Los post que no podes dejar de ver!
http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa---parte-1-de-3-.html
http://www.poringa.net/posts/imagenes/4389002/Mi-amada-esposa---parte-2-de-3-.html
http://www.poringa.net/posts/imagenes/4436535/Mi-amada-esposa---parte-3-de-3.html
ANECDOTAS DE SISSY
Mi elección de vida siempre había estado clara para mí, aunque siempre había tratado de disimularlo, mis ademanes y mis modos me delataban al instante.
Vivía con mis padres en esos días, papá era obrero ferroviario, lo veía poco, trabajaba de sol a sol y mamá se ganaba unos pesos haciendo costura fina para distintas clientas que siempre tenían una fiesta de ocasión.
Ante la casi ausencia de papá, y con la convivencia de mamá, su trabajo se me hizo adictivo, me encantaba verla hacer preciosos vestidos de todo tipo y colores, aunque los tradicionales de novia eran mis favoritos.
Brenda, mi hermana mayor era parte de la familia, nos llevábamos como perro y gato, es que se dio una loca competencia por ser 'la nena' de la casa, un lugar que naturalmente le hubiera correspondido, pero que yo parecía arrebatarle a cada momento, y más cuando mamá se ponía de mi lado.
Vivíamos en una permanente situación de conflicto, al borde de la guerra y ella simplemente me odiaba. Yo disfrutaba mucho robarle su ropa interior para usarla y luego dejarla sucia en sus cajones, sin que ella lo imaginase.
Al ser el preferido de mamá, mi hermana, naturalmente buscó cobijo en los brazos de mi padre, cosa que consiguió a medias.
Pasados los años mi homosexualidad era manifiesta, y sentía que estaba avergonzando a la familia, en especial a papá ante el rol que le quedaba frente a sus rudos compañeros de trabajo, en ese ambiente, tener un hijo puto no era algo de que enorgullecerse.
Dejé mi casa paterna sin muchas vueltas, pero yo no tenía una profesión, nada, ni una moneda para ganarme la vida.
Tenía apenas veinte cuando tomé una drástica decisión, le hice una cita a mi padre en un conocido bar céntrico de la ciudad, solía encontrarme con él cada tanto, pero esta vez sería diferente.
Esa tarde, sería la primera vez que me presentaría ante el vestida y maquillada como mujer, un golpe bajo, tal vez, pero si él me amaba debía aceptarme tal cual era.
Mi padre moriría poco tiempo después, creo que nunca pudo aceptarme en ese formato, a pesar de que nunca dejó de darme unos pesos para que no cayera en la prostitución en el fondo a él le dolía demasiado en lo que me había transformado. Además, la perra de mi hermana hizo su parte, jamás pudo superar sus celos enfermizos y jamás dejó de llenarle la cabeza en mi contra, que era un puto, que me gastaba su dinero en ropas y zapatos, que no trabajaba, que esto y que lo otro, todo fue demasiado pesado de cargar sobre los hombros.
Pasado el mal momento, empezaría otro peor para mí, Brenda me hizo responsable de lo ocurrido y me echó del lado de lo único que me quedaba, mamá. Mi hermana se había casado y había llevado a mi madre a vivir con ella, y yo me transforme en el mismo demonio.
Por otro lado, ya no tenía el lado protector de papá, mi fuente de ingresos se había terminado y me vi solo en el mundo, sin nadie a quien recurrir.
Entonces si me transformé en lo que siempre había querido evitar, una pobre prostituta que iba a la cama con cualquiera por unas pocas monedas y mi vida fue entonces una auténtica mierda, un marica despreciado por la sociedad, sin un apoyo emocional, sin familia, y llegando a pensar en el suicido como la salida más viable, a nadie le importaría, nadie lo notaría, nadie me extrañaría, pero en el fondo, era muy cobarde para tomar esa decisión.
Todo cambiaría en un abrir y cerrar de ojos, como ese náufrago perdido a su suerte que reza para que el viento rote y lo arrastre al azar a tierra firme, esa noche me habían invitado a una fiesta clandestina y terminaría ebria en la cama con el doctor Mazzepin. Claro, yo ni lo imaginé en ese momento, pero Carlos Mazzepin era un importante cirujano plástico en mi país, un tipo que salía en los medios puesto que se había casado con una hermosa modelo con quien tenía tres hijos y una familia ejemplar.
Pero Carlos llevaba una doble vida, el personaje de padre perfecto, mejor esposo y envidiable entorno le sentaba a la perfección, pero a espaldas del mundo él era un tipo al que encantaban los travestis, los juegos perversos, y una vida que rozaba en lo prohibido.
Fue el destino, nos enredamos y al él no le molestó cogerse a un puto, no al menos en esa noche perdida en alcohol, entre las sábanas me dejó saber que tenía grandes ideas para mí, si es que yo estaba dispuesta a transformarme en su 'proyecto' como solía decir.
Una semana después estaba en su clínica privada, hablando escritorio por medio, con la propuesta más loca que jamás hubiera esperado escuchar.
Carlos me mostró infinidad de fotos de sus trabajos, fotos confidenciales que tomaba a sus pacientes, todas las técnicas imaginables y me dijo que lo dejara modelarme, hacerme en poco tiempo la mujer más hermosa que hubiese sobre la tierra, pómulos, labios, nariz, pechos, cintura, abdomen, después de pasar por sus manos nadie imaginaría que yo tenía una verga entre las piernas y mi belleza sería la envidia de cuanta mujer se cruzara en mi camino. No solo eso, me pagaría un lujoso departamento con vista a las montañas y solventaría todos mis caprichos económicos, incluso tendría a mi disposición un personal trainer dedicado para darle a mis glúteos y mis piernas forma de mujer.
¿Que tenía que dar yo a cambio? facil, se terminaría la prostitución, estaría a su disposición para complacerlo en todo lo que quisiera como amo y esclava, una auténtica mariquita, a Carlos lo excitaba vivir esa vida oscura y paralela y necesitaba alguien como yo para hacerla posible.
En adelante empezarían mis días de princesa, él me había bautizado 'Mirna' y yo me veía a mí misma como toda una mujer, ahora tenía un rostro muy bonito con labios llamativos, y pómulos marcados, los implantes eran de proporciones justas, que linda sensación! tener tetas!!!! mis piernas se veían esculpidas, mis caderas anchas, mi culo apetitoso y mi cintura muy reducida, adoraba usar lencería cara, conjuntos de bombacha y corpiño con medias y porta ligas, vestiditos ajustados pegados al cuerpo, ropas sugerentes, provocativas, aprendí a caminar con elegancia sobre tacos altos y la curiosa sensación de no tener ningún vello desde el cuello a los pies.
Noté algo peligroso en Carlos, el parecía enamorado de mí, pero en verdad se había enamorado de su creación, porque lo que yo era, en verdad eran las proyecciones de sus fantasías, como fuera, sabía cuál era mi rol en toda la historia.
Todo empezó cuando Carlos vino a mi departamento, pensé que empezaría a pagar mi parte del trato, pero no, solo me dio las llaves de otro sitio con estrictas indicaciones a cumplir, me dio una nalgada y me susurró al oído
Admitilo mariquita, naciste para satisfacer a los machos...
Era cierto, me sentí tan bien en ese rol de mujer y sabía que el placer que había llegado a mí sería imposible de detener, a Carlos le encantaba llenarme los oídos, haciéndome notar que yo solo estaba en este mundo para complacer a los machos, para chupar pitos y asumir mi rol de mujercita, mi verga era solo un adorno y debía hacer de mi culo la mejor de las conchas.
Tomé un taxi y fui hacia donde me había indicado, era otro departamento un tanto alejado del corazón de la ciudad, estaba sola, di una recorrida de reconocimiento, mucho lujo, demasiado, era evidente que Carlos Mazzepin tenía más dinero del que podía gastar, dudé si era la única, tal vez tuviera por ahí más chicas como yo, pero no era el momento de averiguarlo, solo debía apegarme a su plan.
Fui al dormitorio, una caja cerrada con papel de regalo y un gran moño rosa me esperaba sobre la cama, una nota impresa desde una computadora rezaba
Dentro está tu uniforme para usar en esta casa, una verdadera sissy lo usa sin discutir solo para complacer a su amo
La abrí sin dudar, solté el moño y saqué la tapa para ver una a una las prendas que debía usar. Un corsé de cuero super apretado, para dejas mis tetas casi denudas, de esa manera que se levantan como su estuviéramos en la edad media, una falda tableada en estilo escocés, en cuadros entre rojos y azules, demasiado corta, adivinando que apenas taparía la mitad de mi cola, medias de red, de encaje, bien arriba de mis muslos y unos zapatos negros con unos veinte centímetros de taco. Llamativamente, no había ropa interior, ni una tanga, nada, solo una jaula de castidad para mi pobre pene.
Puse una a una las nuevas prendas y mierda, la excitación me embargaba, me veía tan única
Un nuevo sobre con una nueva nota me esperaba al final de la caja, la leí con atención
Hola mi rica esclava, supongo que te veras muy puta, quiero que me envíes unas selfies y luego limpies toda la casa, pero no te canses! llegaré al atardecer.
Hice caso, obviamente, como una niña obediente hice todos los quehaceres con sumo placer y dedicación, me sentía tan puta, tan caliente! ahhh! solo miraba el reloj de pared una y otra vez, esperando a que llegara el momento.
Sentí el llegar el coche de Carlos cuando el sol caía por el horizonte, y en pocos minutos pasaba por la puerta principal, se tomó unos minutos en silencio para dar una rápida recorrida visual por el entorno, y por mi figura, al fin, su gesto de aprobación me dejó saber que todo estaba bien.
Entonces fue sobre un gran sillón que estaba en el living, frente a una pequeña mesita y a un enorme led que descansaba empotrado en la pared.
Dejó a un lado algunas prendas de abrigo, aflojó el nudo de su corbata, tomó el control remoto y mientras pasaba canales uno tras otro sentenció
Está por empezar el partido, tráeme una cerveza bien fría
Fui al refrigerador, odiaba los partidos de futbol, solo rogaba para no tener que verlo a su lado, destapé el envase y volví a su encuentro.
Carlos estaba desparramado sobre el mullido sillón, con su mirada perdida en la pantalla, en silencio dejé el envase sobre la mesita tratando de no molestarlo, fue cuando el me miró y me dijo al tiempo que tomaba la oscura botella con su mano izquierda
Mirna, esta mesita no está suficientemente limpia, quiero que te esfuerces un poco
Fui en silencio por mis cosas de limpieza, cuando volví e intenté hacer el aseo, el volvió a decir
Así no, quiero que te pongas en cuatro patas, bien entregada para tu amo.
La situación fue la siguiente, Carlos estaba acomodado plácidamente con su cerveza en la mano y la mirada perdida en el amplio led que colgaba en la pared, yo de rodillas a su lado, en silencio limpiando con esmero la mesita. Fue entonces cuando el sacó su verga dura entre sus prendas y me indicó que me acercara un poco.
Fui a su encuentro a cumplir mi trabajo, bien cerca, se la besé, un poco y otro poco, cerré los ojos y la recorrí de punta a punta con mi lengua, tenía sabor a macho y eso me encantó.
Me acerqué más todavía, siempre en cuatro patas, de manera que su mano libre llegara a mis nalgas, Carlos se deleitaba bebiendo, mirando el partido de futbol, toqueteando mi culo y con la chupada que le pegaba, todo al mismo tiempo
Para mí era todo muy caliente y poco a poco todo se iba potenciando, me calentaba mucho chupar vergas y más aún si era como una puta sissy sumisa, mi verga estaba aprisionada en la jaulita y trataba de erguirse sin éxito, Carlos no tenía una pija demasiado grande, pero era lo suficiente para arrancarme arcadas al llegar a mi garganta, pero solo una chica como yo que ha probado el meterse esas cosas en la boca puede entender el placer que se siente, como explicarlo, es que más adentro la tenía, más me molestaba, más placer y más ganas tenía de sentir que ese glande atravesara lo profundo de mi garganta.
Y Carlos también colaboraba para enloquecerme, él notaba como me deshacía en deseos por mamarle esa rica verga y sus dedos poco a poco se fueron acercando a mi culito, y el maldito solo rodeaba en círculos mi esfínter, justo en el límite para matarme en deseos, porque mierda, deseaba que los metiera profundo, pero el no lo hacía, a pesar de lo abierto que lo tenía, el solo jugaba conmigo haciéndome gemir.
La verga de mi amo de repente se puso más tensa de lo que estaba, sentía sus dedos provocarme por detrás y mi pija contenida a punto de explotar, de pronto un amargor llenó mi boca y me mantuve firme chupando y chupando, su semen estaba espeso y tenía un gusto particular, morí en placer y sentí acabarme yo también, solo por toda la situación que me llenaba de placer. Seguí chupando y chupando hasta que nada quedó y su sexo perdió rigidez hasta el reposo.
Yo no dije nada, Carlos acomodó sus prendas, me pidió otra cerveza y se volvió su atención a la pantalla, me incorporé y le hice caso, aun temblando en placer, con su sabor a hombre en la boca.
Tiempo después había terminado el partido, mi macho me indicó que debía regresar a su domicilio, ya saben, su esposa, sus hijos, la familia perfecta, y ese momento sería el primero de muchos.
Por poco más de un mes Carlos jugaría ese juego, encuentros furtivos donde yo siempre lo esperaba vestida como una putita, a su antojo y el comprobé que el me había moldeado físicamente y ahora lo estaba haciendo mentalmente.
Carlos disfrutaba mucho recordándome siempre que había fracasado como hombre y que sin dudas sería una buena sissy, que mi culo debía ser solo para complacer machos, que debía tragar todo el semen sin chistar y que mi placer estaba en el placer de quien me dominara. A mi me encantaba todo eso, saber que mi pene merecía ser un clítoris, usar dilatadores anales para siempre estar preparada, ser solo una mariquita, él siempre decía que el largo de los tacos de mis zapatos debía ser mayor al largo de mi pene, solo para que no olvidara quien era.
Yo imaginaba que seguramente no sería la única mariquita en el mundo de Carlos, él era un tipo muy afamado y yo no tenía por qué asumir un rol de privilegiada, pero solo era feliz haciéndolo feliz a él, en ese departamento, mi lugar, su lugar, nuestro lugar.
El primero de mayo era feriado nacional, Carlos me hizo vestir bien de perra, me dio indicaciones de limpiar todo como de costumbre, pero me extraño un pedido especial, me dijo que preparara algunas comidas rápidas para unas veinte personas, yo no entendía mucho hasta que supe por casualidad que esa tarde había un partido de fútbol sumamente importante, se definía la liga nacional o algo por el estilo, odiaba el futbol, ya lo saben, pero que podía hacer al respecto?.
Llegado el momento me encontré en una rara posición, rodeada ante una jauría de machos que solo gritaban y se concentraban por lo que veían, bebiendo y comiendo como cerdos, incluso Carlos estaba fuera de eje, yo me mantenía al margen porque no entendía nada, solo caminaba entre ellos trayendo cerveza cada tanto contorneando mis caderas y recibiendo alguna que otra nalgada, o un toqueteo indiscreto, la situación se me hacía erótica a pesar de todo y sabía que tarde o temprano tendría mi oportunidad, mi verga dura estaba ladeada hacia la derecha, marcándose en el ajustado vestido de licra brillante que lucía esa tarde.
Cuando todo terminó los machos estaban un tanto ebrios y por demás alegres, habían triunfado y era hora de festejar, Carlos dijo entonces que pasaríamos a otro juego mientras apagaba la tv y ponía música a medio volumen.
Luego fue por un cinto y ante la atenta mirada de todos lo ajustó por mi cuello, le ató una cadena y me llevó hacia uno de los rincones donde había una mesa de madera, me acomodó de tal manera que mi culo quedó expuesto y mi pecho sobre la misma, ya que ajustó la cadena al otro lado, sobre un barral y me dijo que debía cumplir con mi trabajo de mariquita
Y ahí me encontré, desparramada sobre la mesa, con mi cola apuntando a los machos, indefensa, mi garganta aprisionada por el cinto y cualquier intento por zafar solo significaba un peligroso y asfixiante dolor, me encantaba la situación.
Carlos vino en primer lugar, puso sobre la mesa un vaso delgado y alto, como para tomar un trago fino, yo no entendí en ese momento, solo lo dejé hacer. Mi amo levantó el corto vestido y de un tirón me arrancó la tanga, aspiré aire con fuerza, excitada. Solo lo dejé acomodarse y lo sentí invadirme, que rico me cogía! su verga se sentía hermosa y hacer de mi culito una caliente vagina era un placer indescriptible, él me nalgueaba con ganas y una vez me recordaba el motivo por el cual yo había llegado al mundo, para ser una sissy complaciente de hombres.
El se movía muy rico, acariciaba los pezones de mis grandes tetas contra la madera, y mi verga dura hacía lo mismo mas abajo, gemía entregada, de reojo pude ver como todos sus amigos se habían desnudado y sobaban sus vergas esperando su turno, fue grandioso, todos para mi, entendí de que se trataba y supe que mi culito tendría todo el placer que merecía.
Sentí venirse a mi amo, pero entonces el tomó el vaso vacío y eyaculó en el, varios chorros, yo solo me quedé mirando. Al terminar volvió dejar el vaso sobre la mesa, al alcance de mi vista, medio centímetro de líquido blanco descansaba en el fondo.
Luego vino el primero de los desconocidos y repitió el juego, una hermosa rotura anal, como yo me merecía, exquisita para también terminar dentro del vaso como lo había hecho Carlos.
Cuando llegó el tercero y repitió el juego se me hizo evidente como terminaría la historia, fue todo tan caliente que sentí mi verga acabarse por el roce continuo entre mi vientre y la mesa, además del perfecto placer que estaba recibiendo por detrás.
Pasaron todos, uno por uno, y alguno se animó a repetir, cuando se cansaron de jugar mi pobre culito parecía anestesiado de tanta verga que se había comido, el vaso aun descansaba a un lado, solo que se mostraba casi lleno de semen mezcla de todos mis amantes improvisados. Carlos me soltó la cadena, y comprobé mi esfínter adolorido, pero como él solía decir, si te duele es porque hiciste bien tu trabajo, me bajé el vestido, el frente aun permanecía manchado por mi propio semen en sendos orgasmos que había disfrutado, los tipos ya se habían tranquilizado y era evidente que el final estaba cerca, Carlos me dijo que es ofreciera la última vuelta de cervezas.
Se acomodaron para ver la última parte del show, ellos tenían sus bebidas y yo la mía, tomé el vaso y lo llevé a mis labios, el liquido espeso se pegó naturalmente, y le di un trago, y otro, y otro mas, esa mezcla de semen empezó a pasar por mi garganta y me vi excitada por la atenta mirada de mis casuales espectadores. Estaba exquisito y algo escapó por la comisura de mis labios. Cuando terminé limpié con mis delos para degustar hasta la última gota, incluso los pasé por el interior del vaso en un intento por dejarlo limpio, solo me quedé chupándome los dedos, con sabor a pecado en mi boca y con una nueva y marcada erección bajo el vestido, como Carlos solía decir, una buena mariquita debe tragarse el jugo de todos sus machos.
Esa tarde terminó y siguieron otras, y otras, y otras mas, Carlos sigue siendo mi mentor y yo soy su juguete secreto, aun lo veo aparecer cada tanto en los medios, mostrando a su familia ejemplar, el modelo a seguir.
Si te gustó esta historia puedes escribirme con título 'ANECDOTAS DE SISSY' a dulces.placeres@live.com
http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa---parte-1-de-3-.html
http://www.poringa.net/posts/imagenes/4389002/Mi-amada-esposa---parte-2-de-3-.html
http://www.poringa.net/posts/imagenes/4436535/Mi-amada-esposa---parte-3-de-3.html
ANECDOTAS DE SISSY
Mi elección de vida siempre había estado clara para mí, aunque siempre había tratado de disimularlo, mis ademanes y mis modos me delataban al instante.
Vivía con mis padres en esos días, papá era obrero ferroviario, lo veía poco, trabajaba de sol a sol y mamá se ganaba unos pesos haciendo costura fina para distintas clientas que siempre tenían una fiesta de ocasión.
Ante la casi ausencia de papá, y con la convivencia de mamá, su trabajo se me hizo adictivo, me encantaba verla hacer preciosos vestidos de todo tipo y colores, aunque los tradicionales de novia eran mis favoritos.
Brenda, mi hermana mayor era parte de la familia, nos llevábamos como perro y gato, es que se dio una loca competencia por ser 'la nena' de la casa, un lugar que naturalmente le hubiera correspondido, pero que yo parecía arrebatarle a cada momento, y más cuando mamá se ponía de mi lado.
Vivíamos en una permanente situación de conflicto, al borde de la guerra y ella simplemente me odiaba. Yo disfrutaba mucho robarle su ropa interior para usarla y luego dejarla sucia en sus cajones, sin que ella lo imaginase.
Al ser el preferido de mamá, mi hermana, naturalmente buscó cobijo en los brazos de mi padre, cosa que consiguió a medias.
Pasados los años mi homosexualidad era manifiesta, y sentía que estaba avergonzando a la familia, en especial a papá ante el rol que le quedaba frente a sus rudos compañeros de trabajo, en ese ambiente, tener un hijo puto no era algo de que enorgullecerse.
Dejé mi casa paterna sin muchas vueltas, pero yo no tenía una profesión, nada, ni una moneda para ganarme la vida.
Tenía apenas veinte cuando tomé una drástica decisión, le hice una cita a mi padre en un conocido bar céntrico de la ciudad, solía encontrarme con él cada tanto, pero esta vez sería diferente.
Esa tarde, sería la primera vez que me presentaría ante el vestida y maquillada como mujer, un golpe bajo, tal vez, pero si él me amaba debía aceptarme tal cual era.
Mi padre moriría poco tiempo después, creo que nunca pudo aceptarme en ese formato, a pesar de que nunca dejó de darme unos pesos para que no cayera en la prostitución en el fondo a él le dolía demasiado en lo que me había transformado. Además, la perra de mi hermana hizo su parte, jamás pudo superar sus celos enfermizos y jamás dejó de llenarle la cabeza en mi contra, que era un puto, que me gastaba su dinero en ropas y zapatos, que no trabajaba, que esto y que lo otro, todo fue demasiado pesado de cargar sobre los hombros.
Pasado el mal momento, empezaría otro peor para mí, Brenda me hizo responsable de lo ocurrido y me echó del lado de lo único que me quedaba, mamá. Mi hermana se había casado y había llevado a mi madre a vivir con ella, y yo me transforme en el mismo demonio.
Por otro lado, ya no tenía el lado protector de papá, mi fuente de ingresos se había terminado y me vi solo en el mundo, sin nadie a quien recurrir.
Entonces si me transformé en lo que siempre había querido evitar, una pobre prostituta que iba a la cama con cualquiera por unas pocas monedas y mi vida fue entonces una auténtica mierda, un marica despreciado por la sociedad, sin un apoyo emocional, sin familia, y llegando a pensar en el suicido como la salida más viable, a nadie le importaría, nadie lo notaría, nadie me extrañaría, pero en el fondo, era muy cobarde para tomar esa decisión.
Todo cambiaría en un abrir y cerrar de ojos, como ese náufrago perdido a su suerte que reza para que el viento rote y lo arrastre al azar a tierra firme, esa noche me habían invitado a una fiesta clandestina y terminaría ebria en la cama con el doctor Mazzepin. Claro, yo ni lo imaginé en ese momento, pero Carlos Mazzepin era un importante cirujano plástico en mi país, un tipo que salía en los medios puesto que se había casado con una hermosa modelo con quien tenía tres hijos y una familia ejemplar.
Pero Carlos llevaba una doble vida, el personaje de padre perfecto, mejor esposo y envidiable entorno le sentaba a la perfección, pero a espaldas del mundo él era un tipo al que encantaban los travestis, los juegos perversos, y una vida que rozaba en lo prohibido.
Fue el destino, nos enredamos y al él no le molestó cogerse a un puto, no al menos en esa noche perdida en alcohol, entre las sábanas me dejó saber que tenía grandes ideas para mí, si es que yo estaba dispuesta a transformarme en su 'proyecto' como solía decir.
Una semana después estaba en su clínica privada, hablando escritorio por medio, con la propuesta más loca que jamás hubiera esperado escuchar.
Carlos me mostró infinidad de fotos de sus trabajos, fotos confidenciales que tomaba a sus pacientes, todas las técnicas imaginables y me dijo que lo dejara modelarme, hacerme en poco tiempo la mujer más hermosa que hubiese sobre la tierra, pómulos, labios, nariz, pechos, cintura, abdomen, después de pasar por sus manos nadie imaginaría que yo tenía una verga entre las piernas y mi belleza sería la envidia de cuanta mujer se cruzara en mi camino. No solo eso, me pagaría un lujoso departamento con vista a las montañas y solventaría todos mis caprichos económicos, incluso tendría a mi disposición un personal trainer dedicado para darle a mis glúteos y mis piernas forma de mujer.
¿Que tenía que dar yo a cambio? facil, se terminaría la prostitución, estaría a su disposición para complacerlo en todo lo que quisiera como amo y esclava, una auténtica mariquita, a Carlos lo excitaba vivir esa vida oscura y paralela y necesitaba alguien como yo para hacerla posible.
En adelante empezarían mis días de princesa, él me había bautizado 'Mirna' y yo me veía a mí misma como toda una mujer, ahora tenía un rostro muy bonito con labios llamativos, y pómulos marcados, los implantes eran de proporciones justas, que linda sensación! tener tetas!!!! mis piernas se veían esculpidas, mis caderas anchas, mi culo apetitoso y mi cintura muy reducida, adoraba usar lencería cara, conjuntos de bombacha y corpiño con medias y porta ligas, vestiditos ajustados pegados al cuerpo, ropas sugerentes, provocativas, aprendí a caminar con elegancia sobre tacos altos y la curiosa sensación de no tener ningún vello desde el cuello a los pies.
Noté algo peligroso en Carlos, el parecía enamorado de mí, pero en verdad se había enamorado de su creación, porque lo que yo era, en verdad eran las proyecciones de sus fantasías, como fuera, sabía cuál era mi rol en toda la historia.
Todo empezó cuando Carlos vino a mi departamento, pensé que empezaría a pagar mi parte del trato, pero no, solo me dio las llaves de otro sitio con estrictas indicaciones a cumplir, me dio una nalgada y me susurró al oído
Admitilo mariquita, naciste para satisfacer a los machos...
Era cierto, me sentí tan bien en ese rol de mujer y sabía que el placer que había llegado a mí sería imposible de detener, a Carlos le encantaba llenarme los oídos, haciéndome notar que yo solo estaba en este mundo para complacer a los machos, para chupar pitos y asumir mi rol de mujercita, mi verga era solo un adorno y debía hacer de mi culo la mejor de las conchas.
Tomé un taxi y fui hacia donde me había indicado, era otro departamento un tanto alejado del corazón de la ciudad, estaba sola, di una recorrida de reconocimiento, mucho lujo, demasiado, era evidente que Carlos Mazzepin tenía más dinero del que podía gastar, dudé si era la única, tal vez tuviera por ahí más chicas como yo, pero no era el momento de averiguarlo, solo debía apegarme a su plan.
Fui al dormitorio, una caja cerrada con papel de regalo y un gran moño rosa me esperaba sobre la cama, una nota impresa desde una computadora rezaba
Dentro está tu uniforme para usar en esta casa, una verdadera sissy lo usa sin discutir solo para complacer a su amo
La abrí sin dudar, solté el moño y saqué la tapa para ver una a una las prendas que debía usar. Un corsé de cuero super apretado, para dejas mis tetas casi denudas, de esa manera que se levantan como su estuviéramos en la edad media, una falda tableada en estilo escocés, en cuadros entre rojos y azules, demasiado corta, adivinando que apenas taparía la mitad de mi cola, medias de red, de encaje, bien arriba de mis muslos y unos zapatos negros con unos veinte centímetros de taco. Llamativamente, no había ropa interior, ni una tanga, nada, solo una jaula de castidad para mi pobre pene.
Puse una a una las nuevas prendas y mierda, la excitación me embargaba, me veía tan única
Un nuevo sobre con una nueva nota me esperaba al final de la caja, la leí con atención
Hola mi rica esclava, supongo que te veras muy puta, quiero que me envíes unas selfies y luego limpies toda la casa, pero no te canses! llegaré al atardecer.
Hice caso, obviamente, como una niña obediente hice todos los quehaceres con sumo placer y dedicación, me sentía tan puta, tan caliente! ahhh! solo miraba el reloj de pared una y otra vez, esperando a que llegara el momento.
Sentí el llegar el coche de Carlos cuando el sol caía por el horizonte, y en pocos minutos pasaba por la puerta principal, se tomó unos minutos en silencio para dar una rápida recorrida visual por el entorno, y por mi figura, al fin, su gesto de aprobación me dejó saber que todo estaba bien.
Entonces fue sobre un gran sillón que estaba en el living, frente a una pequeña mesita y a un enorme led que descansaba empotrado en la pared.
Dejó a un lado algunas prendas de abrigo, aflojó el nudo de su corbata, tomó el control remoto y mientras pasaba canales uno tras otro sentenció
Está por empezar el partido, tráeme una cerveza bien fría
Fui al refrigerador, odiaba los partidos de futbol, solo rogaba para no tener que verlo a su lado, destapé el envase y volví a su encuentro.
Carlos estaba desparramado sobre el mullido sillón, con su mirada perdida en la pantalla, en silencio dejé el envase sobre la mesita tratando de no molestarlo, fue cuando el me miró y me dijo al tiempo que tomaba la oscura botella con su mano izquierda
Mirna, esta mesita no está suficientemente limpia, quiero que te esfuerces un poco
Fui en silencio por mis cosas de limpieza, cuando volví e intenté hacer el aseo, el volvió a decir
Así no, quiero que te pongas en cuatro patas, bien entregada para tu amo.
La situación fue la siguiente, Carlos estaba acomodado plácidamente con su cerveza en la mano y la mirada perdida en el amplio led que colgaba en la pared, yo de rodillas a su lado, en silencio limpiando con esmero la mesita. Fue entonces cuando el sacó su verga dura entre sus prendas y me indicó que me acercara un poco.
Fui a su encuentro a cumplir mi trabajo, bien cerca, se la besé, un poco y otro poco, cerré los ojos y la recorrí de punta a punta con mi lengua, tenía sabor a macho y eso me encantó.
Me acerqué más todavía, siempre en cuatro patas, de manera que su mano libre llegara a mis nalgas, Carlos se deleitaba bebiendo, mirando el partido de futbol, toqueteando mi culo y con la chupada que le pegaba, todo al mismo tiempo
Para mí era todo muy caliente y poco a poco todo se iba potenciando, me calentaba mucho chupar vergas y más aún si era como una puta sissy sumisa, mi verga estaba aprisionada en la jaulita y trataba de erguirse sin éxito, Carlos no tenía una pija demasiado grande, pero era lo suficiente para arrancarme arcadas al llegar a mi garganta, pero solo una chica como yo que ha probado el meterse esas cosas en la boca puede entender el placer que se siente, como explicarlo, es que más adentro la tenía, más me molestaba, más placer y más ganas tenía de sentir que ese glande atravesara lo profundo de mi garganta.
Y Carlos también colaboraba para enloquecerme, él notaba como me deshacía en deseos por mamarle esa rica verga y sus dedos poco a poco se fueron acercando a mi culito, y el maldito solo rodeaba en círculos mi esfínter, justo en el límite para matarme en deseos, porque mierda, deseaba que los metiera profundo, pero el no lo hacía, a pesar de lo abierto que lo tenía, el solo jugaba conmigo haciéndome gemir.
La verga de mi amo de repente se puso más tensa de lo que estaba, sentía sus dedos provocarme por detrás y mi pija contenida a punto de explotar, de pronto un amargor llenó mi boca y me mantuve firme chupando y chupando, su semen estaba espeso y tenía un gusto particular, morí en placer y sentí acabarme yo también, solo por toda la situación que me llenaba de placer. Seguí chupando y chupando hasta que nada quedó y su sexo perdió rigidez hasta el reposo.
Yo no dije nada, Carlos acomodó sus prendas, me pidió otra cerveza y se volvió su atención a la pantalla, me incorporé y le hice caso, aun temblando en placer, con su sabor a hombre en la boca.
Tiempo después había terminado el partido, mi macho me indicó que debía regresar a su domicilio, ya saben, su esposa, sus hijos, la familia perfecta, y ese momento sería el primero de muchos.
Por poco más de un mes Carlos jugaría ese juego, encuentros furtivos donde yo siempre lo esperaba vestida como una putita, a su antojo y el comprobé que el me había moldeado físicamente y ahora lo estaba haciendo mentalmente.
Carlos disfrutaba mucho recordándome siempre que había fracasado como hombre y que sin dudas sería una buena sissy, que mi culo debía ser solo para complacer machos, que debía tragar todo el semen sin chistar y que mi placer estaba en el placer de quien me dominara. A mi me encantaba todo eso, saber que mi pene merecía ser un clítoris, usar dilatadores anales para siempre estar preparada, ser solo una mariquita, él siempre decía que el largo de los tacos de mis zapatos debía ser mayor al largo de mi pene, solo para que no olvidara quien era.
Yo imaginaba que seguramente no sería la única mariquita en el mundo de Carlos, él era un tipo muy afamado y yo no tenía por qué asumir un rol de privilegiada, pero solo era feliz haciéndolo feliz a él, en ese departamento, mi lugar, su lugar, nuestro lugar.
El primero de mayo era feriado nacional, Carlos me hizo vestir bien de perra, me dio indicaciones de limpiar todo como de costumbre, pero me extraño un pedido especial, me dijo que preparara algunas comidas rápidas para unas veinte personas, yo no entendía mucho hasta que supe por casualidad que esa tarde había un partido de fútbol sumamente importante, se definía la liga nacional o algo por el estilo, odiaba el futbol, ya lo saben, pero que podía hacer al respecto?.
Llegado el momento me encontré en una rara posición, rodeada ante una jauría de machos que solo gritaban y se concentraban por lo que veían, bebiendo y comiendo como cerdos, incluso Carlos estaba fuera de eje, yo me mantenía al margen porque no entendía nada, solo caminaba entre ellos trayendo cerveza cada tanto contorneando mis caderas y recibiendo alguna que otra nalgada, o un toqueteo indiscreto, la situación se me hacía erótica a pesar de todo y sabía que tarde o temprano tendría mi oportunidad, mi verga dura estaba ladeada hacia la derecha, marcándose en el ajustado vestido de licra brillante que lucía esa tarde.
Cuando todo terminó los machos estaban un tanto ebrios y por demás alegres, habían triunfado y era hora de festejar, Carlos dijo entonces que pasaríamos a otro juego mientras apagaba la tv y ponía música a medio volumen.
Luego fue por un cinto y ante la atenta mirada de todos lo ajustó por mi cuello, le ató una cadena y me llevó hacia uno de los rincones donde había una mesa de madera, me acomodó de tal manera que mi culo quedó expuesto y mi pecho sobre la misma, ya que ajustó la cadena al otro lado, sobre un barral y me dijo que debía cumplir con mi trabajo de mariquita
Y ahí me encontré, desparramada sobre la mesa, con mi cola apuntando a los machos, indefensa, mi garganta aprisionada por el cinto y cualquier intento por zafar solo significaba un peligroso y asfixiante dolor, me encantaba la situación.
Carlos vino en primer lugar, puso sobre la mesa un vaso delgado y alto, como para tomar un trago fino, yo no entendí en ese momento, solo lo dejé hacer. Mi amo levantó el corto vestido y de un tirón me arrancó la tanga, aspiré aire con fuerza, excitada. Solo lo dejé acomodarse y lo sentí invadirme, que rico me cogía! su verga se sentía hermosa y hacer de mi culito una caliente vagina era un placer indescriptible, él me nalgueaba con ganas y una vez me recordaba el motivo por el cual yo había llegado al mundo, para ser una sissy complaciente de hombres.
El se movía muy rico, acariciaba los pezones de mis grandes tetas contra la madera, y mi verga dura hacía lo mismo mas abajo, gemía entregada, de reojo pude ver como todos sus amigos se habían desnudado y sobaban sus vergas esperando su turno, fue grandioso, todos para mi, entendí de que se trataba y supe que mi culito tendría todo el placer que merecía.
Sentí venirse a mi amo, pero entonces el tomó el vaso vacío y eyaculó en el, varios chorros, yo solo me quedé mirando. Al terminar volvió dejar el vaso sobre la mesa, al alcance de mi vista, medio centímetro de líquido blanco descansaba en el fondo.
Luego vino el primero de los desconocidos y repitió el juego, una hermosa rotura anal, como yo me merecía, exquisita para también terminar dentro del vaso como lo había hecho Carlos.
Cuando llegó el tercero y repitió el juego se me hizo evidente como terminaría la historia, fue todo tan caliente que sentí mi verga acabarse por el roce continuo entre mi vientre y la mesa, además del perfecto placer que estaba recibiendo por detrás.
Pasaron todos, uno por uno, y alguno se animó a repetir, cuando se cansaron de jugar mi pobre culito parecía anestesiado de tanta verga que se había comido, el vaso aun descansaba a un lado, solo que se mostraba casi lleno de semen mezcla de todos mis amantes improvisados. Carlos me soltó la cadena, y comprobé mi esfínter adolorido, pero como él solía decir, si te duele es porque hiciste bien tu trabajo, me bajé el vestido, el frente aun permanecía manchado por mi propio semen en sendos orgasmos que había disfrutado, los tipos ya se habían tranquilizado y era evidente que el final estaba cerca, Carlos me dijo que es ofreciera la última vuelta de cervezas.
Se acomodaron para ver la última parte del show, ellos tenían sus bebidas y yo la mía, tomé el vaso y lo llevé a mis labios, el liquido espeso se pegó naturalmente, y le di un trago, y otro, y otro mas, esa mezcla de semen empezó a pasar por mi garganta y me vi excitada por la atenta mirada de mis casuales espectadores. Estaba exquisito y algo escapó por la comisura de mis labios. Cuando terminé limpié con mis delos para degustar hasta la última gota, incluso los pasé por el interior del vaso en un intento por dejarlo limpio, solo me quedé chupándome los dedos, con sabor a pecado en mi boca y con una nueva y marcada erección bajo el vestido, como Carlos solía decir, una buena mariquita debe tragarse el jugo de todos sus machos.
Esa tarde terminó y siguieron otras, y otras, y otras mas, Carlos sigue siendo mi mentor y yo soy su juguete secreto, aun lo veo aparecer cada tanto en los medios, mostrando a su familia ejemplar, el modelo a seguir.
Si te gustó esta historia puedes escribirme con título 'ANECDOTAS DE SISSY' a dulces.placeres@live.com
1 comentarios - Anecdotas de Sissy