No leíste la primera parte de "Departamento de soltero"? En total son 10 capítulos super calientes y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPITULO 1
Tras un primer año de vivir solo en su nuevo departamento de soltero, Lautaro continúa disfrutando al máximo su vida sexual en una casa que se empieza a llenar de recuerdos placenteros y emocionantes entre sus amigas, vecinas y ex amantes. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 6: Festejo de cumpleaños
La ausencia de Sofía se sintió inmediatamente a la semana de haberse marchado. Tras dos semanas a puro sexo en las que cogimos todos los días como despedida bien caliente, vació el departamento y se fue. Una semana después, entraron a robar al edificio. Al parecer le robaron la llave a una chica del cuarto piso, la siguieron hasta el departamento y entraron con la llave de ingreso. Por suerte para la chica, la pareja que vive en frente de ella se dio cuenta de lo que sucedía y llamaron a la policía en el momento. El ladrón terminó saltando a la terraza de la casa de al lado del edificio y se escapó con las llaves de la casa. Era como si el destino se riera de mí de una forma bastante irónica, recordándome que una policía acababa de irse del edificio.
Tamara y Darío, la pareja del 5to que jugaba un papel de administradores del edificio, se encargaron de cambiar la cerradura de la puerta del palier y de organizar una reunión de consorcio para entregar las nuevas llaves. Ese jueves a las 8 de la tarde bajé al palier del edificio y me encontré con varios de los vecinos allí presentes. Victoria estaba parada en la otra punta y apenas me miró cuando llegué a la plata baja. En ese momento, la chica del cuarto contaba que es lo que había pasado en el momento en el que el ladrón entró en su departamento. “Yo no lo ví y decí que saqué la basura al palier sino ellos no podían verlo” aclaró mirando a sus vecinos que habían llamado a la policía. Al parecer el ladrón solo le había robado el celular que estaba arriba de la mesa y la billetera que por suerte no tenía los documentos.
- Es que nunca me di cuenta que me la habían robado, pensé que la había perdido y fui a la inmobiliaria para pedir una copia.- Le explicaba la chica de 20 años llamada Florencia a otro de los vecinos.
Para finalizar la reunión, Tamara nos entregó la nueva llave a cada uno y propuso poner una cámara de seguridad, idea que fue rechazada por la mayoría teniendo en cuenta el alto costo que esto implicaba. Poco a poco empezamos a volver a nuestros departamentos y yo me quedé al final con Florencia y otra chica, la cual seguía contándole del robo. En ese momento pude escuchar que la chica decía que el ladrón le había roto la notebook que usaba para estudiar en un forcejeo y rápidamente le ofrecí la mía. Tenía una computadora algo vieja que apenas usaba y le dije que le podía regalar la mía, a lo que ella me agradeció y me abrazó sin poder aguantarse la alegría. Ese fin de semana bajé a su departamento luego de haber reseteado la computadora y se la entregué a cambio de un nuevo abrazo y una sonrisa.
- ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Te debo muchísimo!- Me dijo Florencia explicándome que estaba rindiendo finales y que había perdido muchísima información.- Uno de estos días te subo una torta.- Agregó y yo le dije que no hacía falta.
La partida de Sofía dejó claramente un vació en mí y en ese momento me di cuenta que no era solo sexo, sino que era una amistad que se había terminado. Decidimos no seguir en contacto para evitar cualquier problema y así poder seguir con nuestras vidas. Más allá de eso, no podía evitar extrañarla y pensar un poco en ella y en la forma en la que nos relacionábamos. Extrañaba muchísimo nuestras charlas descontracturado, la forma en la que organizábamos para vernos y sobre todo el sexo. El sexo con Sofía había sido increíble durante 6 meses y me iba a costar muchísimo encontrar alguien igual que pudiera satisfacerme de esa manera. Más allá de eso, tenía con quien verme.
Daniela, la colorada de la facultad de la cual había sido profesor como ayudante de cátedra, me buscaba mucho más que antes. Las dos semanas que estuve antes de que Sofía se vaya, la ignoré un poco, por lo que después tuve que redimirme y portarme bien con ella. La invité a mi casa en medio de semana y la recompensé con una larga y complaciente chupada de concha que la dejó totalmente mojada. Después de ello me la cogí como nunca lo había hecho y la llené de leche en toda la cara y la boca. El fin de semana volvimos a vernos y tuvimos una sesión maratónica doble que siguió con los mismos estándares que veníamos manejando. Daniela estaba pasando a ser mi garche fijo y no podía quejarme, pues la pendeja me volaba la cabeza.
- ¿Vas a venir a mi cumpleaños?- Me preguntó luego de invitarme al festejo de sus 20 años en un boliche.
Le dije que iba a quedar medio colgado yendo a estar con todos sus amigos y que prefería seguir manteniendo lo nuestro en discreción. Ella ya no era mi alumna, pero yo seguía siendo ayudante de cátedra y prefería que no se me vinculara con ninguna alumna. Ella junto sus labios haciendo puchero como un nene chiquito y rápidamente le dije que podíamos vernos en otro momento. “Si queres podemos encontrarnos antes de que vayas al boliche… O después” le insinué invitándola a mi departamento para así poder darle su regalo. Ella me sonrió y me dijo que iba a arreglar con sus amigas y después me confirmaba, pero que se moría de ganas de volver a estar conmigo. Esa noche tuve que hacerme una paja para sacarme la calentura que me generó un mensaje provocado de ella y una foto de su cola en primer plano.
El plan para el cumpleaños de Daniela quedó de la siguiente manera: ella se iba a juntar a comer con las amigas, luego iban a ir a un boliche y para cerrar la noche se iba a venir a mi casa para que estuviéramos juntos. Teniendo en cuenta que tenía que quedarme despierto hasta tarde, les propuse a mis amigos que vinieran a comer y a tomar algo. Javier y Facundo se sumaron enseguida mientras que Franco nos avisó que no podía ya que tenía el cumpleaños de la madre de Julia, su novia. Lucas confirmó a último momento y los cuatro nos juntamos ese sábado a la noche a comer algo y tomar unas cervezas.
Allí Javier nos contó que se estaba viendo con Magalí, una chica un año más joven que nosotros y que conoció en su viaje por el norte del país. “Es hermoso y al principio pensé que no me iba a dar bola, pero la loca me tiene enamorado” nos decía mientras nosotros lo embromábamos pues era la primera vez que lo veíamos así de enganchado con alguien. Facundo también confesó que estaba saliendo con una compañera de trabajo llamada Andrea, una chica dos años mayor que él y que al parecer era su superior. Obviamente las bromas sobre querer mejorar su sueldo no se hicieron esperar y Facundo tuvo que escucharlas en silencio. Lo cierto era que todos mis amigos iban avanzando en sus relaciones y a pesar de que eso me ponía sumamente feliz, también me ponía un poco celoso.
Cuando se hicieron las tres de la mañana, los chicos se fueron de casa y yo le mandé un mensaje a Daniela para decirle que la esperaba impaciente. No había preparado nada especial para la ocasión, pues tenía pensado dejarme llevar por el momento. Más allá de eso, quería que la noche me encontrara bastante dominante y agresivo, como a ella le gustaba, por lo que me dediqué a ver algunas de las fotos que me había mandado el día anterior y algunas en su perfil de Instagram. La colorada era una experta en provocación y lo hacía subiendo unas fotos muy sensuales en donde se podía ver mucha piel y que daban a la imaginación. Cuando me di cuenta, me estaba tocando por encima del pantalón y tenía la pija bastante dura.
De golpe me llegó un mensaje de la cumpleañera contándome que estaba con una amiga y que al parecer esta se iba a dormir a su casa. Pensando que la noche se iba a cortar por este cambio de rumbo, le dije en forma de chiste que no tenía problema que su amiga viniera a casa mientras nosotros estábamos en la habitación. Ella me preguntó si de verdad no me molestaba y deseoso por ver a Daniela, continué con la broma diciéndole que no tenía problema si su amiga quería sumarse. “Mirá que Guillermina se prende en cualquiera” me respondió ella y le seguí el juego. “Entonces vengan las dos y nos divertimos en grupo” le escribí y acto seguido me mando una foto de ella y su amiga en el boliche.
Guillermina era una chica peticita, algo rellenita y con una carita divina. Tenía unas tetas bien grandes en comparación a las de su amiga y su pelo negro oscuro contrastaba con el de la cumpleañera. En ese momento pasó por mi cabeza la idea de estar con las dos a la vez, de volver a tener un trío con Daniela. Ya habíamos hecho algo así con ella y Javier en el pasado y a mí me había encantado, por lo que la idea de repetirlo con una mujer me llamaba mucho la atención. “Estamos yendo y estamos un poquito borrachas” me escribió y decidí bajar a esperarlas en la puerta para acelerar las cosas.
Las dos llegaron y se bajaron del taxi riéndose como locas. Guillermina llevaba en brazos a Daniela que claramente había tomado de más y le costaba mantenerse parada. Esta me saludó con un beso en la boca y su amiga me miró sonriendo y se empezó a reír. Subimos mientras ellas hacían algunas bromas sobre lo ocurrido en el boliche y cuando entraron al departamento Daniela automáticamente me arrinconó contra la pared. “Es mi cumpleaños y tenés que darme mi regalo” me dijo y su mano se posó encima de mi pantalón mientras que su amiga pasaba y se sentaba en una silla del comedor. En ese momento asumí que lo del trío había sido una broma y que Guillermina se iba a quedar ahí sentada mientras nosotros cogíamos en la habitación. Tomé de la mano a la colorada y comencé a llevarla al cuarto cuando de golpe esta se detuvo en seco, giró la cabeza, miró a su amiga y la llamó:
- ¡Vení Gui! ¡Lautaro no tiene problema en estar con las dos!- Le dijo y esta se levantó de golpe.
Mi cabeza empezó a trabajar a toda velocidad mientras le comía la boca a Daniela en la puerta de la habitación y escuchaba los pasos de su amiga que se acercaba de a poco. Cuando la tuve a esta al lado, acercó su cara a la mía y me besó dejando de lado a la cumpleañera. Entonces empecé a jugar con las dos, a besarlas alternadamente y a tratar de que ninguna se sintiera excluida en ningún momento. No sabía cómo iba a funcionar eso, como iba a hacer para complacerlas a las dos a la vez, pero la idea de estar con ambas me volvía loco. Cuando nos acostamos en la cama, yo en el medio y ellas al lado mío, tenía la pija completamente dura.
En esa oportunidad me vi un poco superado por las cuatro manos y las dos bocas que recorrían mi cuerpo. Las chicas empezaron a desvestirme y a acariciarme de arriba abajo y yo trataba de seguirles el ritmo. Daniela fue desprendiéndose de la ropa antes que su amiga y aproveché para lamerle las tetas y toquetearle el cuerpo mientras Guillermina se encargaba de desprenderme el pantalón. Cuando giré al otro lado y besé a la morocha, la colorada bajó por mi cuerpo, me sacó el bóxer y empezó a pajearme a toda velocidad. Yo tenía la pija al palo entre las fotos que había visto y la idea de poder estar con las dos a la vez. En el momento en que empecé a chuparle las enormes tetas a Guillermina, Daniela se metió mi pija en la boca y comenzó a chupármela.
Me encantaba como lo hacía, como movía su boca por todo el tronco y como usaba su lengua para acariciarla en cada oportunidad. Era la sensación más hermosa del mundo y ella sabía como llevarla muy bien. Su boquita subía y bajaba por mi verga a diferentes velocidades y sus labios la recorrían por todos lados. Al mismo tiempo, con una de sus manos me pajeaba suavemente y con la otra me acariciaba el cuerpo y los huevos. Yo sentía como la verga se me iba poniendo más y más dura con el correr de los segundos y con el tacto de su lengua descontrolada.
Mientras que Daniela me hacía un pete delicioso, yo le comía la boca a Guillermina, le manoseaba las tetas y rozaba mi cuerpo contra el suyo. En un momento bajó a ayudar a su amiga y las dos se concentraron en complacerme de forma oral y todo fue doblemente placentero. La morocha era igual de excelente que su amiga, como si las dos hubiesen aprendido a chuparla juntas. Se la metían en la boca en turnos y me la mojaban con su saliva para luego esparcirla con su mano por todo el tronco. Yo la tenía al palo, estaba totalmente duro y no podía dejar de gozar de esa doble mamada que me calentaba cada vez más.
- ¡Así putitas! ¡Dale! ¡Chúpenmela toda!- Les dije de golpe liberando un gemido.
Entonces Daniela se levantó y volvió a colocarse al lado mío, dejando a su amiga sola con mi pija. Esta se concentró en chupármela toda mientras que la colorada me comía la boca con un beso bien baboso. Se terminó de sacar la ropa y aproveché para meter mi mano entre sus piernas y jugar con su conchita. Esta ya estaba bastante húmeda, algo que me encantó. Mientras que Guillermina se entretenía con mi verga entre sus labios, yo empecé a comerle las tetas a la cumpleañera y a jugar con mis dedos sobre su conchita. Sus gemidos no tardaron en aparecer y a mí me encantaba oírla gemir de esa manera, sobre todo ahora que tenía la posibilidad de hacer gemir a dos mujeres a la vez.
“¿Y mi regalito?” me preguntó Daniela mordiéndose el labio inferior y ese gesto me puso como loco. Le ordené que se sentara encima de mí y ni bien lo hizo, le empecé a chupar la concha a lo loco. Saqué la lengua de mi boca y con esta le fui lamiendo los labios una y otra vez hasta dejárselos totalmente mojados. Luego fui a buscar su clítoris y lo fui rozando en todas direcciones mientras que ella se sujetaba con firmeza del respaldar de la cama y gemía cada vez más fuerte. Guillermina empezó a pajearme y dejó su boca libre, seguramente para levantar la cabeza y observar como complacía a su amiga con mi boca. Yo no dejaba de chuparle la concha. Sentía como la saliva se caía por los costados de mi boca y me fascinaba al verla temblar y moverse de un lado al otro.
De golpe las dos chicas me hicieron prisionero. Guillermina se sentó sobre mi cintura y poquito a poco se fue clavando mi pija en su concha que también estaba empapada. No podía moverme, las chicas me habían dejado inmóvil colocándose encima de mí y por alguna razón eso me encantaba. Daniela empezó a moverse hacia atrás y hacia adelante y su amiga decidió imitar los movimientos. Yo estaba acostado boca arriba, con la verga metida hasta el fondo de la conchita de Guillermina y con la lengua ocupada en la entrepierna de Daniela, la chica del cumpleaños. No podía creer la suerte que tenía de tenerlas a las dos ahí para mí y de lo bien que la estaba pasando. Mi pija gozaba al máximo de ese momento y yo me enfocaba en hacer gritar lo más que podía a la colorada que tenía sobre mi cara.
- ¡Ay sí! ¡Voy a acabar! ¡Voy a acabar!- Me advirtió de golpe Daniela y yo no pude parar.
Empecé a mover mi lengua a mayor velocidad y sentí como sus piernas empezaron a temblar de golpe. Daniela comenzó a vibrar y su cintura se descontroló por completo en el momento exacto en el que mi lengua se descontroló. De golpe empezó a acabar y sentí como mi boca se inundaba de los jugos que salían de su cuerpo. Empecé a escupir para poder seguir complaciéndola y ella continuó acabándome la cara. Su amiga seguía cogiéndome como loca, gozando de mi cuerpo, apretándose las tetas con fuerza y largando pequeños suspiros que quedaban opacados frente a los gritos de placer de la chica del cumpleaños.
Daniela salió de encima de mí y se acostó a un lado sin dejar de jadear como loca. El orgasmo la había dejado complaciente por el momento, por lo que me dio a mi la oportunidad de concentrarme en su amiga. Luego de decirle que se levantara y que se acostara al lado de la colorada, me coloqué encima de la morocha y empecé a cogérmela como a mi me gustaba. Enseguida puse máxima velocidad y dejé que mi cintura se moviera hacia adelante y hacia atrás provocando que mi pija entrara y saliera de su conchita. Mis manos se posaron sobre sus tetas las cuales apreté con fuerza y pude apreciar como Guillermina ahogaba los gemidos uno atrás del otro.
- ¡Dale putita! ¡Disfrutala! ¡Sentila toda!- Le dije acercándome un poco a ella y ella abrió la boca para regalarme unos hermosos grititos.
No era como Daniela, nadie podía gemir y volarme la cabeza como ella. Más allá de eso, me encantaba ver cómo se retorcía de placer, como hacía fuerza para no gritar como loca y como gozaba de mi pija entrando bien a fondo de su cuerpo una y otra vez. Sus tetas me encantaban y se las apretaba cada vez con más fuerza y seguía diciéndole cosas cada vez más sarpados con la idea de calentarla. Al lado nuestro estaba la cumpleañera, que miraba la escena fascinada y feliz del orgasmo que acababa de darle con mi boca. Sin embargo ella todavía tenía ganas de seguir disfrutando y me lo hizo saber cuándo se puso en cuatro al lado de Guillermina y empezó a mover la cola para tentarme. Rápidamente alcé una mano y la dejé caer con fuerza sobre su culo, sacándole un chirlo que se escuchó en toda la habitación. Ella gritó y giró la cabeza para mirarme, pero en su rostro vi una sonrisa morbosa que me pudo más que nada.
Me coloqué detrás de ella y le metí la pija en la concha empapada hasta que la sintió bien a fondo. Daniela pegó un grito de placer puro que a mi me terminó de descolocar y apoyando mis manos en su cintura, empecé a cogérmela como una bestia. Movía mi cintura hacia adelante y hacia atrás a gran velocidad y podía ver mi verga desaparecer por completo en su conchita. Ella gritaba y gemía como loca, me pedía más y más y se aferraba a las sábanas con fuerza para descargar energía. Mi cuerpo rebotaba contra su colita la cual se iba poniendo cada vez más roja del chocar de nuestros cuerpos. En una de sus nalgas podía ver el contorno de mi mano del chirlo que acababa de darle, por lo que decidí dejarle el mismo dibujo en su otra nalga.
- ¡Que pendejas putas que son!- Les dije a las dos y estiré una de mis manos para volver a las tetas de Guillermina.
La amiga de Daniela seguía acostada al lado nuestro con las piernas abiertas y se tocaba la conchita observando la escena en primera plano. Sus gomas me tentaron y se las empecé a manosear al mismo tiempo que seguía cogiéndome a la cumpleañera a gran velocidad. Todavía seguía sin creer la suerte que había tenido y como había llegado a ese momento increíble. Tenía a dos pendejas hermosas de 20 años completamente desnudas en mi cama y me las estaba cogiendo como yo quería. Ellas parecían gozar muchísimo de ello, pero lo que más me calentaba la cabeza era el hecho de pensar que ya habían vivido esa experiencia con algún otro pibe. Me las imaginaba compartiendo hombres en todo momento y esa idea me ponía tan caliente que me movía más y más fuerte sobre el cuerpo de Daniela.
Seguimos cogiendo a lo loco y pasamos por tantas posiciones que ya no podía recordar cuales había hecho y cuáles no. Volví a darle un poco de atención a Guillermina, poniéndola en cuatro al lado de su amiga y cogiéndomela bien duro como lo había hecho con ella. Luego me acosté en la cama y dejé que Daniela me cabalgara un poquito mientras que la otra chica se acostaba al lado mío y volvíamos a los besos y al toqueteo. Me paré y llevé a la colorada contra la pared y obligándola a levantar la colita, la cogí de parada sujetándome firmemente de la cintura. Cuando me di vuelta, tenía a la morocha contra el borde de la cama con las piernas abiertas y pidiéndome que se la metiera una vez más. Así cogimos por muchísimo tiempo, tanto que ya no sabía qué hora era. Hasta que ya no pude aguantarme más.
- ¡Ahora se van a tragar las dos mi lechita! ¡Pendejas trolas!- Les dije agarrándolas del pelo y obligándolas a arrodillarse en frente mío.
Me paré en el centro de la habitación, me agarré la pija y me empecé a pajear a toda velocidad. Verlas a las dos totalmente despeinadas, con el cuerpo transpirado y la boquita abierta esperando mi semen, fue el punto más alto de la noche. Empecé a acabar una cantidad enorme de leche, que salió disparada de mi pija y fue a parar al rostro de las dos pendejas. Guillermina se vio beneficiada y recibió la gran mayoría en su boca, pero en un gesto precioso de amistad y de morbosidad, giró para besar a Daniela y así poder hacerle probar toda la lechita que tenía entre sus labios. “¡Son divinas!” les dije yo terminando de pajearme y dejando caer las últimas gotas sobre el piso. Ellas se siguieron besando y continuaron compartiendo mi semen hasta que poquito a poco se lo fueron tragando y todo terminó en un beso baboso entre amigas.
Yo me fui a bañar y ellas se quedaron en mi habitación. Mientras el agua me caía en el cuerpo recordaba los sucesos de esa noche y sentía como me iba calentando más y más. Guillermina sumándose a los besos, Daniela chupándome la pija, las dos gozando con mi pija en diferentes posiciones, todo había sido perfecto. Sin lugar a dudas el final con ellas dos tragándose mi leche y compartiéndola en un beso muy pegajoso fue lo mejor que me había pasado en mucho tiempo. Cada imagen que pasaba por mi mente me hacía calentarme de nuevo y cuando salí de la ducha tenía la verga nuevamente parada. Entré a la habitación y las dos permanecían desnudas en mi cama, por lo que me propuse volver al ruedo y me acosté nuevamente entre ellas. Pero entonces Daniela tomó la iniciativa y mirando a su amiga pidió que fuera al comedor para poder tener algo los dos solos.
- Ahora quiero disfrutar de mi regalito de cumpleaños yo sola.- Le dijo a la morocha y esta salió caminando con una sonrisa en los labios.
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