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Vacaciones en la playa. Viaje a Cancún. Capítulo 4

Vacaciones en la playa. Viaje a Cancún. Capítulo 4


No leiste "Vacaciones en la playa I" o no te lo acordás? Acá te dejo el link para que disfrutes de los primeros 10 capítulos de esta historia:
PARTE I. CAPITULO 1

Y acurdate que "Vacaciones en la playa" tiene segunda parte. Otros 10 capítulos increíble para conocer más a fondo a la protagonista y nuestra historia:
PARTE II. CAPITULO 1

Luego de vivir dos veranos muy calientes junto a sus amigas y amigos, Cintia emprende un viaje a Cancún con su novio en donde el placer y la lujuria van a estar presentes en todo momento. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 4: El guía
   Para entender exactamente por qué Cristian me respondió que le encantaría cogerse a Janet, hay que saber cual fue la pregunta que ella me hizo. Es que la segunda noche en la que compartimos junto a la pareja canadiense en el bar del hotel donde nos estábamos alojando en Cancún, hubo una charla muy caliente e íntima con ella. Los chicos se habían ido a participar de un torneo de metegol que habían organizado en el hotel y nosotras nos quedamos conversando de intimidades. Janet había dejado al descubierto que le encantaba hablar de sexo y la cosa se fue poniendo personal cuando me confesó que ella y Damian tenían una pareja abierta. Poco a poco fue soltando detalles de su pareja y consiguió sacar de mi boca una confesión.
   - Con Cris también tuvimos algunos tríos, pero siempre estábamos los dos presentes.- Le dije hablándole en inglés, idioma en el que solíamos conversar ya que ninguno de los dos hablaba español.
   Con ese comentario, Janet fue llevando la conversación a un lugar mucho más personal, contándome algunas de sus experiencias más calientes. Me contó del brasilero de 30 años con el que había estado hacía unos meses cuando visitaron Rio de Janeiro. Me habló del marroquí con el que cogió en Casablanca mientras Damian estaba haciendo negocios en dicha ciudad. Y me confesó haber participado de un trío con dos estadounidenses hacía tan solo unas semanas en Nueva York. Cada anécdota que me contaba era más personal, íntima y detallada, por lo que llegué a saber que uno de los estadounidenses la tenía muy grande y que el otro se la había chupado como nunca.
   El problema es que en cada una de estas experiencias, Damian parecía no estar presente, por lo que yo no sabía si se trataba de algo consentido o solo era una aventura de ella. Janet rápidamente me dijo que él estaba de acuerdo en que ella hiciera eso y que le había dado el visto bueno a todas y cada una de las experiencias. “Lo único que me pide, es que le cuente con lujo de detalles lo que pasó” me aclaró y mi cabeza explotó al saber que a él le gustaba que le fueran infiel. Era obvio que los dos disfrutaban de dicha experiencia y me di cuenta que en realidad me había estado hablando de tríos toda la noche, pero que no estaba tratando de convencerme de participar en uno con ella y su esposo. No. En realidad quería que tanto Cristian y yo lo hiciéramos con ella.
   Cuando la conversación se puso sumamente íntima y cuando los niveles de sexualidad llegaron al punto máximo, Janet me preguntó si estaba dispuesta a hacerlo. Era obvio que los pocos datos que yo le había dado haciéndole saber que había participado en tríos, le fueron suficientes para saber que dicha pregunta no me iba a molestar. De hecho sentí curiosidad y es que me había pintado sus experiencias como algo sumamente placentero y morboso. A eso había que sumarle que desde hacía semanas que con Cristian venían sintiendo ese viaje como un viaje de placer sexual puro. Nos calentábamos con la planificación, nos estimulábamos imaginándonos teniendo sexo en el mar o en la playa y no podíamos dejar de tocarnos y besarnos. Para colmo, desde que habíamos llegado lo habíamos hecho cinco veces si contamos el oral del avión y el que él me regaló a mí la noche anterior.
   Estaba a punto de responderle, Janet había conseguido convencerme de hacerlo, de tener un trío con Cristian y ella, pero de golpe mi novio y su esposo volvieron a la mesa. Se sentaron al lado nuestro y empezaron a contarnos de su torneo de metegol y de sus charlas con el resto de los hombres. Yo me quedé muda, helada y callada por varios minutos hasta que volvimos a la habitación y le confesé todo a Cristian. A él le encantó la idea, no hizo falta que me lo dijera, pero yo supe que se moría de ganas de hacer algo conmigo y con la canadiense que acabábamos de conocer. Conseguí que me regalara un oral exquisito esa misma noche y acto seguido me confesó que estaba dispuesto a hacerlo.
   Es que en nuestra pareja los tríos ya eran algo frecuente y para entenderlo hay que remontarse un poco al pasado. Empecé a salir con Cristian antes del primer viaje a la costa que lo cambió todo. Apenas nos veíamos, apenas compartíamos algo, pero en ese viaje tuvimos nuestra primera experiencia con un tercero. En ese caso se trató de Juan Ignacio, uno de sus amigos el cual encima era bisexual y se animó a chupársela a Cristian conmigo. Para cerrar el viaje, con dos de mis amigas y dos de sus amigos, nos animamos a tener sexo en frente de los otros y se armó una pequeña escena muy caliente que daba gusto de ver. Después de ese viaje las cosas quedaron muy en la nada y a pesar de que estuvimos varias veces, no volvimos a lo serio hasta nuestro segundo viaje a la costa. Ahí tuvimos un segundo trío, pero en ese caso fue con Paula, una de mis mejores amigas y con quien habíamos experimentado tríos en varias oportunidades. Ese segundo viaje consagró mi relación con Cristian y cuando volvimos decidimos formalizar lo nuestro.
   Pero nunca dejamos de divertirnos a la hora del sexo. Este se puso mucho más serio y pasamos bastante tiempo hasta que invitamos a un tercero a participar, pero nos dimos cuenta que nos gustaba ese juego. Así comenzamos a dejar a diferentes hombres y mujeres entrar en nuestra pareja con la condición de que fuera solo por una vez. Nos bajamos una app de citas y empezamos a concretar encuentros que se ponían cada vez más calientes y placenteros. Mujeres hermosas para que Cris disfrutara de dos chicas para complacerlo y hombres sedientos de sexo para hacerme gozar junto a mi novio por horas. Era algo esporádico, cada tres o cuatro meses, pero era algo que disfrutábamos hacerlo y que nos encantaba.
   Es por eso que cuando Janet me propuso tener un trío con mi novio y con ella, yo acepté inclusive antes de decirle que sí, pues sabía que él iba a estar deseoso de hacerlo. Ella era una chica hermosa, de tez blanca, pelo marrón claro y ojos verdes. Tenía un cuerpo flaquito y ni su cola ni sus tetas resaltaban, pero el hecho de que no hablara nuestro idioma le ponía un condimento especial que nos calentaba tanto a Cristian como a mí. Sin embargo había una condición que ella nos había “impuesto” por decirlo de alguna manera y era la que más curiosidad nos daba y nos hacía dudar. Al principio Cristian me dijo que no estaba convencido, que no se sentía seguro de poder hacer eso cumpliendo esa condición. Pero al día siguiente cuando la vimos tomar sol en la playa con una bikini azul, él se quedó boquiabierto y aceptó la propuesta sin quejarse.

   Nos encontramos en el restaurante a la hora de la cena y luego de conversar un rato, yo le dije que sí, que queríamos hacerlo. Ella enseguida comenzó a sonreír y le asintió a su marido sin decir nada, pues al parecer ya sabía de qué estábamos hablando. Hicimos como si nada ocurriera y tras terminar la cena nos fuimos al bar que se encontraba al lado del mar y tomamos unos tragos para descontracturar un poco. Era evidente que ellos ya habían estado en esa situación, pues hasta Damian parecía mucho más suelto que nunca. Hablaba con Cris y conmigo como nunca antes lo había hecho y nos invitó una segunda ronda de tragos a pesar de que le dijimos que no hacía falta.
   Luego de eso nos fuimos a la habitación de ellos, la cual era igual que la nuestra pero con vista a la pileta principal. Nosotros esperamos parados en medio de la habitación mientras Janet acomodaba un poco la cama y Damian iba al baño. Se sentía raro, los dos estábamos deseosos por ver cómo iba a funcionar eso, pero nos sentíamos como inexpertos al lado de ella que se movía con soltura. El canadiense salió del baño y rápidamente colocó una silla delante de la cama y se sentó al mismo tiempo que Janet venía a buscarme. Ella me agarró de las manos y me paró frente a su marido para darme un beso algo suave que dio inicio a lo que iba a ser una noche muy placentera.
   Tras ese beso, me miró a los ojos y empezó a reír. “Relax” me dijo con esa voz suave y dulce que tenía y sus manos empezaron a recorrer todo mi cuerpo. Rápidamente mi cabeza se liberó y al darme cuenta que yo sabía cómo debía comportarme en esas situaciones, comencé a acariciarla de la misma forma que ella lo hacía conmigo. Las dos nos fuimos tocando por encima de la ropa y recorriendo nuestra piel mientras que algún que otro beso aparecía en escena. Damian miraba todo sentado desde la silla que estaba en el centro de la habitación y Cris nos observaba parado desde un costado, esperando su turno para entrar en acción. Nosotras hacíamos como si ninguno de los dos estuviera ahí y seguíamos nuestro juego sin darle mucha importancia a los cuatro ojos que nos miraban.
   Ella me levantó el vestido que tenía puesto y me dejó en ropa interior para inclinarse hacia adelante y seguir besando mi cuerpo. Sabía muy bien cómo moverse, cómo tocarme en los lugares indicados y cómo actuar para deleita a su esposo que la miraba serio desde su butaca. Yo fui acariciando su espalda, recorriendo su cuerpo y terminé sacándole la remera y el short para que las dos quedáramos en las mismas condiciones. El juego se iba poniendo más y más caliente y Janet se paró nuevamente frente a mí para comerme la boca y meter su lengua entre mis labios. El abrazo se hizo inevitable y sus manos pasaron de mi espalda hasta mi cola y de mi cola a mi cintura.
   Nos terminamos acostando en la cama y seguimos con el juego de besos y toqueteo, el cual se ponía mucho más intenso. Ella bajó hasta mis pechos y los empezó a lamer con ganas para luego desprenderme del corpiño y juguetear un rato con mis pezones. Yo quise imitar el movimiento pero ni bien le saqué el corpiño, la chica canadiense siguió su viaje hasta llegar a mi cintura. Me acomodé boca arriba en el centro de la cama y ella se colocó en cuatro entre mis piernas, dejando su cola en primer plano para su novio. Cris caminó un poco hacia al costado y decidió observar todo desde otro lado, para poder apreciarme con mayor claridad. Janet me sacó la bombacha, la arrojó al piso y empezó a lamer mi cuerpo.
   Escuché a mi novio respirar de manera profunda al ver como nuestra amante me comía la conchita con ganas. Su cabeza se movía como loca de lado a lado y su lengua recorría mi entrepierna a toda velocidad. Era obvio que ya había hecho eso muchísimas veces, pues la soltura con la que se desenvolvía era sorprendente. Sus manos recorrían todo mi cuerpo, mis pechos, mi cintura y mis piernas, mientras que su boca permanecía encima de mi concha, mojándome por completo y complaciéndome de una forma divina. “¡Ay Dios!” gemí yo y a pesar de que lo hice en un idioma que ellos no entendían, era obvio que se daban cuenta lo que estaba pasando.
   Fue en ese entonces cuando Damian le dio la orden a Cris de entrar en juego. Y es que esa era parte de la condición que habíamos aceptado, que Damian fuera el guía de nuestra experiencia a lo largo de la noche. Él no iba a participar, no iba a intervenir en ningún momento de forma física, pero si lo iba a hacer indicándonos lo que quería ver y nosotros debíamos obedecer. En ese momento, le pidió a mi novio que se sumara al juego y que acompañara a su esposa en darme placer oral, por lo que Cris se acostó en la cama al lado de Janet y se sumó con su lengua a complacerme. Sentirlos a los dos ahí fue increíble y me volvió loca, llevando mis gemidos a unos mucho más intensos y fuertes que podían oírse por toda la habitación.
   Ella se levantó y dejó que mi novio siguiera con el juego. “¿Te gusta?” le preguntó a su esposo en su idioma natal y él no respondió, pero asintió con la cabeza. Ella terminó de desvestirse mientras Cristian continuaba lamiendo mi cuerpo y se acostó al lado mío para besarme los labios con su boca mojada de saliva y mis jugos. “Juega con ella” le ordenó Damian a mi novio y él rápidamente cambió de lugar y se colocó entre las piernas de nuestra compañera para empezar a darle placer oral. Ni bien pasó su lengua, Janet comenzó a gemir como loca y cuando sus dedos entraron en acción los gritos se volvieron más fuertes.
   En ese momento comprendí de qué se trataba el juego. Mientras mi novio complacía de forma oral a la chica canadiense y ella gemía como loca acariciándose los pezones, me di cuenta de que más allá del placer, parte del morbo era el actuar para nuestro espectador. Damian miraba callado como Cristian le chupaba la concha a Janet y como esta gemía en respuesta, pero a pesar de su cara de seriedad, se notaba que le encantaba lo que veía. Entonces pegué mi cuerpo al de su esposa, comencé a rozar mi pecho contra el suyo y dejé que varios gemidos salieran de mi boca. A pesar de que era obvio que los estaba forzando, giré la cabeza para observar al director de esa orquesta y parecía estar más que conforme con mi desempeño.
   Tras varios minutos en los que hizo a Cristian complacernos a las dos con su boca, nos obligó a nosotras a satisfacerlo a él. Mi novio se desnudó enseguida y se acostó en la cama y nosotras nos colocamos rápidamente, cada una a su lado, a la altura de su cintura. Janet agarró su pija con la mano y empezó a pajearlo mientras admiraba lo grande que era y lo dura que estaba. Solía emitir varios comentarios, todos en inglés, que iban dirigidos a su esposo con la idea de hacerle saber lo que pensaba y lo mucho que disfrutaba de ese momento. Todo ese acting me estimulaba a dar lo mejor de mí y a poder complacer al máximo a nuestro espectador.
   Empezamos a chupársela por turnos. Yo sabía muy bien que era lo que le gustaba a mi novio y movía mi lengua en diferentes direcciones y me la metía de lleno en la boca tal cual como había hecho en el avión. Janet imitaba mis movimientos, observaba atentamente lo que hacía y después trataba de mover sus labios y su lengua de la misma forma para que Cristian gozara al máximo de ese regalo. De vez en cuando miraba a los ojos a su marido, sobre todo cuando tenía la boca llena de la pija de mi novio y él le devolvía una mirada seria y penetrante. Era un juego de provocaciones que los calentaba más y más.
   - ¡Cogetelo vos primero!- Me ordenó a mi levantando apenas su dedo y moviendo sutilmente sus labios.
   Janet le dio un preservativo a mi novio el cual se lo puso enseguida y yo me coloqué encima suyo dándole la espalda a Damian. Empecé a moverme leventemente sobre el cuerpo de mi novio, sintiendo su pija bien dura y gruesa adentro de mi cuerpo. Mis manos se apoyaron en su pecho al mismo tiempo que Janet se colocaba bien al lado suyo y lo acariciaba y manoseaba con ganas. Poco a poco fui acelerando mis movimientos y noté como el placer se apoderaba de mí, como la calentura me iba invadiendo. Lancé un gemido suave y miré a los ojos a la otra chica quien me sonrió de manera provocativa y luego miró a su esposo esperando la aprobación de él.
   Entonces dejé que la actriz porno que vivía en mí saliera a la luz y empecé a gemir de forma más exagerada. “¡Ay sí! ¡Mmmm! ¡Ahhhh! ¡Síii!” decía al mismo tiempo que me movía hacia atrás y hacia adelante disfrutando de la pija de mi novio en mi conchita toda mojada. De golpe me di cuenta que con cada gemido, por más actuado que este fuera, mi cuerpo se calentaba más y más y la excitación aumentaba en mí. Era un juego que combinaba lo físico del placer y el morbo de saber que había un espectador el cual disfrutaba de vernos hacer eso. La combinación de emociones y sentidos se juntaban en mi cabeza y me hacían gozar de todo aquello de una forma única e increíble.
   - Ahora vos.- Dijo Damian tras varios minutos de gemidos de mi boca, hablándole a su esposa.
   Rápidamente salí de encima del cuerpo de mi novio y dejé que ella se sentara sobre él. A medida que la pija de Cristian se iba clavando en la concha de Janet, ella gemía y gritaba como loca, tocándose el cuerpo y exagerando los movimientos. Sin embargo, parecía que a Damian le encantaba todo eso, pues noté como se movía sutilmente hacia un costado y apoyaba una de sus manos encima de su pantalón para tocarse el bulto que se había formado. Janet sabía cómo actuar y lo hizo apoyando una de sus manos en el pecho de mi novio y la otra sobre su cabeza, moviendo su pelo en todas direcciones mientras se lo cogía. Yo observaba acostada al lado de Cristian quien apreciaba fascinado las pequeñas tetas de la otra chica y se las tocaba como loco.
   “¡Oh yes! ¡Mmm give it to me! ¡Oh yes daddy! ¡I’m so wet!” gritaba ella descontrolada mientras se movía de un lado al otro y saltaba sobre la pija de mi novio. Entiendo el juego y dejándome llevar por la calentura, me acosté boca arriba al lado de mi novio, abrí mis piernas de par en par y mirando a Damian empecé a tocarme como loca. Nunca antes había hecho eso, nunca antes me había tenido que masturbar mientras mi novio disfrutaba de otra chica en un trío. Pero en esa oportunidad lo hacía para seguir aumentando el morbo de nuestro espectador y para calentar aún más la situación. Me tocaba la concha con ganas y con mi otra mano acariciaba mis tetas, me metía los dedos en la boca y revolvía mi pelo.
   De golpe noté como la mirada de Damian se desviaba hasta mi cuerpo y como se concentraba en verme gozar sola. Le devolví una sonrisa, abrí la boca y empecé a gemir tal cual su esposa lo estaba haciendo, gritando de forma exagerada pero bien caliente. Le agarré una mano a mi novio y la llevé hasta mi entrepierna para hacerle saber que quería que me tocara y sin dejar de concentrarse en Janet, empezó a frotar sus dedos contra mi clítoris. “¡Ay sí! ¡Me encanta! ¡Mmm mi amor!” gemía yo como loca y mis palabras en castellano se mezclaban con las de Janet en inglés. Noté que él estaba fascinado y que mis movimientos habían dado en el blanco, pues su mano siguió moviéndose sutilmente por encima de su pantalón.
   Janet se puso en cuatro y Cristian se colocó detrás de ella luego de que Damian le ordenara hacerlo. Él comenzó a cogérsela con fuerza mientras la sujetaba de la cintura y yo permanecí acostada al lado de ellos observando la situación y acariciando mi cintura con mis manos. Pero el guía me pidió que me acomodara debajo del cuerpo de su esposa y lo fui haciendo despacio hasta quedar con las piernas abiertas con ella encima de mí. Nos besamos nuevamente, mientras Cristian seguía cogiéndosela con fuerza y pude sentir sus gemidos de placer en mi boca. “Now your girlfriend” le ordenó Damian a Cristian y él le sacó la pija de la concha a Janet y me la metió a mí.
   Sentía la presión del cuerpo de la chica canadiense encima del mío y notaba como la pija bien gruesa y dura de mi novio entraba y salía de mi concha a toda velocidad. No pude aguantarme, dejé de actuar y comencé a gemir de placer de verdad, sintiendo como mi cuerpo se calentaba al máximo. Janet me besaba, rozaba su cuerpo contra el mío, me lamía el cuello, todo eso mientras Cristian me cogía a lo bestia, metiendo y sacando su pija de mi concha que estaba completamente abierta y mojada. No pude aguantarme toda esa presión. Mi cuerpo hervía de placer. Mis piernas temblaban enredadas con las piernas de Janet.
   Acabé pegando un grito bien agudo y sujetándome con fuerza a las sábanas. Pero Cristian no dejó de cogerme, siguió metiendo y sacando su pija de mi concha a toda velocidad mientras se aferraba a la cintura de Janet. Ella también gemía, también gozaba y rozaba su entrepierna con la mía y con el cuerpo de mi novio que se había empapado de mis jugos. Yo no paraba de gritar, no paraba de gozar con todo eso. Giré la cabeza y observé a Damian que ya se tocaba sin ningún disimulo por encima de la ropa, acariciándole la pija que seguramente debía explotar adentro de su pantalón.
   Cristian volvió a cogerse a Janet que al comprobar lo rápido que podía ir mi novio comenzó a gritar frente a mi rostro. Yo hice lo mismo con ella había hecho conmigo, acaricié sus pezones, fregué su cuerpo con el mío y besé y lamí su cuello hasta que Janet nos hizo saber que había llegado al orgasmo con un grito similar al que yo había hecho. “¡Oh yes! ¡Oh yes! ¡More!” le pidió a mi novio que continuó cogiéndosela y pegándole chirlos hasta que ella dejó de gemir después de unos minutos. Él le sacó la pija de adentro y se levantó de la cama para sacarse el forro y empezarse a pajear haciéndonos saber que estaba a punto de acabar, pero nosotras nos tomamos un minutos para besarnos fogosamente y recorrer nuestros cuerpos con nuestras manos, sintiendo la humedad de la otra entre nuestras piernas.
   Para el gran final, Cristian se paró bien en frente de Damian y nosotras nos arrodillados de espaldas a él una al lado de la otra. Janet me abrazó a la altura de la cintura con una de sus manos y con la otra empezó a tocar su cuerpo y el mío con ganas. Yo fui directo a la pija de mi novio y lo empecé a pajear deseoso de que nos diera todo su semen y pudiéramos concluir el espectáculo de una manera increíble. Eso pasó. Cris empezó a acabar a lo bestia, sus rodillas se quebraron y su voz se entrecortó mientras que su pija disparaba leche en todas direcciones. Nosotras la recibimos en el rostro, los hombros, los brazos y el cuerpo, pero nos encargamos de que la mayoría fuera a parar a nuestras bocas, lo cual sabíamos que iba a volver loco a nuestro público. Después, sin previo aviso y sin que me lo esperara, Janet me besó y compartimos el semen de mi novio con nuestras lenguas.
   Nos limpiamos, nos cambiamos y nos despedimos de los canadienses quienes se volvían a su ciudad de origen al día siguiente bien temprano a la mañana. Caminamos por el complejo totalmente vacío y llegamos a la habitación para dormir por un rato. Cris se acostó y yo fui a bañarme y cuando salí me di cuenta que él ya estaba roncando, por lo que decidí salir al balcón y admirar un poco la playa por unos segundos. Lo que había pasado había sido hermoso y lo había disfrutado como nunca. Una nueva fantasía, un nuevo morbo y una nueva experiencia que me había llevado a explorar nuevos universos de placer. Mientras miraba la playa, pude ver una figura lejana caminando hacia el norte y de no ser por el pelo enrulado y desordenado, no me hubiese dado cuenta que se trataba de Mikael.


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