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Departamento de soltero. Segundo año. Capítulo 7

Departamento de soltero. Segundo año. Capítulo 7

No leíste la primera parte de "Departamento de soltero"? En total son 10 capítulos super calientes y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPITULO 1

Tras un primer año de vivir solo en su nuevo departamento de soltero, Lautaro continúa disfrutando al máximo su vida sexual en una casa que se empieza a llenar de recuerdos placenteros y emocionantes entre sus amigas, vecinas y ex amantes. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 7: Una visita sorpresiva
   - Chicos… Me puse de novios.- Nos dijo Javier dos semanas después de contarnos que Magalí le estaba volando la cabeza.
   La relación entre mi amigo y la chica se había puesto bastante sería y al parecer a él le encantaba estar con ella. Luego de que nos la presentara como una “amiga” en una noche que nos juntamos a comer algo con Lucas, Franco Facundo, Anastasia y Julia, nos volvimos a encontrar nosotros solos para contarnos esa noticia. Era el tercero de los cinco que formalizaba una relación ya que Lucas y Franco estaban en algo serio hacía bastante tiempo. Facundo se seguía viendo con Andrea, su jefa del trabajo y con quien también iban muy bien, pero al parecer decidieron avanzar un poco más lento dada la situación laboral. De momento yo era el único que no tenía nada serio con nadie y la verdad no me quejaba de ello.
   Luego de la noche que pasamos por su cumpleaños junto a su amiga Guillermina, Daniela y yo volvimos a vernos el finde siguiente para una maratónica sesión de tres polvos al hilo. El primero fue bastante rápido, pues la calentura nos jugó una mala pasada. Pero el segundo y el tercero nos dejaron tremendamente satisfechos, jadeando su parar y con la cola de Dani llena de mi semen. Lo nuestro era netamente sexual y los dos lo habíamos entendido, ya que después de cada encuentro ella se vestía y se iba sin reprocharme nada. Claramente no teníamos nada en común más allá del gusto por el sexo duro y sarpado que nos hacía encontrarnos una vez a la semana (o a veces más) para sacarnos la calentura.
   La verdad era que no sentía que nadie pudiera cumplir el rol de pareja para mí en ese momento. A veces pensaba en Sofía y me preguntaba que podía llegar a estar haciendo y si había encontrado a alguien para suplantarme. En Agosto me acordé que era su cumpleaños e intenté saludarla por WhatsApp, pero después recordé que había borrado su número para no caer en el ensueño de una relación imposible. ¿Qué me estaba pasando? Estaba sintiéndome un poco solo y a veces me encontraba con ganas de compartir algo especial con alguien especial. El problema era que además de Sofía había una sola persona que podía llegar a llenar ese lugar y esa persona no quería hablarme más.
   Se trataba de Victoria, mi vecina y con quien había compartido una relación muy especial el año anterior. No habíamos llegado a nada concreto, pues cuando nos confesamos lo que sentíamos el uno por el otro y nos animamos a darle para adelante, apareció la chica policía y yo me volví loco por ella. Victoria había salido lastimada, lo entendía y es por eso que le había pedido disculpas. El problema fue que ella no estuvo lista para aceptar mis disculpas y por esa razón me terminé yendo de su departamento con un rechazo que me dejó pensando aún más en ella. Estaba algo confundido, no sabía muy bien cómo manejar mi vida sentimental y por eso seguía las cosas como venían.

   En Septiembre fue mi cumpleaños número 28 y decidí hacer algo tranquilo en mi casa con mis amigos. Aproveché la oportunidad para rehacer la relación con las chicas del secundario e invité a Ana Laura, Natalia y Elisa, quienes aceptaron la invitación. La noche fue muy tranquila, en la que aprovechamos para recordar momentos vividos de hacía más de diez años y para ponernos al día. De golpe me olvidé de mis relaciones y de mi vida amorosa y disfruté de ese momento en amigos como nunca antes había disfrutado de otro igual. La historia pasada entre Ana y yo había quedado atrás y me ponía más que feliz poder sentirme de nuevo rodeado de amigos.
   Pero cuando estos se fueron, llegó Daniela y la acción entró en juego. El fuego y el calor de esa noche fue mucho mayor que el de otras, pues ella se esforzó para complacerme como nunca antes lo había hecho. Me chupó la pija por muchísimo tiempo, me dejó que le hiciera lo que quisiera y hasta me volvió a entregar la colita, la cual le dejé muy abierta. Luego de más de una hora de sexo duro y caliente, Daniela se fue y yo me acosté en la cama sintiéndome solo nuevamente, como si todo lo que acababa de pasar hubiese quedado en un pasado muy lejano. Algo me faltaba y no terminaba de darme cuenta que era.
   Al día siguiente sonó el timbre y yo me levanté de golpe. Me cambié apurado mientras gritaba “¡ya va!” para hacerle saber a quién estaba del otro lado que enseguida lo iba a atender y me peiné un poco. Abrí la puerta y me encontré al rostro más hermoso que había visto en mi vida. Se trataba de Victoria, mi vecina, que tenía una porción de torta en la mano y quien me dijo “¡feliz cumpleaños!” ni bien me vio. Algo aturdido pues recién me acababa de despertar, le agradecí y la invité a pasar, pero ella me dijo que en unos minutos la pasaba a buscar su novio. Me quedé helado al escuchar eso y Victoria me dijo que esperaba que ese fuera el primer paso para que pudiéramos ser amigos de nuevo y se fue.
   Sin poder creer lo que acababa de suceder, caminé hasta el comedor y dejé la porción de torta en la mesada y me quedé pensando en lo que acababa de pasar. Sí, Victoria me acababa de decir que quería volver a relacionarse conmigo, a ser mi amiga como lo había sido en su momento. El problema es que también había dicho algo que me dejó un vacío en el pecho, me había confesado que tenía novio. Seguramente se trataba de Nicolás, el chico con el que la había visto en más de una oportunidad y mientras yo probaba la porción de torta, ella se estaba yendo con él. Estaba demasiado dormido para sacar conclusiones, por lo que decidí irme a la ducha y ver si podía despejarme un poco y tratar de procesar mejor toda la información.
   Pero el agua cayendo sobre mi cuerpo no me ayudó a terminar de entender lo que había pasado. Todo había sucedido tan de golpe que apenas recordaba bien los hechos. ¿Le había dicho algo yo? ¿Me había quedado callado? No. Recordaba haberle dicho “gracias” y haberla invitado a pasar al departamento, pero no tenía memoria de haberle dicho algo más después de que me dijera que tenía novio. Necesitaba cruzar a su departamento y hablar con ella, preguntarle que había cambiado desde el día de su cumpleaños y sobre todo preguntarle cómo iba a quedar lo nuestro. Ella era la mujer ideal para mí y con quien de verdad quería estar. Estaba convencido y no iba a volver a desperdiciar la oportunidad. Salí del baño, me sequé y me cambié a toda velocidad pensando en que todavía podía encontrarla en su casa, pero cuando estaba a punto de salir volvió a sonar el timbre. En esa oportunidad se trataba del portero de la calle, por lo que atendí con dudas. La voz que pude escuchar me resultó familiar y me provocó una sonrisa.
   - ¡Lore! ¿Qué hacés acá?- Le pregunté a mi amiga Lorena y abrí los brazos para abrazarla con alegría.
   Lorena era una amiga que me había dado la vida y con quien me veía muy de vez en cuando. Hacía bastantes meses que no sabía de ella y de hecho me había sorprendido que no me saludara para mi cumpleaños, pero la vida nos había alejado un poco. De chicos tuvimos lo nuestro, pero supimos diferencias la amistad del sexo y llegamos a ser amigos con derecho hasta que cada uno empezó a tener sus historias. Cuando me mudé al departamento ella vino a visitarme y luego de contarme que se estaba viendo con un chico que conoció en un viaje, tuvimos lo que iba a ser nuestra última noche de sexo. Ella se puso de novia con Bruno, este chico, y a pesar de que nos vimos un par de veces luego de ello, nos fuimos distanciando poco a poco. Es por eso que me alegró muchísimo volver a verla y de sorpresa.
   El problema fue que ella se largó a llorar ni bien tocó mi cuerpo y solo pude consolarla hasta que se calmó un poco. Subimos al departamento y allí me contó que acababa de pelearse con Bruno y que este le había pedido que se fuera de la casa. “No sabía a donde ir” me dijo y me contó que seguramente sus amigas iban a cuestionarle el haberse peleado con Bruno y que en ese entonces no necesitaba eso. “¿Me puedo quedar unos días acá?” me preguntó y sin dudarlo le dije que sí. En ese momento me percaté de un pequeño bolso con algunos objetos personales y comprendí que la cosa era más seria de lo que parecía. Sin decirle nada, le preparé algo de tomar y dejé que ella sola comenzara a contarme el conflicto que había tenido, el cual era sumamente complejo y personal.
   El tiempo fue pasando y claramente me olvidé de Victoria y de todo lo que había pasado esa mañana y me concentré en mi amiga, quien se largaba a llorar y volvía a abrazarme a medida que me seguía narrando los hechos. Esa noche durmió en el sillón, pero yo desde la pieza pude escuchar cómo se largaba a llorar de nuevo y como caminaba por el departamento, seguramente pensando en lo que había pasado. El día siguiente fue igual. Me levanté temprano para ir a trabajar y me amiga se fue diciéndome que iba a irse a lo de sus padres para no molestarme, pero cuando volví esa tarde a mi casa, Lorena me estaba esperando en la puerta del edifico. “Podés quedarte en casa todo lo que quieras” le dije viendo que ella no se estaba segura de que debía hacer.
   Esa semana vivimos juntos. Nos levantábamos temprano, desayunábamos como dos amigos que compartían casa y cada uno hacía su vida. Decidí darle una llave para que pudiera moverse con comodidad, pero Lore siempre trataba de respetar mis horarios. El viernes a la noche le pregunté que tenía pensado hacer y ella me dijo que no sabía, pero que ese fin de semana lo iba a decidir. Rápidamente le aclaré que no tenía problema en que se quedara conmigo, pero también quería saber por cuánto tiempo. Ella me sonrió, me dio la mano por encima de la mesa y me dijo que era un gran amigo. Luego de eso me fui a mi habitación y me puse a ver un rato las redes sociales para tratar de conciliar el sueño. Cuando apagué la luz y me propuse a dormir, Lorena abrió la puerta, entró a la habitación y se acostó conmigo.
   - ¿Lore? ¿Qué pasa?- Le pregunté yo sin entender, pero ella me cayó colocando su mano en mi boca.
   Automáticamente me besó y yo algo sorprendido acepté su beso. Mi amiga se acomodó sobre mi cuerpo y cuando intentó volver a besarme le pregunté qué estaba haciendo, pero ella insistió en callarme. “Quiero que me cojas” me dijo dejándome bien en claro cuáles eran sus intenciones y volvió a besarme. Algo sorprendido acepté ese segundo beso y la abracé con fuerza por encima de la cintura. Lorena estaba pasando por un momento complicado y claramente no estaba pensando las cosas con claridad. Sin embargo no tuve tiempo de decirle nada, pues se empezó a sacar la ropa de un momento para el otro, haciéndome saber que en ese momento quería coger y nada más.
   Prendiéndome al juego empecé a besarla apasionadamente, llevando una de mis manos hasta su nuca y la otra a su cola, la cual sujeté con fuerza. En ese momento todo se fue descontrolando cada vez más, los besos se hicieron más fogosos, los cuerpos empezaron a rosarse y las manos a descontrolarse. Lorena se terminó de sacar la ropa y cuando quedó completamente desnuda pude apreciar ese cuerpo divino que tenía. Era una chica simple, sencilla, pero tenía una hermosura única que a mí me encantaba. Fue bajando con sus labios por mi cuerpo y llegó hasta mi cintura para sacarme el short que suelo usar para dormir y dejarme igual de desnudo que ella.
   Empezó a chuparme la pija sin rodeos, metiéndosela de lleno en la boca y sujetándola con una mano. Fui sintiendo como esta iba creciendo a medida que ella me la mamaba de una manera increíble. Movía su cabeza hacia arriba y hacia abajo y utilizaba sus labios para recorrer todo mi cuerpo. Su lengua dibujaba pequeñas formas sobre mi cabecita y luego bajaba hasta llegar a la base, metiéndosela toda en la boca. Rápidamente apoyé mi mano en su cabeza y fui acompañando sus movimientos mientras disfrutaba de ese hermoso pete. “¡Uhh sí! ¡Ay Lore! ¡Me encanta!” le decía mientras ella subía y bajaba cada vez más rápido y mi pija se ponía cada vez más dura.
   Ya dejándome llevar por la calentura, la agarré de los pelos y la levanté de golpe para mirarla a los ojos y comerle la boca. “¿Me vas a coger? ¿Me vas a hacer tuya, hijo de puta?” me preguntó Lorena y recordé esa actitud desafiante y agresiva que ella tenía a la hora del sexo. Librándose de mi mano, se dio vuelta y se puso en cuatro en frente de mis ojos. Giró la cabeza y empezó a pegarse en la cola llamándome con ganas. “¡Dale! ¡Venía! ¡Cogeme toda!” me pedía con voz firme y con una sonrisa morbosa en el rostro que me puso más al palo. Sin dudarlo, me arrodillé atrás de ella y empecé a meterle la verga bien dura y mojada en esa conchita hermosa que tenía.
   Apoyé mis manos en su cintura y empecé a cogérmela a lo bestia, dándole con ganas y golpeando mi cuerpo contra el suyo. Movía mi cintura hacia adelante y hacia atrás, metiendo y sacando mi pija de su cuerpo. Lorena gemía como loca, gozando cada golpe de nuestros cuerpos y retorciéndose de placer. “¿Así? ¿Te gusta cómo te cojo?” le pregunté levantando una de mis manos y pegándole una cachetada en la cola. “¡Ay sí! ¡Me encanta!” me respondió ella que no podía parar de gemir de lo caliente que estaba. Era evidente que eso era lo que mi amiga necesitaba, una noche de calentura y pasión para olvidarse por un momento de sus problemas.
   Seguimos cogiendo y ella volvió a tomar la iniciativa. Se dio vuelta de golpe, me empujó contra el respaldar de la cama para que cayera sentado y apoyado sobre este y se sentó encima de mí. Empezó a cogerme como loca, saltando sobre mi cuerpo y clavándose una y otra vez mi verga bien dura en su conchita. “¡Mmm sí! ¡Cómo me gusta tu pija! ¡Me encanta!” gemía Lorena mientras yo la sujetaba con firmeza de la cintura y acompañaba cada uno de sus movimientos. Siempre había sido fogosa y atrevida a la hora del sexo, pero esa noche estaba desquiciada. Se movía como loca, saltaba a toda velocidad y sus manos recorrían tanto mi cuerpo como el suyo. Notaba mi pija clavarse una y otra vez en su cuerpo y cada golpe que daba hacia abajo era una ola de placer invadiéndome.
   Aproveché la posición en la que estaba y acerqué mi cabeza a su pecho para empezar a lamerle las tetas y juguetear con sus pezones. Eso puso mucho más caliente a Lorena, que comenzó a gritar de placer con mayor fuerza. “¡Agarrame la cola!” me pidió entre gemidos y yo automáticamente trasladé mis manos hasta sus nalgas sin dejar de lamerle los pezones. Nuestros cuerpos calientes se rozaban todo el tiempo y sus gemidos me comían la cabeza. Yo apretaba su cola con fuerza tal como ella me lo había pedido y la ayudaba con sus movimientos, haciendo fuerza para arriba.
   Pero ella recién estaba empezando. Lorena volvió a ponerse en cuatro y girando la cabeza una vez más me miró a los ojos y enseguida vi su sonrisa morbosa. “¡Vení! ¡Cogeme la colita ahora! ¡Dale!” me dijo en tono desafiante y yo me abalancé sobre ella. Abriéndole las nalgas de par en par empecé a lamerle el culito como loco, moviendo mi lengua en todas direcciones y buscando darle placer. Ella volvió a los gemidos y me motivaba con palabras de aliento y con pidiéndome que no me detuviera. Cuando le dejé toda la cola mojada empecé a jugar con mis dedos, primero metiéndole uno y al ver que este entraba bien y rápido, sumé otro.
   Sin poder aguantarme mucho más y con ganas de complacer ese pedido fogoso que Lorena acababa de hacerme, me arrodillé atrás suyo y se la empecé a meter. Su colita se fue abriendo a mi pija bien dura hasta que la tuvo toda adentro. Apoyé una de mis manos en su cintura y la otra en su espalda y comencé a moverme levante hacia adelante y hacia atrás, cogiéndome ese culito divino. Ella gemía y gozaba con cada uno de mis movimientos y sus gemidos resonaban en la pared que coincidía con la de la habitación de Victoria. “¡Ay sí! ¡Dale! ¡Cogeme la cola! ¡Así!” me decía motivándome y haciéndome poner cada vez más loco.
   Fui acelerando mi ritmo y la satisfacción aumentó para los dos. Movía mi cintura hacia adelante y hacia atrás y golpeaba mi cuerpo contra el suyo de forma cada vez más fuerte. La mano que tenía en la espalda la fui subiendo poco a poco hasta llevarla a su cabeza y agarrarla del pelo con fuerza. “¿Así putita? ¿Así querías que te cogiera?” le pregunté clavándole la pija bien adentro del culo. Ella apenas pudo responderme, pues sus gemidos lo eran todo y sus gritos apenas se entendían. Pero yo sabía la respuesta, yo tenía bien en claro que eso es lo que Lorena estaba buscando. Me la seguí cogiendo cada vez más fuerte, cada vez más duro, sintiendo un placer inmenso invadir todo mi cuerpo.
   Le saqué la pija de adentro y empecé a pajearme sobre su cola para acabar segundos más tarde. La leche saltó de la cabeza de mi verga y fue a parar a su cola y a su espalda, llenándola toda de mi semen caliente y pegajoso. Lorena se desparramó por la cama y continuó jadeando y gimiendo mientras recibía toda mí descarga. Tenía el culito bien abierto y eso me encantaba. Después de eso, me acosté al lado suyo boca arriba y ella se acercó para darme un beso bien apasionado y agradecerme por lo que acababa de hacerle. “¡Me encantó! ¡Necesitaba que me cogieran así!” me dijo y entonces entendí por qué había venido a mi departamento luego de separarse de Bruno.
   Lorena se levantó y fue al baño para darse una ducha mientras yo permanecí acostado en la cama mirando al techo. Me encantaba coger con ella. Hacía bastante tiempo que no estábamos juntos y me había olvidado lo hermosa que era a la hora del sexo y lo mucho que podía calentarme. Volvió del baño y se acostó nuevamente al lado mío y me abrazó para ir poco a poco quedándose dormir. Entonces mi cabeza me jugó una mala pasada y por unos segundos pensé si era Lorena la mujer que estaba buscando. Al fin y al cabo, tenía todo lo que quería.


SIGUIENTE


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1 comentarios - Departamento de soltero. Segundo año. Capítulo 7

garcheskikpo +1
que buena historia! si las paredes de ese edificio hablaran... jaja
HistoriasDe
Jajaja gracias!!