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Penetrada por el patán de mi vecino parte 3

No usábamos protección, por lo que cuando entre en razón ya fue demasiado tarde, la leche fluía dentro de mí. Me levanté de un salto, sintiendo como el semen de mi vecino caía en pesadas gotas por todo el suelo de la cocina.
-¡Uffff... que cogida me pegaste, mamita... me la dejaste echando humo...jaja!- se reía el guacho a la vez que se ventilaba la pija con una mano.
A lo único a que atiné fue a correr al baño y pegarme una buena enjuagada en el bidet, tratando de expulsar todo lo que ese malparido me había eyaculado adentro.
Penetrada por el patán de mi vecino parte 3
Luego me di una ducha y envuelta en una toalla volví a la cocina, pero él ya no estaba. Creí haberme librado de su presencia, pero el sonido de la tele en la sala me hizo entender que no era así. Voy hacia allá y lo veo ahí, sentado en el sofá, en bolas y con una erección que parecía negarse a bajar.
Va a ser mejor que te vayas- le digo con lágrimas en los ojos, no sé si de vergüenza, de culpa o de placer
-¿Te parece? Para mí la noche recién empieza, mamita- me replica en tono burlón, sacudiéndose la pija de un lado a otro.
-Ya me cogiste, ¿que más querés?- le reclamo.
-Bueno, para empezar una buena mamada no estaría mal- sugiere.
-Si pensás que te la voy a chupar estás loco- me niego.
-Entonces me quedo acá hasta que se despierten tus hijos y vuelva tu marido- me amenaza.
No puedes ser tan hijo de puta- le recrimino.
-Lo soy, mamita- lo dice como si se enorgulleciera de ello.
-No me llames así- le pido.
Ya me estaba colmando la paciencia con lo de "mamita".
-¿Cómo te llamo entonces? ¿Puta, putita, putona?-
Por lo visto estaba decidido a humillarme.
-Con Karla es suficiente...-
-¿Entonces Karla? Acá estoy esperando- insiste, las manos entrelazadas por debajo de la cabeza, y la pija más parada que al principio.
Te la chupo y te vas, me lo tenés que prometer-
-Una probadita de esos labios mami..., Lorena, y no me ves más el pelo-
Antes que nada voy a la habitación de los chicos para asegurarme de que siguen durmiendo. Cierro la puerta con llave, para evitar cualquier posible sorpresa y vuelvo con Pablo a la sala. Al tenerme cerca, me arranca la toalla de un tirón y se pasea con ojos lascivos por todo mi cuerpo.
-Que buena estás Karlita, mira que te cogí bien cogida, pero si por mi fuera seguiría dándote durante toda la noche-
-Me dijiste que te la chupaba y te ibas- le recuerdo.
-Sí, ven, dale que me muero por probar esa boquita- se entusiasma.
Él está sentado en el sofá, con las piernas abiertas, de modo que me acomodo en el suelo, poniéndome enseguida a cumplir con mi parte del trato.
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Mientras se la chupo, se la pajeo con una mano, tratando de hacerlo acabar rápido y que se termine de una vez ese calvario, aunque... no sé en que momento empecé a mostrar mi entusiasmo por estar en semejante situación.
De pronto había apartado la mano y solo usaba mi boca para deslizarme en torno a su verga. Aunque me resulte repulsivo, debo admitir que Pablo tiene una muy buena pija, dura, negra, venosa, suculenta, debía esforzarme para no demostrar lo mucho que me complacía tenerla en la boca.
Incluso ni me negué cuando se apretó la pija contra el vientre y me ofreció los huevos para que se los chupara.
-Quédate así, no te muevas- me dijo en cierto momento sacándome de repente el caramelo de la boca.
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Yo me había puesto de rodillas, prácticamente en cuatro patas, para disfrutar mejor de todo ese banquete, pero por lo visto él parecía tener una idea mejor. Así que me quede ahí echada, mientras él se levantaba y se ponía tras de mí, entonces supe lo que pretendía.
-¿Me... me vas a... romper el culo?-
Recordaba lo que le había dicho la mujer esa, la que salió corriendo de su casa: -¡Por el culo no!-
Y si bien yo nunca lo había hecho por ahí, mi pensamiento era uno solo, fuerte y claro:
-¡Por el culo sí!-
Lo primero que sentí fue un escupitajo y luego sus dedos esparciendo la saliva y parte de mi flujo hacia el interior de mi orificio anal.
-Wow, parece que esta noche voy a desvirgar un lindo culito- se ríe tras descubrir que nunca lo había usado.
-¿Me va a doler?- le pregunto con un ligero temblor en la voz
-Jaja, eso es lo mejor de todo, que duela- repone burlón.
Ni bien me la puso me estremecí toda, una cosa es el sexo convencional y otra muy distinta que busquen la alternativa. "La colectora" como él mismo la había llamado.
-¿Te gusta por la colectora, Lore?- todavía puedo escuchar su tono pérfido y morboso.
Si bien nunca lo había hecho por atrás, no estaba para nada reacia a que él fuera el primero. Todavía me resultaba repulsivo, desagradable, pero la cogida que me había dado en la cocina, lo habilitaba para que fuera incluso más allá.
Ya me había entregado como no me entregué a nadie jamás, ni siquiera a mi marido, un poco mas no haría ninguna diferencia.
Cuándo alcanza a meterme algo más que la cabeza, ahogo un grito de dolor, pero no le pido que se detenga, por lo que sigue empujando hacia adelante, vulnerando ahora si el último bastión virgen de mi cuerpo.
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La mitad de su verga bien clavada adentro me dice que ya de virginal no me queda nada.
La deja un momento ahí, para que el agujero se vaya acostumbrando a lo que va a recibir, y comienza a moverse, de atrás hacia adelante, metiendo con cada empuje un trozo más de carne.
El dolor se acrecienta, un dolor acuciante, intolerable, muerdo el forro del sofá tratando de canalizar de alguna forma ese tormento que parece no terminar nunca. Un tormento dulce y delicioso.
Porque duele sí, pero se trata de un dolor agradable, placentero, que no se padece en lo absoluto, por el contrario, se goza, se disfruta, es la primera vez que me rompen el culo, pero sé que no será la última.
Sigue avanzando, siempre hacia adelante, firme e inexorable, hasta que parece toparse con una barrera que le impide seguir en la brecha. Se retira, me vuelve a escupir en el agujero, ahora ya bastante más abierto, y sigue empujando, empuja, empuja y empuja hasta que se escucha (¿o lo imagino?) un "CRACK" y el resto de su verga encuentra por fin el camino a la Gloria. La tengo metida hasta los pelos, y ahí dentro la siento más dura y gorda que antes.
Ya con toda su pija adentro, empieza a moverse, muy lento primero, como amoldándose a mis medidas, y aunque ya me había roto el culo, cada empuje me hacía saltar lágrimas de los ojos, no sé qué más habría por romper, pero cada vez que me la metía hasta el fondo parecía romperme algo.
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-¡Ahhh... Ahhhhh... Ahhhhhhh!- me estremecía yo entre clavada y clavada, dejándome horadar el ojete hasta donde el largo de su pija me llegase.
No estuvo mucho tiempo dándome despacio, ya que se alzó sobre sus piernas y me dió la vuelta quedando con las piernas alzadas, las manos firmes en mi cintura, y arremetió con todo, clavándomela una y otra vez con una fuerza demoledora.
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Ya tenía toda esa parte entumecida, los repetidos e incesantes combazos que me asestaba uno detrás de otro me sacaban chispas del culo, me trituraban el esfínter, mazazo tras mazazo.
Ya no gritaba, tampoco lloraba, el peor momento había pasado (¿había pasado?) ahora solo gemía y me retorcía bajo su influjo.
Me mojé dos o tres veces más, algo que jamás me había pasado, sintiéndolo ahora a él próximo al orgasmo, jadeando cada vez con mayor énfasis, hasta que en medio de un último embiste, me la deja bien atravesada y me acaba adentro entre exaltadas y profusas exclamaciones.
Había recibido la leche de Pablo por adelante y ahora la recibía también por atrás.
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En medio de plácidos estremecimientos caemos derrumbados al suelo, abrochados todavía, disfrutando juntos esos últimos ramalazos de placer.
-Ahora si por favor, vete mi amor- le digo cuando por fin me la saca del culo, sin siquiera mirarlo, aunque adivinaba en su rostro alguna sonrisa de suficiencia, la típica del macho que sabe que te cogió como nadie.
Me quedo tirada en el suelo, lo único que alcanzo a escuchar cuando se va es el ruido de la puerta al cerrarse. Me quiero levantar, pero las piernas me fallan, no me sostienen, por lo que tengo que ir casi arrastrándome hasta el baño, pasando antes por el cuarto de los chicos para asegurarme de que siguen durmiendo, a Dios gracias no se enteraron de nada.
Lleno la bañera con agua caliente, sales aromáticas y me doy un baño de inmersión de casi una hora. Cuando salgo ya son casi las seis de la mañana, en un par de horas tengo que ir a trabajar. Igual me meto a la cama, dispuesta a dormir aunque sea unos minutos
Estoy con el cuerpo a la miseria, me duelen articulaciones que ni sabía que tenía. Me duele todo, pero lo que más me duele es el culo, por lo que me acuesto de lado, tratando de no apoyarme en esa zona de la había abusado tanto.
Cuando me despierto, dos horas más tarde, me duele mucho más todavía, siento como que me late por adentro, sigo sin poder sentarme, y acuso una leve renguera al caminar.
Temo que me haya fisurado el ano, lo cual es muy probable después de la brutalidad con que me hizo la cola.
Pese a lo dolorida que estoy, me levanto, me visto y salgo a la calle antes de que los chicos se despierten. Aunque hay dos o tres farmacias a la vuelta de casa, voy a una que no me conozcan. Compro la píldora del día después, y una pomada para la irritación de zonas sensibles. Paso también por la panadería, compro facturas y vuelvo para desayunar con mis hijos. Luego del desayuno y mientras ellos juegan, me encierro en mi cuarto, me tomo la dichosa píldora y me aplico generosamente la pomada en derredor de todo mi orificio anal.
Luego llamo a mi trabajo para dar parte de enferma.
"Descanso médico por rotura de ojete".
¿Y ahora qué?, me pregunto después. ¿Cómo seguirá esto de ahora en más? ¿Qué hará Pablo después de haberme hecho suya? ¿Qué haré yo después de haber sido suya como no lo fui jamás de nadie? Ni mi marido, que me dio dos hijos, me había hecho todo lo que él me hizo solo en una noche.
No sé qué pasará mañana, pasado mañana, al día siguiente, pero de algo estoy segura, más allá del dolor y la culpabilidad por lo ocurrido, no me arrepiento, por primera vez en mi vida disfrute intensamente ser mujer.
Continuará....

1 comentarios - Penetrada por el patán de mi vecino parte 3

Mike3445
Buen relato, esperando la continuidad