Viviana sabe menear el culito y aflojar y patear su tubo rectal. Lo aprendió desde pequeña, cuando su tío Anibal le metía el dedo índice en su recto y le decía "menéate, muñequita", para luego inclinarse para besar su anito y meter su lengua en él.
Luego, ya más crecidita, recibió completa la dura y ardiente carne de su tiito querido por las nalgas, siempre siguiendo su recomendación de menearse y contraer su recto fuertemente para sobársela y exprimírsela deliciosa e intensamente hasta hacerla derramar en el interior de su querida sobrina los más calientes chorros de lechita.
Ahora, ya toda una mujer de 16 años se prepara para recibir a su novio, el fornido y guapo marinero Ismael, que ha pasado en la mar medio año, desde aquel día en que le propuso que fuera su novia antes de zarpar.
Recuerda aquel encendido beso de despedía que le dio, el largo y grueso pitote que se apretaba ansiosamente contra su vientre y el intenso masaje en sus nalgas mientras le decía al oído íntimamente que lo que más anhelaba hacer a su regreso era amarla por ahí. Ella había sentido en aquel momento que las piernas y los glúteos se le aflojaban y que un buen trozo de excremento salía por su ano debido a tanto deseo y emoción. Al sentir ese bultito húmedo y caliente a través de la pantaleta él le dijo como últimas palabras "ahora sé que verdaderamente me amas".
Luego se alejó mientras acercaba sus dedos a la nariz para aspirar el a la vez fuerte y delicado aroma de las heces de su mujer. Mientras lo veía alejarse, ella repetía para sus adentros, como en una plegaria: "Sí, te amo, más que a nada, sí, sí, será como tú quieras, mi dulce amor".
Ahora, Viví está feliz como nunca. Se va a comer completa la carne de su hombre por las nalgas. Él acaba de bañarse para quitarse hasta el último grano de sal de mar y al entrar a la recámara, ve a Vivi, ofreciéndole su cuerpo y su culo para que él sacie su sed de amor derramando todo el jocoque, ya rancio, almacenado en sus güevos durante tantos tantos meses,
Amigo, deseaba toda la felicidad del mundo a Viviana e Ismael, que por fin van a consumar su inocente y profundo amor.
Luego, ya más crecidita, recibió completa la dura y ardiente carne de su tiito querido por las nalgas, siempre siguiendo su recomendación de menearse y contraer su recto fuertemente para sobársela y exprimírsela deliciosa e intensamente hasta hacerla derramar en el interior de su querida sobrina los más calientes chorros de lechita.
Ahora, ya toda una mujer de 16 años se prepara para recibir a su novio, el fornido y guapo marinero Ismael, que ha pasado en la mar medio año, desde aquel día en que le propuso que fuera su novia antes de zarpar.
Recuerda aquel encendido beso de despedía que le dio, el largo y grueso pitote que se apretaba ansiosamente contra su vientre y el intenso masaje en sus nalgas mientras le decía al oído íntimamente que lo que más anhelaba hacer a su regreso era amarla por ahí. Ella había sentido en aquel momento que las piernas y los glúteos se le aflojaban y que un buen trozo de excremento salía por su ano debido a tanto deseo y emoción. Al sentir ese bultito húmedo y caliente a través de la pantaleta él le dijo como últimas palabras "ahora sé que verdaderamente me amas".
Luego se alejó mientras acercaba sus dedos a la nariz para aspirar el a la vez fuerte y delicado aroma de las heces de su mujer. Mientras lo veía alejarse, ella repetía para sus adentros, como en una plegaria: "Sí, te amo, más que a nada, sí, sí, será como tú quieras, mi dulce amor".
Ahora, Viví está feliz como nunca. Se va a comer completa la carne de su hombre por las nalgas. Él acaba de bañarse para quitarse hasta el último grano de sal de mar y al entrar a la recámara, ve a Vivi, ofreciéndole su cuerpo y su culo para que él sacie su sed de amor derramando todo el jocoque, ya rancio, almacenado en sus güevos durante tantos tantos meses,
Amigo, deseaba toda la felicidad del mundo a Viviana e Ismael, que por fin van a consumar su inocente y profundo amor.
0 comentarios - Vivianita ya es feliz