Durante la semana siguiente a nuestra primera vez, no nos vimos para nada con Pancho. No se si fue mera coincidencia o si de una forma u otra nos estábamos esquivando, pero que no nos vimos fue un hecho. Yo durante los primeros días de la semana todavía tenía la sensación de la penetrada y no podía esperar a que llegara el finde para probar estar en la otra parte. Pero a medida que se acercaba el finde más nerviosismo iba surgiendo en mi mente.
En parte quería que llegara el finde y poder cojer con mi primo, pero también sentía que algo raro había surgido de todo eso. Algo que estaba rondando los alrededores de nuestra relación como primos y que no volvería a ser la misma después de lo ocurrido.
Cuando finalmente el viernes por la tarde nos encontramos en el auto de mi abuelo, que nos pasaba a buscar para llevarnos con él hasta el campo, nos miramos con aire extraño, cauteloso y de reojo. Ambos nerviosos y algo incómodos. Creo que ambos queríamos volver a repetir la experiencia y seguir adelante, pero se hacía extraño después de tan rápida despedida de inmediato luego de terminar el acto.
No hablamos mucho durante el viaje y aprovechamos a dejar que nuestro abuelo dirigiera la charla sobre cosas que a él le importaban, haciendo cada uno alguna pregunta perdida pero interactuando muy poco el uno con el otro.
Cuando llegamos al campo todavía era algo temprano y teníamos tiempo de jugar un rato afuera antes de entrar para la cena y dormir, por lo que saludamos a la abuela y salimos al patio. Sin decir nada, caminamos uno junto al otro en silencio, como dirigidos por un deseo común. Saltamos el alambre, caminamos por el monte poco cuidado y entramos en el chiquero. Una vez dentro, nos miramos con algo de nervios y vergüenza. Mi primo empezó a sonreir y yo también, impulsado por una mecánica interna desconocida.
-qué? Preguntó mi primo, entre divertido y desafiante.
-No dije nada...Fue mi respuesta, también divertido.
Nos quedamos en silencio.
-Tenés ganas? Me preguntó Pancho.
-Me debes una, así que... Le dije, sin ganas de dejar pasar cualqueir oportunidad. No quería ser el único con el culo roto.
-No se si me animo... Dijo Pancho, mirando para otro lado.-Después de tantos días es raro.
-Me lo debes, era un trato. Reproché yo, en parte estaba caliente y en parte asustado. No me importaba demasiado haber entregado el culo ese día, pero si me molestaba no tener la oportunidad de penetrar a alguien, cuando esa había sido la base de todo lo sucedido.
Si, que se yo... Respondió mi primo, incómodo.
Sentía un cosquilleo en la pija creciendo poco a poco. Quería cojer, quería saber qué se sentía.
-Está bueno cuando entra. Dije, intentando incentivarlo- A mi me gustó.
-Te gustó? Preguntó Pancho, levantando las cejas.
-Si, en serio. Vas a ver que te gusta también, dale...
Se quedó en silencio unos momentos más. Yo retorcía un poco las piernas intentando aplacar la sensación en la ingle
-Ya la tengo re parada... Le dije, agarrándome la pija por encima del pantalón.
-A ver... Dijo mi primo, mirando mi mano, tal vez buscando inspiración.
Yo me bajé el pantalón de gimnasia y dejé mi pija al descubierto, que estaba dura como una piedra.
-Mal estás re duro... Pancho miraba mi pija con interés, pero parecía que había algo más que quería decir.
-Entonces? Te la pongo o no? Le pregunté, impaciente.
-Estuve hablando otra vez con mi amigo... Comenzó mi primo.
-No le habrás contado del finde pasado no?
-No, no... Respondió de inmediato pero apartando la mirada.-Pero me contó otra cosa.
-Qué?
-Me dijo que las mujeres a veces chupan la pija del hombre. Pancho no me miraba, sino que jugaba en el piso con un palito.
-Y? Querés chuparmela? Le pregunté, algo emocionado con la idea.
-Eh... ahora no, mi idea era otra... Osea, si me la chupas te dejo cojerme.
Y así como así me empezaba a chantajear.
-Para, para... vos me debes el culo del finde pasado, que tiene que ver esto ahora? Pregunté yo, algo enojado. No me importaba la idea de chuparle la pija, pero si me molestaba que no quisiera cumplir con su parte del trato y que encima me chantajee.
Mi primo se encogió de hombros.
-Como te digo, si me la chupas te dejo cojerme.
-Y vos me la chupas a mi en algun momento? Le pregunté.
-Sí, después.
-Después de que yo te coja?
-Ajá... Respondió mi primo.
-Bueno, dale a ver. Dije yo, ya algo harto de todo. Quería cojer y si chupar una pija era el camino a eso, no me iba a detener.
Mi primo comenzó a bajarse el pantalón cuando escuchamos la voz de mi abuelo:
-Pancho! Tincho! Vengan adentro!
Ambos desilusionados, pero yo más que él, nos fuimos hacia la casa. Mi erección se iba apagando, pero seguía caliente en mi cabeza.
-Esta noche. Dije en voz baja cuando nos acercábamos al alambre. Mi primo me miró sorprendido pero no dijo nada.
Tras la cena y una ducha cada uno, nos acostamos. La casa de mis abuelos era basicamente un pasillo largo con habitaciones anexadas. Eran 5 habitaciones en total y ellos dormían en la primera, que era la que estaba pegada a la cocina, siguiendo por el pasillo había una habitación más, el baño y la habitación siguiente era la nuestra.
Dormíamos en camas separadas y entre ellas a la cabecera había una única mesa de luz.
Estabamos ambos acostados, mirando hacia el techo y charlando de huevadas. Sin darnos cuenta habíamos recuperado esa relación más amistosa y natural que teníamos desde siempre. El pasar el tiempo en ambientes más naturales nos había dado eso esa tarde.
-Venís a mi cama o voy a la tuya? Preguntó mi primo después de un silencio corto, como si hubiese estado esperando para hacer esa pregunta desde que había entrado a la habitación.
-Si querés que te la chupe vení vos a la mía. Fue mi respuesta.
Enseguida escuché el rechinar de las maderas y el colchón de su cama y luego como un peso se sumaba a la mía.
Le permití entrar entre las sabanas y ahí nos quedamos, uno al lado del otro.
-Te la chupo ahora,y ni bien termino te cojo, estamos? Dije yo.
-Sí...
Moví mi mano y la dirigí a su pija. Estaba duro como una piedra. Comencé a acariciarlo por encima del pijama y el se retorcía apenas. Yo intentaba juntar confianza. Me resultaba raro tener que dar el primer paso en algo tan así. Pero también estaba con ganas de cojer y tengo que admitir que chupar una pija me resultaba bastante llamativo. Curiosidad supongo, ya me había gustado una pija en el culo, capaz me gustaba una en la boca.
Sin perder más tiempo, me metí entre las sabanas y fui gateando hasta su entrepierna. Me arrodillé dejando sus piernas entre las mías y busqué el dobladillo de su pijama. Cuando l oencontré tironee con fuerza hasta dejar su cuerpo desnudo y expuesto hasta las rodillas. No veía nada en la oscuridad, pero podía sentir la presencia de su pija a pocos centímetros de mi cara. Busqué con las manos y la encontré. Comencé a pajearlo con suavidad, me daba miedo hacer mucho ruido y que nuestros abuelos fueran a investigar. Mi primo comenzó a retorcerse casi de inmediato, respirando con agitación y levantando la pelvis para acompañar de vez en cuando mis movimientos. Toda esta situación me estaba calentando a mí tanto como a él y parte de mi pensaba; si así reacciona con una paja, qué hará cuando se la chupe?
Cuando me dispuse a hacerlo me di cuenta que no sabía realmente qué hacer. Acerqué mi rostro a pocos centímetros y me quedé allí, sin saber como proseguir. Actuando por instinto saqué mi lengua y la pase de la base hasta la punta con lentitud. El sabor era extraño aunque curiosamente atractivo. Mi primo dejó escapar un suspiro profundo durante todo el trayecto de mi lengua. Yo repetí este proceso varias veces, hasta que él se asomó entre las sábanas. Yo apenas lograba ver el contorno de su cabeza y hombros recortados ante la tenue luz que venía desde el pasillo e iluminaba apenas la habitación.
-Qué haces? Tenes que metertelo en la boca. Me dijo
-Cómo?? Pregunté yo, sosteniendo la pija y con ganas de más.
-Imaginate que es un pico dulce... Agregó Pancho y salió de las sábanas dejandome nuevamente a oscuras.
Pensé unos segundos en cómo comía un pico dulce y supuse que los movimietnos tendría que hacerlos con mi cabeza para lograr que entre y salga.
Abrí la boca lo más grande que pude y me acerqué a la cabeza. Con los labios rodie la cabeza de su pija y me quedé allí unos segundos, buscando un ritmo. LEvanté la cabeza para soltar apenas su miembro y después bajé nuevamente, esta vez yendo un poco más abajo del límite del glande. Sentí que mi primo se ponía tieso y levantaba un poco las caderas.
Repetí el proceso varias veces, sintiendo como Pancho se retorcía más y más, cada tanto incluso apoyaba una mano en mi cabeza, pero la sacaba de inmediato, como dandose cuenta de lo que hacía.
Así estuvimos durante un minuto, hasta que él comenzó a tener espasmos, levantaba las caderas y jadeaba como un perro. A los pocos segundos pude sentir un líquido caliente en mi boca. LEvanté la cabeza cuando había terminado de acabar y no sabía que hacer. Con dudas en la cabeza, tragué todo su orgasmo en dos grandes tragos y comencé a salir de entre las sábanas.
Pancho estaba despatarrado sobre el colchón, con un brazo apoyado en su cabeza tapando sus ojos.
-Bueno, ahora me toca... Le dije, a la espera de que hiciera algo. Pero no se movió. Pensé que querría descansar y por eso no se movía, así que no dije nada, pero con mi mano derecha comencé a pajearme lentamente, intentando calmar la calentura.
Mi primo comenzó a moverse y noté que se destapaba.
-Bueno... Tengo sueño igual, así que por ahi mejor... Se levantó de la cama y se dirigió a la suya.
-A dónde vas? Le pregunté, incrédulo.
-A dormir...
-Ey, ey. Te chupé la pija, ahora me toca cojerte... Le dije indignado pero en voz baja.
-Estoy cansado... Mañana mejor... Dijo Pancho entrando en su cama.
Yo me levanté y lo seguí.
-Lo mismo me vas a decir mañana y así me vas a tener toda la vida. Dale bajate el pijama...
-Na, mejor no... Dijo Pancho, dándome la espalda y comenzando a taparse por completo. Yo me metí entre las sábanas antes de que pudiera terminar de taparse. El se sorprendió y giró la cabeza, intentó moverse pero me tire encima de él.
-Qué haces?? Me preguntó en un susurro exaltado.
-Te voy a cojer. Le dije, empujando su cuerpo contra la cama y hacia un lado para colocarlo boca abajo. Estuvimos forcejeando en silencio, dando gruñidos y algunos gemidos. yo con una mano le presionaba la espalda contra lacama y con la otra le intentaba sacar el pijama. Ya podía notar el contacto de sus nalgas en mis nudillos mientras hacía fuerza sobre el dobladillo. El tiraba las manos hacia atrás intentando detenerme, pero no tenía manera de hacerlo con facilidad. Al final logré bajarle el pijama hasta las rodillas y allí lo dejé enredado, inmovilizando un poco sus piernas. Ahora que tenía mi mano libre, rebusqué en mis pantalones y saqué mi pija fuera, que todavía latía con fuerza. Pancho seguía intentando resistirse pero se notaba que no era un esfuerzo muy verdadero. En su interior quería cumplir con su parte del trato y al mismo tiempo le daba pudor permitir que esto sucediera, pero también curiosidad.
-Para, para... Dijo y yo me quedé quieto, pero sin soltarlo ni a él ni mi pija, que ya estaba apuntando a la separación de sus nalgas.
-Qué?? Le pregunté, impaciente.
-Me da miedo.
-Ya te dije, a mi me gustó, vas a ver que está bueno. Agregué. Me mojé los dedos de la mano izquierda con saliva y sin muchos miramientos se los pasé por la apertura anal. Él frunció con fuerza la entrada ante el contacto pero n odijo nada, se quedó quieto. Volví a mojar mis dedos y los pasé por la punta de mi pija.
Separé un poco las rodillas para que mis caderas estén más abajo y tras apoyar mi mano izquierda sobre la espalda de Pancho, sostuve mi pija con la derecha y la apunté hacia su culo. Sentí el contacto de sus nalgas al buscar el lugar exacto y finalmente encontré la separación. Apoyé sobre un punto que parecía húmedo y blando e hice fuerza, apenas. No sucedió nada. Volví a apuntar y colocarme y no paso nada.
-Más abajo... Dijo mi primo en voz tan baja que apenas lo escuché. Sin despegar la punta de mi pija de su cuerpo la arrastré hacia abajo hasta que él dijo:- Ahí, ahí...
Me acomodé un poco más y me dejé caer hacia su cuerpo sin piedad, para devolverle el favor. Pancho levantó la cabeza en un grito mudo y sentí que su cuerpo se tensaba de golpe, pero sin darle mucho tiempo a decir o hacer más nada, comencé a bombear en su culo. Me estaba cobrando la chupada de pija y el intento de fallar al contrato. No tuve piedad, bombee su culo con fuerza y profundidad sin detenerme. Podía ver que él levantaba los brazos intentando agarrarse de un punto que no existía, removía sus piernas detrás de mí con desesperación y parecía que se estaba ahogando. De tanto en tanto no podía aguantar lo suficiente y dejaba escapar un pequeño gemido, ocasionado en parte por la presión que ejercía con mi cuerpo sobre el suyo al enterrar mi pija en su culo. El cual se abría más y más, permitiendo una penetración suave y placentera para ambos. Había disfrutado ser penetrado, pero esa posición, el momento y su actitud me hacían disfrutar de esa especie de dominación. Lo tenía a mi merced, con toda mi pija adentro de su culo y sin tregua alguna para escapar, en ese momento Pancho no era más que un putito que estaba complaciendo mis deseos. Ante esas ideas, comencé a acabar a chorros dentro del culo de mi primo, lo más profundo que podía.
Tras acabar con fuerza, me quedé con toda la pija enterrada en su culo durante unos segundos, sin moverme ni él tampoco. Respirábamos con dificultad y yo sentía su culo palpitar alrededor de mi pija.
Me levanté poco a poco, sintiendo como mi pija resbalaba de los interiores de Pancho. Me habría gustado ver el estado de su culo luego de mi visita, pero estaba muy oscuro como para ver algo. Me subí los pantalones mientras estaba aun arrodillado y me quedé encima de el, todavía con el culo al aire y lleno de mi leche.
-Y ahora? Pregunté yo.
Pancho se subió los pantalones con algo de esfuerzo y dijo con un hilo de voz:
-Mañana vemos... quiero dormir.
Volví a mi cama y dejé que el sueño me dominara.
En parte quería que llegara el finde y poder cojer con mi primo, pero también sentía que algo raro había surgido de todo eso. Algo que estaba rondando los alrededores de nuestra relación como primos y que no volvería a ser la misma después de lo ocurrido.
Cuando finalmente el viernes por la tarde nos encontramos en el auto de mi abuelo, que nos pasaba a buscar para llevarnos con él hasta el campo, nos miramos con aire extraño, cauteloso y de reojo. Ambos nerviosos y algo incómodos. Creo que ambos queríamos volver a repetir la experiencia y seguir adelante, pero se hacía extraño después de tan rápida despedida de inmediato luego de terminar el acto.
No hablamos mucho durante el viaje y aprovechamos a dejar que nuestro abuelo dirigiera la charla sobre cosas que a él le importaban, haciendo cada uno alguna pregunta perdida pero interactuando muy poco el uno con el otro.
Cuando llegamos al campo todavía era algo temprano y teníamos tiempo de jugar un rato afuera antes de entrar para la cena y dormir, por lo que saludamos a la abuela y salimos al patio. Sin decir nada, caminamos uno junto al otro en silencio, como dirigidos por un deseo común. Saltamos el alambre, caminamos por el monte poco cuidado y entramos en el chiquero. Una vez dentro, nos miramos con algo de nervios y vergüenza. Mi primo empezó a sonreir y yo también, impulsado por una mecánica interna desconocida.
-qué? Preguntó mi primo, entre divertido y desafiante.
-No dije nada...Fue mi respuesta, también divertido.
Nos quedamos en silencio.
-Tenés ganas? Me preguntó Pancho.
-Me debes una, así que... Le dije, sin ganas de dejar pasar cualqueir oportunidad. No quería ser el único con el culo roto.
-No se si me animo... Dijo Pancho, mirando para otro lado.-Después de tantos días es raro.
-Me lo debes, era un trato. Reproché yo, en parte estaba caliente y en parte asustado. No me importaba demasiado haber entregado el culo ese día, pero si me molestaba no tener la oportunidad de penetrar a alguien, cuando esa había sido la base de todo lo sucedido.
Si, que se yo... Respondió mi primo, incómodo.
Sentía un cosquilleo en la pija creciendo poco a poco. Quería cojer, quería saber qué se sentía.
-Está bueno cuando entra. Dije, intentando incentivarlo- A mi me gustó.
-Te gustó? Preguntó Pancho, levantando las cejas.
-Si, en serio. Vas a ver que te gusta también, dale...
Se quedó en silencio unos momentos más. Yo retorcía un poco las piernas intentando aplacar la sensación en la ingle
-Ya la tengo re parada... Le dije, agarrándome la pija por encima del pantalón.
-A ver... Dijo mi primo, mirando mi mano, tal vez buscando inspiración.
Yo me bajé el pantalón de gimnasia y dejé mi pija al descubierto, que estaba dura como una piedra.
-Mal estás re duro... Pancho miraba mi pija con interés, pero parecía que había algo más que quería decir.
-Entonces? Te la pongo o no? Le pregunté, impaciente.
-Estuve hablando otra vez con mi amigo... Comenzó mi primo.
-No le habrás contado del finde pasado no?
-No, no... Respondió de inmediato pero apartando la mirada.-Pero me contó otra cosa.
-Qué?
-Me dijo que las mujeres a veces chupan la pija del hombre. Pancho no me miraba, sino que jugaba en el piso con un palito.
-Y? Querés chuparmela? Le pregunté, algo emocionado con la idea.
-Eh... ahora no, mi idea era otra... Osea, si me la chupas te dejo cojerme.
Y así como así me empezaba a chantajear.
-Para, para... vos me debes el culo del finde pasado, que tiene que ver esto ahora? Pregunté yo, algo enojado. No me importaba la idea de chuparle la pija, pero si me molestaba que no quisiera cumplir con su parte del trato y que encima me chantajee.
Mi primo se encogió de hombros.
-Como te digo, si me la chupas te dejo cojerme.
-Y vos me la chupas a mi en algun momento? Le pregunté.
-Sí, después.
-Después de que yo te coja?
-Ajá... Respondió mi primo.
-Bueno, dale a ver. Dije yo, ya algo harto de todo. Quería cojer y si chupar una pija era el camino a eso, no me iba a detener.
Mi primo comenzó a bajarse el pantalón cuando escuchamos la voz de mi abuelo:
-Pancho! Tincho! Vengan adentro!
Ambos desilusionados, pero yo más que él, nos fuimos hacia la casa. Mi erección se iba apagando, pero seguía caliente en mi cabeza.
-Esta noche. Dije en voz baja cuando nos acercábamos al alambre. Mi primo me miró sorprendido pero no dijo nada.
Tras la cena y una ducha cada uno, nos acostamos. La casa de mis abuelos era basicamente un pasillo largo con habitaciones anexadas. Eran 5 habitaciones en total y ellos dormían en la primera, que era la que estaba pegada a la cocina, siguiendo por el pasillo había una habitación más, el baño y la habitación siguiente era la nuestra.
Dormíamos en camas separadas y entre ellas a la cabecera había una única mesa de luz.
Estabamos ambos acostados, mirando hacia el techo y charlando de huevadas. Sin darnos cuenta habíamos recuperado esa relación más amistosa y natural que teníamos desde siempre. El pasar el tiempo en ambientes más naturales nos había dado eso esa tarde.
-Venís a mi cama o voy a la tuya? Preguntó mi primo después de un silencio corto, como si hubiese estado esperando para hacer esa pregunta desde que había entrado a la habitación.
-Si querés que te la chupe vení vos a la mía. Fue mi respuesta.
Enseguida escuché el rechinar de las maderas y el colchón de su cama y luego como un peso se sumaba a la mía.
Le permití entrar entre las sabanas y ahí nos quedamos, uno al lado del otro.
-Te la chupo ahora,y ni bien termino te cojo, estamos? Dije yo.
-Sí...
Moví mi mano y la dirigí a su pija. Estaba duro como una piedra. Comencé a acariciarlo por encima del pijama y el se retorcía apenas. Yo intentaba juntar confianza. Me resultaba raro tener que dar el primer paso en algo tan así. Pero también estaba con ganas de cojer y tengo que admitir que chupar una pija me resultaba bastante llamativo. Curiosidad supongo, ya me había gustado una pija en el culo, capaz me gustaba una en la boca.
Sin perder más tiempo, me metí entre las sabanas y fui gateando hasta su entrepierna. Me arrodillé dejando sus piernas entre las mías y busqué el dobladillo de su pijama. Cuando l oencontré tironee con fuerza hasta dejar su cuerpo desnudo y expuesto hasta las rodillas. No veía nada en la oscuridad, pero podía sentir la presencia de su pija a pocos centímetros de mi cara. Busqué con las manos y la encontré. Comencé a pajearlo con suavidad, me daba miedo hacer mucho ruido y que nuestros abuelos fueran a investigar. Mi primo comenzó a retorcerse casi de inmediato, respirando con agitación y levantando la pelvis para acompañar de vez en cuando mis movimientos. Toda esta situación me estaba calentando a mí tanto como a él y parte de mi pensaba; si así reacciona con una paja, qué hará cuando se la chupe?
Cuando me dispuse a hacerlo me di cuenta que no sabía realmente qué hacer. Acerqué mi rostro a pocos centímetros y me quedé allí, sin saber como proseguir. Actuando por instinto saqué mi lengua y la pase de la base hasta la punta con lentitud. El sabor era extraño aunque curiosamente atractivo. Mi primo dejó escapar un suspiro profundo durante todo el trayecto de mi lengua. Yo repetí este proceso varias veces, hasta que él se asomó entre las sábanas. Yo apenas lograba ver el contorno de su cabeza y hombros recortados ante la tenue luz que venía desde el pasillo e iluminaba apenas la habitación.
-Qué haces? Tenes que metertelo en la boca. Me dijo
-Cómo?? Pregunté yo, sosteniendo la pija y con ganas de más.
-Imaginate que es un pico dulce... Agregó Pancho y salió de las sábanas dejandome nuevamente a oscuras.
Pensé unos segundos en cómo comía un pico dulce y supuse que los movimietnos tendría que hacerlos con mi cabeza para lograr que entre y salga.
Abrí la boca lo más grande que pude y me acerqué a la cabeza. Con los labios rodie la cabeza de su pija y me quedé allí unos segundos, buscando un ritmo. LEvanté la cabeza para soltar apenas su miembro y después bajé nuevamente, esta vez yendo un poco más abajo del límite del glande. Sentí que mi primo se ponía tieso y levantaba un poco las caderas.
Repetí el proceso varias veces, sintiendo como Pancho se retorcía más y más, cada tanto incluso apoyaba una mano en mi cabeza, pero la sacaba de inmediato, como dandose cuenta de lo que hacía.
Así estuvimos durante un minuto, hasta que él comenzó a tener espasmos, levantaba las caderas y jadeaba como un perro. A los pocos segundos pude sentir un líquido caliente en mi boca. LEvanté la cabeza cuando había terminado de acabar y no sabía que hacer. Con dudas en la cabeza, tragué todo su orgasmo en dos grandes tragos y comencé a salir de entre las sábanas.
Pancho estaba despatarrado sobre el colchón, con un brazo apoyado en su cabeza tapando sus ojos.
-Bueno, ahora me toca... Le dije, a la espera de que hiciera algo. Pero no se movió. Pensé que querría descansar y por eso no se movía, así que no dije nada, pero con mi mano derecha comencé a pajearme lentamente, intentando calmar la calentura.
Mi primo comenzó a moverse y noté que se destapaba.
-Bueno... Tengo sueño igual, así que por ahi mejor... Se levantó de la cama y se dirigió a la suya.
-A dónde vas? Le pregunté, incrédulo.
-A dormir...
-Ey, ey. Te chupé la pija, ahora me toca cojerte... Le dije indignado pero en voz baja.
-Estoy cansado... Mañana mejor... Dijo Pancho entrando en su cama.
Yo me levanté y lo seguí.
-Lo mismo me vas a decir mañana y así me vas a tener toda la vida. Dale bajate el pijama...
-Na, mejor no... Dijo Pancho, dándome la espalda y comenzando a taparse por completo. Yo me metí entre las sábanas antes de que pudiera terminar de taparse. El se sorprendió y giró la cabeza, intentó moverse pero me tire encima de él.
-Qué haces?? Me preguntó en un susurro exaltado.
-Te voy a cojer. Le dije, empujando su cuerpo contra la cama y hacia un lado para colocarlo boca abajo. Estuvimos forcejeando en silencio, dando gruñidos y algunos gemidos. yo con una mano le presionaba la espalda contra lacama y con la otra le intentaba sacar el pijama. Ya podía notar el contacto de sus nalgas en mis nudillos mientras hacía fuerza sobre el dobladillo. El tiraba las manos hacia atrás intentando detenerme, pero no tenía manera de hacerlo con facilidad. Al final logré bajarle el pijama hasta las rodillas y allí lo dejé enredado, inmovilizando un poco sus piernas. Ahora que tenía mi mano libre, rebusqué en mis pantalones y saqué mi pija fuera, que todavía latía con fuerza. Pancho seguía intentando resistirse pero se notaba que no era un esfuerzo muy verdadero. En su interior quería cumplir con su parte del trato y al mismo tiempo le daba pudor permitir que esto sucediera, pero también curiosidad.
-Para, para... Dijo y yo me quedé quieto, pero sin soltarlo ni a él ni mi pija, que ya estaba apuntando a la separación de sus nalgas.
-Qué?? Le pregunté, impaciente.
-Me da miedo.
-Ya te dije, a mi me gustó, vas a ver que está bueno. Agregué. Me mojé los dedos de la mano izquierda con saliva y sin muchos miramientos se los pasé por la apertura anal. Él frunció con fuerza la entrada ante el contacto pero n odijo nada, se quedó quieto. Volví a mojar mis dedos y los pasé por la punta de mi pija.
Separé un poco las rodillas para que mis caderas estén más abajo y tras apoyar mi mano izquierda sobre la espalda de Pancho, sostuve mi pija con la derecha y la apunté hacia su culo. Sentí el contacto de sus nalgas al buscar el lugar exacto y finalmente encontré la separación. Apoyé sobre un punto que parecía húmedo y blando e hice fuerza, apenas. No sucedió nada. Volví a apuntar y colocarme y no paso nada.
-Más abajo... Dijo mi primo en voz tan baja que apenas lo escuché. Sin despegar la punta de mi pija de su cuerpo la arrastré hacia abajo hasta que él dijo:- Ahí, ahí...
Me acomodé un poco más y me dejé caer hacia su cuerpo sin piedad, para devolverle el favor. Pancho levantó la cabeza en un grito mudo y sentí que su cuerpo se tensaba de golpe, pero sin darle mucho tiempo a decir o hacer más nada, comencé a bombear en su culo. Me estaba cobrando la chupada de pija y el intento de fallar al contrato. No tuve piedad, bombee su culo con fuerza y profundidad sin detenerme. Podía ver que él levantaba los brazos intentando agarrarse de un punto que no existía, removía sus piernas detrás de mí con desesperación y parecía que se estaba ahogando. De tanto en tanto no podía aguantar lo suficiente y dejaba escapar un pequeño gemido, ocasionado en parte por la presión que ejercía con mi cuerpo sobre el suyo al enterrar mi pija en su culo. El cual se abría más y más, permitiendo una penetración suave y placentera para ambos. Había disfrutado ser penetrado, pero esa posición, el momento y su actitud me hacían disfrutar de esa especie de dominación. Lo tenía a mi merced, con toda mi pija adentro de su culo y sin tregua alguna para escapar, en ese momento Pancho no era más que un putito que estaba complaciendo mis deseos. Ante esas ideas, comencé a acabar a chorros dentro del culo de mi primo, lo más profundo que podía.
Tras acabar con fuerza, me quedé con toda la pija enterrada en su culo durante unos segundos, sin moverme ni él tampoco. Respirábamos con dificultad y yo sentía su culo palpitar alrededor de mi pija.
Me levanté poco a poco, sintiendo como mi pija resbalaba de los interiores de Pancho. Me habría gustado ver el estado de su culo luego de mi visita, pero estaba muy oscuro como para ver algo. Me subí los pantalones mientras estaba aun arrodillado y me quedé encima de el, todavía con el culo al aire y lleno de mi leche.
-Y ahora? Pregunté yo.
Pancho se subió los pantalones con algo de esfuerzo y dijo con un hilo de voz:
-Mañana vemos... quiero dormir.
Volví a mi cama y dejé que el sueño me dominara.
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