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El mesero

Historia real.
Primera parte: 


Venia pasando una semana muy mala, tenía un familiar muy cercano en estado de salud muy delicado. Hacía ya un tipo que mi intimidad sexual venía en receso por cuestiones de trabajo y estudio. 

Saliendo de la sala del hospital, luego de visitar a mi familiar. Me dispuse a dirigirme a la cafetería que se encontraba en el edificio.
El día estaba muy frio, la lluvia estaba presente. Recuerdo que fue un julio muy lluvioso así que me tomé un tiempo para relajarme y pedí en el mostrador que me alcanzaran un café con leche y dos medialunas. 

Estaba sentado mirando hacia afuera y veía como la tarde empezaba a darle la bienvenida al anochecer y en ese momento fui interrumpido por el mesero, dejo mi pedido en la mesa y cruzamos miradas. 
Su estatura era promedio, pero su figura era robusta. Una mirada intensa de ojos negros que acompañaba el tono de su cabello perfectamente prolijo y rasurado a la altura de la nuca. En una primera impresión me llamo la atención lo perfectamente marcada que se veía su barbilla, muy masculino. 
En aquel contacto visual y luego de sus breves palabras sentí un ligero enrojecimiento en mi rostro. 
 
-- Hola, su pedido. Café con leche y medialunas.
-Gracias -su mirada me produjo intimidación, atiné a devolver una sutil sonrisa y en esos breves segundos observar toda su persona. Lo veo irse.

Al dar los primeros sorbos de café con leche, soy interrumpido por el mismo mesero. 
Me sorprende por la espalda, apoyando su mano derecha sutilmente en uno de mis hombros. En su otra mano traía una medida de agua gasifica.

--Disculpamame, me olvida de traerte...- y señala con su otra mano lo que había olvidado de tráeme, sus labios demuestran una breve sonrisa. 
-Gracias, no me había dado cuenta que faltaba el agua. -Me concentro en su mirada y me dedica otra sonrisa, pero está vez no era amabilidad si no, algo más pícaro de su parte. 
--Hoy estoy con un día... Discúlpame, si no la precisas, me la llevo.
-Esta bien, no te preocupes. Estamos igual no es mi día tampoco. -Y mi enrojecimiento volvió a asomar, sentía una mezcla de ver al hombre que tenía en frente muy apuesto y con exitación por lo masculino que se veía. Y nuevamente se va, pero está vez se voltea a verme y entendimos algo más...

Casi no termino de tomar el café con leche y llegue a comer la mitad de una media luna, mi humor y apetito no estaban bien ese día. Llamo para pedir que me cobren y otro mesero viene hacia mí y me trae la cuenta. 
Detrás de él se asomó el primero que me había atendido, pero está vez sin lo formal de su uniforme de trabajo, casual o de uniforme se veía igual de exitante.

--No comiste nada… y el café?, Estaba frío? -y se ríe de manera amistosa, por dentro me decía a mi mismo. -a vos te quiero comer!. El mesero con su sola presencia me sacaba del estado bajón que sentí en todo el día.
-no, es que prefiero comer otra cosa...- y me ofrecí en bandeja para que su respuesta sea cual sea.
--por hoy ya terminé, te alcanzo, tengo auto. - y la pervertido en sus ojos fue evidente.
-okey! -Y la adrenalina del sexo se hacía presente.

Él salio primero y yo esperando que sacará su auto del estacionamiento, estacionó en una esquina, la lluvia se había vuelto más intensa, me hizo señas con las luces del auto y corrí a subirme. 
Moje mi campera y mientras él ponía algo de música, me la quite y la puse en mi regazo. El mesero me sugiere que deje la campera en la parte trasera del auto así que le hice caso. 
Hablamos por unos minutos para entrar más en confianza, ambos vivíamos casi en la misma zona. 

Mientras íbamos por la avenida me pregunta.--Estas muy mojadito? 
-puedo estar más mojadito- le contesto con mirada lasciva y con mi mano empieza a frotar su entrepierna sin llegar a su sexo. Mis ojos se iban solos hacia su miembro y cuando noto los primeros latidos de su bulto lo empiezo a acariciar con sutileza.
--uff, ya estoy hinchado, no me vas a dejar manejar así -lo interrumpo buscando el inicio del cierre de su jean.

Su jean apretado y lo marcado de su bulto me excitaban tanto, con acariciar su zona no me bastaba, recorrí el cierre que me impedía admirar su grandeza y empecé a bajarlo. Note de su parte un sutil movimiento de cadera ascendente pidiendo que lo liberará de la barrera de contención. Introduje mi mano intentado sujetar su miembro entre mis dedos y sentir el calor de su exitacion, pero no lo estaba logrando necesitaba más espacio y su ropa interior seguía siendo otra barrera que quitar. Desabroché el botón de su jean y baje su boxer así libere por completo su placer erguido y fuerte. Lo tome en mis manos y el pecho del mesero empezó a demostrar algo de aceleración.
Su miembro se iba poniendo más grueso hasta llegar a la punta, era ancho y grueso, igual de robusto que el cuerpo de su dueño. 
Mi mano lo sujetaba, y mi dedo pulgar empezaba a jugar con los primeros fluidos que dejaba derramar su virilidad. Lo tome con más firmeza y empecé a subir y bajar con más frecuencia. Hasta que decidí soltarlo para dale paso a mi boca y poder saborear el inicio de nuestro placer.


*Primera parte de mi historia con el mesero.
Espero que les haya gustado hasta el momento. En los próximos días subo la segunda parte. 
Si quieren saber algo en particular de mis experiencias me hablan por privado o me lo dejan escrito en los comentarios. Prometo responder. Si no lo hago a la brevedad es porque estoy con mucho trabajo además de otras obligaciones. 
No sé olviden de dejar su puntuación. Se los agradezco. 

1 comentarios - El mesero