“Una noche candente”
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Con los ojos cerrados y el agua cayendo sobre su cuerpo desnudo, Eduardo recuerda a su tío Alonso. Por años había odiado a ese hombre, sin embargo, en ese momento pensaba en contactarlo, ya que le urgía charlar con él. Después de conversar con Romina, un sentimiento de culpa lo invadió, haciéndolo ver, que lo que había pasado con Belén fue un error, algo que jamás debió ocurrir, pero fue débil ante la tentación y dejó que sus instintos salvajes lo dominaran.
Por si eso fuera poco, todavía no era capaz de hallar las palabras idóneas para terminar con Vicky, ni siquiera pudo mirarla a la cara, cuando la mujer entro. Todo le parecía confuso, aunque pensándolo con detención, el maduro comprendió que primero debía lidiar su separación con Victoria. Era el primer paso para iniciar con su nueva vida, luego hablar con su tío y finalmente aclarar sus sentimientos. Si bien era prematuro vincular el amor con Romina, no podía ocultar que esa jovencita le importaba mucho.
Sumergido en sus pensamientos, no nota que la manilla de la puerta comienza a moverse y lentamente se va abriendo. Aquella figura se trasladaba con sigilo, para cuando Eduardo se percató de que alguien había entrado al baño, ya era muy tarde para hacer algo. Acorralado veía como esas manos juguetonas bajaban por su pecho, hasta llegar a su miembro. –“Sé que todavía no es la hora de dormir, pero no pude esperar hasta media noche, necesito de tu verga, ahora ya”- murmuró Belén con un rostro malicioso.
Eduardo asombrado, veía cómo los labios de esa muchacha se cercaban de los suyos, mientras su polla era sobada por esas manos ébano. –“¿Qué estoy haciendo?”- dijo el hombre al mismo tiempo que atrapaba a esa jovencita entre sus brazos y sus bocas se entrelazaban. –“Simplemente no puedo controlarme”- señaló, sin dejar de besarla y acariciando esa piel suave. Su pene tomando su forma erecta, se frota contra el abdomen de esa chica.
Mientras Eduardo caía en la calentura, Romina y Vicky se cruzaban en el pasillo, ambas sienten cierta vergüenza y desvían sus miradas. La joven le consulta a la madura por el hombre, ella le responde que se estaba tomando una ducha. –“¿Todavía?”- expresa con sorpresa, –“Sí, ¿por qué?”- interpela la mujer. –“No, por nada. Solo me asombra que aún se siga bañando, teniendo en cuenta que mi madre quiere hablar con él”-, declara Romina, pensativa.
Vicky: Oh, ya veo. Por cierto, ¿en dónde está tu madre?
Romina: No lo sé, salió muy temprano diciendo que iría a ver una amiga y luego me llamó diciéndome que quiere hablar con mi tío urgente.
Vicky: ¿Urgente?
Exclamó intrigada.
Romina: Sí, para serte sincera a mí también me llamó la atención. Bueno te dejo.
Las dos sin mirarse a los ojos toman sus propios caminos, la mujer sube las escaleras, muy seria y pensativa, la joven por su parte se acerca al baño en donde Eduardo y Belén, continuaban tocando sus cuerpos y no separaban sus labios. El maduro toca con sus dedos, la vagina húmeda de la morochita, quien no deja de masajear el pene de él. Ella apartando su boca, susurra, –“No dejó de sorprenderme de lo duro y grande que lo tienes”-, Eduardo lujurioso le muerde la oreja.
Eduardo: A mí me sorprende lo persistente que eres, ¿acaso no quedaste satisfecha con la cogida que di?
Belén: Me dejaste más que satisfecha, pero saber que tú aun no lo estabas, no me dejaba tranquila.
Eduardo: Vaya, solo quieres complacerme.
Belén: Sí y no me importa, si tu prometida está cerca, yo solo quiero drenar toda la leche de tus pelotas. Incluso si tú quieres, puedo reemplazarla. (Sonríe)
Eduardo: Dios mío, como me encanta tu personalidad y tu actitud decidida. Me dan ganas de reventarte todo el día.
Afirmó el hombre, rozando su glande con los mojados labios vaginales de la muchacha.
Belén: ¿Ah, sí?
Eduardo: Sí, con solo tenerte a unos centímetros de distancias, me dan ganas de desvestirte y clavártela hasta el fondo.
Ella lo besa apasionadamente, luego de eso, Belén lo mira y le comunica que su chochito estaba listo para ser cogido, al oír esto Eduardo ríe y dice.
Eduardo: ¿Tu chochito? No, ahora quiero jugar con tu culito, putita.
Belén: (Sorprendida) ¿Mi culito?
Eduardo: Sí, tu culito... ¿Por qué tan sorprendida? ¿Jamás te lo han metido por ahí?
Belén: No... Nunca...
Eduardo: Vaya, yo pensé que una cola tan hermosa cómo la tuya, ya no era virgen... ¿Tú no les permitía que te la cojan o todos fueron unos estúpidos y pasaron de ella?
Belén: (Con cierta timidez) Yo no sé los permitía.
Eduardo: Bien, no voy a criticar tus motivos... Sin embargo, a mí sí me vas a permitir coger tu colita, ¿verdad?
Belén: Sí, tú puedes... Ya que mi cuerpo te pertenece.
Eduardo: (Sonríe) Solo tenemos un pequeñito problema... No tengo lubricante aquí, así que vas a tener que ser una buena chica y lubricarme la polla con tu boquita.
Belén: Entendido, amo.
La muchacha fue bajando, hasta llegar al miembro del hombre. Lo toma entre sus manos y la mira con lujuria, deja salir saliva que cae en esa polla, con sus manos la masajea. Esparce la saliva por todo el tronco, hace este ejercicio varias veces, hasta que finalmente abre su boca y comienza a introducirse esa tranca. A Eduardo le encantaba ver cómo la morochita le comía su polla.
Eduardo: Oooohhh, sííííí... Come tu paletita de carne que tanto te encanta.
La muchacha al oír aquello ríe y se retira lo que tenía adentro de su boca.
Belén: ¿Paletita? De estar bromeando... Esta cosa es una paletota y vaya delicia que es.
Eduardo: (Sonríe) Bueno, entonces come mi paletota, putita.
Belén: Lo que ordene mi hombre.
Ella se introducía lentamente el miembro a su boca, jugaba con la glande y luego lo tragaba poco a poco. Eduardo, sentía un gran placer y satisfacción con la mamada estaba recibiendo. Ella era tan buena con su boca como lo era la hija de su amiga, la gran diferencia entre Belén y Romina, es que la primera confesaba haber chupado varias pijas, dando a entender el porqué era tan buena en eso, en cambio la segunda, decía ser una inexperta, pero lo hacía como una profesional, lo que le resultaba contradictorio al hombre.
Luego de unos minutos de estar disfrutando de la boca de la jovencita, Eduardo le pide que pare, ella lo hace y algo picará le pregunta.
Belén: ¿Estás por correrte?
Eduardo: No... Solo quiero que coloques tu lindo trasero en mi boca, para que me lo coma y lo vaya preparando, para cuando te lo penetre. Tú puedes seguir chupando mi pene si así lo deseas. No te preocupes, si me corro, ya que tengo energía suficiente, para romperte el culo.
Belén: (Pajeando el miembro del hombre con sus manos) Ok... Me parece una estupenda idea...
Belén se acomoda y coloca su culito en la boca del maduro, quien no tarda en jugar con él. Pero no solo usaba su boca, sino que también utilizaba sus dedos, la muchacha trataba de continuar con su mamada, sin embargo, no podía concentrarse y solo gemía. Romina, parada en la puerta estaba confundida por los sonidos que escuchaba, ella se negaba a aceptar que Eduardo y Belén se encontraban juntos en el baño, teniendo sexo. El maduro, sin poder resistir más a sus deseos lujuriosos, le pide a la jovencita que se recueste en el piso y levante esa colita, ya que era momento de coger.
Belén le hace caso sin poner alguna excusa, aunque actuaba como si estuviera tranquila, su corazón palpitaba de forma acelerada y sus piernas tiritaban, ellas delataban el nerviosismo que tenía la muchacha, quien iba a experimentar por primera vez el sexo anal. Eduardo allega su impaciente y duro pene al trasero de la jovencita, él le pide que abra sus nalgas, para que pueda ver detenidamente como su polla va partiéndole su tierno y virgen ano. Belén nuevamente le hace caso al hombre, este sonriendo, introduce su miembro, ella pega un grito que rápidamente es ahogado por las embestidas que le daba Eduardo.
Él le toma los brazos con sus manos y no deja de ensartarle su polla. A pesar de que el chillido de la muchacha había sido corto, fue lo suficiente fuerte, para que lo escuche Romina. Ella intrigada por ese grito, apega más su oído a la puerta, rezando internamente para que no distinga la voz del hombre entre los jadeos de su amiga.
Eduardo: (Susurrando) ¿Y qué opinas del sexo anal?
Belén: Hhhhhmmmm... Dioooooossss... Es increíble, magnifico, impresionante...
Eduardo: ¿Lamentas no haberlo hecho antes?
Belén: Noooo... Mmmmmhhh... ¿Quieres saber por qué no lo lamentooooo?
Eduardo: ¿Por qué?
Belén: Nnnngggh... Porque si encuentro tan bueno el sexo anal... Hhhhhmmm... Es porque tú me estas rompiendo el ortoooo... Tú haces que coger sea maravilloso... Uuuhhh... Y tan adictivooooooo... No le daré a nadie más mi culito, solo será tuyo, mi semental...
Eduardo: Que bonitas palabras, putita... Sinceramente, me han llegado al corazón... Si no vas a dejar que nadie más te coja el culo, de ahora en adelante, me lo voy a coger siempre, al igual que tu lindo chochito... Que por...
Antes de que Eduardo terminara de hablar, Romina interrumpe tocando la puerta y diciendo –“Belén, Belén, ¿estás ahí? Escucho muchos quejidos ¿te encuentras bien?”-, el hombre quedó paralizado, mientras que Belén sonreía y llegaba a su orgasmo. Ella quería gritar y gemir fuerte, al mismo tiempo que decía el nombre del maduro, para darle a entender a Romina que ella había ganado. Sin embargo, Eduardo previó aquello y soltó los brazos de la jovencita y llevo sus manos hacia la boca de ella.
De esta manera reprimía cualquier grito o gemido. Él sin dejar de coger esa cola morocha, incluso aumentando el ritmo de sus estocadas, le susurra en el oído a la joven, mientras Romina continuaba tocando la puerta y mencionando el nombre de su amiga con un tono de desesperación.
Eduardo: Si quieres que te siga cogiendo, debes entender que Romina no se debe enterar de lo que hacemos... Si ella lo hace, jamás volveré a follar contigo... Y tú serás la única afectada, ya que yo puedo conseguirme otra putita, que sepa mantener la boca cerrada... ¿Entendido?
Las palabras del hombre hicieron eco en Belén, la muchacha entendió que, si quería seguir gozando de esa polla, tenía que mantener su boca cerrada adelante de Romina. No podía presumirle de que ellos dos cogían, sin tener otra opción, movió su cabeza señalando que tenía todo claro. Eduardo sonriendo le dice, –“Buena chica"-, él deja de sostener la boca de la jovencita y ella para no dejar salir un gemido, muerde la toalla. Eduardo no dejaba de embestirla, provocando que se corra de nuevo, mientras lo hacía, ella pensaba.
–“Maldición, qué daría para que Romina entrada y nos viera cogiendo... Que viera como Eduardo tiene ensartado su pollón en mi ano y me lo mete sin piedad... Sin embargo, él no quiere que ella se entere y debo aceptarlo, aunque si vengo más seguido aquí, tarde o temprano, Romina nos encontrara. Ella va a entender que su querido tío, es mi semental y me rompe el coño y el culo"-, Romina se cansa de llamar a su amiga y no tener respuesta, vuelve a la cocina en donde espera a que su madre llegase.
Vicky volvía a bajar, para beber algo de agua y consumir una pastilla, para calmar el dolor de cabeza que la ajetreaba. Al pasar cerca del baño donde se suponía que su prometido debería estar tomando una ducha, escucha un suspiro que le llama la atención, pero no le da importancia después de unos segundos, pues pensaba que era imaginaciones suyas. La mujer sigue su destino, ignorando que ese quejido era de Eduardo, quien seguía follando ese culo morocho. Ya llegando a su límite, de nuevo acerca su boca al oído de la joven y le susurra.
Eduardo: Ya estoy cerca, ¿lo quieres dentro de tu culo?
Belén había pasado la cogida mordiendo la toalla con la cual se secaría ese maduro. Agarrándose de ella, deja de morderla, para tratar de contestar de forma rápida y que no se escuche sus chillidos.
Belén: Sí...
Tras oír la respuesta, Eduardo aumento una vez más el ritmo de sus penetraciones, haciendo que la muchacha se corra una vez más y él finalmente comenzaba a bombear su semen dentro de ese culito al que desvirgino. Los dos cansados, quedan acostado en el suelo, Belén se cuestionaba que había sido mejor, la primera cogida o la que acababa de tener. Luego del descanso, la morochita se acerca al miembro del hombre y se lo vuelve a comer, esta vez para limpiarlo. Al terminar ella le dice al maduro.
Belén: Sin duda alguna, me verás más seguido en tu casa...
Eduardo: Te estaré esperando con mi polla lista para coger, putita... Por cierto, cuando Romina te pregunte, por qué no contestaste, le dirás que estabas masturbándote, mientras hablabas por el celular con tu novio.
Belén: Ok.
El hombre se levanta y se coloca su ropa, abre la puerta lentamente y se fija que no hubiera nadie que lo vea. Sale y vuelve a su cuarto, donde comienza a secar su cuerpo húmedo con la toalla, que esa negrita tuvo en sus labios. En eso, Victoria justo entra a la habitación, ella le sonríe y se acerca a él, colocando sus brazos alrededor del cuello del hombre y besándolo de manera estimulante. La mujer le dice que lo había extrañado mucho y empezaba a tener celos con tantas mujeres en la casa.
Eduardo titubea, tenía la gran oportunidad de hablar a solas con ella y aclarar todo lo sucedido, no obstante, algo le impedía para decir aquellas palabras. Un leve silencio reino, hasta que, de pronto se escucha los gritos de una Lorena exasperada. Vicky miró confundida a Eduardo, quien le pidió que se quedé esperando en la habitación. Él se viste de manera rápida y baja las escaleras, la mujer al verlo, lo abraza, dejándolo más intrigado sobre lo que ella quería hablar.
La muchacha miraba desde la cocina con mucha inquietud, pensando en acercarse, observa a Eduardo que le hace una seña para que no interviniera, ya que independiente del asunto que quería hablar la mujer, él lo iba arreglar. Romina hace caso, Belén por su parte, no entendía lo que pasaba solo pensaba en la polla del maduro y en volver a coger con él. Lorena le pidió a su amigo ir a hablar en un lugar más privado, él accede, sin un pero entre medio. El maduro reflejaba una actitud templada, a pesar del miedo de tener que enfrentar a su amiga, lo consumía.
Ambos caminaron hasta la oficina del hombre, él fue abriendo lentamente, pero la mujer no espero que la puerta estuviera abierta completamente, entrando de golpe, ambos se quedaron mirando al rostro, la respiración de Eduardo comenzaba a acelerarse. Sin embargo, la mujer le da otro abrazo, ella estaba triste, desilusionada y a la vez enojada. Eduardo sintió alivio esta vez por el abrazó de su amiga, ya que eso significaba que Lorena no iba hablarle sobre Romina, pues si ese fuera el caso, no tendría sentido que lo abrazada, sino debería ser más hostil.
Eduardo: ¿Qué pasa, Lorena?
Consultó rompiendo el hielo.
Lorena: Edu… No sé cómo decírtelo sin que te duela.
Eduardo: ¿Es algo malo?
Lorena: Muy malo, decir que es algo perverso es poco.
Eduardo: (Confundido) Que más da, suéltalo de una, que me estás preocupando.
Lorena dudaba, no sabía cómo confesarle a su mejor amigo que su prometida era una puta. Sí, ella lo sabía, ¿cómo lo supo?, la respuesta es Piero. Después de estar en el cementerio, la mujer contestó su celular después de varias llamadas sin coger. El mejor amigo de Eduardo era quien la había estado llamando de manera tan persistente, él desde aquella tarde en que ambos gozaron de una deliciosa cogida, no había dejado de pensar en ella y solo quería volver a repetir la experiencia.
La Milf no veía con malos ojos pasar la tarde junto con Piero, porque quería mantener la distancia con Eduardo, pues se sentía atontada con él estando tan cerca. Concordaron en verse en el centro, luego de charlar y compartir un rato, se fueron a la casa de él, Piero ingenuamente se ilusiono con volver a tener a esa mujer entre sus brazos. Y, mientras se dirigían al domicilio de Piero, él aprovechó para preguntarle si alguna vez se le paso por la cabeza, tener una pareja que fuese la figura paterna de su hija.
Lorena: ¿Figura paterna?
Expresó entre risas.
Piero: Sí, ¿crees que sea algo malo?
Lorena: No, claro que no. Solo me causa gracia, porque Romina ya tiene su figura paterna y ese es Eduardo.
Piero: (Sonríe) Claro, pero ella no lo ve como un padre.
Lorena: Lo sé, sin embargo, para mí, él es como su padre, no necesito que otro quiera cuidar o dar apoya a mi hija, cuando Eduardo siempre ha estado presente.
Afirmó la Milf con seguridad.
Piero: Entiendo, perdón por esa pregunta, fui un tonto y quizás lo sea de nuevo, porque es un tema que no debe importarme, aun así quiero saber, ¿por qué tu ex no le interesa ni un poco Romina si es hija de ambos?
Lorena: Quizás porque nunca me amo y vio a Romina como algo que le corto las alas de su juventud. Quiero decir, él me fue infiel varias veces, incluso cuando recién estábamos saliendo y yo siempre lo perdone, porque lo veía tontamente como una salvación. Eduardo me decía que lo deje, pero nunca me atreví, hasta que cometió la peor traición.
Piero: ¿La peor traición?
Consultó pisando el freno para estacionarse por la luz roja que marcaba el semáforo. Lorena suelta un suspiro y con una mirada angustiada le revela que el motivo por el cual ella se divorció de su ex marido, fue porque él se involucró con la novia de ese entonces de Eduardo. Piero se quedó inmóvil, sintiendo un golpe de culpa que le oprimía su pecho. La mujer al no tener respuesta y ver que había cambiado a luz verde, pero Piero no avanzaba, comienza a moverlo y preguntándole si le pasaba algo.
Piero: ¿Eh?
Contesta, después de unos largos segundos.
Lorena: Te estoy preguntando, ¿si estás bien?, y estamos con luz verde, avancemos antes que los otros conductores se impacienten.
Piero: Ah, sí… Sí… Solo me sorprende que a Eduardo le hayan puesto los cuernos, es decir, por lo que sé él está muy dotado también.
Comentó, volviendo a retomar el camino.
Lorena: (Ríe) ¿Piensas que a las mujeres solo nos importa el tamaño?
Piero: (Nervioso) Nooo… Es decir, Eduardo es un romántico, es prácticamente un partido perfecto, me sorprende que alguien le haya sido infiel.
Lorena: Sí, pero al igual que ahora, él le dedicaba muchas horas a su trabajo, dejando abandonada a su pareja quien cayó en el juego de Martín. Aunque para serte sincera Eduardo no sufrió, de hecho yo fui la que quedó devastada al saber que le fueron infiel, porque no me gusta verlo herido, sin embargo, estaba interesado en otra mujer, que nunca le daba el sí, para estar juntos y por eso la infidelidad no le afecto en lo más mínimo, solo actuó para Romina. Él se mantuvo soltero desde ese entonces hasta que llegó la indicada, parece y le hizo olvidar ese amor imposible, (suspira) ojalá la tal Vicky lo sea, mi Edu no merece sufrir más traiciones por la que ya ha pasado.
Piero se quedó en silencio en el último tramo. Abrumado, se maldecía internamente por lo que había hecho hace un par de días. Al llegar a la casa, el hombre baja primero y entra, dejándole la puerta abierta a Lorena, mientras él se dirigía al baño en donde se encierra unos minutos. Llevando sus manos a la cabeza se mira en el espejo, interrogándose, -¿qué había hecho?- no soportaba ese sentimiento de culpa que lo atormentaba, Lorena iba a bajarse del coche, cuando ve que el móvil del hombre suena, ella lo toma y justo llega un mensaje de Victoria que fue inevitable no leer para la mujer.
Aquel texto decía, –“Piero, necesitamos hablar, necesito aclarar lo que pasó la noche del sábado, porque no quiero que te confundas y pienses que volver a coger contigo"-, Lorena se sentía desilusionada y con mucha rabia, dejo tirado el celular en el auto, se baja de este y entra a la casa. Ella quería enfrentar a Piero, a ver que excusa le daba y que de alguna manera le dijera que todo era una pésima broma, que entre él y Victoria no había pasado nada.
Piero respiró muy hondo, comprendiendo que la razón por la cual él estaba sintiéndose tan mal, era por los sentimientos que empezaban a florecer hacía Lorena. Si Eduardo sufría ella también lo haría y era claro que jamás le iban a perdonar lo que hizo aquella noche del sábado. Decidido a ocultar aquello, sale del baño, encontrándose cara a cara con la mujer, que sollozaba, –“¿Paso algo, cariño?"- preguntó ingenuamente. Lorena sin perder el tiempo, le pregunta si había tenido sexo con Vicky.
Él se quedó callado, con un rostro de sorpresa y espanto, lo suficiente para dejar en claro que si había ocurrido algo entre ellos dos. –“Eres despreciable, no quiero volver a verte en mi vida”- sentenció Lorena, dándose la vuelta y botando unas lágrimas, las cuales no sabía si eran de dolor o felicidad. Piero la toma del brazo y le ruega que le permita explicarle todo. La mujer molesta le dice que la suelte, él desesperado la jala hacía él y quedando frente a frente de nuevo, Lorena llorando le dice que es un traidor y un mentiroso.
Piero: Dame solo 5 minutos y yo te explicó todo.
Lorena: No quiero oír tus excusas, no eres diferente a Martín, después de todo. Incluso eres peor, ya que él se metió con la novia de Eduardo, más que nada porque lo odiaba, tú eras su mejor amigo y aun así lo traicionaste, con la mujer que él quería casarse.
Lorena le da una bofetada y le repite que no se acerque y que no quería verlo nunca más. Ella salió de la casa y tomo un taxi para regresar donde Eduardo. Piero destrozado, salió detrás, subiéndose a su coche, ve su celular, tomándolo ve el mensaje, enojado tira el teléfono al suelo. Mientras iba en el taxi, Lorena llama a Eduardo, pero este no le contesta pues su móvil se encontraba en su habitación y él en ese momento cogía a la morochita. Así que decide llamar a Romina, la muchacha contesta, pensando que su madre le preguntaría cómo estaba y que le diría que disfrute aquel día con el hombre.
Pero al oírla desesperada y enojada, fue cuando pensó lo peor. Nerviosa y asustada, la jovencita volvió a buscar al maduro, primero en su habitación, luego en la cocina, después en el salón e incluso salió al patio, sin imaginar que él estaba en una pequeña habitación, disfrutando y cogiendo el chocho de Belén. Regresando a la actualidad, Lorena aún no decía nada, Vicky tenía un mal presentimiento, ya que cuando llamó a Piero para comunicarle que lo vería mañana en su casa para charlar, este ebrio le dice que se preparé para el caos.
Eduardo: Lorena, di algo... ¿Qué es lo tan delicado que me querías decirme?
Dijo perdiendo la paciencia.
Lorena: T-tu… Tu prometida te fue infiel.
Lorena pensó que sus palabras fueron en un tono muy frio, pero se sorprendió al ver la reacción de su amigo y su respuesta.
Eduardo: Ah, eso... (Suspira y ríe) Pensé que era algo más grave.
Lorena: (Confundida) T.. Tú, ¿lo sabias?
Eduardo: Antes de responderte, dime ¿cómo lo supiste tú?
Lorena: (Nerviosa) Eeeehh... Bueno yoooo... Yoooo... Yo lo supe, porque encontré a Piero hablando con ella...
Eduardo: (Suspira) Así que Piero también estaba con ella... Vaya... Es raro, ¿verdad? Debería dolerme, pero no es así, quizás…
Lorena: (Interrumpe) Por favor, no digas que aún sigues enamorado de mí.
Eduardo todavía desconociendo sus sentimientos verdaderos, le sonríe a la mujer y aprovecha a hacerse la víctima.
Eduardo: Debería odiarte, por rechazarme tantas veces y hacerme sufrir de esta manera. Así que, ¿por qué no me concedes tu sexy cuerpo por última vez?
Lorena: ¿Qué?
Eduardo: (Agarrándola de la cintura) No sé cómo decirle a Vicky que esto se acabó, sin usarte como argumento. Si lo hacemos ahora mismo, tal vez ella nos encuentre y comprenda que ya no quiero seguir con el compromiso. Evitando así las palabras y tener que confesar una vez más, que solo estaba con ella, para sacarme de la cabeza a la mujer que siempre me ha tenido loco.
Lorena: E-Eduardo.
Eduardo: No te imaginas lo tormentoso que es vivir, con los llantos de mujeres, al saber que solo fueron utilizadas para hacer olvidar a otra y fracasaron. Aún si Victoria estuvo con otros, incluyendo mi mejor amigo, saber eso, la va a destrozar. Porque las palabras algunas veces duelen más que las acciones.
Lorena tras oír la petición de su amigo, se queda muda, pensando unos minutos, aunque cada segundo que pasaba se le hacía más difícil ocultar sus ganas de estar con él. Ese miembro erecto rozaba sus piernas y se sentía muy caliente aun estando dentro de ese pantalón, sus labios tiritaban, más al ir acercándose los del hombre. Ella ya no resistió más y mordiendo su boca, acarició la espalda de su amigo, que más de una vez había sido su amante.
–“Ok… Da-dame ese paquetón que tienes ahí guardado”- murmuró la Milf, los dos contaminados por la lujuria, entrelazaron sus lenguas y fueron quitándose la ropa lentamente. Ella le levantó la camiseta y se lo quitó, apegando sus enormes senos en ese fornido pecho, él trataba de desbrochar el cierre del vestido de la mujer, no obstante, la ansiedad de poder tocar todo ese cuerpo voluptuoso hacían que sus manos se comportaran de manera torpe.
Con sus ardientes bocas todavía unidas, Lorena le baja el pantalón a Eduardo, sorprendiéndose, ya que la enorme verga erguida del hombre, rebotó como un resorte cuando ese pantalón caía al suelo. –“Oooh, vaya… ¿andabas sin ropa interior?”- comentó ella tomando entre sus manos ese fierro caliente que soltaba pequeñas gotitas de semen. –“No me diste tiempo para que me vistiera con calma”- expresó a la vez que mordía el cuello y se embriagaba con el olor de su amiga.
Lorena: Querrás decir que ya tenías planeado cogerme, guarro.
Eduardo: No niego que me moría por follarte, sin embargo, había tomado una ducha y mientras buscaba mi ropa tú llegaste, haciendo que me ponga lo primero. Si hubiera sabido que terminaríamos así, no me molestaba en vestirme, bajaba encuerado y te la ensartaba de una.
Lorena: Ooohh, sí que me tienes ganas.
Eduardo: Siempre, contigo no puedo conservar la cabeza, mi amor.
Declaró el hombre, acariciando los muslos de la mujer y clavando su lengua otra vez dentro de la boca de ella. Sus salivas ardientes se mezclaban, el sabor de ellas les resultaba completamente afrodisiaco a ambos, que no podía separar sus labios. Finalmente él era capaz de bajarle la cremallera del vestido, no obstante, al tener sus bocas fundidas era inútil intentar quitarle el vestido. Ellos se mantuvieron dando ese largo y cachondo beso, hasta que sentían que les faltaba el aire.
Lorena: Debo confesar que yo también anhelaba esto, desde el momento que me volviste a hablar, mi cuerpo no ha dejado de estar caliente y deseoso por placer carnal.
Aclaró la mujer con sus alientos sofocantes. Eduardo sonríe y le pide que se desvista, ya que él con la emoción no puede. Lorena suelta una carcajada, recordando la primera vez que estuvieron los dos juntos, en esa ocasión, el hombre también no logró desnudarla. Apartando a su atolondrado amigo, camina hasta el centro de ese cuarto, Eduardo no apartó sus ojos de ella, de esas piernas sensuales, esa cintura bamboleante y ese culito firme, al que codiciaba penetrar.
Ella dándose vuelta, lo queda mirando fijamente, con una mueca de picardía, tambalea su cuerpo de un lado a otro, a la vez que bajaba su vestido. Esto exasperaba más al hombre, aunque también disfruta de esa danza maravillosa que su amiga le estaba regalando. Una vez que su vestido había descendido al suelo, ella lo toma y se lo avienta a Eduardo, quien como un degenerado, se lo llevó a la nariz y se perdía oliendo el aroma de esa hembra, que ha sido la dueña de su corazón desde niño.
Lorena siguió con su baile, quitándose su sujetador se lo tira a su amigo que al ver ese par de tetas sueltas solo piensa en chuparlas y estrujarlas con sus manos. Ella sabía esto por lo que jugo con sus senos, provocando y encendiendo más a ese hombre que la quedaba mirando con la boca abierta, al mismo tiempo que olía ese brasier y tenía el vestido alrededor de su polla, la cual masturbaba. Luego de burlarse de su amigo, Lorena se retira su tanga, la cual estaba húmeda y tal como hizo anteriormente, se lo pasa a Eduardo.
El hombre se embriagó con el aroma del coño de su amiga, el que le resultaba muy exótico y estimulante. Ella se quedaba con unas medias negras y unos tacones del mismo color, Lorena lleva dos de sus dedos a la boca y los chupa como si fuese el pene de Eduardo, tras eso lo guía a su coñito y se los introduce. Soltando unos jadeos, ella comienza a sentarse en el suelo, hincada coloca sus manos entre sus rodillas y con una sonrisa coqueta, hipnotiza aún más a su amigo, que ya no podía contenerse.
Lorena: Ven y hazme disfrutar como en el pasado.
Susurró la mujer en un tono juguetón. Eduardo dejó todas las prendas que le había lanzado de lado y hechizado se acercaba con lentitud. Quedando a unos centímetros de ella, se agacha, mordiendo los labios de su amada y posteriormente, se desliza hasta ese mojado coño maduro. Inhala profundamente, saboreándose con el dulce hedor que desprendía esa vagina. Lamiéndola tiernamente, hace que su amiga eche para atrás su cabeza y suelte un suave gemido.
Una sonrisa se le forjó a él, que continuó devorando ese chocho, sus manos inquietas se trasladaron hacía las gordas tetas de la Milf, amasándolas con fuerza. La respiración de ella, se aceleraba y su vulva se empapaba cada vez más, amaba como la lengua de su amigo se movía por su sexo y jugaba con su clítoris. Vagamente rememora cuando Perla le comió el coño en hotel, pese que su amiga había sido increíble, Eduardo seguía produciéndole una sensación única.
Lorena: Ooooohhhh, mierdaaaaa…
Enuncio entre jadeos y mordiendo sus labios. Sus dedos masajeaban el cabello del hombre y sus piernas temblaban, ella sabía que estaba cerca de acabar. Alentándolo hace que Eduardo introdujera su lengua de una forma profunda dentro de su vagina, soltando un aullido que llamó la atención de las muchachas y de Vicky, terminó en la boca de su amigo. Él trago esos jugos y allegándose a sus labios la besa de nuevo, Lorena siente como esa gran pija rozaba sus labios vaginales.
Su corazón se le aceleraba con solo pensar que la tendría adentro suyo, Eduardo percatándose que su amiga, estaba ansiando ser penetrada, agarra su tronco desde la base y la orienta a ese coño empapado. El solo tacto entre su glande con esa vulva brillante, incrementaban sus ganas de perforarlo, sin embargo, quería hacerlo lento y deleitarse con el viaje que realizaría su tranca entre esas paredes, hasta llegar al útero, por lo que se lo tomó con calma.
Poco a poco, fue insertando su pene dentro de su amiga, la cual lo abrazaba, tanto con sus brazos como con sus piernas. Murmurándole en el oído, ella le dice que había olvidado lo llena que se sentía con ese trozo de carne que él tenía. Eduardo no se detiene hasta tener su polla golpeando la matriz de la mujer, Lorena suelta un largo suspiro y pide por más. Él la consiente con unas embestidas bestiales, haciendo rebotar sus tetas y que hiciera un coro de gemidos.
Lorena: ¡Uuuufff, que ricooooooo, Edu!
Expresó ella entre jadeos, gozando con esa enorme verga que salía y entraba de forma violenta, hasta alcanzar lo más profundo de su útero. Todo su cuerpo se regocijaba, pidiendo por más. Sus gemidos eran cada vez más fuertes y su vagina parecía estar absorbiendo con sus músculos el mástil de su amigo, como queriendo retenerlo en su interior. Él no dejaba de taladrar con fuerzas, aun cuando estaba cerca de acabar y soltar todo su semen.
Eduardo: ¿Te gusta esto perra?
Lorena: Ooooohhh… Uuuuuuuggghhh… Shhhiiiii… Síííííí… Ma-mhááááássssshh… No te detengas por nada, solo cuando me rellenes con tu leche…
Eduardo: Dalo por hecho mi amor… Esta noche te follaré por los largos ocho años de esperaaaa…
Sentenció el hombre, soltando su primera descarga dentro de su amiga, la cual también se corrió al sentir esa caliente leche rellenando su matriz. Tras comerse la boca, ellos se miraron, acariciando con ternura sus rostros. –“Joder… Eso fue maravilloso”- expresó la mujer de manera ligona. –“Siempre el sexo entre nosotros ha sido así… Por eso no entiendo, ¿por qué siempre me rechazabas?”- dijo él con su voz exhausta y retirando su verga que perdía su rigidez.
Lorena: Por favor, no hablemos eso ahora.
Señaló la Milf, tomando esa tranca entre sus manos. Eduardo se coloca de pies y ella comienza a lamer ese tronco, degustando ese esperma que también tenía dentro de su coño. Él intentaba de dejar de lado esas inquietudes que lo estaban perturbando y seguir disfrutando de ese momento especial, no obstante era difícil olvidar los misterios que rodeaban la decisión de su amiga, para jamás haber aceptado a huir con él y formar una familia juntos, como tanto anhelo en ese tiempo.
Lorena se daba vuelta y levantando su sensual cola, lo apega a ese tallo que había vuelto a tomar fuerza, después de esa tierna mamada. –“Lo quiero muy hondo en mi culo”- susurró ella, mordiendo sus labios con picardía, Eduardo entusiasmándose, colocaba sus manos en esas posaderas y las masajea. Enterrando su dedo pulgar cariñosamente dentro de ese hoyito que llevaba años sin ser usado, hace que ella suelte un gemido lleno de dicha, moviéndolo por un buen rato lo dilata, para por fin utilizarlo.
Sacando su dedo de ese estrecho agujero, le abre las nalgas y deja caer su saliva dentro de ese agujerito para lubricarlo. Ella suelta un respiro, preparándose a la embestida que iba a recibir. Eduardo con cierta dificultad introduce su glande, –“Uuuhh…”- exclamó ella entre dolor y disfrute. Él quería ir de manera paulatina, sin embargo, no resistió la tentación y clavó de una estocada toda su polla. –“¡Aaaaarrrgghh! Eduuu…”- gritó la Milf, mordiendo sus labios y empuñado sus manos.
Eduardo: Oooohhh, Lore… Perdóname, pero no pude contenerme.
Afirmó mientras acomodaba sus manos para sujetar su cintura y después de decir eso, fue quitando su verga de ese culito. Volviendo a repetir el procedimiento ensarta su pene con fuerza. Ella vuelve a chillar, pero esta vez con más placer que sufrimiento, –“Este culito no ha perdido su encanto, apretadito, firme y delicioso”- dijo jadeando, sacándola y metiéndosela sin parar. –“Oooohhh, sí, sí, sí…”- respondió con gusto a las embestidas que recibía.
Gradualmente una de sus manos fue descendiendo hasta su vulva y acariciando su clítoris, la hace aullar más de placer. Con la otra le jala el cabello, aumentando su ritmo a uno más brutal. Sus huevos chocaban contra su coño y con cada estocada, la levantaba sutilmente haciendo que sus tacones suenen contra el suelo, esa escena nublaba la mente de Lorena, añorando una experiencia similar en el pasado. Echaba para atrás su cabeza y llegando a su límite, grita, –“¡Uuuuggghh, Alonsooo, me corroooo!”-
Tras escuchar ese nombre, Eduardo detiene sus penetraciones y deja de juguetear con su legumbre de carne. Ella aún sofocada, abre los ojos y comienza a relajarse, dándose cuenta que había soltado unas palabras que no debía. Saco su tranca dentro de ese culo en silencio, Lorena se gira y tragando su saliva, lo mira con vergüenza.
Lorena: E-Eduardo…
Expresó con su voz quebrada.
Eduardo: (Suspira) ¿Tan bien te cogía el cabrón de Alonso?
Ella se queda callada, agachando su mirada al suelo, él se allegó con una sonrisa y con su pija todavía erecta la soba entre los muslos de la mujer. Levantando su barbilla con su mano le da un corto pero ardiente beso.
Eduardo: Si te he hecho decir su nombre, significa que en verdad lo gozaste.
Lorena: ¿No estás enojado?
Dijo desconcertada.
Eduardo: (Sonriendo) No, hace mucho comprendí que ese gilipollas era un toro cuando te follaba.
Lorena: ¿Ah?
Eduardo: Sí… Me di cuenta de eso, el día que me dijiste que estabas embarazada. Desde entonces me he preguntado si era él, la razón por la cual siempre buscabas una excusa para rechazarme.
Afirmó el hombre, sin quitarle la vista de sus ojos, ella dudaba si decir la verdad o seguir callándola.
Eduardo: Ese día, yo al oírte decir que esperabas un bebé, me ilusione, pensando que tal vez era mío. Me fui a comprar varias cosas para ese ser diminuto que resultaría ser Romina, sin saber su sexo. Al terminar mis compras fui a mi piso, ignorando que tú estabas en él.
Lorena: Eduardo, tú…
Eduardo: Entonces los vi, vi a ese capullo como te destrozaba el coño con fuerza y tú lo disfrutaba, rogándole por más.
Lorena: Eduardo, yo…
La madre de Romina no pudo terminar su oración, ya que en ese instante, su amigo sin aviso previo, le entierra su polla nuevamente en su chocho. De un golpe se lo ensartan por completo, haciéndola aullar.
Lorena: E-Ed… Eduardoooooooohhhgg… Qu-que cabronazo eres…
Manifestó la mujer al irse entregando una vez más a la lujuria.
Eduardo: Con esta intensidad te la clavaba mi tío, la única diferencia es que se revolcaban en mi cama. Con el corazón partido y sin querer hacer escándalo, me fui, sin embargo, antes de hacerlo, escuche que te dijo, “En verdad eres única, nena. Nunca había follado por un mes con una misma mujer, así que siéntete privilegiada”.
Lorena trataba de aferrarse al cuerpo de su amigo y continuar gozando de esas mortales estocadas en su estrecho coño.
Eduardo: Si estuvieron un mes entero follando, eso quiere decir, que Alonso es el verdadero papá de Romina, ¿verdad?
Su amiga lo miraba con los dientes apretados, ahogando sus gemidos y la verdad, él cargándola y clavándosela más profundo, la hace gemir.
Eduardo: Ahora comprendo todo, tú lo amabas y por eso jamás quisiste estar conmigo, ni siquiera cuando desapareció de tu vida y solo yo te satisfacía.
Lorena: Jooooooooodeeeeeeerr… Sí, sí, él es el padre de Romina, pero a ti te amaba mucho más… No quise estar contigo porque sabía que me encontraría con Alonso en una fiesta familiar o por cualquier motivo e iba a terminar entregándome, porque me enloquecían sus cogidas y mi cuerpo me lo pedía.
Eduardo: ¿Q-qué?
Balbuceó él, bajando su ritmo y dejando a ella cabalgando su tronco enorme.
Lorena: Sí, tú eras a quien yo amaba y no quería lastimarte, prefería rechazarte y hacer que sufrieras por un rato, a que vivieras un calvario al encontrarme con tu tío, en nuestra cama, escuchándome decir que amaba su verga y ser su putita.
La verdad había sido confesada, haciendo que ellos dos se sintieran completamente liberados de los tormentos del pasado. Besándose, se van recostando en el suelo en donde siguen con su apareo. De a poco él empieza a aumentar sus penetraciones y a jugar con esas dos grandes tetas. Ella jadeante, recorre con sus manos la espalda de su amigo, hasta llegar a sus glúteos, así se mantuvo un par de minutos, hasta que uno de sus dedos rozó traviesamente el ano de él.
Eduardo al sentir ese toque, aumentó la velocidad de sus arremetidas y otra vez Lorena, experimentaba la maravillosa sensación de estar a punto de correrse. Él sin dejar de amasar esos senos con sus manos, allega su boca a ese cuello, dando pequeños besos y mordiscos, hasta llegar a la boca de esa hembra que tanto lo estimulaba. –“¿Recuerdas cuando Romina llegó sobada y nos encontró cogiendo?”- preguntó él, lamiendo el oído de ella.
–“Sí, fue algo muy morboso y cachondo. Ella ingenua preguntó qué hacíamos y tú tonto, le dijiste que le hacías un hermanito”- susurró la mujer entre quejidos. –“Verdad, que estábamos en campaña en esa época”- contestó con una risilla juguetona, –“Jamás lo estuvimos, pero tú cabronazo te aferrabas a la idea de dejarme preñada”- señaló ella, mordisqueándole la oreja. –“Yo sé que a ti te encantaba esa loca idea de tener un hijo mío”- le murmuró, –“No lo niego, me hubiese gustado parirlo”- dijo jocosa.
Eduardo: Sabes, aún estamos a tiempo para hacer realidad ese sueño.
Lorena: No has cambiado nada, pero adelante, inténtalo y embarázame tal como tu tío lo hizo hace unos años atrás.
Eduardo: Si no te hubiera corrompido esa tarde ese maldito, ahora mismo tú y yo, seriamos tan felices.
Lorena: No lo creo.
Enunció soltando sus jugos.
Eduardo: ¿Por qué?
Lorena: Po-porque… Él me dijo que se obsesiono conmigo cuando le revelaste que me amabas. Desde entonces quiso empotrarme y su mayor anhelo era que nos encontradas y vieras que él me tenía en su dominio.
Eduardo: Ese hijo de puta y pensar que confié en él, porque necesitaba consejos para ligar contigo.
Lorena: Hhhmmm… Que cabrón Alonso, su consejo fue cogerme como una perra y preñarme por ser una puta que le rogaba por su verga.
Eduardo: Parece que aún te gusta ese cabronazo.
Lorena: (Ríe) No seas celoso.
Eduardo comenzaba a sentirse en su límite y comiendo sus bocas sellaban esa noche de pasión. No obstante cuando menos se lo esperaban, la puerta se abrió, los dos ingenuamente pensaron que se trataba de Vicky, pero al voltear se quedaron helados.
Romina: ¿Tío Eduardo?… ¿Mamá?…
Balbuceó la joven entre sorprendida y triste, ambos adultos se quedaron sin palabras y las ideas nunca fluyeron para explicar lo que había pasado esa noche. Al otro día, Belén se fue desconcertada e ignorando el lio, Romina no salió de su habitación, Lorena preocupada por su hija intentaba buscar una forma para hablar con ella, asimismo Eduardo buscaba lo propio. Aunque su amiga le recomendó que hablara con Victoria y que ella solucionaría lo que pasaba con su hija, el hombre suspiro y le encontró la razón a la mujer.
Eduardo llamó a Vicky para hablar, él la esperaba afuera en su jardín, cuando la mujer llegó, titubeó por unos segundos en decir que todo había acabado. Victoria no era tonta, para no darse cuenta que algo andaba mal por la actitud del hombre. Tras un breve silencio, él la mira fijamente y le dice que la había visto con otros, en la casa de la playa. La mujer quedó impactada y agachó la cabeza, soltando unas pequeñas lágrimas, Eduardo se sentía fatal, así que la abrazó cuando ella le pidió perdón.
Eduardo sin dejar de abrazarla, le pide que esté tranquila, que no debía llorar, ya que él también le fue infiel tras haberla descubierto. Vicky tuvo la pequeña ilusión que su relación podría seguir, pero rápidamente esa utopía se esfumo, cuando el hombre le revela que no podían estar juntos, porque él estaba enamorado de otra persona y que solo la uso para poder olvidar a ese ser y a pesar de todo su esfuerzo, no logró sacarla de su corazón. La mujer no sabía que decir, después de reflexionar unos minutos, susurró.
Vicky: Sabes, durante los 3 años de relación que tuvimos, jamás te fui infiel, hasta la noche del sábado. Mi cuerpo estaba sediento y necesitaba ser complacido tal como cuando era una jovencita. Aquella calentura me persiguió, hasta la noche de ayer, cuando regresé y me sentía mal, por lo que había hecho, ya que si bien yo no te amaba al principio, lo fui haciendo a medida que lo nuestro avanzó y en verdad quería casarme contigo. Hasta pensé en buscar una ayuda profesional, porque no quería que eso del sábado se repitiera cuando estuviéramos casados.
Eduardo: Lo sé y por eso me siento horrible al confesarte que solo eras una herramienta para olvidarme de otra.
Vicky: Tranquilo, no te odio, aún creo que lo nuestro puede resultar, sin embargo, no voy a interferir en tu decisión. Voy a ir arreglar mis cosas y me iré mañana a primera hora. Espero que seas feliz con Lorena, porque ella es esa persona a la que no puedes dejar de amar, ¿verdad?
Eduardo se quedó callado y así fue, al día siguiente Victoria se marchó, él al verla partir sentía mucho dolor, después de todo, fueron 3 años de relación en donde, si la había logrado llegar a amar, aunque fuera de manera superficial. Romina y su madre hablaron por fin, la muchacha fue directa con su madre y le consultó si iba a empezar una relación con el hombre, para su sorpresa la Milf le dijo que no, que lo de ellos era una pequeña aventura que nunca se logró concretar y jamás lo hará.
La joven quedó desconcertada luego de la declaración de su madre y algo enojada le dice que se deje de bromas, la mujer le contesta que le está hablando de manera seria. Romina no le cree a su madre y no quiso hablar más con ella. Su frustración era tan grande que hasta con Vanessa discutió, cuando la joven rubia le dijo que ella en su lugar le creería a su madre. Fue un mes tenso, uno que no tenía planeado Eduardo, que vio como los días pasaron lentamente.
Si el ambiente hostil era poco, una semana antes que regrese al trabajo, se enteró que Gabriela había renunciado. Él se culpa de eso también y llamándola trata de convencerla que no hiciera eso, que regresé y que él se iba a ir. Sus llamadas no eran respondidas, imaginando que la muchacha no quería hablar con él, no obstante, de tanto insistir fue recibida una, en donde solo escuchaba unos gemidos y el sonido de una cogida, –“¿Gabriela?”- exclamó él, logrando distinguir la voz entre cortada de ella, en gozo.
El mes se acababa, él tenía que volver al trabajo, Lorena y Romina, debían regresar a Francia. A pesar de haber aclarado todo con su amiga y que parecía que finalmente ambos estarían juntos, fue todo lo contrario al ser descubierto por la joven. Ambos estaban más lejos y sin esperanzas de algo serio. Eduardo divagando en sus pensamientos llega a su oficina de trabajo, en donde encontraría sorpresivamente a Gabriela sentada, ella parecía haberla estado esperándolo, ya que al verlo le sonríe.
Al mismo tiempo, Lorena se iba al aeropuerto en taxi, la Milf iba sola, Romina en la casa de Eduardo, leía la carta que su madre le había dejado, en donde le dice que ella no era ciega ni tampoco idiota, para no darse cuenta de que su hija estaba celosa y amaba a Eduardo. Agregando que ella no iba a intervenir, que todo estaba bien y que la iba a apoyar con la condición de que solo ame al hombre para siempre, ya que él no merecía sufrir más. Romina finalmente comprendía, que su madre era capaz de dejarlo todo, con tal que ella fuera feliz.
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Hubo un momento en que pensé en dejar a Lorena con Eduardo y que Romina "pierda", pues si la Milf se quedaba con su amigo, lo iba a compartir con su hija, pero joder, nunca he sido de escribir finales felices, porque sí, que Eduardo se quedé con las dos es mucho premio. Ahora que lo pienso, Romina esta enamorada de su primo. En fin, espero que os guste este capítulo como los anteriores y lo hayan disfrutado. Por cierto, ¿es el momento para que Gabriela brille?
Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/4420279/Deseo-Prohibido-Capitulo-l.html
Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/4455775/Deseo-Prohibido-Capitulo-Vll.html
Con los ojos cerrados y el agua cayendo sobre su cuerpo desnudo, Eduardo recuerda a su tío Alonso. Por años había odiado a ese hombre, sin embargo, en ese momento pensaba en contactarlo, ya que le urgía charlar con él. Después de conversar con Romina, un sentimiento de culpa lo invadió, haciéndolo ver, que lo que había pasado con Belén fue un error, algo que jamás debió ocurrir, pero fue débil ante la tentación y dejó que sus instintos salvajes lo dominaran.
Por si eso fuera poco, todavía no era capaz de hallar las palabras idóneas para terminar con Vicky, ni siquiera pudo mirarla a la cara, cuando la mujer entro. Todo le parecía confuso, aunque pensándolo con detención, el maduro comprendió que primero debía lidiar su separación con Victoria. Era el primer paso para iniciar con su nueva vida, luego hablar con su tío y finalmente aclarar sus sentimientos. Si bien era prematuro vincular el amor con Romina, no podía ocultar que esa jovencita le importaba mucho.
Sumergido en sus pensamientos, no nota que la manilla de la puerta comienza a moverse y lentamente se va abriendo. Aquella figura se trasladaba con sigilo, para cuando Eduardo se percató de que alguien había entrado al baño, ya era muy tarde para hacer algo. Acorralado veía como esas manos juguetonas bajaban por su pecho, hasta llegar a su miembro. –“Sé que todavía no es la hora de dormir, pero no pude esperar hasta media noche, necesito de tu verga, ahora ya”- murmuró Belén con un rostro malicioso.
Eduardo asombrado, veía cómo los labios de esa muchacha se cercaban de los suyos, mientras su polla era sobada por esas manos ébano. –“¿Qué estoy haciendo?”- dijo el hombre al mismo tiempo que atrapaba a esa jovencita entre sus brazos y sus bocas se entrelazaban. –“Simplemente no puedo controlarme”- señaló, sin dejar de besarla y acariciando esa piel suave. Su pene tomando su forma erecta, se frota contra el abdomen de esa chica.
Mientras Eduardo caía en la calentura, Romina y Vicky se cruzaban en el pasillo, ambas sienten cierta vergüenza y desvían sus miradas. La joven le consulta a la madura por el hombre, ella le responde que se estaba tomando una ducha. –“¿Todavía?”- expresa con sorpresa, –“Sí, ¿por qué?”- interpela la mujer. –“No, por nada. Solo me asombra que aún se siga bañando, teniendo en cuenta que mi madre quiere hablar con él”-, declara Romina, pensativa.
Vicky: Oh, ya veo. Por cierto, ¿en dónde está tu madre?
Romina: No lo sé, salió muy temprano diciendo que iría a ver una amiga y luego me llamó diciéndome que quiere hablar con mi tío urgente.
Vicky: ¿Urgente?
Exclamó intrigada.
Romina: Sí, para serte sincera a mí también me llamó la atención. Bueno te dejo.
Las dos sin mirarse a los ojos toman sus propios caminos, la mujer sube las escaleras, muy seria y pensativa, la joven por su parte se acerca al baño en donde Eduardo y Belén, continuaban tocando sus cuerpos y no separaban sus labios. El maduro toca con sus dedos, la vagina húmeda de la morochita, quien no deja de masajear el pene de él. Ella apartando su boca, susurra, –“No dejó de sorprenderme de lo duro y grande que lo tienes”-, Eduardo lujurioso le muerde la oreja.
Eduardo: A mí me sorprende lo persistente que eres, ¿acaso no quedaste satisfecha con la cogida que di?
Belén: Me dejaste más que satisfecha, pero saber que tú aun no lo estabas, no me dejaba tranquila.
Eduardo: Vaya, solo quieres complacerme.
Belén: Sí y no me importa, si tu prometida está cerca, yo solo quiero drenar toda la leche de tus pelotas. Incluso si tú quieres, puedo reemplazarla. (Sonríe)
Eduardo: Dios mío, como me encanta tu personalidad y tu actitud decidida. Me dan ganas de reventarte todo el día.
Afirmó el hombre, rozando su glande con los mojados labios vaginales de la muchacha.
Belén: ¿Ah, sí?
Eduardo: Sí, con solo tenerte a unos centímetros de distancias, me dan ganas de desvestirte y clavártela hasta el fondo.
Ella lo besa apasionadamente, luego de eso, Belén lo mira y le comunica que su chochito estaba listo para ser cogido, al oír esto Eduardo ríe y dice.
Eduardo: ¿Tu chochito? No, ahora quiero jugar con tu culito, putita.
Belén: (Sorprendida) ¿Mi culito?
Eduardo: Sí, tu culito... ¿Por qué tan sorprendida? ¿Jamás te lo han metido por ahí?
Belén: No... Nunca...
Eduardo: Vaya, yo pensé que una cola tan hermosa cómo la tuya, ya no era virgen... ¿Tú no les permitía que te la cojan o todos fueron unos estúpidos y pasaron de ella?
Belén: (Con cierta timidez) Yo no sé los permitía.
Eduardo: Bien, no voy a criticar tus motivos... Sin embargo, a mí sí me vas a permitir coger tu colita, ¿verdad?
Belén: Sí, tú puedes... Ya que mi cuerpo te pertenece.
Eduardo: (Sonríe) Solo tenemos un pequeñito problema... No tengo lubricante aquí, así que vas a tener que ser una buena chica y lubricarme la polla con tu boquita.
Belén: Entendido, amo.
La muchacha fue bajando, hasta llegar al miembro del hombre. Lo toma entre sus manos y la mira con lujuria, deja salir saliva que cae en esa polla, con sus manos la masajea. Esparce la saliva por todo el tronco, hace este ejercicio varias veces, hasta que finalmente abre su boca y comienza a introducirse esa tranca. A Eduardo le encantaba ver cómo la morochita le comía su polla.
Eduardo: Oooohhh, sííííí... Come tu paletita de carne que tanto te encanta.
La muchacha al oír aquello ríe y se retira lo que tenía adentro de su boca.
Belén: ¿Paletita? De estar bromeando... Esta cosa es una paletota y vaya delicia que es.
Eduardo: (Sonríe) Bueno, entonces come mi paletota, putita.
Belén: Lo que ordene mi hombre.
Ella se introducía lentamente el miembro a su boca, jugaba con la glande y luego lo tragaba poco a poco. Eduardo, sentía un gran placer y satisfacción con la mamada estaba recibiendo. Ella era tan buena con su boca como lo era la hija de su amiga, la gran diferencia entre Belén y Romina, es que la primera confesaba haber chupado varias pijas, dando a entender el porqué era tan buena en eso, en cambio la segunda, decía ser una inexperta, pero lo hacía como una profesional, lo que le resultaba contradictorio al hombre.
Luego de unos minutos de estar disfrutando de la boca de la jovencita, Eduardo le pide que pare, ella lo hace y algo picará le pregunta.
Belén: ¿Estás por correrte?
Eduardo: No... Solo quiero que coloques tu lindo trasero en mi boca, para que me lo coma y lo vaya preparando, para cuando te lo penetre. Tú puedes seguir chupando mi pene si así lo deseas. No te preocupes, si me corro, ya que tengo energía suficiente, para romperte el culo.
Belén: (Pajeando el miembro del hombre con sus manos) Ok... Me parece una estupenda idea...
Belén se acomoda y coloca su culito en la boca del maduro, quien no tarda en jugar con él. Pero no solo usaba su boca, sino que también utilizaba sus dedos, la muchacha trataba de continuar con su mamada, sin embargo, no podía concentrarse y solo gemía. Romina, parada en la puerta estaba confundida por los sonidos que escuchaba, ella se negaba a aceptar que Eduardo y Belén se encontraban juntos en el baño, teniendo sexo. El maduro, sin poder resistir más a sus deseos lujuriosos, le pide a la jovencita que se recueste en el piso y levante esa colita, ya que era momento de coger.
Belén le hace caso sin poner alguna excusa, aunque actuaba como si estuviera tranquila, su corazón palpitaba de forma acelerada y sus piernas tiritaban, ellas delataban el nerviosismo que tenía la muchacha, quien iba a experimentar por primera vez el sexo anal. Eduardo allega su impaciente y duro pene al trasero de la jovencita, él le pide que abra sus nalgas, para que pueda ver detenidamente como su polla va partiéndole su tierno y virgen ano. Belén nuevamente le hace caso al hombre, este sonriendo, introduce su miembro, ella pega un grito que rápidamente es ahogado por las embestidas que le daba Eduardo.
Él le toma los brazos con sus manos y no deja de ensartarle su polla. A pesar de que el chillido de la muchacha había sido corto, fue lo suficiente fuerte, para que lo escuche Romina. Ella intrigada por ese grito, apega más su oído a la puerta, rezando internamente para que no distinga la voz del hombre entre los jadeos de su amiga.
Eduardo: (Susurrando) ¿Y qué opinas del sexo anal?
Belén: Hhhhhmmmm... Dioooooossss... Es increíble, magnifico, impresionante...
Eduardo: ¿Lamentas no haberlo hecho antes?
Belén: Noooo... Mmmmmhhh... ¿Quieres saber por qué no lo lamentooooo?
Eduardo: ¿Por qué?
Belén: Nnnngggh... Porque si encuentro tan bueno el sexo anal... Hhhhhmmm... Es porque tú me estas rompiendo el ortoooo... Tú haces que coger sea maravilloso... Uuuhhh... Y tan adictivooooooo... No le daré a nadie más mi culito, solo será tuyo, mi semental...
Eduardo: Que bonitas palabras, putita... Sinceramente, me han llegado al corazón... Si no vas a dejar que nadie más te coja el culo, de ahora en adelante, me lo voy a coger siempre, al igual que tu lindo chochito... Que por...
Antes de que Eduardo terminara de hablar, Romina interrumpe tocando la puerta y diciendo –“Belén, Belén, ¿estás ahí? Escucho muchos quejidos ¿te encuentras bien?”-, el hombre quedó paralizado, mientras que Belén sonreía y llegaba a su orgasmo. Ella quería gritar y gemir fuerte, al mismo tiempo que decía el nombre del maduro, para darle a entender a Romina que ella había ganado. Sin embargo, Eduardo previó aquello y soltó los brazos de la jovencita y llevo sus manos hacia la boca de ella.
De esta manera reprimía cualquier grito o gemido. Él sin dejar de coger esa cola morocha, incluso aumentando el ritmo de sus estocadas, le susurra en el oído a la joven, mientras Romina continuaba tocando la puerta y mencionando el nombre de su amiga con un tono de desesperación.
Eduardo: Si quieres que te siga cogiendo, debes entender que Romina no se debe enterar de lo que hacemos... Si ella lo hace, jamás volveré a follar contigo... Y tú serás la única afectada, ya que yo puedo conseguirme otra putita, que sepa mantener la boca cerrada... ¿Entendido?
Las palabras del hombre hicieron eco en Belén, la muchacha entendió que, si quería seguir gozando de esa polla, tenía que mantener su boca cerrada adelante de Romina. No podía presumirle de que ellos dos cogían, sin tener otra opción, movió su cabeza señalando que tenía todo claro. Eduardo sonriendo le dice, –“Buena chica"-, él deja de sostener la boca de la jovencita y ella para no dejar salir un gemido, muerde la toalla. Eduardo no dejaba de embestirla, provocando que se corra de nuevo, mientras lo hacía, ella pensaba.
–“Maldición, qué daría para que Romina entrada y nos viera cogiendo... Que viera como Eduardo tiene ensartado su pollón en mi ano y me lo mete sin piedad... Sin embargo, él no quiere que ella se entere y debo aceptarlo, aunque si vengo más seguido aquí, tarde o temprano, Romina nos encontrara. Ella va a entender que su querido tío, es mi semental y me rompe el coño y el culo"-, Romina se cansa de llamar a su amiga y no tener respuesta, vuelve a la cocina en donde espera a que su madre llegase.
Vicky volvía a bajar, para beber algo de agua y consumir una pastilla, para calmar el dolor de cabeza que la ajetreaba. Al pasar cerca del baño donde se suponía que su prometido debería estar tomando una ducha, escucha un suspiro que le llama la atención, pero no le da importancia después de unos segundos, pues pensaba que era imaginaciones suyas. La mujer sigue su destino, ignorando que ese quejido era de Eduardo, quien seguía follando ese culo morocho. Ya llegando a su límite, de nuevo acerca su boca al oído de la joven y le susurra.
Eduardo: Ya estoy cerca, ¿lo quieres dentro de tu culo?
Belén había pasado la cogida mordiendo la toalla con la cual se secaría ese maduro. Agarrándose de ella, deja de morderla, para tratar de contestar de forma rápida y que no se escuche sus chillidos.
Belén: Sí...
Tras oír la respuesta, Eduardo aumento una vez más el ritmo de sus penetraciones, haciendo que la muchacha se corra una vez más y él finalmente comenzaba a bombear su semen dentro de ese culito al que desvirgino. Los dos cansados, quedan acostado en el suelo, Belén se cuestionaba que había sido mejor, la primera cogida o la que acababa de tener. Luego del descanso, la morochita se acerca al miembro del hombre y se lo vuelve a comer, esta vez para limpiarlo. Al terminar ella le dice al maduro.
Belén: Sin duda alguna, me verás más seguido en tu casa...
Eduardo: Te estaré esperando con mi polla lista para coger, putita... Por cierto, cuando Romina te pregunte, por qué no contestaste, le dirás que estabas masturbándote, mientras hablabas por el celular con tu novio.
Belén: Ok.
El hombre se levanta y se coloca su ropa, abre la puerta lentamente y se fija que no hubiera nadie que lo vea. Sale y vuelve a su cuarto, donde comienza a secar su cuerpo húmedo con la toalla, que esa negrita tuvo en sus labios. En eso, Victoria justo entra a la habitación, ella le sonríe y se acerca a él, colocando sus brazos alrededor del cuello del hombre y besándolo de manera estimulante. La mujer le dice que lo había extrañado mucho y empezaba a tener celos con tantas mujeres en la casa.
Eduardo titubea, tenía la gran oportunidad de hablar a solas con ella y aclarar todo lo sucedido, no obstante, algo le impedía para decir aquellas palabras. Un leve silencio reino, hasta que, de pronto se escucha los gritos de una Lorena exasperada. Vicky miró confundida a Eduardo, quien le pidió que se quedé esperando en la habitación. Él se viste de manera rápida y baja las escaleras, la mujer al verlo, lo abraza, dejándolo más intrigado sobre lo que ella quería hablar.
La muchacha miraba desde la cocina con mucha inquietud, pensando en acercarse, observa a Eduardo que le hace una seña para que no interviniera, ya que independiente del asunto que quería hablar la mujer, él lo iba arreglar. Romina hace caso, Belén por su parte, no entendía lo que pasaba solo pensaba en la polla del maduro y en volver a coger con él. Lorena le pidió a su amigo ir a hablar en un lugar más privado, él accede, sin un pero entre medio. El maduro reflejaba una actitud templada, a pesar del miedo de tener que enfrentar a su amiga, lo consumía.
Ambos caminaron hasta la oficina del hombre, él fue abriendo lentamente, pero la mujer no espero que la puerta estuviera abierta completamente, entrando de golpe, ambos se quedaron mirando al rostro, la respiración de Eduardo comenzaba a acelerarse. Sin embargo, la mujer le da otro abrazo, ella estaba triste, desilusionada y a la vez enojada. Eduardo sintió alivio esta vez por el abrazó de su amiga, ya que eso significaba que Lorena no iba hablarle sobre Romina, pues si ese fuera el caso, no tendría sentido que lo abrazada, sino debería ser más hostil.
Eduardo: ¿Qué pasa, Lorena?
Consultó rompiendo el hielo.
Lorena: Edu… No sé cómo decírtelo sin que te duela.
Eduardo: ¿Es algo malo?
Lorena: Muy malo, decir que es algo perverso es poco.
Eduardo: (Confundido) Que más da, suéltalo de una, que me estás preocupando.
Lorena dudaba, no sabía cómo confesarle a su mejor amigo que su prometida era una puta. Sí, ella lo sabía, ¿cómo lo supo?, la respuesta es Piero. Después de estar en el cementerio, la mujer contestó su celular después de varias llamadas sin coger. El mejor amigo de Eduardo era quien la había estado llamando de manera tan persistente, él desde aquella tarde en que ambos gozaron de una deliciosa cogida, no había dejado de pensar en ella y solo quería volver a repetir la experiencia.
La Milf no veía con malos ojos pasar la tarde junto con Piero, porque quería mantener la distancia con Eduardo, pues se sentía atontada con él estando tan cerca. Concordaron en verse en el centro, luego de charlar y compartir un rato, se fueron a la casa de él, Piero ingenuamente se ilusiono con volver a tener a esa mujer entre sus brazos. Y, mientras se dirigían al domicilio de Piero, él aprovechó para preguntarle si alguna vez se le paso por la cabeza, tener una pareja que fuese la figura paterna de su hija.
Lorena: ¿Figura paterna?
Expresó entre risas.
Piero: Sí, ¿crees que sea algo malo?
Lorena: No, claro que no. Solo me causa gracia, porque Romina ya tiene su figura paterna y ese es Eduardo.
Piero: (Sonríe) Claro, pero ella no lo ve como un padre.
Lorena: Lo sé, sin embargo, para mí, él es como su padre, no necesito que otro quiera cuidar o dar apoya a mi hija, cuando Eduardo siempre ha estado presente.
Afirmó la Milf con seguridad.
Piero: Entiendo, perdón por esa pregunta, fui un tonto y quizás lo sea de nuevo, porque es un tema que no debe importarme, aun así quiero saber, ¿por qué tu ex no le interesa ni un poco Romina si es hija de ambos?
Lorena: Quizás porque nunca me amo y vio a Romina como algo que le corto las alas de su juventud. Quiero decir, él me fue infiel varias veces, incluso cuando recién estábamos saliendo y yo siempre lo perdone, porque lo veía tontamente como una salvación. Eduardo me decía que lo deje, pero nunca me atreví, hasta que cometió la peor traición.
Piero: ¿La peor traición?
Consultó pisando el freno para estacionarse por la luz roja que marcaba el semáforo. Lorena suelta un suspiro y con una mirada angustiada le revela que el motivo por el cual ella se divorció de su ex marido, fue porque él se involucró con la novia de ese entonces de Eduardo. Piero se quedó inmóvil, sintiendo un golpe de culpa que le oprimía su pecho. La mujer al no tener respuesta y ver que había cambiado a luz verde, pero Piero no avanzaba, comienza a moverlo y preguntándole si le pasaba algo.
Piero: ¿Eh?
Contesta, después de unos largos segundos.
Lorena: Te estoy preguntando, ¿si estás bien?, y estamos con luz verde, avancemos antes que los otros conductores se impacienten.
Piero: Ah, sí… Sí… Solo me sorprende que a Eduardo le hayan puesto los cuernos, es decir, por lo que sé él está muy dotado también.
Comentó, volviendo a retomar el camino.
Lorena: (Ríe) ¿Piensas que a las mujeres solo nos importa el tamaño?
Piero: (Nervioso) Nooo… Es decir, Eduardo es un romántico, es prácticamente un partido perfecto, me sorprende que alguien le haya sido infiel.
Lorena: Sí, pero al igual que ahora, él le dedicaba muchas horas a su trabajo, dejando abandonada a su pareja quien cayó en el juego de Martín. Aunque para serte sincera Eduardo no sufrió, de hecho yo fui la que quedó devastada al saber que le fueron infiel, porque no me gusta verlo herido, sin embargo, estaba interesado en otra mujer, que nunca le daba el sí, para estar juntos y por eso la infidelidad no le afecto en lo más mínimo, solo actuó para Romina. Él se mantuvo soltero desde ese entonces hasta que llegó la indicada, parece y le hizo olvidar ese amor imposible, (suspira) ojalá la tal Vicky lo sea, mi Edu no merece sufrir más traiciones por la que ya ha pasado.
Piero se quedó en silencio en el último tramo. Abrumado, se maldecía internamente por lo que había hecho hace un par de días. Al llegar a la casa, el hombre baja primero y entra, dejándole la puerta abierta a Lorena, mientras él se dirigía al baño en donde se encierra unos minutos. Llevando sus manos a la cabeza se mira en el espejo, interrogándose, -¿qué había hecho?- no soportaba ese sentimiento de culpa que lo atormentaba, Lorena iba a bajarse del coche, cuando ve que el móvil del hombre suena, ella lo toma y justo llega un mensaje de Victoria que fue inevitable no leer para la mujer.
Aquel texto decía, –“Piero, necesitamos hablar, necesito aclarar lo que pasó la noche del sábado, porque no quiero que te confundas y pienses que volver a coger contigo"-, Lorena se sentía desilusionada y con mucha rabia, dejo tirado el celular en el auto, se baja de este y entra a la casa. Ella quería enfrentar a Piero, a ver que excusa le daba y que de alguna manera le dijera que todo era una pésima broma, que entre él y Victoria no había pasado nada.
Piero respiró muy hondo, comprendiendo que la razón por la cual él estaba sintiéndose tan mal, era por los sentimientos que empezaban a florecer hacía Lorena. Si Eduardo sufría ella también lo haría y era claro que jamás le iban a perdonar lo que hizo aquella noche del sábado. Decidido a ocultar aquello, sale del baño, encontrándose cara a cara con la mujer, que sollozaba, –“¿Paso algo, cariño?"- preguntó ingenuamente. Lorena sin perder el tiempo, le pregunta si había tenido sexo con Vicky.
Él se quedó callado, con un rostro de sorpresa y espanto, lo suficiente para dejar en claro que si había ocurrido algo entre ellos dos. –“Eres despreciable, no quiero volver a verte en mi vida”- sentenció Lorena, dándose la vuelta y botando unas lágrimas, las cuales no sabía si eran de dolor o felicidad. Piero la toma del brazo y le ruega que le permita explicarle todo. La mujer molesta le dice que la suelte, él desesperado la jala hacía él y quedando frente a frente de nuevo, Lorena llorando le dice que es un traidor y un mentiroso.
Piero: Dame solo 5 minutos y yo te explicó todo.
Lorena: No quiero oír tus excusas, no eres diferente a Martín, después de todo. Incluso eres peor, ya que él se metió con la novia de Eduardo, más que nada porque lo odiaba, tú eras su mejor amigo y aun así lo traicionaste, con la mujer que él quería casarse.
Lorena le da una bofetada y le repite que no se acerque y que no quería verlo nunca más. Ella salió de la casa y tomo un taxi para regresar donde Eduardo. Piero destrozado, salió detrás, subiéndose a su coche, ve su celular, tomándolo ve el mensaje, enojado tira el teléfono al suelo. Mientras iba en el taxi, Lorena llama a Eduardo, pero este no le contesta pues su móvil se encontraba en su habitación y él en ese momento cogía a la morochita. Así que decide llamar a Romina, la muchacha contesta, pensando que su madre le preguntaría cómo estaba y que le diría que disfrute aquel día con el hombre.
Pero al oírla desesperada y enojada, fue cuando pensó lo peor. Nerviosa y asustada, la jovencita volvió a buscar al maduro, primero en su habitación, luego en la cocina, después en el salón e incluso salió al patio, sin imaginar que él estaba en una pequeña habitación, disfrutando y cogiendo el chocho de Belén. Regresando a la actualidad, Lorena aún no decía nada, Vicky tenía un mal presentimiento, ya que cuando llamó a Piero para comunicarle que lo vería mañana en su casa para charlar, este ebrio le dice que se preparé para el caos.
Eduardo: Lorena, di algo... ¿Qué es lo tan delicado que me querías decirme?
Dijo perdiendo la paciencia.
Lorena: T-tu… Tu prometida te fue infiel.
Lorena pensó que sus palabras fueron en un tono muy frio, pero se sorprendió al ver la reacción de su amigo y su respuesta.
Eduardo: Ah, eso... (Suspira y ríe) Pensé que era algo más grave.
Lorena: (Confundida) T.. Tú, ¿lo sabias?
Eduardo: Antes de responderte, dime ¿cómo lo supiste tú?
Lorena: (Nerviosa) Eeeehh... Bueno yoooo... Yoooo... Yo lo supe, porque encontré a Piero hablando con ella...
Eduardo: (Suspira) Así que Piero también estaba con ella... Vaya... Es raro, ¿verdad? Debería dolerme, pero no es así, quizás…
Lorena: (Interrumpe) Por favor, no digas que aún sigues enamorado de mí.
Eduardo todavía desconociendo sus sentimientos verdaderos, le sonríe a la mujer y aprovecha a hacerse la víctima.
Eduardo: Debería odiarte, por rechazarme tantas veces y hacerme sufrir de esta manera. Así que, ¿por qué no me concedes tu sexy cuerpo por última vez?
Lorena: ¿Qué?
Eduardo: (Agarrándola de la cintura) No sé cómo decirle a Vicky que esto se acabó, sin usarte como argumento. Si lo hacemos ahora mismo, tal vez ella nos encuentre y comprenda que ya no quiero seguir con el compromiso. Evitando así las palabras y tener que confesar una vez más, que solo estaba con ella, para sacarme de la cabeza a la mujer que siempre me ha tenido loco.
Lorena: E-Eduardo.
Eduardo: No te imaginas lo tormentoso que es vivir, con los llantos de mujeres, al saber que solo fueron utilizadas para hacer olvidar a otra y fracasaron. Aún si Victoria estuvo con otros, incluyendo mi mejor amigo, saber eso, la va a destrozar. Porque las palabras algunas veces duelen más que las acciones.
Lorena tras oír la petición de su amigo, se queda muda, pensando unos minutos, aunque cada segundo que pasaba se le hacía más difícil ocultar sus ganas de estar con él. Ese miembro erecto rozaba sus piernas y se sentía muy caliente aun estando dentro de ese pantalón, sus labios tiritaban, más al ir acercándose los del hombre. Ella ya no resistió más y mordiendo su boca, acarició la espalda de su amigo, que más de una vez había sido su amante.
–“Ok… Da-dame ese paquetón que tienes ahí guardado”- murmuró la Milf, los dos contaminados por la lujuria, entrelazaron sus lenguas y fueron quitándose la ropa lentamente. Ella le levantó la camiseta y se lo quitó, apegando sus enormes senos en ese fornido pecho, él trataba de desbrochar el cierre del vestido de la mujer, no obstante, la ansiedad de poder tocar todo ese cuerpo voluptuoso hacían que sus manos se comportaran de manera torpe.
Con sus ardientes bocas todavía unidas, Lorena le baja el pantalón a Eduardo, sorprendiéndose, ya que la enorme verga erguida del hombre, rebotó como un resorte cuando ese pantalón caía al suelo. –“Oooh, vaya… ¿andabas sin ropa interior?”- comentó ella tomando entre sus manos ese fierro caliente que soltaba pequeñas gotitas de semen. –“No me diste tiempo para que me vistiera con calma”- expresó a la vez que mordía el cuello y se embriagaba con el olor de su amiga.
Lorena: Querrás decir que ya tenías planeado cogerme, guarro.
Eduardo: No niego que me moría por follarte, sin embargo, había tomado una ducha y mientras buscaba mi ropa tú llegaste, haciendo que me ponga lo primero. Si hubiera sabido que terminaríamos así, no me molestaba en vestirme, bajaba encuerado y te la ensartaba de una.
Lorena: Ooohh, sí que me tienes ganas.
Eduardo: Siempre, contigo no puedo conservar la cabeza, mi amor.
Declaró el hombre, acariciando los muslos de la mujer y clavando su lengua otra vez dentro de la boca de ella. Sus salivas ardientes se mezclaban, el sabor de ellas les resultaba completamente afrodisiaco a ambos, que no podía separar sus labios. Finalmente él era capaz de bajarle la cremallera del vestido, no obstante, al tener sus bocas fundidas era inútil intentar quitarle el vestido. Ellos se mantuvieron dando ese largo y cachondo beso, hasta que sentían que les faltaba el aire.
Lorena: Debo confesar que yo también anhelaba esto, desde el momento que me volviste a hablar, mi cuerpo no ha dejado de estar caliente y deseoso por placer carnal.
Aclaró la mujer con sus alientos sofocantes. Eduardo sonríe y le pide que se desvista, ya que él con la emoción no puede. Lorena suelta una carcajada, recordando la primera vez que estuvieron los dos juntos, en esa ocasión, el hombre también no logró desnudarla. Apartando a su atolondrado amigo, camina hasta el centro de ese cuarto, Eduardo no apartó sus ojos de ella, de esas piernas sensuales, esa cintura bamboleante y ese culito firme, al que codiciaba penetrar.
Ella dándose vuelta, lo queda mirando fijamente, con una mueca de picardía, tambalea su cuerpo de un lado a otro, a la vez que bajaba su vestido. Esto exasperaba más al hombre, aunque también disfruta de esa danza maravillosa que su amiga le estaba regalando. Una vez que su vestido había descendido al suelo, ella lo toma y se lo avienta a Eduardo, quien como un degenerado, se lo llevó a la nariz y se perdía oliendo el aroma de esa hembra, que ha sido la dueña de su corazón desde niño.
Lorena siguió con su baile, quitándose su sujetador se lo tira a su amigo que al ver ese par de tetas sueltas solo piensa en chuparlas y estrujarlas con sus manos. Ella sabía esto por lo que jugo con sus senos, provocando y encendiendo más a ese hombre que la quedaba mirando con la boca abierta, al mismo tiempo que olía ese brasier y tenía el vestido alrededor de su polla, la cual masturbaba. Luego de burlarse de su amigo, Lorena se retira su tanga, la cual estaba húmeda y tal como hizo anteriormente, se lo pasa a Eduardo.
El hombre se embriagó con el aroma del coño de su amiga, el que le resultaba muy exótico y estimulante. Ella se quedaba con unas medias negras y unos tacones del mismo color, Lorena lleva dos de sus dedos a la boca y los chupa como si fuese el pene de Eduardo, tras eso lo guía a su coñito y se los introduce. Soltando unos jadeos, ella comienza a sentarse en el suelo, hincada coloca sus manos entre sus rodillas y con una sonrisa coqueta, hipnotiza aún más a su amigo, que ya no podía contenerse.
Lorena: Ven y hazme disfrutar como en el pasado.
Susurró la mujer en un tono juguetón. Eduardo dejó todas las prendas que le había lanzado de lado y hechizado se acercaba con lentitud. Quedando a unos centímetros de ella, se agacha, mordiendo los labios de su amada y posteriormente, se desliza hasta ese mojado coño maduro. Inhala profundamente, saboreándose con el dulce hedor que desprendía esa vagina. Lamiéndola tiernamente, hace que su amiga eche para atrás su cabeza y suelte un suave gemido.
Una sonrisa se le forjó a él, que continuó devorando ese chocho, sus manos inquietas se trasladaron hacía las gordas tetas de la Milf, amasándolas con fuerza. La respiración de ella, se aceleraba y su vulva se empapaba cada vez más, amaba como la lengua de su amigo se movía por su sexo y jugaba con su clítoris. Vagamente rememora cuando Perla le comió el coño en hotel, pese que su amiga había sido increíble, Eduardo seguía produciéndole una sensación única.
Lorena: Ooooohhhh, mierdaaaaa…
Enuncio entre jadeos y mordiendo sus labios. Sus dedos masajeaban el cabello del hombre y sus piernas temblaban, ella sabía que estaba cerca de acabar. Alentándolo hace que Eduardo introdujera su lengua de una forma profunda dentro de su vagina, soltando un aullido que llamó la atención de las muchachas y de Vicky, terminó en la boca de su amigo. Él trago esos jugos y allegándose a sus labios la besa de nuevo, Lorena siente como esa gran pija rozaba sus labios vaginales.
Su corazón se le aceleraba con solo pensar que la tendría adentro suyo, Eduardo percatándose que su amiga, estaba ansiando ser penetrada, agarra su tronco desde la base y la orienta a ese coño empapado. El solo tacto entre su glande con esa vulva brillante, incrementaban sus ganas de perforarlo, sin embargo, quería hacerlo lento y deleitarse con el viaje que realizaría su tranca entre esas paredes, hasta llegar al útero, por lo que se lo tomó con calma.
Poco a poco, fue insertando su pene dentro de su amiga, la cual lo abrazaba, tanto con sus brazos como con sus piernas. Murmurándole en el oído, ella le dice que había olvidado lo llena que se sentía con ese trozo de carne que él tenía. Eduardo no se detiene hasta tener su polla golpeando la matriz de la mujer, Lorena suelta un largo suspiro y pide por más. Él la consiente con unas embestidas bestiales, haciendo rebotar sus tetas y que hiciera un coro de gemidos.
Lorena: ¡Uuuufff, que ricooooooo, Edu!
Expresó ella entre jadeos, gozando con esa enorme verga que salía y entraba de forma violenta, hasta alcanzar lo más profundo de su útero. Todo su cuerpo se regocijaba, pidiendo por más. Sus gemidos eran cada vez más fuertes y su vagina parecía estar absorbiendo con sus músculos el mástil de su amigo, como queriendo retenerlo en su interior. Él no dejaba de taladrar con fuerzas, aun cuando estaba cerca de acabar y soltar todo su semen.
Eduardo: ¿Te gusta esto perra?
Lorena: Ooooohhh… Uuuuuuuggghhh… Shhhiiiii… Síííííí… Ma-mhááááássssshh… No te detengas por nada, solo cuando me rellenes con tu leche…
Eduardo: Dalo por hecho mi amor… Esta noche te follaré por los largos ocho años de esperaaaa…
Sentenció el hombre, soltando su primera descarga dentro de su amiga, la cual también se corrió al sentir esa caliente leche rellenando su matriz. Tras comerse la boca, ellos se miraron, acariciando con ternura sus rostros. –“Joder… Eso fue maravilloso”- expresó la mujer de manera ligona. –“Siempre el sexo entre nosotros ha sido así… Por eso no entiendo, ¿por qué siempre me rechazabas?”- dijo él con su voz exhausta y retirando su verga que perdía su rigidez.
Lorena: Por favor, no hablemos eso ahora.
Señaló la Milf, tomando esa tranca entre sus manos. Eduardo se coloca de pies y ella comienza a lamer ese tronco, degustando ese esperma que también tenía dentro de su coño. Él intentaba de dejar de lado esas inquietudes que lo estaban perturbando y seguir disfrutando de ese momento especial, no obstante era difícil olvidar los misterios que rodeaban la decisión de su amiga, para jamás haber aceptado a huir con él y formar una familia juntos, como tanto anhelo en ese tiempo.
Lorena se daba vuelta y levantando su sensual cola, lo apega a ese tallo que había vuelto a tomar fuerza, después de esa tierna mamada. –“Lo quiero muy hondo en mi culo”- susurró ella, mordiendo sus labios con picardía, Eduardo entusiasmándose, colocaba sus manos en esas posaderas y las masajea. Enterrando su dedo pulgar cariñosamente dentro de ese hoyito que llevaba años sin ser usado, hace que ella suelte un gemido lleno de dicha, moviéndolo por un buen rato lo dilata, para por fin utilizarlo.
Sacando su dedo de ese estrecho agujero, le abre las nalgas y deja caer su saliva dentro de ese agujerito para lubricarlo. Ella suelta un respiro, preparándose a la embestida que iba a recibir. Eduardo con cierta dificultad introduce su glande, –“Uuuhh…”- exclamó ella entre dolor y disfrute. Él quería ir de manera paulatina, sin embargo, no resistió la tentación y clavó de una estocada toda su polla. –“¡Aaaaarrrgghh! Eduuu…”- gritó la Milf, mordiendo sus labios y empuñado sus manos.
Eduardo: Oooohhh, Lore… Perdóname, pero no pude contenerme.
Afirmó mientras acomodaba sus manos para sujetar su cintura y después de decir eso, fue quitando su verga de ese culito. Volviendo a repetir el procedimiento ensarta su pene con fuerza. Ella vuelve a chillar, pero esta vez con más placer que sufrimiento, –“Este culito no ha perdido su encanto, apretadito, firme y delicioso”- dijo jadeando, sacándola y metiéndosela sin parar. –“Oooohhh, sí, sí, sí…”- respondió con gusto a las embestidas que recibía.
Gradualmente una de sus manos fue descendiendo hasta su vulva y acariciando su clítoris, la hace aullar más de placer. Con la otra le jala el cabello, aumentando su ritmo a uno más brutal. Sus huevos chocaban contra su coño y con cada estocada, la levantaba sutilmente haciendo que sus tacones suenen contra el suelo, esa escena nublaba la mente de Lorena, añorando una experiencia similar en el pasado. Echaba para atrás su cabeza y llegando a su límite, grita, –“¡Uuuuggghh, Alonsooo, me corroooo!”-
Tras escuchar ese nombre, Eduardo detiene sus penetraciones y deja de juguetear con su legumbre de carne. Ella aún sofocada, abre los ojos y comienza a relajarse, dándose cuenta que había soltado unas palabras que no debía. Saco su tranca dentro de ese culo en silencio, Lorena se gira y tragando su saliva, lo mira con vergüenza.
Lorena: E-Eduardo…
Expresó con su voz quebrada.
Eduardo: (Suspira) ¿Tan bien te cogía el cabrón de Alonso?
Ella se queda callada, agachando su mirada al suelo, él se allegó con una sonrisa y con su pija todavía erecta la soba entre los muslos de la mujer. Levantando su barbilla con su mano le da un corto pero ardiente beso.
Eduardo: Si te he hecho decir su nombre, significa que en verdad lo gozaste.
Lorena: ¿No estás enojado?
Dijo desconcertada.
Eduardo: (Sonriendo) No, hace mucho comprendí que ese gilipollas era un toro cuando te follaba.
Lorena: ¿Ah?
Eduardo: Sí… Me di cuenta de eso, el día que me dijiste que estabas embarazada. Desde entonces me he preguntado si era él, la razón por la cual siempre buscabas una excusa para rechazarme.
Afirmó el hombre, sin quitarle la vista de sus ojos, ella dudaba si decir la verdad o seguir callándola.
Eduardo: Ese día, yo al oírte decir que esperabas un bebé, me ilusione, pensando que tal vez era mío. Me fui a comprar varias cosas para ese ser diminuto que resultaría ser Romina, sin saber su sexo. Al terminar mis compras fui a mi piso, ignorando que tú estabas en él.
Lorena: Eduardo, tú…
Eduardo: Entonces los vi, vi a ese capullo como te destrozaba el coño con fuerza y tú lo disfrutaba, rogándole por más.
Lorena: Eduardo, yo…
La madre de Romina no pudo terminar su oración, ya que en ese instante, su amigo sin aviso previo, le entierra su polla nuevamente en su chocho. De un golpe se lo ensartan por completo, haciéndola aullar.
Lorena: E-Ed… Eduardoooooooohhhgg… Qu-que cabronazo eres…
Manifestó la mujer al irse entregando una vez más a la lujuria.
Eduardo: Con esta intensidad te la clavaba mi tío, la única diferencia es que se revolcaban en mi cama. Con el corazón partido y sin querer hacer escándalo, me fui, sin embargo, antes de hacerlo, escuche que te dijo, “En verdad eres única, nena. Nunca había follado por un mes con una misma mujer, así que siéntete privilegiada”.
Lorena trataba de aferrarse al cuerpo de su amigo y continuar gozando de esas mortales estocadas en su estrecho coño.
Eduardo: Si estuvieron un mes entero follando, eso quiere decir, que Alonso es el verdadero papá de Romina, ¿verdad?
Su amiga lo miraba con los dientes apretados, ahogando sus gemidos y la verdad, él cargándola y clavándosela más profundo, la hace gemir.
Eduardo: Ahora comprendo todo, tú lo amabas y por eso jamás quisiste estar conmigo, ni siquiera cuando desapareció de tu vida y solo yo te satisfacía.
Lorena: Jooooooooodeeeeeeerr… Sí, sí, él es el padre de Romina, pero a ti te amaba mucho más… No quise estar contigo porque sabía que me encontraría con Alonso en una fiesta familiar o por cualquier motivo e iba a terminar entregándome, porque me enloquecían sus cogidas y mi cuerpo me lo pedía.
Eduardo: ¿Q-qué?
Balbuceó él, bajando su ritmo y dejando a ella cabalgando su tronco enorme.
Lorena: Sí, tú eras a quien yo amaba y no quería lastimarte, prefería rechazarte y hacer que sufrieras por un rato, a que vivieras un calvario al encontrarme con tu tío, en nuestra cama, escuchándome decir que amaba su verga y ser su putita.
La verdad había sido confesada, haciendo que ellos dos se sintieran completamente liberados de los tormentos del pasado. Besándose, se van recostando en el suelo en donde siguen con su apareo. De a poco él empieza a aumentar sus penetraciones y a jugar con esas dos grandes tetas. Ella jadeante, recorre con sus manos la espalda de su amigo, hasta llegar a sus glúteos, así se mantuvo un par de minutos, hasta que uno de sus dedos rozó traviesamente el ano de él.
Eduardo al sentir ese toque, aumentó la velocidad de sus arremetidas y otra vez Lorena, experimentaba la maravillosa sensación de estar a punto de correrse. Él sin dejar de amasar esos senos con sus manos, allega su boca a ese cuello, dando pequeños besos y mordiscos, hasta llegar a la boca de esa hembra que tanto lo estimulaba. –“¿Recuerdas cuando Romina llegó sobada y nos encontró cogiendo?”- preguntó él, lamiendo el oído de ella.
–“Sí, fue algo muy morboso y cachondo. Ella ingenua preguntó qué hacíamos y tú tonto, le dijiste que le hacías un hermanito”- susurró la mujer entre quejidos. –“Verdad, que estábamos en campaña en esa época”- contestó con una risilla juguetona, –“Jamás lo estuvimos, pero tú cabronazo te aferrabas a la idea de dejarme preñada”- señaló ella, mordisqueándole la oreja. –“Yo sé que a ti te encantaba esa loca idea de tener un hijo mío”- le murmuró, –“No lo niego, me hubiese gustado parirlo”- dijo jocosa.
Eduardo: Sabes, aún estamos a tiempo para hacer realidad ese sueño.
Lorena: No has cambiado nada, pero adelante, inténtalo y embarázame tal como tu tío lo hizo hace unos años atrás.
Eduardo: Si no te hubiera corrompido esa tarde ese maldito, ahora mismo tú y yo, seriamos tan felices.
Lorena: No lo creo.
Enunció soltando sus jugos.
Eduardo: ¿Por qué?
Lorena: Po-porque… Él me dijo que se obsesiono conmigo cuando le revelaste que me amabas. Desde entonces quiso empotrarme y su mayor anhelo era que nos encontradas y vieras que él me tenía en su dominio.
Eduardo: Ese hijo de puta y pensar que confié en él, porque necesitaba consejos para ligar contigo.
Lorena: Hhhmmm… Que cabrón Alonso, su consejo fue cogerme como una perra y preñarme por ser una puta que le rogaba por su verga.
Eduardo: Parece que aún te gusta ese cabronazo.
Lorena: (Ríe) No seas celoso.
Eduardo comenzaba a sentirse en su límite y comiendo sus bocas sellaban esa noche de pasión. No obstante cuando menos se lo esperaban, la puerta se abrió, los dos ingenuamente pensaron que se trataba de Vicky, pero al voltear se quedaron helados.
Romina: ¿Tío Eduardo?… ¿Mamá?…
Balbuceó la joven entre sorprendida y triste, ambos adultos se quedaron sin palabras y las ideas nunca fluyeron para explicar lo que había pasado esa noche. Al otro día, Belén se fue desconcertada e ignorando el lio, Romina no salió de su habitación, Lorena preocupada por su hija intentaba buscar una forma para hablar con ella, asimismo Eduardo buscaba lo propio. Aunque su amiga le recomendó que hablara con Victoria y que ella solucionaría lo que pasaba con su hija, el hombre suspiro y le encontró la razón a la mujer.
Eduardo llamó a Vicky para hablar, él la esperaba afuera en su jardín, cuando la mujer llegó, titubeó por unos segundos en decir que todo había acabado. Victoria no era tonta, para no darse cuenta que algo andaba mal por la actitud del hombre. Tras un breve silencio, él la mira fijamente y le dice que la había visto con otros, en la casa de la playa. La mujer quedó impactada y agachó la cabeza, soltando unas pequeñas lágrimas, Eduardo se sentía fatal, así que la abrazó cuando ella le pidió perdón.
Eduardo sin dejar de abrazarla, le pide que esté tranquila, que no debía llorar, ya que él también le fue infiel tras haberla descubierto. Vicky tuvo la pequeña ilusión que su relación podría seguir, pero rápidamente esa utopía se esfumo, cuando el hombre le revela que no podían estar juntos, porque él estaba enamorado de otra persona y que solo la uso para poder olvidar a ese ser y a pesar de todo su esfuerzo, no logró sacarla de su corazón. La mujer no sabía que decir, después de reflexionar unos minutos, susurró.
Vicky: Sabes, durante los 3 años de relación que tuvimos, jamás te fui infiel, hasta la noche del sábado. Mi cuerpo estaba sediento y necesitaba ser complacido tal como cuando era una jovencita. Aquella calentura me persiguió, hasta la noche de ayer, cuando regresé y me sentía mal, por lo que había hecho, ya que si bien yo no te amaba al principio, lo fui haciendo a medida que lo nuestro avanzó y en verdad quería casarme contigo. Hasta pensé en buscar una ayuda profesional, porque no quería que eso del sábado se repitiera cuando estuviéramos casados.
Eduardo: Lo sé y por eso me siento horrible al confesarte que solo eras una herramienta para olvidarme de otra.
Vicky: Tranquilo, no te odio, aún creo que lo nuestro puede resultar, sin embargo, no voy a interferir en tu decisión. Voy a ir arreglar mis cosas y me iré mañana a primera hora. Espero que seas feliz con Lorena, porque ella es esa persona a la que no puedes dejar de amar, ¿verdad?
Eduardo se quedó callado y así fue, al día siguiente Victoria se marchó, él al verla partir sentía mucho dolor, después de todo, fueron 3 años de relación en donde, si la había logrado llegar a amar, aunque fuera de manera superficial. Romina y su madre hablaron por fin, la muchacha fue directa con su madre y le consultó si iba a empezar una relación con el hombre, para su sorpresa la Milf le dijo que no, que lo de ellos era una pequeña aventura que nunca se logró concretar y jamás lo hará.
La joven quedó desconcertada luego de la declaración de su madre y algo enojada le dice que se deje de bromas, la mujer le contesta que le está hablando de manera seria. Romina no le cree a su madre y no quiso hablar más con ella. Su frustración era tan grande que hasta con Vanessa discutió, cuando la joven rubia le dijo que ella en su lugar le creería a su madre. Fue un mes tenso, uno que no tenía planeado Eduardo, que vio como los días pasaron lentamente.
Si el ambiente hostil era poco, una semana antes que regrese al trabajo, se enteró que Gabriela había renunciado. Él se culpa de eso también y llamándola trata de convencerla que no hiciera eso, que regresé y que él se iba a ir. Sus llamadas no eran respondidas, imaginando que la muchacha no quería hablar con él, no obstante, de tanto insistir fue recibida una, en donde solo escuchaba unos gemidos y el sonido de una cogida, –“¿Gabriela?”- exclamó él, logrando distinguir la voz entre cortada de ella, en gozo.
El mes se acababa, él tenía que volver al trabajo, Lorena y Romina, debían regresar a Francia. A pesar de haber aclarado todo con su amiga y que parecía que finalmente ambos estarían juntos, fue todo lo contrario al ser descubierto por la joven. Ambos estaban más lejos y sin esperanzas de algo serio. Eduardo divagando en sus pensamientos llega a su oficina de trabajo, en donde encontraría sorpresivamente a Gabriela sentada, ella parecía haberla estado esperándolo, ya que al verlo le sonríe.
Al mismo tiempo, Lorena se iba al aeropuerto en taxi, la Milf iba sola, Romina en la casa de Eduardo, leía la carta que su madre le había dejado, en donde le dice que ella no era ciega ni tampoco idiota, para no darse cuenta de que su hija estaba celosa y amaba a Eduardo. Agregando que ella no iba a intervenir, que todo estaba bien y que la iba a apoyar con la condición de que solo ame al hombre para siempre, ya que él no merecía sufrir más. Romina finalmente comprendía, que su madre era capaz de dejarlo todo, con tal que ella fuera feliz.
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Hubo un momento en que pensé en dejar a Lorena con Eduardo y que Romina "pierda", pues si la Milf se quedaba con su amigo, lo iba a compartir con su hija, pero joder, nunca he sido de escribir finales felices, porque sí, que Eduardo se quedé con las dos es mucho premio. Ahora que lo pienso, Romina esta enamorada de su primo. En fin, espero que os guste este capítulo como los anteriores y lo hayan disfrutado. Por cierto, ¿es el momento para que Gabriela brille?
1 comentarios - Deseo Prohibido. Capitulo Vlll: