Paja cruzadas, empezó como un juego Iº PARTE
Links a la continuación del relato:
PARTE 2
http://www.poringa.net/posts/relatos/4520714/Paja-cruzadas-empezo-como-un-juego-2-Parte.html
PARTE 3
http://www.poringa.net/posts/relatos/4618218/Paja-cruzadas-empezo-como-un-juego-3-Parte.html
Nunca planeamos esto, de alguna manera el deseo y la calentura desmedida nos fueron llevando. Era una noche como tantas, nos juntábamos en mi habitación a mirar películas con mi amigo Julián. Teníamos 19 años y por supuesto andábamos con las hormonas revueltas, pero al ser del tipo Nerd, nuestra suerte con las chicas no era la mejor. No por ser feos, mas bien la timidez nos impedía avanzar con el sexo opuesto, pero lo compensábamos a puras pajas.
Nuestras sesiones de películas incluían 3 o 4 títulos de acción, suspenso, terror o eróticas y rematábamos la noche con una triple X. Al principio ninguno se atrevía a hacer nada, mirábamos toda la película con una tremenda erección pero sin tocarnos. Fueron varios fines de semana de esa rutina, hasta que un día Julián propuso pajearnos mientras mirábamos, cada uno en su cama. Como buenos boludos empezamos también a competir. Quién duraba mas fue el primer reto. A veces ganaba yo, a veces ganaba él. A veces apostábamos. Nos cagábamos de risa y dejábamos las sábanas echas un pegote de waska. Nunca hablamos acerca de las implicaciones de encerrarnos a jugar a hacernos la paja los fines de semana, pero como un acuerdo tácito, jamás hablamos de ello con nadie, era nuestro secreto, nuestra travesura.
El tiempo pasó y cada vez fuímos alargando las sesiones de pajas y por ende, hacíamos previas mas cortas, mirando una sola película la mayoría de las veces, para dar paso a lo que nos interesaba de veras; las maratones de pajas. Julián iba a un videoclub cerca de su trabajo y yo iba al del barrio, donde tenía confianza con el empleado y este me recomendaba títulos. Así nos asegurábamos una buena cantidad de títulos para nuestros torneos. Pronto desarrollamos una segunda competencia para ver quien bancaba mas pajas, quien era el mas resistente. Primero fueron maratones de 2 y luego de tres horas. Julián tenía un récord de 5 pajas en 2 horas acabando en todas. Yo quedé en 4 en 2 horas y destruído. Las reglas eran que debíamos avisar y mostrar cómo largábamos la leche. Con el tiempo compartido en esta locura, ya teníamos confianza suficiente como para exhibirnos en ese momento tan íntimo.
Después se nos ocurrió un juego mas atrevido; pajearnos sentados en el piso, uno al lado del otro y ver quien largaba mas lejos los chorros de semen. Fue la primera vez que nos tocamos desde el inicio, sin escondernos, ya vencida la vergüenza de la desnudez y, mas importante, nos desinhibimos totalmente con la confianza de darnos placer cada uno a su manera y enfrente del otro. En la cama muchas veces lo hacíamos bajo las sábanas o nos cubríamos de costado con almohadones, pero ahora nos sentábamos a escasos centímetros uno del otro y arrancábamos a acogotar el ganso sin piedad.
Estos torneos duraron varias semanas, no voy a negar que a veces nos mirábamos para ver como iba el otro, porque incorporamos ambas categorías al juego; el que dura mas y el que eyacula mas lejos.
Aprovechaba estas ocasiones para copiarle algunos estilos de paja a Juli, me gustaba como se la sobaba a mano abierta desde los huevos hasta el glande, e incorporé ese y otros buenos movimientos suyos a mi repertorio, aunque nunca se lo dije, claro está. Julián me copió la manera de escupirme la poronga, desde arriba, tirándole un hilo de baba. Al principio no lo hacía, pero aprendió de verme, jeje.
He de confesar que había comenzado a sentir un morbo extraño al ver a mi amigo pajearse, su verga venosa, rosadita, me atraía, pero trataba de quitar esos pensamientos de mi cabeza. Julián varias veces me había elogiado lo grande de mi glande, hasta le había puesto un sobrenombre a mi pene; La cabezona!
Nos reíamos y jodíamos con esa clase de boludeces, hasta la noche en cuestión, la noche que Julián propuso hacer algo diferente; para probar cuánto aguantaríamos si una mina nos hiciera una manuela, debíamos dejar que una mano que no sea la nuestra nos sacudiese la nutria. Ya habíamos tenido competencias de pajas a mano cambiada, es decir, usando la mano menos hábil para ver quien lograba eyacular mas lejos y mas rápido, o mas lejos pero aguantando mas la paja, pero esto sobrepasaba el límite heterosexual que ambos inconscientemente acatábamos.
Especialmente por eso me pareció una locura, por lo que me negué por completo, aunque en verdad me excitó mucho la idea, no quería quedar como un putito ante mi amigo. Siempre tenía la duda de si Juli me estaba probando o hablando en serio y esta no era la excepción. Creo que el se dió cuenta, y me juró que iba a hacer algo que moría entre nosotros, que jamás nadie lo sabría y que no por hacerlo significaba ser putos, sino que nos preparábamos para el día que una mano femenina nos hiciese el favor. Flaco chamuyo, pero tanto me habló, tanto argumentó y juró, que al final me convenció. Sólo una paja, sólo agarrarnos las pijas y sacudir hasta hacer acabar al otro. Nada mas que eso. Encima me propuso que de ganar yo me pagaría el doble. Ahí me tranquilicé. Me di cuenta que le atraía tanto como a mí la idea de las pajas cruzadas. Sentir una mano ajena, dejarse llevar a un ritmo nuevo, a un agarre nuevo, a unos dedos extraños...
Con todos esos argumentos, Julián se salió con la suya. Se fué al baño y volvió al instante, con una crema humectante.
- Esto es para que resbalen bien lubricadas.- Me explicó.
- Jaja, yo pensaba escupirme la mano!.- Respondí risueño.
- Bueno, si te resulta mejor eso, allá vos. Por mi parte te voy a encremar "la cabezona", jaja- Me contestó, dándome la libertad de usar o no la crema.
Yo de los nervios hacía chistes boludos, pero estaba con la verga dura como una piedra y re caliente. Puse la porno, un tipo que se quedaba en su casa un fin de semana con su sobrina y una amiga de ella. Venía de trío la cosa. Nos sentamos desnudos, hacía calor, era verano pusimos almohadones contra la pared. Julián se encremó la mano con dedicación. Para no ser menos lo imité. Una vez listos, el agarró primero mi pene e inmediatamente yo agarré el suyo. Fue un shock. Sentí que me estremecía al notar la suavidad, la calidez y la firmeza de su mano. Me mordí los labios y me concentré en pajearlo. Empecé despacio, dándole una recorrida al tronco, al mismo tiempo sentía como su mano de deslizaba y cómo me acariciaba el glande con el dedo pulgar al llegar a la punta, haciendo un movimiento circular que me erizaba la piel de la nuca. Tenía miedo de que me hiciera acabar en un santiamén, por lo que trataba de pensar en otra cosa. Luchaba para concentrar mi atención en apretar bien su pija, para luego apenas acariciarla, hasta bajé la mano y le acaricié las bolas un ratito (cosa que lo hizo largar el primer gemido) Aquello rompió el hielo. Nunca nos habíamos permitido gozar gimiendo o jadeando, pero al hacerlo Julián para mí fue el permiso que necesitaba, por lo que también dejé escapar pequeños gemidos cada vez que me tocaba como a mi me gustaba.
Apenas nos podíamos concentrar en la película, donde ya le estaban chupando la chota entre las dos al suertudo. Mirábamos casi sin mirar, todo se enfocaba en sentir, en experimentar este nuevo y delicioso juego. Nuestros gemidos se multiplicaban a medida que pasaban esos eternos minutos. Esa noche en especial, y como nunca antes, había olor a sexo en la habitación. Ese embriagador aroma no hacía mas que aumentar el morbo y la lujuria de ese instante.
Pareció que de común acuerdo ambos iniciamos lentamente, tocándonos, explorándonos y tratando de conocer qué le funcionaba mas al otro, y eso nos estaba resultando de maravillas.
- Ahh, hijo de puta, me estas matando!.- Me advirtió Julián en un rapto de calentura.
Tenía sus dedos jugando con mi Glande, haciéndole el paragüitas a "La cabezona", me estaba torturando rico el pedazo de forro y yo sentía que me derretía. Tenía pequeñas contracciones que me hacían cortar clavos con el anillo del orto y estremecían la base de las pelotas.
- Uff! Vos también forro!.- Le contesté. Mi verga latía en su mano y la suya en la mía.
Aceleré el ritmo, quería ganarle y a la vez quería seguir sintiendo esta increíble sensación de ser pajeado por otro. Cerraba los ojos e imaginaba a mi vecina, jaja! Si, si, a mi vecina, la dueña del kiosco, una rubia tetona, de unos 50 años bien llevados, me enloquecía la madurita. Siempre me tiraba onda y yo como un pajero no caía, no le seguía el juego, no avanzaba.
Julián gemía cada vez mas y empezó a perder el ritmo con el cual me pajeaba. La luz del televisor iluminaba nuestros cuerpos sudados, nuestras expresiones de placer. Supe que Julián se estaba abandonando, ya sólo concentrado en su placer. En la cabeza de su verga relucía la humedad del líquido preseminal. No se porque en un momento miré esa verga rosadita, la piel blanca y las venas verdosas y azuladas que se entrecruzaban en su tronco, y tuve el deseo de llevármela a la boca, de chupársela, solo para saber que se sentía. Tuve el vivo deseo de lamerme las bolas y la escarapela del orto, para ir subiendo despacio por el camino que marcaban esas gruesas venas hacia la cabeza, pero me contuve, sabía que ya lo tenía, porque dejó casi por completo de pajearme, sin dejar de sostenérmela, para empezar a temblar y a jadear con mas ímpetu.
- Ahhhh! hijo de puta! Ahhhh!!! Me hacés acabar, me hacés acabar!.-Rugió.
Incrementé la velocidad y escasos segundos después Julián estalló en mi mano, lanzando chorros de semen mas alla de sus pies, largos chorros que disparó mientras yo no detenía la paja, quería ayudarlo a vaciarse del todo y sentía como temblaba en mi mano. Ver esa leche que acaba de ordeñar salir disparada de esa manera fue demasiado, Julián apenas me la sacudía, eran réplicas de los estertores de su orgasmo mas que nada, pero bastaron para que yo también acabara;
- Ahhhh! Asiiii, asiii, acabo hijo de puta!.- Le gruñí en voz baja.
Julián tuvo fuerzas para varios sube y baja de su mano por el tronco de mi verga mientras eyaculaba sin control. En un momento sentí que me iba a desmayar de tanto placer, fue increíble, era la primera vez que otra persona me daba placer y fue sublime. Ni me importaba haberle ganado y que la recompensa fuera doble, aquello superó todo. Nunca había tenido semejante orgasmo.
Quedamos los dos un rato largo ahí, sentados, con la poronga del otro en la mano embarrada de leche ajena. Le apreté el glande suavemente y Julián hizo lo mismo para terminar de vaciar algo que quedara por ahí. Nos seguimos manoseando, hasta que fue él quien rompió el hielo:
- Que guacho! Me ganaste! Ahhh! me gustó... se siente...diferente! Estuvo buenísimo.- Soltó con una sonrisa en los labios.
- Si...la posta...estuvo genial...- Le contesté todavía tratando de recuperar el ritmo normal de mi respiración.
- Me enjuago en el baño y dame la revancha.-Propuso Julián.
Sin pensarlo 2 veces le respondí que si.
- Bueno, pero devolveme la verga eh?!.-Agregó con una sonrisa cómplice mirando como todavía seguía con su pene amorcillado en mi mano. Lo solté de inmediato. Julián hizo lo propio con el mio y salió hacia el baño, desnudo como estaba.
Ni bien salió miré su esperma en mi mano. Contemplé esa leche espesa y tibiecita que se esparcía entre mis dedos como un engrudo. Tuve la tentación de lamerla, quería sentir su sabor. Ya había experimentado con mi propia leche, típico de adolescente curioso. Varias veces había eyaculado en mi mano para luego lamerlo de ahí. A veces sólo una o dos lamidas, hasta que un dia tomé valor y me mandé a la boca toda una acabada. Fue una sensación rara, me gustó sentir el sabor y la consistencia, pero no mucho mas, el morbo quedó en eso. Pero ahora, con la waska de Julián en mi mano, volví a sentir esa necesidad de probarla, pero no me animaba.
Julián me sacó de mis cavilaciones, volvió del baño con una reluciente erección que me llamó la atención y me dijo;
- Andá y lavate que yo elijo una buena peli.-Me propuso.
Obedecí. Una vez en el baño, frente al espejo, abrí la canilla y antes de enviar ese semen a la cañería, no pude con mis ganas de probar aquella leche, no razonaba, casi por puro instinto y aún con resabios de esa increible acabada, sentí que se lo debía a mi amigo por la acabada que me había hecho gozar, asi que lamí mis dedos, los chupé, y luego simplemente me comí los restos de la acabada de Julián, me comí con hambre y desesperación todo lo que quedaba entre mis falanges, y mientras lo hacía sentí como se me engarrotaba la verga. Chupe mis dedos uno por uno hasta dejar todo limpito, fue una delicia. Terminé esa merienda y me enjuague las manos y el pene duro. Regresé y encontré a Julián sentado, con el miembro duro sobre su estómago.
- Qué bueno que vos también volviste al palo.-Me dijo.- No quería ser el único, ja!
- Y bueno.-respondí- esto fue intenso, como una droga, quiero volver a probar!
Me senté junto a Julián y sin mediar palabras ambos agarramos la poronga del otro.
Y sonreímos.
FIN DE LA PRIMERA PARTE.
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PARTE 2
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PARTE 3
http://www.poringa.net/posts/relatos/4618218/Paja-cruzadas-empezo-como-un-juego-3-Parte.html
Nunca planeamos esto, de alguna manera el deseo y la calentura desmedida nos fueron llevando. Era una noche como tantas, nos juntábamos en mi habitación a mirar películas con mi amigo Julián. Teníamos 19 años y por supuesto andábamos con las hormonas revueltas, pero al ser del tipo Nerd, nuestra suerte con las chicas no era la mejor. No por ser feos, mas bien la timidez nos impedía avanzar con el sexo opuesto, pero lo compensábamos a puras pajas.
Nuestras sesiones de películas incluían 3 o 4 títulos de acción, suspenso, terror o eróticas y rematábamos la noche con una triple X. Al principio ninguno se atrevía a hacer nada, mirábamos toda la película con una tremenda erección pero sin tocarnos. Fueron varios fines de semana de esa rutina, hasta que un día Julián propuso pajearnos mientras mirábamos, cada uno en su cama. Como buenos boludos empezamos también a competir. Quién duraba mas fue el primer reto. A veces ganaba yo, a veces ganaba él. A veces apostábamos. Nos cagábamos de risa y dejábamos las sábanas echas un pegote de waska. Nunca hablamos acerca de las implicaciones de encerrarnos a jugar a hacernos la paja los fines de semana, pero como un acuerdo tácito, jamás hablamos de ello con nadie, era nuestro secreto, nuestra travesura.
El tiempo pasó y cada vez fuímos alargando las sesiones de pajas y por ende, hacíamos previas mas cortas, mirando una sola película la mayoría de las veces, para dar paso a lo que nos interesaba de veras; las maratones de pajas. Julián iba a un videoclub cerca de su trabajo y yo iba al del barrio, donde tenía confianza con el empleado y este me recomendaba títulos. Así nos asegurábamos una buena cantidad de títulos para nuestros torneos. Pronto desarrollamos una segunda competencia para ver quien bancaba mas pajas, quien era el mas resistente. Primero fueron maratones de 2 y luego de tres horas. Julián tenía un récord de 5 pajas en 2 horas acabando en todas. Yo quedé en 4 en 2 horas y destruído. Las reglas eran que debíamos avisar y mostrar cómo largábamos la leche. Con el tiempo compartido en esta locura, ya teníamos confianza suficiente como para exhibirnos en ese momento tan íntimo.
Después se nos ocurrió un juego mas atrevido; pajearnos sentados en el piso, uno al lado del otro y ver quien largaba mas lejos los chorros de semen. Fue la primera vez que nos tocamos desde el inicio, sin escondernos, ya vencida la vergüenza de la desnudez y, mas importante, nos desinhibimos totalmente con la confianza de darnos placer cada uno a su manera y enfrente del otro. En la cama muchas veces lo hacíamos bajo las sábanas o nos cubríamos de costado con almohadones, pero ahora nos sentábamos a escasos centímetros uno del otro y arrancábamos a acogotar el ganso sin piedad.
Estos torneos duraron varias semanas, no voy a negar que a veces nos mirábamos para ver como iba el otro, porque incorporamos ambas categorías al juego; el que dura mas y el que eyacula mas lejos.
Aprovechaba estas ocasiones para copiarle algunos estilos de paja a Juli, me gustaba como se la sobaba a mano abierta desde los huevos hasta el glande, e incorporé ese y otros buenos movimientos suyos a mi repertorio, aunque nunca se lo dije, claro está. Julián me copió la manera de escupirme la poronga, desde arriba, tirándole un hilo de baba. Al principio no lo hacía, pero aprendió de verme, jeje.
He de confesar que había comenzado a sentir un morbo extraño al ver a mi amigo pajearse, su verga venosa, rosadita, me atraía, pero trataba de quitar esos pensamientos de mi cabeza. Julián varias veces me había elogiado lo grande de mi glande, hasta le había puesto un sobrenombre a mi pene; La cabezona!
Nos reíamos y jodíamos con esa clase de boludeces, hasta la noche en cuestión, la noche que Julián propuso hacer algo diferente; para probar cuánto aguantaríamos si una mina nos hiciera una manuela, debíamos dejar que una mano que no sea la nuestra nos sacudiese la nutria. Ya habíamos tenido competencias de pajas a mano cambiada, es decir, usando la mano menos hábil para ver quien lograba eyacular mas lejos y mas rápido, o mas lejos pero aguantando mas la paja, pero esto sobrepasaba el límite heterosexual que ambos inconscientemente acatábamos.
Especialmente por eso me pareció una locura, por lo que me negué por completo, aunque en verdad me excitó mucho la idea, no quería quedar como un putito ante mi amigo. Siempre tenía la duda de si Juli me estaba probando o hablando en serio y esta no era la excepción. Creo que el se dió cuenta, y me juró que iba a hacer algo que moría entre nosotros, que jamás nadie lo sabría y que no por hacerlo significaba ser putos, sino que nos preparábamos para el día que una mano femenina nos hiciese el favor. Flaco chamuyo, pero tanto me habló, tanto argumentó y juró, que al final me convenció. Sólo una paja, sólo agarrarnos las pijas y sacudir hasta hacer acabar al otro. Nada mas que eso. Encima me propuso que de ganar yo me pagaría el doble. Ahí me tranquilicé. Me di cuenta que le atraía tanto como a mí la idea de las pajas cruzadas. Sentir una mano ajena, dejarse llevar a un ritmo nuevo, a un agarre nuevo, a unos dedos extraños...
Con todos esos argumentos, Julián se salió con la suya. Se fué al baño y volvió al instante, con una crema humectante.
- Esto es para que resbalen bien lubricadas.- Me explicó.
- Jaja, yo pensaba escupirme la mano!.- Respondí risueño.
- Bueno, si te resulta mejor eso, allá vos. Por mi parte te voy a encremar "la cabezona", jaja- Me contestó, dándome la libertad de usar o no la crema.
Yo de los nervios hacía chistes boludos, pero estaba con la verga dura como una piedra y re caliente. Puse la porno, un tipo que se quedaba en su casa un fin de semana con su sobrina y una amiga de ella. Venía de trío la cosa. Nos sentamos desnudos, hacía calor, era verano pusimos almohadones contra la pared. Julián se encremó la mano con dedicación. Para no ser menos lo imité. Una vez listos, el agarró primero mi pene e inmediatamente yo agarré el suyo. Fue un shock. Sentí que me estremecía al notar la suavidad, la calidez y la firmeza de su mano. Me mordí los labios y me concentré en pajearlo. Empecé despacio, dándole una recorrida al tronco, al mismo tiempo sentía como su mano de deslizaba y cómo me acariciaba el glande con el dedo pulgar al llegar a la punta, haciendo un movimiento circular que me erizaba la piel de la nuca. Tenía miedo de que me hiciera acabar en un santiamén, por lo que trataba de pensar en otra cosa. Luchaba para concentrar mi atención en apretar bien su pija, para luego apenas acariciarla, hasta bajé la mano y le acaricié las bolas un ratito (cosa que lo hizo largar el primer gemido) Aquello rompió el hielo. Nunca nos habíamos permitido gozar gimiendo o jadeando, pero al hacerlo Julián para mí fue el permiso que necesitaba, por lo que también dejé escapar pequeños gemidos cada vez que me tocaba como a mi me gustaba.
Apenas nos podíamos concentrar en la película, donde ya le estaban chupando la chota entre las dos al suertudo. Mirábamos casi sin mirar, todo se enfocaba en sentir, en experimentar este nuevo y delicioso juego. Nuestros gemidos se multiplicaban a medida que pasaban esos eternos minutos. Esa noche en especial, y como nunca antes, había olor a sexo en la habitación. Ese embriagador aroma no hacía mas que aumentar el morbo y la lujuria de ese instante.
Pareció que de común acuerdo ambos iniciamos lentamente, tocándonos, explorándonos y tratando de conocer qué le funcionaba mas al otro, y eso nos estaba resultando de maravillas.
- Ahh, hijo de puta, me estas matando!.- Me advirtió Julián en un rapto de calentura.
Tenía sus dedos jugando con mi Glande, haciéndole el paragüitas a "La cabezona", me estaba torturando rico el pedazo de forro y yo sentía que me derretía. Tenía pequeñas contracciones que me hacían cortar clavos con el anillo del orto y estremecían la base de las pelotas.
- Uff! Vos también forro!.- Le contesté. Mi verga latía en su mano y la suya en la mía.
Aceleré el ritmo, quería ganarle y a la vez quería seguir sintiendo esta increíble sensación de ser pajeado por otro. Cerraba los ojos e imaginaba a mi vecina, jaja! Si, si, a mi vecina, la dueña del kiosco, una rubia tetona, de unos 50 años bien llevados, me enloquecía la madurita. Siempre me tiraba onda y yo como un pajero no caía, no le seguía el juego, no avanzaba.
Julián gemía cada vez mas y empezó a perder el ritmo con el cual me pajeaba. La luz del televisor iluminaba nuestros cuerpos sudados, nuestras expresiones de placer. Supe que Julián se estaba abandonando, ya sólo concentrado en su placer. En la cabeza de su verga relucía la humedad del líquido preseminal. No se porque en un momento miré esa verga rosadita, la piel blanca y las venas verdosas y azuladas que se entrecruzaban en su tronco, y tuve el deseo de llevármela a la boca, de chupársela, solo para saber que se sentía. Tuve el vivo deseo de lamerme las bolas y la escarapela del orto, para ir subiendo despacio por el camino que marcaban esas gruesas venas hacia la cabeza, pero me contuve, sabía que ya lo tenía, porque dejó casi por completo de pajearme, sin dejar de sostenérmela, para empezar a temblar y a jadear con mas ímpetu.
- Ahhhh! hijo de puta! Ahhhh!!! Me hacés acabar, me hacés acabar!.-Rugió.
Incrementé la velocidad y escasos segundos después Julián estalló en mi mano, lanzando chorros de semen mas alla de sus pies, largos chorros que disparó mientras yo no detenía la paja, quería ayudarlo a vaciarse del todo y sentía como temblaba en mi mano. Ver esa leche que acaba de ordeñar salir disparada de esa manera fue demasiado, Julián apenas me la sacudía, eran réplicas de los estertores de su orgasmo mas que nada, pero bastaron para que yo también acabara;
- Ahhhh! Asiiii, asiii, acabo hijo de puta!.- Le gruñí en voz baja.
Julián tuvo fuerzas para varios sube y baja de su mano por el tronco de mi verga mientras eyaculaba sin control. En un momento sentí que me iba a desmayar de tanto placer, fue increíble, era la primera vez que otra persona me daba placer y fue sublime. Ni me importaba haberle ganado y que la recompensa fuera doble, aquello superó todo. Nunca había tenido semejante orgasmo.
Quedamos los dos un rato largo ahí, sentados, con la poronga del otro en la mano embarrada de leche ajena. Le apreté el glande suavemente y Julián hizo lo mismo para terminar de vaciar algo que quedara por ahí. Nos seguimos manoseando, hasta que fue él quien rompió el hielo:
- Que guacho! Me ganaste! Ahhh! me gustó... se siente...diferente! Estuvo buenísimo.- Soltó con una sonrisa en los labios.
- Si...la posta...estuvo genial...- Le contesté todavía tratando de recuperar el ritmo normal de mi respiración.
- Me enjuago en el baño y dame la revancha.-Propuso Julián.
Sin pensarlo 2 veces le respondí que si.
- Bueno, pero devolveme la verga eh?!.-Agregó con una sonrisa cómplice mirando como todavía seguía con su pene amorcillado en mi mano. Lo solté de inmediato. Julián hizo lo propio con el mio y salió hacia el baño, desnudo como estaba.
Ni bien salió miré su esperma en mi mano. Contemplé esa leche espesa y tibiecita que se esparcía entre mis dedos como un engrudo. Tuve la tentación de lamerla, quería sentir su sabor. Ya había experimentado con mi propia leche, típico de adolescente curioso. Varias veces había eyaculado en mi mano para luego lamerlo de ahí. A veces sólo una o dos lamidas, hasta que un dia tomé valor y me mandé a la boca toda una acabada. Fue una sensación rara, me gustó sentir el sabor y la consistencia, pero no mucho mas, el morbo quedó en eso. Pero ahora, con la waska de Julián en mi mano, volví a sentir esa necesidad de probarla, pero no me animaba.
Julián me sacó de mis cavilaciones, volvió del baño con una reluciente erección que me llamó la atención y me dijo;
- Andá y lavate que yo elijo una buena peli.-Me propuso.
Obedecí. Una vez en el baño, frente al espejo, abrí la canilla y antes de enviar ese semen a la cañería, no pude con mis ganas de probar aquella leche, no razonaba, casi por puro instinto y aún con resabios de esa increible acabada, sentí que se lo debía a mi amigo por la acabada que me había hecho gozar, asi que lamí mis dedos, los chupé, y luego simplemente me comí los restos de la acabada de Julián, me comí con hambre y desesperación todo lo que quedaba entre mis falanges, y mientras lo hacía sentí como se me engarrotaba la verga. Chupe mis dedos uno por uno hasta dejar todo limpito, fue una delicia. Terminé esa merienda y me enjuague las manos y el pene duro. Regresé y encontré a Julián sentado, con el miembro duro sobre su estómago.
- Qué bueno que vos también volviste al palo.-Me dijo.- No quería ser el único, ja!
- Y bueno.-respondí- esto fue intenso, como una droga, quiero volver a probar!
Me senté junto a Julián y sin mediar palabras ambos agarramos la poronga del otro.
Y sonreímos.
FIN DE LA PRIMERA PARTE.
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