Mientras su marido duerme
Me puse encima de ella y se la metí hasta el fondo mientras nos asegurábamos que su marido seguía durmiendo. Allí estaba él, dormido como un lirón mientras me zumbaba a la zorra de su mujer..
A mí no me importa que mi mujer tenga sus encuentros sexuales con más gente y a ella no le importa que yo haga lo propio. Luego hasta resulta excitante cuando nos contamos nuestras travesuras, acabamos poniéndonos tan cachondos que terminamos follando como locos.
Un viernes por la tarde me comentó algo que había dicho Nuria, una amiga en común de hace muchos años, casada con Héctor, un chico al que conoció durante un viaje por Italia.
-¿Sabes lo que me dijo Nuria ayer?
-No, ¿qué?
-Pues hablando de chicos…de a quien te follarías tú, de fantasías… resulta que salió tu nombre.
Miré extrañado y pregunté:
-¿Y eso?
-Pues me confesó que más de una vez se había masturbado pensando en ti.
La curiosidad comenzó a picarme a la vez que sentía una excitación que estaba seguro iba a ir a más.
-Ostras…pues lo disimula muy bien. ¿Y lo hace a menudo?
-Pues me ha confesado que ha perdido la cuenta: en la ducha, en la playa, en la cama, mientras la folla Héctor…pufff…me lo estaba contando y hasta me he mojado y todo.
-Joder…qué morbo…La verdad es que está de buen ver.
Ella me miró con sorpresa y haciéndose la ofendida preguntó maliciosamente:
-O sea, ¿Qué le meterías un buen polvo?
Yo la miré sonriendo pícaramente y respondí que no me importaría.
-Pues que sepas que hemos quedado con ellos para pasar el finde en su casa de la playa…
Sonrió y se dio media vuelta en dirección a la ducha.
El sábado fuimos a su apartamento y pasamos un día agradable. Yo me iba fijando en Nuria, en su culo, el escotazo que llevaba mostrando parte de sus encantos, me imaginaba su coño humedeciéndose cuando estábamos comiendo y me hablaba. Mi mujer se daba cuenta de todo y sonreía, de vez en cuando por lo bajo me decía que disimulara un poco, que Héctor se iba a dar cuenta. En la cena Héctor comentó que hacía semanas que tomaba un medicamento para dormir, pues tenía problemas para descansar bien debido al estrés del trabajo.
-Oye, pero que cae una bomba a mi lado y ni me entero.-Comentaba.
-Sí, es cierto.-Dijo Nuria.-Hasta que no se le pasa el efecto de la pastilla es como si estuviera muerto, es curioso.
Mi mujer me miró y en seguida se percató de cuáles eran mis intenciones y cuando fuimos a la cama me preguntó algo de lo cual ya sabía la respuesta:
-¿Te la vas a follar mañana, a que sí?- Y me soltó un leve manotazo en el brazo.
Llegó el alba, serían las 6 de la mañana más o menos y mi polla ya estaba dura como una piedra. Los dos dormíamos desnudos y un tenue rayo de sol se colaba por la ventana dibujando las curvas de mi esposa. A veces me masturbaba mirándola así, desnuda, pero aquella mañana mis planes eran otros.
Me dirigí a la habitación de Héctor y Nuria, abrí la puerta suavemente y allí estaba ella, solo llevaba puesto el tanga, durmiendo boca arriba. Me acerqué y estuve un rato contemplando su cuerpo mientras me acariciaba los huevos, hasta que al final me atreví a rozarle un pezón con la yema de mis dedos. Se movió un poco, pero seguía durmiendo. La volví a rozar y el pezón reaccionó poniéndose un poco durito y después le acerqué la polla hasta casi casi tocarle los labios. Más cerca…y muy suavemente rocé sus labios con mi polla mientras le tocaba el pezón que ya estaba duro. Ella entreabrió los ojos y me vio allí de pie, con mi polla en sus labios y se sobresaltó un poco no dando crédito a lo que sucedía. Me llevé el dedo a los labios en señal de que no hiciera ruido, su respiración se agitó, no dejaba de mirar mi polla erecta a escasos centímetros de su boca. La acerqué y enseguida reaccionó como esperaba. Abrió la boca y pude metérsela, luego ella la cogió y comenzó a mamarla a la vez que se abría de piernas para que la tocara el coño. ¡Qué húmedo lo tenia! Alternaba el follarla el coño con los dedos con sobarle las tetas y ponerle duros lo pezones. Ella no dejaba de meterse mis huevos en la boca, lamerlos, chupar toda la polla, tragarla hasta darle arcadas. Le cogía la cabeza con la otra mano y se la metía entera, la saliva le chorreaba por los labios y cuando ya casi no podía respirar la sacaba de su boca para que pudiera coger aire a la vez que la lamía y de nuevo otra vez a metérsela entera.
Después me puse frente a su coño y hundí mi boca en él, ella no paraba de gemir suavemente, moviendo la pelvis de arriba abajo, de un lado a otro, sintiendo mi lengua por todo su coño.
-No puedo más…joder…fóllame…fóllame ya…- Me suplicó entre gemidos.
Me puse encima de ella y se la metí hasta el fondo mientras nos asegurábamos que su marido seguía durmiendo. Allí estaba él, dormido como un lirón mientras me zumbaba a la zorra de su mujer. Ella me rodeó con sus piernas y me apretaba contra su coño hasta que se corrió, cuando acabó de gemir tras el increíble orgasmo la puse a cuatro patas, me agarré a sus hermosas caderas y se la metí de nuevo. La vista era espectacular, un culo en forma de pera precioso, carnoso, de esos culos pajeros, su marido durmiendo panza arriba sin enterarse y ella suplicando que no parara, que le diera más duro. Miré hacia la puerta y vi a mi mujer contemplando la escena, estaba tan cachonda que se estaba masturbando y en silencio pude leer sus labios que me decían: “Fóllala”. Nuria no se dio cuenta de que nos estaba mirando y yo estaba súper excitado, tanto que comencé a azotarla el culo con cada embestida, a lo cual ella apagaba sus gemidos mordiendo la almohada. Cuando me faltaba poco para correrme la agarré del pelo mientras con la otra mano le sobaba una teta que no paraban de chocar la una contra la otra.
-¡Joder, cabrón…qué gusto! ¡Me voy a correr otra vez hijo puta! ¡MMMM! ¡AAAAAHHHH! Dale…dale…¡MMMMMM!
Se corrió de nuevo y al poco mi leche inundó su coño. La dejé tumbada boca abajo, con el coño aún palpitando de placer y regresé a mi habitación. Mi mujer ya estaba esperándome y cuando salí del lavabo y me acosté a su lado me dijo:
-Joder, cómo la has dejado…Se ve que te apetecía darle duro. Pues que sepas que me pienso follar a Héctor…
La miré sonriendo y le contesté:
-No espero menos…y ojalá pueda verlo como tú me has visto a mi.
-MMMM… Quizás…Estaría bien. Quien sabe, a lo mejor podríamos follar los cuatro juntos más adelante.
Sólo de pensarlo se me volvió a poner dura, ocasión que no dejó escapar mi mujer para ofrecerme su culo, del cual di buena cuenta.
Me puse encima de ella y se la metí hasta el fondo mientras nos asegurábamos que su marido seguía durmiendo. Allí estaba él, dormido como un lirón mientras me zumbaba a la zorra de su mujer..
A mí no me importa que mi mujer tenga sus encuentros sexuales con más gente y a ella no le importa que yo haga lo propio. Luego hasta resulta excitante cuando nos contamos nuestras travesuras, acabamos poniéndonos tan cachondos que terminamos follando como locos.
Un viernes por la tarde me comentó algo que había dicho Nuria, una amiga en común de hace muchos años, casada con Héctor, un chico al que conoció durante un viaje por Italia.
-¿Sabes lo que me dijo Nuria ayer?
-No, ¿qué?
-Pues hablando de chicos…de a quien te follarías tú, de fantasías… resulta que salió tu nombre.
Miré extrañado y pregunté:
-¿Y eso?
-Pues me confesó que más de una vez se había masturbado pensando en ti.
La curiosidad comenzó a picarme a la vez que sentía una excitación que estaba seguro iba a ir a más.
-Ostras…pues lo disimula muy bien. ¿Y lo hace a menudo?
-Pues me ha confesado que ha perdido la cuenta: en la ducha, en la playa, en la cama, mientras la folla Héctor…pufff…me lo estaba contando y hasta me he mojado y todo.
-Joder…qué morbo…La verdad es que está de buen ver.
Ella me miró con sorpresa y haciéndose la ofendida preguntó maliciosamente:
-O sea, ¿Qué le meterías un buen polvo?
Yo la miré sonriendo pícaramente y respondí que no me importaría.
-Pues que sepas que hemos quedado con ellos para pasar el finde en su casa de la playa…
Sonrió y se dio media vuelta en dirección a la ducha.
El sábado fuimos a su apartamento y pasamos un día agradable. Yo me iba fijando en Nuria, en su culo, el escotazo que llevaba mostrando parte de sus encantos, me imaginaba su coño humedeciéndose cuando estábamos comiendo y me hablaba. Mi mujer se daba cuenta de todo y sonreía, de vez en cuando por lo bajo me decía que disimulara un poco, que Héctor se iba a dar cuenta. En la cena Héctor comentó que hacía semanas que tomaba un medicamento para dormir, pues tenía problemas para descansar bien debido al estrés del trabajo.
-Oye, pero que cae una bomba a mi lado y ni me entero.-Comentaba.
-Sí, es cierto.-Dijo Nuria.-Hasta que no se le pasa el efecto de la pastilla es como si estuviera muerto, es curioso.
Mi mujer me miró y en seguida se percató de cuáles eran mis intenciones y cuando fuimos a la cama me preguntó algo de lo cual ya sabía la respuesta:
-¿Te la vas a follar mañana, a que sí?- Y me soltó un leve manotazo en el brazo.
Llegó el alba, serían las 6 de la mañana más o menos y mi polla ya estaba dura como una piedra. Los dos dormíamos desnudos y un tenue rayo de sol se colaba por la ventana dibujando las curvas de mi esposa. A veces me masturbaba mirándola así, desnuda, pero aquella mañana mis planes eran otros.
Me dirigí a la habitación de Héctor y Nuria, abrí la puerta suavemente y allí estaba ella, solo llevaba puesto el tanga, durmiendo boca arriba. Me acerqué y estuve un rato contemplando su cuerpo mientras me acariciaba los huevos, hasta que al final me atreví a rozarle un pezón con la yema de mis dedos. Se movió un poco, pero seguía durmiendo. La volví a rozar y el pezón reaccionó poniéndose un poco durito y después le acerqué la polla hasta casi casi tocarle los labios. Más cerca…y muy suavemente rocé sus labios con mi polla mientras le tocaba el pezón que ya estaba duro. Ella entreabrió los ojos y me vio allí de pie, con mi polla en sus labios y se sobresaltó un poco no dando crédito a lo que sucedía. Me llevé el dedo a los labios en señal de que no hiciera ruido, su respiración se agitó, no dejaba de mirar mi polla erecta a escasos centímetros de su boca. La acerqué y enseguida reaccionó como esperaba. Abrió la boca y pude metérsela, luego ella la cogió y comenzó a mamarla a la vez que se abría de piernas para que la tocara el coño. ¡Qué húmedo lo tenia! Alternaba el follarla el coño con los dedos con sobarle las tetas y ponerle duros lo pezones. Ella no dejaba de meterse mis huevos en la boca, lamerlos, chupar toda la polla, tragarla hasta darle arcadas. Le cogía la cabeza con la otra mano y se la metía entera, la saliva le chorreaba por los labios y cuando ya casi no podía respirar la sacaba de su boca para que pudiera coger aire a la vez que la lamía y de nuevo otra vez a metérsela entera.
Después me puse frente a su coño y hundí mi boca en él, ella no paraba de gemir suavemente, moviendo la pelvis de arriba abajo, de un lado a otro, sintiendo mi lengua por todo su coño.
-No puedo más…joder…fóllame…fóllame ya…- Me suplicó entre gemidos.
Me puse encima de ella y se la metí hasta el fondo mientras nos asegurábamos que su marido seguía durmiendo. Allí estaba él, dormido como un lirón mientras me zumbaba a la zorra de su mujer. Ella me rodeó con sus piernas y me apretaba contra su coño hasta que se corrió, cuando acabó de gemir tras el increíble orgasmo la puse a cuatro patas, me agarré a sus hermosas caderas y se la metí de nuevo. La vista era espectacular, un culo en forma de pera precioso, carnoso, de esos culos pajeros, su marido durmiendo panza arriba sin enterarse y ella suplicando que no parara, que le diera más duro. Miré hacia la puerta y vi a mi mujer contemplando la escena, estaba tan cachonda que se estaba masturbando y en silencio pude leer sus labios que me decían: “Fóllala”. Nuria no se dio cuenta de que nos estaba mirando y yo estaba súper excitado, tanto que comencé a azotarla el culo con cada embestida, a lo cual ella apagaba sus gemidos mordiendo la almohada. Cuando me faltaba poco para correrme la agarré del pelo mientras con la otra mano le sobaba una teta que no paraban de chocar la una contra la otra.
-¡Joder, cabrón…qué gusto! ¡Me voy a correr otra vez hijo puta! ¡MMMM! ¡AAAAAHHHH! Dale…dale…¡MMMMMM!
Se corrió de nuevo y al poco mi leche inundó su coño. La dejé tumbada boca abajo, con el coño aún palpitando de placer y regresé a mi habitación. Mi mujer ya estaba esperándome y cuando salí del lavabo y me acosté a su lado me dijo:
-Joder, cómo la has dejado…Se ve que te apetecía darle duro. Pues que sepas que me pienso follar a Héctor…
La miré sonriendo y le contesté:
-No espero menos…y ojalá pueda verlo como tú me has visto a mi.
-MMMM… Quizás…Estaría bien. Quien sabe, a lo mejor podríamos follar los cuatro juntos más adelante.
Sólo de pensarlo se me volvió a poner dura, ocasión que no dejó escapar mi mujer para ofrecerme su culo, del cual di buena cuenta.
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