Tras una fugaz visita de Lucas por la mañana mi madre se lleva una sorpresa esa misma tarde.
En mi último relato dejé patente que Lucas iba a ser el menor de mis problemas, aunque en ese momento le considerara el mal absoluto. Sin embargo qué pronto me di cuenta de que el problema no iba a ser tanto Lucas como los instintos que comenzaban a aflorar en mi madre.
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Tras los sucesos del jardín ya había asimilado que Lucas había sacado el lado más zorrón de mi madre y que ya no había nada que le impidiese reactivar a la mujer infiel que llevaba dentro para disfrutarla sin ningún tipo de resistencia. Es más, estaba convencido de que mi madre deseaba que Lucas viniese a sacar ese lado que tanto disfrutaba del sexo extramatrimonial para poder darse placer mutuamente. Se notaba que sus indiscreciones le habían añadido un poco de picante a su hasta ahora sosa e insípida vida de madre y esposa de manual. Los pollazos recibidos por Lucas la habían afectado incluso en su vida diaria, llevándola a vestir de una forma más ligera, aunque manteniendo siempre la elegancia característica de una señora con su status social.
Su comportamiento se había vuelto también más cariñoso tanto conmigo como con mi padre. Ahora era más atenta, se esmeraba más en sus tareas domésticas y se había vuelto mejor ama de casa de lo que ya era. No sabía si atribuir este cambio al remordimiento que le producía pensar en su infidelidad cometida no una sino dos veces o que simplemente había vuelto a encontrar alegría en la vida y sus atenciones eran producto de una mejoría en el estado de ánimo.
Mi padre estaba encantado con el sutil cambio producido en mi madre y la verdad es que yo tampoco podía quejarme. Cenas más abundantes y suculentas, menos sermones y exigencias de orden en mi cuarto… Y lo mejor es que Lucas parecía desaparecido del mapa. Desde el incidente del jardín no habían vuelto a tener contacto y ya habían pasado tres días sin que hubiera tenido que volver a ver a mi madre y sus orificios siendo llenados con el pene de Lucas, lo que resultaba ser un tremendo descanso psicológico sin tener que luchar contra los contradictorios sentimientos que experimentaba al verla siendo penetrada por un hombre.
Pero la suerte se acabó el miércoles, el día en que mi padre solía ir a jugar un partido de fútbol con los compañeros de la empresa por la tarde.
Mi padre había salido temprano por la mañana como siempre tras un espléndido desayuno preparado por su "maravillosa esposa" y tras darla un cariñoso beso en los labios montó en el Audi y salió de casa. Mientras le despedíamos pude ver a lo lejos una figura que apoyada en su automóvil observaba la entrañable escena familiar. Por el coche y la postura en que aquella figuraba estaba apoyada supe que era el Mani. No cabía duda. Esa pose chulesca de gorila de discoteca era inconfundible y hasta podía sentir su aura de odio y complejo hacia la gente de cierto poder adquisitivo. Mi madre, vestida con un pantalón blanco algo acampanado que hacia notable la redondez de su culo y un chandal de cremallera azul clarito que apenas la abrigaba del fresco de la mañana saludaba a mi padre que se alejaba, sin darse cuenta de que el Mani nos observaba.
Mientra seguía a mi madre hacia el interior de la casa decidí no comentarle nada para evitarla preocupaciones, aunque en momentos sentí la tentación de hacerlo, como venganza por lo que le estaba haciendo a mi padre como esposa y a mi como madre. Yo sabía que la sóla mención del Mani le revolvía el estómago en un odio incontenible hacia el imbécil que había destrozado uno de sus maceteros favoritos y no había tenido narice a dar la cara. Lo cierto es que a mi tampoco me caía especialmente bien, porque el ser hijo de mis padres me había garantizado malas miradas y mofas por su parte.
Mi madre se fue a la cocina y tras ayudarla a fregar los platos me fui al salón pequeño a ver la tele. El salón "pequeño" es el salón que está pegado al recibidor y que utilizamos en familia, siendo el salón grande el que se utiliza para cuando vienen invitados. Es como el nodo de conexión entre un montón de estancias, incluidos la cocina y las escaleras que suben a los pisos superiores. Al contrario que el salón grande el pequeño sólo tiene dos sofás y una televisión, y los tres muebles forman un curioso triángulo cuando es observado desde el mini descansillo que hay en las escaleras que dan al piso de arriba.
Estaban volviendo a echar capítulos de una vieja serie de abogados cuando alguien llamó a la puerta. Con desgana, fui a abrir la puerta y me encontré a mis tíos salmantinos con la ya conocida figura de Lucas detrás suya. Esto ya me parecía de coña. No les había visto en casi un año y ahora en menos de una semana les veía tres veces. Me pregunté que cojones podían querer y sobre todo porqué cojones tenían que ir por ahí arrastrando al mamonazo de Lucas.
-Hola bonito – me dijo mi tia a la vez que me daba uno de sus horribles tirones de moflete.
-Hola – respondí no muy convencido mientras miraba a Lucas que seguía ahí de pie impasible, con su imborrable sonrisa de chulo playa dibujada en su cara.
-Juan, bonito, ¿está tu madre en casa?
Antes de que pudiera contestar escuché los pasos de mi madre que venía desde la cocina
-¿Matilde? – se oyó su voz llena de sorpresa acercándose - ¿Cómo que has veni..?
Dejó la frase inacabada al ver a Lucas asomando por entre mis tíos pero enseguida se recuperó con una sonrisa juguetona.
-¿Cómo que has venido?¿Pasa algo?
-Pues verás querida, no encuentro un pequeño estuche de maquillaje que me regaló este zoquete por mi cumpleaños – dijo señalando a mi tío – Lo he buscado por todas partes pero hoy me he acordado de que me estuve retocando en vuestro baño y creo que me lo podría haber dejado aquí.
-Ah pues yo no he visto nada pero supongo que estará en el baño de invitados. Deja que eche un vistazo – y le dirigió una mirada muy explícita a Lucas.
-Marta, ¿te importaría darme un vaso de agua? – preguntó con tono familiar
-Claro, ya sabes dónde está la cocina. Juan, acompaña a tus tíos al salón mientras yo busco eso – me ordenó mientras se daba la vuelta meneando el culo para deleite de Lucas.
-No cariño, tenemos mucha prisa – dijo riendo mi tía – No intentes enredarnos con tus tés y tus pastitas porque si no acabamos comiendo en tu casa. Y tú Lucas date prisa que Marta seguro que también tiene un montón de cosas que hacer.
Mi madre parecía contrariada por las prisas de mi tía, pero sin perder la sonrisa le echó una última mirada a Lucas y sin saber muy bien si se dirigía a mis tíos o a Lucas dijo:
-Seré rápida – diciendo esto comenzó a andar con paso firme y elegante para desaparecer por el pasillo en dirección al baño de invitados.
Lucas esperó unos segundos antes de seguir sus pasos aunque en lugar de girar a la derecha como mi madre giró hacia el otro lado y desapareció en la cocina. Mis tíos se pusieron a ver la tele mientras seguían en pie, y mi tía emocionada recordaba los tiempos en que ella había visto esa serie. Fue entonces cuando capté un movimiento por el rabillo del ojo y cuando me di la vuelta pude ver a Lucas saliendo de la cocina y dirigirse apresuradamente en dirección al baño de invitados. Cómo mis tíos seguían embobados frente a la caja tonta me dispuse yo también a seguir a Lucas. Mientras le seguía sigilosamente veía cómo iba abriendo las puertas a los lados del pasillo una a una esperando encontrar el baño de invitados… y a mi madre. Cuando por fín llegó a las dos últimas puertas del pasillo miró a ambos lados y se decidió por la puerta de la izquierda, produciéndome un nudo en el estómago,ya que esa era la del baño. Con paso inseguro me acerqué y me asomé al baño, que nisiquiera se habían molestado en cerrar.
Lucas se había acercado a mi madre por detrás y posando sus manos sobre sus caderas comenzó a besarla el cuello. Las manos de Lucas comenzaron a bajar la cremallera del chándal y se dispusieron a manosear las tetas por encima del sujetador deportivo. Mi madre ya había dirigido su mano hacia la entrepierna de Lucas y junto a su culo no paraba de frotar el paquete de éste.
-Uhhmm….Cuánto deseaba volver a sentir tus tetas entre mis manos….el olor de tu pelo…el sabor de tu piel… - confesó Lucas excitado
-Ahhh…..cariño….mi Rey, recuerda que has venido con mis cuñados……y tenéis prisa… - le recordó mi madre sin dejar de restregar su culo contra el nabo de Lucas
-¿Entonces quieres que paremos? – preguntó Lucas disgustado, deteniendo su manoseo y girando su cara en dirección a la de mi madre.
-¿Quién ha dicho eso? – levantó su mano del paquete de Lucas y usandola para acercar el rostro de éste le besó con la boca muy abierta. Después le lanzó una sonrisa pícara – Ya he dicho antes que sería rápida
Con Lucas todavía sonriendo, mamá fue bajando al tiempo que restregaba sus tetas contra el torso de su amante hasta ponerse de rodillas. Sin más dilación le desabrochó el pantalón y metiendo su mano entre los calzoncillos sacó un miembro ya bastante excitado que palpitaba e iba creciendo en sus manos. Besó el prepucio y elevó su mirada hasta contactar con la de Lucas. Comenzó a pajearlo un poco hasta que alcanzó la erección total y abriendo la boca se introdujo una considerable cantidad de polla en la boca, cerrando sus labios alrededor del tronco y acto seguido comenzó a recorrer ese tremendo instrumento con su boca en rápidos recorridos de ida y vuelta. Chupaba con fruición y de vez en cuando se la sacaba de la boca para lamer las pelotas y aquellas zonas del tronco a las que no llegaba con su boca.
Otra vez experimenté aquella sensación que no quería reconocer como excitación al ver a mi madre postrada ante aquella polla, bañándola y limpiándola a conciencia. Se podía oir perfectamente los gemidos de ambos, uno por que un bombón casado se la estaba comiendo y la otra porque estaba degustando un cacho de pollón que no pertenecía a su marido. Al cabo de un rato mi madre aceleró el ritmo de su mamada al tiempo que masajeaba las pelotas de Lucas y le pajeaba con la otra mano el trozo de carne que no entraba en la jurisdicción de su boca. A Lucas le pilló de improviso este cambio de ritmo y exhalando gemidos echó la cabeza hacia atrás mientras agarraba del pelo a mi madre. A pesar de los tirones de pelo mi madre no deceleró en ningún momento, sino que siguio aumentando el ritmo al que le comía el nabo junto a sus "mmuhh" que emitía cada vez que bajaba por aquel tronco.
-¡Oh joder, Marta! ¡Ah, ah, ah! – decía con voz temblorosa con los ojos cerrados - ¿Tenías ganas, eh? ¡Oh mierda, como chupas, joder!¡La auténtica reina chupapollas, no hay duda!
Esas palabras no hacían más que acrecentar la excitación de mi madre, que mamaba con más ahínco, sujatando su viril almuerzo con una mano y tocándose los pechos ya desnudos(se había subido el sujetador deportivo mientras se la mamaba) con la otra.
-¡Mmuuhh! ¡Mmuuhh! ¡Mmuuhh! – eran los únicos sonidos producidos por mi madre, que coincidían con el ritmo de su chupada de pene. Cerró los ojos y dio un último sprint final - ¡Muh! ¡Muh! ¡Muh! ¡Muh! – chupaba ignorando las arcadas que ocasionalmente le producía una inmersión demasiada profunda de aquel submarino en su boca.
-¡Ohhhhhh! ¡Mierdaaaaa! – Lucas tenía todo el cuerpo en tensión y la boca abierta en una expresión de enorme placer. Al cabo de unos segundos comenzó a cerrar los ojos con mucha fuerza y con voz temblorosa comenzó a decir - ¡Ahhhh…Martaaaa! Me….me voy a correr….joder….¡ya me corro!¡Argghhh!
Al escuchar esa declaración mi madre dejó de mamar y se sacó la polla de la boca, saltando algunas gotas de saliva mezclada a su cara. Continuó masturbándole con una enorme sonrisa en su cara, mezcla de lujuria y felicidad por tener a su macho en ese estado de placer. Lucas no pudo seguir aguantando frente a la paja que le estaba haciendo mi madre y echando las caderas hacia delante se quedó tieso durante un momento. Yo ya sabía lo que venía y por supuesto mi madre también, así que con la polla agarrada con su mano, apuntó hacía sus tetas.
-¡Ahhh! ¡Arrrrgggghhhh! – con sus exclamaciones salió disparado el primer chorro, y lo hizo con tanta potencia que a pesar de que mi madre sujetaba el pene hacia abajo, el lanzamisiles de carne protestó desviando el chorro hacia su cara.
El chorro de espeso líquido blanco se estrelló contra su flequillo con tanta fuerza que le corrió los pelos hacia un lado despejándola la frente. La cola del chorro cayó víctima inevitable de la gravedad en su rostro, creando un hilillo desde su flequillo "peinado" a un lado hasta la aleta izquierda de su nariz. Puede que mi madre disfrutase siendo follada por Lucas pero por lo visto aún no estaba preparada para saber apreciar el sabor del líquido viscoso de su macho, y no pudo evitar una arcada que la enrojeció los ojos, dejándoselos llorosos. Para evitar más sorpresas agarró el miembro de Lucas con ambas manos y acercó su pecho. Un instante después el pene de Lucas volvía a lanzar otro potente chorro de esperma, pero mi madre estaba mejor preparada esta vez, y la leche calló entre sus tetas. Los dos siguientes chorros terminaron de hacer un terrible gotelé sobre las tetas de mi madre, los cuales ella recibió con un gemido de placer. Lucas no había abierto la boca en todo el proceso de corrida, sólo siendo capaz de abrir la boca con gesto estúpido y ponerse rojo hasta las orejas. Cuando pudo arrebatarle el control de su cuerpo a su polla, miró asombrado a mi madre lo que acababa de ocurrir, que le había hecho correrse como un campeón en apenas unos momentos. No sabía a qué había venido esa mamada y miró con una sonrisa extrañada a la mujer que se arrodillaba ante él. Mi madre le devolvió la sonrisa sujetando su nabo enre las manos sintiendo cómo perdía consistencia y peso por momentos.
-Ya te dije que sería rápida – le explicó con una risita tonta.
Lucas comprendió al instante a qué se debía aquella fogosidad y miró una vez más a mi madre asombrado.
-E…Eres única – dijo recuperando el aliento.
Sin levantarse le limpió los restos de semen que quedaban en el pene con una mano, y con el dorso de la otra se limpió con cuidado el chorro que le había caído en la cara. Cuando terminó ambas tareas se restregó el semen que había en sus manos por las tetas, expandiendo como si de crema se tratase los chorros que habían caído allí durante la corrida. Después se puso de pie con las tetas al aire, como enseñándole a su amante la magnífica obra que había dibujado en ella con su particular pincel. Antes de que Lucas dijera nada se recolocó el sujetador deportivo y se subió la cremallera del chándal, dejando ese semen impregnado de nuevo en su cuerpo.
-¿Así es como te gusta a ti, no mi Rey? – dijo con tono de chiquilla juguetona.
-Jajaja, eres estupenda, Marta.
Acto seguido se pusieron a buscar el estuche de maquillaje de mi tía y yo abandoné sigilosamente mi puesto de espía y volví al salón. Consulté el reloj del salón. Habrían pasado a lo sumo diez minutos. Era bastante tiempo para buscar un simple estuche en un solo baño. Traté de imaginar qué excusa pondría mi madre.
Lucas y mi madre aparecieron en el salón con el dichoso estuche. Mis tíos habían estado embobados viendo al brillante abogado defender sus casos con espectacular ejecución y dudaba que se hubieran dado cuenta de la tardanza. Ni siquiera les pareció sospechoso ver entrar a mi madre y a Lucas juntos.
Tras darle las gracias a mi madre mis tíos se fueron junto con Lucas, que le dio una buena agarrada de culo a mi madre cuando mis tíos ya había salido por la puerta como regalo de despedida.
Yo miraba toda la escena sentado en el sofá, con la tele encendida pero la mente en otro sitio. Tras cerrar la puerta mi madre se acercó y me dijo que se iba a dar una ducha a lo que asentí mudamente. Observé cómo ascendía por las escaleras y volví a recordar su imagen al agarrar la polla de Lucas con ambas manos para recibir su leche en las tetas. Al cabo de un rato escuché correr el agua de la ducha de arriba y me tumbé en el sofá mientras me acariciaba la polla por encima del pantalón de forma casi inconsciente. Así me quedé dormido.
Noté un suave beso en la mejilla que me despertó. Cuando al abrir los ojos vi a mi madre me entró el pánico por un momento. Al ver sus labios lo primero que me vino a la mente fue verla arrodillada recibiendo la leche de Lucas. Parpadeé un poco y la volví a mirar. Sentí un alivio enorme. Tenía el pelo limpio y desprendía un olor a champú muy agradable. Se había duchado y ya no quedaba leche de Lucas en su cuerpo. Se había puesto una blusa blanca y una falda algo corta de color beige que le subía algo más de cuatro dedos por encima de las rodillas, confiriéndola un aspecto sexy y elegante a la vez. Me dijo que la comida ya estaba hecha y que me diese prisa o se enfriaría.
Tras la comida seguía aturdido así que pensé que lo mejor sería subir al áticoa fumarme unos buenos porros. Le dije a mi madre que iba a mi cuarto pero tras coger el hachís me subí al cuarto vacío de arriba. Durante cosa de una hora no di señales de vida y al cabo de unos minutos ya llevaba una fumada enorme. Fue entonces cuando sonó el teléfono abajo y escuché como lo cogía mi madre. Por la forma en que hablaba supe que era mi padre el que llamaba y parecía querer hablar conmigo ya que mi madre estaba en el piso de abajo llamándome. Como no me encontraba en mi habitación le dijo a mi padre que creía que me había ido a casa de Javi, un amigo que vivía a diez minutos andando. El corazón me latía a mil con la posibilidad de que subiese y me pillase fumando hachís. Pero sabía que era imposible. Jamás se le ocurriría mirar aquí. Suspiré aliviado cuando dejó de hablar por teléfono y escuché sus pasos bajando las escaleras hacia abajo. Rápidamente guardé el hachís y miré el reloj. Era tarde y mi padre estaría a punto de volver. Tras esperar unos minutos decidí bajar con mi madre. Cuando estaba bajando por las escaleras escuché un ding dong y oí a mi madre abriendo. Me asomé desde el descansillo de la escalera para ver quién era y allí vi al Mani con una bolsa en la mano. Era todo un personaje. Con su uniforme de vigilante viejo y desgastado que parecía reventar contra su musculoso torso, se apoyaba contra la puerta con la misma soltura que un camello lo haría en su callejón. Su fea cara sonreía a mi madre e hizo un amago de entrar. Mi madre le detuvo.
-¿Qué diablos quiere? – preguntó mi madre con bordería - ¿Cómo se atreve a venir aquí?
-Tranquilicese. He venido a devolverle algo que creo es suyo – sonriendo con malicia metió la mano en la bolsa.
Lo que sacó de ahí nos dejó tanto a mí como a mi madre helados. Entre los sucios dedos de ese tipo colgaban las bragas negras que mi madre había llevado la primera noche que fue follada por Lucas, y desde mi altura creía ver las manchas resecas de semen.
Sin darla tiempo a reaccionar soltó la bolsa vacía y le puso las bragas en la cara por el lado interior, inmovilizándola con el otro brazo.
-Dime Martita. ¿Llevabas estas bragas cuando te follaba tu marido? – dijo mientras cerraba la puerta con el pie.
-¿Q..qué? –dijo mi madre confundida – Ah s..si.
-¿Si? Pues yo creo que no, maldita puerca – dijo apretando las bragas aún más fuerte contra la cara de mi madre – Creo que estas bragas estaban en el contenedor por que son la prueba de que eres una putita infiel que se folla a otros hombres a espaldas de su maridito.
-¿C..cómo? ¡No! N..no sé de qué me habla…- balbuceaba mi madre intentando apartar las bragas manchadas de semen de su cara
-¿Sabes una cosa? Desde que recogí estas bragas llevo días masturbándome pensando en ti, en lo furcia que eres. No he parado de observarte, de tomarte fotos para luego hacerme pajas con ellas – confesó, ante la repulsa asqueada de mi madre.
Comenzó a explicarle cómo le había estado haciendo fotos de su cuerpo sudado mientras jugaba al pinpon conmigo y de cómo se había excitado al ver como empinaba el culito en las bolas cercanas a la red, y se había tenido que poner tras la verja y se había empezado a pajear con las fotos. Al escuchar mi mención me dí cuenta de que estaba allí de pie en el descansillo de la escalera observando como bobo la escena. Me agaché y me puse a observar tras las barras de seguridad de la escalera. El Mani siguió explicando a mi madre mientras no paraba de sobarla con la mano que la tenía sujeta.
-Ahí estaba yo, haciéndome una paja de campeonato, cuando ¡sorpresa!, oigo jadeos de putita. Me asomo y mira tú por dónde, la elegante señora está cabalgando como la zorra que es a un capullo con suerte – esto último lo dijo con desdén. Al menos parecía que no era el único que odiaba a Lucas – Total que tuve que hacerte unas fotitos para añadirla a mi colección. ¡Jaja!
Quitándole por fin las bragas a mi madre de la cara se sacó una cámara digital y se las enseñó a mi madre, dejándola sin habla. Recordé entonces. Los chasquidos extraños. No eran sonidos biológicos. Era el cabrón del Mani haciendo de voyeur.
-Está bien, ¿que diablos quiere a cambio de las fotos? – trató de poner voz dura pero le salió fatal y se notó enseguida que estaba asustadísima por las fotos.
El Mani sonrió enseñando sus asimétricos dientes y de un empujón la tiró al suelo. Tras dejar la cámara en el suelo se bajó los pantalones del tirón. Entre sus velludas piernas asomaba un trozo de carne impresionante. Tal vez no fuera tan largo como el de Lucas, aunque no era corto para nada. Pero lo que más destacaba era su grosor. Eso sólo podía salir en las pelis porno. Era una polla gruesa y oscura, tan gruesa que dejó a mi madre con los ojos y la boca abiertas.
-¿Tú qué crees que quiero, puta? – andó a pasos agigantados hasta ponerse delante de mi madre que al ver semejante aparato no pudo por menos que sonreir a pesar del asco que le daba el tipo.
La sonrisa de mi madre no llegó a completarse ya que la agarró del pelo y le dio un fuerte tirón levantándola la cabeza. Gritó dolorida pero tampoco su gritó llegó a completarse ya que de otro tirón la obligó a tragarse su polla. Ella no daba abasto con su boca y la extrema apertura de boca que debía realizar le daban un aspecto casi cómico. Apenas había conseguido adaptar su boca a semejante grosor cuando colocando su mano en el occipital de ella comenzó a empujar con fuerza haciéndola tragar un poco más de su polla a cada segundo. Cuando llegó a engullir tres cuartos de esa polla mi madre no podía controlar sus arcadas y una lágrima resbalaba ya por su mejilla. El Mani hizo caso omiso de las arcadas de mi madre y de un último empellón le introdujo lo que quedaba de polla en la boca. Ya estaba hecho. Aquella enorme y gruesa polla estaba al completo sientiendo el calor de la boca de mi madre. Mi madre intentaba liberarse empujando con las manos apoyadas en los muslos del Mani pero éste era mucho más fuerte y mantuvo su polla entera en la boca de mi madre durante unos quince segundos. Las arcadas de mi madre cada vez se hacían más frecuentes hasta que sus arcadas fueron desapareciendo y dejó de ofrecer resistencia. Cerró los ojos y sus labios con fuerza sobre aquel grueso pene y sus aletas nasales comenzaron a moverse graciosamente buscando algo de oxígeno que llevar a los pulmones. El Mani aflojó un poco su presión permitiendo que su polla saliese de la gargante de mi madre durante unos segundos, para volver a hincarla hasta el fondo, provocando de nuevo acusadas arcadas en ella.
-Wooohh….vaya boquita más rica que tienes. Es una pena que hasta ahora sólo la hayas usado para soltarme borderías. Pero yo te voy a enseñar a darle un nuevo uso
Tras volver a aflojar la presión, introdujo de nuevo su enorme trozo de carne en la boca de mi madre cuyo cuello se tensaba de forma exagerada cada vez que notaba el cabezón de esa polla entrando hasta el fondo. El Mani no paraba de recordarle lo mala que había sido mi familia con él mientras continuaba con la rutina de ahogar a mi madre con su pene.
-Gluuugghhgg…..¡ueck! –soltaba una arcada- ack…uunnggghhfff mmpphhhfff …. .gggluuuuuuggghhh ….. ¡u…ueck! – era lo único que conseguía decir mi madre con una polla tan gruesa obstruyendo su boca.
Tras innumerables arcadas, mi madre ya se había adaptado a aquella polla. Había comprendido el mensaje del Mani y lo que quería de ella. Cuando el Mani terminó de enumerar todas las veces que mis padres le habían tratado mal a su parecer, mi madre ya se entroducía aquel vergajo entero en su boca sin ayuda del Mani. Ya no apoyaba sus manos extendidas contra los peludos muslos del Mani tratando de sacar esa polla de su boca. Ahora se agarraba de los firmes glúteos conseguidos tras horas de gimnasio (el Mani era el típico vigilante que creía que para su profesión necesitaba parecerse a Stallone) para lograr empujar ese nabo hasta el fondo de su garganta. Los sonidos salidos del fondo de su garganta ya no eran de rechazo, protesta y sufrimiento. Más bien eran de complaciencia y conformidad. Mi madre engullía esa polla con eficiencia, haciéndola desaparecer entre sus labios para luego reaparecer brillante y lubricada de saliva. Al ver el Mani la capacidad felatoria de mi madre sonrió de forma maliciosa y agarrándola del pelo tiró con fuerza hasta ponerla de pie.
-¡Serás guarra! ¿¡Pero tú te has visto cómo chupas, maldita hija de puta!?
-P…pero yo creía que.. – comenzó a decir mi madre sin entender lo que pasaba
-¡Calla coño! – dijo dándola la vuelta.
De un fuerte tirón le abrió la blusa parcialmente haciendo saltar tres botones. Lo suficiente para bajarle la blusa dejando sus hombros al descubierto. Ante la visión el Mani pareció volverse loco y como poseído comenzo a lamer y a morder los hombros de mamá, provocándola gritos cuando éste la mordía gruñendo. Con dos tirones más ya le había arrancado la blusa al completo dejándola en falda y sujetador. Mientras seguía probando cada centímetro de los hombros, cuello y espalda de mi madre, sus manos masajeaban sus tetas con brutalidad, provocándola quejidos sin cesar. Cuando se cansó de jugar con sus tetas le metió una mano por debajo de la falda ansioso por palpar el sexo de aquella mujer que tantas veces había deseado.
-¡Maldita sea! ¡Pero si estás que chorreas, vil puta! – hizo unos movimientos con la mano bajo de la falda de mi madre, que cada vez estaba más subida.
Mi madre soltó un gemido acompañado de una expresión indescifrable en su cara que pronto quedó aclarado.
-¡Ñam! Mierda, que calentito se está aquí dentro. ¡Y qué húmedo! Jajaja – ese cerdo le estaba haciendo un dedo a mamá y no paraba de hacer movimientos con el brazo mientras que con el otro la tenía sujeta del cuello contra la pared – Pero mírate lo mojada que estás. Cómo las buenas zorras. ¡Jaja!
Ante los cada vez más expresivos gemidos de mamá el Mani ya no pudo aguantar más y sacando su mano de debajo de la falda la volvió a agarrar del pelo y llevándola hasta el sofá la tiró allí como a una vulgar puta. Poniéndole la polla delante de su cara de nuevo la ordenó que chupara, lo cual mi madre hizo sin dudar, caliente ya como un volcán, al tiempo que se iba quitando el sujetador a petición del Mani. Con su nueva técnica aprendida hizo desaparecer ese trabuco en su boca varias veces, ocasionando una mayor excitación cada vez en su odiado vigilante. Aunque en esos momentos no parecía que le odiase tanto. Cuando estuvo satisfecho con la mamada le sacó la falda a tirones, quedando extasiado con la visión del tanga que llevaba mi madre. Lo cierto es que a mí también me sorprendió. Era un tanga morado de encaje normal, pero que en ese maravilloso trasero cobraba una elegancia inesperada para cualquier hombre. Tumbándola boca arriba en el sofá, le sacó el tanga con prisas elevando sus piernas. Sin dejar caer las piernas, colocó ambas sobre su hombro izquierdo y le puso la punta sobre el coño.
-O…oye….espera…po..ponte un condón…por favor… - comenzó a suplicar
-Pero que condón ni que pollas, ¡a las zorras como tú se las folla uno a pelo! – dijo clavándosela sin darla tiempo a responder
Mi madre agarró un cojín como pudo y se lo llevó a la cara para ahogar sus gritos.
-¡A….a….ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! ¡Dios que bestiaaaa! – me llegaban los gritos amortiguados por el cojín
-Te gusta, ¿eh putón verbenero? – dijo mientras la embestía sin piedad mientras mantenía sus piernas elevadas agarrándola por los tobillos.
-¡Aannggghhh! ¡Qué gorda essss, n..no me cabe casi!¡Ounnngghh!¡Siii, me gustaaa! – gritaba retorciéndose de forma salvaje.
El Mani decidió que era hora de cambiar de posición y separado sus tobillos la abrió de piernas sin sacársela. Se introdujo a través de ellas y cuando estuvo encima de ella volvió a golpear con sus caderas la entrepierna de mi madre, haciéndola gozar como a una cerda. Comenzó a pellizcar sus pezones a la vez que los mordisqueaba con brutalidad y con sus lameteos parecía que iba a desgastarle las tetas. Las constantes embestidas llevaron a mi madre al orgasmo, cerrando sus piernas alrededor de la cintura del Mani y arqueando la espalda tanto que parecía que iba a partirse en dos. Cuando mi madre se volvió a desplomar sobre el sofá el Mani acercó sus labios para besarla, mostrando sus horrendos dientes y se feo rostro. Mi madre instintivamente apartó su cara, pues una cosa era su polla y otra su cara. Ante la negativa de mi madre a besarle se la sacó de golpe y volviéndola a agarrar del pelo la lanzó contra el suelo.
-Así que no quieres besarme, ¿eh, maldita zorra? – en su tono de voz se le veía que estaba claramente dolido por ese feo que le había hecho una mujer a la que consideraba una soberana puta.
Cogiéndola con fuerza del cuello le dio la puso de rodillas y le dio la vuelta. Después la aplastó contra el suelo y una vez la tuvo en esa posición la agarró de la cintura y elevó sus caderas. Tras escupirse en la mano untó su saliva en el ano de mamá. Ella todavía estaba aturdida por su caida al suelo y para cuando se quiso dar cuenta aquella brutalidad de grosor del Mani ya estaba apuntando a su ojete.
Ella fue a protestar pero en lugar de eso se vio obligada a abrir los ojos y la boca todo lo que pudo. Dos segundos después un grito desgarrador llenaba el salón, vibrando hasta el descansillo, cuya intensidad iba aumentando según el monstruo del Mani se iba hundiendo más y más en su culo. Al cabo de unos segundos, aquel pollón más grueso todavía que el de Lucas yacía enterrado hasta el fondo del culito de mi madre. Aquel pedazo de carne monstruoso se quedó allí clavado durante un buen rato.
-¡Jajajajaj! ¿¡Y ahora qué!? ¿Eh? – gritaba triunfal el Mani – Para ser tan puta tienes un culito muy estrecho, ¡jajaja!
Mi madre ni le contestó. Estaba demasiado ocupada tratando de respirar, llorar y relajar su ano al mismo tiempo. Al no encontrar el Mani ninguna conversación con la dueña del culo que ahora le pertenecía, comenzó a bombear.
En cada movimiento, en cada centímetro de polla que recorría la polla del Mani ya fuera hacia fuera o hacia dentro mi madre aullaba dolorida, rogándole que parase.
-¡¡Kiaaaaaaaaaaaaaa!! ¡¡Aaaahnnngggghh!! ¡P….pa…ra…! ¡Dios me estoy muriendo de dolorrr! – suplicaba entre sollozos - ¡Ah…ahh…me…me arde!¡No aguanto más! ¡Siento que me estás partiendo en dos!
-¡Calla zorra de mierda! ¡Esto te pasa por tener un marido tan gilipollas! Anda que no tengo ganas de partirle la cara…Pero primero te voy a partir a ti el culo, ¡puta sinvergüenza! – y continuó reventándola el ojete sin compasión.
Mi madre no paraba de rogarle piedad pero eso al Mani le ponía más cachondo pues sus acometidas eran cada vez más fuetes y rápidas. Y así transcurrió un buen rato, donde llegué a dejar de mirar y a taparme los oídos porque los gritos de dolor y desgarro de mi madre se me hacían insportables! La escena era tan violenta que hasta había perdido cualquier sentimiento de excitación anterior. Pero al cabo de un rato dejé de escuchar gritos y me asomé con la esperanza de que todo hubiera acabado. Pero no. Allí estaban todavía, con el Mani perforando el ojete de mamá y ella recibiendo el castigo anal con el culo en pompa. Pero algo había cambiado. Mi madre ya no gritaba y tan sólo emitía gemidos. Su expresión dolorida había dado paso a una expresión placentera que era corroborada por los tímidos movimientos con los que intentaba acompañar las penetraciones de su macho. Mi madre estaba aguantando el dolor que recibía en cada embestida con sumiso placer, obteniendo en su macho la respuesta de una mayor cadencia en sus movimientos. En un momento dado el Mani agarró de los hombros a mi madre para poder mantener su ritmo de penetración, el cual mamá parecía exigir que aumentase por el sonido de sus gemidos. Las lágrimas que seguían brotando de sus ojos parecían más de felicidada que de dolor por su primera penetración anal y además con semejante bicharraco. Tras varios minutos sodomizándola, el Mani abandonó sus hombros para agarrarla del pelo hacíendole una coleta y sus pollazos dentro del culito de mamá se hicieron salvajemente rápidos. Eso sólo podía indicar una cosa.
Tirando cada vez más fuerte del pelo la elevó hasta ponerla erguida, y evitó que volviera a su posición agachada sujetándola de las tetas.
-¡Cerda de mierda, me voy a correr dentro de tu culitoooo! – avisó
-¿Q..qué? No…no…ahí no…yo….- pero las fuertes embestidas del Mani la tenían envuelta en el placer más absoluto y a punto de llegar a un nuevo orgasmo, y no fue capaz de seguir protestando, dándole luz verde con su silencio para que se coriese dentro de su recto.
-¡¡Ooohhhh siiiiiiiiiiii!!¡¡Arrggghhhhhh! – tiró del pelo de mi madre hacia atrás tan fuerte que casi la desnuca, mientras se corría dentro de su culo.
Unos segundos despues, con el Mani quieto y sujetándola, llegaba mi madre, y consciente de ello el Mani aprovechó para volver a acercar su boca a la de ella. Ella mientras llegaba al clímax se dejó llevar al principio, dejándose lamer los labios pero enseguida intentó apartar la cara. El Mani tiró de su pelo para atrás volviéndola a inmovilizar la cabeza y comenzó a lamer los labios de ella con obscenidad. Mi madre, llevada por el orgasmo y cansada ante tanto folleteo, abrió inesperadamente sus labios dejando salir su lengua que salió al encuentro de la asquerosa lengua del Mani. Viendo colaboración, el Mani acercó su asquerosa boca aún más, cerrando sus labios sobre los de mi madre, "forzándola" a un morreo en toda regla. Cuando el Mani retiró su boca mi madre todavía tenía la boca abierta con la lengua fuera buscando otro revolcón bucal. Sin embargo el vigilante no estaba dispuesto a complacer así a esa puta que era mi madre, y tras sacarla, le soltó el pelo, dejando que mi madre se desplomara rendida por el placer en el suelo. Cogió el elegante tanga y lo usó para limpiarse el nabo, y tras encontrar sus pantalones y ponérselos, recogió la cámara del suelo y la hizo una foto tal como estaba, en el suelo, con las rodillas dobladas, el culo en pompa y el ojete con una abertura de un tamaño mayor que una moneda de 2 euros.
-Esta foto es un recuerdo de nuestra primera cita, zorrita. Ya te mandaré una copia, jajaja – se rió y sin decir nada más salió de la casa dejando a mi madre tirada allí en el suelo.
Me quedé allí sentado en el descansillo, observando a mi madre con el culo en pompa, tirada allí en el suelo, mientras el semen comenzaba a brotar de su ano mezclado con la sangre que le había producido el vigilante al encularla. No se cuanto tiempo pasó mientras estuve en esa situación, hasta que sonó el teléfono.
Mi madre se incorporó lentamente y andando con pasitos ridículos consiguió llegar hasta el inalámbrico del salón antes de que colgaran.
-Hola cariño.¿Qué tal el partido? – dijo con voz cansada mientras se frotaba el ojete con suavidad
-¿Comida china? No, no hace falta que compres de camino a casa. De verdad – decía con expresión dolorida. – La verdad es que acabo de comer algo ahora y no tengo mucha hambre.
"¿Acabo de comer algo? ¿Pero será….? Pensé alucinado
-De hecho, deberías comprar para ti y para Juan. Es que hoy estoy muy cansada y quiero irme pronto a la cama – escuchó a mi padre al otro lado de la línea y luego asintió – Si, vale. Muchas gracias cariño. Eres un amor.
Colgó y con lastimosos pasos recogió su ropa tirada por el suelo, y se dirigió a las escaleras. Yo subí corriendo antes de que notase me descubriese en mi escondite y me refugié en mi cuarto.
Esa noche cené sólo con mi padre escuchándole hablar de lo bien que había jugado el partido y demás. Yo ni siquiera le escuchaba, tratando de contener la erección que me producía recordar la forma tan cerda en que se había comportado mi madre con el Mani. Mientras, ella dormía feliz probablemente soñando con los pollazos que había recibido aquella tarde y los que aún le quedaban por recibir.
En mi último relato dejé patente que Lucas iba a ser el menor de mis problemas, aunque en ese momento le considerara el mal absoluto. Sin embargo qué pronto me di cuenta de que el problema no iba a ser tanto Lucas como los instintos que comenzaban a aflorar en mi madre.
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Tras los sucesos del jardín ya había asimilado que Lucas había sacado el lado más zorrón de mi madre y que ya no había nada que le impidiese reactivar a la mujer infiel que llevaba dentro para disfrutarla sin ningún tipo de resistencia. Es más, estaba convencido de que mi madre deseaba que Lucas viniese a sacar ese lado que tanto disfrutaba del sexo extramatrimonial para poder darse placer mutuamente. Se notaba que sus indiscreciones le habían añadido un poco de picante a su hasta ahora sosa e insípida vida de madre y esposa de manual. Los pollazos recibidos por Lucas la habían afectado incluso en su vida diaria, llevándola a vestir de una forma más ligera, aunque manteniendo siempre la elegancia característica de una señora con su status social.
Su comportamiento se había vuelto también más cariñoso tanto conmigo como con mi padre. Ahora era más atenta, se esmeraba más en sus tareas domésticas y se había vuelto mejor ama de casa de lo que ya era. No sabía si atribuir este cambio al remordimiento que le producía pensar en su infidelidad cometida no una sino dos veces o que simplemente había vuelto a encontrar alegría en la vida y sus atenciones eran producto de una mejoría en el estado de ánimo.
Mi padre estaba encantado con el sutil cambio producido en mi madre y la verdad es que yo tampoco podía quejarme. Cenas más abundantes y suculentas, menos sermones y exigencias de orden en mi cuarto… Y lo mejor es que Lucas parecía desaparecido del mapa. Desde el incidente del jardín no habían vuelto a tener contacto y ya habían pasado tres días sin que hubiera tenido que volver a ver a mi madre y sus orificios siendo llenados con el pene de Lucas, lo que resultaba ser un tremendo descanso psicológico sin tener que luchar contra los contradictorios sentimientos que experimentaba al verla siendo penetrada por un hombre.
Pero la suerte se acabó el miércoles, el día en que mi padre solía ir a jugar un partido de fútbol con los compañeros de la empresa por la tarde.
Mi padre había salido temprano por la mañana como siempre tras un espléndido desayuno preparado por su "maravillosa esposa" y tras darla un cariñoso beso en los labios montó en el Audi y salió de casa. Mientras le despedíamos pude ver a lo lejos una figura que apoyada en su automóvil observaba la entrañable escena familiar. Por el coche y la postura en que aquella figuraba estaba apoyada supe que era el Mani. No cabía duda. Esa pose chulesca de gorila de discoteca era inconfundible y hasta podía sentir su aura de odio y complejo hacia la gente de cierto poder adquisitivo. Mi madre, vestida con un pantalón blanco algo acampanado que hacia notable la redondez de su culo y un chandal de cremallera azul clarito que apenas la abrigaba del fresco de la mañana saludaba a mi padre que se alejaba, sin darse cuenta de que el Mani nos observaba.
Mientra seguía a mi madre hacia el interior de la casa decidí no comentarle nada para evitarla preocupaciones, aunque en momentos sentí la tentación de hacerlo, como venganza por lo que le estaba haciendo a mi padre como esposa y a mi como madre. Yo sabía que la sóla mención del Mani le revolvía el estómago en un odio incontenible hacia el imbécil que había destrozado uno de sus maceteros favoritos y no había tenido narice a dar la cara. Lo cierto es que a mi tampoco me caía especialmente bien, porque el ser hijo de mis padres me había garantizado malas miradas y mofas por su parte.
Mi madre se fue a la cocina y tras ayudarla a fregar los platos me fui al salón pequeño a ver la tele. El salón "pequeño" es el salón que está pegado al recibidor y que utilizamos en familia, siendo el salón grande el que se utiliza para cuando vienen invitados. Es como el nodo de conexión entre un montón de estancias, incluidos la cocina y las escaleras que suben a los pisos superiores. Al contrario que el salón grande el pequeño sólo tiene dos sofás y una televisión, y los tres muebles forman un curioso triángulo cuando es observado desde el mini descansillo que hay en las escaleras que dan al piso de arriba.
Estaban volviendo a echar capítulos de una vieja serie de abogados cuando alguien llamó a la puerta. Con desgana, fui a abrir la puerta y me encontré a mis tíos salmantinos con la ya conocida figura de Lucas detrás suya. Esto ya me parecía de coña. No les había visto en casi un año y ahora en menos de una semana les veía tres veces. Me pregunté que cojones podían querer y sobre todo porqué cojones tenían que ir por ahí arrastrando al mamonazo de Lucas.
-Hola bonito – me dijo mi tia a la vez que me daba uno de sus horribles tirones de moflete.
-Hola – respondí no muy convencido mientras miraba a Lucas que seguía ahí de pie impasible, con su imborrable sonrisa de chulo playa dibujada en su cara.
-Juan, bonito, ¿está tu madre en casa?
Antes de que pudiera contestar escuché los pasos de mi madre que venía desde la cocina
-¿Matilde? – se oyó su voz llena de sorpresa acercándose - ¿Cómo que has veni..?
Dejó la frase inacabada al ver a Lucas asomando por entre mis tíos pero enseguida se recuperó con una sonrisa juguetona.
-¿Cómo que has venido?¿Pasa algo?
-Pues verás querida, no encuentro un pequeño estuche de maquillaje que me regaló este zoquete por mi cumpleaños – dijo señalando a mi tío – Lo he buscado por todas partes pero hoy me he acordado de que me estuve retocando en vuestro baño y creo que me lo podría haber dejado aquí.
-Ah pues yo no he visto nada pero supongo que estará en el baño de invitados. Deja que eche un vistazo – y le dirigió una mirada muy explícita a Lucas.
-Marta, ¿te importaría darme un vaso de agua? – preguntó con tono familiar
-Claro, ya sabes dónde está la cocina. Juan, acompaña a tus tíos al salón mientras yo busco eso – me ordenó mientras se daba la vuelta meneando el culo para deleite de Lucas.
-No cariño, tenemos mucha prisa – dijo riendo mi tía – No intentes enredarnos con tus tés y tus pastitas porque si no acabamos comiendo en tu casa. Y tú Lucas date prisa que Marta seguro que también tiene un montón de cosas que hacer.
Mi madre parecía contrariada por las prisas de mi tía, pero sin perder la sonrisa le echó una última mirada a Lucas y sin saber muy bien si se dirigía a mis tíos o a Lucas dijo:
-Seré rápida – diciendo esto comenzó a andar con paso firme y elegante para desaparecer por el pasillo en dirección al baño de invitados.
Lucas esperó unos segundos antes de seguir sus pasos aunque en lugar de girar a la derecha como mi madre giró hacia el otro lado y desapareció en la cocina. Mis tíos se pusieron a ver la tele mientras seguían en pie, y mi tía emocionada recordaba los tiempos en que ella había visto esa serie. Fue entonces cuando capté un movimiento por el rabillo del ojo y cuando me di la vuelta pude ver a Lucas saliendo de la cocina y dirigirse apresuradamente en dirección al baño de invitados. Cómo mis tíos seguían embobados frente a la caja tonta me dispuse yo también a seguir a Lucas. Mientras le seguía sigilosamente veía cómo iba abriendo las puertas a los lados del pasillo una a una esperando encontrar el baño de invitados… y a mi madre. Cuando por fín llegó a las dos últimas puertas del pasillo miró a ambos lados y se decidió por la puerta de la izquierda, produciéndome un nudo en el estómago,ya que esa era la del baño. Con paso inseguro me acerqué y me asomé al baño, que nisiquiera se habían molestado en cerrar.
Lucas se había acercado a mi madre por detrás y posando sus manos sobre sus caderas comenzó a besarla el cuello. Las manos de Lucas comenzaron a bajar la cremallera del chándal y se dispusieron a manosear las tetas por encima del sujetador deportivo. Mi madre ya había dirigido su mano hacia la entrepierna de Lucas y junto a su culo no paraba de frotar el paquete de éste.
-Uhhmm….Cuánto deseaba volver a sentir tus tetas entre mis manos….el olor de tu pelo…el sabor de tu piel… - confesó Lucas excitado
-Ahhh…..cariño….mi Rey, recuerda que has venido con mis cuñados……y tenéis prisa… - le recordó mi madre sin dejar de restregar su culo contra el nabo de Lucas
-¿Entonces quieres que paremos? – preguntó Lucas disgustado, deteniendo su manoseo y girando su cara en dirección a la de mi madre.
-¿Quién ha dicho eso? – levantó su mano del paquete de Lucas y usandola para acercar el rostro de éste le besó con la boca muy abierta. Después le lanzó una sonrisa pícara – Ya he dicho antes que sería rápida
Con Lucas todavía sonriendo, mamá fue bajando al tiempo que restregaba sus tetas contra el torso de su amante hasta ponerse de rodillas. Sin más dilación le desabrochó el pantalón y metiendo su mano entre los calzoncillos sacó un miembro ya bastante excitado que palpitaba e iba creciendo en sus manos. Besó el prepucio y elevó su mirada hasta contactar con la de Lucas. Comenzó a pajearlo un poco hasta que alcanzó la erección total y abriendo la boca se introdujo una considerable cantidad de polla en la boca, cerrando sus labios alrededor del tronco y acto seguido comenzó a recorrer ese tremendo instrumento con su boca en rápidos recorridos de ida y vuelta. Chupaba con fruición y de vez en cuando se la sacaba de la boca para lamer las pelotas y aquellas zonas del tronco a las que no llegaba con su boca.
Otra vez experimenté aquella sensación que no quería reconocer como excitación al ver a mi madre postrada ante aquella polla, bañándola y limpiándola a conciencia. Se podía oir perfectamente los gemidos de ambos, uno por que un bombón casado se la estaba comiendo y la otra porque estaba degustando un cacho de pollón que no pertenecía a su marido. Al cabo de un rato mi madre aceleró el ritmo de su mamada al tiempo que masajeaba las pelotas de Lucas y le pajeaba con la otra mano el trozo de carne que no entraba en la jurisdicción de su boca. A Lucas le pilló de improviso este cambio de ritmo y exhalando gemidos echó la cabeza hacia atrás mientras agarraba del pelo a mi madre. A pesar de los tirones de pelo mi madre no deceleró en ningún momento, sino que siguio aumentando el ritmo al que le comía el nabo junto a sus "mmuhh" que emitía cada vez que bajaba por aquel tronco.
-¡Oh joder, Marta! ¡Ah, ah, ah! – decía con voz temblorosa con los ojos cerrados - ¿Tenías ganas, eh? ¡Oh mierda, como chupas, joder!¡La auténtica reina chupapollas, no hay duda!
Esas palabras no hacían más que acrecentar la excitación de mi madre, que mamaba con más ahínco, sujatando su viril almuerzo con una mano y tocándose los pechos ya desnudos(se había subido el sujetador deportivo mientras se la mamaba) con la otra.
-¡Mmuuhh! ¡Mmuuhh! ¡Mmuuhh! – eran los únicos sonidos producidos por mi madre, que coincidían con el ritmo de su chupada de pene. Cerró los ojos y dio un último sprint final - ¡Muh! ¡Muh! ¡Muh! ¡Muh! – chupaba ignorando las arcadas que ocasionalmente le producía una inmersión demasiada profunda de aquel submarino en su boca.
-¡Ohhhhhh! ¡Mierdaaaaa! – Lucas tenía todo el cuerpo en tensión y la boca abierta en una expresión de enorme placer. Al cabo de unos segundos comenzó a cerrar los ojos con mucha fuerza y con voz temblorosa comenzó a decir - ¡Ahhhh…Martaaaa! Me….me voy a correr….joder….¡ya me corro!¡Argghhh!
Al escuchar esa declaración mi madre dejó de mamar y se sacó la polla de la boca, saltando algunas gotas de saliva mezclada a su cara. Continuó masturbándole con una enorme sonrisa en su cara, mezcla de lujuria y felicidad por tener a su macho en ese estado de placer. Lucas no pudo seguir aguantando frente a la paja que le estaba haciendo mi madre y echando las caderas hacia delante se quedó tieso durante un momento. Yo ya sabía lo que venía y por supuesto mi madre también, así que con la polla agarrada con su mano, apuntó hacía sus tetas.
-¡Ahhh! ¡Arrrrgggghhhh! – con sus exclamaciones salió disparado el primer chorro, y lo hizo con tanta potencia que a pesar de que mi madre sujetaba el pene hacia abajo, el lanzamisiles de carne protestó desviando el chorro hacia su cara.
El chorro de espeso líquido blanco se estrelló contra su flequillo con tanta fuerza que le corrió los pelos hacia un lado despejándola la frente. La cola del chorro cayó víctima inevitable de la gravedad en su rostro, creando un hilillo desde su flequillo "peinado" a un lado hasta la aleta izquierda de su nariz. Puede que mi madre disfrutase siendo follada por Lucas pero por lo visto aún no estaba preparada para saber apreciar el sabor del líquido viscoso de su macho, y no pudo evitar una arcada que la enrojeció los ojos, dejándoselos llorosos. Para evitar más sorpresas agarró el miembro de Lucas con ambas manos y acercó su pecho. Un instante después el pene de Lucas volvía a lanzar otro potente chorro de esperma, pero mi madre estaba mejor preparada esta vez, y la leche calló entre sus tetas. Los dos siguientes chorros terminaron de hacer un terrible gotelé sobre las tetas de mi madre, los cuales ella recibió con un gemido de placer. Lucas no había abierto la boca en todo el proceso de corrida, sólo siendo capaz de abrir la boca con gesto estúpido y ponerse rojo hasta las orejas. Cuando pudo arrebatarle el control de su cuerpo a su polla, miró asombrado a mi madre lo que acababa de ocurrir, que le había hecho correrse como un campeón en apenas unos momentos. No sabía a qué había venido esa mamada y miró con una sonrisa extrañada a la mujer que se arrodillaba ante él. Mi madre le devolvió la sonrisa sujetando su nabo enre las manos sintiendo cómo perdía consistencia y peso por momentos.
-Ya te dije que sería rápida – le explicó con una risita tonta.
Lucas comprendió al instante a qué se debía aquella fogosidad y miró una vez más a mi madre asombrado.
-E…Eres única – dijo recuperando el aliento.
Sin levantarse le limpió los restos de semen que quedaban en el pene con una mano, y con el dorso de la otra se limpió con cuidado el chorro que le había caído en la cara. Cuando terminó ambas tareas se restregó el semen que había en sus manos por las tetas, expandiendo como si de crema se tratase los chorros que habían caído allí durante la corrida. Después se puso de pie con las tetas al aire, como enseñándole a su amante la magnífica obra que había dibujado en ella con su particular pincel. Antes de que Lucas dijera nada se recolocó el sujetador deportivo y se subió la cremallera del chándal, dejando ese semen impregnado de nuevo en su cuerpo.
-¿Así es como te gusta a ti, no mi Rey? – dijo con tono de chiquilla juguetona.
-Jajaja, eres estupenda, Marta.
Acto seguido se pusieron a buscar el estuche de maquillaje de mi tía y yo abandoné sigilosamente mi puesto de espía y volví al salón. Consulté el reloj del salón. Habrían pasado a lo sumo diez minutos. Era bastante tiempo para buscar un simple estuche en un solo baño. Traté de imaginar qué excusa pondría mi madre.
Lucas y mi madre aparecieron en el salón con el dichoso estuche. Mis tíos habían estado embobados viendo al brillante abogado defender sus casos con espectacular ejecución y dudaba que se hubieran dado cuenta de la tardanza. Ni siquiera les pareció sospechoso ver entrar a mi madre y a Lucas juntos.
Tras darle las gracias a mi madre mis tíos se fueron junto con Lucas, que le dio una buena agarrada de culo a mi madre cuando mis tíos ya había salido por la puerta como regalo de despedida.
Yo miraba toda la escena sentado en el sofá, con la tele encendida pero la mente en otro sitio. Tras cerrar la puerta mi madre se acercó y me dijo que se iba a dar una ducha a lo que asentí mudamente. Observé cómo ascendía por las escaleras y volví a recordar su imagen al agarrar la polla de Lucas con ambas manos para recibir su leche en las tetas. Al cabo de un rato escuché correr el agua de la ducha de arriba y me tumbé en el sofá mientras me acariciaba la polla por encima del pantalón de forma casi inconsciente. Así me quedé dormido.
Noté un suave beso en la mejilla que me despertó. Cuando al abrir los ojos vi a mi madre me entró el pánico por un momento. Al ver sus labios lo primero que me vino a la mente fue verla arrodillada recibiendo la leche de Lucas. Parpadeé un poco y la volví a mirar. Sentí un alivio enorme. Tenía el pelo limpio y desprendía un olor a champú muy agradable. Se había duchado y ya no quedaba leche de Lucas en su cuerpo. Se había puesto una blusa blanca y una falda algo corta de color beige que le subía algo más de cuatro dedos por encima de las rodillas, confiriéndola un aspecto sexy y elegante a la vez. Me dijo que la comida ya estaba hecha y que me diese prisa o se enfriaría.
Tras la comida seguía aturdido así que pensé que lo mejor sería subir al áticoa fumarme unos buenos porros. Le dije a mi madre que iba a mi cuarto pero tras coger el hachís me subí al cuarto vacío de arriba. Durante cosa de una hora no di señales de vida y al cabo de unos minutos ya llevaba una fumada enorme. Fue entonces cuando sonó el teléfono abajo y escuché como lo cogía mi madre. Por la forma en que hablaba supe que era mi padre el que llamaba y parecía querer hablar conmigo ya que mi madre estaba en el piso de abajo llamándome. Como no me encontraba en mi habitación le dijo a mi padre que creía que me había ido a casa de Javi, un amigo que vivía a diez minutos andando. El corazón me latía a mil con la posibilidad de que subiese y me pillase fumando hachís. Pero sabía que era imposible. Jamás se le ocurriría mirar aquí. Suspiré aliviado cuando dejó de hablar por teléfono y escuché sus pasos bajando las escaleras hacia abajo. Rápidamente guardé el hachís y miré el reloj. Era tarde y mi padre estaría a punto de volver. Tras esperar unos minutos decidí bajar con mi madre. Cuando estaba bajando por las escaleras escuché un ding dong y oí a mi madre abriendo. Me asomé desde el descansillo de la escalera para ver quién era y allí vi al Mani con una bolsa en la mano. Era todo un personaje. Con su uniforme de vigilante viejo y desgastado que parecía reventar contra su musculoso torso, se apoyaba contra la puerta con la misma soltura que un camello lo haría en su callejón. Su fea cara sonreía a mi madre e hizo un amago de entrar. Mi madre le detuvo.
-¿Qué diablos quiere? – preguntó mi madre con bordería - ¿Cómo se atreve a venir aquí?
-Tranquilicese. He venido a devolverle algo que creo es suyo – sonriendo con malicia metió la mano en la bolsa.
Lo que sacó de ahí nos dejó tanto a mí como a mi madre helados. Entre los sucios dedos de ese tipo colgaban las bragas negras que mi madre había llevado la primera noche que fue follada por Lucas, y desde mi altura creía ver las manchas resecas de semen.
Sin darla tiempo a reaccionar soltó la bolsa vacía y le puso las bragas en la cara por el lado interior, inmovilizándola con el otro brazo.
-Dime Martita. ¿Llevabas estas bragas cuando te follaba tu marido? – dijo mientras cerraba la puerta con el pie.
-¿Q..qué? –dijo mi madre confundida – Ah s..si.
-¿Si? Pues yo creo que no, maldita puerca – dijo apretando las bragas aún más fuerte contra la cara de mi madre – Creo que estas bragas estaban en el contenedor por que son la prueba de que eres una putita infiel que se folla a otros hombres a espaldas de su maridito.
-¿C..cómo? ¡No! N..no sé de qué me habla…- balbuceaba mi madre intentando apartar las bragas manchadas de semen de su cara
-¿Sabes una cosa? Desde que recogí estas bragas llevo días masturbándome pensando en ti, en lo furcia que eres. No he parado de observarte, de tomarte fotos para luego hacerme pajas con ellas – confesó, ante la repulsa asqueada de mi madre.
Comenzó a explicarle cómo le había estado haciendo fotos de su cuerpo sudado mientras jugaba al pinpon conmigo y de cómo se había excitado al ver como empinaba el culito en las bolas cercanas a la red, y se había tenido que poner tras la verja y se había empezado a pajear con las fotos. Al escuchar mi mención me dí cuenta de que estaba allí de pie en el descansillo de la escalera observando como bobo la escena. Me agaché y me puse a observar tras las barras de seguridad de la escalera. El Mani siguió explicando a mi madre mientras no paraba de sobarla con la mano que la tenía sujeta.
-Ahí estaba yo, haciéndome una paja de campeonato, cuando ¡sorpresa!, oigo jadeos de putita. Me asomo y mira tú por dónde, la elegante señora está cabalgando como la zorra que es a un capullo con suerte – esto último lo dijo con desdén. Al menos parecía que no era el único que odiaba a Lucas – Total que tuve que hacerte unas fotitos para añadirla a mi colección. ¡Jaja!
Quitándole por fin las bragas a mi madre de la cara se sacó una cámara digital y se las enseñó a mi madre, dejándola sin habla. Recordé entonces. Los chasquidos extraños. No eran sonidos biológicos. Era el cabrón del Mani haciendo de voyeur.
-Está bien, ¿que diablos quiere a cambio de las fotos? – trató de poner voz dura pero le salió fatal y se notó enseguida que estaba asustadísima por las fotos.
El Mani sonrió enseñando sus asimétricos dientes y de un empujón la tiró al suelo. Tras dejar la cámara en el suelo se bajó los pantalones del tirón. Entre sus velludas piernas asomaba un trozo de carne impresionante. Tal vez no fuera tan largo como el de Lucas, aunque no era corto para nada. Pero lo que más destacaba era su grosor. Eso sólo podía salir en las pelis porno. Era una polla gruesa y oscura, tan gruesa que dejó a mi madre con los ojos y la boca abiertas.
-¿Tú qué crees que quiero, puta? – andó a pasos agigantados hasta ponerse delante de mi madre que al ver semejante aparato no pudo por menos que sonreir a pesar del asco que le daba el tipo.
La sonrisa de mi madre no llegó a completarse ya que la agarró del pelo y le dio un fuerte tirón levantándola la cabeza. Gritó dolorida pero tampoco su gritó llegó a completarse ya que de otro tirón la obligó a tragarse su polla. Ella no daba abasto con su boca y la extrema apertura de boca que debía realizar le daban un aspecto casi cómico. Apenas había conseguido adaptar su boca a semejante grosor cuando colocando su mano en el occipital de ella comenzó a empujar con fuerza haciéndola tragar un poco más de su polla a cada segundo. Cuando llegó a engullir tres cuartos de esa polla mi madre no podía controlar sus arcadas y una lágrima resbalaba ya por su mejilla. El Mani hizo caso omiso de las arcadas de mi madre y de un último empellón le introdujo lo que quedaba de polla en la boca. Ya estaba hecho. Aquella enorme y gruesa polla estaba al completo sientiendo el calor de la boca de mi madre. Mi madre intentaba liberarse empujando con las manos apoyadas en los muslos del Mani pero éste era mucho más fuerte y mantuvo su polla entera en la boca de mi madre durante unos quince segundos. Las arcadas de mi madre cada vez se hacían más frecuentes hasta que sus arcadas fueron desapareciendo y dejó de ofrecer resistencia. Cerró los ojos y sus labios con fuerza sobre aquel grueso pene y sus aletas nasales comenzaron a moverse graciosamente buscando algo de oxígeno que llevar a los pulmones. El Mani aflojó un poco su presión permitiendo que su polla saliese de la gargante de mi madre durante unos segundos, para volver a hincarla hasta el fondo, provocando de nuevo acusadas arcadas en ella.
-Wooohh….vaya boquita más rica que tienes. Es una pena que hasta ahora sólo la hayas usado para soltarme borderías. Pero yo te voy a enseñar a darle un nuevo uso
Tras volver a aflojar la presión, introdujo de nuevo su enorme trozo de carne en la boca de mi madre cuyo cuello se tensaba de forma exagerada cada vez que notaba el cabezón de esa polla entrando hasta el fondo. El Mani no paraba de recordarle lo mala que había sido mi familia con él mientras continuaba con la rutina de ahogar a mi madre con su pene.
-Gluuugghhgg…..¡ueck! –soltaba una arcada- ack…uunnggghhfff mmpphhhfff …. .gggluuuuuuggghhh ….. ¡u…ueck! – era lo único que conseguía decir mi madre con una polla tan gruesa obstruyendo su boca.
Tras innumerables arcadas, mi madre ya se había adaptado a aquella polla. Había comprendido el mensaje del Mani y lo que quería de ella. Cuando el Mani terminó de enumerar todas las veces que mis padres le habían tratado mal a su parecer, mi madre ya se entroducía aquel vergajo entero en su boca sin ayuda del Mani. Ya no apoyaba sus manos extendidas contra los peludos muslos del Mani tratando de sacar esa polla de su boca. Ahora se agarraba de los firmes glúteos conseguidos tras horas de gimnasio (el Mani era el típico vigilante que creía que para su profesión necesitaba parecerse a Stallone) para lograr empujar ese nabo hasta el fondo de su garganta. Los sonidos salidos del fondo de su garganta ya no eran de rechazo, protesta y sufrimiento. Más bien eran de complaciencia y conformidad. Mi madre engullía esa polla con eficiencia, haciéndola desaparecer entre sus labios para luego reaparecer brillante y lubricada de saliva. Al ver el Mani la capacidad felatoria de mi madre sonrió de forma maliciosa y agarrándola del pelo tiró con fuerza hasta ponerla de pie.
-¡Serás guarra! ¿¡Pero tú te has visto cómo chupas, maldita hija de puta!?
-P…pero yo creía que.. – comenzó a decir mi madre sin entender lo que pasaba
-¡Calla coño! – dijo dándola la vuelta.
De un fuerte tirón le abrió la blusa parcialmente haciendo saltar tres botones. Lo suficiente para bajarle la blusa dejando sus hombros al descubierto. Ante la visión el Mani pareció volverse loco y como poseído comenzo a lamer y a morder los hombros de mamá, provocándola gritos cuando éste la mordía gruñendo. Con dos tirones más ya le había arrancado la blusa al completo dejándola en falda y sujetador. Mientras seguía probando cada centímetro de los hombros, cuello y espalda de mi madre, sus manos masajeaban sus tetas con brutalidad, provocándola quejidos sin cesar. Cuando se cansó de jugar con sus tetas le metió una mano por debajo de la falda ansioso por palpar el sexo de aquella mujer que tantas veces había deseado.
-¡Maldita sea! ¡Pero si estás que chorreas, vil puta! – hizo unos movimientos con la mano bajo de la falda de mi madre, que cada vez estaba más subida.
Mi madre soltó un gemido acompañado de una expresión indescifrable en su cara que pronto quedó aclarado.
-¡Ñam! Mierda, que calentito se está aquí dentro. ¡Y qué húmedo! Jajaja – ese cerdo le estaba haciendo un dedo a mamá y no paraba de hacer movimientos con el brazo mientras que con el otro la tenía sujeta del cuello contra la pared – Pero mírate lo mojada que estás. Cómo las buenas zorras. ¡Jaja!
Ante los cada vez más expresivos gemidos de mamá el Mani ya no pudo aguantar más y sacando su mano de debajo de la falda la volvió a agarrar del pelo y llevándola hasta el sofá la tiró allí como a una vulgar puta. Poniéndole la polla delante de su cara de nuevo la ordenó que chupara, lo cual mi madre hizo sin dudar, caliente ya como un volcán, al tiempo que se iba quitando el sujetador a petición del Mani. Con su nueva técnica aprendida hizo desaparecer ese trabuco en su boca varias veces, ocasionando una mayor excitación cada vez en su odiado vigilante. Aunque en esos momentos no parecía que le odiase tanto. Cuando estuvo satisfecho con la mamada le sacó la falda a tirones, quedando extasiado con la visión del tanga que llevaba mi madre. Lo cierto es que a mí también me sorprendió. Era un tanga morado de encaje normal, pero que en ese maravilloso trasero cobraba una elegancia inesperada para cualquier hombre. Tumbándola boca arriba en el sofá, le sacó el tanga con prisas elevando sus piernas. Sin dejar caer las piernas, colocó ambas sobre su hombro izquierdo y le puso la punta sobre el coño.
-O…oye….espera…po..ponte un condón…por favor… - comenzó a suplicar
-Pero que condón ni que pollas, ¡a las zorras como tú se las folla uno a pelo! – dijo clavándosela sin darla tiempo a responder
Mi madre agarró un cojín como pudo y se lo llevó a la cara para ahogar sus gritos.
-¡A….a….ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! ¡Dios que bestiaaaa! – me llegaban los gritos amortiguados por el cojín
-Te gusta, ¿eh putón verbenero? – dijo mientras la embestía sin piedad mientras mantenía sus piernas elevadas agarrándola por los tobillos.
-¡Aannggghhh! ¡Qué gorda essss, n..no me cabe casi!¡Ounnngghh!¡Siii, me gustaaa! – gritaba retorciéndose de forma salvaje.
El Mani decidió que era hora de cambiar de posición y separado sus tobillos la abrió de piernas sin sacársela. Se introdujo a través de ellas y cuando estuvo encima de ella volvió a golpear con sus caderas la entrepierna de mi madre, haciéndola gozar como a una cerda. Comenzó a pellizcar sus pezones a la vez que los mordisqueaba con brutalidad y con sus lameteos parecía que iba a desgastarle las tetas. Las constantes embestidas llevaron a mi madre al orgasmo, cerrando sus piernas alrededor de la cintura del Mani y arqueando la espalda tanto que parecía que iba a partirse en dos. Cuando mi madre se volvió a desplomar sobre el sofá el Mani acercó sus labios para besarla, mostrando sus horrendos dientes y se feo rostro. Mi madre instintivamente apartó su cara, pues una cosa era su polla y otra su cara. Ante la negativa de mi madre a besarle se la sacó de golpe y volviéndola a agarrar del pelo la lanzó contra el suelo.
-Así que no quieres besarme, ¿eh, maldita zorra? – en su tono de voz se le veía que estaba claramente dolido por ese feo que le había hecho una mujer a la que consideraba una soberana puta.
Cogiéndola con fuerza del cuello le dio la puso de rodillas y le dio la vuelta. Después la aplastó contra el suelo y una vez la tuvo en esa posición la agarró de la cintura y elevó sus caderas. Tras escupirse en la mano untó su saliva en el ano de mamá. Ella todavía estaba aturdida por su caida al suelo y para cuando se quiso dar cuenta aquella brutalidad de grosor del Mani ya estaba apuntando a su ojete.
Ella fue a protestar pero en lugar de eso se vio obligada a abrir los ojos y la boca todo lo que pudo. Dos segundos después un grito desgarrador llenaba el salón, vibrando hasta el descansillo, cuya intensidad iba aumentando según el monstruo del Mani se iba hundiendo más y más en su culo. Al cabo de unos segundos, aquel pollón más grueso todavía que el de Lucas yacía enterrado hasta el fondo del culito de mi madre. Aquel pedazo de carne monstruoso se quedó allí clavado durante un buen rato.
-¡Jajajajaj! ¿¡Y ahora qué!? ¿Eh? – gritaba triunfal el Mani – Para ser tan puta tienes un culito muy estrecho, ¡jajaja!
Mi madre ni le contestó. Estaba demasiado ocupada tratando de respirar, llorar y relajar su ano al mismo tiempo. Al no encontrar el Mani ninguna conversación con la dueña del culo que ahora le pertenecía, comenzó a bombear.
En cada movimiento, en cada centímetro de polla que recorría la polla del Mani ya fuera hacia fuera o hacia dentro mi madre aullaba dolorida, rogándole que parase.
-¡¡Kiaaaaaaaaaaaaaa!! ¡¡Aaaahnnngggghh!! ¡P….pa…ra…! ¡Dios me estoy muriendo de dolorrr! – suplicaba entre sollozos - ¡Ah…ahh…me…me arde!¡No aguanto más! ¡Siento que me estás partiendo en dos!
-¡Calla zorra de mierda! ¡Esto te pasa por tener un marido tan gilipollas! Anda que no tengo ganas de partirle la cara…Pero primero te voy a partir a ti el culo, ¡puta sinvergüenza! – y continuó reventándola el ojete sin compasión.
Mi madre no paraba de rogarle piedad pero eso al Mani le ponía más cachondo pues sus acometidas eran cada vez más fuetes y rápidas. Y así transcurrió un buen rato, donde llegué a dejar de mirar y a taparme los oídos porque los gritos de dolor y desgarro de mi madre se me hacían insportables! La escena era tan violenta que hasta había perdido cualquier sentimiento de excitación anterior. Pero al cabo de un rato dejé de escuchar gritos y me asomé con la esperanza de que todo hubiera acabado. Pero no. Allí estaban todavía, con el Mani perforando el ojete de mamá y ella recibiendo el castigo anal con el culo en pompa. Pero algo había cambiado. Mi madre ya no gritaba y tan sólo emitía gemidos. Su expresión dolorida había dado paso a una expresión placentera que era corroborada por los tímidos movimientos con los que intentaba acompañar las penetraciones de su macho. Mi madre estaba aguantando el dolor que recibía en cada embestida con sumiso placer, obteniendo en su macho la respuesta de una mayor cadencia en sus movimientos. En un momento dado el Mani agarró de los hombros a mi madre para poder mantener su ritmo de penetración, el cual mamá parecía exigir que aumentase por el sonido de sus gemidos. Las lágrimas que seguían brotando de sus ojos parecían más de felicidada que de dolor por su primera penetración anal y además con semejante bicharraco. Tras varios minutos sodomizándola, el Mani abandonó sus hombros para agarrarla del pelo hacíendole una coleta y sus pollazos dentro del culito de mamá se hicieron salvajemente rápidos. Eso sólo podía indicar una cosa.
Tirando cada vez más fuerte del pelo la elevó hasta ponerla erguida, y evitó que volviera a su posición agachada sujetándola de las tetas.
-¡Cerda de mierda, me voy a correr dentro de tu culitoooo! – avisó
-¿Q..qué? No…no…ahí no…yo….- pero las fuertes embestidas del Mani la tenían envuelta en el placer más absoluto y a punto de llegar a un nuevo orgasmo, y no fue capaz de seguir protestando, dándole luz verde con su silencio para que se coriese dentro de su recto.
-¡¡Ooohhhh siiiiiiiiiiii!!¡¡Arrggghhhhhh! – tiró del pelo de mi madre hacia atrás tan fuerte que casi la desnuca, mientras se corría dentro de su culo.
Unos segundos despues, con el Mani quieto y sujetándola, llegaba mi madre, y consciente de ello el Mani aprovechó para volver a acercar su boca a la de ella. Ella mientras llegaba al clímax se dejó llevar al principio, dejándose lamer los labios pero enseguida intentó apartar la cara. El Mani tiró de su pelo para atrás volviéndola a inmovilizar la cabeza y comenzó a lamer los labios de ella con obscenidad. Mi madre, llevada por el orgasmo y cansada ante tanto folleteo, abrió inesperadamente sus labios dejando salir su lengua que salió al encuentro de la asquerosa lengua del Mani. Viendo colaboración, el Mani acercó su asquerosa boca aún más, cerrando sus labios sobre los de mi madre, "forzándola" a un morreo en toda regla. Cuando el Mani retiró su boca mi madre todavía tenía la boca abierta con la lengua fuera buscando otro revolcón bucal. Sin embargo el vigilante no estaba dispuesto a complacer así a esa puta que era mi madre, y tras sacarla, le soltó el pelo, dejando que mi madre se desplomara rendida por el placer en el suelo. Cogió el elegante tanga y lo usó para limpiarse el nabo, y tras encontrar sus pantalones y ponérselos, recogió la cámara del suelo y la hizo una foto tal como estaba, en el suelo, con las rodillas dobladas, el culo en pompa y el ojete con una abertura de un tamaño mayor que una moneda de 2 euros.
-Esta foto es un recuerdo de nuestra primera cita, zorrita. Ya te mandaré una copia, jajaja – se rió y sin decir nada más salió de la casa dejando a mi madre tirada allí en el suelo.
Me quedé allí sentado en el descansillo, observando a mi madre con el culo en pompa, tirada allí en el suelo, mientras el semen comenzaba a brotar de su ano mezclado con la sangre que le había producido el vigilante al encularla. No se cuanto tiempo pasó mientras estuve en esa situación, hasta que sonó el teléfono.
Mi madre se incorporó lentamente y andando con pasitos ridículos consiguió llegar hasta el inalámbrico del salón antes de que colgaran.
-Hola cariño.¿Qué tal el partido? – dijo con voz cansada mientras se frotaba el ojete con suavidad
-¿Comida china? No, no hace falta que compres de camino a casa. De verdad – decía con expresión dolorida. – La verdad es que acabo de comer algo ahora y no tengo mucha hambre.
"¿Acabo de comer algo? ¿Pero será….? Pensé alucinado
-De hecho, deberías comprar para ti y para Juan. Es que hoy estoy muy cansada y quiero irme pronto a la cama – escuchó a mi padre al otro lado de la línea y luego asintió – Si, vale. Muchas gracias cariño. Eres un amor.
Colgó y con lastimosos pasos recogió su ropa tirada por el suelo, y se dirigió a las escaleras. Yo subí corriendo antes de que notase me descubriese en mi escondite y me refugié en mi cuarto.
Esa noche cené sólo con mi padre escuchándole hablar de lo bien que había jugado el partido y demás. Yo ni siquiera le escuchaba, tratando de contener la erección que me producía recordar la forma tan cerda en que se había comportado mi madre con el Mani. Mientras, ella dormía feliz probablemente soñando con los pollazos que había recibido aquella tarde y los que aún le quedaban por recibir.
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