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El mejor amigo de mi hijo parte 3

Entró a la casa, dejó las llaves en la mesa del pasillo. Era él. mi hombre, el dueño de mis fantasías, Danielito, que había vuelto para complacerme mi vista.
Daniel- “me regresé, mis amigos no creían por el celular que había cogido con la mamá más hermosa de la escuela, así que me voy a llevar tus bragas y como premio voy complacerte hasta que perdamos la consciencia o al menos hasta que alguno se desmaye jaja”
Cuando me dijo eso, sentí como mi cuerpo empezó a recobrar fuerzas de la nada, sentí como mi corazón empezaba a latir más rápido y me hacían olvidarme de mis pensamientos de culpa.
Se fue acercando poco a poco a mí pero primero se quitó la playera y la dejo tirada en el pasillo de la casa, después se quitó los tenis y calcetines y los dejó en la entrada de la sala, se desabrocho su pantalón y empezó a quitárselos de manera torpe pero maravillosa y justo en frente de mí se empezó a bajar el slip mostrándome ese miembro que me había hecho sentir 2 hermosos orgasmos y me había dominado en todo sentido. Se los quitó y los arrojó en un florero que tenía en la sala dejándome ver su hermoso cuerpo de nuevo. Era magnifico poder apreciar sus piernas fuertes y firmes (largas y grandes), su pecho bien formado, su cuello que le daba un aire joven que solo yo puedo recordar, y, su hermosa cara de a penas un adulto pero con mucho que ofrecer a una mujer. Daniel, tus actos, me causaban felicidad y excitación, al ver como dejabas tu ropa regada en toda la casa sin importar quién llegara, como si mi casa ahora te perteneciera y viéndome directamente a los ojos con un deseo de lujuria y de amor que muy pocos hombre te pueden ofrecer.
Me quitó la cobija con la que me había dejado y fue bajando hasta que mis pezones sentían el calor de su pecho; me abrazó como si fuera una flor hermosa que acababa de florecer, me sentía la mujer más protegida del mundo ante tales brazos y con un calor que hacía que mi cuerpo se prendiera más y más!... me acariciaba pero ya no como antes, parecía que ya no buscaba solamente tener sexo, quería hacerme el amor y quería que yo supiera que me daría su amor y que me dejaría complacida como ningún hombre lo había hecho.
Después de ricas caricias fue metiendo poco a poco su miembro, despacio y hábil, podía sentir cada centímetro de ese bellísimo falo. Una vez que estaba totalmente dentro, me agarro fuertemente y me empezó a alzar hasta que mi cuerpo quedó recargado en sus fuertes piernas… poco a poco se fue levantando hasta que mi cuerpo estaba recargado en su miembro totalmente; su miembro y pelvis era mi apoyo y mis piernas cruzaban en la parte trasera tocando su firme espalda y glúteos de un deportista que me hacían volver loca!
Íbamos subiendo las escaleras cuando le pregunte
Yo-“Mi amor, ¿A dónde me llevas?”
Daniel-“¿Dónde quieres que te haga el amor? ¿En el cuarto de tu único hijo y mi mejor amigo?
El morbo me hizo excitarme más por la forma en que lo decía; mis pezones parecían duraznos de lo caliente que estaba y mis brazos lo abrazaban con más fuerza deseándolo cada vez más.
Daniel-“Mmm. te voy hacer el amor en el cuarto en el que tú y tu marido duermen, en donde solo él ha estado y en la cama en la que solo él te ha hecho el amor y te ha dado un hijo, para que siempre que te haga tuya, veas y sientas mi cuerpo haciéndote mía”
En ese momento me sentía joven de nuevo, bella, caliente como el fuego. Mi corazón empezó a palpitar mas rápido, mi cuerpo empezó a sentirse como una adolescente en celo y mi sexo empezó a brotar lubricante al miembro que ya estaba dentro de mí.
Abrió la puerta del cuarto de mi esposo y mío, me tiro en la cama con delicadeza, bajó hacia mi vagina ya lubricada y la empezó a lubricar mas con su deliciosa lengua y así duro 3 minutos cuando se paró y me empezó a dar indicios de que estaría a punto de hacerme suya. Cuando me empezó a penetrar, lo hizo de manera muy suave pero bastante profunda. Cada vez que veía como cada centímetro de él desaparecía en mi interior me provocaba mucha excitación y me hacia gemir del infinito placer.
Decidió cambiar de posición el cual era difícil adaptarme ya que yo solo había probado pocas posiciones con mi esposo ,pero, era una posición demasiado deliciosa! El estaba debajo de mi, metió su miembro en mi sexo, con su mano derecha me sobaba el clítoris, con la otra tocaba mi vientre y mis pezones; su boca me besaba el cuello y daba pequeños mordiscos en el lóbulo de la oreja, tiernos. Necesitaba estar totalmente concentrada porque si perdía el control podía venirme en él una tras otra tras otra vez! Sentía que mi corazón latía como nunca cada vez que su miembro estaba totalmente de mí.
Daniel-“Me encantas, no pensé que fueras tan cachonda... Estás a punto de venirte, ¿verdad? ¿Quieres que me corra en ti de nuevo? ”
Yo- Soy tuya, Daniel! Haz de mi lo que tu desees!
Nos volteamos y nos pusimos en posición de misionero para de nuevo sentir su gloriosa venida… Me empezó a dar una embestidas que Dios, no sé cómo mi vagina pudo soportar tanta excitación y tanta penetrada, parecía que la cabecera de la cama atravesaría la pared del poder que tenía ese chico!... Volví a sentir el cielo cuando se empezó a vaciar en mi, sentía que me estaba quemando, mis piernas ya no me respondían y él se empezó a contraer dándome unas penetradas aun mas fuertes; rasguñe su espalda baja hasta llegar a sus glúteos y apretarlos con toda mi fuerza; parecían piedras que intentaban atravesar mi cuerpo. Habíamos conocido lo que los Franceses conocen como "muerte pequeña" en ese momento… fue el orgasmo más duradero de mi vida, mis gemidos llenaban la habitación de lujuria. Sudados y cansados nos quedamos apreciando ese momento para recordarlo por siempre.
Pasamos un buen rato juntos, amándonos y le dije
Yo-“Es mejor que recojas tu ropa y acomodemos todo como estaba, antes de que llegue mi esposo o pero aun, mi hijo!”
Daniel-“¿Qué?… ¿no te gustaría que nos encontraran pegados de esta manera?”
Ese descarado...
Daniel-“Bueno cuando llegue tu esposo posiblemente querrá coger, y quiero que lo hagas con estas mismas sabanas para que me recuerdes, mi amor” se despego de mi, hermosamente sudado y se fue a recoger sus cosas dejando atrás lo que ya era pasado.
Ahora, siempre que me hace el amor mi marido, con tan solo oler mi almohada o recordar el momento, a ese joven, galán que alguna vez fue mi hombre, mis orgasmos vienen sin regreso; uno tras otro.
Fue tanto el amor que me había dado que, como era de esperarse, había quedado preñada de su bebé.
Ups!

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