No leiste "Vacaciones en la playa I" o no te lo acordás? Acá te dejo el link para que disfrutes de los primeros 10 capítulos de esta historia:
PARTE I. CAPITULO 1
Y acurdate que "Vacaciones en la playa" tiene segunda parte. Otros 10 capítulos increíble para conocer más a fondo a la protagonista y nuestra historia:
PARTE II. CAPITULO 1
Luego de vivir dos veranos muy calientes junto a sus amigas y amigos, Cintia emprende un viaje a Cancún con su novio en donde el placer y la lujuria van a estar presentes en todo momento. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
Capítulo 2: Seducción
Llegamos al hotel temprano a la mañana. Por suerte para nosotros, nuestra habitación estaba disponible por lo que no tuvimos que esperar para entrar. El resort era inmenso y tenía de todo, varios bares, una discoteca, restaurantes de primer nivel, pileta interna, pileta externa y una playa hermosa por la que teníamos pensado caminar todos los días. Salvo los tragos elaborados, el resto estaba todo incluido dentro del paquete que habíamos comprado, por lo que teníamos pensado disfrutar al máximo del lugar. Pero esa mañana estábamos cansados por el viaje, por lo que decidimos acostarnos a dormir un ratito hasta el mediodía y ahí dar vía libre a nuestra experiencia.
La habitación era enorme. Tenía una cama inmensa en el centro, un televisor gigante y dos sillones preciosos que combinaban perfecto con todo lo demás. El baño contaba con una bañera más simple para una ducha rápida y un jacuzzi cuadrado gigante en el que cabíamos cómodamente los dos y que seguramente íbamos a usar mucho. La ventana gigante daba a un balconcito divino que tenía una mesita y dos sillas y la vista era directa a la playa principal del hotel. Sin lugar a dudas era el lugar soñado y no podíamos creer la suerte que teníamos de estar ahí los dos.
Cristian se acostó en la cama y yo hice lo mismo tras darme una ducha algo acelerada y me acomodé al lado de él. Enseguida me abrazó en cucharita y pegó su cuerpo al mío, haciéndome sentir el calor de su respiración en su oreja. “¿Viste lo hermosa que es la habitación, amor?” le pregunté aún sin creer el lugar en el que estábamos. Él asintió con un movimiento de cabeza y me abrazó un poco más fuerte. Estaba completamente desnudo, por lo que pude sentir su pija algo curiosa en mi cola. “¡Apa! ¿Qué pasó ahí?” le pregunté girando un poco la cabeza y viendo su sonrisa. “¿Me vas a decir que no te quedaste caliente después de lo del avión?” me preguntó él y yo no pude disimular.
Me di vuelta y empezamos a besarnos con ganas. Él no tardó en activar y colocarse encima de mí y cuando lo hizo pude sentir su verga bien dura chocar contra mis piernas. Eso era lo que me encantaba de Cristian, la forma en la que me besaba, me tocaba y como me calentaba en cuestión de segundos. Los besos se pusieron más y más calientes a medida que pasaban los segundos y nuestros cuerpos comenzaban a arder por dentro. Mi novio bajó su mano hasta mi conchita y empezó a tocármela para descubrir que ya estaba toda mojada. “Estoy así desde lo del avión” le aclaré con una sonrisa pícara y él me devolvió la sonrisa haciendo que me mojara más. Apoyó la punta de su pija en mi conchita, me besó con ganas y nos dejamos llevar por el placer.
Unas tres horas más tarde fuimos a desayunar al comedor principal. Era inmenso. Tenía cientos de mesas y una barra gigante donde podías servirte de todo. Agarramos nuestros platos, los llenamos de comida y buscamos una mesa algo alejada para poder seguir sintiéndonos solos a pesar de toda la gente que había. El sexo de bienvenida nos había dejado bastante hambrientos y la siesta de casi dos horas que nos habíamos tomado después no había ayudado en lo más mínimo. Comimos con ganas mientras debatíamos que actividades podíamos hacer en el hotel. Había cancha de vóley y de futbol, se podía hacer karaoke, zumba o aquagym, aunque a nosotros nos tentaba más la idea de caminar tranquilos por la playa o relajarnos a tomar sol.
En un momento se sienta en la mesa de al lado una pareja y la chica empieza a hablarme en inglés. Intercambié algunas palabras con ella y con confianza me siguió la conversación. Se llamaba Janet, era de Canadá y estaba allí con su novio quien al parecer era alguien importante y de negocios. Al poco tiempo apareció Damian, el novio de Janet. Se notaba la diferencia de edad, por lo que me animé a preguntarle cuantos años tenían cada uno. Él ya había pasado los 34 hacía tiempo y ella apenas tenía 25, como yo. Él intercambió algunas palabras con Cristian, pero quien parecía más dispuesta al diálogo era Janet. Ni bien se enteró que acabábamos de llegar, me propuso salir a caminar esa misma tarde por la playa para charlar, pero le dije que podíamos dejarlo para otro día, pues esa tarde quería estar con mi novio.
- Mañana te busco.- Me dijo en inglés y continuó con el almuerzo con su pareja.
Cris y yo nos quedamos en silencio unos segundos, levantamos las cejas y disimulamos la risa. Nos parecía raro que de golpe alguien se pusiera a hablarnos de la nada y que nos propusiera hacer algo juntas cuando era evidente que estábamos allí en plan romántico. “Debe estar embolada, el tipo tiene una cara de aburrido bárbaro” me dijo mi novio y disimuladamente miré a Damian para comprobar que era cierto. Apenas le hablaba y miraba al plato tranquilo. A pesar de eso, ella parecía feliz de estar con él y no estaba en mis planes analizar la relación de dos desconocidos, por lo que terminamos de almorzar, nos levantamos, saludamos a la pareja canadiense y fuimos a recorrer el hotel.
Era demasiado grande y algo laberíntico. Tanto las habitaciones, como los bares y comedores, estaban en edificios diferentes, por lo que decidimos recorrerlos todos para saber bien donde estaba cada cosa. Había un gimnasio totalmente equipado, un barcito que daba sobre la playa y un muelle con algunas lanchas, kayaks o embarcaciones menores por si alguien quería disfrutar mejor el mar. Yo estaba anonadada, mirando con fascinación cada lugar que pasábamos y por la cabeza se me cruzaban miles de cosas para hacer con Cris, algunas románticas y otras sexuales.
Nos relajamos un rato en unas reposeras a tomar algo de sol y después nos metimos en el mar. Los canadienses pasaron por al lado nuestro y Janet me saludó con un “Hi!!” que denotaba mucha emoción, pero por suerte siguieron de largo. Pasadas las seis de la tarde, decidimos volver a caminar un poco con Cris, esta vez por la playa, por lo que metimos la ropa en un bolsito y avanzamos. El hotel era tan grande, que caminamos unos 200 metros y todavía aparecían algunos edificios algo alejados. El sol seguía pegando de una forma divina y el ruido de las olas rompiendo era sumamente relajante. Nosotros íbamos de la mano, avanzando lentamente y disfrutando del viento en la cara.
En un momento nos cruzamos con tres chicos que trabajaban en el hotel, que nos dimos cuenta pues tenían la remera con el logo del mismo. No saludaron con un “hola” desinteresado, pero yo me di cuenta que uno de ellos me miró de una forma distinta. Cuando pasó por al lado mío, pude ver que la remera le quedaba ajustada y que el short le marcaba una cola bastante tentadora. Me miró de arriba abajo y se mordió el labio. Su piel morena me cautivó y sus rulos me llamaron tanto la atención que cuando siguieron y quedaron atrás nuestro, giré la cabeza para verlo y pude comprobar que me estaba mirando la cola de forma muy poco disimulada. Levantó su mano y se dio vuelta para alcanzar a sus amigos pues se había quedado atrás. Yo volví a girar la cabeza y miré a Cristian que ni se había dado cuenta de lo que había pasado.
Volvimos a la habitación a darnos una ducha tranquila y decidí que quería aprovechar el jacuzzi, teniendo en cuenta que teníamos tiempo y era nuestra oportunidad de relajarnos. Lo prendí y salí del baño mientras esperaba que este se llenara. Cris se había acostado en la cama y buscaba algo que ver en el televisor pero simplemente cambiaba de canal en canal. Empecé a desvestirme y cuando me quedé en bikini me di media vuelta para ver si mi novio me miraba de la misma forma que lo había hecho el chico del hotel. En efecto, giró la cabeza para apreciar mi cola y yo pude verlo todo a través del espejo gigante que había en el placar.
- ¿Se te perdió algo?- Le pregunté y él levantó la vista para darse cuenta que lo había pescado.
Cris se rio y volvió la cabeza al televisor para seguir cambiando de canal en canal. Entonces me desprendí del corpiño y li tiré hacia atrás como si se tratase de un ramo de flores arrojado por una novia. Este cayó en los pies de mi novio y él volvió a girar la cabeza para utilizar el espejo a su favor y así poder verme las tetas. Seguí con el acto de seducción y empecé a masajeármelas mientras de fondo se escuchaba el ruido de la tele y el del jacuzzi llenándose. Él no dejaba de observarme y se notaba la cara de baboso. Coloqué mis manos a los costados de la parte baja de la bikini y me la saqué inclinándome hacia adelante, dejándole mi culo en primer plano. Seguí observándolo a través del reflejo y pude ver como su mirada iba de mis tetas a mi cola y como se mordía los labios como aguantándose las ganas. Me levanté y volví a tirar la prenda hacia atrás y esta cayó mucho más cerca de su pecho, pero sobre el colchón.
- Me voy al jacuzzi.- Le dije siempre dándole la espalda.- Aunque me parece un poco grande para mi solita.
Entré al baño, arrimé la puerta y pude escuchar el ruido de la cama que me indicaba que Cristian se había levantado de ella. Me metí en el jacuzzi con el agua que apenas me cubría las piernas y empecé a limpiarme el cuerpo con una de las cremas que había allí. Me aseguré de cubrirme los brazos, el pecho, la pancita y las piernas para después enjuagármelas utilizando mis manos para llevar el agua por toda mi piel. Podía sentir como el agua cálida salía de los chorros que llenaban el jacuzzi y aproveché la soledad para tocarme por unos segundos. Por mi mente pasaba la escena del avión, la pija de mi novio bien dura y yo chupándosela con ganas. También recordé el rapidito de esa mañana, con él cogiéndome bien duro y haciéndome llegar al orgasmo de una manera increíble. De golpe recordé al chico del hotel mirándome el culo de forma muy poco disimulada y como se mordía los labios. Sus brazos musculosos, su remera apretada, su piel bronceada, sus rulos ondeando al viento…
- Veo que empezaste sin mí.- Me dijo Cristian y cuando abrí los ojos lo tenía adelante mío.
Estaba totalmente desnudo y tenía su enorme pija bastante dura. “Vení” le dije estirando los brazos y él enseguida se metió al jacuzzi y se acomodó como pudo encima de mí. Comenzamos a besarnos apasionadamente y yo me dediqué a mojar todo su cuerpo con mis manos. La cosa se puso caliente enseguida, y él bajó hasta mis tetas para empezar a chuparlas con ganas, lamiéndolas suavemente pero de forma acelerada. Era evidente que el sexo de esa mañana no nos había sido suficientes, pues la forma en la que nos tocábamos y nos besábamos era demasiado provocadora.
Cris se terminó parando en el centro del jacuzzi y sin que me pidiera nada, yo me arrodillé frente a él para pajearlo mirándolo a los ojos. “¡Qué fácil que sos!” le dije sonriendo pues no se me había hecho muy difícil conseguirlo traer al jacuzzi. “Es que no me puedo resistir a vos” me dijo y saqué mi lengua para chuparle la cabecita de la pija. Él esbozó un gemido y volví a repetir el movimiento pero en esa oportunidad me la metí en la boca. Comencé a chupársela con ganas, lamiéndola adentro de mis labios y recorriéndola por todos lados. “¡Huy mi amor!” dijo él cuando me la metí entera en la boca y pude notar como quebraba las rodillas y las piernas le temblaban. Se la chupé toda, se la dejé completamente babeada e hice lo mismo con los huevos, los cuales quedaron llenos de mi saliva.
- Ponete en cuatro.- Me dijo él viendo que no había forma cómoda de que me chupara la concha ahí adentro.
Yo me acomodé y él se inclinó como pudo y abriendo mis cachetes pasó su lengua de arriba a abajo. “¡Mmm!” gemí yo mordiéndome los labios. Cris se dedicó a comerme la conchita y la cola como solo él sabía hacerlo. Me ponía a temblar cada vez que su lengua rozaba mis labios y gemía como loca cuando sus dedos entraban y salían de mi cuerpo. Aprovechó la posición para comerme también la colita, algo que le encantaba hacer y a mí me gustaba muchísimo. Su lengua estaba como loca, la pasaba por todos lados. Lamía los labios de mi conchita, bajaba hasta acariciar mi clítoris con la puntita y después la subía a mi colita para dejarla toda babeada. Yo me agarraba del borde del jacuzzi y gemía con la cabeza apoyada contra la pared. El agua había crecido y ya tapaba gran parte de nuestros cuerpos.
Sin poder aguantarme las ganas, me di vuelta y desués de que Cris se sentara y apoyara su espalda contra el borde, me senté encima de él. Cada vez que sentía esa pija bien gruesa penetrar mi cuerpo, me volvía loca y me moría de ganas de cabalgarla. Ayudada por la sinergia del agua, empecé a moverme en todas direcciones y veía como mi cuerpo se elevaba con mayor facilidad. Él estaba como loco, gozando de mis movimientos y recorriendo toda mi piel con sus manos. “¡Si mi amor! ¡Así! ¡Dale!” me decía él motivándome y yo me descontrolaba más y más encima suyo haciendo que el agua chocara cada vez más fuerte contra el borde del jacuzzi.
- Ponete en cuatro de nuevo.- Me dijo luego de varios minutos muy satisfactorios.- Te voy a coger toda.
Ni bien lo hice, sentí como su enorme y dura pija penetraba mi conchita toda empapada y como sus manos se posaban en mi cintura para sujetarme con fuerza. Cris empezó a darme tan duro, que no pude aguantarme los gritos de placer que salieron de mi boca. Su cintura chocaba contra mi cola una y otra vez, lo que significaba que su pija entraba y salía de mi cuerpo constantemente y a gran velocidad. “¡Ay mi amor! ¡Cómo me calentás!” me decía él que se había puesto como loco y me cogía como una bestia feroz. Me encantaba, me fascinaba la forma en la que se trasformaba mi novio a la hora del sexo. Pasaba de ser un pibe tierno, romántico y algo ingenuo a un macho provocador y sediento de sexo que me complacía siempre.
El jacuzzi empezó a incomodarnos, el agua ya nos juagaba en contra y limitaba nuestras posiciones. Por lo que lo apagamos y así mojados como estábamos, salimos y fuimos a la cama. Me acosté boca arriba y él se colocó encima de mí para volver a cogerme de la misma forma que lo había hecho esa mañana. “¡Ay sí!” grité cuando metió toda su pija en mi conchita empapada y se inclinó hacia adelante para morderme el cuello. No pude aguantarme, estaba loca. Clavé mis uñas en su espalda y Cristian siguió dándome bien duro hasta que sentí un hermoso orgasmo invadir todo mi cuerpo. Grité, grité como loca. No dejé de gemir en ningún momento y pude sentir toda mi entrepierna mojarse al mismo tiempo que él seguía dándome bien duro.
No se detuvo, no paró en ningún momento y mi orgasmo se extendió todo el tiempo. “¡Uhhh, mi amor! ¡Ahí acabo! ¡Acabo!” me gritó él y entonces le encajé un beso bien fogoso mientras apretaba en su espalda para pegar más su cuerpo hacia el mío. Él lo hizo. Golpeó de seco su cintura contra la mía y empezó a acabar todo su semen bien espeso y calentito adentro de mi conchita toda empapada. El beso continuó lo que duró toda la descarga y cuando liberé sus labios, Cristian me regaló un hermoso gemido que me hizo explotar la cabeza. Nos miramos cara a cada, sonreírnos y volvimos a besarnos mientras nuestros corazones latían a toda velocidad.
Terminamos bañándonos juntos en la ducha para hacerlo más rápido, nos cambiamos y bajamos al comedor para cenar. Agarramos la comida y al no poder evitar ver la mano de Janet agitándose a lo lejos, terminamos compartiendo la mesa de a cuatro que ellos habían escogido. Luego de eso nos invitaron a uno de los bares a tomar algo y nosotros accedimos. Mientras Cristian y Damian iban a la barra yo me quedé hablando con la chica canadiense hasta que de golpe algo atrapó mis ojos. Se trataba del chico morocho, musculoso y de pelo enrulado que me miraba desde la barra con una sonrisa.
SIGUIENTE
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