Eramos bastante jovenes, mi primo y yo, pero no vale la pena aclarar la edad exacta. Solíamos compartir largos fines de semana en el campo de nuestros abuelos. Como eramos de la misma edad, nos llevabamos bien por naturaleza y compartíamos varios gustos.
En la parte de atrás del casco principal, a unos cien metros de la casa, había un criadero de chanchos abandonado que había sido usado en su momento por alguno de nuestros padres y luego dejado de lado al fallar el negocio. Pero a pesar de ello, nosotros lo usabamos para sentarnos a charlar en paz y privacidad al reparo de las chapas cuando llovía o había vientos fuertes. Charlabamos de todo tipo de cosas. Desde equipos de futbol, hasta chimentos del barrio o programas de tele y también de chicas que nos gustaban y teorías sobre el sexo y su función.
Siempre divagabamos y terminabamos riendonos y aceptando que lo máximo que querríamos hacer sería darle la mano a esa que nos gustaba y después simplemente darle un beso, más que nada porque no entendíamos que venía más allá.
Pero uno de esos findes mi primo vino con una teoría nueva. Estaba emocionado, en este relato, su nombre será Pancho y el mío Tincho.
-No sabes lo que me enteré ayer!- Dijo Pancho, al toque que nos sentabamos en el refugio de siempre a charlar.
-¿Qué? Pregunté con algo de interés.
-La posta de como hay que cojer! Dijo emocionadísimo, aplaudiendo una vez con fuerza delante de su rostro como si tuviese la respuesta a una pregunta incontestable.
-Andá...
-Te juro y vas a ver que tiene sentido. Se acomodó en el piso de tierra desnivelado como ordenando sus ideas.- Viste cuando te haces la paja?-Esperó a que yo asintiera con la cabeza.-Que haces de arriba a abajo con la mano?-Hizo el movimiento.
-Sí, sí. Respondí yo con impaciencia, incitándolo a seguir.
-Bueno lo que estas haciendo es... hacer de cuenta que metes el pito en un lugar... un agujero.-
-Qué?? PRegunté yo, completamente convencido de que estaba equivocado.
-Claro!! vos lo que haces cuando cojes, es meterle el pito a la mujer. Dijo mi primo, sonriendo y levantando la pera como si acabara de dar una explicación completamente intachable.
-Y en qué agujero?
-En el culo, boludo. Respondió con seriedad.-Eso es cojer.-
Lo pensé un momento mientras los dos nos quedabamos en silencio. Creo que ambos pensabamos lo mismo, pero yo lo dije primero.
-Osea que si queremos cojer podríamos hacerlo ahora.
-Cómo? Preguntó mi primo, sin terminar de entender.
-Nosotros tenemos pito y culo... no? Dije con simpleza.
Nos quedamos en silencio, mirándonos a los ojos con cierta confusión. Yo sentía mi corazón latir con fuerza, por la adrenalina y pude ver en su mirada que sentía algo similar. No era emoción por hacer algo con el otro en particular, sino por la idea de experimentar algo nuevo que ansiabamos y que resultaba una curiosidad natural después de tantas pajas en momentos solitarios pensando en compañeras del colegio.
-Pero... ponele que...- Pancho pensó un momento, como si tuviera algo de verguenza a preguntar lo que quería preguntar.-Quién... quién coje a quién?-
Yo empezaba a sentir algo de vergüenza también, pero al mismo tiempo un cosquilleo me recorría la pija mientras comenzaba a levantarse.
-Y...-Dije, sin mirarlo fijando mi vista en un poste detrás de su hombro.-Una vez cada uno... no?-
Pancho se quedó con el rostro pensativo y como sin darse cuenta se rascaba la entrepierna.
-Bueno, dale.-Dijo al fin después de unos segundos. Se puso de pie y yo lo imité.
Nos quedamos en esa posición, ambos con los brazos colgando al costado del cuerpo como dos bolsas llenas de gelatina y pequeños bultos en la parte frontal de nuestros pantalones de gimnasia; dos evidentes erecciones. Nos miramos unos segundos, sin saber que hacer.
-Cómo hacemos?-Pregunté.-¿Quién...?
-Quién arranca?-Preguntó Pancho, adelantandose a la misma cuestión.
-No se...
Nos reimos con nerviosismo.
-A ver... mostrame tu pija.-Me dijo Pancho, casi con naturalidad.-Después te muestro la mia, empecemos así... no?-
-Bueno...-Respondí, con la misma adrenalina recorriéndome el cuerpo tomé el dobladillo de mi pantalón y lo bajé hasta mis rodillas, después me levanté la remera y me miré mi propia pija, que estaba dura como una pequeña rama seca de un árbol caído, aunque palpitaba levemente.
Levanté la mirada con cierta timidez para mirar a mi primo y el me miraba la pija con gesto crítico.
-La mia es un poco más grande... Dijo mientras se bajaba el pantalón y de hecho tenía razón. Me sacaba unos dos centímetros de largo y algunos milímetros de ancho. No me terminaba de cerrar la idea de que ese pedazo de carne iba a estar adentro mio, pero si me interesaba la idea de meter el mío en su cuerpo.
-Me mostrás el culo? Le pregunté, sin mucha vergüenza ahora que el primer paso había sido dado.
Pancho como toda respuesta giró sobre sus talones y dándome la espalda me mostró un par de nalgas blancas y flacas, bien paradas y firmes.
Se dio vuelta algo apresurado y me hizo un ademán con la cabeza, portando una media sonrisa.
-A ver vos... Agregó.
Me di vuelta y algo dentro de mí, tal vez instinto, me llevó a arquear un poco la espalda para lograr que mi culo resaltara más. Creo que ni sabía como funcionaba ese detalle en el momento, pero fue algo que se dio. Ni siqiuera sé si mi primo llegó a apreciar el detalle, porque casi al instante en que me di vuelta sentí un contacto en mi nalga derecha y me di vuelta algo asustado y sorprendido.
PAncho tenía su mano estirada y me había acariciado.
-QUé haces?? Le pregunté, sintiéndo el palpitar del corazón en las sienes. No estaba enojado, sino más bien sorprendido.
-Me dijeron que hay que empezar tocando y acariciando. Dijo, intentando acercarse para seguir.
-Ah, es raro... Dije, avergonzado.
-Si... pero hay que hacerlo así sino no nos vamos a animar, creo. Dijo Pancho en un destello de sabiduría.
-Puede ser... bueno me doy vuelta, va a ser más fácil.-Dije. VOltee nuevamente y esperé. Poco a poco sentí que su mano cubría toda mi nalga derecha, acariciándola suavemente, como tanteando a ver cómo se sentía. Pasados unos minutos, yo estaba de espaldas a Pancho con la mirada fija en una chapa sintiendo como él me manoseaba, acariciaba y apretaba las nalgas. A veces incluso me las separaba y tras dejarlas patinar entre sus dedos se me cerraban de golpe. Cada tanto yo daba un paso adelante o a un costado con alguna de mis piernas porque la ferocidad de la manoseada me hacía perder el equilibrio. Por momentos la manoseada era con una sola mano y por momentos con las dos. Yo nunca miré atrás. Dejé que la situación fluya ya que realmente no sabía qué más hacer. Aun así, llegó un punto en el que decidí intervenir. Estaba excitado ya que lo notaba en lo firme de mi erección, pero ya me estaba aburriendo.
-Che... ya está? Le pregunté.
-Qué cosa? Preguntó Pancho, sin detenerse.
-Me toca a mí no? Pregunté.
-Ah...- Dijo el, como saliendo de un trance.-Sí, dale si querés.
Cuando me di vuelta vi que él se soltaba la pija de golpe.
-Te estabas pajeando?? Le pregunté.
-Sí... Respondió el otro, medio avergonzado y se dio vuelta, supongo en parte porque era lo que le tocaba, pero en parte porque no quería mirarme a la cara.
A pesar de todo mi pregunta no había sido acusadora, me había sorprendido porque no lo había notado en lo absoluto, salvo por la ocasional ausencia de una de sus manos en mi culo.
Pensando en el presente, miré su culo y acerqué mis manos. El contacto era suave y tierno. Su culo era pálido y flacucho pero al ser carne joven, seguía siendo fibrosa y llena de vida. Se moldeaba a los apretujones que le daba y cuando las separaba se sentía que ofrecían resistencia para volver a su estado natural. La idea de acercar mi pija hacia la unión de esas dos nalgas me estaba colmando la mente y no pude evitar retirar una mano para dirigirla a mi pija y empezar una paja. Me pajeaba con fuerza y le acariciaba el culo a PAncho. Mi mente le enviaba ordenes a mis manos que ellas no entendían. Era como que quería hacer cosas por instinto pero no terminaba de entender que eran. Cuando (en mi cabeza) no habían pasado ni dos segundos, mi primo me interrumpió dandose vuelta.
-Bueno, me toca a mi de vuelta...- Esta vez no parecía tan avergonzado. TEnía la pija en la mano y se pajeaba mientras me miraba.
-De vuelta lo mismo?-Le pregunté yo, animado por su confianza también me seguía pajeando.
Nos quedamos unos segundos en silencio, algo sorprendidos por el cambio del ambiente. HAsta hacía unos minutos apenas nos animabamos a mirarnos la pija entre nosotros, ahora nos estabamos pajeando mirandonos a los ojos, a la expectativa todavía de saber quién iba a penetrar a quién primero. Pero además, sabiendo que sin impotar quien fuera el primero, ambos nos iríamos del campo esa tarde conociendo la sensación de haber metido el pito en un culo y la sensación de sentir un pito adentro del propio.
-Lo mismo de vuelta no...-Dijo mi primo, retomando la charla. me señaló con un ademán de la cabeza la pija.-Quiero pajearte, puedo?-
-Pajearme a mi? Le pregunté sorprendido.- Por??-
-las mujeres pajean al hombre antes de que se las cojan... Respondió Pancho.
Yo me quedé en silencio un momento, procesando el comentario.
-Osea... osea que vos serías la mujer? Me pajeas y después te cojo yo primero?-
-No... no. Mi primo parecía no haberse dado cuenta de que se había metido en una trampa.-No dije que me coj... no dije eso. Te decía nomás que es normal que antes de cojer se haga una paja al otro, nada más.-
-Ah...-No estaba muy convencido con la idea yo, pero me resultaba curioso.-Bueno dale.... Le dije, soltando mi pija con cierto esfuerzo.
Pancho se acercó un paso y sin soltar su pija acercó su mano izquierda a la mia y la fue acariciando con la punta de los dedos, rozándola a penas y con una mirada de completa emoción. Era el primer contacto que ambos ibamos a tener a nivel sexual con otra persona.
Cuando finalmente su palma llegó a estar en contacto con mi pene, lo aferró con cierta dureza y comenzó a pajearme. De inmediato sentí que no era ni parecido a pajearse uno mismo. La sensación era como 100 veces más intensa. Tal vez era una cuestión psicológica, tabú dada la situación, pero era increíble. Gemí un par de veces aunque siempre estuve con los ojos cerrados. Arqueaba un poco las rodillas y llevaba mi cuerpo hacia adelante para intentar intensificar la sensación.
Sentía el orgasmo venir. ya lo había sentido incontables ocasiones en experimentos presonales y me alejé.
-Para qué voy a acabar...-Le dije ya que el me miraba con confusión. Vi que su pija estaba brillante en la punta.-Vos acabaste? Le pregunté.
-No...-Respondió, mientras se seguía pajeando.-Todavía puedo un rato más. Vos estas por acabar decis?-Me preguntó.
-Sí... Voy a descansar un poco... Dije, algo impactado por la sensación.
-Te puedo cojer primero?-Me preguntó Pancho.
-Por qué vos primero??-Le pregunté algo enojado. No me importaba demasiado, pero me habría gustado que lo decidieramos con una especie de sorteo.
-No se...-No dejaba de pajearse y se encongió de hombros con la respuesta.-Tengo ganas y te pregunté.
Lo pensé un momento.
-No me vas a cagar no? ya veo que me dejo cojer y después te vas y no me dejas a mi. Le dije con desconfianza.
-Nada que ver! Me respondió Pancho, dejando de pajearse. Eso me sorprendió y casi me convenció. Pero no sabía como proceder.
-Y... cómo hacmeos? Pregunté mirando el piso como si buscara un lugar donde acostarme sin llenarme de mugre. Todavía tenía la ropa puesta.
Pancho hizo lo mismo, sin tocarse la pija, hasta que dijo:
-Ya fue... date vuelta y te cojo parado.
Yo me di vuelta volviendo alevantar mi remera, lleno de nervios y emoción. El corazón me latía más fuerte que nunca.
-Vas a llegar? Le pregunté. Si bien eramos de la misma edad, yo le sacaba unos diez centímetros.
Se acercó a mí desde atrás y sentí que ponía una mano en mi cintura para hacerse de apoyo.
-No se a ver... Dijo. Sentí el contacto de sus piernas con las mias mientras se acomodaba en puntas de pie. Algo tibio rozó mi nalga e intentó colarse entre la unión de ambas, pude notar que era su pija aferrada por su mano, pero no hubo manera de hacerla llegar.
-No. no llego... ME dijo- tendrías que agacharte un poco.
Obedeciendo empecé a agacharme doblando las rodillas, pero seguíamos sin tener éxito.
-No puedo, es como que cuando te agachas te queda el culo para abajo. Mi primo boqueaba buscando aire y tenía las piernas cansadas de ponerse en puntas de pie intentando encontrar mi agujero y meter su pija adentro.
-A ver, pruebo así...-LE dije, mientras separaba las piernas de forma horizontal, comosi estuviese por elongar. Miraba por encima de mi hombro para calcular la altura y cuando me pareció que ya era suficiente, le dije:-A ver ahora, probá.
Mi primo volvió a acercarse y esta vez pude sentir que la cabeza de su pija me rozaba la entrada del orto. Varias veces. y también sentí que de vez en cuando se quedaba quieto en un lugar que para mí era aleatorio y hacía fuerza en vano, haciéndome presión sobre una nalga, sobre la próstota o una pierna.
-No encuentro tu culo...-Dijo, mientras seguía explorando y punteando en lugares sin sentido.
No sabía bien que hacer, pero llevé mis manos hacia atrás y aferrando mis dos nalgas las abrí con fuerza.
-Ahí...? Le pregunté, sin mriar hacia atrás.
-Ahora sí...-Dijo el en un hilo de voz.
Mi corazón latía con tanta fuerza que me sorprendía que Pancho no lo escuchara y me preguntara por mi bienestar. Estaba asutado como nunca en mi vida y sabía que si alguno de nuestros padres o abuelos nos descubría nos iban a limpiar como a dos chanchos. Pero eso lo hacía más interesante el momento. Algo tan prohibido, tiene que ser digno de probar no?
Sentí la punta de la pija de mi primo, esta vez fue como una flecha buscando elcentro de un blanco. Se apoyó de manera perfecta en la entrada de mi culo y el, sin miramientos hizo fuerza hacia adelante. Yo me dejé llevar por el impulso pero nada pasó. Sentí un poco de ardor pero no entró nada. Casi nos caemos juntos hacia adelante.
-Ay... Dije, mirando para atrás, tras sentir el ardor y notar que mi primo se volví a alejar.
-Qué paso? le erré? me preguntó, entre frustrado y emocionado.
-No no... estabas bien, pero me hizo mal y no entró nada.
Nos quedamos pensando, mi primo pajeandose y yo todavía con las piernas separadas y mis manos abriendo mi culo.
-Pero por qué no entró? Preguntó Pancho, desilusionado.
Yo pensé en las incontables horas de acompañar a nuestro abuelo en el taller del campo, observabdo y oyendo sus acotaciones al trabajar. Pensé en una rosca oxidada y vieja que no permite entrar al tornillo.
-Capaz que hay que lubricar... Sugerí.
Mi primo, me miró un instante mientas dejaba de pajearse, como si cayera en la cuenta del tema justo al mismo tiempo.
-Pruebo con un poco de saliva? Preguntó.
-otra cosa no tenemos... Respondí, emocionado e impaciente.
Sin decir una palabra más observé por encima del hombro como mi primo amasaba una buena cantidad de saliva y la dejaba caer en sus dedos. Se acercó a mi culo y apoyó sus dedos húmedos en la entrada. Sentí el frío contacto y no pude evitar contraer el ano. Él hizo algo de fuerza intentando meter un dedo pero no pudo de inmediato, yo me sentía muy extraño. Era agradable e invasivo al mismo tiempo. Finalmente entró su primer falange y pude sentir la punta de su dedo excavar dentro de mi culo.
-Ahí está, ahí está... Dijo el, casi maravillado con su mirada mirando mi culo. Su emoción era mayor a la mía parecía. Yo sentía placer pero no una locura. Me empecé a pajear porque mi pija lo demandaba casi. -Te gusta? Me preguntó Pancho al notar esto.
-No se... es raro. Quiero que metas la pija igual...-Me sorprendí al decir esto, pero realmente tenía curiosidad.
Pancho sacó su dedo y acercó su pija. Nuevamente encontró la apertura con facilidad ya que yo sostenía mis nalgas separadas ofreciendo en todo su esplendor mi apertura anal. Me sentía muy vulnerable, ya que no tenía muchas maneras de escapar una vez que se aferraba a mi cintura. Y basado en el intento anterior, iba a querer enterrarla toda de una. La apoyó con firmeza y sentí que se acomodaba con las piernas.
De un empujón toda la pija entró adnetro de mi culo. Tenemos que agradecer ambos que la falta de experiencia fue perdonada al ser tan jóvenes. Su pija era grande, pero no tan grande dada la juventud, por lo que no me hizo daño. De haber sido así... bueno no necesito explicarlo. Aun así sentí dolor. Abrí la boca y dejé escapar un grito ahogado. Solté mis nalgas, di un paso adelante con mi pie derecho y apoyé una de mis manos en su panza.
-Despacio... Le dije, algo preocupado. El dolor solo había sido al entrar, pero no quería que volviera a pasar.
Mi primo había dejado escapar un gemido de placer.
Nos quedamos un rato en silencio, como procesando el momento. Yo sentía su pija adentro y su respiración agitada en mi nuca.
-Entró toda? Le pregunté. Noté que el se alejaba un poco y me separaba las nalgas.
-Casi, falta un poco... la meto toda?-
-Ay, no se...-Respondí.-En serio no entró toda? Cuánto falta?
Sentí que intentaba meter susdedos entre mis nalgas y su pija. Revolvió un poco y me puso los dedos adelante de la cara.
-Esto falta..-Me dijo. Yo miré la distancia que separaba su pulgar de su indice. No serían más de 1 centímetro.
-Bueno, metela a ver...
El se aferró nuevamente a mi cintura y comenzó a hacer fuerza nuevamente.
-Ah...-Dije yo, casi involuntariamente al sentir que la presión se hacía más profunda. Bajé la cabeza, sintiendo una descarga de placer por todo el cuerpo. Mi primo se alejó un poco al intentar acomodar sus piernas y pude sentir como su pija se deslizaba suavemente hacia atrás, tras acomodarse volvió a entrar y el placer fue aun más intenso. Comencé a pajearme.- Cojeme... a ver que onda...
Pancho no hablaba, parecía completamente perdido en el interior de su cabeza y todo lo que estaría pasando allí. Pero escuchaba y reaccionaba.
Solo logró sacarla hasta la mitad y volver a meterla una vez cuando empezamos a escuchar gritos en el campo. Nos llamaban nuestros padres. Ambos giramos la cabeza hacia la entrada del criadero, asustados. Nos habíamos olvidado por completo que estabamos rodeados por nuestra familia a pocos metros y que podían descubrirnos en cualqueir momento. Mi primo había vuelto a sacar media pija para continuar con su bombeo, pero se había visto interrumpido, por lo que nos quedamos en esa posición unos segundos.
-Paramos? Me preguntó. Noté que su voz sonaba algo frustrada y tengo que admitir que yo también lo estaba, quería continuar.
-Tenemos tiempo, no? Dije, ambos continuabamos mirando hacia el alambre que simbolizaba el inicio del patio y la casa, como esperando que alguien apareciera.
-Yo creo que sí... Dijo Pancho, No me soltaba las caderas y no movía su pija de adentro mío.
-Giremos para mirar para el alambre... el finde que viene te cojo yo, no te olvides... Le dije, algo preocupado.
-Sí... Fue toda la respuesta que obtuve.
Sin sacarme la pija de adentro y yo sin vjuntar las piernas, fuimos dando ambos pasos cortitos para girar unos 90 grados y quedar de frente a la puerta. Nos corrimos hacia un costado para quedar ocultos detrás de las chapas y yo arquee la espalda para poder mirar por el marco hacia el alambrado y actuar de campana.
PAncho comenzó a cojerme, con lentitud y cuidado al principio, como temeroso de que lo oyera alguien a esa distancia. Yo intentaba concentrarme en lo que tenía que mirar pero sentir la pija entrar y salir de mi culo cada vezx con mayor facilidad y placer lo hacía difícil. Sentía las manos de Pancho en mis caderas, haciéndo fuerza hacia él para que no me separara demasiado y sus piernas golpeaban con las mias produciendo un suave "plaf! plaf! plaf!" con cada embestida. No eran embestidas violentas, sino más bien firmes y profundas, algo torpes y con poco ritmo. Pero era placentero para mí y para el calculo que también. A medida que pasaban los segundos Pancho me apretaba cada vez más contra las chapas del chiquero. Yo sentía mi pija hacer contacto con el frío metal de las chapas. Me intenté alejar un poco para poder pajearme, pero una embestida que me llenó el culo de pija me hizo volver a apoyar mi vientre y pija contra las chapas. Mi primo ya estaba compenetrado en el acto.
-Tincho! PAncho!! Se escuchaban las voces acarreadas por el viento.
-Ah! Gemía yo con algunas embestidas particularmente precisa.
Plaf! Plaf! Plaf! Sonaban los muslos de mi primo con los míos cuando me embestía con su pija en el culo.
Durante dos o tres minutos eso fue todo lo que se oyó, hasta que también empecé a notar el trino de las aves, el viento y los distantes vehículos en la ruta. Y ahí estaba yo, mirando hacia un alambrado vigilandoque nadie viniera y descubriera que mi propio primo me estaba rompiendo el orto... y que yo lo disfrutaba como nada en el mundo hasta ese momento. Aunque me faltba probar penetrar.
-Ah.. ahhh... aaaahhhh. Mi primo comenzó a acabar. podía sentir las contracciones de su pija en el interior de mi culo. Un líquido caliente se iba desparramando en mi interior que luego en el viaje de regreso al pueblo iba a manchar mis calzoncillos.
-Acabaste adentro de mi culo?? Le pregunté cuando se alejó.
Me quedó una sensación extraña de vacío, así como frío al sentir el aire invadir mi culo ahora abierto y desprotegido.
-Si, no aguanté... Dijo Pancho.
Mientras nos vestíamos ambos, vimos que sus padres miraban por el alambrado a donde estábamos.
-El próximo te cojo yo, hijo de puta... no te olvides. Le dije con furia.
El se rió y salió precediendo el camino.
Fin parte 1
En la parte de atrás del casco principal, a unos cien metros de la casa, había un criadero de chanchos abandonado que había sido usado en su momento por alguno de nuestros padres y luego dejado de lado al fallar el negocio. Pero a pesar de ello, nosotros lo usabamos para sentarnos a charlar en paz y privacidad al reparo de las chapas cuando llovía o había vientos fuertes. Charlabamos de todo tipo de cosas. Desde equipos de futbol, hasta chimentos del barrio o programas de tele y también de chicas que nos gustaban y teorías sobre el sexo y su función.
Siempre divagabamos y terminabamos riendonos y aceptando que lo máximo que querríamos hacer sería darle la mano a esa que nos gustaba y después simplemente darle un beso, más que nada porque no entendíamos que venía más allá.
Pero uno de esos findes mi primo vino con una teoría nueva. Estaba emocionado, en este relato, su nombre será Pancho y el mío Tincho.
-No sabes lo que me enteré ayer!- Dijo Pancho, al toque que nos sentabamos en el refugio de siempre a charlar.
-¿Qué? Pregunté con algo de interés.
-La posta de como hay que cojer! Dijo emocionadísimo, aplaudiendo una vez con fuerza delante de su rostro como si tuviese la respuesta a una pregunta incontestable.
-Andá...
-Te juro y vas a ver que tiene sentido. Se acomodó en el piso de tierra desnivelado como ordenando sus ideas.- Viste cuando te haces la paja?-Esperó a que yo asintiera con la cabeza.-Que haces de arriba a abajo con la mano?-Hizo el movimiento.
-Sí, sí. Respondí yo con impaciencia, incitándolo a seguir.
-Bueno lo que estas haciendo es... hacer de cuenta que metes el pito en un lugar... un agujero.-
-Qué?? PRegunté yo, completamente convencido de que estaba equivocado.
-Claro!! vos lo que haces cuando cojes, es meterle el pito a la mujer. Dijo mi primo, sonriendo y levantando la pera como si acabara de dar una explicación completamente intachable.
-Y en qué agujero?
-En el culo, boludo. Respondió con seriedad.-Eso es cojer.-
Lo pensé un momento mientras los dos nos quedabamos en silencio. Creo que ambos pensabamos lo mismo, pero yo lo dije primero.
-Osea que si queremos cojer podríamos hacerlo ahora.
-Cómo? Preguntó mi primo, sin terminar de entender.
-Nosotros tenemos pito y culo... no? Dije con simpleza.
Nos quedamos en silencio, mirándonos a los ojos con cierta confusión. Yo sentía mi corazón latir con fuerza, por la adrenalina y pude ver en su mirada que sentía algo similar. No era emoción por hacer algo con el otro en particular, sino por la idea de experimentar algo nuevo que ansiabamos y que resultaba una curiosidad natural después de tantas pajas en momentos solitarios pensando en compañeras del colegio.
-Pero... ponele que...- Pancho pensó un momento, como si tuviera algo de verguenza a preguntar lo que quería preguntar.-Quién... quién coje a quién?-
Yo empezaba a sentir algo de vergüenza también, pero al mismo tiempo un cosquilleo me recorría la pija mientras comenzaba a levantarse.
-Y...-Dije, sin mirarlo fijando mi vista en un poste detrás de su hombro.-Una vez cada uno... no?-
Pancho se quedó con el rostro pensativo y como sin darse cuenta se rascaba la entrepierna.
-Bueno, dale.-Dijo al fin después de unos segundos. Se puso de pie y yo lo imité.
Nos quedamos en esa posición, ambos con los brazos colgando al costado del cuerpo como dos bolsas llenas de gelatina y pequeños bultos en la parte frontal de nuestros pantalones de gimnasia; dos evidentes erecciones. Nos miramos unos segundos, sin saber que hacer.
-Cómo hacemos?-Pregunté.-¿Quién...?
-Quién arranca?-Preguntó Pancho, adelantandose a la misma cuestión.
-No se...
Nos reimos con nerviosismo.
-A ver... mostrame tu pija.-Me dijo Pancho, casi con naturalidad.-Después te muestro la mia, empecemos así... no?-
-Bueno...-Respondí, con la misma adrenalina recorriéndome el cuerpo tomé el dobladillo de mi pantalón y lo bajé hasta mis rodillas, después me levanté la remera y me miré mi propia pija, que estaba dura como una pequeña rama seca de un árbol caído, aunque palpitaba levemente.
Levanté la mirada con cierta timidez para mirar a mi primo y el me miraba la pija con gesto crítico.
-La mia es un poco más grande... Dijo mientras se bajaba el pantalón y de hecho tenía razón. Me sacaba unos dos centímetros de largo y algunos milímetros de ancho. No me terminaba de cerrar la idea de que ese pedazo de carne iba a estar adentro mio, pero si me interesaba la idea de meter el mío en su cuerpo.
-Me mostrás el culo? Le pregunté, sin mucha vergüenza ahora que el primer paso había sido dado.
Pancho como toda respuesta giró sobre sus talones y dándome la espalda me mostró un par de nalgas blancas y flacas, bien paradas y firmes.
Se dio vuelta algo apresurado y me hizo un ademán con la cabeza, portando una media sonrisa.
-A ver vos... Agregó.
Me di vuelta y algo dentro de mí, tal vez instinto, me llevó a arquear un poco la espalda para lograr que mi culo resaltara más. Creo que ni sabía como funcionaba ese detalle en el momento, pero fue algo que se dio. Ni siqiuera sé si mi primo llegó a apreciar el detalle, porque casi al instante en que me di vuelta sentí un contacto en mi nalga derecha y me di vuelta algo asustado y sorprendido.
PAncho tenía su mano estirada y me había acariciado.
-QUé haces?? Le pregunté, sintiéndo el palpitar del corazón en las sienes. No estaba enojado, sino más bien sorprendido.
-Me dijeron que hay que empezar tocando y acariciando. Dijo, intentando acercarse para seguir.
-Ah, es raro... Dije, avergonzado.
-Si... pero hay que hacerlo así sino no nos vamos a animar, creo. Dijo Pancho en un destello de sabiduría.
-Puede ser... bueno me doy vuelta, va a ser más fácil.-Dije. VOltee nuevamente y esperé. Poco a poco sentí que su mano cubría toda mi nalga derecha, acariciándola suavemente, como tanteando a ver cómo se sentía. Pasados unos minutos, yo estaba de espaldas a Pancho con la mirada fija en una chapa sintiendo como él me manoseaba, acariciaba y apretaba las nalgas. A veces incluso me las separaba y tras dejarlas patinar entre sus dedos se me cerraban de golpe. Cada tanto yo daba un paso adelante o a un costado con alguna de mis piernas porque la ferocidad de la manoseada me hacía perder el equilibrio. Por momentos la manoseada era con una sola mano y por momentos con las dos. Yo nunca miré atrás. Dejé que la situación fluya ya que realmente no sabía qué más hacer. Aun así, llegó un punto en el que decidí intervenir. Estaba excitado ya que lo notaba en lo firme de mi erección, pero ya me estaba aburriendo.
-Che... ya está? Le pregunté.
-Qué cosa? Preguntó Pancho, sin detenerse.
-Me toca a mí no? Pregunté.
-Ah...- Dijo el, como saliendo de un trance.-Sí, dale si querés.
Cuando me di vuelta vi que él se soltaba la pija de golpe.
-Te estabas pajeando?? Le pregunté.
-Sí... Respondió el otro, medio avergonzado y se dio vuelta, supongo en parte porque era lo que le tocaba, pero en parte porque no quería mirarme a la cara.
A pesar de todo mi pregunta no había sido acusadora, me había sorprendido porque no lo había notado en lo absoluto, salvo por la ocasional ausencia de una de sus manos en mi culo.
Pensando en el presente, miré su culo y acerqué mis manos. El contacto era suave y tierno. Su culo era pálido y flacucho pero al ser carne joven, seguía siendo fibrosa y llena de vida. Se moldeaba a los apretujones que le daba y cuando las separaba se sentía que ofrecían resistencia para volver a su estado natural. La idea de acercar mi pija hacia la unión de esas dos nalgas me estaba colmando la mente y no pude evitar retirar una mano para dirigirla a mi pija y empezar una paja. Me pajeaba con fuerza y le acariciaba el culo a PAncho. Mi mente le enviaba ordenes a mis manos que ellas no entendían. Era como que quería hacer cosas por instinto pero no terminaba de entender que eran. Cuando (en mi cabeza) no habían pasado ni dos segundos, mi primo me interrumpió dandose vuelta.
-Bueno, me toca a mi de vuelta...- Esta vez no parecía tan avergonzado. TEnía la pija en la mano y se pajeaba mientras me miraba.
-De vuelta lo mismo?-Le pregunté yo, animado por su confianza también me seguía pajeando.
Nos quedamos unos segundos en silencio, algo sorprendidos por el cambio del ambiente. HAsta hacía unos minutos apenas nos animabamos a mirarnos la pija entre nosotros, ahora nos estabamos pajeando mirandonos a los ojos, a la expectativa todavía de saber quién iba a penetrar a quién primero. Pero además, sabiendo que sin impotar quien fuera el primero, ambos nos iríamos del campo esa tarde conociendo la sensación de haber metido el pito en un culo y la sensación de sentir un pito adentro del propio.
-Lo mismo de vuelta no...-Dijo mi primo, retomando la charla. me señaló con un ademán de la cabeza la pija.-Quiero pajearte, puedo?-
-Pajearme a mi? Le pregunté sorprendido.- Por??-
-las mujeres pajean al hombre antes de que se las cojan... Respondió Pancho.
Yo me quedé en silencio un momento, procesando el comentario.
-Osea... osea que vos serías la mujer? Me pajeas y después te cojo yo primero?-
-No... no. Mi primo parecía no haberse dado cuenta de que se había metido en una trampa.-No dije que me coj... no dije eso. Te decía nomás que es normal que antes de cojer se haga una paja al otro, nada más.-
-Ah...-No estaba muy convencido con la idea yo, pero me resultaba curioso.-Bueno dale.... Le dije, soltando mi pija con cierto esfuerzo.
Pancho se acercó un paso y sin soltar su pija acercó su mano izquierda a la mia y la fue acariciando con la punta de los dedos, rozándola a penas y con una mirada de completa emoción. Era el primer contacto que ambos ibamos a tener a nivel sexual con otra persona.
Cuando finalmente su palma llegó a estar en contacto con mi pene, lo aferró con cierta dureza y comenzó a pajearme. De inmediato sentí que no era ni parecido a pajearse uno mismo. La sensación era como 100 veces más intensa. Tal vez era una cuestión psicológica, tabú dada la situación, pero era increíble. Gemí un par de veces aunque siempre estuve con los ojos cerrados. Arqueaba un poco las rodillas y llevaba mi cuerpo hacia adelante para intentar intensificar la sensación.
Sentía el orgasmo venir. ya lo había sentido incontables ocasiones en experimentos presonales y me alejé.
-Para qué voy a acabar...-Le dije ya que el me miraba con confusión. Vi que su pija estaba brillante en la punta.-Vos acabaste? Le pregunté.
-No...-Respondió, mientras se seguía pajeando.-Todavía puedo un rato más. Vos estas por acabar decis?-Me preguntó.
-Sí... Voy a descansar un poco... Dije, algo impactado por la sensación.
-Te puedo cojer primero?-Me preguntó Pancho.
-Por qué vos primero??-Le pregunté algo enojado. No me importaba demasiado, pero me habría gustado que lo decidieramos con una especie de sorteo.
-No se...-No dejaba de pajearse y se encongió de hombros con la respuesta.-Tengo ganas y te pregunté.
Lo pensé un momento.
-No me vas a cagar no? ya veo que me dejo cojer y después te vas y no me dejas a mi. Le dije con desconfianza.
-Nada que ver! Me respondió Pancho, dejando de pajearse. Eso me sorprendió y casi me convenció. Pero no sabía como proceder.
-Y... cómo hacmeos? Pregunté mirando el piso como si buscara un lugar donde acostarme sin llenarme de mugre. Todavía tenía la ropa puesta.
Pancho hizo lo mismo, sin tocarse la pija, hasta que dijo:
-Ya fue... date vuelta y te cojo parado.
Yo me di vuelta volviendo alevantar mi remera, lleno de nervios y emoción. El corazón me latía más fuerte que nunca.
-Vas a llegar? Le pregunté. Si bien eramos de la misma edad, yo le sacaba unos diez centímetros.
Se acercó a mí desde atrás y sentí que ponía una mano en mi cintura para hacerse de apoyo.
-No se a ver... Dijo. Sentí el contacto de sus piernas con las mias mientras se acomodaba en puntas de pie. Algo tibio rozó mi nalga e intentó colarse entre la unión de ambas, pude notar que era su pija aferrada por su mano, pero no hubo manera de hacerla llegar.
-No. no llego... ME dijo- tendrías que agacharte un poco.
Obedeciendo empecé a agacharme doblando las rodillas, pero seguíamos sin tener éxito.
-No puedo, es como que cuando te agachas te queda el culo para abajo. Mi primo boqueaba buscando aire y tenía las piernas cansadas de ponerse en puntas de pie intentando encontrar mi agujero y meter su pija adentro.
-A ver, pruebo así...-LE dije, mientras separaba las piernas de forma horizontal, comosi estuviese por elongar. Miraba por encima de mi hombro para calcular la altura y cuando me pareció que ya era suficiente, le dije:-A ver ahora, probá.
Mi primo volvió a acercarse y esta vez pude sentir que la cabeza de su pija me rozaba la entrada del orto. Varias veces. y también sentí que de vez en cuando se quedaba quieto en un lugar que para mí era aleatorio y hacía fuerza en vano, haciéndome presión sobre una nalga, sobre la próstota o una pierna.
-No encuentro tu culo...-Dijo, mientras seguía explorando y punteando en lugares sin sentido.
No sabía bien que hacer, pero llevé mis manos hacia atrás y aferrando mis dos nalgas las abrí con fuerza.
-Ahí...? Le pregunté, sin mriar hacia atrás.
-Ahora sí...-Dijo el en un hilo de voz.
Mi corazón latía con tanta fuerza que me sorprendía que Pancho no lo escuchara y me preguntara por mi bienestar. Estaba asutado como nunca en mi vida y sabía que si alguno de nuestros padres o abuelos nos descubría nos iban a limpiar como a dos chanchos. Pero eso lo hacía más interesante el momento. Algo tan prohibido, tiene que ser digno de probar no?
Sentí la punta de la pija de mi primo, esta vez fue como una flecha buscando elcentro de un blanco. Se apoyó de manera perfecta en la entrada de mi culo y el, sin miramientos hizo fuerza hacia adelante. Yo me dejé llevar por el impulso pero nada pasó. Sentí un poco de ardor pero no entró nada. Casi nos caemos juntos hacia adelante.
-Ay... Dije, mirando para atrás, tras sentir el ardor y notar que mi primo se volví a alejar.
-Qué paso? le erré? me preguntó, entre frustrado y emocionado.
-No no... estabas bien, pero me hizo mal y no entró nada.
Nos quedamos pensando, mi primo pajeandose y yo todavía con las piernas separadas y mis manos abriendo mi culo.
-Pero por qué no entró? Preguntó Pancho, desilusionado.
Yo pensé en las incontables horas de acompañar a nuestro abuelo en el taller del campo, observabdo y oyendo sus acotaciones al trabajar. Pensé en una rosca oxidada y vieja que no permite entrar al tornillo.
-Capaz que hay que lubricar... Sugerí.
Mi primo, me miró un instante mientas dejaba de pajearse, como si cayera en la cuenta del tema justo al mismo tiempo.
-Pruebo con un poco de saliva? Preguntó.
-otra cosa no tenemos... Respondí, emocionado e impaciente.
Sin decir una palabra más observé por encima del hombro como mi primo amasaba una buena cantidad de saliva y la dejaba caer en sus dedos. Se acercó a mi culo y apoyó sus dedos húmedos en la entrada. Sentí el frío contacto y no pude evitar contraer el ano. Él hizo algo de fuerza intentando meter un dedo pero no pudo de inmediato, yo me sentía muy extraño. Era agradable e invasivo al mismo tiempo. Finalmente entró su primer falange y pude sentir la punta de su dedo excavar dentro de mi culo.
-Ahí está, ahí está... Dijo el, casi maravillado con su mirada mirando mi culo. Su emoción era mayor a la mía parecía. Yo sentía placer pero no una locura. Me empecé a pajear porque mi pija lo demandaba casi. -Te gusta? Me preguntó Pancho al notar esto.
-No se... es raro. Quiero que metas la pija igual...-Me sorprendí al decir esto, pero realmente tenía curiosidad.
Pancho sacó su dedo y acercó su pija. Nuevamente encontró la apertura con facilidad ya que yo sostenía mis nalgas separadas ofreciendo en todo su esplendor mi apertura anal. Me sentía muy vulnerable, ya que no tenía muchas maneras de escapar una vez que se aferraba a mi cintura. Y basado en el intento anterior, iba a querer enterrarla toda de una. La apoyó con firmeza y sentí que se acomodaba con las piernas.
De un empujón toda la pija entró adnetro de mi culo. Tenemos que agradecer ambos que la falta de experiencia fue perdonada al ser tan jóvenes. Su pija era grande, pero no tan grande dada la juventud, por lo que no me hizo daño. De haber sido así... bueno no necesito explicarlo. Aun así sentí dolor. Abrí la boca y dejé escapar un grito ahogado. Solté mis nalgas, di un paso adelante con mi pie derecho y apoyé una de mis manos en su panza.
-Despacio... Le dije, algo preocupado. El dolor solo había sido al entrar, pero no quería que volviera a pasar.
Mi primo había dejado escapar un gemido de placer.
Nos quedamos un rato en silencio, como procesando el momento. Yo sentía su pija adentro y su respiración agitada en mi nuca.
-Entró toda? Le pregunté. Noté que el se alejaba un poco y me separaba las nalgas.
-Casi, falta un poco... la meto toda?-
-Ay, no se...-Respondí.-En serio no entró toda? Cuánto falta?
Sentí que intentaba meter susdedos entre mis nalgas y su pija. Revolvió un poco y me puso los dedos adelante de la cara.
-Esto falta..-Me dijo. Yo miré la distancia que separaba su pulgar de su indice. No serían más de 1 centímetro.
-Bueno, metela a ver...
El se aferró nuevamente a mi cintura y comenzó a hacer fuerza nuevamente.
-Ah...-Dije yo, casi involuntariamente al sentir que la presión se hacía más profunda. Bajé la cabeza, sintiendo una descarga de placer por todo el cuerpo. Mi primo se alejó un poco al intentar acomodar sus piernas y pude sentir como su pija se deslizaba suavemente hacia atrás, tras acomodarse volvió a entrar y el placer fue aun más intenso. Comencé a pajearme.- Cojeme... a ver que onda...
Pancho no hablaba, parecía completamente perdido en el interior de su cabeza y todo lo que estaría pasando allí. Pero escuchaba y reaccionaba.
Solo logró sacarla hasta la mitad y volver a meterla una vez cuando empezamos a escuchar gritos en el campo. Nos llamaban nuestros padres. Ambos giramos la cabeza hacia la entrada del criadero, asustados. Nos habíamos olvidado por completo que estabamos rodeados por nuestra familia a pocos metros y que podían descubrirnos en cualqueir momento. Mi primo había vuelto a sacar media pija para continuar con su bombeo, pero se había visto interrumpido, por lo que nos quedamos en esa posición unos segundos.
-Paramos? Me preguntó. Noté que su voz sonaba algo frustrada y tengo que admitir que yo también lo estaba, quería continuar.
-Tenemos tiempo, no? Dije, ambos continuabamos mirando hacia el alambre que simbolizaba el inicio del patio y la casa, como esperando que alguien apareciera.
-Yo creo que sí... Dijo Pancho, No me soltaba las caderas y no movía su pija de adentro mío.
-Giremos para mirar para el alambre... el finde que viene te cojo yo, no te olvides... Le dije, algo preocupado.
-Sí... Fue toda la respuesta que obtuve.
Sin sacarme la pija de adentro y yo sin vjuntar las piernas, fuimos dando ambos pasos cortitos para girar unos 90 grados y quedar de frente a la puerta. Nos corrimos hacia un costado para quedar ocultos detrás de las chapas y yo arquee la espalda para poder mirar por el marco hacia el alambrado y actuar de campana.
PAncho comenzó a cojerme, con lentitud y cuidado al principio, como temeroso de que lo oyera alguien a esa distancia. Yo intentaba concentrarme en lo que tenía que mirar pero sentir la pija entrar y salir de mi culo cada vezx con mayor facilidad y placer lo hacía difícil. Sentía las manos de Pancho en mis caderas, haciéndo fuerza hacia él para que no me separara demasiado y sus piernas golpeaban con las mias produciendo un suave "plaf! plaf! plaf!" con cada embestida. No eran embestidas violentas, sino más bien firmes y profundas, algo torpes y con poco ritmo. Pero era placentero para mí y para el calculo que también. A medida que pasaban los segundos Pancho me apretaba cada vez más contra las chapas del chiquero. Yo sentía mi pija hacer contacto con el frío metal de las chapas. Me intenté alejar un poco para poder pajearme, pero una embestida que me llenó el culo de pija me hizo volver a apoyar mi vientre y pija contra las chapas. Mi primo ya estaba compenetrado en el acto.
-Tincho! PAncho!! Se escuchaban las voces acarreadas por el viento.
-Ah! Gemía yo con algunas embestidas particularmente precisa.
Plaf! Plaf! Plaf! Sonaban los muslos de mi primo con los míos cuando me embestía con su pija en el culo.
Durante dos o tres minutos eso fue todo lo que se oyó, hasta que también empecé a notar el trino de las aves, el viento y los distantes vehículos en la ruta. Y ahí estaba yo, mirando hacia un alambrado vigilandoque nadie viniera y descubriera que mi propio primo me estaba rompiendo el orto... y que yo lo disfrutaba como nada en el mundo hasta ese momento. Aunque me faltba probar penetrar.
-Ah.. ahhh... aaaahhhh. Mi primo comenzó a acabar. podía sentir las contracciones de su pija en el interior de mi culo. Un líquido caliente se iba desparramando en mi interior que luego en el viaje de regreso al pueblo iba a manchar mis calzoncillos.
-Acabaste adentro de mi culo?? Le pregunté cuando se alejó.
Me quedó una sensación extraña de vacío, así como frío al sentir el aire invadir mi culo ahora abierto y desprotegido.
-Si, no aguanté... Dijo Pancho.
Mientras nos vestíamos ambos, vimos que sus padres miraban por el alambrado a donde estábamos.
-El próximo te cojo yo, hijo de puta... no te olvides. Le dije con furia.
El se rió y salió precediendo el camino.
Fin parte 1
7 comentarios - Mi primo y el campo (Relato Bi 1era parte)