Producto de la pandemia mundial y la cuarentena eterna en mi país (Argentina), muchas actividades comerciales, empresas privadas, de particulares, personales, han cerrado sus puertas, han quebrado, etc. El cierre de estos establecimientos ha dejado mucha mano de obra sin empleo, sin sustento para hacer frente a las necesidades básicas.
Yo por ejemplo, soy uno más de los millones de afectados por esto. Por lo cual, debí pensar en hacer algo que me permitiera subsistir. Por ello es que se me ocurrió este emprendimiento, y para comenzar, precisé ayuda.
¿A quién recurrir para algo así? Por supuesto, a la familia, si no, a quien otro?
Y, dentro de la familia, ¿Quién sería el eslabón más confiable? Sin lugar a ninguna duda, los abuelos.En este caso, la abuela, la abuela materna.
Sin embargo, tuve que presentar mi idea con algunos "adornos". No podía directamente, plantear abiertamente un sitio porno de citas a la abuela. Sino por el contrario hubiera fracasado antes de empezar. Tuve que "edulcorar" con el relato de la "Lencería sugestiva para adultos mayores". Igualmente esa descripción no le hizo mucha gracia a la abuela. La anciana aún era coqueta.
De todos modos, ese debate producido por mi caracterización general del emprendimiento, me terminó favoreciendo, me benefició el "ego de la coquetería femenina" el vejestorio me salvó.
Así fue que la convencí, primero para que aporte capital financiero "los ahorros de su pensión jubilatoria", cosa que resultó más sencillo que mi segunda petición, para que sea mi modelo para el catálogo comercial. Tengo que admitir que las primeras reacciones fueron muy negativas. De hecho al ver las prendas que adquirí, le parecieron como mínimo muy osadas por no decir escandalosas. Aunque, con el transcurso de las horas y mi discurso, entre lastimero (digno de compasión) suplicante.
Y la sorpresa, extrañeza que su atrevido vestuario le causó, la admiración por mi iniciativa, la persuadió.
Más tarde le expliqué, como parte de la idea de venta, todo lo que sabía yo, de lo que en psicología se conoce como "fetichismo". Le hablé del culto, la idolatría, la veneración excesiva, que consistía en fijar alguna parte del cuerpo humano o alguna prenda relacionada con él, como objeto de la excitación y el deseo. Fundamentalmente la que lleva a coleccionar prendas interiores femeninas.
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Al fotografiarla, mi estado era de vigilia, utilizado para identificar algún síntoma de abstinencia en ella. De renuncia a alguna cosa, principalmente por motivos religiosos o morales.
Específicamente, la privación de comer "carne" en tiempos determinados, por preceptos de la Iglesia católica. Esa es la sintomatología que presenta un sujeto al cesar bruscamente de ingerir un determinado fármaco o tóxico al que era adicto: en ella, la abstinencia a la actividad sexual.
Esta dilatación o demora de algo por un tiempo, podría ser muy beneficiosa para mi proyecto. Esa necesidad apremiante, imposibilitada por el aplazamiento de su lujuria, se despertaba en mi septuagenaria ancestral familiar.
Que era material o corpóreo en un ser animado, aquella lencería sexy, para diferenciarlo del [síntoma] psíquico: era ansia sexual.
Poco a poco "pasó prendas" mientras posaba sugestivamente frente a la cámara, Cada vez más desinhibida, actuaba con excitación espontánea. Fue como un afrodisíaco que despertaba su apetito sexual. La falta de orgasmos la había asexuado, adormeciéndo los deseos que el emprendimiento de su nieto hacía cuestionar, perdiendo el cuidado e inquieta ante la posibilidad de aparecer fornicable.
Luego de la sesión donde practicamente la cortejé. Intenté ser el macho que atrae a la hembra en celo con la intención de aparearse.
Ella dijo: Es tan lindo verte tratando de ocultarme esa enorme erección, cariño.
En primer lugar, es posible que hayas crecido, pero solía bañarte todo el tiempo, pero desde la última vez que vi tu pija, seguro es mucho más grande. Ahora sé un buen chico y quita tus manos para que esta vieja te pueda pervertir como solías hacer vos conmigo cuando eras más joven. Luego de aquello, le terminé de explicar el negocio, por supuesto que fue mi primer puta modelo.
Yo por ejemplo, soy uno más de los millones de afectados por esto. Por lo cual, debí pensar en hacer algo que me permitiera subsistir. Por ello es que se me ocurrió este emprendimiento, y para comenzar, precisé ayuda.
¿A quién recurrir para algo así? Por supuesto, a la familia, si no, a quien otro?
Y, dentro de la familia, ¿Quién sería el eslabón más confiable? Sin lugar a ninguna duda, los abuelos.En este caso, la abuela, la abuela materna.
Sin embargo, tuve que presentar mi idea con algunos "adornos". No podía directamente, plantear abiertamente un sitio porno de citas a la abuela. Sino por el contrario hubiera fracasado antes de empezar. Tuve que "edulcorar" con el relato de la "Lencería sugestiva para adultos mayores". Igualmente esa descripción no le hizo mucha gracia a la abuela. La anciana aún era coqueta.
De todos modos, ese debate producido por mi caracterización general del emprendimiento, me terminó favoreciendo, me benefició el "ego de la coquetería femenina" el vejestorio me salvó.
Así fue que la convencí, primero para que aporte capital financiero "los ahorros de su pensión jubilatoria", cosa que resultó más sencillo que mi segunda petición, para que sea mi modelo para el catálogo comercial. Tengo que admitir que las primeras reacciones fueron muy negativas. De hecho al ver las prendas que adquirí, le parecieron como mínimo muy osadas por no decir escandalosas. Aunque, con el transcurso de las horas y mi discurso, entre lastimero (digno de compasión) suplicante.
Y la sorpresa, extrañeza que su atrevido vestuario le causó, la admiración por mi iniciativa, la persuadió.
Más tarde le expliqué, como parte de la idea de venta, todo lo que sabía yo, de lo que en psicología se conoce como "fetichismo". Le hablé del culto, la idolatría, la veneración excesiva, que consistía en fijar alguna parte del cuerpo humano o alguna prenda relacionada con él, como objeto de la excitación y el deseo. Fundamentalmente la que lleva a coleccionar prendas interiores femeninas.
Observé que la abuela cada vez estaba más relajada, y me pareció que había conquistado una nueva adepta al fetichismo, que lo iba a comenzar a practicar, para convertirlo en hábito.
[/size]Ese cambio de trayectoria o de intenciones, me llevaron a la
[/size]desviación de un propósito.
[/size]Bah, para ser absolutamente sincero, ese era el objetivo final, pero los tiempos se adelantaron.
[/size]Al fotografiarla, mi estado era de vigilia, utilizado para identificar algún síntoma de abstinencia en ella. De renuncia a alguna cosa, principalmente por motivos religiosos o morales.
Específicamente, la privación de comer "carne" en tiempos determinados, por preceptos de la Iglesia católica. Esa es la sintomatología que presenta un sujeto al cesar bruscamente de ingerir un determinado fármaco o tóxico al que era adicto: en ella, la abstinencia a la actividad sexual.
Ese conjunto de fenómenos que caracterizan una situación determinada hizo crisis en ella con aquel atuendo. Produjo alteraciones, las que como suelen sufrir los adictos a una droga, cuando dejan bruscamente de tomarla.
[/size]Esta enfermedad, tal vez congénita, ya que también se advertía en su hija (mi madre) y su nieta (mi hermana) se acreditaban por la coexistencia de una dilatación mental y un conjunto variable de anomalías somáticas.
[/size]Esta dilatación o demora de algo por un tiempo, podría ser muy beneficiosa para mi proyecto. Esa necesidad apremiante, imposibilitada por el aplazamiento de su lujuria, se despertaba en mi septuagenaria ancestral familiar.
Que era material o corpóreo en un ser animado, aquella lencería sexy, para diferenciarlo del [síntoma] psíquico: era ansia sexual.
Poco a poco "pasó prendas" mientras posaba sugestivamente frente a la cámara, Cada vez más desinhibida, actuaba con excitación espontánea. Fue como un afrodisíaco que despertaba su apetito sexual. La falta de orgasmos la había asexuado, adormeciéndo los deseos que el emprendimiento de su nieto hacía cuestionar, perdiendo el cuidado e inquieta ante la posibilidad de aparecer fornicable.
Luego de la sesión donde practicamente la cortejé. Intenté ser el macho que atrae a la hembra en celo con la intención de aparearse.
Ella dijo: Es tan lindo verte tratando de ocultarme esa enorme erección, cariño.
En primer lugar, es posible que hayas crecido, pero solía bañarte todo el tiempo, pero desde la última vez que vi tu pija, seguro es mucho más grande. Ahora sé un buen chico y quita tus manos para que esta vieja te pueda pervertir como solías hacer vos conmigo cuando eras más joven. Luego de aquello, le terminé de explicar el negocio, por supuesto que fue mi primer puta modelo.
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