You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Mi vida, Mía

La situación ya me había desesperado, no podía continuar mi vida de esa manera, años desperdiciados por gente la cual se hacían llamar amigos o familia. Solo quería irme, muy lejos de donde nací y no me importaba el destino que fuese, eso sí, ese lugar solo tenía que tener un ingrediente, que nadie supiera quien soy. 
¿Quién soy? Me presento, mi nombre es Mía, tengo 23 años y soy de un lugar horrible, al que a nadie le recomendaría visitar, mucho menos que fuese a vivir, un lugar lleno de prejuicios y gente que solo piensa en criticar al diferente, de hacerle la vida imposible, por eso es que estoy huyendo de aquí. Pero no siempre fue así, supo ser un lugar hermoso, en el cual me crié rodeada de mis amigos y mi familia. Mientras fui creciendo, me di cuenta que mi cuerpo iba cambiando y nuevas sensaciones se iban apoderando de mí. Podía ver como los chicos ya empezaban a verme de otra forma, y naturalmente, yo a ellos por igual, empezaban a apoderarse de mi cuerpo sensaciones que no sentía antes, y en el medio de todo esto, empezó a atraerme uno de mis amigos, Adrián. 
 Era uno de mis mejores amigos, su humor era único y su sencillez siempre me enamoró, siempre como amigos eh? Pero me di cuenta que cada vez me sentía más atraída hacia él, era muy fuerte el deseo que tenía de besarlo, tenía una mirada muy particular, me expresaba serenidad y buenas vibras, y sabía que él también estaba algo atraído hacia mí. A mis 16 años mi cuerpo había crecido algo más que el de las demás chicas, entonces las miradas sin quererlo iban a parar hacia mí. Una de las tantas tardes que compartimos con Adrián en casa, decidimos jugar un juego de mesa, el cual nos atrapó hasta casi la medianoche, cuando terminamos de jugar, nos dimos cuenta que una tormenta bastante agresiva estaba llegando, habrán pasado unos 15 minutos cuando empezó a caer un diluvio, haciendo imposible que él pudiese irse. Le comenté a mi mamá lo sucedido y me sugirió que él podría quedarse en nuestra habitación de invitados, claro, si su mamá no tenía inconvenientes, después de una llamada de teléfono quedamos de acuerdo que eso sería lo mejor por el clima.  La verdad es que ambos estábamos muy contentos, porque eso quería decir que no nos separaríamos ese día, fuimos a nuestra habitación y seguimos jugando un rato más. 
Cerca de las 2 am nos habíamos aburrido de lo que jugábamos y él sugirió cambiar de juego, en que pensás? Pregunté. Y escuche algo que en un principio me dio algo de miedo, pero que terminó siendo lo mejor que me había pasado en mi vida.
-A: -No sé Mía, mi hermano juega con sus amigos al verdad o consecuencia, yo los vi jugar y la verdad que se ve muy entretenido, ¿te animas?
-M: La verdad es que no sé cómo se juega, y me da un poco de mala espina. 
-A: Tranquila, te explico, esto es así, uno pregunta qué quieres, si verdad o consecuencia, si tú eliges verdad, yo te haré una pregunta la cual deberás contestar, caso contrario, tendrás una consecuencia.
-M: Que tipo de pregunta?
-A: No sé, cualquiera, supongo. 
-M: Bueno, la verdad no se ve tan mal, bueno, ¿empezas?
Y Todo comenzó como un simple juego entre amigos, amigos que se gustaban mucho entre ellos, pero que ninguno se animaba a decírselo al otro, cosas de niños.
-A: Bueno, ¿Verdad o consecuencia?
-M: Verdad, creo
-A: Ok, entonces dime, ¿quién es la persona que te gusta?
Hijo de puta, debí esperarme algo así. 
-M: En verdad no lo sé, no es que haya alguien que realmente me guste como para decirlo así.
-A: Mmmm, la verdad no sé si esa es una respuesta válida, pero por ser la primera te la dejare pasar, anda tú, te toca.
-M: Ok, ¿verdad o consecuencia?
-A: Aclaro que no puedes repetir la pregunta que yo te hice, elijo verdad.
No sé qué tan reales eran esas reglas, pero la verdad no me quedaba otra que adaptarme a su juego, y el maldito me había leído el pensamiento.
-M: De acuerdo, ¿que tiene que tener la chica de tus sueños?
-A: Esa es fácil, tiene que ser muy hermosa, muy parecida a ti, y que le guste compartir momentos junto al otro, tal cual lo hacemos nosotros.
Odie preguntar eso, porque la única miedosa ahí era yo, él estaba bastante decidido a lo que quería.
-M: ¡Te toca preguntar!
-A: Jaja, bueno, no te apures, ¿verdad o consecuencia?
-M: Verdad.
-A: Dime entonces, ¿eres virgen?
-M: ¡No pienso responder eso!
-A: Sabes que si no respondes, tienes una consecuencia.
-M: Eso pensé, y qué tipo de consecuencia?
-A: A esa la elijo yo, así que déjame pensarlo.
El muy cabrón me tenía donde quería, y yo inundada en miedo, pero también en curiosidad.
-A: Tienes que besar en los labios al chico más cercano que tengas.
-M: Ese eres tú Adrián, no me jodas.
-A: No me odies a mí, odia al juego. Esas son las reglas, y desde luego tienes que cumplirlas.
-M: Es que no lo sé, tu eres mi amigo.
-A: ¿Y qué?¿ A caso dejaríamos de serlo? 
Tenía un argumento muy válido en verdad, y ganas a mí no me faltaban. 
-M: Está bien, pero cierra los ojos, que me da algo de vergüenza.
Me acerqué hacia él mientras él me esperaba con los ojos cerrados, nunca había besado a nadie, me daba mucho miedo de hacerlo mal y que él me rechace. Entonces sólo pensé en apoyar mis labios contra los suyos, esperando que él haga el resto, pero no fue así
Cuando sentí sus labios contra los míos sentí un deseo de morderlos, apretarlos y nunca jamás soltarlos, y eso mismo hice. Empecé a sentir como su cuerpo se unía al mío, en un abrazo que significaba que mis sentimientos hacia él eran correspondidos, quería alejarme, pero mi mente decía una cosa, y mi cuerpo otra, comencé a sentir como me recorría un calor por el cuerpo, algo que jamás había sentido, y pensé que era porque ese fue mi primer beso, y era con la persona que siempre deseé que fuese. Seguimos besándonos al menos por 10 minutos, hasta que él empezó a tocar mi espalda, bajando su mano cada vez más, hasta llegar a mi cadera, donde empezó a apretar muy fuerte, y eso a mí me encantaba.
Sabía cuáles eran sus intenciones, y yo estaba de acuerdo con ellas, le seguí el juego tocándole su brazo derecho, mientras metía mi mano por debajo de su remera, mientras que con mi otra mano le apretaba el cuello y lo traía hacia mí. Era todo lo que yo esperaba, y puede que un poco más.
El me empujo sobre mi cama y empezó a besar mi cuello, con sus manos tocaba mis hombros, yo solo me entregue a su merced, que él hiciera conmigo lo que él quisiera, el placer era inexplicable, estaba haciendo todo lo que a mí me generaba excitación, y mi cuerpo daba señales que él entendía a la perfección.  Siguió besándome pero esta vez él comenzó a bajar muy lentamente, dando pequeños besos, apenas rozando mi piel con su lengua y acompañándola con sus manos, saco mi blusa y mi corpiño, dejando mi cuerpo desnudo, justo como él quería.
Siguió bajando hasta llegar a mis pechos, que en verdad yo sentía mucha vergüenza, debido a que no eran muy grandes, entonces los oculté detrás de mis manos.
-A: Qué pasa? Hice algo mal?
-M: Todo lo contrario, solo que me avergüenzan un poco y no sé si te gustan.
-A: En eso tenés razón, no solo me gustan, sino que me encantan, ¿puedo demostrarlo?
Con un poco de pudor logre mover mi cabeza esbozando un sí, entonces él empezó a besar mis brazos, bajando hasta mis manos y con sus labios corriéndolas, dejando al desnudo nuevamente mis pechos, al verlos sonrió, como contemplándolos, con la yema de los dedos empezó a apenas rozarlos, mientras me beso nuevamente. Mis pezones se pusieron muy duros, y él lo notó, bajo su cabeza hacia ellos y empezó a tocarlos con la punta de la lengua. Oh dios, nunca había sentido tantas sensaciones placenteras juntas, 
Mientras lo hacia me miraba fijo a los ojos, el tenia dos ojos oscuros, casi negros, que eran muy llamativos, en ese momento, esa mirada me volvia loca. Mientras me besaba el cuerpo siguió bajando sus manos hasta llegar a mis caderas de nuevo, pero esta vez, comenzó a sacarme el short que llevaba, mientras lo hacía, tocaba mi cola, y seguía bajando con sus labios, hasta llegar a mi tanga. Como si lo hubiese esperado, llevaba una tanga negra con una banda blanca, que hacían juego con mis uñas, pintadas del mismo color. Mientras me miraba a los ojos nuevamente, iba tocándome muy suave mi entrepierna a través de mi ropa interior, que estaba completamente empapada. Hasta ese momento estaba estática en la cama, no podía moverme del grado de excitación que me había generado. Sin dudarlo dos veces tomé coraje, lo tome del pelo y comencé a besarle el cuello, sentir su respiración agitada contra mi oído me prendia mil veces más que antes, sentía una electricidad que me recorría por todo el cuerpo, y se hacía cada vez más fuerte, lo apretaba clavándole las uñas sobre su espalda, mientras él me tocaba lo que nadie antes había tocado. Era algo sumamente nuevo para mí todo lo que estaba viviendo, y el hacia que eso fuese mágico, quería que nunca termine ese momento, pensé que no podría estar mejor, pero una vez más me equivocaba, él comenzó a bajar y con los dientes me saco la tanga, casi arrancándola, dejándome totalmente desnuda, sin dejar nada a la imaginación, mirándome a los ojos comenzó a lamer, empezando por mis piernas siguiendo el camino, hasta que por impulso abrí mis piernas y lo empujé hacia mí, un impulso que nunca habría hecho, pero mi cuerpo ya no respondía de mi mente, y él se encargó de hacer que mi decisión no fuese equivocada. Con su lengua recorría cada centímetro, se sentía muy profunda, se sentía increíble. Él se tomaba su tiempo para descubrir cada lugar con su boca, mientras que con sus manos me acariciaba los pechos, me sentía flotar, me sentía única, me sentía viva.
No podía soportar más, quería que pare, pero a la vez quería que nunca termine, él lo hacía cada vez más fuerte, más rápido, más increíble, hasta que no soporte más, lo tome de la nuca con mis manos apretándolo sobre mi cuerpo y termine en un orgasmo increíble, empapando toda mi cama. Ver su cara de placer mientras mis piernas no paraban de temblar era una sensación única, y creer que hubiese querido parar en un momento así, solo era una utopía. Me incorporé como pude, para tomarlo de las manos y hacer que él se pare en frente de mí, su erección era increíble, y más me motivaba saber que era provocada por mí, le saqué la remera, y empecé a acariciarle su espalda con mis uñas, mientras sentía pequeños gemidos que provenían de su boca, comencé a besar su pecho, acompañándolo de algunas pequeñas lamidas. Sentía la vibración de su cuerpo en cada roce, en cada suspiro, podía saber que estábamos conectados, que en ese momento éramos solo uno. Explore con mis manos todo su pecho, podía ver sus labios tratando de esbozar unas palabras mientras lo hacía, parecía pedirme que lo toque, que lo posea. Por ese momento comencé a tomar el control, me deshice de su pantalón y podía notar aún más su erección, era una vista increíble, seguí acariciando sus piernas y sentía como seguía temblando, no sé si por nervios o por placer, pero me asegure que fuese lo segundo casi de inmediato, sin perder la conexión visual, lo tome desde atrás, apoyando toda su entrepierna contra mi pecho, y oh por dios, eso sí era increíble. Pero aún me faltaba sacarle su bóxer, cosa que no me costó demasiado por el grado de excitación que tenía en ese momento, no había necesidad de pensar nada dos veces. Se lo quite y quedo todo al desnudo, ambos sin nada de ropa, me sentía en el aire, comencé a besar su desnudez, partiendo desde abajo, recorriendo con mi lengua hasta la punta, siempre sin perder la conexión visual, su mirada me expresaba placer, mucho placer.
Comencé a hacer movimientos suaves, a darle pequeñas lamidas, a tocar suavemente con mis dedos desde abajo mientras me metía todo lo que podía en mi boca. Cada vez más agitada su respiración, sabía que no duraría mucho más de esa manera, seguí haciéndolo cada vez más rápido, un poco más profundo, cuando él se volvió loco, me tomo la cabeza y empujando hacia su cuerpo, tuvo un orgasmo increíble, acabando en toda mi boca, fue una sensación única. Sabía que lo volvería loco, y nada me daría más placer que verlo gozar, me retire, y mirándolo, abrí mi boca, mostrándole todo lo que él había hecho, y antes que dijese nada, trague todo, mostrándole mi boca ya vacía. Su cara era de satisfacción, mucha satisfacción. Y ahora más que nunca, no quería que esto termine, recordé que mi madre tenía unos preservativos cerca del armario que estaba en el living, entonces me vestí y fui a por ellos, para mi sorpresa no estaban donde deberían, pensé que mi madre podría haberlos usado, que era algo totalmente normal, pero lamentablemente, me encontré a mi madre mirándome, desde la otra punta de la habitación, con los malditos preservativos en la mano. En ese momento me di cuenta que ninguno de los dos habíamos sido lo suficientemente silenciosos en nuestro acto, y eso acabaría lo que restaba de la noche para nosotros.

















Espero les guste el relato! voy a continuarlo con el pasar de los días, déjenme sus criticas y como les gustaría que siga!

0 comentarios - Mi vida, Mía