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Un inusual amor de treinta

Mi amigo Ramón está en duelo. Su bella hija, Leti, murió. Tenía 44 años de edad. Ramón tuvo una relación incestuosa con ella durante treinta año. No hay duda de que su hija tenía una belleza voluptuosa. Imaginen su dolor. Me contó cómo empezó su relación con su hija como mujer.


Reproduzco aquí el diálogo con el que se inicio su amor incestuoso, tal como me lo contó mi amigo.


"-No, papá, por favor, respéteme, soy su hija.



-Ha de creer ese güey que soy su pendejo. Ya vi a tu novio picándote el culo y tú muy dejada, gimiendo y diciendo "Así, papito, así". 


-Pero, padre, yo no quería. El metió su mano a la fuerza... 


-Eso no me importa. A él lo entiendo. Ya estás bien buena y desde hace tiempo se me hincha la verga cuando te veo. Más desde que se murió tu madre. Y ya que ese jijo te quiere joder y tú te dejas, pues ya te chingaste. 


-Pero soy su hija, padre... 


-Desde chiquita te he querido y  cuidado un chingo, y he visto que te has vuelto una frondosa mujer, bien buena por todas partes. ¿Acaso hay alguien con más derecho que yo a gozar de tus carnes? 


-Es que es pecado, padre. 


-Pecado mis güevos, cabrona, tú sabes que soy ateo y me cago en la religión. Soy hombre y verte me hincha la verga de deseo. Encuérate. Te voy a estrenar yo y no ese cabrón. Te voy a dar tu primer vergiza. 


-No, papi, no. ¿Qué hace, padre? Me está desgarrando la ropa...


-Que carne tan sabrosa tienes, mi'ja chula. Que rica. Empínese. ¡Ah, que sabroso! Que rico aprietas. 


-Aaaaay, me duele, por favor, padre, no... 


-¡Que delicia, mi niña, que delicia! Aaaaaaagh. Que rico me sacas la leche, mi'jita. ¡Ricoooo! 


-Me ha ultrajado, padre. 


-Pero sigues virgencita por delante, mi niña. Perdóname, es que estás tan buena que no lo pude evitar. Es más, desde ahora vas a ser mi puta.


-Amo a Jorge, padre. No lo quiero perder. 


-No hay problema siempre y cuando me deje dejes darte por el chico cuando yo quiera


-Sí, apa, está bien, cuando usted quiera."


El fue feliz durante treinta  años. Su hija se casó. Hizo muy feliz a Jorge, pero nunca lo dejó que se culease. Todos los sábados por la mañana iba a visitar a su padre. Y lo hacía feliz, muy feliz. Y ahora, como pueden imaginar, es muy desdichado 


¿Podrían ustedes culpar a este hombre? 
Un inusual amor de treinta




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