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La vecina de la playa descubre mis fetiches

Tengo 35 años y todos los veranos voy de vacaciones con mi mujer al apartamento que tiene su familia en la playa. Como soy profesor suelo pasar allí todo el verano y mi mujer va y viene a la ciudad, por lo que alguna semana me quedo solo en el apartamento con mis suegros.

En el apartamento de al lado vive un matrimonio, que tendrán unos 50-60 años, él se pega el día pescando y ella tomando el sol, es una mujer atractiva, pero con algunos kilos de más y siempre está muy morena, supongo que por las largas temporadas que pasan en la playa y porque su vida se desarrolla de la tumbona al sofá y del sofá a la tumbona de la playa. Aparenta unos cincuenta y poco años aunque tal vez tenga alguno más.

Son muy simpáticos y como siempre tienen la puerta abierta, cada vez que pasamos hacia nuestro apartamento solemos saludarlos, además en la playa también suelen ponerse junto a nosotros. Él siempre está hablando de pesca y ella es todo lo contrario, no para de hacer comentarios subidos de tono..., a mi mujer no le gustan, pero a mí me parecen de lo más divertidos. Este verano una de las semanas que estaba solo, me cruce con la mujer en ascensor y comenzamos una conversación algo subida de tono. Lo que empezó como una broma terminó en mucho más.

-¿Veo que te has quedado solo, como se atreve tu mujer a dejarte solo, con la cantidad de chicas guapas que hay en la playa??

-Querrá que me vaya alguna, le dije siguiéndole la corriente.

-No creo, seguro que antes de irse te ha dejado bien descargado.

Yo no paraba de reírme...

-Que va, ya sabes desde que te casas las mujeres nos hacéis pasar mucha hambre.

-Eso será la tuya, yo a mi marido lo descargo casi todos los días.

Aquello iba tomando un tono más serio, ya habíamos salido del ascensor e íbamos hacia el apartamento.

-Eso decís todas, continúe yo con la broma.

-Porque no entras y te lo demuestro?? ¿O te da miedo??

No sé qué se me paso por la cabeza en aquel momento, pero cuando abrió la puerta de su apartamento yo la seguí detrás... La conversación dio paso a un silencio tenso, pero ella ni se inmuto, simplemente cerró la puerta y continuando andando hasta el salón.

-Así que tu mujercita es una estrecha y te tiene a dos velas, vamos a ver que tienes ahí debajo...

Y sin decir nada más, ni mirarme a la cara, metió su mano dentro de mi bañador y me agarró la polla. Ummm pero como estas ya??? Hacía días que no tocaba algo tan duro.

Yo seguía inmóvil frente a ella, sin saber qué hacer, avergonzado por la situación, pero totalmente empalmado. Se agachó, se puso de rodillas y comenzó a chupármela, lo hacía con tal maestría y con tal cantidad de saliva, que yo me quedé con la mente en blanco y cuando me quise dar cuenta ya me había corrido. Solo desperté del éxtasis cuando vi su cara de decepción y me dijo:

-Joder pensaba que aguantarías un poco más y me harías disfrutar a mí también. ¿Hasta mi marido aguanta más, pero cuánto tiempo llevabas sin correrte?

Mientras me decía esto, ella se había sentado en sofá, estaba toda sudada y en su cara se veía cierta resignación de ver lo rápido que me había corrido. Supongo que esperaba que al ser más joven íbamos a terminar follando durante horas y su cuerpo se iba a dar una buena alegría.

Yo seguía sin decir nada..., creo que todavía no sabía muy bien que hacía allí, pero me puse de rodillas en el suelo frente a ella y le abrí las piernas dispuesto a devolverle el favor que me terminaba de hacer.

-Seguro que quieres hacer esto?? Mira que este no es el coñito limpio y depilado de tu mujercita.

Yo no le conteste, solamente metí mis manos bajo su vestido de playa y estire de sus bragas hacia abajo, ella abrió ligeramente sus piernas se acomodó en el sofá y me dejo ver su coño. Era un coño sin depilar, pero bien cuidado, muy grande y muy muy oscuro (parecía el de una mulata), tenía los labios muy voluminosos y algo caídos, Entre ellos se veía una tira de carne rosácea, totalmente lubricada de un líquido blanquecino, que posiblemente eran los flujos del calentón que llevaba.

-Como quieras, es todo tuvo, pero yo ya te lo he advertido.

Abrir sus piernas y cuando metí mi cabeza debajo de su vestido ya noté un fuerte olor mezcla de sudor, flujos y restos de pis... que nada tenía que ver con el olor del coñito aseado de mi mujer. Sin embargo, continúe hasta que pude meter mi lengua y lamer aquella tira rosácea, primero poco a poco y luego ya con toda mi lengua… si su olor era fuerte su sabor todavía lo era más… Continúe durante un buen rato, pasaba mi lengua por su raja, mordía con mis labios sus labios vaginales y hasta chupaba los pelos que tenía alrededor, los cuales tenían un sabor salado mezcla de sudor y pis.

En lugar de darme asco, aquellos sabores y olores cada vez me excitaban más... no paré hasta que puede notar como se hinchaba su clítoris y Marina comenzaba a gemir y retorcerse de placer, por fin comenzó a correrse y su coño se convirtió en una fuente, nunca había visto nada parecido, comenzó a expulsar un líquido casi transparente y de sabor salado que lamí hasta la última gota.

Cuando saque la cabeza de debajo de su vestido, puede ver que su cara había cambiado, ahora era todo placer y tenía una ligera sonrisa.

-Creo que tú y yo podemos llevarnos muy bien, si te gusta chupar yo puedo darte marisco todos los días. Dijo sonriendo

-Me encanta el sexo oral y así te compenso por haberme corrido tan pronto.

Yo seguía arrodillado en el suelo y ella sentada en sofá, mi polla se había vuelto a empalmar y Marina ya se había dado cuenta. Sin levantarse, se quitó la chancla y puso su pie sobre mi polla, empezando a tocarla suavemente.

-Por lo que veo igual me puedes compensar muy pronto. ¿Tanto te ha gustado el sabor de mi coño??

-Si mucho, me ha encantado, te comería entera una y otra vez.

-Y ya sabe tu mujer que te gustan los coños sucios y sudados??? ¿También ella lo tiene así de caliente?? Yo estoy así todo el día.

Yo me puse rojo y bajé la cabeza, como un niño avergonzado...como si aquella mujer fuera demasiado para mí.

-Que pasa, no tienes lengua??? Me dijo mientras ponía su pie frente a mi boca y con el otro continuaba jugando con mi polla.

-A mi mujer no le gusta que le haga sexo oral, dice que es una guarrada.

-Lo que le pasa a tu mujer es que una estrecha y tú te mueres por hacer guarradas... me equivoco?? Vamos chúpame el pie que seguro que lo estas deseando.

Yo nunca he sido fetichista de pies, pero cogí su pie y comencé a besarlo y a chuparlo, como antes había chupado su coño. Estaban muy salados mezcla de la sal de la playa y del sudor de sus chanclas, pero al igual que con su coño, aquello no me importaba, al revés cada vez me excitaba más

-Ven vamos a mi habitación, creo que tu polla quiere darme esa alegría que me debe.

Cuando llegamos a su cama, nos tumbamos y ella se abalanzo sobre mi polla, quería ponérmela todavía más dura... pero yo no quería que me la chupara mucho más, porque esta vez no quería correrme sin penetrarla. Me di media vuelta y me puse debajo de ella, poniéndome en la postura del 69 para que ella también estuviera a punto del orgasmo cuando la penétrala y empecé a chuparle el coño mientras ella hacía lo propio con mi polla.

Yo estaba debajo y ella estaba sobre mí, por lo que yo apenas llegaba a chupar su coño y aunque tenía ante mí su enorme culo, no me atrevía ni siquiera a abrir sus nalgas... Sin embargo cuando ya se iba a retirar para comenzar a follar, lo acercó ligeramente a mi cara y me llegó aquel olor tan penetrante. Se quedó parada solo un instante, lo justo para que yo pudiera acercar más mi cara y esta vez no pude resistirme, abrí sus nalgas y comencé a lamer aquel agujero negro.

Tenía algunos pelos y estaba lubricado por los flujos que se había deslizado desde el coño, pero lo más fuerte era su olor a culo (no hay mejor definición). Seguí lamiendo, limpiando toda aquella raja, hasta que Marina rompió el silencio

-No sé qué me excita más, sí que me chupes el culo, o pensar en la estirada de tu suegra y la pija de su mujer mientras lo haces. Si tu suegra se entera de esto le daría un infarto. Vamos déjalo bien limpio, ahora si me creo que querías comerme entera.

Una vez lamí su culo y lo dejé bien limpio, ella se dio media vuelta y me dijo, ¿no quieres penetrarlo??

Yo di un salto como un resorte, me puse tras ella y apunté con mi polla a culo, nunca había hecho sexo anal y solo de pensarlo me ponía a mil. Entro casi tan fácil como entra en un coño, sin duda no era su primera vez y empecé a bombear y bombear.

-No tan rápido, esta vez quiero que folles mi coño antes de que te corras.

Al oír aquello, saqué mi polla de su culo con la intención de follar su coño directamente, sin darme cuenta de que mi polla estaba algo manchada.

-Espera bruto así no, que puede estar sucia y primero hay que limpiarla

Pensaba que iría a por una toallita o me haría pasar por el baño. Pero en lugar de eso, la limpio un poco con su mano y comenzó a chupármela diciéndome:

-Ahora ya puedes meterla en mi coño.

Aquella mujer era lo mejor que me había pasado, me tumbé sobre ella y comencé a penetrarla y al mismo tiempo a besarla. Creo que ella se sorprendió de que la besara, pero enseguida empezó a enroscar su lengua con la mía, su boca todavía sabía a polla y a culo, pero aquel día ya había sobrepasado todos mis límites.

No sé cuánto rato estuve hasta que me corrí, pero creo que a Marian no le importó demasiado, porque a las cuatro o cinco primeras embestidas ya había llegado a su primer orgasmo. Por fin nos corrimos juntos dejando toda mi leche en su coño.

Cuando termine ella se levantó como si nada hubiera pasado y me dijo:

-Vamos vete a tu casa, mi marido está a punto de llegar y no quiere que piense que soy una guarra. Por cierto, dale recuerdos a tu suegra de mi parte.

Continuará.

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