Hola, soy Juli y como vi que les gustó mi relato sobre la experiencia les traigo otro de los acontecimientos que viví, 100% real. Si les gusta o quieren ver el anterior les dejo el link, aunque esto es diferente a lo ocurrido.
El juego de la ruleta ruta del sexo: http://www.poringa.net/posts/relatos/4471711/El-juego-de-la-ruleta-rusa-del-sexo.html
Bueno, esto es algo más incómodo de contar. Pasó en mi viaje de egresados, y sentí una mezcla de cosas indescriptibles que jamás me voy a olvidar y que marcaron mucho de mi camino sobre ser mucho más abierta en el sexo.
Yo estaba en último año de secundaria en un colegio de Buenos Aires, y como se acostumbra nos íbamos de viaje de egresados a disfrutar en Bariloche, una ciudad hermosa y fría del sur del país. Ahí se estila salir, emborracharse, tener algún que otro encuentro sexual y todo mezclándose con otros jóvenes que también iban ahí buscando lo mismo.
Días antes de viajar yo había dejado a mi novio, un chico muy lindo que iba ya a la facultad, era 2 años más grande que yo, y era re celoso, por eso no me había quedado otra, porque yo sabía que iba a pasarla bien. Ya había garchado, no era nada nuevo para mí, incluso había estado con más de un pibe, por lo que si la situación lo acontecía, no iba a pensármelo 2 veces, total era el último año y era algo de una única vez.
El viaje todo bien, mis compañeros eran algo infantiles, nunca me atrajeron físicamente, el único que me gustaba se llamaba Tomás, y se rumoreaba que tenía una poronga muy chica, por lo que no iba a hacer nada con ellos, ni siquiera con Tomás, por miedo a llevarme esa decepción y comerme el garrón de una noche insatisfecha en vez de bailar con mis amigas hasta quedar loca.
Las primeras 4 noches fueron normales, nada nuevo ni sorprendente. Excursión aburrida por la mañana, siesta por la tarde y baile toda la noche hasta que nos echaban del boliche. En previas jodas me habían intentado chamuyar, pero ninguno me gustaba, y como siempre solía ser de las 2 más lindas de mi curso, podía rechazarlos, entonces decía que era lesbiana y me terminaba chapando a alguna amiga, pero nada serio.
La quinta noche fue algo especial y fue la que en cuestión me marcó del todo. Esa mañana era la única libre que teníamos en todo el viaje y con mis amigas, debido al desgaste, decidimos quedarnos durmiendo. Sin embargo, los pibes encontraron otro colegio y decidieron irse a jugar un partido de fútbol, supervisados por el coordinador del viaje nuestro y de ellos, otros pibes pajerísimos pero que nos convenía que así sea porque podíamos seducirlo para meter alcohol al hotel.
Me acuerdo que ese día nos despertamos como a las 5 de la tarde, y fuimos a comer. Los pibes ya habían vuelto y estaban durmiendo, el hotel estaba en un silencio absoluto. Esa noche venía una de las noches más esperadas por todas nosotras, era la noche de disfraces, donde todos los presentes debían disfrazarse de algo, y como no eramos muy ingeniosas, con mis amigas nos disfrazamos de colegialas, enfermeras y abogadas, claramente todo sugestivo para atraer las miradas, porque cuando sos una piba adolescente que ya perdió el miedo al sexo, adorás que te miren y te hablen todos.
La noche llegó, y la hora para entrar al boliche eran las 11.30. Me acuerdo que el micro nos esperaba en la puerta para ir a "Grisú" y todos estábamos esperando en el lobby. Los pajeros de mis compañeros estaban disfrazados algunos de jugadores de fútbol, otros de piratas y algun nerd de algo de Star Wars o algo así, ya ni me acuerdo.
Obviamente nos llevamos todas las miradas. Nuestras polleras cortas y la camisa atada dejándose ver nuestro escote y el ombligo eran el marco perfecto. Sabíamos que esa noche la íbamos a pasar bomba, y que íbamos a tener el alcohol asegurado por parte de algún que otro pajero que nos compre las bebidas.
Llegó el colectivo y me acuerdo que solo había unos 5 metros de distancia desde la puerta del hotel hasta subirse. Imagínense la poca ropa que llevábamos que nos cagamos de frío en esos 3 segundos que tardamos en subir, incluso tuve que agarrar mi pollera acuadrillé para que no se levante y se me vea la tanga que llevaba.
Unos 10 minutos tardamos hasta el boliche, o al menos eso creo, no me acuerdo mucho del recorrido. Con las chicas estábamos entusiasmadas porque queríamos bailar y tomar hasta el cansancio, y les juro que ya ni se nos cruzaba por la cabeza coger, creímos que los chicos lindos no iban a aparecer.
Poco antes de llegar se me acerca Nicolás, uno de mis compañeros, disfrazado de pirata con un parche en el ojo y una camisa desabotonada que parecía sucia o al menos ese efecto le había dado.
- Mirá Ju, tengo que hablar con vos, con los pibes tenemos un tema y sos la única que puede hacer algo para ayudarnos - me tiró.
- Nico, si, decíme, no se en qué, pero en lo que pueda dar una mano vos me lo tenes que decir - le respondí.
Nunca fui mala onda con mis compañeros, de hecho eran buenos pibes, solo que no me caían mal, solo que los sentía inmaduros, lo que no me atraía en lo más mínimo. Encima Nico era uno de los chicos más bueno y tierno del salón, tenía novia 2 años menor y era muy fiel y leal, por lo que teníamos una relación de amistad única.
- Bueno Ju, hay un tema, ¿vos viste que hoy fuimos a jugar al fútbol contra los del colegio de La Plata?
- Si, no se cómo no duermen, pero re bien, ¿cómo les fue? - pregunté fingiendo interés en el resultado.
- Bueno, perdimos, nos mataron Juli, no sabés. El delantero de ellos jugaba en Estudiantes, y el otro en Villa San Carlos, no sabes la paliza que nos dieron - me dijo agarrándose la cabeza.
- No me digas, que desastre eso, pero bueno, es un partido nada más. Decime, ¿cómo puedo ayudarlos? No entiendo - le solté bastante pensativa porque no tenía idea de adónde apuntaba.
- Bueno, apostamos que el curso ganador podía elegir a una de las chicas del curso perdedor y cogerla - me tiró sin tapujos
- ¿QUE? ¿COGERLA? ¿ PERO CÓMO SE LES OCU... - me cortó rápido.
- Si Ju, cogerla, sabes que tengo buena relación, por eso los chicos me mandaron, pero antes de decir algo mirá... - me extiende la mano mostrándome el celular.
No se imaginan lo que tenía. Habían entrado a nuestra habitación mientras dormíamos, y como con las chicas no usábamos remera y dormíamos solo en tanga, nos filmaron y fotografiaron a todas. Una por una, las 3 habitaciones de las chicas del curso estaban todas filmadas.
- ¡SON UNOS HIJOS DE PUTA! - le grité alejándole el celular.
- Perdoná Ju, pero viste que jugando al fútbol somos buenísimos nosotros, y queríamos coger nada más, pero bueno, perdimos y tenemos que cumplir. Los platenses estos tenían dos jugadorazos.
- Pero qué verga me importa a mi. ¿Me viste cara de puta ? Olvidate, no hay chance de que convenza a alguna de las chicas para esto, no pueden ser tan pelotudos ustedes. ¡Borrá ya eso! - le dije
- No Juli, yo ahora lo borro, pero hay un tema, el otro colegio ya vio todo esto, y te eligió a vos, vos te los tenes que cog... - lo interrumpí de un cachetazo
- Vos no tenes cara Nicolás, ni vos ni estos hijos de puta - amagué a irme totalmente indignada - ¿Nos vieron a todas en pelotas y encima queres que yo me coja a todo un curso? Olvidate nene, tenes mierda en la cabeza.
- Sabíamos que se podían negar, así que esto solo te lo muestro a vos, pero si seguís negándote se lo van a mandar a tus papás y a todos tus amigos allá en Capital, diciendo que te dejaron así de cama después de cogerte varios. Vos elegís, es hoy, y a las 2 am ellos te esperan en el micro de vuelta al hotel. Van a usar nuestra habitación que es la 412, así tienen privacidad. Te prometo que si lo haces nadie se va a enterar - se paró y se fue para adelante con el resto de los chicos.
No pude decirle nada. Todo se me vino abajo de solo pensar en cómo quedaría mi reputación si se inventaba algo así. Hoy con 26 años no me hubiera importado, pero ustedes vieron lo importante que es la imagen para un adolescente. Tenía 2 horas para decidir si me volvía la puta de un curso entero, o si me jugaba mi nombre y obligaba a toda mi familia a mudarse de la vergüenza que todo eso podía causar.
Pasó la primera hora en Grisú y yo ni podía bailar. Cada tanto mis amigas me preguntaban si estaba bien, pero ni siquiera podía contarles, por lo que les decía que sí y esbozaba un intento de baile. Así pasé el tiempo, pensando en cómo fuimos tan boludas, en cómo fui tan boluda de no trabar la puerta, en buscar responsables y llegar a la conclusión de que evidentemente quien nos había filmado y fotografiado había sido el pajero del cordinador, y ahora yo, como una idiota, tenía que pagar por la ineptitud de todas.
Finalmente se hizo la 1.55 am y tenía que decidir. Sin una gota de alcohol tomé la decisión más inteligente para mí como adolescente, pero más estúpida ahora que veo hacia atrás. Decidí dirigirme a la puerta y afrontar mi destino como una puta.
Aún vestida de colegiala con la pollera acuadrillé y la camisa escotada y atada por encima del ombligo, fui cabizbaja hasta el micro donde, detrás mío entraron unos 17 pibes. No los miré, no podía, pero escuchaba cómo se reían y cómo aplaudían contándose cosas que querían hacerme. Yo estaba destrozada, nunca imaginé que algo así ocurriría en mi viaje de egresados.
Llegamos tras unos 10 o 15 minutos y de nuevo fui la primera en bajar. El colectivo solamente nos llevaba a nosotros, porque ¿quién en su sano juicio se iba a volver antes de las 6 de la mañana de un boliche en Bariloche? Era inconcebible.
Subimos de a poco todos en los ascensores del hotel. Seguí directo hasta la habitación y en un momento sentí un tremendo cachetazo en la cola. Levanté la cabeza y miré hacia atrás y era uno de los pibes del colegio de La Plata
- Por acá putita - me indicó con la puerta abierta la entrada.
Bajé la cabeza y entré. La habitación estaba a oscuras, y habían dejado dos camas individuales unidas en el centro, y el resto las corrieron a los costados. Todo estaba dispuesto para que todo un curso me use como su trofeo de victoria en Bariloche.
Entré y no veía nada, un brazo me empujó a la cama y alguien abrió una de las cortinas para que entre la luz de la luna. Recién ahí se podía ver la cama, pero nada más.
- Bueno puta, vos ya elegiste y nosotros estamos impacientes, momento de sacarse todo, pero lento, que nadie nos apura - me dijo una voz en la oscuridad.
Empezó a sonar música de fondo puesta en un celular por lo mal que se escuchaba, pero al fin y al cabo empecé a desnudarme. Primero me saqué las medias altas y lentamente me desabroché los 2 botones que tenía en la camisa. Me la desanudé y ahí empezaron los aplausos, seguidos de chiflidos cuando me saqué el corpiño.
Con las tetas al aire, y una humillación que ya me era muy difícil de aguantar tocaba la peor parte. Pensé cómo no había tomado para al menos poder hacer más ameno el sentimiento de vergüenza que tenía, incluso llegaba a ver, gracias al reflejo de la luna, a algunos chicos ya desnudos pajeándose viendo ese denigrante espectáculo.
Apenas me bajé la pollera y se vio la tanga corta que tenía, ya ninguno tuvo control. Sentí cómo uno de ellos me agarró de los tobillos, ya que yo estaba parada sobre la cama y me tiró hacia atrás. Sentí un ruido raro y un ardor inmediato después de un latigazo.
- Suficiente libertad para vos putita, es hora de que seas toda nuestra - me dijo el que me recostó mientras tomaba mis dos muñecas.
Sentí como presionaba sobre mis manos y finalmente un sonido como de cierre y descubrí que me había puesto un cinturón en las muñecas, por detrás de mi espalda, para que no pueda moverme. En ese momento intenté soltarme, ya estaba arrepentida, tal humillación no valía la pena, pensaba explicarle a mis viejos y capaz entiendan que el coordinador había entrado y filmado y fotografiado todo.
Ya era tarde. Me rompieron la tanga y me pusieron de rodillas. En principio creí que solo eran 17, pero ahi había más que un curso de varones. Hicieron un círculo a mi alrededor, y me rodearon de pijas. Algunas más grandes, otras más cortas, pero mi única salida de ahí era obedecerlos, porque de rodillas, atada de manos y con vergas alrededor era difícil poder hacer otra cosa.
Entre risas y algún que otro empujón y atragantada mía por lo inesperado de la situación pasaron como 25 minutos. No quería ni imaginar lo que seguía, aunque era obvio, para todos en esa habitación.
Era muy difícil pensar, por contexto se entiende que entre chupada de pija y chupada de pija no hay mucho que hacer o decir. Era la primera vez en mi vida que estaba frente a más de 2 pijas en una habitación, y ahí había más de 20 personas, era inevitable la realidad de que iba a ser cogida esa noche. Cada tanto, tenía que parar para escupir por haberme atragantado, y ninguno de los pibes aún tenía preservativo, lo que sí pedía por favor usaran.
Cada tanto alguno tiraba un "mira lo trola que es, toda emputecida" o un "vas a volver a Buenos Aires recontra cogida como la puta que sos". Eso me destrozaba. Las palabras que aún recuerdo sobre mi frente, e incluso a veces miraba para arriba para intentar verlos. Algunos con cara tapada con alguna remera, y otros al descubierto pero riéndose y gozando al mismo tiempo con toda la pija llena de mi saliva, preparada para entrar en mí.
De repente, la misma voz que me había indicado la entrada, rompe la repetitiva humillación y da la señal que todos en ese lugar, menos yo, estaban esperando.
- Muchachos es la hora de coger a esta puta de mierda, ¿no les parece? - gritó con su voz de mando.
- Seeee - respondieron al unísono todos.
En ese momento todos se apartaron y sentí como una mano me empujaba entre los dos omóplatos dejándome caer hacia adelante de cara, porque mis brazos seguían inmovilizados.
- Preparate porque hay una sorpresita para vos al final - me susurró al oído e inmediatamente me dio un beso en la frente, mientras yo todavía recuperaba la respiración del sexo oral constante.
Esas palabras, ese beso, fue como la declaración de que oficialmente iba a ser la puta de todos, y así comenzó. Sentí la primer pija dentro, inmediatamente, y me largué a llorar. Había perdido todo tipo de libertad y de amor propio, estaba siendo poseída por los ganadores de un partido de fútbol contra compañeros de mi curso. Todo un curso de otro colegio me estaba cogiendo de una manera interminable.
El grito de "chicos, todos con forro eh" de uno de los chicos me calmó un poco, pero yo seguía siendo cogida. Uno tras otro, hacían fila para ponérmela, y perdí la cuenta al 11° pibe, ya no tenía sentido contar.
Tras algo así como una hora, todo se detuvo. Pensé que finalmente era libre, que todo había terminado, pero inmediatamente recordé lo que esa voz dominante dijo en mi oído, y me eché a llorar aún más porque sabía que no había terminado todo.
- Bueno, nos divertimos bastante ya, pero es momento de preparar a los del futuro - dijo nuevamente la voz desde lo oscuro. - ¡QUE ENTREN LOS VIRGOS!
Automáticamente sentí el ruido de la puerta abrirse y unas 7 u 8 personas entrar.
- Mira putita, este es el asunto. Ahora te van a coger pibes que jamás cogieron en su vida. Los vas a hacer debutar, nosotros cobramos por esto, así que más vale que hagas valer la guita
- Por favor, basta, no quiero, es suficien...
- Callate puta - me dijo y me golpeó el culo con un chirlo fuertísimo mientras seguía con la cola hacia arriba y la cabeza en el colchón. - Vos ya estás vendida, no tenes nada que decir ni hacer, y te van a coger estos nenes, así que hacé silencio.
Tomó mi tanga con la que algunos se habían masturbado oliendo y me la puso en la boca para que no haga ruido. Intenté gritar, pero fue en vano, para colmo sentía algo de semen en la boca por la tanga, y solo se oía el ruido de mi garganta suplicando que por favor no lo hagan.
No fue útil para nada, porque me tomaron de la cintura y comenzaron a penetrarme. Para esto la luna iluminaba la cama y su alrededor, y podía ver que todos estaban viendo ese espectáculo mientras reían y en círculo. "Dale nene, hacéla tuya, disfrutá que es tu esclava, la compraste" decían.
Esa escena se repitió con 8 chicos que sentí hacer ruido de acabar, aunque por suerte también llevaban preservativo. Fui la primera vez de 8 pibes, y la verdad es que por tanto sexo y frote, sentí placer, tanto que me mojé, aunque fue algo inevitable, no algo que haya disfrutado.
- Momento de coronarla señores - volvió a decir la voz.
Al segundo me tomaron de los brazos y me llevaron a ponerme de rodillas en el piso alfombrado. Volví a divisar que todos estaban alrededor mio pajeándose, mientras yo esperaba el triste final. Cuando uno hacía un paso adelante, otro me tomaba del pelo y dirigía mi cara hacia su pija. A algunos me lo hacían chupar, y otros simplemente me hacían poner la cara o el pecho para recibir el lechazo.
Unos 28 o 29 lechazos recibí en total, y ya estaba desesperada. Mis lágrimas se mezclaban con el semen y ya no se alcanzaba a casi ver de lo enlechada que estaba. Ya me había convertido en la puta de su viaje de egresados. En ese momento, uno de los chicos sacó un fibrón y escribió en mi pecho "LA PUTA DE BARILÓ", aunque se mezclaba con el semen alcanzaba a leerse.
Uno de ellos me tomó de la nuca y me tiró del pelo parándome, aún con el cinturón en mi muñeca, pero leche por toda mi cara, mi pecho, algo de mi pelo e incluso con la marca de la humillación. En ese instante ví el flash, y todos se echaron a reír.
- Mirá puta, nos llevamos un recuerdito todos nosotros, y te va a llegar a tu teléfono también, para que no olvides que sos nuestra trola personal.
Me soltó y volví a llorar tomándome la cara. Cada tanto escupía algo de semen por lo pegajoso que se sentía, y mis lágrimas se mezclaban ahí.
Se abrió la puerta y se empezaron a ir, uno por uno, hacia el hotel donde se hospedaban. El último que quedaba se me acercó y se llevó el cinturón, no sin antes dejarme un frase:
- Una vez coronada por todos, siempre vas a ser una puta.
Ya no quedaba nadie en la habitación una vez que se marchó y yo ya era libre. Tomé la camisa, me la abroché completa para que nada se viera y me puse la pollera. Aunque agarré la tanga y las medias las terminé tirando porque ya no servían, estaban repletas de baba y de semen.
Fui rápido a mi habitación y me encerré. Llegué al baño y vi lo demacrada que había quedado. Esos adolescentes me habían arruinado, pero peor me sentía porque ellos mismos me prostituyeron, aunque contarlo hubiese sido una gran humillación.
Fui a la ducha y me bañé rápido, cuando miré el reloj eran las 5.30 am y mis amigas estaban por llegar. Me puse el pijama para estar abrigada y que no vuelvan a filmarme, aunque el daño ya estaba hecho, y tampoco podía decírselo a nadie.
Quedaron 4 días más en Bariloche, de los cuales no salí. Le inventé a las chicas que me había puesto en pedo y que tenía muchísimo dolor de panza, por eso me había ido antes y por eso casi no salía del cuarto. Cuando teníamos que comer, los chicos sabían lo que había pasado y reían por lo bajo, sabían que yo fui el premio de sus rivales, que me hicieron puta de todos. Poco tiempo después llegué a enterarme que nadie difundió mi foto toda acabada y con la marca de vergüenza.
Al volver a casa intenté seguir con la vida normal. Me gradué del colegio y ni siquiera fui a mi fiesta de egresados. Nunca volví a ver a mis compañeros y cualquier juntada donde siquiera había una chance de cruzármelos, yo la evitaba.
Tengo que admitir 8 años después que esa experiencia dejó algo fuerte en mi vida. Si bien el momento no me gustó, siento que aprendí a ser algo sumisa en la cama, en poder manejar diferentes situaciones, y sobre todo en aguantar varias pijas a la vez.
Ya pasaron casi 8 años de esto y aún siento que le pertenezco a ese curso, a ese colegio, pero sobre todo que inicié a varios vírgenes del secundario. Hay veces donde creo que nada tuve que ver, pero eso es falso, siempre tuve elección, y cada vez que tengo un pensamiento sexual miro mi teléfono y encuentro la foto, bien guardada en mi galería, esa foto toda humillada, acabada, cogida por todos lados y que me marca como lo que siempre seré: LA PUTA DE BARILÓ.
El juego de la ruleta ruta del sexo: http://www.poringa.net/posts/relatos/4471711/El-juego-de-la-ruleta-rusa-del-sexo.html
Bueno, esto es algo más incómodo de contar. Pasó en mi viaje de egresados, y sentí una mezcla de cosas indescriptibles que jamás me voy a olvidar y que marcaron mucho de mi camino sobre ser mucho más abierta en el sexo.
Yo estaba en último año de secundaria en un colegio de Buenos Aires, y como se acostumbra nos íbamos de viaje de egresados a disfrutar en Bariloche, una ciudad hermosa y fría del sur del país. Ahí se estila salir, emborracharse, tener algún que otro encuentro sexual y todo mezclándose con otros jóvenes que también iban ahí buscando lo mismo.
Días antes de viajar yo había dejado a mi novio, un chico muy lindo que iba ya a la facultad, era 2 años más grande que yo, y era re celoso, por eso no me había quedado otra, porque yo sabía que iba a pasarla bien. Ya había garchado, no era nada nuevo para mí, incluso había estado con más de un pibe, por lo que si la situación lo acontecía, no iba a pensármelo 2 veces, total era el último año y era algo de una única vez.
El viaje todo bien, mis compañeros eran algo infantiles, nunca me atrajeron físicamente, el único que me gustaba se llamaba Tomás, y se rumoreaba que tenía una poronga muy chica, por lo que no iba a hacer nada con ellos, ni siquiera con Tomás, por miedo a llevarme esa decepción y comerme el garrón de una noche insatisfecha en vez de bailar con mis amigas hasta quedar loca.
Las primeras 4 noches fueron normales, nada nuevo ni sorprendente. Excursión aburrida por la mañana, siesta por la tarde y baile toda la noche hasta que nos echaban del boliche. En previas jodas me habían intentado chamuyar, pero ninguno me gustaba, y como siempre solía ser de las 2 más lindas de mi curso, podía rechazarlos, entonces decía que era lesbiana y me terminaba chapando a alguna amiga, pero nada serio.
La quinta noche fue algo especial y fue la que en cuestión me marcó del todo. Esa mañana era la única libre que teníamos en todo el viaje y con mis amigas, debido al desgaste, decidimos quedarnos durmiendo. Sin embargo, los pibes encontraron otro colegio y decidieron irse a jugar un partido de fútbol, supervisados por el coordinador del viaje nuestro y de ellos, otros pibes pajerísimos pero que nos convenía que así sea porque podíamos seducirlo para meter alcohol al hotel.
Me acuerdo que ese día nos despertamos como a las 5 de la tarde, y fuimos a comer. Los pibes ya habían vuelto y estaban durmiendo, el hotel estaba en un silencio absoluto. Esa noche venía una de las noches más esperadas por todas nosotras, era la noche de disfraces, donde todos los presentes debían disfrazarse de algo, y como no eramos muy ingeniosas, con mis amigas nos disfrazamos de colegialas, enfermeras y abogadas, claramente todo sugestivo para atraer las miradas, porque cuando sos una piba adolescente que ya perdió el miedo al sexo, adorás que te miren y te hablen todos.
La noche llegó, y la hora para entrar al boliche eran las 11.30. Me acuerdo que el micro nos esperaba en la puerta para ir a "Grisú" y todos estábamos esperando en el lobby. Los pajeros de mis compañeros estaban disfrazados algunos de jugadores de fútbol, otros de piratas y algun nerd de algo de Star Wars o algo así, ya ni me acuerdo.
Obviamente nos llevamos todas las miradas. Nuestras polleras cortas y la camisa atada dejándose ver nuestro escote y el ombligo eran el marco perfecto. Sabíamos que esa noche la íbamos a pasar bomba, y que íbamos a tener el alcohol asegurado por parte de algún que otro pajero que nos compre las bebidas.
Llegó el colectivo y me acuerdo que solo había unos 5 metros de distancia desde la puerta del hotel hasta subirse. Imagínense la poca ropa que llevábamos que nos cagamos de frío en esos 3 segundos que tardamos en subir, incluso tuve que agarrar mi pollera acuadrillé para que no se levante y se me vea la tanga que llevaba.
Unos 10 minutos tardamos hasta el boliche, o al menos eso creo, no me acuerdo mucho del recorrido. Con las chicas estábamos entusiasmadas porque queríamos bailar y tomar hasta el cansancio, y les juro que ya ni se nos cruzaba por la cabeza coger, creímos que los chicos lindos no iban a aparecer.
Poco antes de llegar se me acerca Nicolás, uno de mis compañeros, disfrazado de pirata con un parche en el ojo y una camisa desabotonada que parecía sucia o al menos ese efecto le había dado.
- Mirá Ju, tengo que hablar con vos, con los pibes tenemos un tema y sos la única que puede hacer algo para ayudarnos - me tiró.
- Nico, si, decíme, no se en qué, pero en lo que pueda dar una mano vos me lo tenes que decir - le respondí.
Nunca fui mala onda con mis compañeros, de hecho eran buenos pibes, solo que no me caían mal, solo que los sentía inmaduros, lo que no me atraía en lo más mínimo. Encima Nico era uno de los chicos más bueno y tierno del salón, tenía novia 2 años menor y era muy fiel y leal, por lo que teníamos una relación de amistad única.
- Bueno Ju, hay un tema, ¿vos viste que hoy fuimos a jugar al fútbol contra los del colegio de La Plata?
- Si, no se cómo no duermen, pero re bien, ¿cómo les fue? - pregunté fingiendo interés en el resultado.
- Bueno, perdimos, nos mataron Juli, no sabés. El delantero de ellos jugaba en Estudiantes, y el otro en Villa San Carlos, no sabes la paliza que nos dieron - me dijo agarrándose la cabeza.
- No me digas, que desastre eso, pero bueno, es un partido nada más. Decime, ¿cómo puedo ayudarlos? No entiendo - le solté bastante pensativa porque no tenía idea de adónde apuntaba.
- Bueno, apostamos que el curso ganador podía elegir a una de las chicas del curso perdedor y cogerla - me tiró sin tapujos
- ¿QUE? ¿COGERLA? ¿ PERO CÓMO SE LES OCU... - me cortó rápido.
- Si Ju, cogerla, sabes que tengo buena relación, por eso los chicos me mandaron, pero antes de decir algo mirá... - me extiende la mano mostrándome el celular.
No se imaginan lo que tenía. Habían entrado a nuestra habitación mientras dormíamos, y como con las chicas no usábamos remera y dormíamos solo en tanga, nos filmaron y fotografiaron a todas. Una por una, las 3 habitaciones de las chicas del curso estaban todas filmadas.
- ¡SON UNOS HIJOS DE PUTA! - le grité alejándole el celular.
- Perdoná Ju, pero viste que jugando al fútbol somos buenísimos nosotros, y queríamos coger nada más, pero bueno, perdimos y tenemos que cumplir. Los platenses estos tenían dos jugadorazos.
- Pero qué verga me importa a mi. ¿Me viste cara de puta ? Olvidate, no hay chance de que convenza a alguna de las chicas para esto, no pueden ser tan pelotudos ustedes. ¡Borrá ya eso! - le dije
- No Juli, yo ahora lo borro, pero hay un tema, el otro colegio ya vio todo esto, y te eligió a vos, vos te los tenes que cog... - lo interrumpí de un cachetazo
- Vos no tenes cara Nicolás, ni vos ni estos hijos de puta - amagué a irme totalmente indignada - ¿Nos vieron a todas en pelotas y encima queres que yo me coja a todo un curso? Olvidate nene, tenes mierda en la cabeza.
- Sabíamos que se podían negar, así que esto solo te lo muestro a vos, pero si seguís negándote se lo van a mandar a tus papás y a todos tus amigos allá en Capital, diciendo que te dejaron así de cama después de cogerte varios. Vos elegís, es hoy, y a las 2 am ellos te esperan en el micro de vuelta al hotel. Van a usar nuestra habitación que es la 412, así tienen privacidad. Te prometo que si lo haces nadie se va a enterar - se paró y se fue para adelante con el resto de los chicos.
No pude decirle nada. Todo se me vino abajo de solo pensar en cómo quedaría mi reputación si se inventaba algo así. Hoy con 26 años no me hubiera importado, pero ustedes vieron lo importante que es la imagen para un adolescente. Tenía 2 horas para decidir si me volvía la puta de un curso entero, o si me jugaba mi nombre y obligaba a toda mi familia a mudarse de la vergüenza que todo eso podía causar.
Pasó la primera hora en Grisú y yo ni podía bailar. Cada tanto mis amigas me preguntaban si estaba bien, pero ni siquiera podía contarles, por lo que les decía que sí y esbozaba un intento de baile. Así pasé el tiempo, pensando en cómo fuimos tan boludas, en cómo fui tan boluda de no trabar la puerta, en buscar responsables y llegar a la conclusión de que evidentemente quien nos había filmado y fotografiado había sido el pajero del cordinador, y ahora yo, como una idiota, tenía que pagar por la ineptitud de todas.
Finalmente se hizo la 1.55 am y tenía que decidir. Sin una gota de alcohol tomé la decisión más inteligente para mí como adolescente, pero más estúpida ahora que veo hacia atrás. Decidí dirigirme a la puerta y afrontar mi destino como una puta.
Aún vestida de colegiala con la pollera acuadrillé y la camisa escotada y atada por encima del ombligo, fui cabizbaja hasta el micro donde, detrás mío entraron unos 17 pibes. No los miré, no podía, pero escuchaba cómo se reían y cómo aplaudían contándose cosas que querían hacerme. Yo estaba destrozada, nunca imaginé que algo así ocurriría en mi viaje de egresados.
Llegamos tras unos 10 o 15 minutos y de nuevo fui la primera en bajar. El colectivo solamente nos llevaba a nosotros, porque ¿quién en su sano juicio se iba a volver antes de las 6 de la mañana de un boliche en Bariloche? Era inconcebible.
Subimos de a poco todos en los ascensores del hotel. Seguí directo hasta la habitación y en un momento sentí un tremendo cachetazo en la cola. Levanté la cabeza y miré hacia atrás y era uno de los pibes del colegio de La Plata
- Por acá putita - me indicó con la puerta abierta la entrada.
Bajé la cabeza y entré. La habitación estaba a oscuras, y habían dejado dos camas individuales unidas en el centro, y el resto las corrieron a los costados. Todo estaba dispuesto para que todo un curso me use como su trofeo de victoria en Bariloche.
Entré y no veía nada, un brazo me empujó a la cama y alguien abrió una de las cortinas para que entre la luz de la luna. Recién ahí se podía ver la cama, pero nada más.
- Bueno puta, vos ya elegiste y nosotros estamos impacientes, momento de sacarse todo, pero lento, que nadie nos apura - me dijo una voz en la oscuridad.
Empezó a sonar música de fondo puesta en un celular por lo mal que se escuchaba, pero al fin y al cabo empecé a desnudarme. Primero me saqué las medias altas y lentamente me desabroché los 2 botones que tenía en la camisa. Me la desanudé y ahí empezaron los aplausos, seguidos de chiflidos cuando me saqué el corpiño.
Con las tetas al aire, y una humillación que ya me era muy difícil de aguantar tocaba la peor parte. Pensé cómo no había tomado para al menos poder hacer más ameno el sentimiento de vergüenza que tenía, incluso llegaba a ver, gracias al reflejo de la luna, a algunos chicos ya desnudos pajeándose viendo ese denigrante espectáculo.
Apenas me bajé la pollera y se vio la tanga corta que tenía, ya ninguno tuvo control. Sentí cómo uno de ellos me agarró de los tobillos, ya que yo estaba parada sobre la cama y me tiró hacia atrás. Sentí un ruido raro y un ardor inmediato después de un latigazo.
- Suficiente libertad para vos putita, es hora de que seas toda nuestra - me dijo el que me recostó mientras tomaba mis dos muñecas.
Sentí como presionaba sobre mis manos y finalmente un sonido como de cierre y descubrí que me había puesto un cinturón en las muñecas, por detrás de mi espalda, para que no pueda moverme. En ese momento intenté soltarme, ya estaba arrepentida, tal humillación no valía la pena, pensaba explicarle a mis viejos y capaz entiendan que el coordinador había entrado y filmado y fotografiado todo.
Ya era tarde. Me rompieron la tanga y me pusieron de rodillas. En principio creí que solo eran 17, pero ahi había más que un curso de varones. Hicieron un círculo a mi alrededor, y me rodearon de pijas. Algunas más grandes, otras más cortas, pero mi única salida de ahí era obedecerlos, porque de rodillas, atada de manos y con vergas alrededor era difícil poder hacer otra cosa.
Entre risas y algún que otro empujón y atragantada mía por lo inesperado de la situación pasaron como 25 minutos. No quería ni imaginar lo que seguía, aunque era obvio, para todos en esa habitación.
Era muy difícil pensar, por contexto se entiende que entre chupada de pija y chupada de pija no hay mucho que hacer o decir. Era la primera vez en mi vida que estaba frente a más de 2 pijas en una habitación, y ahí había más de 20 personas, era inevitable la realidad de que iba a ser cogida esa noche. Cada tanto, tenía que parar para escupir por haberme atragantado, y ninguno de los pibes aún tenía preservativo, lo que sí pedía por favor usaran.
Cada tanto alguno tiraba un "mira lo trola que es, toda emputecida" o un "vas a volver a Buenos Aires recontra cogida como la puta que sos". Eso me destrozaba. Las palabras que aún recuerdo sobre mi frente, e incluso a veces miraba para arriba para intentar verlos. Algunos con cara tapada con alguna remera, y otros al descubierto pero riéndose y gozando al mismo tiempo con toda la pija llena de mi saliva, preparada para entrar en mí.
De repente, la misma voz que me había indicado la entrada, rompe la repetitiva humillación y da la señal que todos en ese lugar, menos yo, estaban esperando.
- Muchachos es la hora de coger a esta puta de mierda, ¿no les parece? - gritó con su voz de mando.
- Seeee - respondieron al unísono todos.
En ese momento todos se apartaron y sentí como una mano me empujaba entre los dos omóplatos dejándome caer hacia adelante de cara, porque mis brazos seguían inmovilizados.
- Preparate porque hay una sorpresita para vos al final - me susurró al oído e inmediatamente me dio un beso en la frente, mientras yo todavía recuperaba la respiración del sexo oral constante.
Esas palabras, ese beso, fue como la declaración de que oficialmente iba a ser la puta de todos, y así comenzó. Sentí la primer pija dentro, inmediatamente, y me largué a llorar. Había perdido todo tipo de libertad y de amor propio, estaba siendo poseída por los ganadores de un partido de fútbol contra compañeros de mi curso. Todo un curso de otro colegio me estaba cogiendo de una manera interminable.
El grito de "chicos, todos con forro eh" de uno de los chicos me calmó un poco, pero yo seguía siendo cogida. Uno tras otro, hacían fila para ponérmela, y perdí la cuenta al 11° pibe, ya no tenía sentido contar.
Tras algo así como una hora, todo se detuvo. Pensé que finalmente era libre, que todo había terminado, pero inmediatamente recordé lo que esa voz dominante dijo en mi oído, y me eché a llorar aún más porque sabía que no había terminado todo.
- Bueno, nos divertimos bastante ya, pero es momento de preparar a los del futuro - dijo nuevamente la voz desde lo oscuro. - ¡QUE ENTREN LOS VIRGOS!
Automáticamente sentí el ruido de la puerta abrirse y unas 7 u 8 personas entrar.
- Mira putita, este es el asunto. Ahora te van a coger pibes que jamás cogieron en su vida. Los vas a hacer debutar, nosotros cobramos por esto, así que más vale que hagas valer la guita
- Por favor, basta, no quiero, es suficien...
- Callate puta - me dijo y me golpeó el culo con un chirlo fuertísimo mientras seguía con la cola hacia arriba y la cabeza en el colchón. - Vos ya estás vendida, no tenes nada que decir ni hacer, y te van a coger estos nenes, así que hacé silencio.
Tomó mi tanga con la que algunos se habían masturbado oliendo y me la puso en la boca para que no haga ruido. Intenté gritar, pero fue en vano, para colmo sentía algo de semen en la boca por la tanga, y solo se oía el ruido de mi garganta suplicando que por favor no lo hagan.
No fue útil para nada, porque me tomaron de la cintura y comenzaron a penetrarme. Para esto la luna iluminaba la cama y su alrededor, y podía ver que todos estaban viendo ese espectáculo mientras reían y en círculo. "Dale nene, hacéla tuya, disfrutá que es tu esclava, la compraste" decían.
Esa escena se repitió con 8 chicos que sentí hacer ruido de acabar, aunque por suerte también llevaban preservativo. Fui la primera vez de 8 pibes, y la verdad es que por tanto sexo y frote, sentí placer, tanto que me mojé, aunque fue algo inevitable, no algo que haya disfrutado.
- Momento de coronarla señores - volvió a decir la voz.
Al segundo me tomaron de los brazos y me llevaron a ponerme de rodillas en el piso alfombrado. Volví a divisar que todos estaban alrededor mio pajeándose, mientras yo esperaba el triste final. Cuando uno hacía un paso adelante, otro me tomaba del pelo y dirigía mi cara hacia su pija. A algunos me lo hacían chupar, y otros simplemente me hacían poner la cara o el pecho para recibir el lechazo.
Unos 28 o 29 lechazos recibí en total, y ya estaba desesperada. Mis lágrimas se mezclaban con el semen y ya no se alcanzaba a casi ver de lo enlechada que estaba. Ya me había convertido en la puta de su viaje de egresados. En ese momento, uno de los chicos sacó un fibrón y escribió en mi pecho "LA PUTA DE BARILÓ", aunque se mezclaba con el semen alcanzaba a leerse.
Uno de ellos me tomó de la nuca y me tiró del pelo parándome, aún con el cinturón en mi muñeca, pero leche por toda mi cara, mi pecho, algo de mi pelo e incluso con la marca de la humillación. En ese instante ví el flash, y todos se echaron a reír.
- Mirá puta, nos llevamos un recuerdito todos nosotros, y te va a llegar a tu teléfono también, para que no olvides que sos nuestra trola personal.
Me soltó y volví a llorar tomándome la cara. Cada tanto escupía algo de semen por lo pegajoso que se sentía, y mis lágrimas se mezclaban ahí.
Se abrió la puerta y se empezaron a ir, uno por uno, hacia el hotel donde se hospedaban. El último que quedaba se me acercó y se llevó el cinturón, no sin antes dejarme un frase:
- Una vez coronada por todos, siempre vas a ser una puta.
Ya no quedaba nadie en la habitación una vez que se marchó y yo ya era libre. Tomé la camisa, me la abroché completa para que nada se viera y me puse la pollera. Aunque agarré la tanga y las medias las terminé tirando porque ya no servían, estaban repletas de baba y de semen.
Fui rápido a mi habitación y me encerré. Llegué al baño y vi lo demacrada que había quedado. Esos adolescentes me habían arruinado, pero peor me sentía porque ellos mismos me prostituyeron, aunque contarlo hubiese sido una gran humillación.
Fui a la ducha y me bañé rápido, cuando miré el reloj eran las 5.30 am y mis amigas estaban por llegar. Me puse el pijama para estar abrigada y que no vuelvan a filmarme, aunque el daño ya estaba hecho, y tampoco podía decírselo a nadie.
Quedaron 4 días más en Bariloche, de los cuales no salí. Le inventé a las chicas que me había puesto en pedo y que tenía muchísimo dolor de panza, por eso me había ido antes y por eso casi no salía del cuarto. Cuando teníamos que comer, los chicos sabían lo que había pasado y reían por lo bajo, sabían que yo fui el premio de sus rivales, que me hicieron puta de todos. Poco tiempo después llegué a enterarme que nadie difundió mi foto toda acabada y con la marca de vergüenza.
Al volver a casa intenté seguir con la vida normal. Me gradué del colegio y ni siquiera fui a mi fiesta de egresados. Nunca volví a ver a mis compañeros y cualquier juntada donde siquiera había una chance de cruzármelos, yo la evitaba.
Tengo que admitir 8 años después que esa experiencia dejó algo fuerte en mi vida. Si bien el momento no me gustó, siento que aprendí a ser algo sumisa en la cama, en poder manejar diferentes situaciones, y sobre todo en aguantar varias pijas a la vez.
Ya pasaron casi 8 años de esto y aún siento que le pertenezco a ese curso, a ese colegio, pero sobre todo que inicié a varios vírgenes del secundario. Hay veces donde creo que nada tuve que ver, pero eso es falso, siempre tuve elección, y cada vez que tengo un pensamiento sexual miro mi teléfono y encuentro la foto, bien guardada en mi galería, esa foto toda humillada, acabada, cogida por todos lados y que me marca como lo que siempre seré: LA PUTA DE BARILÓ.
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10 comentarios - La esclava de un curso en mi viaje de egresados