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Vacaciones en la playa. Viaje a Cancún. Capítulo 5

Vacaciones en la playa. Viaje a Cancún. Capítulo 5


No leiste "Vacaciones en la playa I" o no te lo acordás? Acá te dejo el link para que disfrutes de los primeros 10 capítulos de esta historia:
PARTE I. CAPITULO 1

Y acurdate que "Vacaciones en la playa" tiene segunda parte. Otros 10 capítulos increíble para conocer más a fondo a la protagonista y nuestra historia:
PARTE II. CAPITULO 1

Luego de vivir dos veranos muy calientes junto a sus amigas y amigos, Cintia emprende un viaje a Cancún con su novio en donde el placer y la lujuria van a estar presentes en todo momento. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 5: Aniversario romántico
   Janet y Damian se fueron muy temprano al día siguiente por lo que no tuvimos la oportunidad de despedirnos como correspondía. Intercambiamos celulares y nos avisaron cuando llegaron a Canadá para decirnos que nos esperaban allí para conocer mejor su país. Cuando los habíamos conocido habíamos pensado que se iba a tratar de una pareja insoportable que nos iba a arruinar la intimidad del viaje. En tan solo tres días cambiaron esa opinión que teníamos de ellos y lograron posicionarse en una pareja de nuevos amigos que nos ayudaron a vivir una experiencia increíble. Es que al día siguiente no podíamos dejar de recordar la noche que pasamos los cuatro juntos y ese recuerdo nos calentaba tanto, que tuvimos que volver antes del almuerzo a la habitación para sacarnos las ganas y tener un rapidito complaciente.
   Los canadienses ya se habían ido, pero a nosotros todavía nos quedaban unos días de viaje y queríamos disfrutarlo al máximo. No coincidimos con ninguna otra pareja, por lo que nos dedicamos a pasarla juntos, caminando por la playa como el primer día, relajándonos en el mar de agua cálida y disfrutando del sol y el viento suave. Cris descubrió una clase de futbol en la playa y se anotó para participar durante los días que quedaba y yo preferí unirme a la clase de zumba que daba una de las chicas del hotel y que te dejaba agotada. Después de eso, nos encontramos en la habitación para bañarnos y bajar al restaurante a cenar.
   - ¿Querés que vayamos a alguno de los abres a tomar algo?- Me preguntó Cris viendo que todavía era temprano para irnos a dormir.
   Yo acepté y elegí el bar al que habíamos ido las primeras noches. Entramos y buscamos una mesa que estuviese algo alejada de las demás para poder tener un poco de intimidad. Cuando Cris se levantó para ir a la barra, le dije que yo me ocupaba y él esperó sentado mirando la playa que se veía a lo lejos. Llegué a la barra y localicé a Mikael en la otra punta por lo que me acerqué caminando despacio. Tenía puesto un vestido algo escotado que dejaba al descubierto mis tetas y me había pintado los labios de un rojo oscuro, algo que claramente llamaba la atención. Aprovechando que no había nadie más esperando, me senté en una silla y lo saludé.
   - Hola.- Me saludó él con una sonrisa.- ¿Qué te sirvo?- Me preguntó y yo le ordené un trago.
   - Estoy con mi novio.- Le contesté luego de que volviera a preguntarme si estaba sola.- Es ese que está ahí.- Le dije señalándolo con la mano mientras Cris miraba por la ventana.
   - Eres muy bonita para ser de un solo chico.- Me dijo él rápidamente agitando la coctelera.
   - ¿Y quien te dijo que soy de un solo chico?- Le pregunté yo levantando las cejas.
   - ¡Apa! ¡Así que tienes novio pero eres libre!- Me contestó él sirviendo mi trago.- ¿Y quieres que nos veamos un rato a solas o no se puede?- Me preguntó directamente y supe que no podía rechazar esa oferta.
   La cosa había funcionado muy bien con Cristian todos esos años porque los dos habíamos sido sinceros. Los tríos en los que habíamos participado previo a ponernos de novios nos enseñaron que si teníamos ganas, teníamos que sacárnoslas, pero siempre contándole al otro lo que pasaba. El problema era que ese viaje lo veníamos planeando hace meses en plan romántico y no quería cortar con ese romanticismo que me encantaba. Tampoco quería perder la oportunidad de estar con un macho divino como lo era Mikael. Sin lugar a dudas la noche con Janet y Damian había cambiado el rumbo de ese viaje y sentía que si hablaba con Cris, podía convencerlo de sumar a Mikael a nuestras aventuras. Pero primero tenía que hablarlo y convencerlo.
   - Dejame hablar con mi novio y vemos de hacer algo los tres. ¿Te parece?- Le pregunté al chico de la barra.
   - ¡Yo no soy celoso!- Me respondió él.- Te espero a las dos afuera del bar.- Dijo y se fue a atender a una pareja que se había sentado cerca de mí.
   Volví a la mesa con la ilusión de que iba a proponerle a Cristian de repetir la experiencia de anoche con alguien más y que él iba a aceptar sin problemas. Sin embargo, cuando me senté en la mesa con los tragos él empezó a hablarme de nuestra relación, de lo feliz que era conmigo y que quería que siguiéramos viviendo momentos juntos. “No me refiero solo a sexo, sino a la caminata de hoy por la playa o al almuerzo de hoy los dos solos” me dijo agarrándome las manos por encima de la mesa y mirándome a los ojos. Era claro que estaba teniendo un momento de romanticismo el cual no quería romper y decidí quedarme con él mientras seguía diciéndome todas esas cosas dulces. Me rehusé mirar a la barra de nuevo, no quería ver a Mikael a los ojos y cuando salimos del bar pasada la una de la mañana, lo hice con los ojos apuntando al piso y de la mano de mi novio.
   Llegamos a la habitación y él fue directo a acostarse mientras yo revisaba el celular. No podía dormirme, pensaba en todo lo que me había dicho y en el chico de la barra. ¿Era momento de poner fin a nuestras aventuras y de disfrutar del sexo como pareja? ¿Era eso lo que me había querido decir Cristian? ¿Iba a ser Janet y Damian nuestra última aventura? El reloj avanzaba y eran casi las dos de la mañana y no hacía otra cosa que imaginarme a Mikael esperando en la puerta del bar a que yo llegara. Entonces miré la fecha y me di cuenta que ya había cambiado de día y que era nuestro aniversario. Todo lo que Cris me había dicho, había sido porque cumplíamos un año más de novios y yo no me había dado cuenta.

   - ¡Feliz aniversario, hermoso!- Le dije al día siguiente para despertarlo.
   Nos dimos unos beses, nos abrazamos y nos levantamos para ir a desayunar al comedor principal. Habíamos pedido que ese día nos prepararan algo especial y conseguimos que el desayuno nos lo llevaran a una carpa privada rodeada de flores y una decoración muy romántica. Entre besos y caricias terminamos el desayuno y nos fuimos a caminar juntos por la playa, alejándonos más de la cuenta. No pensaba en Mikael, pues ese día iba a ser exclusivo para mi novio, ese día iba a ser nuestro y lo íbamos a disfrutar juntos.
   A pesar de eso, no pude evitar cruzármelo cuando iba a la clase de zumba y le confesé que no estaba segura de si iba a poder darse. “Vamos chica, que estas muy bonita para ser sola de uno” me dijo él arrinconándome contra una pared y yo no me pude mover. Empezó a besarme el cuello, a acariciarme la cintura y noté como una de sus manos se metía entre mis piernas. “¡Ay por favor!” dije al sentir su dedo entrar en la parte inferior de mi bikini y sentir como me tocaba toda. Me mojé enseguida, mi cuerpo me desobedecía y mis piernas se paralizaron. Sus labios carnosos se sentían excelente y mi boca no paraba de temblar. “¡Ay sí!” gemí de nuevo cuando uno de sus dedos empezó a entrar en mi cuerpo.
   De golpe oímos voces y nos alejamos rápidamente. Una pareja dobló en la esquina y luego de que pasaran Mikael intentó volver hacia mí pero yo lo frené. Le expliqué que ese día cumplía años con mi novio y que no podíamos estar juntos y él entendió, pero me hizo saber que se moría de ganas de estar conmigo. “No me importa si estamos solitos y si tu novio participa. Yo quiero hacerte mío preciosa” me dijo acariciando mi rostro y me alejé porque sabía que podía volver a caer en sus manos. “Hoy no. Mañana vemos” le dije y me alejé sintiendo mi entrepierna totalmente mojada.
   La clase de zumba me ayudó a distraerme un poco y cuando me reencontré con mi novio, volvimos a la habitación para darnos una ducha refrescante. La cena que el hotel nos había preparado también era muy románica. En este caso era en un pequeño muelle que estaba sobre el mar en donde habían preparado una mesa para dos junto con diferentes platos y varias bebidas. Uno de los chicos del hotel nos acercó las cosas y cerró parte del muelle con una cortina para darnos un poco de privacidad. La vista al mar y a la luna que se reflejaba en este, era el detalle perfecto y súper romántico de la noche.
   Comimos y conversamos tranquilos mientras recordábamos algunas historias de nuestros comienzos y planeábamos futuros viajes alrededor del mundo. Los mimos, besos y caricias no faltaron en ningún momento y algunos gestos algo provocadores. La idea de hacerlo en el mismo muelle fue descartada cuando nos dimos cuenta que había dos empleados del hotel en la playa para cualquier cosa que necesitáramos, por lo que no íbamos a poder hacer mucho. Más allá de eso, me animé a sentarme encima de él y a calentarlo con unos besos provocadores y unos movimientos de cintura que me hicieron sentir la dureza debajo de su ropa.
   - ¿Qué pasa mi amor? ¿Te calentaste muy rápido?- Le pregunté notando como su pija empezaba a endurecerse con el roce de mi cintura. Él no respondió, simplemente sonrió y me dio un beso bien húmedo.
   Cerca de la medianoche salimos del muelle y comenzamos a caminar por la playa tomados de la mano. No decíamos nada, mirábamos la costa mientras nos alejábamos del hotel lentamente. La luna brillaba encima nuestro y las olas rompían al lado nuestro sobre el mar clamo. Pasamos unas pequeñas cabañas que debían de ser donde vivía la gente que trabajaba en el hotel y me pregunté si Mikael estaría ahí en ese momento. Seguimos de largo y saqué al joven morocho y musculoso de mi cabeza y me paré en seco para besar a Cristian de forma apasionada. Él me abrazó por encima de la cintura y me devolvió el beso con ganas. De golpe las cosas se pusieron mucho más calientes sin que pudiéramos controlarnos. “¿Volvemos a la habitación?” me preguntó él pero yo no quería esperar.
   Me arrodillé en frente suyo en medio de la arena y mi novio se quedó helado. “Amor… ¿Estas segura?” me preguntó el mirando en todas direcciones pero yo simplemente le dije que se relajara y disfrutara del momento. Le desabroché el pantalón y tomé su pija que aún seguía algo dura después de esos besos bien calientes. Empecé a pajearlo mirándolo a los ojos y noté como él seguía observando hacia todos lados, pero como a su vez disfrutaba del momento. Una vez que la tuve totalmente dura entre mis manos, le pasé la lengua por la cabecita y dejé caer un hilito de baba sobre ella para dejarla toda mojada. Con mis dedos esparcí la saliva por todo el tronco, abrí bien grande la boca y empecé a chupársela.
   - ¡Uhh mi amor!- Dijo él sin poder aguantarse las ganas.
   Se la chupaba lentamente, metiéndomela y sacándomela de la boca con movimientos suaves pero firmes. Quería ir subiendo la temperatura de a poco, ir calentándolo lentamente hasta tenerlo a mi merced. Movía mi cabeza hacia adelante y hacia atrás comiéndomela cada vez un poquito más. Usaba mucho mi lengua para lamerla y de vez en cuando dejaba caer un poco más de saliva a pesar de que ya estaba toda cubierta. Él no dejaba de mirar hacia los costados vigilando que nadie nos viera, pero la playa estaba completamente desierta y las cabañas que habíamos pasado habían quedado muy atrás.
   Una vez que tenía su pija completamente dura y toda empapada en saliva, me levanté y lo seguí pajeando mientras lo besaba y le desabrochaba la camisa que tenía puesta. Con la mano le fui acariciando el pecho y el hizo lo mismo conmigo, sacándome el vestido y dejándome en ropa interior. Se inclinó hacia adelante para besarme las tetas por encima del corpiño y para meter su mano entre mis piernas y sentir la humedad que se había formado en mi bombacha. La arena molestaba un poco, pero nosotros dos no queríamos parar y dejar de disfrutar de ese increíble momento a la luz de la luna.
   Cris se arrodilló y abriendo mis piernas con mi mano me bajó la bombacha para dejarme completamente desnuda. Metió la cabeza entre mis muslos y empezó a lamerme la conchita desde abajo. Me encantaba cuando hacía eso, pues yo siempre cerraba las piernas y lo atrapaba para tenerlo a mi merced. Él no dejaba de chupármela, me la lamía como loco, moviendo sus labios en todas direcciones y buscando con la punta de su lengua mi clítoris. Yo también miraba de vez en cuando hacia los costados, pues me había trasladado el miedo de ser vistos, pero no dejaba de disfrutar y de gemir por lo bajo con cada lamida.
   Lo solté y él se liberó para pararse nuevamente en frente mío. Los dos completamente desnudos, nos volvimos a abarazar y a besar con ganas mientras la fresca briza nos cubría. Yo me di vuelta y mirando al mar me incliné hacia adelante para dejar mi cola bien paradita y a su disposición. Cris se agachó y colocó su pija sobre mi conchita y poco a poco me la fue metiendo hasta que la tuve toda adentro. Entonces me abrazó con ambos brazos y colocó sus manos encima de mis tetas para empezar a cogerme suavemente.
   - ¡Ay mi amor!- Gemí mientras que mis manos recorrían sus brazos.
   Cristian se movía suavemente hacia adelante y hacia atrás y me hacía sentir su pija entrando y saliendo de mi cuerpo de una forma muy sensual y placentera. Yo miraba al mar que rompía en frente mío mientras que gozaba de ese momento. Mis rodillas se quebraban más y más, sin embargo el me sujetaba con sus manos y su cuerpo se mantenía firme con cada movimiento. Yo gemía suavemente y gozaba como loca, sintiendo su respiración en mi oído agitarse cada vez más. La luz de la luna le daba un toque muy romántico a toda la situación y el roce de nuestros cuerpos me calentaba como nunca.
   No pude sostenerme más y caí rendida en el suelo, apoyándome en mis manos y levantando mi cola. Cris se arrodilló atrás mío y empezó a cogerme en cuatro mientras me sujetaba de la cintura. Poco a poco fue acelerando sus movimientos, los cuales pasaron de ser cortos y sensuales a largos y fuertes. Metía su pija bien a fondo de mi conchita y la sacaba casi por completo para repetir ese movimiento más y más. Estiro una de sus manos por todo mi cuerpo y la llevó desde mi cintura hasta mis hombros y luego la bajó nuevamente hasta mi cola, pegándome un chirlo suave, pero fogoso. “¡Ay mi amor! ¡Voy a acabar!” le advertí sintiendo como su pija se clavaba bien a fondo de mi conchita.
   Él empezó a cogerme más y más rápido. Se puso como loco y de forma acelerada comenzó a mover su cintura hacia adelante y hacia atrás haciéndome sentir un placer inmenso. Yo no dejaba de gritar y gemir con ganas, sin importarme si había alguien cerca de nosotros. Mis manos se hundían en la arena y mis ojos se clavaban en el mar que seguía moviéndose sutilmente frente a nosotros. Cristian estaba como loco, me cogía a lo bestia y me pegaba chirlos que me calentaban todo el cuerpo. Giré la cabeza y pude ver que ya no miraba alrededor, sino que se concentraba en su pija que estaba entrando y saliendo de mi concha una y otra vez. “¡Ay amor! ¡No pares! ¡No pares!” le pedí gimiendo como nunca y cerrando los ojos.
   Entonces acabé y noté como mis piernas se empapaban. Cristian no frenó, siguió cogiéndome con ganas al mismo tiempo que yo disfrutaba mi orgasmo y sentía mi concha salpicar su cuerpo. “¡Así! ¡Me encanta!” le dije percibiendo los movimientos cortos y fijos que hacía al enterrar toda su verga en mi cuerpo. La noche era perfecta y el orgasmo que acababa de tener lo hacía todo aún más increíble. Él se siguió moviendo de forma suave para que yo terminara de regocijarme de placer y cuando ya estuve totalmente satisfecha se levantó y esperó mi movimiento.
   Yo volví a arrodillarme frente a él y tomando su pija con mi mano lo empecé a pajear a toda velocidad. La tenía toda mojada, seguramente con los mismos fluidos de mi cuerpo que había logrado sacarme con esa excelente cogida. Eso no me impidió metérmela en la boca y chupársela hasta que acabó y me llenó la lengua de semen. Como una novia buenita y complaciente, me tomé hasta la última gotita de leche que salió de su cabecita roja y él gimió de placer para hacerme saber que le encantaba como se la chupaba. Una vez que terminó le pasé la lengua por toda la verga hasta dejársela lo más limpita que pude y le regalé una sonrisa desde abajo.
   Nos levantamos, nos cambiamos y nos dimos un abrazo bien romántico mientras observábamos el mar, la luna y escuchábamos el viento. “¿Vamos?” me preguntó él tras varios minutos y emprendimos la vuelta caminando a paso lento para el hotel. Nuevamente lo hicimos en silencio, admirando las plantas que había de un lado y el mar del otro. El ruido de los bares apareció luego de un rato y pasamos por las cabañas en las que se alojaban los empleados del hotel. No pude evitar volver a pensar en Mikael, si estaría ahí adentro o si estaba trabajando en el bar en ese momento. Agarré con fuerza la mano de mi novio, lo miré sin dejar de caminar y junté valor para preguntarle lo que le quería preguntar hacía días.
   - Amor… ¿Tenés ganas de que sumemos a alguien más antes de volver a casa?


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