Rompiendo más de un tabú
El cielo se venía abajo, sin duda alguna por estar demasiado a la vista de Dios, los hermanos estaban provocando su ira. Las nubes negras eran las puertas que les cerraban el cielo para siempre.
No era para menos, estando desnuda como tantas veces, María José cabeceaba a ritmo medio teniendo la polla de su hermano en la boca, apretándola con sus labios para masturbarlo en un nuevo episodio oral, el enésimo en sus vidas. Las manos de Gabriel le separaban los cabellos castaños del rostro, a veces despegándolos de su ocupada boca. Cada algunos minutos ella le obsequiaba deliciosos besos en los testículos que ni el traqueteo del viento contra la ventanas y el chaparrón lograban silenciar. A Gabriel le gustaba menear su cadera para frotar todo su saco en su cara y la muy puita lo disfrutaba, respirándole contra la piel sin retroceder ni un centímetro hundiendo su nariz en sus testículos.
Era una mamada con amor por parte de ambos, ella por la manera de succionar y dedicarle miradas que centelleaban y él, por como la observaba maravillado y le acariciaba el pelo y el rostro, aunque cada tanto se le iba la mano y la hacía tragar más de lo que podía, a ella ya no le molestaba e intentaba complacer a su hermano mayor en todo, incluso ponía sus manos en las piernas de su hermano y se dejaba golpetear la garganta con el glande en un vaivén que pocas resistirían.
- Majito, lograste la perfección, no se me ocurre cómo una mamada puede ser mejor que esta. – La felicitó aun reteniendo su rostro y balanceándolo de atrás hacia adelante, golpeteándole el mentón con sus testículos mirándola fijamente a los ojos, los de ella apuntando hacia arriba. Encima con todo el pelo hacia atrás su frente se veía enorme y las frentes enormes eran su debilidad.
- Slurp, slurp, slurp, slurp, slurp, schuck, schuck… ¿La chupo mejor que Noe? – Preguntó ni bien su hermano le dio un respiro sin poder ocultar lo que la mortificaba. Masturbándolo mientras con su hábil mano.
- Bueno, un día me gustaría tenerlas compitiendo mano a mano para decidir quién… ¡Auch! – Se estremeció cuando la muy atrevida le pellizcó la piel de los testículos con los dientes.
- Puedo hacer todo lo que ella hace y mejor, no la necesitas, te lo voy a demostrar.
Majo tomó la iniciativa incorporándose con tanto ahínco que por poco le da un cabezazo. La jovencita besó a Gabriel compartiéndole el sabor y el olor de sus propios genitales y sorpresivamente, lo empujó al sofá.
- ¿Primero me mordés y ahora me empujas? Me parece que me voy a quedar con Noe, ella no hace violencia de género… – La peleó mientras su hermana se arrodillaba nuevamente entre sus piernas para continuar con el fellatio... o eso pensó él.
- Noe me gano en una cosa, la muy puta te hizo algo antes que yo, que no se me ocurrió porque no me lo enseñaste, igual no significa que lo haga mejor, ya vas a ver. – Gabriel comprendió a que se refería su hermana cuando dejándose manipular por ella, le empujó la cadera al borde del sofá con decisión y luego tomo ambas piernas y las empujo hacia adelante para que el las sostuviera.
- ¿Vas a hacerme lo que creo que vas a hacerme? – Pregunto por demás interesado. Cuando Majito tomaba la iniciativa no había quien la parara.
- Sí, te voy a chupar la cola y lo voy a hacer mejor que ella. – Dijo dedicándole una mirada curiosa al culo del hombre, fijando su mirada en su próximo platillo.
- ¿La cola? El culo querrás decir. A ver, decilo. – Jugueteó con ella. Además de morirse de ganas por ver su boquita de nena comerle el culo también quería que hablara sucio, que dijera las cosas por su nombre y dejara los eufemismos de lado por un momento.
- Si, te voy a chupar el culo ¿Me dejas, hermano?
- Adelante, sírvase. – La invitó como si le estuviera alcanzando la fuente con el platillo del día.
Majo se arrodilló aún más, sin despegar la vista del ano, como si este fuera una alimaña peligrosa a la que no debía perder de vista. Era la primera vez que lo veía de tan cerca y con tanto detalle. Cuando estuvo por acercar sus labios al orificio astringente, su hermano la detuvo: - ¿Qué pasa? ¿Está muy sucio?
- Decime vos, antes quiero que me huelas. Si queres superarla podés hacer algo que ella no me hizo. Antes de sentir su sabor quiero que me digas como huele.
Aunque Majo frunció el ceño algo sorprendida por el pedido de su hermano, acercó su nariz hacia el agujero y observando a cualquier lado, sin prestarle atención a nada en particular, hundió su nariz y le olfateó el agujero. Una, dos, tres, cuatro aspiraciones profundas que sin dudas le estaban dando una perspectiva real y más amplia del órgano con el que se estaba involucrando. Cuando quiso despegarse, Gabriel la tomó con delicadeza y la mantuvo respirando contra su culo un poco más: - Eso es… buena nena, así me gusta… ¿Huele rico el culo tu hermano? ¿Te gusta?
Majo, sin oponer ninguna resistencia y sin dejar de respirar contra el asterisco, negó con la cabeza. Aún fruncía el ceño, aunque solo lograba ser más adorable.
- Así es en la realidad, mi amor, algo que el porno no te enseña. No pensé que me lo chuparías y me limpie usando papel nomas, así que es normal que tenga olorcito. ¿Entendés? – Ante esa nueva pregunta, María José asintió.
- Huele un poco a… bueno, ya sabes.
- ¿A qué? Decilo, las cosas por su nombre. – Le exigió mientras la retenía con la nariz, ya media metida en él.
- A caca. – Le respondió sonrojándose más que nunca. Sin dudas no se espera que su hermano le hiciera sentir sensaciones tan contradictorias, que le causaban toda clase de cortocircuitos en su interior por lo morboso, por lo tabú, por lo excitantes. Por otro lado, ella estaba segura de que Gabriel todas las veces que le había obsequiado deliciosos besos negros, siempre compenetrado en ellos de manera casi compulsiva, no se había quejado jamás por nada a pesar de que debió de encontrar su culo no mucho mejor que el de él en ese momento.
- ¿Te animas a chupármelo entonces? – Le preguntó poniéndola prueba. Como de costumbre, Majito no se acobardaba ni por los exámenes más rigurosos. – Oh, oh, oooh, si, que rico, que bien que lo chupas Majito, me comes todo…
Su hermana había cerrado los ojos y había bajado a besarle el ano como si los hubiera confundido por un par de labios, usando tanto la lengua como los labios para obsequiarle esa refrescante sensación en toda la escarapela masculina.
Gabriel no necesito ni manipularla ni nada, tan solo atino a cerrar los ojos como ella y disfrutar, a confiar en los instintos de su hermana y en su pasión a la hora de complacerlo. Quizás no sabía mucho de hacer anilingus pero sí sabía cómo ponerle empeño a todo lo que hacía. No solo lo lengüeteaba con ahínco, de manera profunda, queriendo invadir su centro cada vez más, también se frotaba la boca contra el agujero hasta estirarle cada arruga.
- Hace varios minutos que la superaste. – Confesó Gabriel. – Digo, ella también lo hace muy rico y todo pero fue más una chupada de curiosidad, la tuya en cambio… es por devoción.
Majo ubicó sus dedos índices a cada lado del asterisco y los separo lo más que pudo para volver a introducir la lengua en su interior mientras le dedicaba una mirada traviesa: - Solo hago lo que me hiciste a mí. ¿Cómo no te lo voy a chupar bien si vos me complaciste siempre?
- Es cierto, creo que me merecía un regalito así. – Coincidió estirándose para tomarla de la cabeza y frotarla contra su ano, de izquierda a derecha y luego de arriba a abajo. Majito con el correr de los minutos no requirió más dirección y se ocupó ella misma de balancear su cabeza en todas direcciones bien pegada a su culo.
- Me duele el cuello, Gabbo. –Se quejó. - ¿Podemos cambiar de posición?
Era lógico, estaba rodillada arqueando el cuello para mantenerse a la altura del ano. Gabriel accedió posicionando una rodilla en el sofá y el pie extendido en el respaldo, dándole la espalda. Una posición extravagante digna de cualquier escena porno: - Así, además de chuparme podes hacerme una paja.
- Bueno, va a ser un placer… - Sin mediar más palabra, la boca de Majo se hundió entre las prominentes nalgas de Gabriel y pasó su mano por debajo para hacerle una paja que era un sueño hecho realidad.
- Oh, oh, oh, oh, Majito, como me gusta, sos una diosa… - La alentó frotándose la raja lentamente contra el rostro de su hermana, que de a poco, coordinaba cada vez mejor su beso negro con la paja. La muy atrevida había conectado su lengua bien en el centro del ano y pujaba con toda su cabeza usando a su lengua como un ariete blando. – Lo estás haciendo muy, muy bien… tu hermano mayor te va a recompensar.
- ¿Si? ¿Con qué? – Preguntó haciéndose la nena, lamiéndole toda la escarapela de macho como si atacara un dulce mientras la verga comenzaba a latir debido al ritmo perfecto de su mano.
- Seguí… seguí… ufff, chúpame el culito que te doy mi lechita de hermano bien calentita.
- ¿Querés correrte en mi boquita, hermano? ¿No te es suficiente que te limpie el culito con la boca que además me la queres llenar de leche?
- Veni para acá, putita hermosa, tu hermanito ya te preparo la mema caliente… así, así, eso es, buena nena…
Dándose vuelta, comenzó a coger su boca sin previo aviso y absteniéndose de usar sus manos o las de ella, tan solo gracias a sus labios apretados contra su tronco, eyaculó todo el semiente que estuvo preparando desde que comenzó aquella tormenta incestuosa.
Un disparo, dos, tres, y la resaca acuosa de la 3era, toda termino en algún lugar dentro de la boca o garganta de Majo, que muchísimo más acostumbrada al sabor y la consistencia del semen, fue tragando sin despeinarse en lo más mínimo. Al terminar, ella le exprimió la verga un poco más para sorber las últimas gotas, a las que tampoco desperdicio.
- ¿Ya decidiste que agujero me vas a desvirgar? – Preguntó en un tonito de lolita comenzando a darle piquitos muy ruidosos a la punta del glande, relamiéndose los labios como una felina. Había pasado el examen con un rotundo 10 y promocionaba, por ende, el hombre rompía filas para pasar al siguiente nivel.
Gabriel se incorporó, la acostó a ella y levantándole la cadera para dejarse los agujeros servidos, le dio una respuesta más que obvia de su decisión. El orificio escogido fue el que decidió preparar introduciendo sus dedos: el culito.
- Ooouuh, despacito, no me lo metas en seco uuuuh… - Susurró Majo mientras su hermano le introducía el índice hasta el fondo. – Yo sabía que no ibas a poder resistirte a la exclusividad de desvirgar un culo.
- En realidad es que no tengo condones, además más delante de seguro te voy a desvirgar la conchita también. ¿No te parece? – Confesó sin dejar de dedearle el anito. – Además, te gustan tanto estas experiencias que vas a sufrirlo menos, por raro que parezca te veo más preparada para una culeadita que para un vaginal.
- Puede ser, puede ser, igual te pido que no te zarpes y seas gentil, me metiste los dedos muchas veces, pero una pija como la tuya son como 4 dedos atados.
Gabriel sonrió ante la curiosa comparación, aunque su miembro viril era digno de exhibirse a veces lo olvidaba. Orgulloso del idilio que vivía, del día perfecto que estaba haciendo (las lluvias y las tormentas se inventaron para coger) se entretuvo jugando con el culito de su hermana ante su mirada extasiada. La muy trolita tenía los ojos entrecerrados como ida, como en un trance místico, Gabriel se propuso sumirla en una sinestesia sexual usando solo sus dedos.
Por varios minutos digitó el interior del culo llegando más lejos que nunca, hasta acariciar el asterisco con su nudillo. “Dios... soy muy afortunado de que esto le guste, sé por propia experiencia que esto no es muy normal.” Pensó mientras acariciaba las paredes rectales como si buscara una próstata inexistente.
- Ah, aah, aah, aaah… seguí, seguí, aah, sí, colame los deditos, aaah… Gimió de manera chillona mientras sentía los dedos dilatándola por dentro. Incluso, con ambos índices, su hermano le estiró el ano hasta poder ver su interior carnoso sin que ella lo sufriera.
- ¿Tanto te gusta que te masajeé todo adentro, hermanita? – La salseó admirando tanto a su dedo perdido dentro del agujero como su expresión traviesa, Majito asintió a modo de respuesta mordiéndose el dedo gordo.
Ella era un caso atípico, excepcional. Sabía por experiencia que, por cuestiones de higiene, incomodidad y hasta dolor, las mujeres no dejaban que los dedos de un hombre hurgaran así de profundo en sus interiores. Majito en lugar de quejas o refunfuños le obsequiaba dulces gemido aun cuando tenía su asterisco tapándole un nudillo.
- Debes tener múltiples puntos G en el culo, sino no me explico. – Dijo, esta vez, acariciando con sus yemas hacia abajo. Pensaba utilizar todos sus trucos, desde los clásicos ganchitos rectales hasta los giros rápidos, como si quisiera hacer entrar su dedo a rosca.
- Cuando cago se siente rico también. – Le contó tapándose la boca ante su chascarrillo. Gabriel estaba demasiado entretenido como para seguirle el chiste, pocas cosas eran más placenteras al tacto que la digitación anal, tanto interna como externa, en el asterisco. Sentir sus paredes cediendo a su masaje era como convidarle un dulce a su sentido del tacto.
Ese día Gabriel estaba decidido a enseñarle el lado B del sexo, el que la industria del porno prefería por decoro esconder bajo la alfombra, el lado del porno que solo veían aquellos que sabían buscar con las palabras indicadas en el buscador. Cuando retiro el dedo, era lógico que no iba a salir con un moño y crema pastelera… estaba a la miseria y no era para menos después de la excavación que había realizado.
- ¿Traigo servilletas y seguís un poco más? – Preguntó Majito toda inocente, haciendo una mueca de asco, creyendo que solo sería un retraso de pocos segundos, sin embargo, su pecaminoso hermano quería ir más lejos que nunca aquel día.
- No es necesario, bobita. Si vas a debutar analmente hay algo que tenes que aprender… en la vida real el que quiere disfrutar del anal, el que da o el que recibe, tiene que perderle el asco a la mierda.
Ante su mirada incrédula, sacó la lengua y como si quisiera humedecerse el dedo para pasar una página especialmente seca, froto su dedo por ambos lados contra su lengua, haciéndola chillar de la impresión. No esperaba menos ante tal despliegue de perversión. Aunque Gabriel nunca había sido adepto a dicho fetichismo tan escatológico, por ella, por su hermana, era capaz de todo.
- ¡No hagas eso chancho! ¡Te va a hacer mal! ¿Estás loco vos? – Dijo tapándose los ojos con las manos, aunque dejando una rendija para ver como su hermano seguía chupándose el dedo sin dar la más mínima evidencia de sentir asco.
- Amo cuando te ponés así de boba. – La peleó como si le hubiera robado un dulce. – Como mamá decía cuando te cambiaba, es caquita santa, no tiene nada de malo.
- ¡Gabbo! ¡No te zarpes así, no podés hacer eso! Encima decís esas cosas tan incómodas, que te de mi virginidad no significa que tengas que ponerte tan “cerdis”. ¡Te re cebaste, boludo! – No obstante, su hermano volvía a meteré un dedo, aunque esta vez, acompañado del dedo grande.
El segundo round de digitación rectal pareció calmarla, como si fuera un juguete fallado que vino con el botón de apagado por dentro. Tras escarbar un par de minutos, los retiró y miro a su hermana…
- A ver, abrí la boquita. – Le dijo con todo el morbo del mundo. – Tranquila, es poquito, solamente quiero que le pierdas el miedo, nada más.
- Estas enfermo Gabriel... – Dijo imitando al conocido meme de la Liga de la Justicia (que habían visto hace unos días y tenían fresco).
- Dale, si no te gusta te dejo escupirlo. – Insistió y como no podía ser de otra forma, Majito abrió la boca, resignada.
- ¡Ahí va el avioncito!
- ¡No seas pajero! – Se cabreó dándole una cachetada a la mano, aunque visiblemente nerviosa, intentando ocultar una risotada. Quizás reía de nervios por lo que estaba por hacer.
- Bueno, perdón, no me pude resistir. – Se disculpó poniéndose serio. – Ahora sí, basta de chistes, me pongo serio, abrí bien la boca, dale, es la última prueba, esto te va a hacer perderle el asco a todo.
No tan convencida, girando la cabeza como diciendo. “¿Really?” accedió de todas formas y tras abrir la boca bien grande, dejó que su hermano le pasara los dos dedos sucios por la lengua y la parte interna de las mejillas, la izquierda, la derecha y la lengua otra vez: - Ahora cerrala y chupálos… eso es, buena nena, así me gusta, esa es mi hermanita. ¿Viste que no era para tanto? – Dijo como quien felicita a una mascota por cumplir una orden.
Su rostro se arrugó tanto por el desagrado que pareció envejecer 20 años de golpe, sin embargo, para sorpresa de él, no atino a escupir ni a soltar el dedo, tampoco hizo una sola arcada. Al contrario, obediente como una esclava del placer, le chupó los dedos hasta dejarlos impecables. Acto seguido, Majito abrió la boca y estaba tan limpia como antes, sin una pizca de barrito en ninguna parte. Aunque había sido poco, no fue una prueba sencilla y Gabriel lo valoraba.
- El sabor no es tanto como el olor… ¡Puaj, no se me va!
- No tengo palabras, no sé qué decir, siempre superas hasta mis expectativas más exigentes.
En ese momento el cielo refusiló con furia y los hermanos recordaron la tormenta que arreciaba contra la ciudad, contra el edificio especialmente, como si Dios estuviera asqueado con lo que acababa de ver, no obstante, parecía atado de manos… o eso parecía.
- ¿Y si dejamos las palabras para otro día y completas lo que me prometiste? – Le pidió María José tomándose las piernas para llevarlas bien hacia arriba, casi apuntando al techo con su culo.
Gabriel asintió y presentó su verga erecta (dura como un turrón en marzo desde hace buen rato) frente al ojal de carne. Al lado de agujerito se veía enorme, si no se contenía la iba a romper toda… aunque no iba a ser fácil contenerse. Ese culito precioso que parpadeaba para él, limpio por dentro y por fuera parecía querer hablar para pedir pija a gritos, y vaya que iba a dársela.
A modo de presentación, le frotó el glande contra el ano, para que se vayan acostumbrando a la proximidad, cuando comenzó a pujar y sentir el anillo astringente abrazarle el duro glande, la puerta sonó. No el portero, sino la jodida, puta puerta, alguien golpeaba repetidamente y no pudieron evitar entrar en pánico como hormigas a las que les mojan el hormiguero.
- ¡La puta madre! ¿¡Quién viene a joder con esta tormenta!? ¡No se puede ni coger tranquilos!
- ¡Shhhhh, espera que preguntó quién es, boluda! ¿Estás loca o qué? – La reprimió viendo a Majo tomar el único rastro de la sesión fotográfica anterior, aquel vestido trasparentado que dejado en el suelo podía confundirse por un trapo viejo. Él luchaba para ponerse la ropa en tiempo record.
- ¿Así que ahora yo soy la loca? No le podés decir loca a nadie, he, te aclaro. – Ironizó la castaña incapaz de ocultar su ira. – Si llega a ser quien creo que es… - Mencionó antes de dejar el living, desnuda, con esa colita fibrosa y preciosa gozando de un día más de virginidad.
Al preguntar quién golpeaba (sin poder ocultar su fastidio) el corazón le dio un vuelco. Majito tenía razón en su presentimiento.
- ¡Hey perdido, te mande un montón de mensajes avisándote que venía! – Se excusó una voz familiar tras la puerta. - ¿Me abrís? ¿Te saque de la siesta o se te inundo todo?
- ¡Noe! Perdón, es que… lo tengo sin batería, si me esperas un minuto… ya te abro… – Se excusó poniéndose la remera y al darse cuenta de que estaba al revés, sacándosela y volviéndosela a poner. Por más que su amiga (y algo más) estaba en un lugar especial en su corazón, era imposible que eligiera un peor momento para visitarlo.
- ¿Pasa algo? Menos mal que me reconoció el portero sino me quedaba en la entrada porque no atendías el timbre…
- No nos funciona a veces. – Mintió, ya que los desconectaba durante la sesión. – Ya te abro, un minutito.
- ¿Otro más?
En efecto, tras acomodarse la ropa, atarse los cordones y enderezarse el pantalón, le abrió la puerta a la rubia que esperaba tan empapada como arreglada. A pesar de generar una revolución con su llegada, con solo verla Gabriel se sintió calmado: llevaba un jean de tiro alto con cinturón de diamantes de fantasía y una hebilla enorme, una blusa negra acanalada que lucía un colgante dorado en el pecho y una campera de jean con rasgaduras. Darle la bienvenida era como recibir a una celebridad. Al entrar estampándole un beso Gabriel recordó con horror lo que había hecho con su boca y no pudo evitar poner una mueca de sorpresa. Había sido el beso más inoportuno de su vida.
- ¡Heey algo te pasa, ni que te hubiera dado un beso Mr. Bean!
- Perdón, perdón, es que cada tanto se me olvida tú, bueno, confianza… además de que tengo mal aliento. - Si llegaba a notar evidencia de su crimen en sus labios se iba a armar la podrida. Por suerte, su última travesura pasó desapercibida… por el momento.
- ¿Me vas a contar que pasó? No me digas que estaban durmiendo la siesta a esta hora. – Dijo dejando su campera en el perchero y la cartera en una silla. Además, traía una bolsa de papel acartonado que de seguro contenía algo para comer. Sus ojos curiosos notaron la cámara fotográfica sobre la mesa de inmediato. – Aaah picarón, capaz estabas explotando a tu hermana.
- Como se largó con todo y tenía el celular sin batería estaba acostado boludeando con la cámara y me quedé dormido… - Era frecuente en él usar mentiras para construir mentiras aún más grandes. – Me recosté en el sofá y no tenía remera así que escuché la puerta y me puse a vestirme, por eso tarde.
- Como si fuera tan grave abrirme en cuero, como si no supiera lo que hay debajo. – Noe colocó su mano bajo su remera y le apretujó un pectoral hasta que María José, hecha una furia, entro en escena sin saludar y encendiendo la televisión.
- Hoy con esta tormenta no me voy a ningún lado, así que se van a tener que aguantar las ganas de revolcarse. – Tiró así sin más. Al menos estaba cambiada y no tenía un objeto contundente en la mano que pudiera arrojar, pensó el hombre.
- ¡¿Hola no?! – Exigió su saludo con su simpatía característica Noelia. Al no recibir nada a cambio se acercó a Gabriel y le susurró al oído en busca de su complicidad: - Me parece que alguien se levantó para la mierda.
“Y no es para menos.” – Pensó Gabriel asintiendo, sin poder dejar de pensar que hace menos de dos cinco minutos su hermana estaba abierta de gambas, servida en bandeja a su merced, lista para abandonar el club de la virginidad al menos en un 50%.
Majo escuchó el susurro de la rubia y levantó un brazo con el dedo del “fuck you” en alto: - ¡Te odio Noe, estaba teniendo un sueño hermoso y me despertaste!
- ¡Perdón, perdón, perdón! – Se disculpó la rubia, toda una miss simpatía abrazando a Majo desde atrás y estampándole un beso en la mejilla. - ¿Ayuda si te digo que traje facturas?
- Okey, eso ayuda mucho, si haces mate te perdono, me levante con un gusto a mierda en la boca espantoso. – Concilió mezclando mentira con realidad de manera peligrosa una vez más.
- ¡Tu hermana me hace reír, Gabi, tiene cada ocurrencia! Me encantan sus berrinches de nena. – Dijo aún abrazada a su hermana.
- Si, espero que nunca cambie… - Contesto el hombre muerto de miedo al verlas abrazadas tan pegadas. - ¿Preparamos el mate? – Invitándola a la cocina con él. La rubia aceptó y aprovechando que no estaba a la vista de Majo, lo besó apasionadamente contra una pared. No había con qué darle, la rubia estaba cachonda, muy cachonda, por más que Gabriel sabía que era un momento inoportuno para besarse, no pudo hacer nada para evitar que esa lengua libidinosa le investigara la boca a fondo. Incluso como si ella le hubiera leído la mente, lo tomo de la cabeza para mantenerlo conectado con la boca.
- ¡Hey, preparen el mate que los escucho! – Les advirtió desde el comedor la castaña. Ahora que la lluvia había amainado bastante el chupeteo de sus bocas no pasó desapercibido.
- ¡Uuuh, que cuida que sos, nena! A ver si vos te buscas un macho y te dejas de joder he… - La peleó jugando con fuego. No obstante, le dedicó una mirada de incertidumbre al hombre a la vez que se saboreaba la boca con desconfianza… algo había notado.
Gabriel lo descubriría en los días siguientes, en ese momento solo atinó a disfrutar la tarde de mates y facturas con ellas, encendiendo el fuego, poniendo la pava, riendo con las fricciones de sus personalidades chispeantes, pensando que ya tendría otra oportunidad de desvirgar a su amada hermanita de alguna forma… no supo que había perdido una oportunidad casi mágica y que la distancia entre el amor y el despecho era casi ínfima. La tormenta había traído una oportunidad que, al disiparse el cielo, parecía haberse llevado consigo.
Su hermana, sintiéndose burlada, usada y ofendida, se tomaría las palabras de Noelia muy en serio… alguien como ella, con su belleza juvenil y su figura torneada, no tendría problemas en buscarse a otro y dejarlos en paz para siempre, allanándoles el camino para que hicieran lo que se les antoje y poniéndole un inesperado punto final a la hermosa relación incestuosa que tenía con su hermano.
3eros en discordia
Otra vez frente al templo del deseo, el departamento de los hermanos más famosos del edificio y sin el valor de avisarles a los hermanos que él tenía la solución a la inminente expulsión del edificio.
Había escuchado ayer en el ascensor a Claudia Molinari (de un piso arriba del suyo) y a Maribel Lussenhoff, una señora del piso de arriba del de los hermanos diciendo que otra vez habían estado “insoportables” y no podía pegar un ojo a ninguna hora. Claudia además agregó: “Le tuve que cubrir los oídos a Mica porque lo que decían era una barbaridad.”. Aunque Juan se enganchó tarde en la conversación y no pudo quedarse por mucho tiempo porque las mujeres abandonaban el elevador, sabía exactamente de quien hablaban. “Esos degenerados, aprovecharon que llovía y jodieron toda la tarde, ya van a ver… van a ir a hacer quilombo a la cárcel.” Remató Maribel, una señora entrada en años con muy pocas pulgas.
Por otra parte, ese mismo día Miguel, el rollizo portero bigotón del edificio confirmaba lo obvio: El edificio entero parecía estar complotado para echar a los hermanos entre gallos y medianoche, quizás haciendo uso de alguna grabación sorpresa además de los testimonios confirmatorios de cada inquilino.
- Juancito, si vas a hacer algo por salvar a ese culito, hacelo ya que en cualquier momento los rajan. – Le advirtió luego de comprobar de que nadie esté cerca. – ¡El horno no está para bollos!
- Hoy mismo me pongo las pilas, si nos perdemos ese culo encalzado este edificio se desvaloriza más que el peso.
- ¡Siempre decís que vas a hacer algo, más te vale que sea en serio! – Lo apuró con mucha razón por más que la verdad dolía.
Juan cumplió al día siguiente y debido a ello estaba de pie una vez más frente a la puerta decidido a salvarlos. Tenía un plan más que infalible: dejar un pequeño soldado de tinta y papel, como en los viejos tiempos, para llevar la batalla a un terreno más favorable: el Café Ortiz, a dos cuadras del edificio. Allí les podría comunicar con calma, entre medialunas dulces y sorbos de café negro, que el edificio ya sabía de su pequeño secreto y que si no desistían los expulsarían en un pispás.
Estaba a punto de deslizar la carta por debajo de la puerta cuando una contrariada jovencita, visiblemente enojada, abrió la puerta con violencia y por poco se lo lleva puesto. Vestía una campera de algodón con capucha, guantes gruesos de esquiadora y botas de cuerina que remataban unas piernas torneadas que vestían una calza negra como una segunda piel.
- ¡Huy, Juan! ¿Qué haces en la puerta? – Preguntó sorprendida mientras cerraba. – Por poco te pego un cabezazo.
- He… hola, hola, perdón, todo bien ¿Vos? – Y de los nervios dejó caer la carta, que, por obra del destino, viajo como la hoja otoñal hasta dar con la suela de María José, que la junto del piso. – Perdón, solo he… quería dejarles una… nota.
- ¿Tenes 70 años que mandas cartas? – Expresó al ver que no se trataba de una boleta de algún servicio. – Espero que no te le vayas a declarar mi hermano, ya suficiente tengo con la “pretendiente” que me está ocupando la casa ahora.
- ¿Cómo? No pateo contra ese arco, no sé por qué pensaste eso.
- No me hagas aso, prejuicios míos, sos flaquito, lindo, musculoso, pensé que, ya sabes…
- Okey… - Expresó aturdido porque lo consideraba lindo y a la vez, gay. Una de cal y otra de arena.
- No me hagas caso, estoy demasiado enojada como para pensar, me tiene podrida la amiguita de mi hermano. – Juan estaba tan complacido de tener una conversación con su musa favorita del edifico que ignoró el hecho de que, al parecer, lo veía como homosexual. Además, se notaba que la hermosa castaña necesitaba una catarsis y él era ideal para prestar un oído.
- ¿Tiene novia? Por el tonito parece ser algo más que una amiga. – Pregunto hecho un mar de nervios mientras la veía abrir el sobre.
- Algo así, hace una semana eran solo amigos, ahora empezaron a coger como locos así que no sé. Se está haciendo la pelotuda y se me está instalando. Ya no la aguanto. – La propia conversación la distrajo de la nota y la balanceaba en sus manos como olvidando que la tenía entre sus dedos.
Casi sin darse cuenta, Majo había comenzado a caminar hacia el ascensor con Juan de su lado, este estaba hecho un manojo de emociones. Nunca había podido hablar con ella a solas dado que siempre se la veía con su hermano… y ese era un punto qué, en algún momento, debía tocar. Al parecer aún no recordaba el papel en sus manos.
- No te puedo creer, un garrón que no respete la privacidad de ustedes, tan bien que se llevan.
- Sí, ahora como quién no quiere la cosa me mandan a comprar así me sacan de la casa una horita. ¡Como si no tuvieran suficiente a la noche! Encima se creen que soy sorda y no escucho nada… – Enseñando una lista de compras bastante larga para una chica como ella. En eso, recordó la carta que había juntado del suelo. - ¡No sé ni que hago contándote esto! ¡Perdón, me desubiqué mal!
Majo sabía muy bien porque se abría ante su vecino del 7B: era la primera vez en mucho tiempo que se enojaba con su hermano mayor por un tiempo tan prolongado. Él siempre había sido su mundo, su todo, y si no se desahogaba con él, entonces no podía desahogarse porque nunca había tenido a nadie más.
- Estoy al pedo, déjame ayudarte o te van a sacar de la casa como 2 horas. – Se ofreció más que voluntarioso Juan, sacándola de su ensimismamiento. – De paso podemos hablar de la carta…
- ¿Me estás tratando de débil? Nha, mentira, chiste, no me hagas caso estoy hecha una boluda, no quiero joderte más.
- En serio, no tengo nada mejor que hacer, estoy aburrido de correr solo.
“Al parecer, los dos no tenemos a nadie más con quien pasar el rato… curioso.” – Pensó Majito viendo ese encuentro casi accidentado como una señal.
- Bueno, acompañame así haces brazos cargando las bolsas, de paso leo la carta si es que se puede.
Majo, como era común en ella, pasó de una emoción a otra en tiempo récord. De la furia de ver llegar a Noelia temprano por la mañana y acaparar toda la atención de su hermano a la oportunidad de cobrarse su merecida venganza sobre Gabriel. Notaba a pesar de tener tan solo 18 años, que ese vecino mayor que ella estaba más nervioso que un testigo falso. El ambiente a su alrededor lo evidenciaba, lo notaba torpe y nervioso, incluso tuvo problemas al ponerse el barbijo y primero se lo colocó al revés.
En el trayecto al supermercado más cercano supo varias cosas de Juan antes de tocar el tema de la carta. Venía de una familia bastante adinerada que además de costearle ese departamento en tan distinguido edificio, le bancaron cada carrera que estudio, sin terminar prácticamente ninguna excepto la de reparación de computadoras, tanto hardware como software.
Era un muchacho bastante bohemio, en busca de una vida simple, por no decir, medio vago. Había acondicionado el departamento para alquilárselo a dos estudiantes y con eso y la reparación de computadoras obtenía una ganancia justa. Ahora que los estudiantes que le alquilaban habían dejado el departamento porque desaprobaron sus cursadas, estaba en busca de nuevos inquilinos.
- Me mensajeó con ellos y jugamos al Ghost Recon Breakpoint, bromean diciendo que mi departamento está maldito porque todos los que vienen desaprueban, ya les dije que no es ninguna maldición, es que se quedan hasta las cinco de la mañana jugando y no estudian un carajo.
Juan era de los que una vez entrados en confianza parecían no cerrar la boca, aunque una vez en el supermercado, cuando Majo comenzó a buscar los víveres en las partes bajas de las góndolas se quedó sin palabras. “Yo sabía que mi culo encalzado lo iba a dejar mudo… no deja de mirármelo, si supiera que tengo un Onlyfans donde muestro todo se muere.” Casi podía sentir sus ojos atravesándole la calza como si poseyera el poder de los rayos X. Ella lo encontraba excitante y a propósito, fingía buscar solo lo que estaba por debajo.
Además, se lo notaba compenetrado en ayudarla, casi como si fueran amigos de toda la vida. Pensar que se lo había cruzado tantas veces y nunca pensó que pasaría una mañana con él. Era un cambio positivo, había salido de su departamento hecha una furia, dispuesta a dejarse atropellar por un auto y ahora disfrutaba de una buena charla cargada de coqueteo.
Juan era todo lo que podía pedir Majo en ese momento. Un hombre alto, deportista y fibroso como ella, de una inseguridad y gentileza encantadoras que lo volvían ideal para romper el triángulo amoroso en el que se veía atrapada. Si él ingresaba a la ecuación, quizás la obsesión que tenía con su hermano menguaría lo suficiente como para iniciar una relación normal… aunque también, debido a su ansiedad y furia hacia Gabriel y Noelia se estaba adelantando demasiado.
- Ups, perdón. – Expresó tras agacharse de improviso frente a él, provocando que Juan, que caminaba distraído por la lista de compras, la apoyara toda la entrepierna en su esponjoso culo.
- ¡Perdón, estaba leyendo la lista de compras y…
- Ya está, bobo. Fue un accidente. No te voy a denunciar por acoso, quédate tranquilo. – Juan se ruborizó.
- Entonces lo hago de nuevo. – Le siguió la corriente apoyándola a propósito, provocando que casi se vaya contra la góndola de los cafés. Ella no retrocedió, al contrario, redobló la apuesta dedicándole una mirada cómplice. – Perdón, me re zarpé.
- No te dije nada ¿Siempre pedís perdón a cada rato?
- Perdón, no lo vuelvo a hacer. - Siguió bromeando haciéndola reír. Sin dudas era simpático, quizás medio payaso, igual lo encontraba divertido en la medida justa.
Majo decidió que era el momento indicado para tocar un tema crucial: el contenido de la carta.
- Ya disté como mil vueltas y me di cuenta que estás evitando tocar el tema, decime directo a que te réferis con lo que escribiste: “Necesitamos hablar en el Café Ortiz. En la siguiente asamblea del consorcio van a decidir qué hacer con ustedes. Ya lo saben todo y los quieren echar del edificio por intermedio de la justicia.”
- Ah ya la habías leído, okey. Si queres que sea directo… - Doblando la lista de compras y mirando si no había moros en la costa. - Los vecinos de arriba, de debajo, casi todo el edificio, mejor dicho, se dieron cuenta de lo que haces con tu hermano y están hartos del ruido, además saben que ni vos ni tu hermano tienen pareja, así que quedaron muy expuestos. – Acercándose casi hasta el oído de Majo. – ¿Lo digo más claro? Saben que coges con él.
- No cojo, sigo siendo virgen, virgen de un lado y del… bueno, ya me entendiste. – Se confesó sintiendo por algún motivo que se sacaba una enorme mochila cargada de piedra de la espalda. Que Juan haya sido directo y no muestre ni una pizca de rechazo a su “hobby” secreto la hizo abrirse más de la cuenta.
- Ahora lo sabes, es probable que sea muy tarde y tengan los días contados en el edifico. Perdón, no estoy de acuerdo con ellos, aunque entiendo que estén muy molestos, yo mismo escuché la del 9B decir que hasta con la tormenta escucharon.
- A Noe la dejan entrar, diría que Miguel la encuentra re fuerte y se lo permite, la gente debería echarle la culpa a ella del escándalo, ella tampoco es muy silenciosa que digamos.
- Puede que tu hermano ahora tenga “algo” igual los vecinos se vienen quejando de los ruidos que hacen de hace tiempo y gracias al portero saben que no viven con nadie más, además de que el protocolo del covid lo impediría. – Le echó abajo su malicioso plan de culpar a Noelia.
Mientras llenaban el canasto (que el muchacho cargaba sin quejarse inflando un bíceps importante) Majo le contó en resumidas cuentas que al único que siempre tuvo en su vida fue a su hermano, que siempre fue su mundo y al único que le podía confiar las preguntas y secretos más difíciles, que él jamás la censuro y la ayudo a dar los primeros pasos en su sexualidad. María José explicó que con el correr de los años esa confianza no hizo más que crecer la estima que se tenían, al mudarse con él se fueron acercando más y más hasta que afloraron viejos juegos que creyeron parte del pasado. Eso y que, durante la pandemia, por motivos del Onlyfans, comenzó a posar desnuda para él.
Para cuando la chica termino cada ítem de la lista de compras había pasado por el láser de la caja y Juan las había ubicado en varias bolsas. La cajera, parecía tan zombificada por el agobiante trabajo que no pareció notar ni los detalles más escabrosos de su conversación, además, las mascarillas ayudaban a ocultar las palabras. No podía decirse lo mismo de la señora coqueta siguiente en la fila que tenía el ceño fruncido como si oliera frutas podridas.
Juan le dedicó toda la atención del mundo y solo atinó a abrir la boca cuando salían del supermercado y era seguro dar un veredicto, tras una pausa casi incómoda, Juan demostró un genuino interés en la relación incestuosa de ambos: - La verdad, me gustaría escucharte por horas sobre lo que viviste con tu hermano, no pienses mal de mí, es solo que me parece de esas clases de historias que uno cree que no ocurren en la vida real, que solo pasan en la ficción y sin embargo, ocurría a pocos metros de todos. Me parece una mierda que los hijos de puta del consorcio tengan que meterse y los echen, más cuando se necesitan para subsistir… me refiero obviamente a tu Onlyfans, eso de que se ayuden mutuamente me parece único, ni muchas parejas de novios se ayudan tanto.
Majo también se tomó su tiempo para reordenar ideas y dar una respuesta ordenada y clara: - Primero ¿Cómo voy a pensar mal de vos si la que comete incesto soy yo? Si te gustan esas historias mejor, sé que al menos no soy la única que disfruta de ese morbo y te puedo contar… segundo, estas cosas pasan más de lo que crees, es solo que la mayoría sabe cerrar la boca, no como yo que chillo como puerquita… si supieras lo bueno que es mi hermano con la boca, las manos, lo rica que tiene la… bueno, me excedí. A lo que voy es que es mi culpa, debí meterme una media en la boca, un bozal o algo, ahora no sé qué vamos a hacer si… ¡No pensé que nos echarían, a lo sumo que aumentarían las expensas!
- Tranquila. – Le comentó emprendiendo el camino de regreso. – Estuve pensando en algo. Obviamente quería hablarlo con tu hermano también, no solamente me gustaría ayudarte, sino ayudarlos.
- Podes contarme a mí, él esta… ocupado. – Refunfuñando ante la idea de lo que debía estar haciendo con su tiempo a solas con su “amiguita”.
Fue en una plazoleta a pocas cuadras del departamento que Juan (tomado un merecido descanso en un banco) le contó que tenía la solución. Una muy simple que no requería ningún quebradero de cabeza para comprender: Estaba dispuesto a decirles a todos que era su novio, que siempre lo fue, y a fingir que aún lo era para limpiarlos de toda sospecha de incesto frente al consorcio.
- No vivo con inquilinos que puedan testificar en contra o de los que deba preocuparme de convencer de que me apoyen. Podemos decir que tu hermano permitió mis visitas porque es muy amigo mío, porque es permisivo o porque en esos momentos se pone a escuchar música con auriculares. A lo sumo quedará como un distraído, nada ofensivo.
- Tiene sentido, como sos del edificio explicaría porque el portero no vio entrar a nadie ajeno en los días de la cuarentena estricta. – Se percató la joven. – Aunque si escucharon las cosas que nos decimos en la intimidad el plan se derrumba…
- La gente es propensa a escuchar lo que quieren escuchar, pensaron que eran incestuosos y podemos decir entonces que se predispusieron a escuchar algo que los validaba.
- ¿Cómo? No entendí un choto. – Dijo bajándose el barbijo (Majo tenía uno floreado y Juan uno con el escudo riverplatense).
- Podemos decir que escucharon mal. De última si los gravaron, que fueron cosas que nos dijimos nosotros, no creo que si yo afirmo que soy tu novio se pongan tan densos y lleguen tan lejos.
- Es buena idea, aunque no entiendo porque haces todo esto por nosotros, podrías haberte puesto de lado de los vecinos y dejado que nos echaran y listo. No somos amigos, a lo sumo buenos vecinos, es la primera vez que hablamos de hecho, no es algo que te involucre e igual te re metiste.
- Perdón, re metido el pibe…
Majo lo golpeó en el hombro sin saber si se había disculpado en broma o no.
- ¿No me vas a decir porque nos ayudas? Seguro debes querer algo gordo a cambio.
- Digamos que cuando empecé a escuchar que todos estaban seguros de lo suyo, en lugar de sentir desagrado, asco o malestar como el resto… me causo, bueno… fascinación. – Resolvió tomándose su tiempo para encontrar la palabra justa. – Ahora que sé que tenes un Onlyfans y que tu hermano es el que te saca las fotos, perdóname que sea tan directo, pero me pienso reventar los huevos a pajas.
- ¿Sos un pervertido como nosotros? – Se interesó Majo. – Si lo que te gusta es escuchar entonces prepárate porque mis aventuras tienen más metraje que la versión extendida del Señor de los Anillos.
- Me muero, me encantarías saber, escucharte, todo.
- ¿Todo? – Se preguntó también maravillada de encontrar a alguien con quien podía compartir esa clase de experiencias que siempre habían sido un secreto de a dos. Por primera vez, todo eso que se había guardado obligatoriamente y ni siquiera sus mejores amigas conocían, podía ponerlo en palabras, expresarlo, comunicarlo y recibir una devolución, algo tan natural y saludable para la salud mental que muchos olvidaban.
En el camino de vuelta, Majo no pudo evitar notar que Juan no había pedido nada a cambio. Se iba a hacer pasar por su novio, de seguro comenzaría a dejarse ver con ella para volver la fachada creíble, no obstante, no había exigido nada (¡ni siquiera su Onlyfans!). El hombre tuvo la caja de Pandora, la lámpara de Aladino, las esferas del dragón a su disposición y no había reclamado deseo alguno. Majo no iba a permitir que eso quedara así…
Cuando llegaron al edificio, antes de entrar al lobby, bien a la vista del portero, se sacó el barbijo, le arranco el propio a Juan y le comió la boca. Poniéndose en puntitas de pie, apretujándose contra su salvador, le revolvió la lengua en un beso apasionado cargado de sensaciones… era el primer beso legal que daba en su vida y a pesar de no tener el ingrediente extra picante del incesto, se sentía muy bien, casi gratificante.
Juan, casi conmovido por semejante beso, soltó las bolsas y con un brazo envolvió su cintura y con el otro la tomó del cuello, conectando su beso aún de manera más profunda, rompiendo todos los protocolos de covid habidos y por haber. Desde ese segundo se convirtió en su contacto estrecho.
- ¡Gracias por ayudarme con las compras amor, te amo a mil! – Dijo a los gritos mientras entraban, asegurándose de que el portero los escuchara. - ¡Hola, Miguel! ¿Cómo andas?
- Buen día… bien, bien. – Saludó casi paralizado de la sorpresa. Al pasar Juan, el portero le dio una fuerte palmeada en la espalda a modo de felicitación. Sin que Majo lo viera, antes de que entrara al ascensor lo señaló con un dedo en un gesto que inconfundible: “¡Qué bien guardado te lo tenías!”
Así, gracias ase pequeño acto la defensa del caso empezaba a ganar sustento. Majo, al subir y despedirse de Juan, a pesar de no tener testigos, le obsequió un segundo beso, tan húmedo y cargado de sentimiento como el primero. Su vecino había sido caballeroso, un buen oyente, compartía el gusto por el amor prohibido y les estaba dando su ayuda de forma desinteresada… comenzaba a verlo más que como un simple peón en su venganza… “¿Estaré siendo impulsiva al besarlo por puro placer? Digo, es la primera vez que tengo una conversación con él, que paso una mañana con él y ya sabe todo sobre mí y mi hermano, sabe que tengo un Onlyfans… no debería tomar decisiones tan apresuradas, si se levanta de malas puede hacer conmigo lo que quiera, literalmente me tiene en la palma de su mano. Quizás estoy yendo demasiado lejos y rápido movida por los celos.”
- Tu hermano te enseño a besar muy bien. ¿A él también le mandas la lengua hasta la garganta? – Le dijo al oído, con cuidado extremo. Esas palabras bastaron para que abandonara sus elucubraciones.
- ¿No te gustó? – Preguntó aliviada de que le haya devuelto el beso con la misma intensidad.
– No tenías que hacerlo, no hay nadie cerca, digo, aunque estoy agradecido no había necesidad del acting.
- Es para ayudarme a meterme en el papel. Si te molesta no lo hago más. – Juan sonrió ante su sagaz respuesta.
- Hay algo que te voy a pedir antes de que te vayas. No te creas que esto te va a salir gratis, si queres que testifique a tu favor vas a tener que darme algo a cambio. - Majo le dedicó una mirada de sorpresa, al parecer su salvador no era tan bueno como aparentaba. - ¿Me pasas tu whatsapp?
Majo soltó una carcajada.
Toda esa alegría, todas esas mariposas que comenzaban a dar sus primeros aleteos en su interior se inmolaron contra una fogata al llegar al entrar silenciosamente al departamento y escuchar el inconfundible sonido de una mamada proveniente de la habitación de Gabriel. Como venía ocurriendo, la mandaban a comprar, aprovechaban a coger, a comerse mutuamente y luego de almorzar, se iría. Otro día sin que la fotografiar a ella, sin que la besara, sin que la tocara… otro día en la que solo era su hermano y si Gabriel quería eso, eso tendría. Ahora Majo, su Majito, tenía con qué contratacar en esa guerra de celos.
La puerta estaba entre abierta y por una rendija pudo ver a la cabellera rubia de Noe subiendo y bajando entre las piernas de su hermano. Este tenía el pantalón y el bóxer en arrugado en un tobillo, la rubia además de cabecear se entretenía con sus bolas, besándolas, hundiéndose en ellas…
- ¡Se les terminó el tiempo!¡Ayúdame con las compras! – Gritó muy cerca de la puerta y pudo ver cómo tanto la rubia como su hermano se sobresaltaron del cagazo. “Espero que le haya mordido un huevo.” pensó Majo con malicia.
A rato ambos se apersonaron en la cocina y le ayudaron a acomodar los víveres con el bochorno estampado en sus caras. María José no podía estar más complacida por arruinarles el momento.
- Hiciste rápido, no te escuché llegar. – Le dijo en voz baja Gabriel mientras acomodaba el frasco de café instantáneo en la alacena.
- Tuve ayuda, en más de un sentido. Después tenemos que hablar de algo muy importante. A solas. – Expresó poniendo énfasis en el “A solas”, asegurándose de que Noe, que estaba cerca, la escuchara y vaya que la escucho, ya que le dedicó una mirada de soslayo.
- ¿Sobre qué? – Se impacientó Gabriel.
- A solas te cuento. - Tenía una tonelada de chisme que contarle a su hermano y poca paciencia para esperar, cuanto antes Noe cazara la “indirecta” mucho mejor.
Una nueva etapa
Pasaron dos semanas desde que Noelia y Juan llevaron a cabo el plan de salvataje y este fue un éxito. Gabriel en un principio no podía estar más complacido con la intervención de su vecino, pensó que no solo podía fotografiar a su hermana tranquilo, no solo podía acostarse con Noelia de vez en cuando, también podía conservar el departamento que tanto les gustaba, la razón por el que habían abierto el Onlyfans… no podía estar más equivocado, del triángulo amoroso fue el que más salió perdiendo y en la soledad de su departamento, se percató de que había descuidado demasiado a su hermana.
Acostado en el sofá, mientras Majo y Juan tenían una de sus salidas casi diarias, no le quedaba otra que mensajearse con Noelia. Experimentaba lo mismo que su hermana sintió cuando la excluyó debido a la intromisión de la rubia. Aunque no sentía celos a su mismo nivel, no podía dejar de pensar en cómo recomponer su relación con Majo.
El celular volvió a sonar, era la rubia, que para no seguir provocando a María José había decidió limitar sus visitas. Así fue como sin quererlo, Gabriel se quedó sin el pan y sin la torta… aunque no todas eran pardas, la rubia sabía muy bien cómo mantener una conversación interesante.
Conversación falsa con fotos y ella proponiendo una nueva sesión
Mientras Gabriel les daba un caramelo a sus ojos, María José observaba un espectáculo de terror. Comía con Juan en un Mc Donalds céntrico. Sentía que aún le debía mucho, por ende, lo que había comenzado como una coartada perfecta mutó en una verdadera relación que tanto Majo como Gabriel vieron con buenos ojos. Estos comenzaron a salir más seguido y ya no tanto por compromiso, aunque había cosas que Majo tenía dificultad para tolerar. Cuando ella lo vio comerse una una Tasty Triple casi que rompe con él por el enchastre que hizo.
- No parecías de los que les gusta ensuciarse las manos. Me parece que voy a vomitar y a dejar que nos echen del edificio.
- “Pegdon” – Dijo con dificultad, con los dedos bañados en una mezcla repugnante entre salsa, kétchup y mostaza. – Amo las hamburguesas, y cuando uno ama algo se banca la suciedad, eso aplica para la vida misma.
- Buen punto… buen punto. – Coincido. - Las cosas más ricas son las que ensucian. – Aceptó recordando por algún motivo su último episodio incestuoso con Gabriel. Esa frase hubiera decorado de perlas ese momento… pensar que casi perdía la virginidad anal con su hermano, se suceso, parecía más lejano de lo que en verdad era.
Juan además de ser una máquina consumidora de calorías, era una máquina gastadora de servilletas. Había elegido una hamburguesa demasiado grande y asquerosa para alguien delgado y en forma como él. Sin dudas era de los flacos que tenían un horno de fundición de la revolución industrial en el estómago, todo lo quemaba en el acto. Ni siquiera pudo atacar sus papas porque las bañó en kétchup y se las terminó él. Majo sentía que por no haberle comido su comida había fallado como novia.
Tras terminar y tomarse un momento para descansar de la comilona, Juan le preguntó que estaría haciendo su hermano en ese momento. La castaña sonrió.
- Está solo. Noe se dio cuenta de que se estaba propasando y no viene a joder tan seguido como antes. La semana pasada se apareció dos veces nomas.
- Me imagino, como para que no se diera cuenta, tus enojos no son muy sutiles.
- Ja-JA, que chistoso. Ahora Gabriel se hace el pobrecito, no hicimos ninguna sesión y me la paso subiendo selfies al Onlyfans como hacen todas. Ya no son fotos tan lindas pero igual garpan… aunque me preocupa que los suscriptores bajaron un pequeño porcentaje.
- ¿Cuánto?
- 15%.
Juan negó con la cabeza, su idea de pequeño porcentaje no coincidía con los de ella: - Sobre eso… - Limpiándose al completo para demostrar que iba en serio. Nadie podía ser tomado en cuenta si tenía los dedos manchados con aderezo y los labios pintados de comida como el Joker. – Me gustaría que vuelvas a tener una sesión como las de antes. Tus sesiones eran muy, muy buenas y el toque fotográfico y cuidado que le daba tu hermano a la cuenta era el plus de distinción que la diferenciaban del resto, y créeme que sé de Onlyfans, soy un pajero crónico.
- ¿En serio? Es decir, estoy enojada con él, entendeme, estábamos perfectos los dos, cada día era especial, yo era su todo, me trataba como a una reina hasta que se metió la otra y…
- Por tu culpa, perdón que te lo diga. – Para esa altura, Juan conocía todos los capítulos incestuosos entre los hermanos, incluso el del escondite en el placard para ver a Gabriel y Noelia coger. – Ella te compite en belleza, se salió de las manos y él te descuido, eso te lo creo, pero si la rubia se metió entre lo que tenían fue por tu propuesta.
- ¡Arrrggg, puta madre no me lo recuerdes, no sé en qué pensaba ese día! – Se exasperó apretándose los lados de la cabeza con las manos. – Antes verlo con otra me causaba, ya sabes… ¡Tanto! Y ahora es como una tortura ¿Por qué cambié así?
- Solo quería decir que me gustaría que volvieras a tus sesiones clásicas, no quiero que por esta relación que tenemos pienses que te voy a celar o algo así… - Acercándose a la mesa para que nadie oyera lo que le iba a decir. – Me calentaría a mil saber que vos y tu hermano vuelven a lo que hacían. En serio.
Majo le dio un sorbo al hielo con una pizca de coca en su vaso (la clásica estafa del Mc Donalds, vender Coca-Cola con más hielo que el polo sur). Sin dudas no podía haber tenido más suerte al conocer a alguien como Juan, que les limpió la imagen inventando un noviazgo con ella (aunque siendo francos, él también ganaba su buena cuenta de status) y también disfrutaba de conocer las travesuras que tuvo con su hermano y hasta la alentaba a vivir nuevas. Sin embargo, el hombre aún no terminaba.
- Voy a ser directo, como vos siempre sos directa conmigo. Si los salvé de que los echen, es precisamente para que siguieran cogiendo como conejitos en su madriguera. Me tenés podrido con tu pelea con Noelia, perdón que sea así de directo.
Majo quedó patidifusa al obtener una dosis de su propia medicina. Para colmo Juan no había terminado. Detrás de su fachada de “buenudo” y mosquita muerta parecía esconderá algo de carácter.
- Pasaron más de dos semanas de tu última sesión, quiero que vuelva a fotografiarte, quiero que te coja donde más te guste y estar ahí cuando eso pase. ¿Soy claro? Quiero estar en esa sesión, verlo todo, sino me voy a arrepentir de haberme involucrado y jugado la piel frente al consorcio. Por si no te acordás varios en el edificio me voltean la cara y me hicieron la cruz porque me atribuyen todos tus escándalos.
- Okey… claro como el agua. Voy intentar salvar mi…
- No lo intentes, o lo haces o no lo haces, intentarlo no. – Resolvió con una frase que parecía sacada de una galletita de la suerte.
Esa muestra de autoridad era lo que la castaña necesitaba para decidirse a pasar de la farsa a la realidad.
- Tenés razón, no puedo tirar años de incesto por la borda por culpa de ella. – Estirándose para darle un pico, descomprimiendo un poco la tensión de la charla… y de paso, pasar al siguiente nivel. - Cuando te mostré las fotos que subo a Onlyfans me escribiste un montón de cosas que me harías y te dije que no estaba lista para darle tanta realidad a lo nuestro, ahora me gustaría que te ensuciaras las manos con otro plato, ya que tanto te gusta… no es una hamburguesa precisamente.
- Si es lo que creo que es, también tiene capas de carne y salsa, me encantaría probar tu platillo. – Le susurró mirando de reojo a las familias comiendo y a los niños abriendo sus cajitas felices alrededor, ajenos (por suerte) a esa subtrama sexual germinando en medio de ese ambiente limpio y familiar.
- Mmmm sí, mucha salsita, o aceite, mejor dicho, tiene mucho aceite.
Mientras le proponía subirle la intensidad a la relación su mano, con disimulo por debajo de la mesa, le acarició el bulto por sobre el pantalón, palpando el diámetro del paquete, el primer paquete legal con el que tenía contacto. A pesar de que su hermano venía dotado, Juan parecía no perderle pisada, la mano de Majito acaricio el bulto de manera profunda y lenta, reconociendo cada sección aun por arriba del pantalón.
- Hay chicos por todos lados… - Se alarmó cuando su mano simuló el movimiento de la masturbación. – No quiero ni pensar que pasa si nos pescan.
- Entonces vayamos a dónde no haya chicos, como tu departamento. – Propuso con su sana costumbre de ser directa. – A no ser que prefieras ponerte a jugar Ghost Recon con tus ex inquilinos.
- ¡Carajo, no! – Levantándose y derrumbando una montaña de sobres de aderezo y servilletas hechas un bollito sobre la mesa.
La pareja abandonó el local de comida rápida entre risas y comentarios obscenos como una pareja normal, bromeando sobre cómo fueron ovejas negras en medio del rebaño, sobre como estuvieron a punto de pervertir a un montón de niños. María José casi ni lo notó, por primera vez podía expresar su afecto en público, sin preocupaciones por mantener un secreto o pensar en el qué dirán… por primera vez le tomó el gusto a la legalidad y si podía equilibrar eso con su gusto por lo prohibido con su hermano estallaría de felicidad.
Continuará...
Gracias por leer y perdón por la tardanza! Si les gustó puntuen, comenten, opinen... fue un capítulo largo necesario para que la trame avance y se arrime al final
El cielo se venía abajo, sin duda alguna por estar demasiado a la vista de Dios, los hermanos estaban provocando su ira. Las nubes negras eran las puertas que les cerraban el cielo para siempre.
No era para menos, estando desnuda como tantas veces, María José cabeceaba a ritmo medio teniendo la polla de su hermano en la boca, apretándola con sus labios para masturbarlo en un nuevo episodio oral, el enésimo en sus vidas. Las manos de Gabriel le separaban los cabellos castaños del rostro, a veces despegándolos de su ocupada boca. Cada algunos minutos ella le obsequiaba deliciosos besos en los testículos que ni el traqueteo del viento contra la ventanas y el chaparrón lograban silenciar. A Gabriel le gustaba menear su cadera para frotar todo su saco en su cara y la muy puita lo disfrutaba, respirándole contra la piel sin retroceder ni un centímetro hundiendo su nariz en sus testículos.
Era una mamada con amor por parte de ambos, ella por la manera de succionar y dedicarle miradas que centelleaban y él, por como la observaba maravillado y le acariciaba el pelo y el rostro, aunque cada tanto se le iba la mano y la hacía tragar más de lo que podía, a ella ya no le molestaba e intentaba complacer a su hermano mayor en todo, incluso ponía sus manos en las piernas de su hermano y se dejaba golpetear la garganta con el glande en un vaivén que pocas resistirían.
- Majito, lograste la perfección, no se me ocurre cómo una mamada puede ser mejor que esta. – La felicitó aun reteniendo su rostro y balanceándolo de atrás hacia adelante, golpeteándole el mentón con sus testículos mirándola fijamente a los ojos, los de ella apuntando hacia arriba. Encima con todo el pelo hacia atrás su frente se veía enorme y las frentes enormes eran su debilidad.
- Slurp, slurp, slurp, slurp, slurp, schuck, schuck… ¿La chupo mejor que Noe? – Preguntó ni bien su hermano le dio un respiro sin poder ocultar lo que la mortificaba. Masturbándolo mientras con su hábil mano.
- Bueno, un día me gustaría tenerlas compitiendo mano a mano para decidir quién… ¡Auch! – Se estremeció cuando la muy atrevida le pellizcó la piel de los testículos con los dientes.
- Puedo hacer todo lo que ella hace y mejor, no la necesitas, te lo voy a demostrar.
Majo tomó la iniciativa incorporándose con tanto ahínco que por poco le da un cabezazo. La jovencita besó a Gabriel compartiéndole el sabor y el olor de sus propios genitales y sorpresivamente, lo empujó al sofá.
- ¿Primero me mordés y ahora me empujas? Me parece que me voy a quedar con Noe, ella no hace violencia de género… – La peleó mientras su hermana se arrodillaba nuevamente entre sus piernas para continuar con el fellatio... o eso pensó él.
- Noe me gano en una cosa, la muy puta te hizo algo antes que yo, que no se me ocurrió porque no me lo enseñaste, igual no significa que lo haga mejor, ya vas a ver. – Gabriel comprendió a que se refería su hermana cuando dejándose manipular por ella, le empujó la cadera al borde del sofá con decisión y luego tomo ambas piernas y las empujo hacia adelante para que el las sostuviera.
- ¿Vas a hacerme lo que creo que vas a hacerme? – Pregunto por demás interesado. Cuando Majito tomaba la iniciativa no había quien la parara.
- Sí, te voy a chupar la cola y lo voy a hacer mejor que ella. – Dijo dedicándole una mirada curiosa al culo del hombre, fijando su mirada en su próximo platillo.
- ¿La cola? El culo querrás decir. A ver, decilo. – Jugueteó con ella. Además de morirse de ganas por ver su boquita de nena comerle el culo también quería que hablara sucio, que dijera las cosas por su nombre y dejara los eufemismos de lado por un momento.
- Si, te voy a chupar el culo ¿Me dejas, hermano?
- Adelante, sírvase. – La invitó como si le estuviera alcanzando la fuente con el platillo del día.
Majo se arrodilló aún más, sin despegar la vista del ano, como si este fuera una alimaña peligrosa a la que no debía perder de vista. Era la primera vez que lo veía de tan cerca y con tanto detalle. Cuando estuvo por acercar sus labios al orificio astringente, su hermano la detuvo: - ¿Qué pasa? ¿Está muy sucio?
- Decime vos, antes quiero que me huelas. Si queres superarla podés hacer algo que ella no me hizo. Antes de sentir su sabor quiero que me digas como huele.
Aunque Majo frunció el ceño algo sorprendida por el pedido de su hermano, acercó su nariz hacia el agujero y observando a cualquier lado, sin prestarle atención a nada en particular, hundió su nariz y le olfateó el agujero. Una, dos, tres, cuatro aspiraciones profundas que sin dudas le estaban dando una perspectiva real y más amplia del órgano con el que se estaba involucrando. Cuando quiso despegarse, Gabriel la tomó con delicadeza y la mantuvo respirando contra su culo un poco más: - Eso es… buena nena, así me gusta… ¿Huele rico el culo tu hermano? ¿Te gusta?
Majo, sin oponer ninguna resistencia y sin dejar de respirar contra el asterisco, negó con la cabeza. Aún fruncía el ceño, aunque solo lograba ser más adorable.
- Así es en la realidad, mi amor, algo que el porno no te enseña. No pensé que me lo chuparías y me limpie usando papel nomas, así que es normal que tenga olorcito. ¿Entendés? – Ante esa nueva pregunta, María José asintió.
- Huele un poco a… bueno, ya sabes.
- ¿A qué? Decilo, las cosas por su nombre. – Le exigió mientras la retenía con la nariz, ya media metida en él.
- A caca. – Le respondió sonrojándose más que nunca. Sin dudas no se espera que su hermano le hiciera sentir sensaciones tan contradictorias, que le causaban toda clase de cortocircuitos en su interior por lo morboso, por lo tabú, por lo excitantes. Por otro lado, ella estaba segura de que Gabriel todas las veces que le había obsequiado deliciosos besos negros, siempre compenetrado en ellos de manera casi compulsiva, no se había quejado jamás por nada a pesar de que debió de encontrar su culo no mucho mejor que el de él en ese momento.
- ¿Te animas a chupármelo entonces? – Le preguntó poniéndola prueba. Como de costumbre, Majito no se acobardaba ni por los exámenes más rigurosos. – Oh, oh, oooh, si, que rico, que bien que lo chupas Majito, me comes todo…
Su hermana había cerrado los ojos y había bajado a besarle el ano como si los hubiera confundido por un par de labios, usando tanto la lengua como los labios para obsequiarle esa refrescante sensación en toda la escarapela masculina.
Gabriel no necesito ni manipularla ni nada, tan solo atino a cerrar los ojos como ella y disfrutar, a confiar en los instintos de su hermana y en su pasión a la hora de complacerlo. Quizás no sabía mucho de hacer anilingus pero sí sabía cómo ponerle empeño a todo lo que hacía. No solo lo lengüeteaba con ahínco, de manera profunda, queriendo invadir su centro cada vez más, también se frotaba la boca contra el agujero hasta estirarle cada arruga.
- Hace varios minutos que la superaste. – Confesó Gabriel. – Digo, ella también lo hace muy rico y todo pero fue más una chupada de curiosidad, la tuya en cambio… es por devoción.
Majo ubicó sus dedos índices a cada lado del asterisco y los separo lo más que pudo para volver a introducir la lengua en su interior mientras le dedicaba una mirada traviesa: - Solo hago lo que me hiciste a mí. ¿Cómo no te lo voy a chupar bien si vos me complaciste siempre?
- Es cierto, creo que me merecía un regalito así. – Coincidió estirándose para tomarla de la cabeza y frotarla contra su ano, de izquierda a derecha y luego de arriba a abajo. Majito con el correr de los minutos no requirió más dirección y se ocupó ella misma de balancear su cabeza en todas direcciones bien pegada a su culo.
- Me duele el cuello, Gabbo. –Se quejó. - ¿Podemos cambiar de posición?
Era lógico, estaba rodillada arqueando el cuello para mantenerse a la altura del ano. Gabriel accedió posicionando una rodilla en el sofá y el pie extendido en el respaldo, dándole la espalda. Una posición extravagante digna de cualquier escena porno: - Así, además de chuparme podes hacerme una paja.
- Bueno, va a ser un placer… - Sin mediar más palabra, la boca de Majo se hundió entre las prominentes nalgas de Gabriel y pasó su mano por debajo para hacerle una paja que era un sueño hecho realidad.
- Oh, oh, oh, oh, Majito, como me gusta, sos una diosa… - La alentó frotándose la raja lentamente contra el rostro de su hermana, que de a poco, coordinaba cada vez mejor su beso negro con la paja. La muy atrevida había conectado su lengua bien en el centro del ano y pujaba con toda su cabeza usando a su lengua como un ariete blando. – Lo estás haciendo muy, muy bien… tu hermano mayor te va a recompensar.
- ¿Si? ¿Con qué? – Preguntó haciéndose la nena, lamiéndole toda la escarapela de macho como si atacara un dulce mientras la verga comenzaba a latir debido al ritmo perfecto de su mano.
- Seguí… seguí… ufff, chúpame el culito que te doy mi lechita de hermano bien calentita.
- ¿Querés correrte en mi boquita, hermano? ¿No te es suficiente que te limpie el culito con la boca que además me la queres llenar de leche?
- Veni para acá, putita hermosa, tu hermanito ya te preparo la mema caliente… así, así, eso es, buena nena…
Dándose vuelta, comenzó a coger su boca sin previo aviso y absteniéndose de usar sus manos o las de ella, tan solo gracias a sus labios apretados contra su tronco, eyaculó todo el semiente que estuvo preparando desde que comenzó aquella tormenta incestuosa.
Un disparo, dos, tres, y la resaca acuosa de la 3era, toda termino en algún lugar dentro de la boca o garganta de Majo, que muchísimo más acostumbrada al sabor y la consistencia del semen, fue tragando sin despeinarse en lo más mínimo. Al terminar, ella le exprimió la verga un poco más para sorber las últimas gotas, a las que tampoco desperdicio.
- ¿Ya decidiste que agujero me vas a desvirgar? – Preguntó en un tonito de lolita comenzando a darle piquitos muy ruidosos a la punta del glande, relamiéndose los labios como una felina. Había pasado el examen con un rotundo 10 y promocionaba, por ende, el hombre rompía filas para pasar al siguiente nivel.
Gabriel se incorporó, la acostó a ella y levantándole la cadera para dejarse los agujeros servidos, le dio una respuesta más que obvia de su decisión. El orificio escogido fue el que decidió preparar introduciendo sus dedos: el culito.
- Ooouuh, despacito, no me lo metas en seco uuuuh… - Susurró Majo mientras su hermano le introducía el índice hasta el fondo. – Yo sabía que no ibas a poder resistirte a la exclusividad de desvirgar un culo.
- En realidad es que no tengo condones, además más delante de seguro te voy a desvirgar la conchita también. ¿No te parece? – Confesó sin dejar de dedearle el anito. – Además, te gustan tanto estas experiencias que vas a sufrirlo menos, por raro que parezca te veo más preparada para una culeadita que para un vaginal.
- Puede ser, puede ser, igual te pido que no te zarpes y seas gentil, me metiste los dedos muchas veces, pero una pija como la tuya son como 4 dedos atados.
Gabriel sonrió ante la curiosa comparación, aunque su miembro viril era digno de exhibirse a veces lo olvidaba. Orgulloso del idilio que vivía, del día perfecto que estaba haciendo (las lluvias y las tormentas se inventaron para coger) se entretuvo jugando con el culito de su hermana ante su mirada extasiada. La muy trolita tenía los ojos entrecerrados como ida, como en un trance místico, Gabriel se propuso sumirla en una sinestesia sexual usando solo sus dedos.
Por varios minutos digitó el interior del culo llegando más lejos que nunca, hasta acariciar el asterisco con su nudillo. “Dios... soy muy afortunado de que esto le guste, sé por propia experiencia que esto no es muy normal.” Pensó mientras acariciaba las paredes rectales como si buscara una próstata inexistente.
- Ah, aah, aah, aaah… seguí, seguí, aah, sí, colame los deditos, aaah… Gimió de manera chillona mientras sentía los dedos dilatándola por dentro. Incluso, con ambos índices, su hermano le estiró el ano hasta poder ver su interior carnoso sin que ella lo sufriera.
- ¿Tanto te gusta que te masajeé todo adentro, hermanita? – La salseó admirando tanto a su dedo perdido dentro del agujero como su expresión traviesa, Majito asintió a modo de respuesta mordiéndose el dedo gordo.
Ella era un caso atípico, excepcional. Sabía por experiencia que, por cuestiones de higiene, incomodidad y hasta dolor, las mujeres no dejaban que los dedos de un hombre hurgaran así de profundo en sus interiores. Majito en lugar de quejas o refunfuños le obsequiaba dulces gemido aun cuando tenía su asterisco tapándole un nudillo.
- Debes tener múltiples puntos G en el culo, sino no me explico. – Dijo, esta vez, acariciando con sus yemas hacia abajo. Pensaba utilizar todos sus trucos, desde los clásicos ganchitos rectales hasta los giros rápidos, como si quisiera hacer entrar su dedo a rosca.
- Cuando cago se siente rico también. – Le contó tapándose la boca ante su chascarrillo. Gabriel estaba demasiado entretenido como para seguirle el chiste, pocas cosas eran más placenteras al tacto que la digitación anal, tanto interna como externa, en el asterisco. Sentir sus paredes cediendo a su masaje era como convidarle un dulce a su sentido del tacto.
Ese día Gabriel estaba decidido a enseñarle el lado B del sexo, el que la industria del porno prefería por decoro esconder bajo la alfombra, el lado del porno que solo veían aquellos que sabían buscar con las palabras indicadas en el buscador. Cuando retiro el dedo, era lógico que no iba a salir con un moño y crema pastelera… estaba a la miseria y no era para menos después de la excavación que había realizado.
- ¿Traigo servilletas y seguís un poco más? – Preguntó Majito toda inocente, haciendo una mueca de asco, creyendo que solo sería un retraso de pocos segundos, sin embargo, su pecaminoso hermano quería ir más lejos que nunca aquel día.
- No es necesario, bobita. Si vas a debutar analmente hay algo que tenes que aprender… en la vida real el que quiere disfrutar del anal, el que da o el que recibe, tiene que perderle el asco a la mierda.
Ante su mirada incrédula, sacó la lengua y como si quisiera humedecerse el dedo para pasar una página especialmente seca, froto su dedo por ambos lados contra su lengua, haciéndola chillar de la impresión. No esperaba menos ante tal despliegue de perversión. Aunque Gabriel nunca había sido adepto a dicho fetichismo tan escatológico, por ella, por su hermana, era capaz de todo.
- ¡No hagas eso chancho! ¡Te va a hacer mal! ¿Estás loco vos? – Dijo tapándose los ojos con las manos, aunque dejando una rendija para ver como su hermano seguía chupándose el dedo sin dar la más mínima evidencia de sentir asco.
- Amo cuando te ponés así de boba. – La peleó como si le hubiera robado un dulce. – Como mamá decía cuando te cambiaba, es caquita santa, no tiene nada de malo.
- ¡Gabbo! ¡No te zarpes así, no podés hacer eso! Encima decís esas cosas tan incómodas, que te de mi virginidad no significa que tengas que ponerte tan “cerdis”. ¡Te re cebaste, boludo! – No obstante, su hermano volvía a meteré un dedo, aunque esta vez, acompañado del dedo grande.
El segundo round de digitación rectal pareció calmarla, como si fuera un juguete fallado que vino con el botón de apagado por dentro. Tras escarbar un par de minutos, los retiró y miro a su hermana…
- A ver, abrí la boquita. – Le dijo con todo el morbo del mundo. – Tranquila, es poquito, solamente quiero que le pierdas el miedo, nada más.
- Estas enfermo Gabriel... – Dijo imitando al conocido meme de la Liga de la Justicia (que habían visto hace unos días y tenían fresco).
- Dale, si no te gusta te dejo escupirlo. – Insistió y como no podía ser de otra forma, Majito abrió la boca, resignada.
- ¡Ahí va el avioncito!
- ¡No seas pajero! – Se cabreó dándole una cachetada a la mano, aunque visiblemente nerviosa, intentando ocultar una risotada. Quizás reía de nervios por lo que estaba por hacer.
- Bueno, perdón, no me pude resistir. – Se disculpó poniéndose serio. – Ahora sí, basta de chistes, me pongo serio, abrí bien la boca, dale, es la última prueba, esto te va a hacer perderle el asco a todo.
No tan convencida, girando la cabeza como diciendo. “¿Really?” accedió de todas formas y tras abrir la boca bien grande, dejó que su hermano le pasara los dos dedos sucios por la lengua y la parte interna de las mejillas, la izquierda, la derecha y la lengua otra vez: - Ahora cerrala y chupálos… eso es, buena nena, así me gusta, esa es mi hermanita. ¿Viste que no era para tanto? – Dijo como quien felicita a una mascota por cumplir una orden.
Su rostro se arrugó tanto por el desagrado que pareció envejecer 20 años de golpe, sin embargo, para sorpresa de él, no atino a escupir ni a soltar el dedo, tampoco hizo una sola arcada. Al contrario, obediente como una esclava del placer, le chupó los dedos hasta dejarlos impecables. Acto seguido, Majito abrió la boca y estaba tan limpia como antes, sin una pizca de barrito en ninguna parte. Aunque había sido poco, no fue una prueba sencilla y Gabriel lo valoraba.
- El sabor no es tanto como el olor… ¡Puaj, no se me va!
- No tengo palabras, no sé qué decir, siempre superas hasta mis expectativas más exigentes.
En ese momento el cielo refusiló con furia y los hermanos recordaron la tormenta que arreciaba contra la ciudad, contra el edificio especialmente, como si Dios estuviera asqueado con lo que acababa de ver, no obstante, parecía atado de manos… o eso parecía.
- ¿Y si dejamos las palabras para otro día y completas lo que me prometiste? – Le pidió María José tomándose las piernas para llevarlas bien hacia arriba, casi apuntando al techo con su culo.
Gabriel asintió y presentó su verga erecta (dura como un turrón en marzo desde hace buen rato) frente al ojal de carne. Al lado de agujerito se veía enorme, si no se contenía la iba a romper toda… aunque no iba a ser fácil contenerse. Ese culito precioso que parpadeaba para él, limpio por dentro y por fuera parecía querer hablar para pedir pija a gritos, y vaya que iba a dársela.
A modo de presentación, le frotó el glande contra el ano, para que se vayan acostumbrando a la proximidad, cuando comenzó a pujar y sentir el anillo astringente abrazarle el duro glande, la puerta sonó. No el portero, sino la jodida, puta puerta, alguien golpeaba repetidamente y no pudieron evitar entrar en pánico como hormigas a las que les mojan el hormiguero.
- ¡La puta madre! ¿¡Quién viene a joder con esta tormenta!? ¡No se puede ni coger tranquilos!
- ¡Shhhhh, espera que preguntó quién es, boluda! ¿Estás loca o qué? – La reprimió viendo a Majo tomar el único rastro de la sesión fotográfica anterior, aquel vestido trasparentado que dejado en el suelo podía confundirse por un trapo viejo. Él luchaba para ponerse la ropa en tiempo record.
- ¿Así que ahora yo soy la loca? No le podés decir loca a nadie, he, te aclaro. – Ironizó la castaña incapaz de ocultar su ira. – Si llega a ser quien creo que es… - Mencionó antes de dejar el living, desnuda, con esa colita fibrosa y preciosa gozando de un día más de virginidad.
Al preguntar quién golpeaba (sin poder ocultar su fastidio) el corazón le dio un vuelco. Majito tenía razón en su presentimiento.
- ¡Hey perdido, te mande un montón de mensajes avisándote que venía! – Se excusó una voz familiar tras la puerta. - ¿Me abrís? ¿Te saque de la siesta o se te inundo todo?
- ¡Noe! Perdón, es que… lo tengo sin batería, si me esperas un minuto… ya te abro… – Se excusó poniéndose la remera y al darse cuenta de que estaba al revés, sacándosela y volviéndosela a poner. Por más que su amiga (y algo más) estaba en un lugar especial en su corazón, era imposible que eligiera un peor momento para visitarlo.
- ¿Pasa algo? Menos mal que me reconoció el portero sino me quedaba en la entrada porque no atendías el timbre…
- No nos funciona a veces. – Mintió, ya que los desconectaba durante la sesión. – Ya te abro, un minutito.
- ¿Otro más?
En efecto, tras acomodarse la ropa, atarse los cordones y enderezarse el pantalón, le abrió la puerta a la rubia que esperaba tan empapada como arreglada. A pesar de generar una revolución con su llegada, con solo verla Gabriel se sintió calmado: llevaba un jean de tiro alto con cinturón de diamantes de fantasía y una hebilla enorme, una blusa negra acanalada que lucía un colgante dorado en el pecho y una campera de jean con rasgaduras. Darle la bienvenida era como recibir a una celebridad. Al entrar estampándole un beso Gabriel recordó con horror lo que había hecho con su boca y no pudo evitar poner una mueca de sorpresa. Había sido el beso más inoportuno de su vida.
- ¡Heey algo te pasa, ni que te hubiera dado un beso Mr. Bean!
- Perdón, perdón, es que cada tanto se me olvida tú, bueno, confianza… además de que tengo mal aliento. - Si llegaba a notar evidencia de su crimen en sus labios se iba a armar la podrida. Por suerte, su última travesura pasó desapercibida… por el momento.
- ¿Me vas a contar que pasó? No me digas que estaban durmiendo la siesta a esta hora. – Dijo dejando su campera en el perchero y la cartera en una silla. Además, traía una bolsa de papel acartonado que de seguro contenía algo para comer. Sus ojos curiosos notaron la cámara fotográfica sobre la mesa de inmediato. – Aaah picarón, capaz estabas explotando a tu hermana.
- Como se largó con todo y tenía el celular sin batería estaba acostado boludeando con la cámara y me quedé dormido… - Era frecuente en él usar mentiras para construir mentiras aún más grandes. – Me recosté en el sofá y no tenía remera así que escuché la puerta y me puse a vestirme, por eso tarde.
- Como si fuera tan grave abrirme en cuero, como si no supiera lo que hay debajo. – Noe colocó su mano bajo su remera y le apretujó un pectoral hasta que María José, hecha una furia, entro en escena sin saludar y encendiendo la televisión.
- Hoy con esta tormenta no me voy a ningún lado, así que se van a tener que aguantar las ganas de revolcarse. – Tiró así sin más. Al menos estaba cambiada y no tenía un objeto contundente en la mano que pudiera arrojar, pensó el hombre.
- ¡¿Hola no?! – Exigió su saludo con su simpatía característica Noelia. Al no recibir nada a cambio se acercó a Gabriel y le susurró al oído en busca de su complicidad: - Me parece que alguien se levantó para la mierda.
“Y no es para menos.” – Pensó Gabriel asintiendo, sin poder dejar de pensar que hace menos de dos cinco minutos su hermana estaba abierta de gambas, servida en bandeja a su merced, lista para abandonar el club de la virginidad al menos en un 50%.
Majo escuchó el susurro de la rubia y levantó un brazo con el dedo del “fuck you” en alto: - ¡Te odio Noe, estaba teniendo un sueño hermoso y me despertaste!
- ¡Perdón, perdón, perdón! – Se disculpó la rubia, toda una miss simpatía abrazando a Majo desde atrás y estampándole un beso en la mejilla. - ¿Ayuda si te digo que traje facturas?
- Okey, eso ayuda mucho, si haces mate te perdono, me levante con un gusto a mierda en la boca espantoso. – Concilió mezclando mentira con realidad de manera peligrosa una vez más.
- ¡Tu hermana me hace reír, Gabi, tiene cada ocurrencia! Me encantan sus berrinches de nena. – Dijo aún abrazada a su hermana.
- Si, espero que nunca cambie… - Contesto el hombre muerto de miedo al verlas abrazadas tan pegadas. - ¿Preparamos el mate? – Invitándola a la cocina con él. La rubia aceptó y aprovechando que no estaba a la vista de Majo, lo besó apasionadamente contra una pared. No había con qué darle, la rubia estaba cachonda, muy cachonda, por más que Gabriel sabía que era un momento inoportuno para besarse, no pudo hacer nada para evitar que esa lengua libidinosa le investigara la boca a fondo. Incluso como si ella le hubiera leído la mente, lo tomo de la cabeza para mantenerlo conectado con la boca.
- ¡Hey, preparen el mate que los escucho! – Les advirtió desde el comedor la castaña. Ahora que la lluvia había amainado bastante el chupeteo de sus bocas no pasó desapercibido.
- ¡Uuuh, que cuida que sos, nena! A ver si vos te buscas un macho y te dejas de joder he… - La peleó jugando con fuego. No obstante, le dedicó una mirada de incertidumbre al hombre a la vez que se saboreaba la boca con desconfianza… algo había notado.
Gabriel lo descubriría en los días siguientes, en ese momento solo atinó a disfrutar la tarde de mates y facturas con ellas, encendiendo el fuego, poniendo la pava, riendo con las fricciones de sus personalidades chispeantes, pensando que ya tendría otra oportunidad de desvirgar a su amada hermanita de alguna forma… no supo que había perdido una oportunidad casi mágica y que la distancia entre el amor y el despecho era casi ínfima. La tormenta había traído una oportunidad que, al disiparse el cielo, parecía haberse llevado consigo.
Su hermana, sintiéndose burlada, usada y ofendida, se tomaría las palabras de Noelia muy en serio… alguien como ella, con su belleza juvenil y su figura torneada, no tendría problemas en buscarse a otro y dejarlos en paz para siempre, allanándoles el camino para que hicieran lo que se les antoje y poniéndole un inesperado punto final a la hermosa relación incestuosa que tenía con su hermano.
3eros en discordia
Otra vez frente al templo del deseo, el departamento de los hermanos más famosos del edificio y sin el valor de avisarles a los hermanos que él tenía la solución a la inminente expulsión del edificio.
Había escuchado ayer en el ascensor a Claudia Molinari (de un piso arriba del suyo) y a Maribel Lussenhoff, una señora del piso de arriba del de los hermanos diciendo que otra vez habían estado “insoportables” y no podía pegar un ojo a ninguna hora. Claudia además agregó: “Le tuve que cubrir los oídos a Mica porque lo que decían era una barbaridad.”. Aunque Juan se enganchó tarde en la conversación y no pudo quedarse por mucho tiempo porque las mujeres abandonaban el elevador, sabía exactamente de quien hablaban. “Esos degenerados, aprovecharon que llovía y jodieron toda la tarde, ya van a ver… van a ir a hacer quilombo a la cárcel.” Remató Maribel, una señora entrada en años con muy pocas pulgas.
Por otra parte, ese mismo día Miguel, el rollizo portero bigotón del edificio confirmaba lo obvio: El edificio entero parecía estar complotado para echar a los hermanos entre gallos y medianoche, quizás haciendo uso de alguna grabación sorpresa además de los testimonios confirmatorios de cada inquilino.
- Juancito, si vas a hacer algo por salvar a ese culito, hacelo ya que en cualquier momento los rajan. – Le advirtió luego de comprobar de que nadie esté cerca. – ¡El horno no está para bollos!
- Hoy mismo me pongo las pilas, si nos perdemos ese culo encalzado este edificio se desvaloriza más que el peso.
- ¡Siempre decís que vas a hacer algo, más te vale que sea en serio! – Lo apuró con mucha razón por más que la verdad dolía.
Juan cumplió al día siguiente y debido a ello estaba de pie una vez más frente a la puerta decidido a salvarlos. Tenía un plan más que infalible: dejar un pequeño soldado de tinta y papel, como en los viejos tiempos, para llevar la batalla a un terreno más favorable: el Café Ortiz, a dos cuadras del edificio. Allí les podría comunicar con calma, entre medialunas dulces y sorbos de café negro, que el edificio ya sabía de su pequeño secreto y que si no desistían los expulsarían en un pispás.
Estaba a punto de deslizar la carta por debajo de la puerta cuando una contrariada jovencita, visiblemente enojada, abrió la puerta con violencia y por poco se lo lleva puesto. Vestía una campera de algodón con capucha, guantes gruesos de esquiadora y botas de cuerina que remataban unas piernas torneadas que vestían una calza negra como una segunda piel.
- ¡Huy, Juan! ¿Qué haces en la puerta? – Preguntó sorprendida mientras cerraba. – Por poco te pego un cabezazo.
- He… hola, hola, perdón, todo bien ¿Vos? – Y de los nervios dejó caer la carta, que, por obra del destino, viajo como la hoja otoñal hasta dar con la suela de María José, que la junto del piso. – Perdón, solo he… quería dejarles una… nota.
- ¿Tenes 70 años que mandas cartas? – Expresó al ver que no se trataba de una boleta de algún servicio. – Espero que no te le vayas a declarar mi hermano, ya suficiente tengo con la “pretendiente” que me está ocupando la casa ahora.
- ¿Cómo? No pateo contra ese arco, no sé por qué pensaste eso.
- No me hagas aso, prejuicios míos, sos flaquito, lindo, musculoso, pensé que, ya sabes…
- Okey… - Expresó aturdido porque lo consideraba lindo y a la vez, gay. Una de cal y otra de arena.
- No me hagas caso, estoy demasiado enojada como para pensar, me tiene podrida la amiguita de mi hermano. – Juan estaba tan complacido de tener una conversación con su musa favorita del edifico que ignoró el hecho de que, al parecer, lo veía como homosexual. Además, se notaba que la hermosa castaña necesitaba una catarsis y él era ideal para prestar un oído.
- ¿Tiene novia? Por el tonito parece ser algo más que una amiga. – Pregunto hecho un mar de nervios mientras la veía abrir el sobre.
- Algo así, hace una semana eran solo amigos, ahora empezaron a coger como locos así que no sé. Se está haciendo la pelotuda y se me está instalando. Ya no la aguanto. – La propia conversación la distrajo de la nota y la balanceaba en sus manos como olvidando que la tenía entre sus dedos.
Casi sin darse cuenta, Majo había comenzado a caminar hacia el ascensor con Juan de su lado, este estaba hecho un manojo de emociones. Nunca había podido hablar con ella a solas dado que siempre se la veía con su hermano… y ese era un punto qué, en algún momento, debía tocar. Al parecer aún no recordaba el papel en sus manos.
- No te puedo creer, un garrón que no respete la privacidad de ustedes, tan bien que se llevan.
- Sí, ahora como quién no quiere la cosa me mandan a comprar así me sacan de la casa una horita. ¡Como si no tuvieran suficiente a la noche! Encima se creen que soy sorda y no escucho nada… – Enseñando una lista de compras bastante larga para una chica como ella. En eso, recordó la carta que había juntado del suelo. - ¡No sé ni que hago contándote esto! ¡Perdón, me desubiqué mal!
Majo sabía muy bien porque se abría ante su vecino del 7B: era la primera vez en mucho tiempo que se enojaba con su hermano mayor por un tiempo tan prolongado. Él siempre había sido su mundo, su todo, y si no se desahogaba con él, entonces no podía desahogarse porque nunca había tenido a nadie más.
- Estoy al pedo, déjame ayudarte o te van a sacar de la casa como 2 horas. – Se ofreció más que voluntarioso Juan, sacándola de su ensimismamiento. – De paso podemos hablar de la carta…
- ¿Me estás tratando de débil? Nha, mentira, chiste, no me hagas caso estoy hecha una boluda, no quiero joderte más.
- En serio, no tengo nada mejor que hacer, estoy aburrido de correr solo.
“Al parecer, los dos no tenemos a nadie más con quien pasar el rato… curioso.” – Pensó Majito viendo ese encuentro casi accidentado como una señal.
- Bueno, acompañame así haces brazos cargando las bolsas, de paso leo la carta si es que se puede.
Majo, como era común en ella, pasó de una emoción a otra en tiempo récord. De la furia de ver llegar a Noelia temprano por la mañana y acaparar toda la atención de su hermano a la oportunidad de cobrarse su merecida venganza sobre Gabriel. Notaba a pesar de tener tan solo 18 años, que ese vecino mayor que ella estaba más nervioso que un testigo falso. El ambiente a su alrededor lo evidenciaba, lo notaba torpe y nervioso, incluso tuvo problemas al ponerse el barbijo y primero se lo colocó al revés.
En el trayecto al supermercado más cercano supo varias cosas de Juan antes de tocar el tema de la carta. Venía de una familia bastante adinerada que además de costearle ese departamento en tan distinguido edificio, le bancaron cada carrera que estudio, sin terminar prácticamente ninguna excepto la de reparación de computadoras, tanto hardware como software.
Era un muchacho bastante bohemio, en busca de una vida simple, por no decir, medio vago. Había acondicionado el departamento para alquilárselo a dos estudiantes y con eso y la reparación de computadoras obtenía una ganancia justa. Ahora que los estudiantes que le alquilaban habían dejado el departamento porque desaprobaron sus cursadas, estaba en busca de nuevos inquilinos.
- Me mensajeó con ellos y jugamos al Ghost Recon Breakpoint, bromean diciendo que mi departamento está maldito porque todos los que vienen desaprueban, ya les dije que no es ninguna maldición, es que se quedan hasta las cinco de la mañana jugando y no estudian un carajo.
Juan era de los que una vez entrados en confianza parecían no cerrar la boca, aunque una vez en el supermercado, cuando Majo comenzó a buscar los víveres en las partes bajas de las góndolas se quedó sin palabras. “Yo sabía que mi culo encalzado lo iba a dejar mudo… no deja de mirármelo, si supiera que tengo un Onlyfans donde muestro todo se muere.” Casi podía sentir sus ojos atravesándole la calza como si poseyera el poder de los rayos X. Ella lo encontraba excitante y a propósito, fingía buscar solo lo que estaba por debajo.
Además, se lo notaba compenetrado en ayudarla, casi como si fueran amigos de toda la vida. Pensar que se lo había cruzado tantas veces y nunca pensó que pasaría una mañana con él. Era un cambio positivo, había salido de su departamento hecha una furia, dispuesta a dejarse atropellar por un auto y ahora disfrutaba de una buena charla cargada de coqueteo.
Juan era todo lo que podía pedir Majo en ese momento. Un hombre alto, deportista y fibroso como ella, de una inseguridad y gentileza encantadoras que lo volvían ideal para romper el triángulo amoroso en el que se veía atrapada. Si él ingresaba a la ecuación, quizás la obsesión que tenía con su hermano menguaría lo suficiente como para iniciar una relación normal… aunque también, debido a su ansiedad y furia hacia Gabriel y Noelia se estaba adelantando demasiado.
- Ups, perdón. – Expresó tras agacharse de improviso frente a él, provocando que Juan, que caminaba distraído por la lista de compras, la apoyara toda la entrepierna en su esponjoso culo.
- ¡Perdón, estaba leyendo la lista de compras y…
- Ya está, bobo. Fue un accidente. No te voy a denunciar por acoso, quédate tranquilo. – Juan se ruborizó.
- Entonces lo hago de nuevo. – Le siguió la corriente apoyándola a propósito, provocando que casi se vaya contra la góndola de los cafés. Ella no retrocedió, al contrario, redobló la apuesta dedicándole una mirada cómplice. – Perdón, me re zarpé.
- No te dije nada ¿Siempre pedís perdón a cada rato?
- Perdón, no lo vuelvo a hacer. - Siguió bromeando haciéndola reír. Sin dudas era simpático, quizás medio payaso, igual lo encontraba divertido en la medida justa.
Majo decidió que era el momento indicado para tocar un tema crucial: el contenido de la carta.
- Ya disté como mil vueltas y me di cuenta que estás evitando tocar el tema, decime directo a que te réferis con lo que escribiste: “Necesitamos hablar en el Café Ortiz. En la siguiente asamblea del consorcio van a decidir qué hacer con ustedes. Ya lo saben todo y los quieren echar del edificio por intermedio de la justicia.”
- Ah ya la habías leído, okey. Si queres que sea directo… - Doblando la lista de compras y mirando si no había moros en la costa. - Los vecinos de arriba, de debajo, casi todo el edificio, mejor dicho, se dieron cuenta de lo que haces con tu hermano y están hartos del ruido, además saben que ni vos ni tu hermano tienen pareja, así que quedaron muy expuestos. – Acercándose casi hasta el oído de Majo. – ¿Lo digo más claro? Saben que coges con él.
- No cojo, sigo siendo virgen, virgen de un lado y del… bueno, ya me entendiste. – Se confesó sintiendo por algún motivo que se sacaba una enorme mochila cargada de piedra de la espalda. Que Juan haya sido directo y no muestre ni una pizca de rechazo a su “hobby” secreto la hizo abrirse más de la cuenta.
- Ahora lo sabes, es probable que sea muy tarde y tengan los días contados en el edifico. Perdón, no estoy de acuerdo con ellos, aunque entiendo que estén muy molestos, yo mismo escuché la del 9B decir que hasta con la tormenta escucharon.
- A Noe la dejan entrar, diría que Miguel la encuentra re fuerte y se lo permite, la gente debería echarle la culpa a ella del escándalo, ella tampoco es muy silenciosa que digamos.
- Puede que tu hermano ahora tenga “algo” igual los vecinos se vienen quejando de los ruidos que hacen de hace tiempo y gracias al portero saben que no viven con nadie más, además de que el protocolo del covid lo impediría. – Le echó abajo su malicioso plan de culpar a Noelia.
Mientras llenaban el canasto (que el muchacho cargaba sin quejarse inflando un bíceps importante) Majo le contó en resumidas cuentas que al único que siempre tuvo en su vida fue a su hermano, que siempre fue su mundo y al único que le podía confiar las preguntas y secretos más difíciles, que él jamás la censuro y la ayudo a dar los primeros pasos en su sexualidad. María José explicó que con el correr de los años esa confianza no hizo más que crecer la estima que se tenían, al mudarse con él se fueron acercando más y más hasta que afloraron viejos juegos que creyeron parte del pasado. Eso y que, durante la pandemia, por motivos del Onlyfans, comenzó a posar desnuda para él.
Para cuando la chica termino cada ítem de la lista de compras había pasado por el láser de la caja y Juan las había ubicado en varias bolsas. La cajera, parecía tan zombificada por el agobiante trabajo que no pareció notar ni los detalles más escabrosos de su conversación, además, las mascarillas ayudaban a ocultar las palabras. No podía decirse lo mismo de la señora coqueta siguiente en la fila que tenía el ceño fruncido como si oliera frutas podridas.
Juan le dedicó toda la atención del mundo y solo atinó a abrir la boca cuando salían del supermercado y era seguro dar un veredicto, tras una pausa casi incómoda, Juan demostró un genuino interés en la relación incestuosa de ambos: - La verdad, me gustaría escucharte por horas sobre lo que viviste con tu hermano, no pienses mal de mí, es solo que me parece de esas clases de historias que uno cree que no ocurren en la vida real, que solo pasan en la ficción y sin embargo, ocurría a pocos metros de todos. Me parece una mierda que los hijos de puta del consorcio tengan que meterse y los echen, más cuando se necesitan para subsistir… me refiero obviamente a tu Onlyfans, eso de que se ayuden mutuamente me parece único, ni muchas parejas de novios se ayudan tanto.
Majo también se tomó su tiempo para reordenar ideas y dar una respuesta ordenada y clara: - Primero ¿Cómo voy a pensar mal de vos si la que comete incesto soy yo? Si te gustan esas historias mejor, sé que al menos no soy la única que disfruta de ese morbo y te puedo contar… segundo, estas cosas pasan más de lo que crees, es solo que la mayoría sabe cerrar la boca, no como yo que chillo como puerquita… si supieras lo bueno que es mi hermano con la boca, las manos, lo rica que tiene la… bueno, me excedí. A lo que voy es que es mi culpa, debí meterme una media en la boca, un bozal o algo, ahora no sé qué vamos a hacer si… ¡No pensé que nos echarían, a lo sumo que aumentarían las expensas!
- Tranquila. – Le comentó emprendiendo el camino de regreso. – Estuve pensando en algo. Obviamente quería hablarlo con tu hermano también, no solamente me gustaría ayudarte, sino ayudarlos.
- Podes contarme a mí, él esta… ocupado. – Refunfuñando ante la idea de lo que debía estar haciendo con su tiempo a solas con su “amiguita”.
Fue en una plazoleta a pocas cuadras del departamento que Juan (tomado un merecido descanso en un banco) le contó que tenía la solución. Una muy simple que no requería ningún quebradero de cabeza para comprender: Estaba dispuesto a decirles a todos que era su novio, que siempre lo fue, y a fingir que aún lo era para limpiarlos de toda sospecha de incesto frente al consorcio.
- No vivo con inquilinos que puedan testificar en contra o de los que deba preocuparme de convencer de que me apoyen. Podemos decir que tu hermano permitió mis visitas porque es muy amigo mío, porque es permisivo o porque en esos momentos se pone a escuchar música con auriculares. A lo sumo quedará como un distraído, nada ofensivo.
- Tiene sentido, como sos del edificio explicaría porque el portero no vio entrar a nadie ajeno en los días de la cuarentena estricta. – Se percató la joven. – Aunque si escucharon las cosas que nos decimos en la intimidad el plan se derrumba…
- La gente es propensa a escuchar lo que quieren escuchar, pensaron que eran incestuosos y podemos decir entonces que se predispusieron a escuchar algo que los validaba.
- ¿Cómo? No entendí un choto. – Dijo bajándose el barbijo (Majo tenía uno floreado y Juan uno con el escudo riverplatense).
- Podemos decir que escucharon mal. De última si los gravaron, que fueron cosas que nos dijimos nosotros, no creo que si yo afirmo que soy tu novio se pongan tan densos y lleguen tan lejos.
- Es buena idea, aunque no entiendo porque haces todo esto por nosotros, podrías haberte puesto de lado de los vecinos y dejado que nos echaran y listo. No somos amigos, a lo sumo buenos vecinos, es la primera vez que hablamos de hecho, no es algo que te involucre e igual te re metiste.
- Perdón, re metido el pibe…
Majo lo golpeó en el hombro sin saber si se había disculpado en broma o no.
- ¿No me vas a decir porque nos ayudas? Seguro debes querer algo gordo a cambio.
- Digamos que cuando empecé a escuchar que todos estaban seguros de lo suyo, en lugar de sentir desagrado, asco o malestar como el resto… me causo, bueno… fascinación. – Resolvió tomándose su tiempo para encontrar la palabra justa. – Ahora que sé que tenes un Onlyfans y que tu hermano es el que te saca las fotos, perdóname que sea tan directo, pero me pienso reventar los huevos a pajas.
- ¿Sos un pervertido como nosotros? – Se interesó Majo. – Si lo que te gusta es escuchar entonces prepárate porque mis aventuras tienen más metraje que la versión extendida del Señor de los Anillos.
- Me muero, me encantarías saber, escucharte, todo.
- ¿Todo? – Se preguntó también maravillada de encontrar a alguien con quien podía compartir esa clase de experiencias que siempre habían sido un secreto de a dos. Por primera vez, todo eso que se había guardado obligatoriamente y ni siquiera sus mejores amigas conocían, podía ponerlo en palabras, expresarlo, comunicarlo y recibir una devolución, algo tan natural y saludable para la salud mental que muchos olvidaban.
En el camino de vuelta, Majo no pudo evitar notar que Juan no había pedido nada a cambio. Se iba a hacer pasar por su novio, de seguro comenzaría a dejarse ver con ella para volver la fachada creíble, no obstante, no había exigido nada (¡ni siquiera su Onlyfans!). El hombre tuvo la caja de Pandora, la lámpara de Aladino, las esferas del dragón a su disposición y no había reclamado deseo alguno. Majo no iba a permitir que eso quedara así…
Cuando llegaron al edificio, antes de entrar al lobby, bien a la vista del portero, se sacó el barbijo, le arranco el propio a Juan y le comió la boca. Poniéndose en puntitas de pie, apretujándose contra su salvador, le revolvió la lengua en un beso apasionado cargado de sensaciones… era el primer beso legal que daba en su vida y a pesar de no tener el ingrediente extra picante del incesto, se sentía muy bien, casi gratificante.
Juan, casi conmovido por semejante beso, soltó las bolsas y con un brazo envolvió su cintura y con el otro la tomó del cuello, conectando su beso aún de manera más profunda, rompiendo todos los protocolos de covid habidos y por haber. Desde ese segundo se convirtió en su contacto estrecho.
- ¡Gracias por ayudarme con las compras amor, te amo a mil! – Dijo a los gritos mientras entraban, asegurándose de que el portero los escuchara. - ¡Hola, Miguel! ¿Cómo andas?
- Buen día… bien, bien. – Saludó casi paralizado de la sorpresa. Al pasar Juan, el portero le dio una fuerte palmeada en la espalda a modo de felicitación. Sin que Majo lo viera, antes de que entrara al ascensor lo señaló con un dedo en un gesto que inconfundible: “¡Qué bien guardado te lo tenías!”
Así, gracias ase pequeño acto la defensa del caso empezaba a ganar sustento. Majo, al subir y despedirse de Juan, a pesar de no tener testigos, le obsequió un segundo beso, tan húmedo y cargado de sentimiento como el primero. Su vecino había sido caballeroso, un buen oyente, compartía el gusto por el amor prohibido y les estaba dando su ayuda de forma desinteresada… comenzaba a verlo más que como un simple peón en su venganza… “¿Estaré siendo impulsiva al besarlo por puro placer? Digo, es la primera vez que tengo una conversación con él, que paso una mañana con él y ya sabe todo sobre mí y mi hermano, sabe que tengo un Onlyfans… no debería tomar decisiones tan apresuradas, si se levanta de malas puede hacer conmigo lo que quiera, literalmente me tiene en la palma de su mano. Quizás estoy yendo demasiado lejos y rápido movida por los celos.”
- Tu hermano te enseño a besar muy bien. ¿A él también le mandas la lengua hasta la garganta? – Le dijo al oído, con cuidado extremo. Esas palabras bastaron para que abandonara sus elucubraciones.
- ¿No te gustó? – Preguntó aliviada de que le haya devuelto el beso con la misma intensidad.
– No tenías que hacerlo, no hay nadie cerca, digo, aunque estoy agradecido no había necesidad del acting.
- Es para ayudarme a meterme en el papel. Si te molesta no lo hago más. – Juan sonrió ante su sagaz respuesta.
- Hay algo que te voy a pedir antes de que te vayas. No te creas que esto te va a salir gratis, si queres que testifique a tu favor vas a tener que darme algo a cambio. - Majo le dedicó una mirada de sorpresa, al parecer su salvador no era tan bueno como aparentaba. - ¿Me pasas tu whatsapp?
Majo soltó una carcajada.
Toda esa alegría, todas esas mariposas que comenzaban a dar sus primeros aleteos en su interior se inmolaron contra una fogata al llegar al entrar silenciosamente al departamento y escuchar el inconfundible sonido de una mamada proveniente de la habitación de Gabriel. Como venía ocurriendo, la mandaban a comprar, aprovechaban a coger, a comerse mutuamente y luego de almorzar, se iría. Otro día sin que la fotografiar a ella, sin que la besara, sin que la tocara… otro día en la que solo era su hermano y si Gabriel quería eso, eso tendría. Ahora Majo, su Majito, tenía con qué contratacar en esa guerra de celos.
La puerta estaba entre abierta y por una rendija pudo ver a la cabellera rubia de Noe subiendo y bajando entre las piernas de su hermano. Este tenía el pantalón y el bóxer en arrugado en un tobillo, la rubia además de cabecear se entretenía con sus bolas, besándolas, hundiéndose en ellas…
- ¡Se les terminó el tiempo!¡Ayúdame con las compras! – Gritó muy cerca de la puerta y pudo ver cómo tanto la rubia como su hermano se sobresaltaron del cagazo. “Espero que le haya mordido un huevo.” pensó Majo con malicia.
A rato ambos se apersonaron en la cocina y le ayudaron a acomodar los víveres con el bochorno estampado en sus caras. María José no podía estar más complacida por arruinarles el momento.
- Hiciste rápido, no te escuché llegar. – Le dijo en voz baja Gabriel mientras acomodaba el frasco de café instantáneo en la alacena.
- Tuve ayuda, en más de un sentido. Después tenemos que hablar de algo muy importante. A solas. – Expresó poniendo énfasis en el “A solas”, asegurándose de que Noe, que estaba cerca, la escuchara y vaya que la escucho, ya que le dedicó una mirada de soslayo.
- ¿Sobre qué? – Se impacientó Gabriel.
- A solas te cuento. - Tenía una tonelada de chisme que contarle a su hermano y poca paciencia para esperar, cuanto antes Noe cazara la “indirecta” mucho mejor.
Una nueva etapa
Pasaron dos semanas desde que Noelia y Juan llevaron a cabo el plan de salvataje y este fue un éxito. Gabriel en un principio no podía estar más complacido con la intervención de su vecino, pensó que no solo podía fotografiar a su hermana tranquilo, no solo podía acostarse con Noelia de vez en cuando, también podía conservar el departamento que tanto les gustaba, la razón por el que habían abierto el Onlyfans… no podía estar más equivocado, del triángulo amoroso fue el que más salió perdiendo y en la soledad de su departamento, se percató de que había descuidado demasiado a su hermana.
Acostado en el sofá, mientras Majo y Juan tenían una de sus salidas casi diarias, no le quedaba otra que mensajearse con Noelia. Experimentaba lo mismo que su hermana sintió cuando la excluyó debido a la intromisión de la rubia. Aunque no sentía celos a su mismo nivel, no podía dejar de pensar en cómo recomponer su relación con Majo.
El celular volvió a sonar, era la rubia, que para no seguir provocando a María José había decidió limitar sus visitas. Así fue como sin quererlo, Gabriel se quedó sin el pan y sin la torta… aunque no todas eran pardas, la rubia sabía muy bien cómo mantener una conversación interesante.
Conversación falsa con fotos y ella proponiendo una nueva sesión
Mientras Gabriel les daba un caramelo a sus ojos, María José observaba un espectáculo de terror. Comía con Juan en un Mc Donalds céntrico. Sentía que aún le debía mucho, por ende, lo que había comenzado como una coartada perfecta mutó en una verdadera relación que tanto Majo como Gabriel vieron con buenos ojos. Estos comenzaron a salir más seguido y ya no tanto por compromiso, aunque había cosas que Majo tenía dificultad para tolerar. Cuando ella lo vio comerse una una Tasty Triple casi que rompe con él por el enchastre que hizo.
- No parecías de los que les gusta ensuciarse las manos. Me parece que voy a vomitar y a dejar que nos echen del edificio.
- “Pegdon” – Dijo con dificultad, con los dedos bañados en una mezcla repugnante entre salsa, kétchup y mostaza. – Amo las hamburguesas, y cuando uno ama algo se banca la suciedad, eso aplica para la vida misma.
- Buen punto… buen punto. – Coincido. - Las cosas más ricas son las que ensucian. – Aceptó recordando por algún motivo su último episodio incestuoso con Gabriel. Esa frase hubiera decorado de perlas ese momento… pensar que casi perdía la virginidad anal con su hermano, se suceso, parecía más lejano de lo que en verdad era.
Juan además de ser una máquina consumidora de calorías, era una máquina gastadora de servilletas. Había elegido una hamburguesa demasiado grande y asquerosa para alguien delgado y en forma como él. Sin dudas era de los flacos que tenían un horno de fundición de la revolución industrial en el estómago, todo lo quemaba en el acto. Ni siquiera pudo atacar sus papas porque las bañó en kétchup y se las terminó él. Majo sentía que por no haberle comido su comida había fallado como novia.
Tras terminar y tomarse un momento para descansar de la comilona, Juan le preguntó que estaría haciendo su hermano en ese momento. La castaña sonrió.
- Está solo. Noe se dio cuenta de que se estaba propasando y no viene a joder tan seguido como antes. La semana pasada se apareció dos veces nomas.
- Me imagino, como para que no se diera cuenta, tus enojos no son muy sutiles.
- Ja-JA, que chistoso. Ahora Gabriel se hace el pobrecito, no hicimos ninguna sesión y me la paso subiendo selfies al Onlyfans como hacen todas. Ya no son fotos tan lindas pero igual garpan… aunque me preocupa que los suscriptores bajaron un pequeño porcentaje.
- ¿Cuánto?
- 15%.
Juan negó con la cabeza, su idea de pequeño porcentaje no coincidía con los de ella: - Sobre eso… - Limpiándose al completo para demostrar que iba en serio. Nadie podía ser tomado en cuenta si tenía los dedos manchados con aderezo y los labios pintados de comida como el Joker. – Me gustaría que vuelvas a tener una sesión como las de antes. Tus sesiones eran muy, muy buenas y el toque fotográfico y cuidado que le daba tu hermano a la cuenta era el plus de distinción que la diferenciaban del resto, y créeme que sé de Onlyfans, soy un pajero crónico.
- ¿En serio? Es decir, estoy enojada con él, entendeme, estábamos perfectos los dos, cada día era especial, yo era su todo, me trataba como a una reina hasta que se metió la otra y…
- Por tu culpa, perdón que te lo diga. – Para esa altura, Juan conocía todos los capítulos incestuosos entre los hermanos, incluso el del escondite en el placard para ver a Gabriel y Noelia coger. – Ella te compite en belleza, se salió de las manos y él te descuido, eso te lo creo, pero si la rubia se metió entre lo que tenían fue por tu propuesta.
- ¡Arrrggg, puta madre no me lo recuerdes, no sé en qué pensaba ese día! – Se exasperó apretándose los lados de la cabeza con las manos. – Antes verlo con otra me causaba, ya sabes… ¡Tanto! Y ahora es como una tortura ¿Por qué cambié así?
- Solo quería decir que me gustaría que volvieras a tus sesiones clásicas, no quiero que por esta relación que tenemos pienses que te voy a celar o algo así… - Acercándose a la mesa para que nadie oyera lo que le iba a decir. – Me calentaría a mil saber que vos y tu hermano vuelven a lo que hacían. En serio.
Majo le dio un sorbo al hielo con una pizca de coca en su vaso (la clásica estafa del Mc Donalds, vender Coca-Cola con más hielo que el polo sur). Sin dudas no podía haber tenido más suerte al conocer a alguien como Juan, que les limpió la imagen inventando un noviazgo con ella (aunque siendo francos, él también ganaba su buena cuenta de status) y también disfrutaba de conocer las travesuras que tuvo con su hermano y hasta la alentaba a vivir nuevas. Sin embargo, el hombre aún no terminaba.
- Voy a ser directo, como vos siempre sos directa conmigo. Si los salvé de que los echen, es precisamente para que siguieran cogiendo como conejitos en su madriguera. Me tenés podrido con tu pelea con Noelia, perdón que sea así de directo.
Majo quedó patidifusa al obtener una dosis de su propia medicina. Para colmo Juan no había terminado. Detrás de su fachada de “buenudo” y mosquita muerta parecía esconderá algo de carácter.
- Pasaron más de dos semanas de tu última sesión, quiero que vuelva a fotografiarte, quiero que te coja donde más te guste y estar ahí cuando eso pase. ¿Soy claro? Quiero estar en esa sesión, verlo todo, sino me voy a arrepentir de haberme involucrado y jugado la piel frente al consorcio. Por si no te acordás varios en el edificio me voltean la cara y me hicieron la cruz porque me atribuyen todos tus escándalos.
- Okey… claro como el agua. Voy intentar salvar mi…
- No lo intentes, o lo haces o no lo haces, intentarlo no. – Resolvió con una frase que parecía sacada de una galletita de la suerte.
Esa muestra de autoridad era lo que la castaña necesitaba para decidirse a pasar de la farsa a la realidad.
- Tenés razón, no puedo tirar años de incesto por la borda por culpa de ella. – Estirándose para darle un pico, descomprimiendo un poco la tensión de la charla… y de paso, pasar al siguiente nivel. - Cuando te mostré las fotos que subo a Onlyfans me escribiste un montón de cosas que me harías y te dije que no estaba lista para darle tanta realidad a lo nuestro, ahora me gustaría que te ensuciaras las manos con otro plato, ya que tanto te gusta… no es una hamburguesa precisamente.
- Si es lo que creo que es, también tiene capas de carne y salsa, me encantaría probar tu platillo. – Le susurró mirando de reojo a las familias comiendo y a los niños abriendo sus cajitas felices alrededor, ajenos (por suerte) a esa subtrama sexual germinando en medio de ese ambiente limpio y familiar.
- Mmmm sí, mucha salsita, o aceite, mejor dicho, tiene mucho aceite.
Mientras le proponía subirle la intensidad a la relación su mano, con disimulo por debajo de la mesa, le acarició el bulto por sobre el pantalón, palpando el diámetro del paquete, el primer paquete legal con el que tenía contacto. A pesar de que su hermano venía dotado, Juan parecía no perderle pisada, la mano de Majito acaricio el bulto de manera profunda y lenta, reconociendo cada sección aun por arriba del pantalón.
- Hay chicos por todos lados… - Se alarmó cuando su mano simuló el movimiento de la masturbación. – No quiero ni pensar que pasa si nos pescan.
- Entonces vayamos a dónde no haya chicos, como tu departamento. – Propuso con su sana costumbre de ser directa. – A no ser que prefieras ponerte a jugar Ghost Recon con tus ex inquilinos.
- ¡Carajo, no! – Levantándose y derrumbando una montaña de sobres de aderezo y servilletas hechas un bollito sobre la mesa.
La pareja abandonó el local de comida rápida entre risas y comentarios obscenos como una pareja normal, bromeando sobre cómo fueron ovejas negras en medio del rebaño, sobre como estuvieron a punto de pervertir a un montón de niños. María José casi ni lo notó, por primera vez podía expresar su afecto en público, sin preocupaciones por mantener un secreto o pensar en el qué dirán… por primera vez le tomó el gusto a la legalidad y si podía equilibrar eso con su gusto por lo prohibido con su hermano estallaría de felicidad.
Continuará...
Gracias por leer y perdón por la tardanza! Si les gustó puntuen, comenten, opinen... fue un capítulo largo necesario para que la trame avance y se arrime al final
13 comentarios - El Onlyfans de mi hermana. Parte 11
Me encantan tus relatos, pero espero esta historia de frutos convincentes
porque marca masomenos el camino por donde va ir todo. pd: me parece gratificante entrar a p! y ver que seguis apostando por esta forma de arte
PD: No me gusta Juan, ojalá se quede con las ganas de ver a los hermanos coger 🤣
Tendrás un link donde se puedan encontrar todos los relatos por orden.?
Supongo que el debut "a lo grande" será con un trío y Majito se irá con Juan u otro.
Personalmente el mayor morbo que pienso que hay es el del incesto y meter a terceros como que lo baja en vez de subirlo (en otro tipo de historias sí ayuda).
P.D.: Odio a Noe, jodió todo.
Supongo que el debut "a lo grande" será con un trío y Majito se irá con Juan u otro.
Personalmente el mayor morbo que pienso que hay es el del incesto y meter a terceros como que lo baja en vez de subirlo (en otro tipo de historias sí ayuda).
P.D.: Odio a Noe, jodió todo.
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