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Inocente iniciación

Inocente iniciación
Fueron buenos compañeros desde pequeños, y compartieron secretos e intimidades a pesar de no considerarse grandes amigos. El poco éxito con las chicas de su edad los llevó a descubrir la sexualidad entre ellos. Aunque nunca llegaron a una penetración completa, pasaron desde una inocente masturbación mutua a los 13 años, hasta compartir la cama disfrutando del mejor sexo oral cumplidos ambos los 18 años. Historias que más allá de los hechos, dejan de sí las más calientes descripciones. Haciendo de estas historias, grandes relatos pornográficos.

Además de ir al mismo jardín, Javier y Agustín, ambos de 13 años, habían comenzado los estudios primarios en el mismo establecimiento. Desde chicos se convirtieron en buenos compañeros, compartían juegos en los patios del colegio y de vez en cuando se juntaban a tomar la leche. Aquella tarde de noviembre no sería la excepción, quedaron en encontrarse en casa de Agustín durante la tarde, después de las cuatro.
Ninguno de los dos había formado parte del gran grupo de amigos del curso, siempre se habían mantenido alejados del resto de chicos y tampoco tenían mucho éxito entre las chicas. Ambos eran atraídos por compañeras de su grado, aunque estos deseos no fueran correspondidos. Bajo la ropa de muchas de ellas comenzaba a cambiar el cuerpo, y la imaginación de ambos trabajaba duro para imaginarlas sin aquellas vestiduras. Estos se convirtieron en sus primeros motivos de paja, algo que sin saberlo, los dos estaban comenzando a practicar.

Aquella tarde de noviembre, Agustín se quedó en el sillón del comedor mirando por televisión modelos haciendo gimnasia, mientras tanto refregaba los botones del control remoto sobre su pene, a través del pantalón. Esto le provocaba una agradable sensación que después de un tiempo lo llevaba al orgasmo. Aún seguía entretenido en su labor cuando vio llegar en bicicleta a Javier, a través de las cortinas de las ventanas del comedor.
Lo hizo entrar por el garage, dejó la bicicleta y paso al comedor. Se sentó en el otro sillón, a solo un metro de Agustín, y ambos se pusieron a charlar mientras seguían mirando televisión. Javier notó que su compañero refregaba de vez en cuando el control remoto sobre su paquete, aunque no dijo nada al respecto. Los temas de charla pasaron rápido: las nuevas compañeras de colegio, el viaje de fin de curso de séptimo grado, los posibles inicios sexuales en dicho viaje, las crecidas tetas de algunas compañeras y… las primeras pajas.

-¿Y?, ¿Se siente bien? -preguntó Javier, refiriéndose al refregar de Agustín sobre su pene.
-Si, esta bueno -confesó.
-¿Cuánto te mide?, ¿Te ha crecido algo? -volvió a preguntar Javier, algo preocupado por el tamaño de su miembro.

Agustín, tomando el elástico de su pantalón de jogging, tiró hacia abajo y liberó su pene. Javier inmediatamente se acomodo en su asiento, tratando desde su posición de ver el miembro de su compañero. Agustín, sin dudarlo se paró y se dirigió hasta su sillón, a pocos centímetros del rostro de su amigo se bajó el pantalón y calzoncillo hasta medio muslo, dejando a la vista su pene que mostraba una leve erección. De la misma manera que él lo había hecho, le pidió a Javier que le dejara ver el suyo. Javier lo imitó, tirando de sus shorts de Boca Junior libero un pene algo más corto que el de Agustín, pero un poco más gordo. Ambos se mantenían callados, el ambiente poco a poco comenzaba a calentarse.
Agustín no podía apartar los ojos del miembro de Javier, y sin decir palabra se agachó para tomarlo entre los dedos. Tirando hacia atrás trató de liberar el glande, pero Javier lo detuvo excusando que aquello le producía un ardor insoportable. Agustín no insistió, y sin soltar el miembro ni decirle absolutamente nada comenzó a masturbarlo, moviendo rápidamente sus dedos índice y pulgar sobre el prepucio. Javier permanecía sentado, mordiéndose el labio inferior demostraba estar disfrutándolo. Cuando el short lo comenzó a molestar, se paró, se lo bajó y lo dejo caer hasta los tobillos. Los dos estaban parados, uno frente al otro, agarrados de los penes como si fueran de la mano. Aunque ninguno de los dos lo aceptara, tocar un pene que no fuera el suyo los excitaba mucho, y eso se notaba en las terribles erecciones que estaban teniendo. Dos adolescentes más que calientes, Agustín parado frente a su compañero y aunque el resto de su ropa permanecía en orden su pantalón de jogging y el calzoncillo estaban agarrados a medio muslo; Javier mantenía con la pera su remera y el pantalón del famoso club Boca Junior reposaba en el piso, enrredado en sus tobillos.

Aún lo recuerdo como si fuera hoy. Estábamos parados uno frente al otro, Javier con la pera mantenía levantada su remera y yo mientras no podía dejar de manosearle la verga. De vez en cuando le tocaba los testículos, acariciaba un poco su vientre y luego se la recorría abrazándosela por debajo con la palma de la mano, iba desde la base hasta la punta. De vez en cuando se la tomaba con la mano como si fuera un Joystick para juegos de avión, apoyando el pulgar en la punta del glande. Recuerdo su prepucio abrazar la punta de mi dedo gordo. Aunque él también tomaba mi pene y me masturbaba, debo confesar que disfrutaba más masturbándolo y acariciándosela yo.” Nos confesó Agustín.

Javier se puso algo inquieto al ver que el ritmo que podía proporcionarle su amigo no era suficiente para hacerlo llegar al orgasmo, así que lo detuvo y prefirió seguir él mismo su propia paja. Agustín sintió la sensación que tiene un niño cuando le quitan un juguete, y agarrándosela de nuevo trato de masturbarlo rápido como para que no se la negara. Pero no, Javier le volvió a retirar la mano y se masturbó hasta llegar al orgasmo. Agustín siguió el mismo camino, y masturbándose también logro el clímax. Por su corta edad, ninguno de los dos eyaculó. Una vez que el disfrute termino para ambos, los remordimientos por lo que habían hecho los acompaño durante todo el día. Finalizada la sesión, Javier se subió su pantalón y a la media hora partió para su casa. Agustín quedó pensativo, no le parecía para nada bien lo que habían hecho, aunque el en fondo sabía muy bien que lo había disfrutado.
Los adolescentes no se volvieron a ver durante un tiempo después de aquella tarde, a pesar de lo que habían vivido ninguno de los dos habló del tema. Pasaron los últimos días de clase deseando que llegaran de las vacaciones, desde el cambio de colegio perdieron la cotidianidad que tenían cuando cursaban juntos. Y a pesar de que no eran grandes amigos, les gustaba juntarse a charlar. Después de la llegada de las vacaciones familiares, Agustín volvió a encontrarse con Javier. Una película pornográfica fue la excusa perfecta para liberar sus miembros, algo que sin dudas los dejó volver a disfrutar.

A mediados de enero, una vez finalizadas las vacaciones con su familia, Agustín ya estaba de vuelta por su ciudad y disfrutando de la pileta. Su hermano mayor se había ido a seguir sus estudios, y el cuarto que compartían había quedado solo para él. Con la excusa de mirar alguna película alquilada, Agustín había trasladado la videograbadora a su cuarto. Durante las noches, acostado en su cama miraba televisión, se sacaba por un rato el calzoncillo y se manoseaba el pene con ansias. El hecho de estar desnudo lo calentaba mucho, y su verga no tardaba en ponerse rígida. Cuando lograba encontrar alguna escena de sexo o pasaban imágenes de alguna mujer desnuda, ponía a grabar y se masturbaba furiosamente. Pero pocas veces las imágenes llenaban sus expectativas, pues los canales de cable no ofrecían sexo muy explícito ni un gran desnudo.
Durante una tarde de soledad, Agustín aprovechó para buscar en la habitación de sus padres un cajón donde sabía que había películas para adultos. Tomó tres del montón, y se retiro a su pieza para poder verlas. Colocó la primera, la escena que apareció mostraba una pareja joven teniendo sexo en el campo, tirados sobre el césped:
La chica chupaba con ansias el pene de su novio, y este no dejaba de remolonear sus cabellos. Después de un rato de estar mamando, la joven se paró rápidamente, y colocándose en cuclillas sobre el miembro rígido de su compañero se dejo caer. El pene comenzó a penetrarla lentamente, cuando la tuvo entera dentro comenzó a bajar y subir, aumentando el ritmo cada vez. Cogían desesperadamente, de fondo se escuchaban los sonidos del mullir de las vacas.
La escena comenzaba a excitarlo y estaba a punto de masturbarse, cuando lo interrumpió el sonar del teléfono.

-¡Hola!, ¿Agustín? -preguntó Javier, del otro lado de la línea.
-¡Oh!, Javi. ¿Como estas? -Agustín se sorprendió por la llamada de su amigo, pensó que después de lo que había pasado no lo vería por un tiempo.
-Bien, todo bien. ¿Estas ocupado?
-No, estaba en la pieza mirando un poco de televisión. ¿Queres venir? -En el fondo sabía muy bien que volvería a ocurrir algo, pero estaba excitado y dispuesto a entregarse. La calentura lo cegaba un poco, ya después del orgasmo llegaría el remordimiento.
-Bueno, en cinco minutos estoy allá.

Fueron alrededor de diez los minutos que Javier tardó en llegar. Apareció como era su costumbre, en bicicleta. Cuando tocó el timbre Agustín salió a su encuentro. Al abrirle lo saludó, y sus ojos no pudieron evitar posarse un segundo sobre su paquete. Si había algo que envidiaba de él, era que siempre la tenía levemente parada.
-Hola, Javi. Pasa, estaba en la pieza mirando tele.
Javier se dirigió directamente hacia la habitación, pasando por el comedor, la cocina y el pasillo que conectaba dos habitaciones y un escritorio de estudio. Durante el trayecto, Agustín observó su vestimenta, siempre tan particular: era costumbre para Javier usar pantalón de jogging, aunque cambiaba de vez en cuando por algún jean, lo hacía para ocasiones especiales; era afecto a las marcas y le gustaba mostrarlas, Nike siempre fue su predilecta; las zapatillas las lucía desatadas prolijamente, impecables como recién compradas.
Una vez dentro, cada uno se sentó en una cama y se pusieron a mirar televisión. Agustín le comentó como habían sido sus vacaciones, y Javier sus planes para el verano. Para estar más cómodos se recostaron, sin dejar de charlar.
-¿Cómo te fue en la vacaciones?, ¿Qué tal estuvo la playa? -preguntó, curioso, Javier.
-Bien, en familia. La verdad, mujeres por todos lados.
-¿Y estaban buenas?
-Sí, había de todo. Me hice de dos amigas, pero eran grandes. Una tenía 19, y la otra 18. Eran hermanas -Esto le había cambiado por completo las vacaciones a Agustín, se sentía poderoso aunque sabía muy bien que todo aquello habían sido solo gestos de cordialidad, pues eran vecinas de habitación.
-¡Ah!, Bien. -Se mostraba sorprendido Javier.
-Y vos,¿Qué hiciste? -consultó Agustín.
-Nada, salí a jugar al pool con Mariano y después me iba a casa. Lo de siempre -Mariano era un compañero de colegio que habían tenido en común, era conocido de los dos y uno de los chicos del curso que más trataban.
-¿Y?, ¿Mucha paja? -preguntó Javier.
-Sí, después de llegar de la playa. Tantas tetas grandes juntas me ponen loco, y me la sacudía en la ducha. -hizo una pausa leve, y prosiguió-. Ah, y hablando de paja. Mirá. –dijo. Y con el control remoto de la videograbadora en la mano, puso a rodar la película.
La chica cabalgaba sobre el miembro rígido del joven, gimiendo escandalosamente y rasguñando los pectorales del muchacho. De repente, la joven se detuvo, se paró y lentamente se dio la vuelta. Dándole la espalda volvió a sentarse delicadamente sobre aquella verga. La cámara en un primer plano no dejó escapar un detalle de aquella penetración: sobre los labios vaginales reposaba un círculo de espuma blanca, producto de los fluidos y la fricción de la penetración. La verga ingresaba con el capullo retirado, el glande y una porción casi total del tronco brillaban por los flujos. La cabalgata comenzó con un ritmo más acelerado, una vez arriba y con el pene casi afuera ella no bajaba hasta él, simplemente se dejaba caer. Una y otra vez, hasta que los músculos de las piernas de la joven se vieron contraídos, su cabeza se hizo hacia atrás y en un orgasmo brutal cayó de espaldas sobre su amante. El joven la abrazó fuerte por debajo de las tetas, mientras le daba besos tiernos en el cabello, su pene perdía rigidez y se retiraba de su interior.
Para cuando la escena terminaba, Agustín ya tenía la mano metida dentro de sus calzoncillos. Abrazando su pene con la mano, lo recorría lentamente desde la base hasta la punta. Javier hacía lo mismo, pero él, sobre su pantalón.
-¡Que buena que está!¿De donde las sacaste? -preguntó Javier, sorprendido por el material.
-Las tenía mi viejo, guardadas en una caja.
Ambos se quedaron mirando la película, esperando más. Y aunque el sexo había finalizado, no tardó mucho en volver. En la película, tres jóvenes chicas estaban comentando las aventuras con sus novios y ahora le tocaba el turno a la segunda. Para cuando arrancaron las escenas, Javier tomando la iniciativa había retirado su pene fuera y se lo manoseaba descaradamente, Agustín desde su cama no podía dejar de observarlo. Miraba su miembro con ganas de volverlo a sentir entre sus manos, aunque a su mente trataba de negárselo, deseaba volverlo a masturbar.
-La tuya parece más gorda, pero creo que la mía es un poco más larga.-comentó Agustín.
-Ummmm, no sé. Parecen las dos igual de largas. -dijo Javier, tomando de la base su verga y manteniéndola parada-. Aunque habría que medirlas,¿Tenes una regla?
-No, pero creo saber como las podemos comparar. Haber, párate. -Agustín tuvo una idea que sabía muy bien lo dejaría disfrutar del tacto del miembro tibio de su amigo.
Ambos se pararon entre medio de las camas, Agustín puso a su compañero frente a el.
-Haber, bájate un poco el pantalón. –le indicó.
Los dos quedaron enfrentados, con los pantalones agarrados a medio muslo mantenían las vergas y las colas al desnudo. Agustín tomó a su compañero del pene con delicadeza, haciéndole una caricia con la yema de los dedos inconcientemente. Lo llevo hasta el suyo, colocando uno al lado del otro, ambos sentían el calor de sus miembros. Poco a poco las comparaciones estaban quedando de lado, para dejarle el paso libre nuevamente al placer.
-La punta del pene que toca primero el vientre del otro, es del que la tiene más larga –dijo Agustín-.
Ambos avanzaron con los penes en una total erección. Los miembros juntos se diferenciaban en muchos aspectos, la de Agustín era más delgada y tenía suficiente prepucio para cubrir su glande y terminar en una boquita cerrada; Javier, en cambio, la tenía más gorda y su prepucio no alcanzaba a cubrirla completamente. La punta de su glande quedaba sensualmente expuesta, como una lengua asomando entre los labios.
Agustín llegó primero, besando con su pene el vientre de su amigo. Javier no se banco más la calentura, mordiéndose el labio inferior agarró a su compañero de las nalgas y lo empujó contra él, estrujando entre los vientres las paradas vergas. Agustín empujo también, el deseo de los dos había llegado al punto de desbordamiento y empezaban a explotar.
Por un momento se separaron, se bajaron los pantalones con desesperación y se levantaron las remeras. Con las vergas en una total erección lucharon, como si de dos espadas se tratara chocaban sus penes moviendo sus cinturas de lado a lado. Se detenían por algunos instantes, cada uno manoseaba y acariciaba el miembro ajeno, volvían a luchar y se estocaban en el vientre.
-Mirá como se besan. –dijo Agustín. Y agarrándose el pene con la mano apoyo la punta en la punta del miembro de su amigo, para luego volver atraparlas entre los vientres y refregarlas desesperados. Durante estos actos que repitieron durante un rato se agarraban de la cola, y separaban las nalgas liberando sus anos al viento.
Agustín no aguantó más, separándose de su compañero se dio la vuelta y levantó la cola. Javier instintivamente lo agarro de la cintura, refregando el miembro entre las nalgas de su amigo y pasando una mano delante lo tomó del pene. Agustín pasaba una mano hacía atrás, y tomándolo de la nalga lo empujaba hacia él, quería sentir ese pene entre las nalgas. Javier comenzó a bombear como si lo estuviera penetrando, pero solo lograba colarse muy de vez en cuando entre los cachetes de la cola y a veces la punta de su glande lograba besarle el ano. Estos juegos prohibidos pronto llenaron la habitación de un espeso aroma.
Aunque hubiese estado toda la tarde siendo embestido por su compañero, Agustín decidió recuperar la compostura. Se dio la vuelta, e invito a su amigo a imitarlo. Después que Javier se puso de espaldas, le separo las nalgas buscando la entrada del ano y apoyando la punta de su miembro empujó. Al sentir un fuerte ardor, Javier retiró la cola para no ser penetrado y Agustín, para no perder la oportunidad de disfrutar, solo imitó los actos que antes le había hecho a él. Mientras lo apoyaba, pasaba una mano por delante y tomaba su miembro, acariciaba su vientre y lo masturbaba. El tiempo que pasó Javier alojando al duro miembro de su amigo entre las nalgas fue mucho menor, pues no lo disfrutaba tanto como Agustín. Antes de finalizar, Agustín dándose la vuelta se volvió a entregar. Los actos no variaron mucho a la sesión que le había proporcionado minutos atrás, solo que esta vez Javier lo intentó penetrar. Cuando sintió un fuerte ardor en el ano, Agustín se retiro y se dio la vuelta. A pesar de la tremenda calentura que tenía, no pensaba ser penetrado.
Después de un rato los chicos se separaron, era hora de masturbarse y acabar. Se pusieron a mirar la televisión, la película había perdido su interés hacía tiempo, pero aún seguía mostrando imágenes de sexo. Agustín intentó nuevamente masturbar a su amigo, pero el ritmo que podía proporcionarle no le era suficiente, y como la primera vez, le apartó la mano. Ambos terminaron las pajas con sus respectivos miembros, el primero en llegar al clímax fue Javier y después de un rato le siguió Agustín. Ninguno de los dos liberaba el glande durante el acto, solo movían rápido el prepucio en la punta del pene. Habiendo llegado al orgasmo, ambos se levantaron los pantalones y se acomodaron las ropas.
Junto al orgasmo llegó el remordimiento y la culpa, pensaban que lo hecho no estaba bien y entre ellos se convencían que todo ocurría por no tener una chica con quien iniciarse. Agustín detuvo la película, la sacó de la videograbadora y devolvió las tres a su lugar, la caja de cartón sobre el ropero de la habitación de sus padres. Javier, después de acompañarlo, excusó que tenía que volver a su casa. Juntos fueron a buscar la bicicleta al garage, se despidieron y Javier se retiró. Agustín se fue directamente a bañar, se sentía muy sucio aunque realmente no lo estaba, solo su pene olía levemente a mierda.
Después de aquel encuentro, los chicos no se volvieron a juntar durante el resto del verano. Las clases y el estudio los mantuvo separados por algunos meses, hasta las vacaciones de invierno. Durante la tarde de un sábado, Agustín lo llamó para invitarlo a cenar. Su madre, sin saber lo que los chicos habían vivido, lo incitó a invitarlo a dormir. Un nuevo encuentro se avecinaba, y ambos sabían muy bien lo que ocurriría, o al menos lo imaginaban.

Así finalizó nuestro primer encuentro, pero siguieron durante años y de vez en cuando sabemos vernos. Pronto te llamaré para contarte más, espero ansioso que escribas la historia. Trata de imaginar lo que no te he podido decir por cuestiones de tiempo, y espero que la publiques. Desde ya muchas gracias por la paciencia y el respeto. Hasta pronto.” terminó diciendo Agustín.

Agustín se despidió y se fue, yo cerré mi sesión y abandoné el MSN. Ansioso por escribir la historia que acabo de presentarles, espero les haya gustado. Les pido por favor dejen debajo una crítica del mismo, e invito a todos aquellos que disfruten como yo de la escritura a que utilicen la trama para crear una versión distinta de la historia. Estaré muy contento de poder leer sus comentarios y porque no, sus versiones alternativas a este relato. Un besote para todas/os...

4 comentarios - Inocente iniciación

Luis_ok
Muy bueno! No pude dejar los puntos que quería porque me dio "error inesperado".
rgimenez9
Muy buen relato, me identifica mucho con un amigo de la infancia
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Excelente relato!!! + 10!!!!