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Aislado Entre Mujeres [12] (Parte2).

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Viene del Post Anterior: 

Aislado Entre Mujeres [12] (Parte1).

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―Bueno ―dijo Macarena―. Lo explico rápido, antes de que a mamá le de una crisis de nervios ―Alicia soltó una risita, mientras seguía lamiendo mi glande. Sus grandes tetas estaba a punto de saltar fuera de su escote. Incluso podía ver la areola de uno de sus pezones―. No tenés que preocuparte porque Nahuel te haya visto con la cara llena de leche… dos veces. No es algo tan malo. Sí, sos la madre, pero también sos una mujer preciosa. Tenés una cara muy bonita. Siempre me lo dice cualquier persona que te conozca: “Qué linda que es tu mamá”. ―No sé si estas palabras incentivaron a Alicia o qué, pero de pronto decidió probar la misma técnica que Macarena. Posó sus labios sobre mi verga, permitiendo que el glande entrara un poco en su boca, y comenzó a mover rápidamente la lengua. Fue fantástico… y extraño al mismo tiempo―. Creo que una de las imágenes más eróticas que puede existir es la de una mujer bonita con semen en la cara. Y con lo linda que sos… hasta yo me calenté cuando te vi toda enlechada.
―¡Ay, Macarena! ¡No digas eso!
―Callate y seguí lamiendo ―le dijo ella con tono de broma; pero mi madre obedeció, su lengua se reencontró con mi verga―. No pienses mal, mamá. No es que me caliente que te acaben en la cara. Lo que me excitó fue ver a una mujer tan linda con la cara llena de leche. Aunque no te guste ese temita de las eyaculaciones faciales, no podés negar que tiene mucho impacto erótico.
―Eso sí es cierto… aunque no me guste, no puedo negar el impacto erótico que puede tener esa imagen ―dijo Alicia, y volvió a poner su boca contra la punta de mi verga. ¿Tendrá ella tanta práctica como Macarena? No lo creo… pero es igual de talentosa.
―Por eso… y vos tenés una nariz chiquita y respingada, pómulos altos, ojos angulosos, y una boca sumamente sensual. Ya quisiera yo tener tu cara. Además sos bonita sin parecer vulgar. No tenés cara de puta…
―Bueno, gracias.
―Eso hace que verte con la cara llena de semen sea aún más impactante… y excitante. ¿Entendés lo que quiero decir? No creo que para Nahuel haya sido algo malo verte así… tampoco lo fue para mí. Al final nos brindaste una imagen muy linda. Cualquier persona a la que no le de asco el semen, quedaría fascinada al verte toda enlechada. Da mucho morbo… y da morbo justamente porque sos muy linda y no parecés puta. Ahora podés dejar de chupar ―Alicia tenía mi glande… y un poquito más, metido dentro de su boca. Su lengua no dejaba de moverse alrededor de mi verga―. Puedo seguir yo… porque quiero saber por qué te tragaste el semen. Eso sí que me sorprendió. Además estoy segura, porque lo recuerdo perfectamente, que sobre el final, con los últimos chorros de leche, volviste a abrir la boca. Vi cómo entró más leche
No recordaba eso, quizás no lo vi… pudo haber pasado cuando, involuntariamente, cerré los ojos… o quizás cuando miré para otro lado, por la vergüenza de haber acabado en la cara de mi madre... otra vez.
―Si, es mejor que aclare eso ―dijo mi mamá.
―Pero antes… quiero ponerme más cómoda. Vos seguí con lo que hacías… 
Alicia volvió a meterse en la boca todo el glande y su lengua continuó trabajando. Sus ojos siguieron a Macarena. Mi hermana se puso de pie junto a la cama y comenzó a quitarse la tanga lentamente. Pude ver su concha, perfectamente depilada.
―¿Qué hacés, Maca? ―Preguntó mi mamá.
―Ay, no hagas escándalo por esto. Nahuel ya me vio la concha ¿o te olvidás? Le estamos viendo la pija dura… ¿qué drama hay si me ve en concha una vez más? 
―Pero… ¿por qué?
―Porque yo también necesito un poquito… de estímulo extra. Para hacerme las cosas más fáciles. 
Macarena se puso de rodillas en la cama, con las piernas separadas… y empezó a frotarse la concha.
―Ay… Maca… ¿te vas a pajear delante de tu hermano?
―Sí… ya te dije ―su respiración comenzó a sonar agitada―, para mí no es fácil hacer esto. Necesito tocarme un poco, para hacer las cosas más fáciles. Y un poco de estímulo visual extra no va a venir mal… a ver si es capaz de aguantar eso. 
Mientras hablaba, la lengua de mi madre siguió recorriendo mi verga. Se mantenía cerca del glande, pero a veces bajaba un poco más y luego volvía a subir. 
A un lado de la cama, justo detrás de Macarena, hay un ropero con tres grandes espejos, uno en cada puerta. Esos espejos me permitieron ver la concha de mi hermana cuando ella se inclinó una vez más sobre mi verga. Su culo quedó bien levantado y sus dedos siguieron jugando con sus labios vaginales y el clítoris. 
Mi mamá se apartó y Macarena tomó su lugar, lamiendo mi verga.
―Es cierto que tragué el semen. Y eso es lo que demuestra que no estoy enojada, ni asqueada. Cuando Nahuel comenzó a eyacular y la leche cayó dentro de mi boca, me puse a pensar: Si la escupía, mi hijo pensaría que hizo algo muy malo. No quería que te sintieras mal. Por eso decidí tragarlo, para dejar en claro que no me dio asco. Simplemente fue una situación extraña e impactante. Pero no me siento tan mal al respecto. Un poquito sí, pero solo por el hecho de que soy tu madre. No porque haya sido una experiencia desagradable. ¿Me explico? ―Asentí con la cabeza―. Y sí, es cierto que después de tragarme la leche abrí la boca otra vez, y dejé que el semen volviera a entrar. Por cierto, me sentí orgullosa de que te saliera tanta leche, porque si bien acabaste muy rápido, al menos con eso demostraste que sos muy viril. Además de tener la verga grande, también venís con los huevos muy cargados de semen. Considero que a tu edad eso es muy saludable. Peor sería que no saliera nada. Entonces, cuando acabaste, pensé: “Sí, que siga tirando leche, si acaba tan rápido, al menos que me deje con la cara bien llena de semen… que demuestre que esa verga sirve para algo”. ―El corazón me latía violentamente, jamás imaginé que escucharía a mi madre decir algo como eso―. Así que, en ese aspecto, te puedo asegurar que me diste una alegría. Sí que terminé con la cara llena de leche, y demostraste que sos muy viril. Como madre, eso me deja más tranquila. ―Macarena movía su cabeza de arriba hacia abajo. Casi la mitad de mi verga entraba en su boca, para luego salir. Esto ya se parecía sospechosamente a un pete; pero mi mamá no le dijo nada. Al mismo tiempo mi hermana se metía los dedos en la concha―. Y bueno, lo de abrir la boca otra vez…  
Ya me estaba resultando imposible aguant… y ahí vamos… la puta madre… 
Mi mamá ni siquiera pudo terminar lo que estaba diciendo.
Un gran chorro de semen saltó de mi verga mientras Macarena tenía el glande en la boca… así que la leche fue a parar al interior… Ella no se apartó. Aún podía sentir su lengua moviéndose. 
El semen comenzó a chorrear por la comisura de sus labios, hacia su barbilla. Mi mamá miró el espectáculo con bastante tranquilidad, teniendo en cuenta lo histérica que puede llegar a ser.
Maca siguió lamiendo y chupando hasta que las últimas gotas de semen salieron. Luego levantó la cabeza y abrió la boca, para mostrarnos que la tenía llena de leche.
―¿Te la vas a tragar? ―Le preguntó mi mamá. A mí me parecía increíble que esas palabras hubieran salido de su boca―. Digo… para demostrarle a tu hermano que no te da asco… menos si consideramos que no es la primera vez que te acaban en la cara.
Macarena cerró la boca, sonrió y pude ver cómo su garganta hacía el movimiento característico de tragar. Luego abrió la boca una vez más, para demostrarnos que ya estaba vacía.
―Es cierto, no me da asco ―dijo Maca―. Es mi hermano, y se siente muy raro; pero a mí el semen me resulta… estimulante. Bueno, creo que ya quedó demostrado que Nahuel no tiene mucho aguante, pero… aguantó más que la última vez. Es un progreso.
―Es verdad ―dijo mi mamá―. Esta vez aguantó más. Bien, Nahuel, te felicito.
―Gracias… supongo. ―Aún estaba aturdido por todo lo que había pasado, no sabía qué decir. 
―Bueno, me voy a lavar la cara al baño… ―dijo Macarena. 
―No, a mi baño no ―le respondió mi mamá.
―¿Por  qué no? Solamente me quiero lavar. ¿Acaso querés que salga de la pieza con la cara llena de leche? ¿Sabés lo difícil que va a ser explicarle esto a las demás?
―No, no quiero que salgas así… pero tampoco quiero que usen mi baño.
―La puta madre, Alicia ―Macarena rara vez llamaba a nuestra madre por su nombre―. Me vas a hacer enojar con tus paranoias y tus fobias absurdas. No te asco que te acaben en la cara, pero sí te da asco que tu hija entre a tu baño. Yo no lo puedo creer.
―No quiero que entre nadie ―dijo mi madre, manteníendose firme.
―Ayelén sí puede entrar. Con ella no tenés drama ―se quejó Macarena. Era muy extraño verla discutir con la cara completamente llena de semen. 
―Eso es diferente.
―¿Por qué? 
Mi mamá no dijo nada. Macarena la miró enojada, pero al final cedió. Suspiró y volvió a hablar con más calma.
―Bueno, mamá. No quiero arruinar el momento. Hoy logramos mucho, demostraste que no sos tan estructurada como yo pensaba. Ojala algún día puedas superar todas tus fobias y todas tus inseguridades. Pero ahora mismo… necesito limpiarme con algo… y sé que si uso una de tus sábanas, te morís de un infarto. Así que… ―Macarena mostró su característica sonrisa maquiavélica. Supe que se le había ocurrido una idea que rozaba la crueldad―. Vos me vas a limpiar la cara… con la lengua.
Antes de que mi madre pudiera decir algo, Macarena se abalanzó sobre ella. Las dos cayeron sobre la cama. 
―Dale, limpiame toda ―insistió Macarena, poniendo su cara muy cerca de la de mi mamá.
―Ay, no… que soy tu madre, che ―Alicia no parecía estar enojada, al contrario, ya se estaba riendo, y luchaba por quitarse a su hija de encima.
―¿No dijiste que el semen de tu hijo no te daba asco? Bueno, tenés dos opciones: o entro al baño o empezás a limpiarme con la lengua.
―Sos maldita…
―Solo cuando me presionan. 
Lo único que yo podía ver era el culo de Macarena… y su concha húmeda. Pero valiéndome del espejo pude observar lo que estaba pasando debajo de ella. Mi madre se movía como una serpiente. Al parecer se dio cuenta de que no podría salir de esa situación, a menos que aceptara el trato que le ofrecía su hija. Sacó la lengua y le lamió la mejilla, recolectando una buena cantidad de espeso semen. Se lo tragó y volvió a repetir la acción en la otra mejilla. Poco a poco, lamida a lamida, fue acicalando a Macarena, como si fuera una gata. Con cada lengüetazo mi madre tragaba más semen. La situación me pareció tan extrañamente morbosa que comencé a pajearme otra vez. Aún la tenía dura y podía sentir que una nueva descarga se aproximaba. 
Macarena notó esto, al mirar hacia el espejo. Vio cómo yo me pajeaba y se apartó de mi mamá. 
―¿Todavía te queda leche, pendejo? ―Preguntó con incredulidad. No tuve que responderle, la respuesta era obvia―. Vení, mamá. Ahora te toca a vos.
―¿Qué cosa?
―Abrí la boca…
―¿Qué? ¡No! Ya te limpié, no pienso seguir tragando semen. 
―Dale, no seas boluda. Es la última vez. Para que a Nahuel le quede bien claro por qué abriste la boca otra vez, y te volviste a tragar su leche. Porque no lo explicaste, pero creo que ya sé por qué es. 
Entre las dos intercambiaron una mirada de complicidad. No entendí nada; pero eso bastó para que mi mamá se animara a hacer eso que yo creía imposible.
Acercó su boca a mi verga, mientras yo me pajeaba, y comenzó a lamerme el glande. Solo tuvo que hacerlo durante unos pocos segundos. La leche empezó a saltar… aunque no llegué a verla. Mi mamá capturó el glande dentro de su boca y se fue tragando todo el semen. No salió tanto como la primera vez, pero aún así me pareció que era bastante. A ella no le importó. Siguió lamiendo la cabeza de mi verga hasta que ya no salió más leche.
―Mirá las cosas que me hacés hacer, Macarena. ¿Ahora te queda claro que no soy la bruja que vos imaginás?
―Sí, me va quedando más claro… aunque todavía tenés algunas actitudes de bruja. Al menos sos una bruja divertida. Y ayudaste a tu hijo una vez más con este pequeño problema.
―Y esta es la última vez… y para vos también. ¿Queda claro? De ahora en adelante vamos a pensar en otro método que no requiera que estemos… chupándole la verga, o tragando semen. Eso se terminó.
―Sí, me queda claro, mamá. Voy a pensar en otra alternativa ―dijo Macarena, mientras se ponía su tanga.
―Bien. Bueno, me voy a dar una ducha, la necesito. 
Mi mamá entró en su baño y cerró la puerta, dejando bien en claro que nosotros no teníamos permitido ingresar.
―Bueno ―dijo Macarena―. Me voy a mi pieza. Yo también necesito hacerme una buena paja. 
Ella comenzó a caminar hacia la puerta, pero yo tenía una pregunta para hacerle:
―Maca… ¿por qué mamá volvió a abrir la boca, la vez pasada?
―Ah, sí… yo tenía dudas sobre eso, pero ahora me quedó muy claro. Lo hizo porque tu leche es muy rica. Da gusto tomarla.
Me guiñó un ojo y salió de la habitación, dejándome con la pija dura y una confusión enorme.


5 comentarios - Aislado Entre Mujeres [12] (Parte2).

garcheskikpo +1
Mepa que a Maca le gusta más la pija que cualquier otra cosa en el mundo
JRider3
Buff… este ha sido muuuuyyy caliente. Muy bueno como todos 👏
Kenway117
Ok esto ya está mucho más rico
BJMcKane
Fabulosa y maravillosa situación, excitante relato...