“El dueño de mi cuerpo”
Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/4420279/Deseo-Prohibido-Capitulo-l.html
Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/4468762/Deseo-Prohibido-Capitulo-lX.html
Después de haber disfrutado una vez más del sexo y tenido la verga de su amigo dentro de ella, Lorena sentía que su cuerpo ardía en las llamas de la lujuria. Sin embargo, no dejó que la calentura la dominada y pensó en la felicidad de su hija. Al principio no comprendía porque la joven estaba tan angustiada tras haber descubierto que ella y Eduardo tenía más que una simple amistad. Aunque solo le bastó unas horas para darse cuenta que su hija estaba enamorada del hombre.
Aquellos días en la casa de su amigo, se transformaron en un infierno, porque quería arreglar las cosas con Romina, pero ella se alejaba, sin darle la oportunidad para que hablaran. Además, tenía que ocultar su apetito sexual, que con Eduardo cerca, era complejo de controlar. Habían días en que pensaba en perdonar a Piero, ir a verlo y pasar una noche con él, para poder lidiar con ese ardor insoportable, pero se arrepentía justo cuando estaba a punto de llamarlo y se decía así misma que no debía ser una tonta.
Cuando llegó el día en que debía regresar a su casa en París, sintió una gran presión, ya que debía tomar una decisión sobre el futuro de la relación entre ella y su hija. Sin poder saber lo que realmente la adolescente sentía, opto por dejar de pensar sobre el problema, cerró los ojos y recordó que vivió algo similar que experimentaba su hija, en ese momento ella no tuvo el valor de confesar sus
sentimientos, los que tal vez hubieran cambiado el rumbo de su vida.
Igual que su hija no tuvo a su padre presente en su vida, de hecho no contó con una figura paterna, por lo que intentó que Romina si lo tuviera, aunque no resultó como esperaba, pues la muchacha terminó amando de otra manera a Eduardo. Por esa falta de figura masculina buscaba la aprobación de los hombres, esto se mantuvo gran parte de su infancia, hasta que conoció a quién ella catalogaría como su “príncipe azul”. Eduardo le enseño que debía valorarse por ella misma.
Desde entonces ellos se mantuvieron juntos y con el paso de los años, los sentimientos fluyeron, tanto ella como él, se amaban mutuamente, no obstante, había un gran obstáculo, que no les permitió estar juntos, y fue la madre de Eduardo. Rebeca la citó a una reunión privada, en donde le dio dos opciones, le primera que se aleje de su hijo, la segunda, que jamás crucen más allá de la amistad. Lorena quedó abrumada, pues la mujer la amenazó que si no cumplía una de sus dos exigencias, el muchacho sufriría las consecuencias.
–“La primera vez que oculté mis sentimientos, fue por miedo”-, comenzó escribiendo la mujer. –“Rebeca la madre de Eduardo, me obligó a callar lo que realmente sentía por él. Fue una decisión difícil, pero no quería que Eduardo sufriera por mi culpa, ya que su madre era una temible mujer y que sin dudas era capaz de lastimarlo de la peor manera”- continuó Lorena, sintiendo la brisa de aquel instante en donde su amigo la besó por primera vez.
Yo sabía que él era capaz de enfrentarse a su madre, porque no le gustaba que le manejaran la vida. Por ejemplo, para su cumpleaños número 8, él no quiso aceptar ningún regalo, ya que sabía que su madre había seleccionado cada uno de ellos y él no quería jugar con los juguetes que ella consideraba idóneos. Sin embargo, esa vez no se trataban de unos juguetes, se trataba de su futuro y por eso, decidí callar. Fue muy difícil rechazarlo, cuando él me beso por primera vez, pero tuve que hacerlo por su bien.
Naciendo así una pacto entre los dos, el cual consistía que nunca íbamos a manchar nuestra amistad con sexo. Él de mala gana terminó aceptando y jurando que solo seríamos amigos. Esa ridícula promesa me sirvió para seguir al lado de Eduardo, algo con lo que me conformaba. Para intentar sacármelo de la cabeza me metía con uno tipo y otro, no obstante, solo perdía el tiempo, mi corazón no dejaba de latir por Eduardo, eso hasta que apareció él.
Y no, no fue Martín quien me hizo temblar de amor, él solo era una pantalla, con la cual ocultaba mis verdaderos deseos y sentimientos. La excusa perfecta para que Eduardo no se atreviera a romper nuestra promesa. Aunque claro, yo no me esperaba que Martín fuese un maldito desgraciado, yo le cumplía cada una de sus fantasías, era muy amorosa y hasta fiel, sin embargo, para él yo solo era un juguete más de su lista, me veía como la ama de casa perfecta.
Te preguntarás por quien dije, “te amo” en secreto otra vez, fue por nada menos que un hombre maduro y quien es tu verdadero padre. Sé que es complicado de entender, pero juro que te lo puedo explicar, ojala mirándonos cara a cara. Si te digo todo esto, es porque sé que tú estás enamorada de Eduardo y quiero decirte que tienes mi apoyo hija. Por eso me voy yo sola a Francia y te dejo con él, para que lo enamores y sean felices los dos, no seas cobarde como yo y confiesa tu amor, ah y prométeme que solo lo vas a amar a él, ya que Eduardo no merece sufrir más.
Tras terminar de redactar esa carta, ella sintió un gran alivio, porque había revelado un secreto que ocultó por mucho tiempo. Fue así como ella se largó sin despedirse de la joven, algo que le partió el alma, sin embargo, sabía que era lo correcto y en la carta estaba todo lo que tenía que decir. Mientras iba en el taxi hacia el aeropuerto, la Milf comenzó a recordar a Alonso y en las aventuras que tuvo con ese maduro, haciendo que su cuerpo tiemble de calentura.
Luego de su primera experiencia sexual con Eduardo, ella regresó a su casa, por un lado feliz por haberlo hecho por fin con su amigo y por el otro con miedo, por las represalias que podría traer esa noche de pasión entre ambos. A pesar de las llamadas de él, ella lo ignoro, su único consuelo en ese momento fue Perla, quien la escuchó y trató de aconsejarla de la mejor manera. Llegó a la conclusión que debía mantenerse alejada de Eduardo por unos días e irse a vivir con Martín.
Esta decisión no le desagradó a su madre, quien sabía que le quedaba poco tiempo de vida tras haber sido diagnosticada con un cáncer, el cual estaba muy avanzado. La mujer solo quería que su hija no se derrumbada después de su muerte, ingenuamente confiaba que el apoyo de Martín sería el que mantendría fuerte a Lorena. Ellos se reunieron y luego de discutir un momento el asunto, Martín aceptó vivir junto con Lorena, al día siguiente la muchacha se iba con todas sus cosas a la casa de su pareja.
Pensó que si colocaba todo de su parte, iba a lograr olvidarse de Eduardo y ser feliz con Martín, no obstante, desde el primer día, él fue un patán con ella. Los dos primeros días fueron una verdadera pesadilla, quiso contestarle las llamadas a Eduardo y jugársela con huir con él, sin embargo, el miedo a Rebeca, la paralizo y una vez más no cogió la llamada de su amigo. Tres días en esa casa y se sentía horrible, se preparaba para salir a ver a su madre, cuando Alonso apareció al frente de su piso.
Lorena: ¿A-Alonso?
Alonso: Uff, sí que fue difícil dar contigo, preciosura.
Expresó el hombre, quitándose sus gafas de sol y sonriéndole con picardía.
Lorena: T-tú, ¿qué haces aquí?
Alonso: ¿Qué hago aquí?
Preguntó, a la vez que se acercaba a ella y la tomaba de la cintura.
Alonso: ¿Qué no es obvio? Vine a verte.
Ese susurro hizo temblar todo el cuerpo de Lorena, recordando de manera fugaz aquella majestuosa follada que él le había dado hace 1 mes aproximadamente.
Alonso: ¿No me vas a invitar a pasar?, o, ¿es que quieres que todo el mundo vea cómo te hago ronronear, gatita?
Ella no tuvo otra opción más que dejarlo entrar. Él miraba detenidamente cada rincón de ese piso, en su mente depravada, maquinaba en qué zona iba a coger con esa muchacha. Lorena tímida, le pregunta si quería tomar una taza de café o algo, Alonso sonriendo le acepta el café. Se sienta en el sofá, donde ve el andar de esa inocente muchachita hacía su cocina. Él no quería un café, sino quitarle ese vaquero y empotrarla tal como lo hizo en la casa de su hermano, mientras su sobrino estaba comprando.
Ella al volver, queda tiesa por la mirada de ese maduro, el deseo que desprendía era tanta, que la hacía empapar su braguita. Ya no podía negarse que estaba muriéndose de ganas de ver esa tranca nuevamente y tenerla dentro de ella. Los dos sin comentar nada al respeto, continúan mirándose fijamente, Alonso rompía el silencio para consultarle, qué tal la vida en pareja. Ella nerviosa le confiesa que no era tan buena y que solo quería escapar aunque fuera por unos días.
Alonso: ¿En serio?
Lorena: (Tragando saliva) Sí.
Alonso: ¿Entonces por qué sigues viviendo con él?
Lorena: Porque mi madre extrañamente está muy feliz, con que viva con él.
Alonso: Guao… Pensaras que estoy loco, pero para mí eres un espécimen único. Porque en mi familia todos somos egoístas y jamás hemos pensado en los demás. En cambio tú, tú harías cualquier cosa para que tu madre este orgullosa de ti.
Lorena al escuchar esas palabras se ruborizó y su ritmo cardiaco no dejaba de acelerarse, era como si su corazón váyase a explotar en cualquier momento. No era la primera vez que se sentía así, al contrario, ya lo había experimentado antes, para ser preciso, cuando terminó entregándose a ese maduro. Un silencio sofocante se apoderó de la sala entonces, Alonso mantenía clavada su mirada en los ojitos felinos de Lorena. Él colocándose de pie se aproxima a ella, sentándose a su lado, le acaricia el rostro con ternura.
Alonso: Yo no puedo sacarte de aquí, sin embargo, puedo hacerte muy feliz por unos días, si tú lo quieres.
Le susurró, besándole el cuello. Lorena tiritó y dejó de pensar con claridad, al igual que esa tarde en la casa de los padres de su amigo, se entregó a ese maduro. Besándose con fervor, recorriendo sus pieles y saboreando la lujuria del otro. Alonso no tardó en desvestirse, como tampoco tardó en quitarle el vaquero y la blusa rosada a esa muchacha necesitada. Ambos completamente desnudos, se recuestan en ese sofá, sin separar sus labios, acariciando sus órganos sexuales, soltaban unos ligeros pero ardientes suspiros.
Las manos del hombre se trasladaron hasta esos macizos pechos, los cuales fue amasando con suavidad. Su pene quedaba entremedio de esos muslos carnosos y rozaba sutilmente los húmedos labios vaginales de ella. Lorena seguía acariciando esa espalda ancha y dura, en algunas ocasiones la arañaba con delicadeza. Todo aquello mientras seguían fundiéndose en un delicioso y singular beso. Ella ya no aguantaba más, necesitaba ser taladrada por esa polla que sobaba su vagina sedienta.
Al separarse, ven como unas hilazas de babas los mantenían conectados, él sonrió y sin oír nada de la boca de su joven amante, acomoda su verga empinada y empieza a introducirla en ese chochito ajustado y cómodo. La joven bufó de manera prolongada, ese trozo de carne se deslizaba violentamente en su acalorado horno, cada estocada parecía más mortal que la otra y eso era lo que le encantaba a la muchacha de ese hombre, que la cogía salvajemente.
Alonso: Oooohh Dios, como echaba de menos a tu coñazo…
Lorena: Hhhmm… Y yo tu pollón.
Afirma con una sonrisa pícara y jadeando, Alonso continuó embistiendo hasta hacerla correr, –“Aaaahhhhf… Me matas cabronazo”- exclamó a la vez que soltaba sus jugos y veía como él sonreía. Sin tener descanso, la muchacha cerraba los ojos al sentir esa polla recorriendo sus paredes y golpeando su útero, esas penetraciones resultaban ser una exquisitez para ella, que no paraba de suplicar por más. El maduro la toma desde su cintura y la carga, sin sacar su pija de ese candente coño.
Alonso: Uuhh… Vamos a tu habitación cariño, quiero darte en la cama que compartes con ese gilipollas.
Comentó el hombre, dando golpes muy hondos. Lorena mordiendo sus labios, los allegó a los de él y lo besó, para luego susurrarle, que su cuarto se encontraba en frente de ellos, que solo debían avanzar unos metros. La joven pensó que Alonso iba a soltarla y dejaría de sentir ese miembro dentro de ella, hasta llegar al dormitorio, no obstante, el maduro, agarrándola bien firme de las caderas, camina hasta que la espalda de ella choca con la puerta.
Ahí él continúa embistiéndola, hasta que logra abrir y se recuestan en esa cama, que desde que Lorena llegó no había tenido acción. El morbo de estar estrenándola con Alonso, era algo que la cachondeó demasiado, al grado de volver a tener un intenso orgasmo. –“Uuufff… Uuufff… Me vuelves loca y adicta a tu vergota, viejito”- le murmuró de forma provocativa, él ríe al escuchar esa declaración, pero para seguirle el juego, le susurra mientras besa su cuello, –“Seré viejo, pero te folló como un semental, algo que dudo que haga el cornudito de tu novio”-, clavándosela bien profundo.
Lorena: Joodeeerrr... Él jamás me ha hecho correr como tú lo haces…
Señaló agarrándose de las sabanas.
Alonso: Lo tengo muy claro preciosa, desde aquella tarde en la piscina, supe que no te habían cogido como se debe.
Expresó de manera engreída y penetrando con furia.
Lorena: Uuuuuhhhgg… Pe-peroooo… Que verga más rica tienes… Aaaaahhh… Definitivamente me vas a volver loca.
Enunció echando su cabeza para atrás y corriéndose de nuevo. Alonso pasaba su lengua entre esos hermosos senos, que no dejaban de brincar. El roce del vello facial del hombre con su piel, la excitaba mucho. Ella lleva sus manos a la cabeza de él y las entierra entre sus tetazas, gritando le pide que se las devore y no deja de clavársela. Alonso se sentía rejuvenecido con esa adolescente candente, no paraba de embestirla, aunque tras hacerla venir por cuarta vez, sintió que estaba en su límite.
Moviendo su pelvis cada vez más rápido y haciendo rechinar el colchón con su brutal follada, terminó eyaculando una gran cantidad de semen dentro de esa jovencita. Los dos exhaustos se miran por unos segundos, antes de devorarse los labios con locura, hasta quedarse dormidos. Estuvieron abrazados por cerca de tres horas, al abrir los ojos Lorena, se percató que no había nadie a su lado, lo que encontró extraño y un sudor frio descendió por su cuerpo, al escuchar un ruido en la cocina. Mismo que sintió al darse cuenta que se estaba tocando en el taxi.
Sonrojada se acomoda el vestido y mirando por la ventana ignora al taxista que no dejaba de observarla desde el retrovisor. Él no dijo nada, ya que disfrutó con esa breve exhibición de la mujer y cada vez que podía acomodaba el retrovisor para poder observar mejor esos grandes senos que sobresalían de ese escote asesino. Una vez en el aeropuerto, fue el centro de atención para varios, quienes babeaban solo por verla caminar y se deleitaban con el bambaleó de ese hermoso par.
Aquello no hacía nada más que aumentar la calentura de la mujer, deseando poder llegar a un baño y jugar con su vulva que estaba goteando. Al entrar al baño, Lorena sintió un aire relajador, pero no era lo suficiente para calmar la llama de lujuria que tenía. Rápidamente se encerró en uno de los cubículos, levantó su vestido y pasó sus largos dedos sobre su tanga húmeda. Solo al hacer aquel suave contacto, ella soltó un tierno gemido, le quedo gustando la sensación del roce de sus uñas con la tela y su vagina.
Así que continuó por unos momentos raspando su tanga, hasta que sus pezones se colocaron duros, Lorena decidió dejar libres sus tetas, para poder jugar con ellas también, mientras una de sus manos bajaba nuevamente a su coño, pero estaba vez si se filtraban dentro de su tanga blanca, la otra manoseaba sus senos y se pellizcaba los pezones. Lorena soltaba pequeños jadeos, su memoria traviesa le hacía recordar otra vez aquellas folladas que tuvo con Alonso.
Retomando desde aquel momento en donde se dio cuenta que se estaba masturbando en el taxi. Ella se levantó con el terror en cada célula, tomando una bata de noche, se cubre su cuerpo desnudo y se asoma entre la puerta con lentitud, su corazón volvió a latir con cierta normalidad, al ver que Alonso estaba en la cocina y le estaba preparando algo para comer. –“Uuufff”- suspiró, mordiendo sus labios con deseo, siente como su cuerpo ardía de nuevo.
Aquel maduro también estaba usando una bata, la de Martín que le quedaba ajustada, porque el joven era más delgado a diferencia del cuerpo fornido del tío de Eduardo. Sin mencionar que el hombre también era más alto que el novio de Lorena. Ella acercándose, se sienta en el mesón donde él terminaba de preparar la comida, ella sin contener sus ganas lo jala hacía donde ella y lo besa, él sorprendido por lo atrevida que era esa muchacha, se le vuelve a levantar.
Alonso: Veo que te despertaste muy animada, corazón.
Dijo el hombre, pasando su lengua entre sus labios, degustando la melosa saliva de la muchacha.
Lorena: ¿De qué manera esperabas que me levante? Si me diste, una extraordinaria follada y solo saber que aun estás aquí, pierdo el juicio.
Respondió con un coqueto tono.
Lorena: Joder, además de coger bien, cocinas estupendo.
Agregó mordiendo el bocadillo que había preparado el maduro. Él solo sonrió y admiraba a esa chiquilla que lo estaba cautivado. Cuando terminaron de comer, Alonso se fue a sentar al sofá, en donde habían cogido, todavía estaba húmedo por el néctar que soltó la jovencita. Él se colocó a hablar telefónicamente con unos de sus empleados. Lorena juguetona se colocó delante del hombre, presumiendo sus dos grandes encantos, causando que Alonso se distrajera.
–“Jefe, ¿me oye?, hola, ¡¿Jefe?!”- se escuchaba desde el otro lado, él hipnotizado por ese cuerpo joven, la mira desde esas grandes piernas hasta esos fabulosos senos. Su pija empezaba a empalmarse y sobresalir en esa bata, Lorena feliz por haber logrado su objetivo, se allega a él. Quedando parada en frente, se desbrocha el nudo que mantenía su cuerpo cubierto, al deslumbrar al maduro con su sensual cuerpo, comienza a quitárselo gradualmente, hasta que cae completamente al suelo.
Ella jovial se hinca y con sus manos sostiene ese tronco que ya estaba en todo su esplendor. Sin decir algo, pasa su lengua traviesa por la glande, provocando que Alonso, suelte un agudo suspiro. –“Jefe, ¿aún está ahí?”- consultó con cierta preocupación el trabajador, no obstante, Alonso se quedaba callado, observando a su joven amante. Lorena, fue bajando y cubría con su baba todo el tallo, esa vara todavía sabía a su coñito, lo que la cachondeó más.
Luego olfatea ese par de huevos y su hedor la hechizó, haciendo que abriera su boca y se las metiera dentro. –“Ooohhh, sí, nena”- murmulló el hombre, al percibir esa cálida lengua divirtiéndose con sus pelotas y esos dientes raspárselos con ternura. La llamada aún estaba en entrante, volviéndose a escuchar aquel trabajador que intentaba comunicarse con Alonso, esté al darse cuenta que no había cortado, intenta hacerlo, pero es detenido por Lorena, quien le señala que podía seguir hablando por mientras ella comía su postre.
–“Hola, sí, disculpa, estaba ocupado con otro asunto”- contestó el maduro, tratando de no gemir, cuando sus bolas volvían a estar sumergidas dentro de esa preciosa boca. La muchacha no dejaba de saborear esos dos gordos huevos, le parecía increíble que este así de llenos, si de seguro sexo era lo que menos le faltaba a ese viejo travieso. Sus manos no dejaban de masajear esa tranca, era como si la estuviera ordeñando, para que suelte un buen litro de leche.
Ella detuvo su comida de bolas y paladeando suelta unos cortos chorritos de sus jugos. Lorena volvió a la carga, sin embargo, esta vez usaba sus tetas, las cuales abrazaban ese pene y se deslizaban de arriba abajo. Lamiendo en círculo la glande, causa que el hombre se le quiebre la voz y tenga que despedirse de su empleado, argumentando que tenía una reunión familiar importante y que al otro día, se colocaría al tanto de todo. Apenas cuelga, suelta un largo y profundo gemido.
Alonso: Uuuuuufff… Nena, me encantan como me pajeas con tus tetazas…
Expresó antes de eyacular, la jovencita mantuvo su boca abierta y se tragó todo ese líquido pegajoso que tiro esa polla madura. Solo con degustar ese semen, tuvo un ligero orgasmo, que la llenaba de deseos.
Alonso: Joder, que bestia eres con esas tetas y esa boquita.
Afirmó jadeando.
Lorena: Me alegra que te haya gustado.
Alonso: (Ríe) Debo admitir que me asombraste, porque nunca imagine que te atreverías a comerme la polla y tomarte todo el tiempo, sabiendo que el cornudo de tu novio podía llegar en cualquier momento.
Lorena: Hhhmm… Eso se debe a que tú con tu pene maduro, me hacen comportarme como una putilla barata.
Comentó, dándole besos a ese trozo de carne aún rígido.
Lorena: Además, me da lo mismo si Martín nos encuentra, tú eres mi hombre desde esa tarde y mi cuerpo te pertenece, mi viejito.
Añadió con una sonrisa de oreja a oreja.
Alonso: Eso quiere decir, ¿qué puedo follarte aún si el cornudito de tu novio llega?
Preguntó jocoso, ella levantándose y sentándose en sus piernas, acerca sus labios a los de él y le susurra en un tono candente, –“Claro que puedes, mi semental”-, él agarrándola de los glúteos, le contesta, –“Entonces quiero cogerte en tu cocina”-, devorándole con vehemencia la boca. Lorena abrazándole la nuca, no suelta esos labios que ya la tenían en su dominio, los dos se trasladaron, a la cocina, en donde ella se apoya en la encimera y levanta su pomposo culo.
Alonso: Uuff… ¿Me dejarías jugar con ese agujerito?
Consultó el maduro, acercándose a ese culito.
Lorena: Obvio, si te dije que mi cuerpo te pertenece, puedes hacerme lo que tú quieras.
Respondió, moviendo sensualmente su cola de lado a lado.
Alonso: Eres un encanto Lorena, son pocas las que me dejan disfrutar de sus culos, de hecho debo pagar por ellos, pero tú me lo das como nada.
Lorena: Porque esas otras son unas tontas, que no saben de lo que se pierden.
Alonso: Tienes toda la razón.
El maduro se agacha y entierra su rostro entremedio de esas nalgas, su nariz respiraba cerca del ano de la chavala y su lengua daba suaves lamidas, que la enloquecía. Cada vez sus lengüetazos fueron más hondos y saboreaba el interior de ese pequeño hoyito que solo había sido usado anteriormente por su sobrino. El sabor que desprendía ese culo era tan delicioso que hacía que el maduro no dejase de engullir su lengua dentro, ella gemía y jadeaba de manera intercalada.
Si con eso no bastaba para que la escena fuese erótica y morbosa, la repentina aparición de Martín lo haría. La pareja de la jovencita, llegaba totalmente ebrio, apenas era capaz de mantenerse de pie. Él con lo mareado que estaba y con la escaza luz que había, no se percataba que su novia estaba encuerada, menos de que se movía hacia adelante con sus senos danzando, porque un hombre maduro le estaba devorando el culo, como si fuese un manjar.
Martín: Y thus… ¿Que hacesh dep-desbieshta? ¡Hip!
Preguntó, cayendo como un saco al sofá, Lorena no respondió, porque trataba de ahogar sus gemidos. La sola presencia de Martín encendió a los dos amantes de una manera similar a aquella tarde en la piscina. Esa sensación de estar en peligro y estar cerca de ser descubierto los cachondeaba bastantes. Ella resistía como podía, pero solo bastó que ese hombre con sus dedos tocase su clítoris, para que se corriera. Soltando una cascada, la muchacha dejó salir un prolongado suspiro.
Lorena pensó que su novio estaba dormido, no obstante, cuando ella se recuperaba de ese maravilloso orgasmo, vio como él se acomodaba en el sofá y prendía la televisión. Alonso ascendía, mordiendo la oreja de su amante y con su verga empinada empezaba a profundizar en ese estrecho agujero, que fue moldeándose con cada centímetro que entraba. Ella no lo soportó y dejó salir un profundo chillido, para su fortuna, Martín no se enteraba de lo que pasaba detrás de él.
El pobre pensaba que Lorena solo era una mujer sumisa a la que iba a controlar a su antojo, la cual jamás pensaría en serle infiel porque él era su única esperanza en la vida. Que equivocado estaba, ya que a unos metros, su dócil novia, estaba recibiendo una gran verga madura por el culo y ella la amaba. Alonso prosiguió penetrando ese culito que atrapaba su miembro con fuerza. Aunque lo hacía de manera lenta, paulatinamente fue incrementando el ritmo y la muchacha daba brinquitos hacía adelante.
Lorena: Aaaahhhgg… Dios, que fantástica polla tienes entre tus piernas… Uuugggh… Me encanta cómo me perforas con ella cada uno de mis agujeros…
Exclamó, entregada al placer.
Alonso: Gracias, pero si esto es tan delicioso se debe a que tú también posees unos hoyitos espectaculares.
Susurró él, lamiendo el interior del oído de la joven.
Alonso: Por cierto, ¿quieres que me detenga, para que vayas a ver al cornudito?
Agregó, mordiendo su lóbulo.
Lorena: Noooo… Nooooo… Tú sigue rompiéndome el orto, pártamelo como jamás lo va hacer él.
Alonso: Lo que tú ordenes, preciosa.
Alonso sostenía con una mano la cintura de la muchacha, con la otra jugaba con una de sus tetas bamboleante y en ocasiones con su coñito, clavando sus dedos o pellizcando su clítoris. Ella bramaba como una perra en celos, pidiendo más y más de esa tranca que la iba enamorando. Entre tantos jadeos, Martín pregunta, –“Lo-Lorena… ¿Te-te O-ogurre algo?”- a la vez que se recostaba. –“¡Joder, sííííí!… ¡Sííííí!”- gritó ella exaltada, –“¿Qué cosha?”- dijo él, cerrando sus ojos.
Lorena: Me están dando por el ojete, mi amooooorrr… Un hombre de 40 años me ha estado follando toda la tarde con su enorme vergaaaaa… Mientras tú te embriagaba con tus amigos...
Enunció ella en éxtasis, Alonso al ver que a la muchachita le daba lo mismo ya todo, decide levantarla, llevando sus piernas hacia sus brazos y comienza a caminar hacía el sofá, sin quitar su pija de ese ano apretado. Ella no dejaba de bufar, su corazón se le aceleraba con cada paso que daba el hombre. Que Martín la viera siendo empotrada por otro, sin duda era una de las fantasías más ocultas que tenía Lorena, por eso estaba tan entusiasmada.
Cuando quedan al frente del joven, se dan cuenta que estaba como un tronco roncando, a pesar de la decepción, la situación seguía siendo cachonda y ardiente. Alonso fue embistiendo con violencia y allegaba ese culito a la cara de un pasivo Martín. –“Mira cornudito, mira cómo le parto el culo a tu noviecita y a ella le gusta”- afirmó, sin dejar de penetrar a Lorena, –“Sííííí, síííííí… Ve cómo este maduro me folla”- añadió ella, comenzando a convulsionar de placer.
Lorena: Uuuhh… Mi-mira… Cómo este troncazo sale y entra de mi culo…
Alonso: Sííííí… Aprecia cómo entro y salgo de este agujerito que jamás vas a tocar, porque es exclusivo para mí, ¿verdad?
Consultó tiritándole levemente las piernas.
Lorena: Co-como tú quiera, Alonso.
Dijo apoyando su cabeza en el hombro de él, buscando conectarse con los labios de su amante.
Alonso: Uuff… Ya oíste a tu novia cornudito, este culo es solo mío, mío y de nadie más.
Besando a la chica y manteniendo su pija entera dentro de esa colita.
Alonso: Puedes comprobar que la tengo muy satisfecha… Y descuida, me la follaré en tu lugar todas las veces posibles. Porque una hembra como ella merece unos buenos polvazos, algo que tú no se lo has dado y jamás se los vas a dar.
Tras señalar aquello, Alonso se dedicó a perforar ese ano a diestra y a siniestra. Zampando nuevamente esa boquita, cerraba los ojos. La situación era memorable, sin embargo, prefería que ese cornudo, hubiera sido su sobrino, algo que le hace saber a la muchacha. –“Ooohhh… No sabes cuánto me pone todo esto… Es una excitación fabulosa, pero lo daría todo, para que el gilipollas de tu novio, fuera Eduardo y viera que tu cuerpo me pertenece”-, ella en ese momento, solo jadeaba, era incapaz de balbucear una palabra.
Una mezcla de emociones la rodeaban al escuchar el nombre de su amigo, a quien amaba con todo su corazón. A pesar de eso, Lorena imaginó esa morbosa y cachonda situación. En vez que su novio era su amigo quien estaba en el sofá, con los ojos como platos al verla con la verga de Alonso ensartada. Entre tanto, el hombre le confesaba, –“Debo admitir que mi interés hacía ti, nació cuando él me dijo que te amaba. Antes de eso te veía como una chica normal, porque te había visto desde pequeña”-
Lorena al escuchar aquello voltea y trata de decir algo, pero no pude, –“Pero joder te transformaste en un pivón. No obstante, solo te deseé al escuchar de su boca lo increíble y sensual que eras”- añadió besando su lóbulo y con sus dedos rozaba esos pezones duritos, que se movían con cada estocada. –“Y vaya que tenía razón Eduardo, eres jodidamente fabulosa Lorena, una exquisitez única, que mi sobrino me hizo gozar”- finalizó.
Ella bufaba con su mente descendiendo al delirio, el maduro retira toda su tranca de ese estrecho hoyito y se lo clava de una en el coño. –“Aaaaaahhhhggrr”- exclamó entre dolor y placer Lorena, a la vez que él, murmuraba, –“Mira, mira, mira, cornudito… El coñito de tu novia también amaba mi polla dentro de ella"-, la joven con el gozo que recibía, echó su cabeza hacía atrás. –“Diooooosss… Sí, sí, sí… Ve Eduardo, ve cómo tu tío empotra a tu amada amiga y reviente ese coño que quieres que sea solo tuyo”- dijo ella en sus pensamientos.
Alonso: Uuuhhgg… Preciosa, estoy cerca.
Lorena: Ha-hazlo… De-dentroooo…
Sentenció ella, que con un par de estocadas se vino de nuevo y él empezó a rellenar su matriz que todavía tenía semen de la cogida anterior. Esos jugos lascivos mezclados con la esperma de Alonso, caía sobre la cara de Martín. El maduro deja a la muchacha en el suelo, ella se apoyaba en el sofá, para mantenerse de pies. Lamiendo el rostro de su novio, paladea algunas de esas gotitas que le habían caído, –“Que delicia”- expresó con picardía.
Lorena: Martín, desde hoy, solo serás el pelele que le presente a los demás como novio, porque con quien voy a coger y besarme con fervor, será con este vejete, que tiene un pollón y sabe muy bien usarlo.
Susurró a modo de venganza por todos los desprecios que le había hecho. Luego de humillar a Martín, ellos se fueron al dormitorio, en donde continuaron follando, como animales en celos. Deteniéndose cuando perdieron el conocimiento. A la mañana siguiente, Lorena al despertar y ver a Alonso a su lado, sintió un regocijo dentro de ella, que la impulsó a comerle los labios, olvidando que Martín estaba durmiendo en el sofá. El maduro al sentir esa boquita, abrió los ojos, contento. Abrazándola, siguió enredando su lengua con la de ella.
Lorena: ¿Cómo amaneció mi macho?
Alonso: Espectacular, porque estoy en el cielo con una hermosa ángel que casi me deja sin aire por un sabroso beso que me ha dado.
Expresó el hombre acercándose a ella.
Lorena: ¡Dios mío!, ya lo tienes enorme.
Señaló, sobando ese tronco con sus manos.
Alonso: Obvio, si tus labios son un maravilloso afrodisiaco para mí.
Lorena: Yo también ya me he calentado, así que puedes metérmela cuando quieras mi semental.
Alonso: Joder, que guarrilla eres. Pasamos casi todo el día de ayer cogiendo y apenas nos despertamos hoy, quieres seguir.
Afirmó mordiéndole los labios y tocando sus glúteos.
Lorena: ¿Cómo quieres que no me caliente? Si aquí ya tienes tu arpón listo para ensartarme.
Susurró dándole un escueto beso.
Alonso: Ooohh… Sí que sabes animar a un hombre y complacer cada una de sus necesidades. Por eso te daré lo que quieres, pero antes te daré un premio.
Lorena: Ojala sea un boleto para seguir follando, después de esta aventura que me has venido a dar.
Alonso: (Sonríe) No es un boleto, porque debes dar por hecho, que este es el inicio de una larga travesía de sexo.
Comentó acariciando la ya empapada vulva de la jovencita. Ambos vuelven a darse un fogoso beso, que sería interrumpido por el despertar de Martín. –“¿Lo-Lorena?”- enunció, sentándose en el sofá y tocando su cabeza que aún le daba vueltas. Los amantes se miraron sin saber qué hacer, tenían dos opciones, la primera seguir besándose y empezar a follar, dejando que Martín los descubriera, o, la segunda que era continuar con su amorío en secreto.
Cualquiera de las dos opciones le parecía una excelente idea a la jovencita, quien se allegaba al cuello del hombre y lo mordía. Martín al no tener respuesta vuelve a llamar a su novia, que estaba afanada pajeando esa tranca madura y besando el cuello de su amante. Alonso al ver que la manilla de la puerta giraba, le murmuró a la muchacha que jugarían a ser atrapados, desapareciendo entre esas sabanas, desciende hasta llegar a esa vagina húmeda, dando primero unas tiernas lamidas, hace que ella chille con suavidad y se prepare, a la comida de coño que iba a recibir.
Martín: (Entrando) Ja, todavía acostada, parece que no te ha quedado claro que te traje aquí para que seas mi sirvienta personal.
Lorena a diferencia de los otros días, no le dolían esa palabras y no callaba por miedo, sino para oprimir sus gemidos, que anhelaba soltar.
Martín: Pero sabes algo, me está matando este dolor de cabeza que no me importa que sigas acostada hoy.
Expresó acercándose a ella, la adrenalina aumentaba y cada vez era más difícil ocultar sus aullidos, así que debió morder las sabanas. Sentía que pronto tendría un fantástico orgasmo, por lo que sus manos acariciaban la nuca de su experimentado amante. Martín se tumbó en la cama, dándole la espalda a su novia, intenta dormir. Ella ya no resistía más, estaba en su límite con esa escena de ensueño, de su boca salían pequeños suspiros y no paraba de mover su pelvis.
Martín: Joder, para de moverte y déjame dormir.
Afirmó el muchacho dándose vuelta y sus ojos hacían contacto con los de su lujuriosa novia. Ella no dejaba de moverse y sus suspiros eran más ruidosos que antes.
Martín: Sabes que, jódete, si esta es tu venganza por tratarte como una basura, disfrútala. Porque una vez que salga del baño, quiero que estés en la cocina preparándome el desayuno.
Señaló cabreado y levantándose camina hasta el baño de su habitación, sin sospechar que ese constante quejido y movimiento de ella, se debía a que debajo de las sabanas había otro hombre que satisfacía los deseos de su novia. Apenas él cerró la puerta del baño, ella soltó las sabanas y dejó salir un largo jadeo, tartamudeando le dice al maduro que no se detuviera que estaba cerca de venirse. Él continuó y si bien su lengua no se movía como la de Eduardo, el roce de su corta barba con su sexo, era jodidamente estimulante para ella.
Solo pasaron unos segundos de ese aullido, para que ella se corriera con locura, su cuerpo agitado y sudoroso se quedaba quieto en la cama. Alonso vuelve a ascender y besándola en los labios y le susurra, –“Es increíble que ese capullo no se haya dado cuenta”-, Lorena sonríe tocando esa erecta vara que apuntaba a su vulva. –“Entiérramela por favor”- murmura jadeante y acercando la cabeza de ese tronco de carne a sus labios mayores, los que se abrían como si fueran los de su boca cuando se lo engullía hasta su garganta.
Él no lo dudo y terminó de ensartar su verga dentro de ese coñito, golpeando su útero, la hace gemir. –“Ooohh… Me matas de placer”- le dijo mordiéndole la oreja, –“Y tú a mí, niña golosa”- le contestó él, chupando esas enorme ubres. Ellos movían sus caderas de manera intensa y no reprimían sus gemidos o jadeos, era como si quisieran que Martín los atrapada de una vez por toda. Ella con sus uñas, arañaba el cuerpo de su amante que no dejaba de jugar con sus senos.
–“Hhhmmm… Ojala el idiota de tu novio abriera la puerta y viera como te tengo”- expresó penetrando con más fuerza. Sin embargo, aquello estaba muy lejos de ocurrir, ya que ni por el rechinar del colchón y el azote del respaldo con la pared, Martín se daba cuenta de que lo estaban haciendo un cornudo en su propio apartamento y para colmo en su cama. Lorena estaba extasiada por haber iniciado el día de esa manera, no había dudas de que Alonso era un extraordinario amante y que ella deseaba seguir jugando con él.
–“Sin duda alguna, Alonso me hizo vivir mis mejores días en ese lugar, que al principio era lúgubre y depresivo”- dijo la mujer en sus pensamientos, cuando estaba pronto de llegar al orgasmo. Teniendo los ojos cerraros mira hacía el techo, al sentir como su vulva chorreaba, gime, para evitar que se escuchada, trata de ahogarlo con una de sus manos, al tapar su boca. –“Después de corrernos, nos besamos y él me propuso acompañarlos unas semanas a su casa, yo acepté gustosamente”- manifestó sin dejar de tener su cabeza hacía atrás.
–“Le dijimos a mi madre y al inútil de Martín que Alonso me iba hacer una pasantía en su empresa. Aquellas dos semanas hicimos de todo en su casa, menos trabajar, incluso en su despacho en la empresa, cogíamos como animales. Fue durante esas dos semanas que él me preñó de Romina y nunca tuve el valor de confesárselo, tampoco que lo amaba, pues pensaba que solo era una más de su lista”- relató y manteniendo su mirada hacia arriba, abre sus ojos, percatándose que un muchacho la estaba observando.
El placer rápidamente se transformó en vergüenza, su calentura desaparecía. Confundida se viste, sin preguntarle a ese muchacho ¿qué hacía observándola?, de todos modos él iba a decirle algo, pero Lorena no lo escucha y sale del cubículo, dándose cuenta que había cometido un gran error, se encontraba en el baño para hombres. Al sentir todas esas miradas hacía ella, cierra los ojos y sale del lugar, no podía con el pudor, menos con la situación.
La Milf deseaba ser invisible en ese momento o ser tragada por la tierra, no quería que nadie la viera. Tras esperar en una esquina bien escondida, la hora de su vuelo llegaba. De forma acelerada se sube al avión, una vez en su asiento suspira algo aliviada, sentía que la vergüenza comenzaba a irse. Sin embargo, aquello dudo muy poco, pues al lado de ella se sienta una joven pareja y para su mala suerte el muchacho era el mismo que estaba observándola cuando se masturbaba en el baño.
Nuevamente el pudor regresaba, no quería ver al joven y esperaba que este no la reconociera, se sentía nerviosa e incluso pensaba en bajarse y perder el vuelo. Pero mientras pensaba y se cuestionaba qué hacer, el avión se elevó al cielo, haciendo que inicien las horas más tortuosas para Lorena de su vida. Si bien el muchacho no le decía nada ni tampoco la molestaba, el solo oírlo hablar ya le generaba terror a la mujer, tanto su respiración como el latido de su corazón se aceleraban.
Lorena no podía estar tranquila ni un segundo, cada vez la situación para ella era peor, quería cerrar sus ojos y despertar de aquella pesadilla. El reloj avanzaba y la Milf se mostraba inquieta e incómoda, en ese momento por un leve movimiento que tuvo el avión, la mano de la mujer se movió, pasando a rozar la entrepierna del joven. Ella se había asustado en un principio, pero luego se dio cuenta que el muchacho estaba durmiendo, aunque esa pija se sintió algo dura.
Aprovechando que dormía y la novia de él también lo hacía, observa bien esa entrepierna, dándose cuenta de un bulto bastante prominente. De forma disimulada vuelve a rozar ese miembro, esta vez tocándolo suavemente por unos segundos. Lorena sentía que su cuerpo volvía a calentarse, aunque sabía que estaba mal lo que estaba haciendo y también peligroso, pues si el muchacho se despertaba o la veía la joven, cómo iba a explicar lo que hacía.
Para su fortuna, los dos parecían estar en un letargo profundo y la curiosidad de Lorena, hacía que vaya cada vez más lejos. Ya no era un ligero toque de 2 o 3 segundos, más bien era un manosea de unos 10 a 15 segundos e iba aumentando el tiempo. Bastante cachonda, ella se decía. –“Vaya pedazo de verga que posee este niñato... Jamás pensé que alguien pudiera tener semejante tamaño, aunque no la he visto, se siente que es más gruesa y larga que la de Max e incluso que la Eduardo...”-
–“Dios mío, en qué estoy pensando... Lorena céntrate, eres una mujer madura, hecha y derecha, no puedes andar fantaseando con muchachos... Aunque no es mi culpa sentirme así, ya que él me interrumpió cuando me masturbaba... Tenía tantas ganas de seguir jugando con mi vagina, que ahora no puedo controlarme... Como me encantaría poder echar un vistazo lo que tiene entre sus piernas y tal vez... Divertirme con ese tronco, como lo hice con Max... Que ganas de volver a ser joven y encontrarme con ellos en vez que el idiota de Martín"- finalizó.
El viaje ya no le parecía tan malo a Lorena, relajada y caliente, disfruta la última hora de vuelo que quedaba. Muy disimulada sobaba ese fierro que parecía ir creciendo más y más, mientras jugaba con su coño. Suspiraba suavemente y su imaginación hacía que siguiera perdiendo la cabeza por esa dura polla. Fantaseaba que tenía esa pija entre su boca, devorándola lentamente se la tragaba toda, haciendo que él vaciaba sus huevos y le llenara la boca con su cremosa descarga.
Sin darse cuenta Lorena dejo salir un sollozo bastante fuerte y al sentir ese vigor de ser atrapada comenzó a correrse. En ese momento de éxtasis, ella apretó esa tranca, provocando que el muchacho se despertada. De forma rápida, quito su mano del pene del joven y fingió estar dormida. Él viendo que su novia descansa, se dedicó por varios minutos a apreciar ese escote divino y esas par de tetas. Lorena con los ojos levemente abiertos, le encantaba saber que ese chico estaba deseando su cuerpo.
Así que aprovecha para darle un mejor vistazo de sus senos, girando hacía donde él, aprieta sus pechos con sus brazos y con su mano baja un poco más su escote. El muchacho estaba maravillado con lo que veía, mirando ligeramente a su novia, se vuelve a percatar que ella dormía. Acomódense en el asiento, se deleita con la vista que tenía, tomando su miembro con su mano derecha, comienza a pajearse.
La cabeza de su polla se lograba ver, impresionando a Lorena, quien sin alterarse para que el joven no se diera cuenta que estaba despierta, solo se dice a sí misma, –“Dios mío que gorda es la cabeza de esa verga... Joder, como chorrea su liquido pre seminal...”-, totalmente maravillada, los pezones de la Milf se excitan y su vulva nuevamente se humedecía y pedía consuelo. Lorena tenía varias ganas de tener esa pija entre sus tetas y que luego le partiera el coño.
No obstante, la mujer no iba hacer nada imprudente, todo quedaría en su utopía. -"Lo-Lorena"- escuchó de esos labios que se movían tímidamente, ella pensó que fue su imaginación, ya que era imposible que él supiera su nombre. Finalmente llegaban a su destino, el joven dejaba de masturbarse y la mujer fingía despertarse. Lorena se levanta y es una de las primeras en bajar, pero antes de irse le presume su cola madura al muchacho, quien sintiendo su polla a punto de explotar y perder la cordura. La Milf por su parte estaba feliz, aunque se quedó con las ganas de probar ese miembro y verlo por completo.
Tomaba un taxi y regresaba a su hogar, cachonda solo esperaba llegar a su cama y satisfacer su coño con sus juguetes. Cuando entraba al edificio en donde vivía, la mujer se encontró con Ricardo, su vecino, fumando un cigarrillo. El hombre se sorprende al verla y sola.
Lorena: Hola Ricardo.
Ricardo: Hola, Lorena... (Soltando el humo) ¿Y Romina?
Lorena: (Suspira) Mi niña… (Sonríe) Mi niña decidió quedarse a vivir con mi amigo Eduardo.
Afirmó tratando de ocultar la verdad.
Ricardo: ¿Cómo?
Lorena: Que Romina se quedó a vivir con mi amigo, Eduardo.
Ricardo: Perdón por sorprenderme, pero jamás pensé que Romina iba a apartarse de tu lado.
Lorena: (Suspira nuevamente) Yo menos, pero así es la vida, cada uno emprende el vuelo a la edad que cree conveniente.
Ricardo: Tienes razón, es sorprendente de como crecen los muchachos, parecen que fue ayer cuando Félix tomo sus maletas y se fue a estudiar al extranjero. Y ahora, Romina hace prácticamente lo mismo, aunque ella no se despidió de su vecino favorito (Ríe).
Lorena: (Riendo) Estoy segura que te llamada pronto, después de todo te conoce desde pequeña y siempre fuiste muy bueno con ella. (Tratando de no llorar) Por cierto, hablando de Félix, ya son como 3 años desde la última vez que estuvo por aquí.
Ricardo: 3 años que terminan hoy, ya que regresa por unas semanas.
Lorena: (Sorprendida) ¿En serio?
Ricardo: Sí, de hecho estoy acá fuera porque lo estoy esperando.
Lorena: Wow... Entonces después que acomode bien mis cosas y descanse un rato, voy a ir a verlo.
Ricardo: Claro, va a estar muy feliz de volver a ver.
Lorena se despide de Ricardo y sube hasta su apartamento. Apenas abre la puerta, se da cuenta que las cosas estaban como ella las había dejado, con pequeñas alteraciones, ya que Ricardo iba abrir las ventanas y regar las plantas en vez en cuando. Mientras se dirigía a su habitación, le escribe un mensaje a su hija, diciéndole que había llegado ya a París y estaba en el piso, tras eso, apaga su móvil, porque no se sentía preparada para hablar con la muchacha sobre Alonso, aunque tampoco tenía la certeza de que ella iba a leerlo y ya la había perdonado.
Solo por pensar fugazmente en ese hombre, rememora esas cogidas que la dejaban cachonda. De hecho su cuerpo se encendió y quiso acabar lo que no pudo hacer en ese baño. Lorena acostándose en su cama, se desviste y busca entre sus cajones uno de sus juguetitos, cierra los ojos y regresa a ese día en donde cree que quedó embarazada. Había pasado una semana desde que se fue con ese maduro a pasar unos días en su casa.
Como todos los días desde que llegaron ahí, compartían una copa después de estar en la empresa del hombre. Habían tenido sexo anal en la oficina de él y ella se lo había mamado, mientras él atendía una reunión. Tras terminar de beber su copa, Lorena se abalanzó a los brazos de Alonso, besándolo y abriendo su camisa, recorría ese torso tonificado, él le quitaba su trajecito, dejándola en pelotas, porque no llevaba lencería. –“No me cansó de follarte, solo quiero más y más de ti”- dijo el hombre lamiendo su oído.
–“Yo no sé cómo voy a sobrevivir, cuando esta semana llegué a su fin y tenga que regresar”- comentó ella, agarrando esa pija entre sus dedos. –“Descuida, voy a buscarme una excusa para sigamos divirtiéndonos”- contestó, cargando a la joven y llevándola a su habitación. En ese lugar ambos se dejaron llevar por la lujuria que los consumía pero a diferencia de las otras veces, la penetración era lenta y los besos parecían ser eternos.
–“Nosotros hicimos el amor ese día y no follamos como era de costumbre y dada a la fecha estimada de mi embarazó, coinciden con esa noche”- señaló ella, suspirando y comenzando a mezclar sus recuerdos con la gran verga del joven del avión. Cerraba los ojos y revivía aquel instante cuando vio la gruesa cabeza de la pija de ese muchacho. Cachonda sigue autocomplaciéndose con ese juguete con el que simulaba ese tronco. –“Oooohhh, oooohhh, hhhhhhhmmmmm... Dame un poco de tu verga... Yo sé que quieres dármela...”- murmullaba la mujer con sus ojos cerrado.
A pesar que de haber experimentado grandes orgasmos, su cuerpo pedía más y ella no sabía cómo seguir satisfaciéndose, si ya había hecho todo lo que tenía al alcance y necesitaba descansar. Agitada se introduce un vibrador, entre gemidos cierra los ojos y tras otro gran orgasmo se queda dormida. Lorena durmió cerca de una hora y media, al despertarse su cuerpo seguía tan caliente como antes.
Caminando desnuda por su piso, prepara una taza de té y un sándwich, se sienta en su sofá y se pone a comer, su mente continuaba teniendo pensamientos obscenos, imaginando que ese sándwich que comía era una polla. –“No puedo dejar de pensar en pollas, tantos años reprimiendo la diversión del sexo y ahora solo quiero ser follada todo el día, como cuando era joven... Ojala pudiera ver a ese muchacho travieso del avión... Me gustaría darle una mamada a su gorda polla, como lo hice con Max, a quien no logré volver a ver... Ooooh, relájate Lorena... Solo te calientas de forma innecesaria...”-
La mujer toma una ducha fría esperando calmar aquel calor que recorría por todo su cuerpo. Sin embargo, no sirvió mucho, luego de colocarse un vestido bastante delgado, abre todas las ventanas de su apartamento e iba a encender la televisión, para distraerse con algún programa, no obstante, cuando estaba justo de hacerlo, escucha la risa de su vecino, recordando que él estaba esperando a su hijo.
Sus planes cambiaron y en vez de quedarse mirando la televisión, iba a ir donde Ricardo, después de todo, cuando estuvo hablando con él, se olvidó del deseo carnal. Además, estaría Félix, ella y el muchacho tenían una buena relación y como no sabía mucho de él en este último tiempo, iba a poder colocarse al día. Nada podía salir mal, o por lo menos eso pensaba la madura.
Sale con una sonrisa de su piso, toca la puerta de su vecino y al abrirse la puerta, su sonrisa cambia por una cara de incrédula y de sorpresa. Quien había abierto era Félix y como un capricho del destino, el hijo de su vecino no era nada menos que el muchacho del avión. Lorena quedó paralizada pensando que se había equivocado de apartamento o que estaba delirando, hasta que Ricardo se asoma con una sonrisa.
Ricardo: Lorena, que sorpresa. Justo estábamos hablando de ti, Félix tenía muchas ganas de verte. (Tocando el hombro del muchacho)
Lorena: (Tartamudeando) Fe-Fe-Fe... ¿Félix?
Ricardo: (Ríe) Sí, Félix... Claro que está muy cambiado desde que se fue, si apenas tenía 16 años cuando lo hizo, ahora ya es un hombre de 20 años.
Un escalofrió descendió por el cuerpo de la Milf, no podía creer que el pequeño Félix era el mismo tipo quien la observo masturbándose en un baño de aeropuerto, el mismo a quien ella manoseo la pija mientras él dormía en el avión y coqueteo posteriormente. Pero si eso no era poco, también era con quien estuvo fantaseando hace unas horas y no podía sacar de su cabeza, ni a él ni a su polla.
Por otra parte Félix también se sentía confundido, en ese instante entendía porque la mujer le recordaba a alguien, si era nada menos que su querida vecina Lorena, la cual había cambiado bastante desde la última vez que la vio. Ambos se miraban algo incómodo y a la vez sintiendo sus temperaturas aumentar y la atracción haciéndose más fuerte.
Ricardo: (Mirando a Félix) Vamos hombre, di algo. ¿O, estás sorprendido por los cambios que ha sufrido Lorena también?
Félix: Yo... Eeeehhh... Hola... Lorena...
Lorena: Ho... Ho-ho-hola... Félix...
Ricardo no comprendía la situación incómoda que estaba experimentando su hijo y la Milf. El hombre invita a Lorena a pasar, pero ella rechaza la invitación, justificando que estaba ocupada con el trabajo y solo había ido para saludar a Félix. Al cerrarse la puerta, tanto el muchacho como la madura, sintieron un pequeño alivio, había muchas cosas que tenían que pensar y aclarar.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/4420279/Deseo-Prohibido-Capitulo-l.html
Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/4468762/Deseo-Prohibido-Capitulo-lX.html
Después de haber disfrutado una vez más del sexo y tenido la verga de su amigo dentro de ella, Lorena sentía que su cuerpo ardía en las llamas de la lujuria. Sin embargo, no dejó que la calentura la dominada y pensó en la felicidad de su hija. Al principio no comprendía porque la joven estaba tan angustiada tras haber descubierto que ella y Eduardo tenía más que una simple amistad. Aunque solo le bastó unas horas para darse cuenta que su hija estaba enamorada del hombre.
Aquellos días en la casa de su amigo, se transformaron en un infierno, porque quería arreglar las cosas con Romina, pero ella se alejaba, sin darle la oportunidad para que hablaran. Además, tenía que ocultar su apetito sexual, que con Eduardo cerca, era complejo de controlar. Habían días en que pensaba en perdonar a Piero, ir a verlo y pasar una noche con él, para poder lidiar con ese ardor insoportable, pero se arrepentía justo cuando estaba a punto de llamarlo y se decía así misma que no debía ser una tonta.
Cuando llegó el día en que debía regresar a su casa en París, sintió una gran presión, ya que debía tomar una decisión sobre el futuro de la relación entre ella y su hija. Sin poder saber lo que realmente la adolescente sentía, opto por dejar de pensar sobre el problema, cerró los ojos y recordó que vivió algo similar que experimentaba su hija, en ese momento ella no tuvo el valor de confesar sus
sentimientos, los que tal vez hubieran cambiado el rumbo de su vida.
Igual que su hija no tuvo a su padre presente en su vida, de hecho no contó con una figura paterna, por lo que intentó que Romina si lo tuviera, aunque no resultó como esperaba, pues la muchacha terminó amando de otra manera a Eduardo. Por esa falta de figura masculina buscaba la aprobación de los hombres, esto se mantuvo gran parte de su infancia, hasta que conoció a quién ella catalogaría como su “príncipe azul”. Eduardo le enseño que debía valorarse por ella misma.
Desde entonces ellos se mantuvieron juntos y con el paso de los años, los sentimientos fluyeron, tanto ella como él, se amaban mutuamente, no obstante, había un gran obstáculo, que no les permitió estar juntos, y fue la madre de Eduardo. Rebeca la citó a una reunión privada, en donde le dio dos opciones, le primera que se aleje de su hijo, la segunda, que jamás crucen más allá de la amistad. Lorena quedó abrumada, pues la mujer la amenazó que si no cumplía una de sus dos exigencias, el muchacho sufriría las consecuencias.
–“La primera vez que oculté mis sentimientos, fue por miedo”-, comenzó escribiendo la mujer. –“Rebeca la madre de Eduardo, me obligó a callar lo que realmente sentía por él. Fue una decisión difícil, pero no quería que Eduardo sufriera por mi culpa, ya que su madre era una temible mujer y que sin dudas era capaz de lastimarlo de la peor manera”- continuó Lorena, sintiendo la brisa de aquel instante en donde su amigo la besó por primera vez.
Yo sabía que él era capaz de enfrentarse a su madre, porque no le gustaba que le manejaran la vida. Por ejemplo, para su cumpleaños número 8, él no quiso aceptar ningún regalo, ya que sabía que su madre había seleccionado cada uno de ellos y él no quería jugar con los juguetes que ella consideraba idóneos. Sin embargo, esa vez no se trataban de unos juguetes, se trataba de su futuro y por eso, decidí callar. Fue muy difícil rechazarlo, cuando él me beso por primera vez, pero tuve que hacerlo por su bien.
Naciendo así una pacto entre los dos, el cual consistía que nunca íbamos a manchar nuestra amistad con sexo. Él de mala gana terminó aceptando y jurando que solo seríamos amigos. Esa ridícula promesa me sirvió para seguir al lado de Eduardo, algo con lo que me conformaba. Para intentar sacármelo de la cabeza me metía con uno tipo y otro, no obstante, solo perdía el tiempo, mi corazón no dejaba de latir por Eduardo, eso hasta que apareció él.
Y no, no fue Martín quien me hizo temblar de amor, él solo era una pantalla, con la cual ocultaba mis verdaderos deseos y sentimientos. La excusa perfecta para que Eduardo no se atreviera a romper nuestra promesa. Aunque claro, yo no me esperaba que Martín fuese un maldito desgraciado, yo le cumplía cada una de sus fantasías, era muy amorosa y hasta fiel, sin embargo, para él yo solo era un juguete más de su lista, me veía como la ama de casa perfecta.
Te preguntarás por quien dije, “te amo” en secreto otra vez, fue por nada menos que un hombre maduro y quien es tu verdadero padre. Sé que es complicado de entender, pero juro que te lo puedo explicar, ojala mirándonos cara a cara. Si te digo todo esto, es porque sé que tú estás enamorada de Eduardo y quiero decirte que tienes mi apoyo hija. Por eso me voy yo sola a Francia y te dejo con él, para que lo enamores y sean felices los dos, no seas cobarde como yo y confiesa tu amor, ah y prométeme que solo lo vas a amar a él, ya que Eduardo no merece sufrir más.
Tras terminar de redactar esa carta, ella sintió un gran alivio, porque había revelado un secreto que ocultó por mucho tiempo. Fue así como ella se largó sin despedirse de la joven, algo que le partió el alma, sin embargo, sabía que era lo correcto y en la carta estaba todo lo que tenía que decir. Mientras iba en el taxi hacia el aeropuerto, la Milf comenzó a recordar a Alonso y en las aventuras que tuvo con ese maduro, haciendo que su cuerpo tiemble de calentura.
Luego de su primera experiencia sexual con Eduardo, ella regresó a su casa, por un lado feliz por haberlo hecho por fin con su amigo y por el otro con miedo, por las represalias que podría traer esa noche de pasión entre ambos. A pesar de las llamadas de él, ella lo ignoro, su único consuelo en ese momento fue Perla, quien la escuchó y trató de aconsejarla de la mejor manera. Llegó a la conclusión que debía mantenerse alejada de Eduardo por unos días e irse a vivir con Martín.
Esta decisión no le desagradó a su madre, quien sabía que le quedaba poco tiempo de vida tras haber sido diagnosticada con un cáncer, el cual estaba muy avanzado. La mujer solo quería que su hija no se derrumbada después de su muerte, ingenuamente confiaba que el apoyo de Martín sería el que mantendría fuerte a Lorena. Ellos se reunieron y luego de discutir un momento el asunto, Martín aceptó vivir junto con Lorena, al día siguiente la muchacha se iba con todas sus cosas a la casa de su pareja.
Pensó que si colocaba todo de su parte, iba a lograr olvidarse de Eduardo y ser feliz con Martín, no obstante, desde el primer día, él fue un patán con ella. Los dos primeros días fueron una verdadera pesadilla, quiso contestarle las llamadas a Eduardo y jugársela con huir con él, sin embargo, el miedo a Rebeca, la paralizo y una vez más no cogió la llamada de su amigo. Tres días en esa casa y se sentía horrible, se preparaba para salir a ver a su madre, cuando Alonso apareció al frente de su piso.
Lorena: ¿A-Alonso?
Alonso: Uff, sí que fue difícil dar contigo, preciosura.
Expresó el hombre, quitándose sus gafas de sol y sonriéndole con picardía.
Lorena: T-tú, ¿qué haces aquí?
Alonso: ¿Qué hago aquí?
Preguntó, a la vez que se acercaba a ella y la tomaba de la cintura.
Alonso: ¿Qué no es obvio? Vine a verte.
Ese susurro hizo temblar todo el cuerpo de Lorena, recordando de manera fugaz aquella majestuosa follada que él le había dado hace 1 mes aproximadamente.
Alonso: ¿No me vas a invitar a pasar?, o, ¿es que quieres que todo el mundo vea cómo te hago ronronear, gatita?
Ella no tuvo otra opción más que dejarlo entrar. Él miraba detenidamente cada rincón de ese piso, en su mente depravada, maquinaba en qué zona iba a coger con esa muchacha. Lorena tímida, le pregunta si quería tomar una taza de café o algo, Alonso sonriendo le acepta el café. Se sienta en el sofá, donde ve el andar de esa inocente muchachita hacía su cocina. Él no quería un café, sino quitarle ese vaquero y empotrarla tal como lo hizo en la casa de su hermano, mientras su sobrino estaba comprando.
Ella al volver, queda tiesa por la mirada de ese maduro, el deseo que desprendía era tanta, que la hacía empapar su braguita. Ya no podía negarse que estaba muriéndose de ganas de ver esa tranca nuevamente y tenerla dentro de ella. Los dos sin comentar nada al respeto, continúan mirándose fijamente, Alonso rompía el silencio para consultarle, qué tal la vida en pareja. Ella nerviosa le confiesa que no era tan buena y que solo quería escapar aunque fuera por unos días.
Alonso: ¿En serio?
Lorena: (Tragando saliva) Sí.
Alonso: ¿Entonces por qué sigues viviendo con él?
Lorena: Porque mi madre extrañamente está muy feliz, con que viva con él.
Alonso: Guao… Pensaras que estoy loco, pero para mí eres un espécimen único. Porque en mi familia todos somos egoístas y jamás hemos pensado en los demás. En cambio tú, tú harías cualquier cosa para que tu madre este orgullosa de ti.
Lorena al escuchar esas palabras se ruborizó y su ritmo cardiaco no dejaba de acelerarse, era como si su corazón váyase a explotar en cualquier momento. No era la primera vez que se sentía así, al contrario, ya lo había experimentado antes, para ser preciso, cuando terminó entregándose a ese maduro. Un silencio sofocante se apoderó de la sala entonces, Alonso mantenía clavada su mirada en los ojitos felinos de Lorena. Él colocándose de pie se aproxima a ella, sentándose a su lado, le acaricia el rostro con ternura.
Alonso: Yo no puedo sacarte de aquí, sin embargo, puedo hacerte muy feliz por unos días, si tú lo quieres.
Le susurró, besándole el cuello. Lorena tiritó y dejó de pensar con claridad, al igual que esa tarde en la casa de los padres de su amigo, se entregó a ese maduro. Besándose con fervor, recorriendo sus pieles y saboreando la lujuria del otro. Alonso no tardó en desvestirse, como tampoco tardó en quitarle el vaquero y la blusa rosada a esa muchacha necesitada. Ambos completamente desnudos, se recuestan en ese sofá, sin separar sus labios, acariciando sus órganos sexuales, soltaban unos ligeros pero ardientes suspiros.
Las manos del hombre se trasladaron hasta esos macizos pechos, los cuales fue amasando con suavidad. Su pene quedaba entremedio de esos muslos carnosos y rozaba sutilmente los húmedos labios vaginales de ella. Lorena seguía acariciando esa espalda ancha y dura, en algunas ocasiones la arañaba con delicadeza. Todo aquello mientras seguían fundiéndose en un delicioso y singular beso. Ella ya no aguantaba más, necesitaba ser taladrada por esa polla que sobaba su vagina sedienta.
Al separarse, ven como unas hilazas de babas los mantenían conectados, él sonrió y sin oír nada de la boca de su joven amante, acomoda su verga empinada y empieza a introducirla en ese chochito ajustado y cómodo. La joven bufó de manera prolongada, ese trozo de carne se deslizaba violentamente en su acalorado horno, cada estocada parecía más mortal que la otra y eso era lo que le encantaba a la muchacha de ese hombre, que la cogía salvajemente.
Alonso: Oooohh Dios, como echaba de menos a tu coñazo…
Lorena: Hhhmm… Y yo tu pollón.
Afirma con una sonrisa pícara y jadeando, Alonso continuó embistiendo hasta hacerla correr, –“Aaaahhhhf… Me matas cabronazo”- exclamó a la vez que soltaba sus jugos y veía como él sonreía. Sin tener descanso, la muchacha cerraba los ojos al sentir esa polla recorriendo sus paredes y golpeando su útero, esas penetraciones resultaban ser una exquisitez para ella, que no paraba de suplicar por más. El maduro la toma desde su cintura y la carga, sin sacar su pija de ese candente coño.
Alonso: Uuhh… Vamos a tu habitación cariño, quiero darte en la cama que compartes con ese gilipollas.
Comentó el hombre, dando golpes muy hondos. Lorena mordiendo sus labios, los allegó a los de él y lo besó, para luego susurrarle, que su cuarto se encontraba en frente de ellos, que solo debían avanzar unos metros. La joven pensó que Alonso iba a soltarla y dejaría de sentir ese miembro dentro de ella, hasta llegar al dormitorio, no obstante, el maduro, agarrándola bien firme de las caderas, camina hasta que la espalda de ella choca con la puerta.
Ahí él continúa embistiéndola, hasta que logra abrir y se recuestan en esa cama, que desde que Lorena llegó no había tenido acción. El morbo de estar estrenándola con Alonso, era algo que la cachondeó demasiado, al grado de volver a tener un intenso orgasmo. –“Uuufff… Uuufff… Me vuelves loca y adicta a tu vergota, viejito”- le murmuró de forma provocativa, él ríe al escuchar esa declaración, pero para seguirle el juego, le susurra mientras besa su cuello, –“Seré viejo, pero te folló como un semental, algo que dudo que haga el cornudito de tu novio”-, clavándosela bien profundo.
Lorena: Joodeeerrr... Él jamás me ha hecho correr como tú lo haces…
Señaló agarrándose de las sabanas.
Alonso: Lo tengo muy claro preciosa, desde aquella tarde en la piscina, supe que no te habían cogido como se debe.
Expresó de manera engreída y penetrando con furia.
Lorena: Uuuuuhhhgg… Pe-peroooo… Que verga más rica tienes… Aaaaahhh… Definitivamente me vas a volver loca.
Enunció echando su cabeza para atrás y corriéndose de nuevo. Alonso pasaba su lengua entre esos hermosos senos, que no dejaban de brincar. El roce del vello facial del hombre con su piel, la excitaba mucho. Ella lleva sus manos a la cabeza de él y las entierra entre sus tetazas, gritando le pide que se las devore y no deja de clavársela. Alonso se sentía rejuvenecido con esa adolescente candente, no paraba de embestirla, aunque tras hacerla venir por cuarta vez, sintió que estaba en su límite.
Moviendo su pelvis cada vez más rápido y haciendo rechinar el colchón con su brutal follada, terminó eyaculando una gran cantidad de semen dentro de esa jovencita. Los dos exhaustos se miran por unos segundos, antes de devorarse los labios con locura, hasta quedarse dormidos. Estuvieron abrazados por cerca de tres horas, al abrir los ojos Lorena, se percató que no había nadie a su lado, lo que encontró extraño y un sudor frio descendió por su cuerpo, al escuchar un ruido en la cocina. Mismo que sintió al darse cuenta que se estaba tocando en el taxi.
Sonrojada se acomoda el vestido y mirando por la ventana ignora al taxista que no dejaba de observarla desde el retrovisor. Él no dijo nada, ya que disfrutó con esa breve exhibición de la mujer y cada vez que podía acomodaba el retrovisor para poder observar mejor esos grandes senos que sobresalían de ese escote asesino. Una vez en el aeropuerto, fue el centro de atención para varios, quienes babeaban solo por verla caminar y se deleitaban con el bambaleó de ese hermoso par.
Aquello no hacía nada más que aumentar la calentura de la mujer, deseando poder llegar a un baño y jugar con su vulva que estaba goteando. Al entrar al baño, Lorena sintió un aire relajador, pero no era lo suficiente para calmar la llama de lujuria que tenía. Rápidamente se encerró en uno de los cubículos, levantó su vestido y pasó sus largos dedos sobre su tanga húmeda. Solo al hacer aquel suave contacto, ella soltó un tierno gemido, le quedo gustando la sensación del roce de sus uñas con la tela y su vagina.
Así que continuó por unos momentos raspando su tanga, hasta que sus pezones se colocaron duros, Lorena decidió dejar libres sus tetas, para poder jugar con ellas también, mientras una de sus manos bajaba nuevamente a su coño, pero estaba vez si se filtraban dentro de su tanga blanca, la otra manoseaba sus senos y se pellizcaba los pezones. Lorena soltaba pequeños jadeos, su memoria traviesa le hacía recordar otra vez aquellas folladas que tuvo con Alonso.
Retomando desde aquel momento en donde se dio cuenta que se estaba masturbando en el taxi. Ella se levantó con el terror en cada célula, tomando una bata de noche, se cubre su cuerpo desnudo y se asoma entre la puerta con lentitud, su corazón volvió a latir con cierta normalidad, al ver que Alonso estaba en la cocina y le estaba preparando algo para comer. –“Uuufff”- suspiró, mordiendo sus labios con deseo, siente como su cuerpo ardía de nuevo.
Aquel maduro también estaba usando una bata, la de Martín que le quedaba ajustada, porque el joven era más delgado a diferencia del cuerpo fornido del tío de Eduardo. Sin mencionar que el hombre también era más alto que el novio de Lorena. Ella acercándose, se sienta en el mesón donde él terminaba de preparar la comida, ella sin contener sus ganas lo jala hacía donde ella y lo besa, él sorprendido por lo atrevida que era esa muchacha, se le vuelve a levantar.
Alonso: Veo que te despertaste muy animada, corazón.
Dijo el hombre, pasando su lengua entre sus labios, degustando la melosa saliva de la muchacha.
Lorena: ¿De qué manera esperabas que me levante? Si me diste, una extraordinaria follada y solo saber que aun estás aquí, pierdo el juicio.
Respondió con un coqueto tono.
Lorena: Joder, además de coger bien, cocinas estupendo.
Agregó mordiendo el bocadillo que había preparado el maduro. Él solo sonrió y admiraba a esa chiquilla que lo estaba cautivado. Cuando terminaron de comer, Alonso se fue a sentar al sofá, en donde habían cogido, todavía estaba húmedo por el néctar que soltó la jovencita. Él se colocó a hablar telefónicamente con unos de sus empleados. Lorena juguetona se colocó delante del hombre, presumiendo sus dos grandes encantos, causando que Alonso se distrajera.
–“Jefe, ¿me oye?, hola, ¡¿Jefe?!”- se escuchaba desde el otro lado, él hipnotizado por ese cuerpo joven, la mira desde esas grandes piernas hasta esos fabulosos senos. Su pija empezaba a empalmarse y sobresalir en esa bata, Lorena feliz por haber logrado su objetivo, se allega a él. Quedando parada en frente, se desbrocha el nudo que mantenía su cuerpo cubierto, al deslumbrar al maduro con su sensual cuerpo, comienza a quitárselo gradualmente, hasta que cae completamente al suelo.
Ella jovial se hinca y con sus manos sostiene ese tronco que ya estaba en todo su esplendor. Sin decir algo, pasa su lengua traviesa por la glande, provocando que Alonso, suelte un agudo suspiro. –“Jefe, ¿aún está ahí?”- consultó con cierta preocupación el trabajador, no obstante, Alonso se quedaba callado, observando a su joven amante. Lorena, fue bajando y cubría con su baba todo el tallo, esa vara todavía sabía a su coñito, lo que la cachondeó más.
Luego olfatea ese par de huevos y su hedor la hechizó, haciendo que abriera su boca y se las metiera dentro. –“Ooohhh, sí, nena”- murmulló el hombre, al percibir esa cálida lengua divirtiéndose con sus pelotas y esos dientes raspárselos con ternura. La llamada aún estaba en entrante, volviéndose a escuchar aquel trabajador que intentaba comunicarse con Alonso, esté al darse cuenta que no había cortado, intenta hacerlo, pero es detenido por Lorena, quien le señala que podía seguir hablando por mientras ella comía su postre.
–“Hola, sí, disculpa, estaba ocupado con otro asunto”- contestó el maduro, tratando de no gemir, cuando sus bolas volvían a estar sumergidas dentro de esa preciosa boca. La muchacha no dejaba de saborear esos dos gordos huevos, le parecía increíble que este así de llenos, si de seguro sexo era lo que menos le faltaba a ese viejo travieso. Sus manos no dejaban de masajear esa tranca, era como si la estuviera ordeñando, para que suelte un buen litro de leche.
Ella detuvo su comida de bolas y paladeando suelta unos cortos chorritos de sus jugos. Lorena volvió a la carga, sin embargo, esta vez usaba sus tetas, las cuales abrazaban ese pene y se deslizaban de arriba abajo. Lamiendo en círculo la glande, causa que el hombre se le quiebre la voz y tenga que despedirse de su empleado, argumentando que tenía una reunión familiar importante y que al otro día, se colocaría al tanto de todo. Apenas cuelga, suelta un largo y profundo gemido.
Alonso: Uuuuuufff… Nena, me encantan como me pajeas con tus tetazas…
Expresó antes de eyacular, la jovencita mantuvo su boca abierta y se tragó todo ese líquido pegajoso que tiro esa polla madura. Solo con degustar ese semen, tuvo un ligero orgasmo, que la llenaba de deseos.
Alonso: Joder, que bestia eres con esas tetas y esa boquita.
Afirmó jadeando.
Lorena: Me alegra que te haya gustado.
Alonso: (Ríe) Debo admitir que me asombraste, porque nunca imagine que te atreverías a comerme la polla y tomarte todo el tiempo, sabiendo que el cornudo de tu novio podía llegar en cualquier momento.
Lorena: Hhhmm… Eso se debe a que tú con tu pene maduro, me hacen comportarme como una putilla barata.
Comentó, dándole besos a ese trozo de carne aún rígido.
Lorena: Además, me da lo mismo si Martín nos encuentra, tú eres mi hombre desde esa tarde y mi cuerpo te pertenece, mi viejito.
Añadió con una sonrisa de oreja a oreja.
Alonso: Eso quiere decir, ¿qué puedo follarte aún si el cornudito de tu novio llega?
Preguntó jocoso, ella levantándose y sentándose en sus piernas, acerca sus labios a los de él y le susurra en un tono candente, –“Claro que puedes, mi semental”-, él agarrándola de los glúteos, le contesta, –“Entonces quiero cogerte en tu cocina”-, devorándole con vehemencia la boca. Lorena abrazándole la nuca, no suelta esos labios que ya la tenían en su dominio, los dos se trasladaron, a la cocina, en donde ella se apoya en la encimera y levanta su pomposo culo.
Alonso: Uuff… ¿Me dejarías jugar con ese agujerito?
Consultó el maduro, acercándose a ese culito.
Lorena: Obvio, si te dije que mi cuerpo te pertenece, puedes hacerme lo que tú quieras.
Respondió, moviendo sensualmente su cola de lado a lado.
Alonso: Eres un encanto Lorena, son pocas las que me dejan disfrutar de sus culos, de hecho debo pagar por ellos, pero tú me lo das como nada.
Lorena: Porque esas otras son unas tontas, que no saben de lo que se pierden.
Alonso: Tienes toda la razón.
El maduro se agacha y entierra su rostro entremedio de esas nalgas, su nariz respiraba cerca del ano de la chavala y su lengua daba suaves lamidas, que la enloquecía. Cada vez sus lengüetazos fueron más hondos y saboreaba el interior de ese pequeño hoyito que solo había sido usado anteriormente por su sobrino. El sabor que desprendía ese culo era tan delicioso que hacía que el maduro no dejase de engullir su lengua dentro, ella gemía y jadeaba de manera intercalada.
Si con eso no bastaba para que la escena fuese erótica y morbosa, la repentina aparición de Martín lo haría. La pareja de la jovencita, llegaba totalmente ebrio, apenas era capaz de mantenerse de pie. Él con lo mareado que estaba y con la escaza luz que había, no se percataba que su novia estaba encuerada, menos de que se movía hacia adelante con sus senos danzando, porque un hombre maduro le estaba devorando el culo, como si fuese un manjar.
Martín: Y thus… ¿Que hacesh dep-desbieshta? ¡Hip!
Preguntó, cayendo como un saco al sofá, Lorena no respondió, porque trataba de ahogar sus gemidos. La sola presencia de Martín encendió a los dos amantes de una manera similar a aquella tarde en la piscina. Esa sensación de estar en peligro y estar cerca de ser descubierto los cachondeaba bastantes. Ella resistía como podía, pero solo bastó que ese hombre con sus dedos tocase su clítoris, para que se corriera. Soltando una cascada, la muchacha dejó salir un prolongado suspiro.
Lorena pensó que su novio estaba dormido, no obstante, cuando ella se recuperaba de ese maravilloso orgasmo, vio como él se acomodaba en el sofá y prendía la televisión. Alonso ascendía, mordiendo la oreja de su amante y con su verga empinada empezaba a profundizar en ese estrecho agujero, que fue moldeándose con cada centímetro que entraba. Ella no lo soportó y dejó salir un profundo chillido, para su fortuna, Martín no se enteraba de lo que pasaba detrás de él.
El pobre pensaba que Lorena solo era una mujer sumisa a la que iba a controlar a su antojo, la cual jamás pensaría en serle infiel porque él era su única esperanza en la vida. Que equivocado estaba, ya que a unos metros, su dócil novia, estaba recibiendo una gran verga madura por el culo y ella la amaba. Alonso prosiguió penetrando ese culito que atrapaba su miembro con fuerza. Aunque lo hacía de manera lenta, paulatinamente fue incrementando el ritmo y la muchacha daba brinquitos hacía adelante.
Lorena: Aaaahhhgg… Dios, que fantástica polla tienes entre tus piernas… Uuugggh… Me encanta cómo me perforas con ella cada uno de mis agujeros…
Exclamó, entregada al placer.
Alonso: Gracias, pero si esto es tan delicioso se debe a que tú también posees unos hoyitos espectaculares.
Susurró él, lamiendo el interior del oído de la joven.
Alonso: Por cierto, ¿quieres que me detenga, para que vayas a ver al cornudito?
Agregó, mordiendo su lóbulo.
Lorena: Noooo… Nooooo… Tú sigue rompiéndome el orto, pártamelo como jamás lo va hacer él.
Alonso: Lo que tú ordenes, preciosa.
Alonso sostenía con una mano la cintura de la muchacha, con la otra jugaba con una de sus tetas bamboleante y en ocasiones con su coñito, clavando sus dedos o pellizcando su clítoris. Ella bramaba como una perra en celos, pidiendo más y más de esa tranca que la iba enamorando. Entre tantos jadeos, Martín pregunta, –“Lo-Lorena… ¿Te-te O-ogurre algo?”- a la vez que se recostaba. –“¡Joder, sííííí!… ¡Sííííí!”- gritó ella exaltada, –“¿Qué cosha?”- dijo él, cerrando sus ojos.
Lorena: Me están dando por el ojete, mi amooooorrr… Un hombre de 40 años me ha estado follando toda la tarde con su enorme vergaaaaa… Mientras tú te embriagaba con tus amigos...
Enunció ella en éxtasis, Alonso al ver que a la muchachita le daba lo mismo ya todo, decide levantarla, llevando sus piernas hacia sus brazos y comienza a caminar hacía el sofá, sin quitar su pija de ese ano apretado. Ella no dejaba de bufar, su corazón se le aceleraba con cada paso que daba el hombre. Que Martín la viera siendo empotrada por otro, sin duda era una de las fantasías más ocultas que tenía Lorena, por eso estaba tan entusiasmada.
Cuando quedan al frente del joven, se dan cuenta que estaba como un tronco roncando, a pesar de la decepción, la situación seguía siendo cachonda y ardiente. Alonso fue embistiendo con violencia y allegaba ese culito a la cara de un pasivo Martín. –“Mira cornudito, mira cómo le parto el culo a tu noviecita y a ella le gusta”- afirmó, sin dejar de penetrar a Lorena, –“Sííííí, síííííí… Ve cómo este maduro me folla”- añadió ella, comenzando a convulsionar de placer.
Lorena: Uuuhh… Mi-mira… Cómo este troncazo sale y entra de mi culo…
Alonso: Sííííí… Aprecia cómo entro y salgo de este agujerito que jamás vas a tocar, porque es exclusivo para mí, ¿verdad?
Consultó tiritándole levemente las piernas.
Lorena: Co-como tú quiera, Alonso.
Dijo apoyando su cabeza en el hombro de él, buscando conectarse con los labios de su amante.
Alonso: Uuff… Ya oíste a tu novia cornudito, este culo es solo mío, mío y de nadie más.
Besando a la chica y manteniendo su pija entera dentro de esa colita.
Alonso: Puedes comprobar que la tengo muy satisfecha… Y descuida, me la follaré en tu lugar todas las veces posibles. Porque una hembra como ella merece unos buenos polvazos, algo que tú no se lo has dado y jamás se los vas a dar.
Tras señalar aquello, Alonso se dedicó a perforar ese ano a diestra y a siniestra. Zampando nuevamente esa boquita, cerraba los ojos. La situación era memorable, sin embargo, prefería que ese cornudo, hubiera sido su sobrino, algo que le hace saber a la muchacha. –“Ooohhh… No sabes cuánto me pone todo esto… Es una excitación fabulosa, pero lo daría todo, para que el gilipollas de tu novio, fuera Eduardo y viera que tu cuerpo me pertenece”-, ella en ese momento, solo jadeaba, era incapaz de balbucear una palabra.
Una mezcla de emociones la rodeaban al escuchar el nombre de su amigo, a quien amaba con todo su corazón. A pesar de eso, Lorena imaginó esa morbosa y cachonda situación. En vez que su novio era su amigo quien estaba en el sofá, con los ojos como platos al verla con la verga de Alonso ensartada. Entre tanto, el hombre le confesaba, –“Debo admitir que mi interés hacía ti, nació cuando él me dijo que te amaba. Antes de eso te veía como una chica normal, porque te había visto desde pequeña”-
Lorena al escuchar aquello voltea y trata de decir algo, pero no pude, –“Pero joder te transformaste en un pivón. No obstante, solo te deseé al escuchar de su boca lo increíble y sensual que eras”- añadió besando su lóbulo y con sus dedos rozaba esos pezones duritos, que se movían con cada estocada. –“Y vaya que tenía razón Eduardo, eres jodidamente fabulosa Lorena, una exquisitez única, que mi sobrino me hizo gozar”- finalizó.
Ella bufaba con su mente descendiendo al delirio, el maduro retira toda su tranca de ese estrecho hoyito y se lo clava de una en el coño. –“Aaaaaahhhhggrr”- exclamó entre dolor y placer Lorena, a la vez que él, murmuraba, –“Mira, mira, mira, cornudito… El coñito de tu novia también amaba mi polla dentro de ella"-, la joven con el gozo que recibía, echó su cabeza hacía atrás. –“Diooooosss… Sí, sí, sí… Ve Eduardo, ve cómo tu tío empotra a tu amada amiga y reviente ese coño que quieres que sea solo tuyo”- dijo ella en sus pensamientos.
Alonso: Uuuhhgg… Preciosa, estoy cerca.
Lorena: Ha-hazlo… De-dentroooo…
Sentenció ella, que con un par de estocadas se vino de nuevo y él empezó a rellenar su matriz que todavía tenía semen de la cogida anterior. Esos jugos lascivos mezclados con la esperma de Alonso, caía sobre la cara de Martín. El maduro deja a la muchacha en el suelo, ella se apoyaba en el sofá, para mantenerse de pies. Lamiendo el rostro de su novio, paladea algunas de esas gotitas que le habían caído, –“Que delicia”- expresó con picardía.
Lorena: Martín, desde hoy, solo serás el pelele que le presente a los demás como novio, porque con quien voy a coger y besarme con fervor, será con este vejete, que tiene un pollón y sabe muy bien usarlo.
Susurró a modo de venganza por todos los desprecios que le había hecho. Luego de humillar a Martín, ellos se fueron al dormitorio, en donde continuaron follando, como animales en celos. Deteniéndose cuando perdieron el conocimiento. A la mañana siguiente, Lorena al despertar y ver a Alonso a su lado, sintió un regocijo dentro de ella, que la impulsó a comerle los labios, olvidando que Martín estaba durmiendo en el sofá. El maduro al sentir esa boquita, abrió los ojos, contento. Abrazándola, siguió enredando su lengua con la de ella.
Lorena: ¿Cómo amaneció mi macho?
Alonso: Espectacular, porque estoy en el cielo con una hermosa ángel que casi me deja sin aire por un sabroso beso que me ha dado.
Expresó el hombre acercándose a ella.
Lorena: ¡Dios mío!, ya lo tienes enorme.
Señaló, sobando ese tronco con sus manos.
Alonso: Obvio, si tus labios son un maravilloso afrodisiaco para mí.
Lorena: Yo también ya me he calentado, así que puedes metérmela cuando quieras mi semental.
Alonso: Joder, que guarrilla eres. Pasamos casi todo el día de ayer cogiendo y apenas nos despertamos hoy, quieres seguir.
Afirmó mordiéndole los labios y tocando sus glúteos.
Lorena: ¿Cómo quieres que no me caliente? Si aquí ya tienes tu arpón listo para ensartarme.
Susurró dándole un escueto beso.
Alonso: Ooohh… Sí que sabes animar a un hombre y complacer cada una de sus necesidades. Por eso te daré lo que quieres, pero antes te daré un premio.
Lorena: Ojala sea un boleto para seguir follando, después de esta aventura que me has venido a dar.
Alonso: (Sonríe) No es un boleto, porque debes dar por hecho, que este es el inicio de una larga travesía de sexo.
Comentó acariciando la ya empapada vulva de la jovencita. Ambos vuelven a darse un fogoso beso, que sería interrumpido por el despertar de Martín. –“¿Lo-Lorena?”- enunció, sentándose en el sofá y tocando su cabeza que aún le daba vueltas. Los amantes se miraron sin saber qué hacer, tenían dos opciones, la primera seguir besándose y empezar a follar, dejando que Martín los descubriera, o, la segunda que era continuar con su amorío en secreto.
Cualquiera de las dos opciones le parecía una excelente idea a la jovencita, quien se allegaba al cuello del hombre y lo mordía. Martín al no tener respuesta vuelve a llamar a su novia, que estaba afanada pajeando esa tranca madura y besando el cuello de su amante. Alonso al ver que la manilla de la puerta giraba, le murmuró a la muchacha que jugarían a ser atrapados, desapareciendo entre esas sabanas, desciende hasta llegar a esa vagina húmeda, dando primero unas tiernas lamidas, hace que ella chille con suavidad y se prepare, a la comida de coño que iba a recibir.
Martín: (Entrando) Ja, todavía acostada, parece que no te ha quedado claro que te traje aquí para que seas mi sirvienta personal.
Lorena a diferencia de los otros días, no le dolían esa palabras y no callaba por miedo, sino para oprimir sus gemidos, que anhelaba soltar.
Martín: Pero sabes algo, me está matando este dolor de cabeza que no me importa que sigas acostada hoy.
Expresó acercándose a ella, la adrenalina aumentaba y cada vez era más difícil ocultar sus aullidos, así que debió morder las sabanas. Sentía que pronto tendría un fantástico orgasmo, por lo que sus manos acariciaban la nuca de su experimentado amante. Martín se tumbó en la cama, dándole la espalda a su novia, intenta dormir. Ella ya no resistía más, estaba en su límite con esa escena de ensueño, de su boca salían pequeños suspiros y no paraba de mover su pelvis.
Martín: Joder, para de moverte y déjame dormir.
Afirmó el muchacho dándose vuelta y sus ojos hacían contacto con los de su lujuriosa novia. Ella no dejaba de moverse y sus suspiros eran más ruidosos que antes.
Martín: Sabes que, jódete, si esta es tu venganza por tratarte como una basura, disfrútala. Porque una vez que salga del baño, quiero que estés en la cocina preparándome el desayuno.
Señaló cabreado y levantándose camina hasta el baño de su habitación, sin sospechar que ese constante quejido y movimiento de ella, se debía a que debajo de las sabanas había otro hombre que satisfacía los deseos de su novia. Apenas él cerró la puerta del baño, ella soltó las sabanas y dejó salir un largo jadeo, tartamudeando le dice al maduro que no se detuviera que estaba cerca de venirse. Él continuó y si bien su lengua no se movía como la de Eduardo, el roce de su corta barba con su sexo, era jodidamente estimulante para ella.
Solo pasaron unos segundos de ese aullido, para que ella se corriera con locura, su cuerpo agitado y sudoroso se quedaba quieto en la cama. Alonso vuelve a ascender y besándola en los labios y le susurra, –“Es increíble que ese capullo no se haya dado cuenta”-, Lorena sonríe tocando esa erecta vara que apuntaba a su vulva. –“Entiérramela por favor”- murmura jadeante y acercando la cabeza de ese tronco de carne a sus labios mayores, los que se abrían como si fueran los de su boca cuando se lo engullía hasta su garganta.
Él no lo dudo y terminó de ensartar su verga dentro de ese coñito, golpeando su útero, la hace gemir. –“Ooohh… Me matas de placer”- le dijo mordiéndole la oreja, –“Y tú a mí, niña golosa”- le contestó él, chupando esas enorme ubres. Ellos movían sus caderas de manera intensa y no reprimían sus gemidos o jadeos, era como si quisieran que Martín los atrapada de una vez por toda. Ella con sus uñas, arañaba el cuerpo de su amante que no dejaba de jugar con sus senos.
–“Hhhmmm… Ojala el idiota de tu novio abriera la puerta y viera como te tengo”- expresó penetrando con más fuerza. Sin embargo, aquello estaba muy lejos de ocurrir, ya que ni por el rechinar del colchón y el azote del respaldo con la pared, Martín se daba cuenta de que lo estaban haciendo un cornudo en su propio apartamento y para colmo en su cama. Lorena estaba extasiada por haber iniciado el día de esa manera, no había dudas de que Alonso era un extraordinario amante y que ella deseaba seguir jugando con él.
–“Sin duda alguna, Alonso me hizo vivir mis mejores días en ese lugar, que al principio era lúgubre y depresivo”- dijo la mujer en sus pensamientos, cuando estaba pronto de llegar al orgasmo. Teniendo los ojos cerraros mira hacía el techo, al sentir como su vulva chorreaba, gime, para evitar que se escuchada, trata de ahogarlo con una de sus manos, al tapar su boca. –“Después de corrernos, nos besamos y él me propuso acompañarlos unas semanas a su casa, yo acepté gustosamente”- manifestó sin dejar de tener su cabeza hacía atrás.
–“Le dijimos a mi madre y al inútil de Martín que Alonso me iba hacer una pasantía en su empresa. Aquellas dos semanas hicimos de todo en su casa, menos trabajar, incluso en su despacho en la empresa, cogíamos como animales. Fue durante esas dos semanas que él me preñó de Romina y nunca tuve el valor de confesárselo, tampoco que lo amaba, pues pensaba que solo era una más de su lista”- relató y manteniendo su mirada hacia arriba, abre sus ojos, percatándose que un muchacho la estaba observando.
El placer rápidamente se transformó en vergüenza, su calentura desaparecía. Confundida se viste, sin preguntarle a ese muchacho ¿qué hacía observándola?, de todos modos él iba a decirle algo, pero Lorena no lo escucha y sale del cubículo, dándose cuenta que había cometido un gran error, se encontraba en el baño para hombres. Al sentir todas esas miradas hacía ella, cierra los ojos y sale del lugar, no podía con el pudor, menos con la situación.
La Milf deseaba ser invisible en ese momento o ser tragada por la tierra, no quería que nadie la viera. Tras esperar en una esquina bien escondida, la hora de su vuelo llegaba. De forma acelerada se sube al avión, una vez en su asiento suspira algo aliviada, sentía que la vergüenza comenzaba a irse. Sin embargo, aquello dudo muy poco, pues al lado de ella se sienta una joven pareja y para su mala suerte el muchacho era el mismo que estaba observándola cuando se masturbaba en el baño.
Nuevamente el pudor regresaba, no quería ver al joven y esperaba que este no la reconociera, se sentía nerviosa e incluso pensaba en bajarse y perder el vuelo. Pero mientras pensaba y se cuestionaba qué hacer, el avión se elevó al cielo, haciendo que inicien las horas más tortuosas para Lorena de su vida. Si bien el muchacho no le decía nada ni tampoco la molestaba, el solo oírlo hablar ya le generaba terror a la mujer, tanto su respiración como el latido de su corazón se aceleraban.
Lorena no podía estar tranquila ni un segundo, cada vez la situación para ella era peor, quería cerrar sus ojos y despertar de aquella pesadilla. El reloj avanzaba y la Milf se mostraba inquieta e incómoda, en ese momento por un leve movimiento que tuvo el avión, la mano de la mujer se movió, pasando a rozar la entrepierna del joven. Ella se había asustado en un principio, pero luego se dio cuenta que el muchacho estaba durmiendo, aunque esa pija se sintió algo dura.
Aprovechando que dormía y la novia de él también lo hacía, observa bien esa entrepierna, dándose cuenta de un bulto bastante prominente. De forma disimulada vuelve a rozar ese miembro, esta vez tocándolo suavemente por unos segundos. Lorena sentía que su cuerpo volvía a calentarse, aunque sabía que estaba mal lo que estaba haciendo y también peligroso, pues si el muchacho se despertaba o la veía la joven, cómo iba a explicar lo que hacía.
Para su fortuna, los dos parecían estar en un letargo profundo y la curiosidad de Lorena, hacía que vaya cada vez más lejos. Ya no era un ligero toque de 2 o 3 segundos, más bien era un manosea de unos 10 a 15 segundos e iba aumentando el tiempo. Bastante cachonda, ella se decía. –“Vaya pedazo de verga que posee este niñato... Jamás pensé que alguien pudiera tener semejante tamaño, aunque no la he visto, se siente que es más gruesa y larga que la de Max e incluso que la Eduardo...”-
–“Dios mío, en qué estoy pensando... Lorena céntrate, eres una mujer madura, hecha y derecha, no puedes andar fantaseando con muchachos... Aunque no es mi culpa sentirme así, ya que él me interrumpió cuando me masturbaba... Tenía tantas ganas de seguir jugando con mi vagina, que ahora no puedo controlarme... Como me encantaría poder echar un vistazo lo que tiene entre sus piernas y tal vez... Divertirme con ese tronco, como lo hice con Max... Que ganas de volver a ser joven y encontrarme con ellos en vez que el idiota de Martín"- finalizó.
El viaje ya no le parecía tan malo a Lorena, relajada y caliente, disfruta la última hora de vuelo que quedaba. Muy disimulada sobaba ese fierro que parecía ir creciendo más y más, mientras jugaba con su coño. Suspiraba suavemente y su imaginación hacía que siguiera perdiendo la cabeza por esa dura polla. Fantaseaba que tenía esa pija entre su boca, devorándola lentamente se la tragaba toda, haciendo que él vaciaba sus huevos y le llenara la boca con su cremosa descarga.
Sin darse cuenta Lorena dejo salir un sollozo bastante fuerte y al sentir ese vigor de ser atrapada comenzó a correrse. En ese momento de éxtasis, ella apretó esa tranca, provocando que el muchacho se despertada. De forma rápida, quito su mano del pene del joven y fingió estar dormida. Él viendo que su novia descansa, se dedicó por varios minutos a apreciar ese escote divino y esas par de tetas. Lorena con los ojos levemente abiertos, le encantaba saber que ese chico estaba deseando su cuerpo.
Así que aprovecha para darle un mejor vistazo de sus senos, girando hacía donde él, aprieta sus pechos con sus brazos y con su mano baja un poco más su escote. El muchacho estaba maravillado con lo que veía, mirando ligeramente a su novia, se vuelve a percatar que ella dormía. Acomódense en el asiento, se deleita con la vista que tenía, tomando su miembro con su mano derecha, comienza a pajearse.
La cabeza de su polla se lograba ver, impresionando a Lorena, quien sin alterarse para que el joven no se diera cuenta que estaba despierta, solo se dice a sí misma, –“Dios mío que gorda es la cabeza de esa verga... Joder, como chorrea su liquido pre seminal...”-, totalmente maravillada, los pezones de la Milf se excitan y su vulva nuevamente se humedecía y pedía consuelo. Lorena tenía varias ganas de tener esa pija entre sus tetas y que luego le partiera el coño.
No obstante, la mujer no iba hacer nada imprudente, todo quedaría en su utopía. -"Lo-Lorena"- escuchó de esos labios que se movían tímidamente, ella pensó que fue su imaginación, ya que era imposible que él supiera su nombre. Finalmente llegaban a su destino, el joven dejaba de masturbarse y la mujer fingía despertarse. Lorena se levanta y es una de las primeras en bajar, pero antes de irse le presume su cola madura al muchacho, quien sintiendo su polla a punto de explotar y perder la cordura. La Milf por su parte estaba feliz, aunque se quedó con las ganas de probar ese miembro y verlo por completo.
Tomaba un taxi y regresaba a su hogar, cachonda solo esperaba llegar a su cama y satisfacer su coño con sus juguetes. Cuando entraba al edificio en donde vivía, la mujer se encontró con Ricardo, su vecino, fumando un cigarrillo. El hombre se sorprende al verla y sola.
Lorena: Hola Ricardo.
Ricardo: Hola, Lorena... (Soltando el humo) ¿Y Romina?
Lorena: (Suspira) Mi niña… (Sonríe) Mi niña decidió quedarse a vivir con mi amigo Eduardo.
Afirmó tratando de ocultar la verdad.
Ricardo: ¿Cómo?
Lorena: Que Romina se quedó a vivir con mi amigo, Eduardo.
Ricardo: Perdón por sorprenderme, pero jamás pensé que Romina iba a apartarse de tu lado.
Lorena: (Suspira nuevamente) Yo menos, pero así es la vida, cada uno emprende el vuelo a la edad que cree conveniente.
Ricardo: Tienes razón, es sorprendente de como crecen los muchachos, parecen que fue ayer cuando Félix tomo sus maletas y se fue a estudiar al extranjero. Y ahora, Romina hace prácticamente lo mismo, aunque ella no se despidió de su vecino favorito (Ríe).
Lorena: (Riendo) Estoy segura que te llamada pronto, después de todo te conoce desde pequeña y siempre fuiste muy bueno con ella. (Tratando de no llorar) Por cierto, hablando de Félix, ya son como 3 años desde la última vez que estuvo por aquí.
Ricardo: 3 años que terminan hoy, ya que regresa por unas semanas.
Lorena: (Sorprendida) ¿En serio?
Ricardo: Sí, de hecho estoy acá fuera porque lo estoy esperando.
Lorena: Wow... Entonces después que acomode bien mis cosas y descanse un rato, voy a ir a verlo.
Ricardo: Claro, va a estar muy feliz de volver a ver.
Lorena se despide de Ricardo y sube hasta su apartamento. Apenas abre la puerta, se da cuenta que las cosas estaban como ella las había dejado, con pequeñas alteraciones, ya que Ricardo iba abrir las ventanas y regar las plantas en vez en cuando. Mientras se dirigía a su habitación, le escribe un mensaje a su hija, diciéndole que había llegado ya a París y estaba en el piso, tras eso, apaga su móvil, porque no se sentía preparada para hablar con la muchacha sobre Alonso, aunque tampoco tenía la certeza de que ella iba a leerlo y ya la había perdonado.
Solo por pensar fugazmente en ese hombre, rememora esas cogidas que la dejaban cachonda. De hecho su cuerpo se encendió y quiso acabar lo que no pudo hacer en ese baño. Lorena acostándose en su cama, se desviste y busca entre sus cajones uno de sus juguetitos, cierra los ojos y regresa a ese día en donde cree que quedó embarazada. Había pasado una semana desde que se fue con ese maduro a pasar unos días en su casa.
Como todos los días desde que llegaron ahí, compartían una copa después de estar en la empresa del hombre. Habían tenido sexo anal en la oficina de él y ella se lo había mamado, mientras él atendía una reunión. Tras terminar de beber su copa, Lorena se abalanzó a los brazos de Alonso, besándolo y abriendo su camisa, recorría ese torso tonificado, él le quitaba su trajecito, dejándola en pelotas, porque no llevaba lencería. –“No me cansó de follarte, solo quiero más y más de ti”- dijo el hombre lamiendo su oído.
–“Yo no sé cómo voy a sobrevivir, cuando esta semana llegué a su fin y tenga que regresar”- comentó ella, agarrando esa pija entre sus dedos. –“Descuida, voy a buscarme una excusa para sigamos divirtiéndonos”- contestó, cargando a la joven y llevándola a su habitación. En ese lugar ambos se dejaron llevar por la lujuria que los consumía pero a diferencia de las otras veces, la penetración era lenta y los besos parecían ser eternos.
–“Nosotros hicimos el amor ese día y no follamos como era de costumbre y dada a la fecha estimada de mi embarazó, coinciden con esa noche”- señaló ella, suspirando y comenzando a mezclar sus recuerdos con la gran verga del joven del avión. Cerraba los ojos y revivía aquel instante cuando vio la gruesa cabeza de la pija de ese muchacho. Cachonda sigue autocomplaciéndose con ese juguete con el que simulaba ese tronco. –“Oooohhh, oooohhh, hhhhhhhmmmmm... Dame un poco de tu verga... Yo sé que quieres dármela...”- murmullaba la mujer con sus ojos cerrado.
A pesar que de haber experimentado grandes orgasmos, su cuerpo pedía más y ella no sabía cómo seguir satisfaciéndose, si ya había hecho todo lo que tenía al alcance y necesitaba descansar. Agitada se introduce un vibrador, entre gemidos cierra los ojos y tras otro gran orgasmo se queda dormida. Lorena durmió cerca de una hora y media, al despertarse su cuerpo seguía tan caliente como antes.
Caminando desnuda por su piso, prepara una taza de té y un sándwich, se sienta en su sofá y se pone a comer, su mente continuaba teniendo pensamientos obscenos, imaginando que ese sándwich que comía era una polla. –“No puedo dejar de pensar en pollas, tantos años reprimiendo la diversión del sexo y ahora solo quiero ser follada todo el día, como cuando era joven... Ojala pudiera ver a ese muchacho travieso del avión... Me gustaría darle una mamada a su gorda polla, como lo hice con Max, a quien no logré volver a ver... Ooooh, relájate Lorena... Solo te calientas de forma innecesaria...”-
La mujer toma una ducha fría esperando calmar aquel calor que recorría por todo su cuerpo. Sin embargo, no sirvió mucho, luego de colocarse un vestido bastante delgado, abre todas las ventanas de su apartamento e iba a encender la televisión, para distraerse con algún programa, no obstante, cuando estaba justo de hacerlo, escucha la risa de su vecino, recordando que él estaba esperando a su hijo.
Sus planes cambiaron y en vez de quedarse mirando la televisión, iba a ir donde Ricardo, después de todo, cuando estuvo hablando con él, se olvidó del deseo carnal. Además, estaría Félix, ella y el muchacho tenían una buena relación y como no sabía mucho de él en este último tiempo, iba a poder colocarse al día. Nada podía salir mal, o por lo menos eso pensaba la madura.
Sale con una sonrisa de su piso, toca la puerta de su vecino y al abrirse la puerta, su sonrisa cambia por una cara de incrédula y de sorpresa. Quien había abierto era Félix y como un capricho del destino, el hijo de su vecino no era nada menos que el muchacho del avión. Lorena quedó paralizada pensando que se había equivocado de apartamento o que estaba delirando, hasta que Ricardo se asoma con una sonrisa.
Ricardo: Lorena, que sorpresa. Justo estábamos hablando de ti, Félix tenía muchas ganas de verte. (Tocando el hombro del muchacho)
Lorena: (Tartamudeando) Fe-Fe-Fe... ¿Félix?
Ricardo: (Ríe) Sí, Félix... Claro que está muy cambiado desde que se fue, si apenas tenía 16 años cuando lo hizo, ahora ya es un hombre de 20 años.
Un escalofrió descendió por el cuerpo de la Milf, no podía creer que el pequeño Félix era el mismo tipo quien la observo masturbándose en un baño de aeropuerto, el mismo a quien ella manoseo la pija mientras él dormía en el avión y coqueteo posteriormente. Pero si eso no era poco, también era con quien estuvo fantaseando hace unas horas y no podía sacar de su cabeza, ni a él ni a su polla.
Por otra parte Félix también se sentía confundido, en ese instante entendía porque la mujer le recordaba a alguien, si era nada menos que su querida vecina Lorena, la cual había cambiado bastante desde la última vez que la vio. Ambos se miraban algo incómodo y a la vez sintiendo sus temperaturas aumentar y la atracción haciéndose más fuerte.
Ricardo: (Mirando a Félix) Vamos hombre, di algo. ¿O, estás sorprendido por los cambios que ha sufrido Lorena también?
Félix: Yo... Eeeehhh... Hola... Lorena...
Lorena: Ho... Ho-ho-hola... Félix...
Ricardo no comprendía la situación incómoda que estaba experimentando su hijo y la Milf. El hombre invita a Lorena a pasar, pero ella rechaza la invitación, justificando que estaba ocupada con el trabajo y solo había ido para saludar a Félix. Al cerrarse la puerta, tanto el muchacho como la madura, sintieron un pequeño alivio, había muchas cosas que tenían que pensar y aclarar.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
1 comentarios - Deseo Prohibido. Capítulo X: