Estoy caliente, la obscuridad de aquella noche me hace sentir mujer, deseosa de hombre, de pene caliente, oloroso a orines a sudor, a hombre, a macho. Mis deseos se exaltan a la penetración, a frotarme en el cuerpo de un hombre que me desea, me acaricia, me besa, me chupa.
Elijo de mi ropero unas lindas prendas estilo tanga, de hilo, color blanco y al calzarlas en mi cuerpo siento mi ano palpitar. Tomo una falda a las rodillas de algodón, blanca, nada debajo solo mis zapatillas de tacón muy alto que hacen juego. Una blusa transparente, sin sostén complementa mi atuendo, mis chichis resaltan y mis pezones se dibujan contra la tela.
Me maquillo bien puta, con colores claros
Esa noche voy al bar, a buscar hombre, un macho que me haga mujer, su puta, que me coja y me perfume con el olor de su semen, su leche que escurra de mi ano palpitante y caliente, que me lubrique y al día siguiente, me recuerde con quien estuve y nunca volveré a ver: una sola relación, un solo coito, es todo , no necesito más.
Entro a la cantina llena de humo de cigarrillos, de hombres y chicas que como yo buscamos, esperamos lo mismo; aspiro y siento el aroma a sudor que me excita: ¿cómo será mi hombre de ésa noche?, ¿qué verga mamaré?, ¿qué tamaño tendrá y a qué olerá?, ¿me dolerá al penetrarme?.
Con el corazón palpitante camino y busco asiento en una solitaria mesa que al contacto con mis redondas y abultadas nalgas, oprimen mi ano deseoso, listo y dispuesto a ser penetrada, caliente me restrego en el asiento.
Ordeno una bebida y lo descubro: enorme, peludo, vulgar en su risa, sus modales. Me gusta, le sonrío coqueta con mis labios pintados de rojo intenso, mi cuerpo se mueve invitándolo y responde. Mi corazón palpitando a mil por hora lo ve acercarse a mí, responde a mi coquetería femenina, a mi aspecto de mujer deseosa, ofrecida, lista a coger con él, disponible, dispuesta al cuarto de hotel, para que haga, que disponga de mí como quiera, como un macho en brama dispone de una hembra en celo.
“Hola putita, qué buena estás, me gustas, ¿te gustaría coger conmigo?”, me espeta sin misericordia, sin caballerosidad alguna; me excita su rudeza, “ si papito”, le respondo fuera de mí, excitada, caliente y no aparto mi mirada de su peludo pecho , de su gruesos brazos, fijo mis ojos lujuriosos en su entrepierna y me imagino cómo lo ha de tener; no escapa mi mirada de su cuerpo y me dice “te gusto, ¿verdad?, te pago tu copa, la terminas y nos vamos, verás lo que es tener un hombre de verdad”, “si mi amor, soy tuya”, respondo sumisa y anhelante.
Apenas termino mi copa y me toma del brazo, me arrastra fuera del bar, sumisa lo sigo, escucho el sonido de mis zapatillas contra el piso, sensuales indican el camino de una mujer lista para lo que me espera, miradas envidiosas de otras chicas me siguen: paga el cuarto del hotel contiguo al bar, me introduce sin contemplación alguna a la habitación y cerrando la puerta de golpe, me empieza a manosear mis piernas, mis nalgas, mis chichis, me besa con frenesí, toma mi boca e introduce su lengua en mi ella, gimo desesperada, respondo a su ímpetu, lo beso, lo chupo, acaricio su espalda, sus brazos, su entrepierna y gimo al tocar un bulto, enorme, duro, parado.
Arranca mi falda, mi blusa y solo me deja en tanga, me mira babeando de deseo, exclama “qué buena estás, para ser un joto, no le envidias nada a una mujer de verdad, me he cogido muchas pero ninguna tiene tu fuego” y acto seguido, lentamente, sin despegar mi vista en él, empieza a desvestirse, su pantalón primero, camisa, y una pequeña trusa que lo dejan desnudo frente a mí, hecho una masa de pelos, músculos y de cuya entrepierna, entre una bola de pelos emerge orgullosa, recta y palpitante una estaca, dura, cabezona y bamboleante que me apunta, sobre unas bolas enormes que se agitan al ritmo de su respiración: “ vas a ver papito, lo que un joto es capaz de hacerte y de llevarte al paraíso”, exclamo entrecortadamente y lo abrazo, comenzando a besarlo, a lamerle el cuello, a frotarme contra su cuerpo peludo.
Gimo, grito de placer cuando empieza a mamarme las chichis, caliente, tomo sus huevos entre mis manos y los acaricio, comienzo a manosear su verga y a hacerle la puñeta, sus manos se aferran a mi espalda, bajan hasta tomar mis nalgas y en apretones, me despoja de mis pantaletas, me toma de la entrepierna y aprieta y exprime “mi cosita”, se pone de rodillas y comienza a mamármela, gime de placer al chupar mi pequeñísimo pene y chupar mis bolitas, chupa y muerde mis nalgotas, mete su lengua en mi ano, grito y gimo de placer. Lo tumbo en la cama, es mío, me lanzo sobre él, lo chupo, introduzco la enorme cabeza de su caliente pene en mi boca, se estremece y en arcada, responde cuando hundo todo su garrote en mi boca, lamo sus bolas con sumisión y babeantes besos, lo beso largamente; me toma bruscamente y volteándose me lanza bocabajo a la cama, me cubre con su cuerpo y su pene cabezón comienza a tantear entre mis abultadas nalgas la entrada al placer de mi ano, lo encuentra, siento lo duro y tibio de su enorme miembro y sin consideración alguna empuja con todo su peso sobre mí, lo hunde, grito, chillo, berreo, pataleo de dolor y placer, lo hunde siento como me penetra, se desliza, me clava, me estaca, mis piernas se abren, endurecidas por la penetración, comienza a “bombearme”, a limar con furia, con deseo, con desesperación, me siento llena, a punto de explotar, lo dejo hacer hasta que el empujón inicial, el deseo animal cede, se queda quieto, disfruta mi profundo y tibio recto lubricado que lo arropa, lo posee, lo acaricia; empiezo a “masajear” su enorme verga con contracciones lentas y después furiosas de los músculos de mi ano y recto, gime, me llena de palabrotas: “que rico coges puto, sigue putota, exprime mi garrote, qué caliente y hondo agujero tienes, qué rico…”, sus bolas golpean mis nalgas, me zafo de su penetración y me volteo como puedo hasta quedar frente a frente, lo abrazo y lo guío para que me penetre, toma mis piernas entre su brazos, las levanta y me vuelve a penetrar, me abrazo a él
, mis piernas se liberan y me aferro a las suyas, me restrego gimiendo de placer contra su masa de pelos, me gusta, estoy tremendamente excitada es cuando, sin aviso, se levanta, estoy unida a él, clavada por su garrote, desnuda y con mis piernas y brazos me aferro a su cuerpo que sin control, respondiendo a su excitación se levanta de la cama y comienza a cogerme de pie, a cada embestida me bamboleo y me clavo a su cuerpo, así estamos por largo rato, yo colgándome de su cuerpo y él clavándome hasta que me acuesta en la cama dejándose caer sobre mí, aplastándome con su peso y en furiosas embestidas, me lima el culo, penetra profundamente mi recto una y otra vez, furiosamente; en medio de largos gemidos y bufidos explota en mis entrañas llenándome de chorros de leche que en arcadas de su cuerpo, incontrolable, grita al dejarme su hombría y millones de espermatozoides que se alojan en mi cuerpo.
“Arranca” su garrote de mi culo, expulso un chorrito de leche al sacarlo que moja la cama, se limpia la verga con la sábana y empieza a vestirse.
Quedo inmóvil, boca arriba, disfrutando del momento. Aprieto mi culo adolorido, no quiero que su leche me abandone. Me mama una chichi a manera de “beso de despedida” y se larga del cuarto.
Tardo en encontrar mis pantaletas, me las pongo, el ano me duele, me arde y me palpita, escurro su leche, olor penetrante, no me limpio, me gusta dejarla, así como está, me siento mujer y termino de vestirme, me pongo mis zapatillas y salgo del cuarto, maltrecha.
Despierto ya muy entrada la luz del día en la habitación de mi casa, un vago recuerdo de la noche anterior me acompaña, me estiro como gata, satisfecha, me duelen las piernas y el ano, siento un olor penetrante, el olor del hombre que estuvo conmigo, que me hizo su mujer; mi ano está húmedo, pegajoso y huele muy penetrante, él seguirá conmigo por algunas horas y vuelvo a dormir, satisfecha, completa, suspiro y sueño con el
Elijo de mi ropero unas lindas prendas estilo tanga, de hilo, color blanco y al calzarlas en mi cuerpo siento mi ano palpitar. Tomo una falda a las rodillas de algodón, blanca, nada debajo solo mis zapatillas de tacón muy alto que hacen juego. Una blusa transparente, sin sostén complementa mi atuendo, mis chichis resaltan y mis pezones se dibujan contra la tela.
Me maquillo bien puta, con colores claros
Esa noche voy al bar, a buscar hombre, un macho que me haga mujer, su puta, que me coja y me perfume con el olor de su semen, su leche que escurra de mi ano palpitante y caliente, que me lubrique y al día siguiente, me recuerde con quien estuve y nunca volveré a ver: una sola relación, un solo coito, es todo , no necesito más.
Entro a la cantina llena de humo de cigarrillos, de hombres y chicas que como yo buscamos, esperamos lo mismo; aspiro y siento el aroma a sudor que me excita: ¿cómo será mi hombre de ésa noche?, ¿qué verga mamaré?, ¿qué tamaño tendrá y a qué olerá?, ¿me dolerá al penetrarme?.
Con el corazón palpitante camino y busco asiento en una solitaria mesa que al contacto con mis redondas y abultadas nalgas, oprimen mi ano deseoso, listo y dispuesto a ser penetrada, caliente me restrego en el asiento.
Ordeno una bebida y lo descubro: enorme, peludo, vulgar en su risa, sus modales. Me gusta, le sonrío coqueta con mis labios pintados de rojo intenso, mi cuerpo se mueve invitándolo y responde. Mi corazón palpitando a mil por hora lo ve acercarse a mí, responde a mi coquetería femenina, a mi aspecto de mujer deseosa, ofrecida, lista a coger con él, disponible, dispuesta al cuarto de hotel, para que haga, que disponga de mí como quiera, como un macho en brama dispone de una hembra en celo.
“Hola putita, qué buena estás, me gustas, ¿te gustaría coger conmigo?”, me espeta sin misericordia, sin caballerosidad alguna; me excita su rudeza, “ si papito”, le respondo fuera de mí, excitada, caliente y no aparto mi mirada de su peludo pecho , de su gruesos brazos, fijo mis ojos lujuriosos en su entrepierna y me imagino cómo lo ha de tener; no escapa mi mirada de su cuerpo y me dice “te gusto, ¿verdad?, te pago tu copa, la terminas y nos vamos, verás lo que es tener un hombre de verdad”, “si mi amor, soy tuya”, respondo sumisa y anhelante.
Apenas termino mi copa y me toma del brazo, me arrastra fuera del bar, sumisa lo sigo, escucho el sonido de mis zapatillas contra el piso, sensuales indican el camino de una mujer lista para lo que me espera, miradas envidiosas de otras chicas me siguen: paga el cuarto del hotel contiguo al bar, me introduce sin contemplación alguna a la habitación y cerrando la puerta de golpe, me empieza a manosear mis piernas, mis nalgas, mis chichis, me besa con frenesí, toma mi boca e introduce su lengua en mi ella, gimo desesperada, respondo a su ímpetu, lo beso, lo chupo, acaricio su espalda, sus brazos, su entrepierna y gimo al tocar un bulto, enorme, duro, parado.
Arranca mi falda, mi blusa y solo me deja en tanga, me mira babeando de deseo, exclama “qué buena estás, para ser un joto, no le envidias nada a una mujer de verdad, me he cogido muchas pero ninguna tiene tu fuego” y acto seguido, lentamente, sin despegar mi vista en él, empieza a desvestirse, su pantalón primero, camisa, y una pequeña trusa que lo dejan desnudo frente a mí, hecho una masa de pelos, músculos y de cuya entrepierna, entre una bola de pelos emerge orgullosa, recta y palpitante una estaca, dura, cabezona y bamboleante que me apunta, sobre unas bolas enormes que se agitan al ritmo de su respiración: “ vas a ver papito, lo que un joto es capaz de hacerte y de llevarte al paraíso”, exclamo entrecortadamente y lo abrazo, comenzando a besarlo, a lamerle el cuello, a frotarme contra su cuerpo peludo.
Gimo, grito de placer cuando empieza a mamarme las chichis, caliente, tomo sus huevos entre mis manos y los acaricio, comienzo a manosear su verga y a hacerle la puñeta, sus manos se aferran a mi espalda, bajan hasta tomar mis nalgas y en apretones, me despoja de mis pantaletas, me toma de la entrepierna y aprieta y exprime “mi cosita”, se pone de rodillas y comienza a mamármela, gime de placer al chupar mi pequeñísimo pene y chupar mis bolitas, chupa y muerde mis nalgotas, mete su lengua en mi ano, grito y gimo de placer. Lo tumbo en la cama, es mío, me lanzo sobre él, lo chupo, introduzco la enorme cabeza de su caliente pene en mi boca, se estremece y en arcada, responde cuando hundo todo su garrote en mi boca, lamo sus bolas con sumisión y babeantes besos, lo beso largamente; me toma bruscamente y volteándose me lanza bocabajo a la cama, me cubre con su cuerpo y su pene cabezón comienza a tantear entre mis abultadas nalgas la entrada al placer de mi ano, lo encuentra, siento lo duro y tibio de su enorme miembro y sin consideración alguna empuja con todo su peso sobre mí, lo hunde, grito, chillo, berreo, pataleo de dolor y placer, lo hunde siento como me penetra, se desliza, me clava, me estaca, mis piernas se abren, endurecidas por la penetración, comienza a “bombearme”, a limar con furia, con deseo, con desesperación, me siento llena, a punto de explotar, lo dejo hacer hasta que el empujón inicial, el deseo animal cede, se queda quieto, disfruta mi profundo y tibio recto lubricado que lo arropa, lo posee, lo acaricia; empiezo a “masajear” su enorme verga con contracciones lentas y después furiosas de los músculos de mi ano y recto, gime, me llena de palabrotas: “que rico coges puto, sigue putota, exprime mi garrote, qué caliente y hondo agujero tienes, qué rico…”, sus bolas golpean mis nalgas, me zafo de su penetración y me volteo como puedo hasta quedar frente a frente, lo abrazo y lo guío para que me penetre, toma mis piernas entre su brazos, las levanta y me vuelve a penetrar, me abrazo a él
, mis piernas se liberan y me aferro a las suyas, me restrego gimiendo de placer contra su masa de pelos, me gusta, estoy tremendamente excitada es cuando, sin aviso, se levanta, estoy unida a él, clavada por su garrote, desnuda y con mis piernas y brazos me aferro a su cuerpo que sin control, respondiendo a su excitación se levanta de la cama y comienza a cogerme de pie, a cada embestida me bamboleo y me clavo a su cuerpo, así estamos por largo rato, yo colgándome de su cuerpo y él clavándome hasta que me acuesta en la cama dejándose caer sobre mí, aplastándome con su peso y en furiosas embestidas, me lima el culo, penetra profundamente mi recto una y otra vez, furiosamente; en medio de largos gemidos y bufidos explota en mis entrañas llenándome de chorros de leche que en arcadas de su cuerpo, incontrolable, grita al dejarme su hombría y millones de espermatozoides que se alojan en mi cuerpo.
“Arranca” su garrote de mi culo, expulso un chorrito de leche al sacarlo que moja la cama, se limpia la verga con la sábana y empieza a vestirse.
Quedo inmóvil, boca arriba, disfrutando del momento. Aprieto mi culo adolorido, no quiero que su leche me abandone. Me mama una chichi a manera de “beso de despedida” y se larga del cuarto.
Tardo en encontrar mis pantaletas, me las pongo, el ano me duele, me arde y me palpita, escurro su leche, olor penetrante, no me limpio, me gusta dejarla, así como está, me siento mujer y termino de vestirme, me pongo mis zapatillas y salgo del cuarto, maltrecha.
Despierto ya muy entrada la luz del día en la habitación de mi casa, un vago recuerdo de la noche anterior me acompaña, me estiro como gata, satisfecha, me duelen las piernas y el ano, siento un olor penetrante, el olor del hombre que estuvo conmigo, que me hizo su mujer; mi ano está húmedo, pegajoso y huele muy penetrante, él seguirá conmigo por algunas horas y vuelvo a dormir, satisfecha, completa, suspiro y sueño con el
3 comentarios - me senti una buena puta 😈