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http://www.poringa.net/posts/relatos/4514210/Paja-cruzadas-empezo-como-un-juego-I-Parte.html
DISFRUTALO!
Luego de vivir una de las experiencias mas increibles de mi vida a nivel sexual (recuerden que era un pendejo de 19 años sin experiencias), no pude resistir la tentación de comerme la acabada de Julián en la soledad del baño, un hecho que me volvió a engarrotar la verga y a subir el nivel de calentura instantáneamente. Una vez satisfecho y enjuagadas mis partes íntimas, salí del baño, me senté junto a mi amigo/hermano de pajas y ambos tomamos la pija del otro para dar comienzo a un segundo round. Juli le dió play a la porno que había elegido, aunque la verdad era que ya estábamos sacudiendo los miembros, acariciándolos y absolutamente compenetrados en la manipulación y goce del pene ajeno. Y apenas prestamos atención al film...
A pesar del escaso tiempo transcurrido entre nuestra primera paja cruzada y esta que acabábamos de iniciar con entusiasmo, pronto recordé importantes detalles de los que había tomado nota mentalmente; movimientos, velocidades y presión en la poronga de mi amigo que lo enloquecían y sin pensarlo bajé mi mano a sus huevos, ya que los recordaba como uno de sus puntos débiles, inmediatamente fui sobándolos con suavidad, de abajo hacia arriba y eso hizo arrancar el esperado suspiro de Julián, quería hacerlo gozar, quería volverlo loco y hacerlo acabar otra vez, aunque la apuesta no me importaba, estaba enfocado en sacarle otro lechazo a mi amigo (y creo que lo que mas quería, era volver a saborear su lechita). Sin querer (o queriendo vaya uno a saber) mi dedo medio avanzó mas alla del perineo y rozaba los pliegues de la escarapela del culo. Eso fue dinamita, porque Julián perdió la compostura y se estremeció violentamente, acompañando su espasmo con gemidos que a duras penas logré tapar con la mano libre sobre su boca.
Ni loco sacaría mi mano de allí abajo, es mas, la yema del dedo dibujaba círculos acompañando la circunferencia del hoyo, mientras la palma de la mano masajeaba esas bolas cargaditas de rica leche.
Cerré los ojos, Julián hacía lo suyo y también había llegado a mi ano, ahora yo también disfrutaba como esas sensibles terminaciones nerviosas me hacían temblar de puro placer. A la locura de pajearnos mutuamente acabábamos de agregarle las caricias al culo. Fué toda una sorpresa que ambos accediéramos a ese toqueteo y lo disfrutáramos como lo estábamos haciendo. Las cosas que no se planean, las cosas espontáneas, son las mejores. Por esas cosas del destino nos deleitaba ese vértigo en la cola y recién lo estábamos descubriendo.
Sentí una extraña humedad y al abrir los ojos vi a Julián derramando crema sobre su mano y mi verga, luego hizo lo mismo sobre mi mano y su verga, es que en el apuro y las ganas de mas que ambos teníamos, habíamos olvidado lubricarnos. Esparcí todo con mucho cuidado por su tronco y bolas, pero no olvidé al nuevo jugador, por lo que reservé una porción para untarla en ese asterisco que reclamaba mi atención.
No voy a mentirles, en mi mente afloraban fantasías homosexuales que jamás había imaginado, seguía pensando en chupársela toda, en comerle esa verga dura, en mis mas perversos pensamientos podía verme super puta, succionando esa poronga, recorriéndola con boca y lengua, introduciéndomela hasta la garganta, hasta hacerme lagrimear y tomándole toda, toda la leche, hasta la última jodida gota de esperma, aunque muy en el fondo me debatía entre el querer y el no deber, estaba entre los fuegos de ese prejuicio tan hetero y tan arraigado que me impedía soltarme, que me frenaba... Por lo que luchaba por sacar esas imágenes de mi cabeza.
En el fragor de estar siendo embardunado de crema y pajeado por una mano que seguía acumulando experiencia e imitaba mi accionar resbalando hacia mi ano para lubricarlo, trataba de abstraerme del gozo que estaba recibiendo, de esas caricias y sacudidas que me erizaban la piel, que me empujaban a la locura exquisita del placer. Para contrarrestar esa dulce tortura, clavaba mis ojos en la poronga de Juli, que se encabritaba una y otra vez, respondiendo a mi inesperada habilidad manual. Mas obscenidades me asaltaban, apoderándose de mí, hubiera querido poder pajearlo a dos manos, chuparle la cola, ensalivarle el hoyo y comerme esas pelotas que hervían repletas de rica waska. Me consumía una lujuria que nunca antes había experimentado... Al mismo tiempo deseaba tanto poder enterrar mi dedo en su cuevita mientras lo ordeñaría con la mano libre... Pero no era posible, el trato era mano a mano y sólo podía improvisar, buscar el modo de asignar a mis dedos distintos territorios para llevarlo al orgasmo. Y eso fue lo que hice; el pulgar y el indíce sostenían y apretaban la base del tronco de la pija, la palma de la mano refregaba sus testículos y el dedo mayor merodeaba su cola, dibujaba círculos en la rugosidad del orificio y ascendía por el perineo hasta las bolas para volver a bajar.
Julián sólo daba fuertes suspiros, jamás protestó, jamás me dijo NO, ni yo a él, porque me estaba dando exactamente el mismo tratamiento.
En el aire se respiraban las enormes ansias en las que ambos ardíamos. No lo decíamos, pero nuestros cuerpos hablaban. No cruzábamos miradas, pero los dedos medios cada vez resbalaban mas y mas hacia el centro del agujerito, que latía desesperado, que se prendía fuego... Julián decidió ir por todo y sentí claramente como su falange se abría camino, invadiendo mi orto lenta pero firmemente. El lubricante lo facilitó todo, ya que no me dolió, pero la mezcla de sensaciones, miedo, gozo, inquietud, deseo, rechazo y a la vez ganas de mas, me hacían abrir y cerrar el esfínter, cortar clavos en ese dedo que lentamente salía sin retirarse totalmente para volver a entrar. Me abandoné eternos segundos en los que sólo me limité a gozar ese masaje, ese dedo resbalando hasta la primer falange en mi ano, su palma cobijando mis huevos, mi verga sacudiéndose por sí misma al compás de mi convulsionado esfínter. Recuperé la compostura a duras penas y le metí el dedo a Julián, que siempre fue mucho mas efusivo que yo, y pegó un gritito mezcla de regocijo e indescriptible placer.
Ahora sí, nos habíamos ido al carajo hacía rato, pero refrenábamos nuestro placer a sólo jadeos o gemidos, pero la situación hizo que soltáramos toda la putez enquistada en nuestro ser y pidiéramos mas;
- Ahhh Juli, así hijo de puta, aseeee!.- Solté de una.
- Hmmm! Seee! Vos también no pares hijo de puta, no pares!.- Respondió.
Era un trabajo de dilatación, debería haber sido lento y paciente, deberíamos darle tiempo al esfínter para acostumbrarse a los nuevos visitantes, pero la cachondez extrema nos ganaba y los dedos buscaban en cada nueva embestida ir un poco mas allá. Pronto tuve casi la totalidad de mi dedo en su culito. Juli estaba apretadito, divino, y mi dedo resbalaba sin problemas, a mi me ardía un poco el orto, pero la sensación era indescriptiblemente deliciosa, su dedo también ingresaba sin impedimentos hasta hacer tope. Nuestras vergas bailoteaban solas, presas de los estertores que nos dominaban mientras nuestros culos eran fornicados al imparable ritmo de los dedos, porque inconscientemente habíamos aumentado la velocidad de la dedeada y yo sentía que cada arremetida me acercaba inexorablemente a un orgasmo anal. Seguramente (sin saberlo) estábamos estimulando la próstata del otro.
-No pares, no pares!.- Me ordenó Juli.
-Vos tampoco Ju! Ahhh!.-Respondí como pude.
En todo este tiempo no nos habíamos mirado, pero quería ver la cara de Juli, quería ver cómo lucía su rostro de goce mientras le pajeaba el ojete. Lo observé eternos segundos, el flaco gemía deseperadamente con los ojos cerrados, bufaba como un animal, se remordía los labios, sacaba la lengua como pidiendo pija, esa visión fue un tsunami de desenfreno, tremendas ganas de comerle la boca me asaltaron inmediatamente, pero me contuve, limitándome a apoyar mi cabeza en su hombro y morderlo suavemente. Eso lo hizo reaccionar:
-Ahh! Ahh! Ya casi, ya casi!.- me dijo a gritos.
-Ahhhhh! .- Grité yo. Me tomó por sorpresa, mi culo latía, mi culo experimentaba implacables contracciones. Sentí que la leche ya explotaba. Y mi waska, repentinamente, salió expulsada hacia mi abdomen. Acabé violentamente, Juli me sacó el dedo (cómo lo lamenté) para sacudirme la chota y terminar de sacarme la leche. Pero no duró mucho mas. Lo sentí soltar mi poronga al mismo tiempo que gritaba:
-Ahhhh! Ahhh! Ahhh! Acabooooo!
Mi dedo volvió a serruchar un poco mas, pero hice lo mismo que el; abandoné el hoyo para asirme de su miembro y deslecharlo a puñetes. Tuve el instinto de agarrarlo de tal modo que me soltara toda la waska posible en la mano, porque ya tenía decidio volver a comerme su lechita. Duramos menos que la primera vez, la pajita anal fué demoledora. Quedamos exhaustos, respirando como sementales cansados, mi mano enchastradísima con la acabada de Juli no le soltaba la verga. El tampoco se desprendía de la mía. Nos miramos y volvimos a sonreir. Julián se mordió los labios, entrecerró los ojos y lo soltó:
- La mejor paja de mi vida. Y a mi culo le encantó!
Yo quería abrazarlo, sentir su pecho sudado pegado al mío, llenarme las manos aferrándome de sus nalgas, bajar a chuparle la pija... Pero no me animé. Sólo pude susurrar, allí sentado en bolas, con la mano de Julián en mi poronga, a la luz de la tele, mientras en la porno dos tipos enfiestaban a una madura cincuentona, unas palabras que me brotaron del alma:
- A mi culo también le encantó! Muchísimo!
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11 comentarios - Paja cruzadas, empezó como un juego 2º Parte
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