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Secretos de la familia. Capítulo VII:

“La otra confesión”

Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/4485799/Secretos-en-la-familia-Capitulo-l.html
Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/4528997/Secretos-en-la-familia-Capitulo-Vl.html

Cuando mis padres murieron yo solo era una niña de unos 6 años, la noticia me dejó devastada, porque no solo perdía a mis padres a tan temprana edad sino que también no sabía que iba a ocurrir conmigo. Esto principalmente porque la familia de mi padre como la de mi madre, no eran muy cercanos a mí y de hecho, ni al funeral aparecieron. Sin embargo un rayo de esperanza salió cuando menos lo esperaba, Isidora y Daniel, que fueron cercanos a mis padres, se hicieron cargo de mí. 

Ellos tenían un hijo de mi edad, el cual curiosamente era mi compañero de clase y lo único que hizo el primer día fue quedarme viendo como un cuadro. Debí darme cuenta que no sería todo normal cuando Isidora lo primero que me dijo acerca de su hijo, es que no le diga nada relacionado al asunto de mis padres y que finja ser su hija y hermana de ese chico de toda la vida. Ingenua, le hice caso, pensé que sería un juego, porque como dije ese chico era mi compañero de clases.

Pero vaya sorpresa fue al darme ver que él no me recordaba, sí, mis padres murieron apenas había entrado a clases, pero no era excusa para que ese chico que me quedó viendo todo el día, no me recordada en lo más mínimo. Con el tiempo fui dándome cuenta que era algo común que él olvidada cosas, principalmente a las personas con las cuales podía relacionarse y eso se debía a Isidora. Ella se metía en la cabeza de su hijo y le hacía creer cosas que nunca pasaron, como que los niños no querían ser sus amigos y esto perturbaba a Bruno. 

Ocasionando que él tenga ciertos lapsus y en verdad creyera lo dicho por su madre, quien además se aseguraba que los niños que interactuaban con Bruno no volvieran acercarse a él, principalmente si eran niñas. Esto lo hacía de manera constante y él ingenuo le creyó todo lo que le decía su madre, de hecho me daba pena, porque más que un ser humano, parecía un muñeco que respiraba, no fue un niño normal, porque su madre se encargó de que creyera que no encajaba con nadie y que todos pasaban de él, como si no existiera.

Yo quizás debí hacer algo al respecto y tratar de ayudar a Bruno, sin embargo, no me atreví a desafiar a Isidora, mucho menos cuando presencie de lo que era capaz cuando una de mis amigas, Yasmina, intentó establecer una amistad con Bruno. No la agredió físicamente, a ella no le es necesario usar la fuerza cuando es una manipuladora de primera y con un par de palabras es capaz de quebrar la voluntad de alguien. –“Eso quiere decir, que el lado más violento de Isidora no la conoces, ¿verdad?”- interrumpió Tomás. 

–No- afirmé desconcertada, –“Perdón, prosigue”- dijo mirándome fijamente al igual que lo hacía Isidora cuando buscaba dejarme claro que Bruno le pertenecía. La diferencia entre ambos, era que él no me causaba miedo, sino confianza y seguridad. Así que después de unos segundos, continué relatándole, sobre mi vida con Isidora, Daniel y Bruno, le mencione sin profundizar mis líos actuales, sin embargo, regresé al momento en donde mi vida comenzó a tener un cambio y una de las razones por la cual Bruno hoy me odia.  

Todo empezó, poco después de cumplir los 18 años, Daniel comenzó a tener una actitud distinta conmigo, parecía consentirme más y al mismo tiempo, me miraba con unos ojos algo lujuriosos. Similar a las miradas que me daba mi hermano, aunque claro Bruno nunca me observó con tanto deseo, sino de una manera más inocente y platónica. Admito que a mí me encantaba que mi hermano me observada de esa forma, porque él me gustaba, y quería ser más que su hermana adoptiva, quería ser su mujer, no obstante, eso era imposible con Isidora cerca. 

Como mencione antes, ella nunca me trató mal, de hecho me hacía sentir como su hija biológica, pero su actitud cambiaba cuando yo algunas veces intentaba seducir a Bruno. Varias veces ella me mostró su verdadera cara terrorífica y si bien no me hizo daño, sabía que no debía y no podía enamorar a Bruno, por eso me sentí frustrada cuando apareció Agustina y desafió a Isidora, pasando por encima de sus amenazas y haciendo que Bruno viviera fuera de esa cárcel que construyó esa mujer para su hijo. 

Odie con todo mi ser a la rubia y estuve feliz cuando desapareció y sí, estoy segura que fue mamá, quien se encargó de ella, no obstante, hoy me siento mal porque Bruno parece alguien apagado y sin ganas de vivir. Lo único que lo ha mantenido vivo es una chica que conoció el mismo día que Agustina se fue y que ha sido capaz de sacarle algunas sonrisas, pero la rabia contra mamá y el no saber nada de quien fuera nuestra vecina, lo está volviendo en alguien lleno de rencor. Ya no veo aquel chico dulce que le apasionaba pintar y a mí me encantaba observar secretamente. Me gustaría que Agustina volviera solo para volver a ver feliz a mi hermano. 

Esas declaraciones que le hice a Tomás, hizo que él me miraba seriamente y en sus ojos notaba la rabia que le causó el acto de crueldad de Isidora, por separar a Bruno y Agustina. –“Entiendo, pero ¿desde cuándo comenzaste tu amorío con tu padre adoptivo?”- preguntó tratando de situarme en un punto para que comience a relatarle mis problemas actuales. –Unos 6 meses- afirmé de manera escueta y suspirando, –Si bien Daniel fue quien empezó a llevar la relación a otra parte, fui yo quien dio ese paso y lo engatusó, todo porque buscaba una respuesta por parte de él- 

Nunca pensé que iba a tener una aventura con quien me crio, pero joder, los misterios que rodeaban mi persona, me llevaron a cometer aquel acto, aunque también el morbo y el deseo con el que me veía me dominó y me dio bastante placer. Sin embargo, jamás lo he amado y ahora mismo me siento algo defraudada de él, pues, creí que sería sincero conmigo, pero al igual que con Bruno, solo me mintió, callando el secreto de mi madre biológica. Así que sí, Daniel e Isidora, son tal para cual, porque les gusta aparentar ante los demás y enterrar la verdad. 

–“¿Podrías decirme que respuesta buscabas de Daniel y de tu tío?”- preguntó sereno Tomás. –Sí, bueno. Hace unos 7 meses aproximadamente, mi tío Gerardo me confesó que yo no era hija de su hermano Guillermo, quien era el esposo de mi madre, sino que ella tuvo un amorío fuera del matrimonio y mi verdadero padre todavía estaba con vida- contesté rememorando aquel instante cuando Gerardo me reveló aquello, mientras tenía sus ojos fijamente en mi figura, algo que en un principio me incomodó, porque él no me generaba el morbo que si hacía, Daniel o Bruno.

Recuerdo que me quedé helada por unos minutos mientras procesaba la información, no estaba desconforme con el cariño que me habían dado Daniel e Isidora, pero saber que aún tenía un papá, me colocó muy feliz. Quería conocerlo, hablar con él y tener una relación de padre e hija que se nos había privado tantos años. Al preguntarle a Gerardo la identidad de mi padre, él se calló, tomó un vaso de agua y luego de beberlo, me dijo que no lo sabía con exactitud, que lo más probable Daniel si lo sabía.   

Al principio me dio pena y nervios consultarle acerca de mi posible verdadero padre, ya que lo más probable es que lo tomaría como algo malo, que no estaba conforme con todo lo que me habían dado. Aquella idea me torturó por semanas, me volví algo distante tanto con papá como con mamá, con Bruno no, porque sentía que él podía comprenderme, si le decía lo que me estaba pasando. Sin embargo, preferí callar y que pasaran los días, hasta que me anime a coquetearle a Daniel y a través de eso sacarle la verdad. 

Mi primer paso para aquello fue vestirme cada vez más sexy y atrevida, cosa de que él quedada asombrado al verme con ropa bastante ajustada o que resaltada mis atributos. Aunque más que cachondearlo, era yo quien terminaba excitada después de esa exhibiciones. Lo que me resultaba más candente era que Bruno me miraba todavía con inocencia, poco a poco fui ganándome la atención de Daniel y que me viera como una putita que buscaba consentirlo. 

No obstante, más que coqueteo no pasaba nada entre nosotros y cuando le preguntaba sobre mis padres, siempre buscaba la forma de desviar el tema. Entonces decidí ir más lejos y tomar aquella actitud traviesa definitivamente. Aquel día en que dejé de tener una relación de padre e hija con Daniel y me transformé en su amante, yo me encontraba en mi habitación escuchando música, mientras me pintaba las uñas. Isidora y Bruno habían salido y no regresarían hasta un par de horas.  

Recuerdo que me coloqué una mini falda rosada y un crop top del mismo color, pero de una tonalidad más clara. Todo para dejar boca abierta a Daniel. Antes de que yo saliera a sorprenderlo, él golpeó la puerta, –“Emma, hija, ¿puedo pasar?”- me consultó, –Sí, papi- le contesté sin dejar de pintarme. Él abrió la puerta y al verme quedó pasmado, deleitado observaba mi figura y yo coquetamente, se la presumía aún más. Vi claramente en sus ojos la lujuria y el fuego del pecado, clavados en mi cola pomposa. 

Sentir sus ganas de desvestirme y jugar con mi cuerpo, me cachondeó muchísimo, al grado de que dejé de pintarme las uñas y me mordí los labios a la vez que mi chochito se humedecía. Me sentí sofocada y hasta asfixiada de calentura, el morbo de imaginarme que Daniel iba a enseñarme a ser mujer solo hacía que me excitada más y más. –Pa-pa… ¿Pasa algo, papi?- consulté concentrándome en ese bulto que se estaba desarrollando en sus pantalones.      

–“N… Nnn… N-nada, hi-hi-hija”- contestó tartamudeando y tratando de controlarse. Hubo un denso silencio entre ambos, ninguno de los dos fue capaz de reaccionar ante los deseos que nos estaban invadiendo, solo nos quedamos mirando. Hasta que él para mantener la compostura, se dio la media vuelta y salió de mi cuarto. Suspiré y no pude evitar tocarme mis senos, mucho menos acariciar mi vulva empapada, para sentir un ligero alivio, no obstante, rápidamente comprendí que ante mí tenía una gran oportunidad.

Me levanté de la cama y fui buscando a Daniel por la casa sin hacer mucho ruido, porque no quería que se alteré, todo lo contrario anhelaba que estuviera tranquilo y no temiera por toda esta tensión que se había generado entre nosotros. Por lo que fue toda una sorpresa para mí, encontrármelo en su dormitorio, jalándosela y mencionando mi nombre, una y otra y otra y otra vez. Quedé impresionada al contemplar que la tenía bastante grande y lucía muy apetitosa mientras se masturbaba.

Bien dura, con las venas marcadas y la cabezota roja, donde se desprendían unos hilos de semen. En ese instante comprendí perfectamente, el motivo por el cual Isidora estaba con ese hombre. Es decir, para mí él físicamente no era atractivo, principalmente por esa barriga cervecera que poseía, en cambio ella es todo un pivon y fácilmente podía conseguirse a alguien mucho más guapo, si pretendientes no le faltaban, sin embargo, con ese troncazo, la situación cambiaba, ya que hasta yo veía a Daniel con otros ojos. 

Mi cuerpo entero ardió de deseo, babeando y mojándome aún más, ansiaba poder tomar esa vergota entre mis manos, recorrer cada pulgada con mis dedos y comérmela entera. Observé que cada vez se hinchaba más y más, estaba a punto de soltar toda su leche, lo que encontré un desperdició. Porque en vez de hacer un charco en el suelo, podía dármela a mí, que con gusto me la bebía, dejaba que me bañada o me rellenada en cualquier agujero que el deseé. 

Estaba embrujada por ese trozo de carne, sin mirar hacia atrás y olvidándome de todo, entré a esa habitación, mientras él cerró los ojos. Tal vez le quedaban dos jaladas más y se corría, pero al quedarme en frente de esa cosa, no me resistí y la toqué con mi dedo índice, solo bastó ese ligero toque, para que él convulsionada y suelte sus grandes chorros de semen encima de mí, a la vez que abría sus ojos desconcertado. Haber sido bañada por esa leche caliente y oler esa polla maloliente, me hizo perder absolutamente la cabeza. 

–“E-E… Emma…”- balbuceó aterrado, entretanto yo tomaba entre mis dedos un poco de su esperma que estaba en mi cuerpo y lo saboreaba. No puedo afirmar con seguridad, el porqué me pareció que era tan sabroso aquel líquido, pero solo quería más y vaciar esos gordos huevos peludos que le colgaban. Antes de que él dijera algo, tomé ese tronco con mis delgadas manos y se la apreté con fuerza mientras se lo sobaba y mi boca se acercaba paulatinamente. 

–Joder… Papá, tengo hambre… ¿Me dejarías comer tu caramelo?- le pregunté, dándole una pequeña lamida a esas pelotas. Él solo se quejó de gozo, aunque trató de decir algo, sin embargo, parecía que las palabras no fluyeron en su cabeza y no pudo organizarlas para decir algo al respecto. Degustar esos huevos que mezclaban su sabor entre sudor, esperma y orina, me enloquecí y tras un suspiro, abrí de nuevo mi boca para pasar mi lengua alrededor de la glande y limpiar el semen que aún tenía. 

Mi respiración se fue acelerando y mi ansiedad por tener ese fabuloso pene dentro de mi boca también aumentaba. Jamás me había sentido tan cachonda y solo pensaba en dejarme llevar y eso hice. Tras dejar reluciente la cabeza de ese miembro, me relamí y abrí mis labios para comenzar a engullirme ese troncazo. Poco a poco fui tragando, parecía una odisea aquello, pues por más que bajaba y sentía mi boca llena, no tocaba la base con mis labios. 

Creo que la primera vez, tan solo fui capaz de comerme la mitad de ese trozo de carne, a pesar de eso, Daniel gimió con fuerza y con sus grandes manos acariciaba mi nuca, tratando de ayudarme para que pudiera tener todo ese sable en mi garganta. Pero luego de tener por unos minutos esa cosa dentro de mi boca, tuve que retirármela porque sentía que me falta el aire. Tosí por unos segundos, no obstante, eso no me detuvo para que volviera a introducirme esa polla en la boca. 

Las ganas que tenía por esa verga eran tan grandes que no razonaba, además no solo era esa lujuria que me consumía la que me hacía estar loca y comportarme así. Sino que también el sabor de esa paleta de carne, era simplemente adictiva. Se la comía de una manera que él llegaba a retorcerse de placer, mi lengua recorría cada esquina de su tallo y descendí hasta esas pelotas peludas, las cuales saboreé, para luego metérmelas enteras en mi boca. 

Con mis manos apreté fuerte ese fierro que se hinchaba otra vez y sentía su palpitar, entre aullidos, Daniel dijo –“E-E… Em-ma… Hija… Me… Me… Co-co-corroooo”-, yo al oír esa declaración, rápidamente solté esos huevos y llevé mi traviesa boca hacía ese pollón. Apenas mis labios abrazaron la cabeza, sentí cómo un río de esperma fue inundando mi garganta. Sin dejar que ninguna gota se desperdicie cayendo al suelo, me tragué todo el semen que me dio. 

Al separarme de esa tranca, sentí como unos fluidos corrían por mis muslos después del sentimiento de gozo que había experimentado. Daniel se recostó en la cama, totalmente fatigado, en un par de minutos lo había hecho correr dos veces y vaya manera de soltar leche. Estaba convencida que podía hacerlo por una tercera vez y yo quería que esa descarga fuera exclusiva para mi vagina hambrienta, que solo quería ser atravesada y desvirgara. 

Juguetona me desvestí y me allegué a los labios de un agitado Daniel que solo vio cómo empecé a devorarle la boca completamente dominada por esa cachondez. Fue un largo y jugoso beso, cuando nos separamos vi que unos hilos de salivas colgaban por nuestras bocas y que su vigorosa verga volvió a colocarse dura. Con una sonrisa trazada de oreja a oreja tomé ese mástil entre mis manos y lo fui masajeando, mientras él iba apretando mis tetas con sus grandes manos. 

Solté un chillido que lo enloqueció e hizo que me estrujada los senos con más fuerzas, algo que me encendía a mí más y más. Bufando como una loca, apegué mis labios a los de él otra vez. Sin pensarlo, abrí mi boquita y enrosqué mi lengua con la suya de nuevo, estaba llegando a un éxtasis que jamás pensé sentir con ese hombre. Todo se haría más intenso cuando acercó ese pene entre mis muslos y empezó a flotarlo muy cerca de mi vulva empapada. 

No resistí por mucho, con tanto placer que estaba sintiendo, exploté en un gran orgasmo que me hizo delirar por momentos. No tenía idea de cómo íbamos a continuar, pero me estaba volviendo loca por esa tranca. –“Dios mío, Emma. Veo que en verdad quieres que te haga mía”- dijo Daniel con una sonrisa engreída. –Ooohh… Papi, solo hazlo y ya- le murmuré, olvidándome de mi objetivo principal. Él pasó sus manos por todo mi cuerpo y me torturó unos largos minutos, sobando su pollón con mi coñito. 

Iba a rogarle que me la metiera de una vez, cuando sus manos agarraron fuerte mis nalgas y sentí como sus dedos acariciaron mi ano. Aquello se sintió increíble, los roces a mi agujero anal, me estaban haciendo perder la cabeza todavía más. Fui soltando un coro de jadeos que poco a poco se transformaban en fuertes aullidos y él no dejaba de mirarme de manera obscena, con esa sonrisa fanfarrona. No era capaz de modular una palabra que Daniel sabía que me encantaba todo eso. 

Luego de unos minutos más de jugueteó, él finalmente me dio lo que tanto estaba anhelando, me clavó lentamente su tronco por mi vagina y abría mis labios vírgenes de una manera brusca pero que a mí me encantó. Arañando sus brazos, solté un par de gritos, entre dolor y gozo se regocijaba mi cuerpo, entre más adentro tenía esa polla más temblaba. Él no se detuvo hasta haberme metido todo su pene dentro de mí, sentí un desgarrador placer y volví a soltar una corrida enorme. 

No tenía fuerzas para moverme y solo dejaba que él metiera y sacada su miembro, cada penetración, era más intensa y me deleitaba. Mis pupilas se ensancharon, a medidas que mis suspiros pasaban a un largo gemido. Daniel siguió satisfaciéndome, me besaba e introdujo su dedo índice en mi culito, lo que me hizo chillar más. Era algo que me tenía loca, entonces me hizo colocarme encima de él, para que pudiera cabalgar ese fabuloso pene, al principio fue un verdadero reto, porque no era capaz de seguirle el ritmo. 

Sin embargo, gradualmente comencé a mover mis caderas y era yo quien mandaba, subiendo y bajando en ese maravilloso tronco. Ese sonido obsceno que se producía por cada estocada me alentaba para que no dejara de montar. No sé por cuanto tiempo estuve brincando sobre su polla, pero mi cuerpo tembloroso se llenó de energía, al ver la cara de gozo de Daniel, tuve que apoyar mis manos en su barriga, mientras él seguía jugando con mi anito. 

Nuevamente llegaba a mi límite, no obstante, no fui solo yo, ya que Daniel también lo hizo, descargando una gran cantidad de semen, al mismo tiempo que yo soltaba una cascada de mis jugos. Agotada me eché encima de él y nuestros labios se saborearon otra vez, eran cortos pero muy ardientes y apasionados besos. Cerré los ojos entre sus brazos gruesos, le había dado mi virginidad al hombre que me había criado como su hija, pese a que era una locura, ese sentimiento de morbo y placer no desaparecería.
 
Al abrir los ojos y estar al lado de su cuerpo sudoroso, mi cuerpo fue poco a poco calentándose y llegó hacerlo completamente, cuando escuché las voces de Isidora y Bruno. Mi hermano en ese instante alababa a su madre, diciendo que era la mejor mamá del mundo y que lamentaba ser un hijo perfecto. Lo que ahora resulta irónico, pues Bruno ya sin esa venda en los ojos, no cree que Isidora sea una buena madre y tampoco quiere ser perfecto, no, lo único que quiere él es mantenerse muy lejos de esa señora.
 
Aunque volviendo a ese instante, con solo oír sus voces, me entró una adrenalina sofocante. En vez de temer que nos encuentren así, mi cuerpo pedía ser otra vez penetrada por esa verga madura. Por lo que llevé mis manos sobre esa pija y la sobé, fue difícil que se coloque dura, de hecho no lo hizo en todo su esplendor. Aun así bastaba para que pudiera jugar con ella por lo menos para calmar ese ardor que tenía. Pasear ese tronco en mis labios húmedos, mientras Isidora y Bruno estaban a unos metros, me mataba de placer.

Todo en mi cabeza daba vuelta y me terminé corriendo otra vez, después de eso me vestí y salí del dormitorio, para encontrarme con algo simplemente perplejo. –“¿Qué viste?”- preguntó Tomás intrigado después de que me haya quedado en silencio. Suspiré, me mordí los labios y le conteste, –Vi a Isidora, espiando a Bruno mientras esté se cambiaba. Parecía totalmente hechizada con lo que veía y acariciaba su coño-, esas palabras no parecieron sorprender a Tomás, sino todo lo contrario, lo esperaba.     

No solo metió sus dedos dentro de su vaquero que llevaba, sino que con la otra apretaba sus senos, pellizcando sus pezones. De seguro fantaseaba que Bruno era de ella y que cumplía ese fetiche que ha tenido desde hace mucho. No quise molestarla aunque debo admitir que me calentó y la idea de ver a Isidora follar con Bruno, me cachondeó mucho, si se daba aquello, tal vez podíamos ser una familia muy unida y yo podría también jugar con mi hermano. Fue lo que pensé ingenuamente, quizás eso fue lo que me hizo ser parte del plan de Isidora. 

–“¿Plan?”- consultó Tomás, cada vez más metido en lo que decía, podía notar sus intenciones de ayuda, aunque al mismo tiempo, me daba la impresión que solo estaba buscando un motivo para enfrentarse a Isidora. Nuevamente suspiré y esta vez estaba más inquieta, porque quizás tras lo que iba a revelar, ese hombre iba a detestarme y era algo que me merecía, ya que fui parte de las mentiras de Isidora y en vez de darle ayuda a Bruno preferí callar. 

Todo eso comenzó un mes después de haber estado con Daniel, desde entonces tener sexo con el hombre que me crio como hija, era algo ya común, lo hacíamos varias veces en la semana. Yo me había olvidado del porqué inicie con todo eso, solo quería coger y coger. Un día regresé antes de tiempo que las clases concluyeran, entonces al ir entrado a la casa me encontré con una imagen mucho más impactante que la vez que vi a Isidora espiando a su hijo.

Pues esta vez, la encontré nada menos que cogiendo con Antonio uno de sus sobrinos políticos. Ella estaba solo con unas medias blancas con encaje, entre tanto Antonio estaba sin camiseta, con los pantalones por sus muslos más o menos. Su verga erecta se reposaba en las posaderas de ella, en ese instante e Isidora apoyaba una de sus manos en la pared. Antonio le preguntó si había tiempo suficiente para que los dos pudieran divertirse o tendría que ser algo rápido como las últimas veces. 

Secretos de la familia. Capítulo VII:


–“Lamentablemente va tener que ser una rápida, porque Bruno debe llegar en unos 20 minutos más y ya sabes que no quiero que mi hijo vea este lado de mí”- afirmó ella al mismo tiempo que meneaba su extraordinario trasero. Estaba impactada con todo lo que veía, sin embargo, no podía evitar cachondearme, además de admirar esa tranca de Antonio, lucia tan bonita como la de Daniel, pero la gran diferencia era que él tenía un físico increíble. 

Antonio solía ir al gimnasio por lo que era normal que él tuviera un cuerpo bastante trabajado y atlético. Tomando su sable fue guiándolo a esos labios mojados, abriéndolos se oyó unos leves chillidos de Isidora, la cual le pidió a su sobrino que se la clave entera en su cueva, algo que Antonio hizo con mucho gusto. Al tener ese tronco enterrado profundamente, Isidora soltó un fuerte gemido y sus senos danzaron por la fuerte estocada, giró su mirada solo para poder comerle la boca a su sobrino. 

–“Joder tía, no importa cuántas veces te coja, siempre tienes tu coño ajustadito”- dijo Antonio, comenzando a mover frenéticamente su pelvis. Isidora no se quedó quita, todo lo contrario ella empezó a usar sus caderas y el sonido obscenos de sus cuerpos acoplándose y fundiéndose, solo hacía que me excitada más. Por el rostro de Isidora me di cuenta que ella realmente disfrutaba de esa follada y mi cuerpo ya impuro fue deseando probar por una vez ese troncazo, que hacía delirar a la madre de Bruno. 

Noté que Antonio no apartaba sus ojos de esa hermosa cola, de seguro se moría de ganas de penetrarla y romperla. Sin embargo, tenía que conformarse con mirarla, ya que estoy segura que una vez que él la metía en ese orificio, pasaban mucho tiempo gozando, algo que no tenían en ese momento. Un par de minutos más, vi cómo sus piernas temblaron y él entonces cargó a la mujer desde sus piernas, penetrándola con más fuerza, ella ahogaba sus jadeos, en unos ardientes besos. 

Ambos llegaron a su límite, vi claramente como unas gotas cayeron por ese coño que se transformó en una cascada cuando él se la retiró y le pidió que se diera vuelta. Isidora abrazó ese pollón con sus tetas y acobijó la cabeza entre sus labios, sin desperdiciar ningún chorro, se tragó todo. Sorpresivamente esa verga seguía vigorosa, Antonio quería una segunda ronda con esa hembra, pero mirando el reloj, ella sabía que no podía seguir divirtiéndose y tenía que vestirse para recibir a Bruno. 

Antes de que se fuera a su dormitorio a cambiarse, ella se allegó a él y le zampó su boca, a la vez que masajeaba con ternura ese pene erecto. Fui algo astuta y saqué mi móvil para tomar una foto de ese momento. Al separarse, Isidora le dijo que el fin de semana podrían divertirse todo el tiempo que querían, eso dejó  muy alegre a Antonio, que no le quitó los ojos de encima mientras caminaba hacia las escaleras, para ir a su habitación. En ese momento, al ver al pobre Antonio con su mano entre su tranca, mi cuerpo me pidió que fuera ayudarlo. 

Sigilosamente de desplacé y antes de que él se diera cuenta, mis manos estaban rodeando su verga. Verla tan de cerca me pareció increíble, maravillosamente excitante, relamiéndome los labios le murmuré, –Vaya paquete que tienes primo-, él quedó pasmado, no obstante, solo bastó que pasada mi lengua por su tallo, para que despertada y disfrutada de mi mamada. Se la comí completa, no dejé ningún rincón sin recorrer y saborear. 

Su sabor me encantó, al grado de que no podía apartar mi boca de esa polla, él solo suspiraba y callaba sus gemidos. Cuando llegó Bruno, yo todavía estaba afanada comiendo ese trozo de carne, oír la voz de mi hermano me hizo tiritar de la calentura y que mi vulva se humedeciera, –Brunito, como me gustaría que esta verga fuera la tuya- me dije a mí misma, sin sacar ese miembro de mi boca. Antonio también sintió la presión de estar a metros de que Bruno o Isidora nos viera, eso hizo que soltara unos chorritos. 

Él no soportó por mucho y terminó dándome su espesa leche, me separé de su pene para degustar todo lo que tenía en mi boca y luego le limpie su miembro dejándoselo muy reluciente. –Gracias por la comida- le manifesté, pasando mi lengua por mis labios y con una sonrisilla coqueta, Antonio soltó una breve risilla y luego susurró, –“Gracias a ti, primita por esa fabulosa mamada”-, yo me levanté y presumiendo mi figura me acerqué a Bruno, dándole un abrazo, lo que molestó a Isidora.

En la noche, cuando Bruno estaba durmiendo y Daniel también lo hacía, Isidora fue a mi cuarto a verme. Yo en ese momento todavía estaba despierta, mirando la fotografía que le había tomado a mi madre adoptiva y pensando en cómo podía usarla a mi beneficio. Cuando ella entró a mi habitación, me asusté y torpemente solté el celular de mis manos, dejando a la vista la foto con la cual quería chantajear a esa mujer. Isidora al verla, se asombró por unos segundos y luego se rio. 

–“Dime pequeña zorrita, ¿buscas amenazarme con esta foto para que te deje acercarte a Bruno?”- me pregunto directamente y en sus ojos transmitía celosos e ira. –N-nn… No…- tartamudeé, –“Bien, porque aunque tengas un registro de todos los hombres con los cuales me revuelco, no podrás acercarte a mi hijo. Él jamás te va a creer a ti, menos si sabes que te encamas con su padre”- expresó, dejándome completamente atónita y sin ninguna palabra en la cabeza.     

¿Cómo sabía lo mío con Daniel? Fue lo primero que me pregunté, ¿acaso todo fue un plan de ella?, continué interrogándome. Ella rio y luego se me aproximo, diciéndome que podía hacerme un pequeño favor, que podía hacer la excepción conmigo por una sola vez, pero antes de que hiciera algo con Bruno, tenía que asegurar que mi hermano no tuviera ningún contacto con otra chica, lo que me resultaba chistoso porque ella hacía ese trabajo muy bien, ¿para qué confiármelo a mí? 

Después entendí que ella solo buscaba tiempo para poder seguir divirtiéndose con su sobrino y que yo fuera su fiel ayudante en su plan de conquistar a mi hermano, algo que en el papel no sería difícil. Eso hasta que apareció Agustina y arruinó todo, por eso digo que su desaparición debe vincularse con Isidora, de alguna manera logró hacer que ella huyera y es que está más que claro que Isidora es capaz de todo, para que Bruno sea de ella, incluso estas semanas que él se fue de casa, ella siguió maquinando cómo hacer que Bruno caiga en sus manos otra vez. 

–“Ya veo… ¿Durante todo este tiempo has sido amante de Daniel por gusto?, y ¿en qué momento tu tío se metió en todo esto?”- interpeló Tomás, –Sí- contesté, –Seguí siendo la amante de Daniel por gusto, pero todo cambió cuando Gerardo se metió, hace unos dos meses, aproximadamente- añadí, rememorando el momento en que fui a ver a Daniel a su trabajo y me encontré con mi tío Gerardo. Lo que fue sorpresivo, porque en mi cabeza estaba la idea de que él seguía fuera del país trabajando. 

Mi tío estaba acompañado por una chica bastante guapa, él al verme me sonríe y se me arrimó, después de que nos saludemos, él me dijo que había llegado en un buen momento. Ya que estaba a punto de terminar su turno y quería hablar conmigo, yo inocentemente decidí quedarme a esperarlo, sin esperar que pasaría después. Imaginé que íbamos a tomar algo, no que me llevaría a su piso. 

Una vez ahí, empezó a decirme que había decidido dejar de trabajar por fuera, mientras iba sacándose su reloj de mano y desbrochar los botones de su camisa. Parecía que no diría algo que realmente me interesada, hasta que toca que sabe algo relacionado de mi padre. Yo me levanté y le consulté ¿qué cosa sabía sobre mi papá?, él sonrió, cortando la distancia, toma mi cintura y me susurra, –“Esa información querida sobrina, tendrás que ganártela”-      

Trague un poco de saliva, pues no era necesario que me lo dijera, sabía perfectamente lo que él quería, en sus ojos lo veía, hace mucho tiempo dejó de mirarme como una niña y podía notar su deseo por mí. Yo me aparté de él y le dije que iba a pensarlo, tomé mis cosas y me fui muy abrumada del apartamento de mi tío. Fueron días bastantes complejos, en donde pensé con detenimiento todo, principalmente porque cuando tuve la oportunidad de estar a solas con Daniel y le hice saber sobre mi incertidumbre sobre mi verdadero padre, él decidió hacerse el tonto. 

Paso cerca de una semana, en donde finalmente decidí aceptar darle una pequeña probada a los deseos de Gerardo. Aunque él era más guapo y joven que Daniel, no me producía morbo ni tampoco me calentaba, no podía dejar de verlo como el hermano menor de quien yo creía que era mi padre. Al ir a la empresa en que ellos trabajaban, me percaté, que él no se apartaba de esa chica con la que la vi la primera vez. No era que tuvieran algo, no, simplemente me daba la impresión que estaban colaborando en algo. 

Gerardo se metió al despacho de Daniel y yo curiosa me acerqué a escuchar, aunque no era muy claro, logré distinguir que mi tío señaló, –“Sabes, siempre tuve la sospecha que Bruno no era tu hijo, por la forma en que lo mirabas y hasta lo despreciabas. Ahora que sé la verdad, me dio cuenta que siempre has tenido celos de ese muchacho y que finges estar preocupado pero en realidad quieres joderle la vida”-, sin duda esa declaración me dejó helada. 

Me costó digerir todo, aunque no pude escuchar más, pues la mujer que estaba al lado de mi tío, antes que él se metiera a hablar con mi padre adoptivo, me tocó el hombro y me hizo dar unos brinquitos de susto. Ella me preguntó si me encontraba bien y si necesitaba algo, yo nerviosa atiné a decir que estaba esperando a mi tío. Ella sonrió y parecía conocer de mi existencia, de seguro Gerardo le había hablado de mí. Muy amable me pidió que la acompañe un momento, porque mi tío iba a tardar un buen rato. 

Sin mucha más opción la seguí, esto más que nada porque todavía no era capaz de asimilar lo que había escuchado. Fuimos a tomar un café, en ese momento esa mujer se presentó y me dijo que se llamaba Camila. Yo le dije mi nombre y como sospechaba, ella si sabía de mí, varias cosas, lo que me generó algo de inquietud. Pero lo que realmente me dejó perpleja fue que me haya preguntado de la nada por Bruno, quería saber cómo estaba y si le iba bien en el colegio. 

¿Por qué una desconocida quería saber algo de Bruno? De hecho, ¿cómo sabía de Bruno en primer lugar? No supe que decir y ella se dio cuenta que no debió preguntarme aquello. Luego de unos minutos de incomodidad, Gerardo salió de la oficina de Daniel y acercó a nosotras. El muy idiota fingió sorpresa, cuando en realidad estaba anhelando verme para hacerme suya. Yo de la misma manera actué como si me hubiera tragado esa reacción de sorpresa. 

Luego de que él buscada sus cosas, me tomó del brazo, para que me llevará hacía su coche en donde ninguno dijo nada, hasta que estábamos nuevamente en su piso. Ahí él repitió la rutina de aquel primer día, aunque esta vez no me tomó de la cintura sino me preguntó si ya había tomado una decisión. Yo le dije que sí, que iba hacer todo lo que él quería, pero que iríamos lento, que como primer paso, se la chuparía, me agache y le bajé la bragueta de su pantalón, para liberar su tronco. 

Al tener su miembro entre mis manos me di cuenta que no lo tenía tan grande como Daniel o Antonio, tampoco era tan gruesa, eso era lo de menos en realidad. Porque lo que fue lo más lamentable, es que apenas me engullí ese pene en la boca, él se corrió. No sé por qué él pensó que me gustó aquello, menos el motivo por el cual alardeo, si literalmente duro como 1 minuto, a lo mucho y creo que estoy siendo generosa. En fin le seguí el juego, para que me dijera la información, no obstante, me dijo que solo me iba a dar una pincelada de lo que sabía. 

Lo que me contó fue tan soso que me cabreó, ya que su información fue que mi padre tenía el cabello negro. Eso no era algo relevante o que esperaba, yo quería algo más impactante, sin embargo, tuve que conformarme con esa idiotez y seguirle el juego. Fue así como tontamente empecé a tener una relación sexual con Gerardo, quien me prometía decirme algo de mi padre a cambio, pero nunca me daba algo que realmente me fuera de importancia, pero ingenuamente pensé que un día lo iba hacer, por eso decidí actuar como si estuviera loca por él. 

Le era coqueta, lo iba a buscar y hasta lo besaba muy apasionadamente, pero durante todo este tiempo no he conseguido nada sobre mi padre. Daniel tampoco ha dicho nada, solo guarda el secreto de la perra de mi madre. Por lo menos mi padre adoptivo, me satisfacía como mujer, mi tío, con suerte me hacía sentir cosquilla. Sí, lo sé, soy una tonta y eso me lo ha dejado muy claro Bruno también, principalmente aquel día en que me acorraló y me hizo confesar algunas cosas, como que “Christopher” no existía y era mi tío Gerardo. 

–“Isidora, ¿no sabe nada de tu padre?”- consultó Tomás, –No, o sea, después de que Bruno haya descubierto todas sus mentiras, se lo pregunté y me dijo que ella no tenía la mínima idea de quién podría ser mi padre- respondí. Él se quedó por un momento en silencio, pensando detenidamente, hasta que me volvió a mirar y me dijo que tal vez sabía algo que me podría ser de ayuda, pero antes hablaría con Vicky, para asegurarse de la información. Aquellas palabras me llenaron de esperanza que podría tener algo más certero de mi verdadero padre.  
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Mientras Bruno habla con April, Emma se abrió con Tomás y contó su verdad. Una que su hermano adoptivo desconoce completamente y quizás ayude que él ya no la vea como una perra y su odio disminuya. Espero que les guste este nuevo relato y en el otro veremos el factor Vanessa y cómo las mentiras comienzan a llegar a su fin. 

3 comentarios - Secretos de la familia. Capítulo VII:

ClonAngeluzMage +1
Esto esta cada vez más aterrador por parte de Isidora 😱. Creo que Vanessa nos mostrará solo una parte de las mentiras, por que deben ser miles 😲. Estoy ansioso de ver el cambio de actitud en Bruno y no ser el titere de nadie. 😎
LyonF8 +1
Al principio imagine a Isidora como una madre sobre protectora, pero para darle un toque interesante a la historia decidí que fuera mentirosa, posesiva y obsesionada con su hijo. Sobre Vanessa, solo quiero recordar que ella ya hizo una investigación de Vicky, así que información de Isidora debe conocer y tampoco es algo que a esa chica le cueste averiguar. Después de todo, es la hija de Tomás y April, la astucia corre por sus venas 😎. Saludos ✌.
Pepelucho2675 +1
Estoy ansioso q publiques la octava parte
LyonF8
Hola, la parte ocho la voy a publicar la otra semana, entre el martes o miércoles. Saludos ✌.
JukUik +1
Siento que Eduardo va a tener mucho que ver con Emma 🤔🤔🤔
Espero por los proximos capitulos, cada ves que va poniendo mas interesante la historia
LyonF8 +1
Eduardo en este momento calla el secreto de que él es hermano de la madre biológica de Emma, por ende es tío de la muchacha.
Quizás esa es la información que quiere comprobar Tomás, ahora si tiene algo más que ver, como conocer al verdadero padre de la chica o algo por ese estilo, se verá próximamente.
Saludos ✌.