No leíste la primera parte de "Departamento de soltero"? En total son 10 capítulos super calientes y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPITULO 1
Tras un primer año de vivir solo en su nuevo departamento de soltero, Lautaro continúa disfrutando al máximo su vida sexual en una casa que se empieza a llenar de recuerdos placenteros y emocionantes entre sus amigas, vecinas y ex amantes. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 3: Prisionero
“¿Cómo que no te acordás? ¡Sos un hijo de puta!” me respondió Lucas por mensaje al día siguiente cuando le pregunté cómo se llamaba la amiga de Anastasia con la que yo había estado. Tanto Franco, como Facundo, como Javier (quien escribía desde su viaje en el norte) empezaron a reírse del hecho de que yo me había olvidado el nombre de la chica con la que había pasado la noche. En forma de chiste empezaron a tirar una enorme cantidad de nombres bizarros con el simple hecho de burlarse de mí, algo que me pareció totalmente válido. A pesar de eso, Lucas seguía sin decirme cual era el nombre de la chica y eso me estaba poniendo un poco impaciente. No fue hasta las siete de la tarde cuando me escribió para decirme que la chica de ojos marrón claro se llamaba Vanina.
Ni bien le escribí, me respondió con un “Hola!” que denotaba entusiasmo. Sin dar muchas vueltas, le propuse de volver a vernos para tomar algo y ella aceptó mi invitación, por lo que acordamos para vernos el fin de semana siguiente. En medio de la conversación con Vanina, recibí un mensaje de Sofía preguntándome si esa noche podíamos vernos. A pesar de que me moría de ganas de coger con ella, le dije que no podía porque tenía un plan familiar y seguí conversando con la amiga de Anastasia. Sin embargo Sofía no se quedó con un no como respuesta y me preguntó si queríamos vernos el lunes. “Puede ser, mañana arreglamos” le respondí tratando de no rechazarla pero haciéndole saber que no estaba del todo dispuesto a estar solo cuando ella quería.
No sé porque me la había agarrado con ella, claramente los dos estábamos bien y la pasábamos aún mejor cuando cogíamos juntos. Pero sentía que en su cabeza yo quería algo más con ella, cuando en realidad no era así, cuando lo único que yo quería en ese momento era sexo. Sofía me dijo que no había problema, que cualquier cosa le escribiera y hacíamos algo, lo que me dio un poco más de bronca. Seguía sin saber el porqué, pero sentía que el juego con mis vecinas se me estaba haciendo más complejo y que no iba a poder seguir sosteniéndolo por mucho tiempo. Sobre todo cuando Victoria me ignoró por completo al día siguiente ni bien entró al edificio con Nicolás, esta vez agarrados de la mano.
Con Vanina nos volvimos a ver el sábado siguiente en un plan completamente distinto al que habíamos tenido. A pesar del calor de Febrero, decidimos ir un rato al parque pasadas las seis de la tarde con la idea de conversar un poco y conocernos más. Era una chica hermosa, simpática y muy jovial. Se notaba que buscaba algo más que solamente sexo y me dio la impresión de que no quería ser solamente mi amiga, sin embargo no fue ella quien se animó a dar un solo paso. Cuando nos encontramos me saludó con un beso en la mejilla, después de eso se mantuvo lo suficientemente distante y cuando me acerqué para darle un beso, me lo aceptó pero solo por unos segundos. Parecía como si quisiera avanzar lento a pesar que ya habíamos tenido sexo.
Luego de eso la invité a comer algo. De entrada le propuse que fuéramos a mi departamento, pero luego de que ella rechazara esa invitación, cambié el lugar por un bar que estaba cerca de donde estábamos. Vanina aceptó y durante la cena parecía sentirse muy a gusto. Estuvimos hablando un buen rato hasta que decidimos que la cita había terminado y nos fuimos de ahí. Caminamos unas cuadras y empezamos a besarnos apasionadamente en medio de la calle como si nada. Sus besos se sentían hermosos y fue entonces cuando le propuse que fuéramos a mi departamento para terminar la noche de una manera increíble. Ella dudó unos segundos, mirando al piso como sintiéndose intimidada por mi propuesta.
- Me gustaría que fuéramos un poco más despacio.- Me confesó y entendí que esa noche no iba a tener suerte.- Sé que ya estuvimos, pero… Me gustás mucho y me gustaría ir más tranqui para no cagarla.
Obviamente respeté su posición y esperé a que se tomara un taxi para volverme caminando hasta mi casa. En esas pocas cuadras aproveché para pensar en lo que estaba pasando. Habían pasado apenas dos meses del año y las cosas habían avanzado mucho desde entonces. Me costaba creer que en ese poco tiempo había pasado de tener sexo diario con mi vecina policía, a tener citas con una chica con la que nunca me hubiese imaginado. Vanina me gustaba, era hermosa y muy simpática, pero la noche de sexo que habíamos tenido aún se repetía en mi cabeza y no me cerraba. A mi me gustaba el sexo fuerte y ella era mucho más tranquila y romántica y se notaba también en su forma de ser.
- No esperaba verte.- Me dijo Sofía sonriendo cuando abrió la puerta de su casa y se encontró conmigo del otro lado.
Pasé a su departamento y me di cuenta por cómo estaba vestida que estaba a punto de salir. “Voy a tomar algo con unas amigas” me dijo y entonces miré de nuevo mi reloj para darme cuenta que recién eran las once de la noche. La cita con Vanina había terminado muy temprano y yo todavía no estaba listo para irme a dormir. Le dije que me iba ya que ella estaba ocupada, pero Sofía me agarró del brazo y sonriendo, me dijo que todavía tenía tiempo para mí. Sin dudarlo, dejé que me llevara a la habitación y que me recostara en la cama para hacerme suyo en cuestión de segundos.
Rápidamente me rendí ante sus besos y sus manos que recorrían todo mi cuerpo. Me encantaba estar con ella y me volvía loco la forma en la que se transformaba en una diosa cuando lo hacíamos en su departamento. Me empezó a sacar la ropa de una manera desesperada, al fin y al cabo hacía más de una semana que no nos veíamos y hasta donde sabía ella no estaba teniendo sexo con nadie más. Se notaba que me había extrañado, pues me besaba todo el cuerpo y pasaba su lengua por mi piel de una forma intensa y deliciosa. “Vanina nunca haría esto” pensé y me dije a mi mismo que no divagara en ese momento y que me concentrara.
La ropa no tardó en desaparecer, era obvio que Sofía no quería perder el tiempo. Cuando me desvistió volvió a sentarse sobre mi cintura y noté como mi pija bien dura golpeaba contra su conchita que ya estaba toda empapada. “Te tengo una sorpresa” me dijo y se levantó para buscar algo en el placar. Yo me quedé acostado en la cama mirándole la cola preciosa y cuando se dio vuelta, pude ver en su mano un par de esposas que hizo que todo mi cuerpo temblara. Le regalé una sonrisa morbosa y ella se colocó nuevamente encima de mí para esposarme al respaldo de la cama en cuestión de segundos. “Se ve que tenés práctica” le dije bromeando ya que ella era policía y me devolvió un guiño que hizo que mi verga latiera más fuerte.
Aprovechando que me tenía a su merced, bajó por mi cuerpo hasta colocarse entre mis piernas y empezó a chuparme la pija de una manera increíble. Se sentía deliciosa la forma en la que movía sus labios y su lengua sobre mi verga mientras me daba placer. Yo enseguida empecé a regalarle gemidos para que supiera que me gustaba muchísimo como me la estaba mamando. Movía su cabeza hacia arriba y hacia abajo a toda velocidad, le pasaba la lengua por todos lados y la llenaba de baba, seguramente para después sentarse sobre ella. De vez en cuando levantaba la vista y me regalaba una mirada preciosa sin dejar de chupármela por un segundo. Era evidente que quería demostrarme lo mucho que le gustaba darme placer, pues lo hacía con muchas ganas.
Luego de eso, se sentó sobre mi cintura y comenzó a moverse en todas direcciones, pero con mi pija afuera de su conchita. El objetivo era calentarme al máximo, pues mientras rozaba su concha empapada por toda mi cintura, se agarraba las tetas y se las manoseaba sin apartar la vista de mis ojos. “¡Mmmm como me encanta tu pija!” dijo cuando esta se posó en la puerta de su concha y ella empezó a rozarla con sus labios. Yo la observaba fascinado, tratando de no perderme ningún detalle y disfrutando al máximo de ese momento. “¡Que trola hermosa que sos!” le dije en un impulso y frente a ese atrevimiento de mi parte, Sofía me encajó una cachetada que me dio vuelta la cara y me dejó el rostro ardiendo.
- ¡Portate bien prisionero!- Me dijo con un tono amenazante y enseguida comprendí que la cosa se había puesto seria.
Para demostrarme que verdaderamente era ella quien mandaba en esa situación, volvió a pegarme otra cachetada y me dijo que si volvía a hablar sin permiso, me iba a dejar esposado toda la noche. Por alguna morbosa razón, eso me calentó tanto que hizo que mi pija empezara a rebotar en todas direcciones. Luego de dejarme en claro cómo iban a ser las cosas, me tomó la pija y se fue sentando sobre ella lentamente hasta que la tuvo toda adentro. “¡Mmm ahora sí!” gimió y se empezó a mover hacia adelante y hacia atrás logrando calentarme de una forma única. Siguió recorriendo su cuerpo con sus propias manos, en especial sus enormes tetas que tanto me gustaban, para luego ir bajando hasta mí y posarlas en mi pecho con fuerza.
De golpe aceleró los movimientos y todo se encendió en cuestión de segundos. Comenzó a mover la cintura hacia arriba y hacia abajo provocando que su conchita subiera y bajara por mi verga a toda velocidad. A mi me encantaba como me tenía de esa forma, esposado a la cama y sin la posibilidad de hablar. Ella gemía como loca, gozaba con mi cuerpo y me cogía de la forma que quería mirándome a los ojos y comiéndome con ellos. “¡Ay sí! ¡Cómo me gusta tu pija prisionero! ¡Voy a tener que castigarte más seguido!” decía y mi cabeza explotaba ante el morbo de estar haciendo ese juego con una policía de verdad.
Entonces, sin previo aviso, levantó una de sus manos y me encajó nuevamente una cachetada que me dejó la cara ardiendo. “¿Esto querías hijo de puta? ¿Qué te castigue de esta forma?” me preguntó a los gritos y sin dejar de cogerme como una loba. Yo no le respondí, no sabía si debía hacerlo o no. Sofía me miraba fijo a los ojos, gemía como nunca y sus gritos se escuchaban por toda la habitación. Yo apenas me movía, permanecía quieto disfrutando de la forma en la que ella me cogía y con las manos esposadas al respaldar de la cama. “¡Dale hijo de puta! ¡Contestame!” me gritó ella acercándose a mi cara y pegándome de nuevo una cachetada que me puso la pija más dura.
- ¡Sí! ¡Quiero que me castigues!- Le dije mirándola a los ojos y con cara desafiante.
Pero todo era parte del acto y ella ya tenía planeado que iba a hacer después y descontroladamente empezó a saltar encima de mi cuerpo. Subía hasta donde podía y después bajaba con fuerza clavándose mi pija a lo bestia. Me encantaba, me volvía loco. Miraba sus tetas rebotar frente a mis ojos y me moría de ganas de metérmelas en la boca y chupárselas todas. Ella lo notó y se las agarró con fuerza para manoseárselas sin dejar de saltar sobre mi cintura. “Vanina nunca haría esto” volví a pensar mientras observaba la belleza con la que se movía Sofía en frente mío y mientras oía sus gritos romper mi cabeza. “¡Así vas a aprender prisionero!” gritó ella y volvió a pegarme una cachetada que me encantó.
No pude aguantarme mucho más y le advertí que iba a acabar. Ella, motivada por ese comentario, siguió saltando a lo loca sobre mi cuerpo y mirándome a los ojos me ordenó que lo hiciera. “¡Dale hijo de puta! ¡Llename de leche! ¡Dale!” me gritó apretándose aún más fuerte las tetas y yo no pude hacer nada contra ese comentario. Exploté adentro suyo y noté como mi pija liberaba chorros y chorros de semen adentro suyo hasta que no tuvo más nada. Ella festejó gimiendo y saltando aún más, hasta que se quedó quieta y se relamió mirándome con una sonrisa macabra. “¡Que prisionero obediente que sos!” me dijo y me dio unas cachetadas suaves como las que uno le da a un perro cuando hace un truco que le enseñó.
Se levantó, fue hasta el baño y volvió varios minutos más tarde para sacarme las esposas y decirme que tenía que irse. Yo me cambié a toda velocidad poniéndome la ropa de forma acelerada y no me importó manchar el bóxer con restos de semen, pues acababa de tener una dosis de sexo increíble. Nos despedimos en la puerta y ella bajó para salir con sus amigas y yo subí un piso para entrar a mi casa e irme directo a la ducha. Sofía era una fiera increíble en la cama y eso me encantaba de ella, el problema es que no sentía nada más que atracción sexual hacia su persona. No era mi intención ponerme de novio o comenzar algo con alguien, pero me hubiese encantado que tuviera la personalidad de Vanina o de Victoria. Fue entonces cuando revisé el celular y me encontré con un mensaje de la primera. “Me encantó estar con vos hoy, me gustás mucho. Ya quiero verte de nuevo” decía.
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