
Tras ese delicioso beso, él me desvistió y lentamente fue introduciendo su paquetazo dentro de mi chocho hambriento que lo estaba añorando. Gimiendo como loca, le arañaba la espalda ancha que tenía y le rogaba por más. Mateo recorría mi cuello a besos y sin dejar de cogerme de esa manera tan salvaje. Estaba completamente perdida en el placer de esa fantasía, que no me di cuenta que estaba gimiendo en realidad. Reaccioné cuando mamá me preguntó si me pasaba algo, yo al mirarla me apené y salí para fuera.
No quería seguir con ese sentimiento lujurioso, sin embargo, a pesar de que trataba de luchar contra él, de resistirme a la tentación, ya no podía más, necesitaba que Mateo fuera mío y me hiciera disfrutar de un buen polvo como lo hacía con mamá. –“Perdón, madre”- dije mirando por la ventana, mientras ella y Mateo se daban un beso, –“Pero tu hombre será mío y lo voy a volver loco por mí”- cerré, entrando determina a la casa, esa noche Mateo y yo, follaríamos.
Fui paciente al esperar que se fueran a dormir, como era de esperarse, Mateo estaba ansioso por tener una noche de diversión. Sin embargo, mamá no estaba de ánimo, parecía que los astros se habían alineado para mí. Él siguió insistiendo, sobando su polla en los glúteos de mi madre, pero ella simplemente no quiso. El pobre de Mateo pensó que se quedaría con las ganas de romper un coño y tendría que consolarse utilizando su mano, entonces entré al dormitorio de la forma más sigilosa.
Él se acomodó en la cama y sujetando su verga con la mano, comenzó a pajearse, entre dientes señalaba algo, no obstante, no logré descifrar lo que decía. Igual eso era lo de menos, porque en ese momento yo solo quería lo que él tenía en su mano derecha. Sin que él me haya notado, levante la sabana, haciendo que Mateo suelte su troncazo y miré aterrado. –“I… I… Isi…”- trataba de modular, –“Ssshhh… No digas nada”- le susurré, tomando su pene entre mis manos.
Mateo se quedó paralizado, sin creer lo que estaba ocurriendo, mientras que yo, disfrutaba con tener ese pollón duro, llenos de venas y caliente en mis dedos. Sin soltar ese increíble paquete, me fui acomodando en la cama, quedando prácticamente con ese miembro en mi cara. Saboreándome los labios, y sin quitarle los ojos a esa cabezota roja y super hinchada, allegué mis labios, el hedor que desprendía ese trozo de carne lo hacía mucho más apetecible, para una perra hambrienta como yo.
Pasando mi lengua por alrededor de mi boca, pase a tocar ligeramente la glande, Mateo debió haber comprendido en ese instante, que yo no dejaría ni una gota de leche en sus enormes bolas que colgaban de su verga, que esa noche yo me encargaría de dejarlo completamente satisfecho, algo que mamá no hacía. Le di un beso a su preciosa cabeza y abriendo mi boca me la engullí lentamente. Mateo soltó un jadeo que intentó callar rápidamente, entretanto yo enrolle mi lengua al contorno de su pene.
Su sabor era delicioso y me resultó mucho más al sentir el brote de su líquido preseminal inundando mis papilas. Enloquecida, comencé a chupar su polla con vehemencia, clavándomela hasta lo más hondo de mi garganta, sorprendiéndolo porque lo más seguro que no esperaba aquello de mí, ya que mamá era incapaz de introducirse ese troncazo completo en su boca. Era una paleta que amaba tener en mis labios y saborearla, él solo podía llevar su mano a la boca para ahogar sus gemidos.
Seguí comiendo hasta que sentí que me faltaba el aire, retirándomela de la boca, observé como unos gruesos hilos de semen, cayeron por mi barbilla. –“Dios… Isidora, que bien lo haces”- manifestó, acariciando mi mejilla, yo con una sonrisilla traviesa le dije que iba a satisfacerlo como correspondía. Volví a tragarme esa vergota y la mantuve dentro de mi garganta hasta que la hice estallar, llenándome la boca de leche. Ese fue el inicio de una noche mágica, entre él y yo.
Después de habérsela mamado, sin movernos de la cama, monté su miembro y le di la mejor experiencia de su vida. Quedó alucinando con la forma que movía mis caderas y cómo su verga se deslizaba en mi interior, ambos callábamos nuestros suspiros, muchas veces besándonos y constantemente mirábamos hacía donde mi madre, la cual estaba profundamente dormida y no se daba cuenta que su macho estaba siendo mío, solo mío y él amaba mi coñito.
Los dos quedamos totalmente a gusto, una follada maravillosa y el comienzo de nuestra aventura. Desde ese momento, todas las mañanas, yo le mamaba el pene a Mateo, mientras mamá hacía el desayuno, yo me comía ese tronco grande y esos huevos gordos y peludos. Nunca se dieron cuenta que debajo de la mesa aquello ocurría simplemente algo especial, ya que el morbo que se generaba era maravilloso, una vez mamá se dio cuenta que salía debajo de la mesa y al preguntarme qué estaba haciendo, yo le contesté, que estaba tragando y me relamí, para luego reírme.
Había noches en que Mateo iba a mi cuarto y cogíamos hasta el amanecer, otras veces me colaba en el cuarto de mamá y follábamos como nuestra primera vez. Entre tanto, conocí a Daniel, quien puso sus ojos en mí, pero como yo no estaba interesada en él, al principio no pasó nada. Luego todo cambio, cuando él me dijo que solo me quería para aparentar una relación, algo que no me venía mal a mí, ya que mi madre tenía ciertas sospechas de mí y Mateo.
Isidora: Todo aquello parecía hermoso, algo único, tenía finalmente a un hombre que me comenzaba a corresponder, pero entonces, me di cuenta de una triste realidad, Mateo era mujeriego y estaba interesando en Vicky. Una noche lo encontré coqueteándote (mirando a Victoria), eso me lastimo, sin embargo, lo que me destruyó el corazón fue verlos besándose, desde entonces te he odiado.
Vicky: ¿Qué? ¿Todo este tiempo me has odiado por ese cabrón? Fue él que me robó un beso, yo quedé sorprendida, pero no se lo correspondí.
Isidora: Quizás si no hubiera estado perdidamente enganchada de él, me habría percatado que era un imbécil, pero no fue así. Tras verlos besándose, salí de la casa, al verme tan triste, nuestro vecino se me acercó.
Vicky: ¿Enrique?
Isidora: Sí, él se había vuelto muy amigable conmigo, sin embargo, era claro que sus intenciones eran otras y en ese momento de rabia y tristeza, terminé cayendo en sus encantos.
Vicky: No… No me digas…
Isidora: Sí, Bruno es hijo de Enrique.
Ella giró su cabeza y me miró fijamente.
Isidora: Así se llama tu padre. Lamento decirte que fuiste concebido sin amor y que tampoco fuiste planeado, pero cuando supe que estaba embarazada, fui la mujer más feliz. Ahora antes que me preguntes de esa niñita, te aseguró que yo no tengo nada que ver con su desaparición posterior.
Tras escuchar la historia de mamá, cerré los ojos y me di la media vuelta, caminé a la puerta para salir, ella desesperadamente corrió donde mí, rogándome que no me fuera, prometiéndome que me ayudaría a buscar a Agustina. Pero sin mirarla en un soplido del viento le expresé, –Necesito irme, necesito alejarme de ti por unos días, estoy harto de vivir en mentiras y a pesar de que has sido sincera hoy conmigo, me temo que en esta casa aún hay cosas que ignoro y para el bien de mi salud mental, mejor no enterarme-
–“Bru… Bruno, no digas eso, todo va a cambiar hijo, pero no te vayas”- suplicó, aferrándose en mi espalda. –Lo siento, hoy me he enterado de muchas cosas, necesito asimilarlas, procesarlas y si quiere que te perdone y te llame mamá de nuevo, vas a entender que debe irme de aquí por unos días- le contesté, avanzando aun cuando ella no quería soltarme, entonces Vicky se le acercó y le dijo que lo mejor era darme tiempo, de que me entendiera ya que no era fácil todo lo que había escuchado ese día.
Mamá no quería hacerlo, sin embargo, Victoria logró que ella me soltara, al decirle que iba a cuidar de mí en esos días. Fue algo que me asombro, pues no imagine que mi madre aceptaría aquello, aunque claro en la desesperación, quizás razonó con la cabeza y dejó sus celos y obsesión conmigo por un momento y me vio como tal, como su hijo. Fue así como con Vicky fuimos a parar a la ciudad en donde vive su ex y el único sujeto que puedo llamar amigo.
2 comentarios - Secretos en la familia. Capítulo X: