Llevo un tiempo leyendo historias y me prenden muchísimo, sobre todo las incestuosas. Recientemente POR FIN me pasó algo digno de contar y que quiero compartirles, espero les guste.
Comencé a trabajar en una oficina con un edificio que solo está ocupado por mí y mis compañeros. Es de 3 plantas, trabajamos en el primero y en el tercero no hay nada, solo una vista panorámica de la ciudad y nada más.
Bueno la historia empieza con una amiga que trabaja conmigo. Mide 1.55 rellenita pero se ve muy bien, sus tetas son una delicia cuando usa blusas escotadas que me ponen a mil. Su culo es un 7/10 pero sus caderas bien formadas hacen que sus pantalones y faldas destaquen mucho más. Es de tez blanca cabello castaño, ojos café oscuro y de la cara sin dudas es un 10/10.
Es preciosa, por lo que todos mis compañeros siempre se abalanzan sobre ella aunque nunca les ha dado importancia a ninguno. Veo la mirada de muchos sobre mí con odio ya que se la pasa conmigo todo el día, somos amigos desde antes de trabajar ahí.
Hemos tenido pláticas muy leves sobre sexo ya que los dos somos revirgenes, raro para dos personas en universidad. Dentro de una de esas pláticas me confeso que le encantaría tener un dildo, a lo que le respondí que algún día le regalaré uno. Esto pasó sin pena ni gloria pero cada que lo recuerdo me la imagino tocándose con esas delicadas manos y de dedos pequeños.
Con el tiempo no me olvidaba de eso y me prendía en fuego cada que hacía comentarios sobre que panties llevaba ese día como el color. Un día le propuse ir al tercer piso, no tenía ningún plan pero me gustaba la vista desde ahí arriba.
Ella aceptó, subimos hablando de cosas sin mucha importancia como las clases, chismes y otras cosas. Ella veía por el gran ventanal, yo solo la miraba a ella que, a pesar de ser mi amiga y verla con ojos de hermana menor que necesita de mi protección no podía ignorar ese sentimiento de querer ponerla en cuatro o colarle los dedos.
Por el ventanal comencé a indicarle sobre las calles que se alcanzaban a ver desde ahí, sin darme cuenta terminé muy cerca de ella, me miró con unos ojos llenos de morbo que nunca había mirado así. Sin pensarlo me lancé sobre sus preciosos y delgados labios color rosa tenue a lo que ella me correspondió con una caricia a mi oreja derecha.
No me lo creía para esto mi amigo de abajo estaba como una piedra, ella lo notó al poner su mano sobre él. Yo respondí presionando sus dos pechos quitándole el suéter rayado azúl y blanco desabotonado su blusa color rosa que llevaba debajo. Comencé a manosear sus preciosas montañitas con pezones color rosa que me volvieron loco al verlos ella metió su mano dentro de mi pantalón y comenzó a masturbarme. En reacción a esto hice lo mismo y le metí mi mano por debajo de sus panties de Hello Kity y le cole los dedos hasta donde entraron. Fajamos así por más de 10 minutos, yo seguía besándola y ella me masturbaba con su diminuta mano casi haciéndome acabar.
Pasó el tiempo y yo no quería salir de ese momento pero al ver mi reloj mi uso de la razón ganó le dije que nos buscarían por todas partes si no regresábamos, por lo que tuvimos que bajar.
Entramos al elevador y moviendo ese hermoso trasero lado a lado para mí en su pantalón azúl que sin dudas es mi favorito. Salió, me dedicó una perversa mirada y me prometió, "Otro día terminaremos esto".
Si les gusta y pasan más cosas haré una segunda parte después.
Comencé a trabajar en una oficina con un edificio que solo está ocupado por mí y mis compañeros. Es de 3 plantas, trabajamos en el primero y en el tercero no hay nada, solo una vista panorámica de la ciudad y nada más.
Bueno la historia empieza con una amiga que trabaja conmigo. Mide 1.55 rellenita pero se ve muy bien, sus tetas son una delicia cuando usa blusas escotadas que me ponen a mil. Su culo es un 7/10 pero sus caderas bien formadas hacen que sus pantalones y faldas destaquen mucho más. Es de tez blanca cabello castaño, ojos café oscuro y de la cara sin dudas es un 10/10.
Es preciosa, por lo que todos mis compañeros siempre se abalanzan sobre ella aunque nunca les ha dado importancia a ninguno. Veo la mirada de muchos sobre mí con odio ya que se la pasa conmigo todo el día, somos amigos desde antes de trabajar ahí.
Hemos tenido pláticas muy leves sobre sexo ya que los dos somos revirgenes, raro para dos personas en universidad. Dentro de una de esas pláticas me confeso que le encantaría tener un dildo, a lo que le respondí que algún día le regalaré uno. Esto pasó sin pena ni gloria pero cada que lo recuerdo me la imagino tocándose con esas delicadas manos y de dedos pequeños.
Con el tiempo no me olvidaba de eso y me prendía en fuego cada que hacía comentarios sobre que panties llevaba ese día como el color. Un día le propuse ir al tercer piso, no tenía ningún plan pero me gustaba la vista desde ahí arriba.
Ella aceptó, subimos hablando de cosas sin mucha importancia como las clases, chismes y otras cosas. Ella veía por el gran ventanal, yo solo la miraba a ella que, a pesar de ser mi amiga y verla con ojos de hermana menor que necesita de mi protección no podía ignorar ese sentimiento de querer ponerla en cuatro o colarle los dedos.
Por el ventanal comencé a indicarle sobre las calles que se alcanzaban a ver desde ahí, sin darme cuenta terminé muy cerca de ella, me miró con unos ojos llenos de morbo que nunca había mirado así. Sin pensarlo me lancé sobre sus preciosos y delgados labios color rosa tenue a lo que ella me correspondió con una caricia a mi oreja derecha.
No me lo creía para esto mi amigo de abajo estaba como una piedra, ella lo notó al poner su mano sobre él. Yo respondí presionando sus dos pechos quitándole el suéter rayado azúl y blanco desabotonado su blusa color rosa que llevaba debajo. Comencé a manosear sus preciosas montañitas con pezones color rosa que me volvieron loco al verlos ella metió su mano dentro de mi pantalón y comenzó a masturbarme. En reacción a esto hice lo mismo y le metí mi mano por debajo de sus panties de Hello Kity y le cole los dedos hasta donde entraron. Fajamos así por más de 10 minutos, yo seguía besándola y ella me masturbaba con su diminuta mano casi haciéndome acabar.
Pasó el tiempo y yo no quería salir de ese momento pero al ver mi reloj mi uso de la razón ganó le dije que nos buscarían por todas partes si no regresábamos, por lo que tuvimos que bajar.
Entramos al elevador y moviendo ese hermoso trasero lado a lado para mí en su pantalón azúl que sin dudas es mi favorito. Salió, me dedicó una perversa mirada y me prometió, "Otro día terminaremos esto".
Si les gusta y pasan más cosas haré una segunda parte después.
1 comentarios - Mi amiga de la oficina