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De esposa ejemplar a puta sumisa II

Decidí no contarle nada a mi marido en ese momento. A pesar de estar bastante excitada no sabía muy bien si iba a pasar algo o iba a quedar en la nada. Él me notaba diferente esa noche pero no le confesé lo que había pasado. Por la mañana siguiente, mientras estaba en mi trabajo, recibo un mensaje de Marcos, el pendejo de 26 que tan caliente me había dejado el día anterior. Arreglamos para un día de semana que él tenía franco. Nos encontramos en el estacionamiento de un shopping a 20 km de mi ciudad. Fui con una calza negra engomada, botas cortas marrones, un sweater blanco y abajo tanga y corpiño de encaje negro. Me recibe con un beso y tomandome de la cintura, pero yo me sentía intranquila, perseguida. Me dijo de tomar algo en el shopping pero lo convencí para otra ocasión. Nos subimos a su auto y fuimos a un telo cercano.

Una vez ahí me sentí más tranquila. El me notaba algo nerviosa y no me presionaba. Pedimos algo para tomar, charlamos bastante, era todo nuevo para mi. Hace años que no iba a un telo, me cuestioba qué estaba haciendo, pero me sentía tan bien. Me dijo de meternos al jacuzzi y acepté, llegó un momento clave para mi, que era desnudarme frente a ese pendejo facherito. El corazón me latía a full, le ire a gustar tal cual soy? Con mis imperfecciones, mi cola un tanto flácida, mis estrías, mi celulitis, mis pechos pequeños, mis rollitos. Quedo en tanga a espaldas de él cuando lo escucho exclamar: 

- Qué pedazo de orto que tenés, Lau! 
- Si? Te gusta?
- Desde la primera vez que te vi me lo venía imaginando.
- Es como te lo imaginabas?
- Mejor, me encanta que sea tan blanco y grande, tremenda culona.

Sentí un gran alivio al escucharlo, y mientras me ataba el pelo el se iba sacando la ropa hasta quedar en boxer. En eso se me abalanza y caemos en la cama que tenía al lado. Le digo: "Pará boludo, vamos al jacuzzi". Intento ponerme de costado pero no me deja, quería tenerme boca abajo. Me quedo quieta y el recorre con sus manos mi espalda desde el cuello hasta mis nalgas, se detiene ahí, y me las amasa. Un cachete en cada mano, yo con la tanga puesta aún. Me baja la tanga, me abre los cachetes y me empieza a chupar el culo. Me lo besaba como si estuviese transando, con mucho ruido y besos. Me pide que me ponga en cuatro, me vuelve a abrir las nalgas pero esta vez me chupaba la concha. Ahí exclama: "Hija de puta, es la concha más dulce que probé en mi vida". Yo estaba re caliente, disfrutando el momento. Mientras repasaba mi plan mentalmente para ver si no había algún fallo. Mi marido cree que me fui a Capital por trabajo, mi nene en el colegio, ninguna notificación urgente en el celu, bien, a disfrutar.

Marcos me la chupaba bien, pero debo reconocer que mi marido es mejor en eso. Miro de reojo para atrás y veo que se saca el boxer. Era una pija bastante más grande que la de mi esposo, oscurita, depilada, y muy dura. Era mi turno, él se acostó y se la empecé a chupar. No estaba acostumbrada a ese tamaño por lo que decidí no tragar tanto pero hacer lo mejor posible con mi lengua. Mientras me acariciaba la cabeza me empezó a decir frases que me calentaban mucho. Primero me preguntó si era más grande que la de mi marido, a lo que asentí. Después me dijo que el mío era mucho culo para mi marido solo. Poco a poco su personalidad hasta entonces jocosa y calenturienta iba mutando a una más dominante. Un rato después me dice: "Sentate en mi pija". Ya no era un pedido como las anteriores, sino una orden, la primera de las muchas que me daría en estos años.

Deje de petearlo y me estiré a agarrar un forrito de la mesa de luz. A lo que él dice:

- No, qué haces? Sin forro.
- Dale, boludo...
- Hoy volves a tu casa con la concha llena de leche.

Me quedé helada. Su expresión seria y la mirada que me clavó, era tan intensa y a la vez segura y despreocupada, como si supiera de antemano que iba a lograr su cometido. Me acomodé su pija en la entrada de la concha y bajé. La tenía tan dura que me recordó a uno de mis juguetes, pero se sentía mucho mejor, era una pija de verdad. Mientras amasaba mis tetas y se movia rítmicamente acompañando mis movimientos pensaba en la locura que estaba haciendo. Cogiendo sin forro con un desconocido, traicionando a mi marido, pero qué placer sentía. Apretaba con fuerza mis pezones, los chupaba, metía sus dedos en mi boca, me nalgueaba, las carnes de mi culo gordo rebotaban como un flan. Todo ese espectáculo deprorable que reflajaba el espejo era yo. Yo comiéndome un pendejo que me había convertido en su puta en menos de una hora. Pero no podía parar, lo besaba. Sus besos ya no eran tiernos, me corría la boca, me hacía desearlo. Quería complacerlo, sacarle toda la leche. Descansaba frotándo mi clitoris contra su pubis, me quedaba sin energias, pero él seguía como si nada. Mi esposo ya hubiese acabado dos veces, pero el pendejo en 20 minutos me seguía dando.

Me ordena ponerme en cuatro, tal vez porque me notó exhausta, me dice que me abra las nalgas con mis manos y empieza a pasarme la pija entre los cachetes, da golpecitos con la cabeza de la pija en mi ano y concha. 

- Qué bien me salió lo de olvidarme la riñonera en la cabaña. Mirá como te tengo, en cuatro y abierta.
- Lo hiciste a propósito?
- Jajaja

Me sentí humillada, yo pensando que había sido una casualidad del destino y el pendejo forro había planeado todo. Me la ensarta de nuevo tomándome con firmeza de las caderas y empieza a bombear. Mi constante gemido era entrecortado por el vaiven del mete y saca, así de fuerte me estaba cogiendo. Nunca había escuchado tanto ruido del choque entre mi culo y otro cuerpo. Para ese entonces ya había tenido al menos dos orgasmos cuando llegó el de él. Me llenó la concha de leche, tal cual había dicho. Se quedó encima mío hasta perder la erección, abrazándome desde atrás. 
Yo estaba muy cansada, recuperando el aliento, pensando que me sentía una presa, y que él me había cazado. No es el chico que conocí, era yo la que tenía las riendas de la situación hasta hace poco. Quiero ésto? Ya es muy tarde para arrepentirme? Hasta dónde es capaz de llegar?

Marcos me notó con la cabeza en otro lado y nos pusimos a charlar. Esta vez se mostraba como al principio, más empático y jodón. En un momento se da un diálogo más o menos así:

- Che Lau, tu marido sabe que sos tan puta?
- No, por?
- Estaría bueno que lo sepa, me calienta la idea.
- Me dijo que si conocia alguien se lo podía contar, que no se enojaba...
- Posta?
- Si...
- Entonces quiero que le cuentes.
- Para qué?
- No me gusta andar escondiéndome. Quiero poder salir con vos a tomar algo y que esté todo bien.
- Bueno, veo qué onda...
- Quiero que sepa que es un cornudo y vos mi puta. Quiero ser tu novio.
- Estás loco?
- Quiero tener el nivel de confianza para pasarte a buscar por tu casa o quedarme a dormir ahí.
- Pará un poco...
- Vamos paso a paso, pero eso es lo que quiero.

Se le volvió parar, cogimos de nuevo y esta vez me acabó en la boca. Nos fuimos del telo, nos despedimos y mientras volvía a casa pensaba en todo esto que me parecía una locura. Lo bloqueo, sigo, le cuento a mi marido, qué hago?

Continuará.

6 comentarios - De esposa ejemplar a puta sumisa II

LuisMartinezMaga
Ya esperamos parte III, IV ... Tu historia me ha gustado
Lostamales92
Bueniisimo el relato super exitante!! Podrias subir alguna foto para saber como sos!!
portugalo3 +1
me encantó... TODO... qué bueno que siga la historia.... 10 puntos...!
Rub1t0
Nuevo user del loco fake siempretanga y sus usuales post, de sus múltiples users.... Y claro, los bobos caen al toque..mamita son de manual..
jboreal
gran relato..estaría bueno que compartieras qué pasó después
jboreal
gran relato..estaría bueno que compartieras qué pasó después