LESBIANA
madre e hija
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Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Vivimos en un apartamento en un barrio tranquilo, en ese entonces teníamos ya 6 años de vivir las dos juntas después de la separación de mis padres, que decidieron el divorcio por constantes peleas.
Mi padre rehizo su vida y nos visitaba raramente.
Mi madre siempre fue un gran ejemplo para mí, era una mujer muy emprendedora segura de sí misma y ayudaba a las personas.
Desde pequeña, nunca dejo se ser cariñosa conmigo, me sabia escuchar, hablaba conmigo y me entendía, me abrazaba siempre que podía, me consentía en todo, siempre me apoyaba en lo que quisiera hacer, a pesar que ser una madre trabajadora.
Ella es gerente de una agencia bancaria y era una mujer muy respetada y a pesar de que le apasionaba su trabajo, ella siempre me daba el primer lugar en su vida.
Mi vida era el colegio y la casa, mientras fui madurando fui notando que mi cuerpo reaccionaba con sensaciones inesperadas ante la interacción con otras chicas, especialmente en clases de gimnasia, mi respiración cambiaba al ver mis compañeras en su trajes apretados, miraba más de la cuenta la entrepierna de mis amigas en calzas, mi piel se erizaba al ver esos pechos y traseros apretados, mis pezones se endurecían al abrazar mi amigas del curso y mi vagina se mojaba al verlas haciendo estiramientos, sentía mucha confusión y algo de vergüenza de que me descubrieran.
Disimulaba lo más que podía, a veces pensaba en dejar de ver pero deseaba ver, lo hacía, me desconcentraba con facilidad a ver mis compañeras en sus movimientos algunos muy eróticos para mis deseosos ojos.
Mi mayor problema fue en los cambiadores, donde las chicas por nuestra confianza y nivel de amistad nos desnudábamos sin ninguna vergüenza, era mi deleite ver los cuerpos de mis juveniles compañeras de lección, algunas sudaban mucho iluminando todo su cuerpo con un brillo alegre sobre cada centímetro que dejaban al descubierto, emergían emociones extrañas al sentir el aroma de mujer, y era recurrente sentir punzones en mis partes íntimas al estar semidesnuda a veces a pocos metros de otra chica semidesnuda.
Y yo no daba razones para sospechas, era una de las chicas más femeninas del grupo, mi grupo estaba cargado de chicas bellas, con cuerpos desarrollados, pero yo era la más admirada y siempre me gusta ser la más hermosa y mejor vestida.
Sin embargo en ocasiones, aprovechaba algunas bromas en los vestidores para acercarme y palpar a mis amigas más íntimas, con el pretexto de masajes aprovechaba para pasar mis manos por hombros, espalda, incluso lograba rozar senos de mis confiadas amigas.
Y a diferencia de las otras chicas, “accidentalmente” dejaba ver mis senos y vagina en varias ocasiones.
En algunas chicas miraba su cara de asombro al verme perfectamente depilada y más de una elogiaba mis atributos.
Sin embargo ninguna aparentaba mayor interés por las mujeres y por otro lado constantemente hablaban del sexo opuesto.
Un interés que no compartía, y me preocupaba, fingía con mis amigas prestar atención y hablaba sobre algún actor famoso del momento que me gustaba o inventaba enamorados ficticios.
Pero lo hacía para no levantar sospechas, para mí era evidente que no era como las otras, fue confuso sentir escalofríos y atracción por las mujeres.
Y no sentía remordimiento alguno pero sí un poco de temor a lo desconocido del tema del sexo y más todavía al pensar en estar con una mujer era algo que me causaba inquietud por mi falta de experiencia.
Mi preocupación aumentó cuando comencé a fijarme en mi madre, es una mujer alta de 1.
75 mts.
increíblemente hermosa, cabello oscuro abundante y largo hasta la mitad de la espalda, ojos hermosos negros penetrantes, piel muy blanca, una nariz respingada, una boca con labios gruesos siempre rojos, una figura muy femenina, vientre perfectamente plano, caderas anchas, pechos generosos, cintura delgada, un trasero redondo resaltado que vibra un poco al moverse y caminar, piernas largas torneadas, los años no pasaban por ella todo era firme, sin embargo tenía ese aire sexy de mujer madura, con mucho liderazgo, pero amorosa, maternal, inteligente, osada, muy sonriente, pero firme en todo lo que hacía.
Todas las mujeres incluso las más hermosas y jóvenes envidiaban el cuerpazo y el rostro perfecto de mi madre.
Sin necesidad de gimnasio o dietas siempre en nuestra familia las mujeres siempre fueron y son de gran cuerpo.
Pero el rostro y físico de mi madre sobresalía entre todas las generaciones.
Yo no conocía el sexo, era muy conservadora en ese tema, le huía a esa posibilidad, en ocasiones se me acercaron chicos y hombres pero no me llamaban la atención, pero las chicas si y mi madre era la primera de la lista, pero con mi fuerza de voluntad y manteniéndome con la mente ocupaba en los estudios y actividades deportivas suprimía mis instintos sexuales, logre mantener el deseo sexual bajo control, sin embargo la lujuria poco a poco consumía mi fuerza de voluntad y un sábado cuando tenía 14 años durante una noche de lluvia, me desperté de madrugada inquieta, estuve teniendo sueños extraños de pequeños recuerdos de mi madre paseando en casa en jeans o leggings, en para mi eran fantasías eróticas encendidas y esa noche incluso llego a despertarme la lujuria, así que sola en mi cuarto, abrí el cajón de mi cómoda, saque un álbum de fotos y busque una foto de mi amada madre , la saque de la página la tome con mi mano izquierda la mire fijamente, mientras mi mano derecha recorría mi cuerpo de adolecente, era una foto de cuerpo entero con su traje tradicional de hacer el jardin, un jean apretado y una remera blanca, sus manos a sus caderas sonriendo a la cámara con una mirada algo picara, sus piernas algo separadas y su vagina resaltaba sobre un jean apretado.
Mi mano torpemente apretaba mis pezones, poco a poco la fui bajando hasta llegar a mi sexo, lo toque levemente sobre mi tanga pero fui suficiente para darme un respingo.
Lo hice poco a poco pasando las yemas de mis dedos, imaginaba que mi mano traviesa le pertenecía a mi madre y mi cuerpo inmediatamente se sobresaltó, la lluvia torrencial matizaba los sonidos de mi cama al comenzar a encorvar mi espalda y al estremecerme de placer.
Era mi primera vez que me masturbaba.
Así continúe hasta que comenzó a bajar la intensidad de la lluvia y se dejó oír un gemido amplio agresivo de placer que inundo mis oídos y me hizo quedarme paralizada.
-¡Siiiiiiiii!- se oyó desde el otro cuarto.
Pare mi pajeo y mis sentidos se afinaron por completo en búsqueda de ese sonido, paso unos segundo y volví a escucharlo.
¡Qué buenooo!- no era un gemido de dolor, era algo placentero era una voz de mujer, era una voz conocida, y sonó de nuevo.
¡Aaaaah! un poco más corto, el gemido venia de la habitación al lado, la alcoba principal, la habitación de mi madre y eran gemidos de placer de mi madre.
Eso me hizo palpitar mi corazón a mil por hora, al bajar la lluvia su intensidad mi madre fue conteniendo su gemido.
Mi curiosidad me mataba, deseaba ir a investigar.
¿Estaría con alguien?, ¿Quién era ese amante? ¿Porque no lo escuche entrar? Así me escurrí de mis cobijas a la puerta de la habitación, salí de mi cuarto con mucho cuidado, fui lentamente de puntillas me acerque a la puerta de la alcoba de mi madre, mire por el hueco de la cerradura, las luces apagadas pero el cuarto era iluminado por la luz de la portátil y la lámpara de la cómoda, la laptop estaba sobre la cama, la cual estaba abandonada, la pantalla daba de frente a mi vista había una escena que no entendí muy bien que era pero luego lo distinguí eran dos lesbianas desnudas una encima de la otra frotándose sus sexos, yo me quede en shock, mi madre volvió a la cama, desnuda, se acomodó de frente a la portátil, acostada, traía un consolador en la mano y con su mirada puesta en la pantalla comenzó a hacerse el amor así misma.
ella se ponía su mano en su boca para que el sonido de sus gemidos no fueran tan lejos, mientras que se penetraba su vagina con un consolador inmenso, comenzó a intensificarse la lluvia y mi madre con más soltura comenzó a gemir con libertad ante el ruido cómplice la lluvia cayendo, la escena era increíble mi corazón estaba por explotar, mis pezones casi al instante se endurecieron, mi vagina comenzó a mojarse como nunca antes, su rostro reflejaba una satisfacción erótica, su cuerpo se veía hermoso, brillaba, sus pechos tenía unos pezones rosados pequeños, su vagina era bellísima.
Mis dedos jugaron con mi vagina hasta que sentí como si me orinara y fue como una explosión en mi vientre, me estremecí completa, casi me desmayo de placer.
No sabía lo que era pero estaba alucinando de placer.
Mi madre tomo otra posición y se puso boca abajo y levanto su trasero sobre sus rodillas y dejo a la vista de su hija espía su trasero hermoso, pudiendo distinguir su ano y vagina, rápidamente se insertó su verga artificial en su vagina, la metía y sacaba fuertemente y rápidamente, hasta que vi como la saco del todo inmediatamente salió de su vagina chorro de líquidos mientras daba un fuerte gemido ahogado por una almohada, la imagen era tan erótica que de nuevo sentí la explosión de placer.
Ella quedo exhausta y yo la mirona también.
Ella poco a poco volvió su compostura, se puso de pie frente el espejo de cuerpo completo y se acarició lentamente cada rincón de su cuerpo.
Así estuvo un par de minutos y se despidió de su reflejo con un beso pícaro.
Se acostó en la cama y apago la portátil.
Volví silenciosamente a mi cuarto con esas imágenes en mi cabeza, me masturbé de nuevo súper inspirada, recorriendo mi juvenil figura y dándome una paja deliciosa, la lluvia se terminó, y se revelaba que ya estaba cerca otro día, dormí placenteramente.
Después de esa noche comprendí el mundo de la masturbación, me permitió descargar mi tensión sexual acumulada, usaba mi imaginación por las noches, llevando a mi cama a través de mi imaginación mis compañeras del colegio, vecinas, amigas, famosas de la tele, actrices, modelos y vedettes, pero había una figura de la cual estaba obsesionada, mi hermosa madre.
Esperaba que ella volviera a hacer su show para espiarla pero no lo hizo.
La veía con más lujuria que antes, me quedaba como tonta viendo su figura, y buscaba como fuera la forma de abrazarla y fingiendo descuido rozaba sus senos, glúteos y muslos internos.
Luego me masturbaba donde pudiera.
Durante un par de semanas pude darme cuenta que los sábados y domingos de madrugada hacia sus noches de fantasías, siempre de 1 a 5 de la madrugada.
Me encendía de todas las formas posibles, ella comenzaba usando crema sobre su cuerpo, luego acariciaba su cuerpo y comenzaba a autocomplacerse, miraba uno o dos videos porno, por lo que pude ver usaba dos consoladores enormes, uno de plástico transparente y duro y otro de goma también enorme y terminaba con una paja fabulosa.
Yo quería saber más.
Mi madre muy cuidadosa con sus noches de autosatisfacción guardaba su biblioteca de videos porno y aparatos muy bien.
Nunca tenía tiempo de espiar su cuarto.
Un día llegue más temprano del colegio, en un par de horas llegaría mi madre.
Así invadí su habitación, busqué y busqué, pero no logré encontrar algo de lo que usaba.
Sin embargo me topé con la cesta de ropa sucia, vi adentro y me encontré una tanga animal print de leopardo que olía a sexo femenino, me envicié de ese aroma, me quité mi ropa y me lo puse.
Me puse frente al espejo de cuerpo completo donde ella siempre completaba sus noches de placer y me comencé a frotar como ella lo hacía siempre y observaba mi figura.
Mi piel blanca, mis ojos celestes y cabello rubio por herencia de mi padre (descendiente de austríacos), pero mis pechos aún pequeños pero redondos y mi cintura eran el fiel reflejo de mi madre, así también mi mirada y mis labios, me di vuelta y observe mi trasero hermoso tal cual como de mi madre, al frotar mi trasero no aguante y me masturbe al verme en el espejo sentía más placer, caí de rodillas y me paje hasta el orgasmo increíble, me tumbé en el piso.
Estuve unos minutos allí, observé el ropero y mire algo extraño.
parecía que el ropero tenía un fondo falso, lo examiné y encontré una tabla que se zafaba, al abrir aparecieron los juguetes sexuales y unos videos, inmediatamente los examiné en la laptop, el primero decía "fotos y videos", fui a las fotos y mi sorpresa fue encontrar carpeta tras carpeta de fotos pornográficas de mujeres, modelos, actrices, vedettes y famosas del momento, y mujeres con mujeres, sin hombres y al ver los títulos de los videos mis sospechas fueron confirmadas, títulos como “mujeres con mujeres”, “lesbianas ardientes”, “las come vaginas”, me di cuenta que mi madre tenía gran gusto por lo lésbico, tenía cientos de títulos de sexo lésbico, fotografías lésbicas, relatos lésbicos, todo perfectamente bien clasificado.
Finalmente entendía porque los desacuerdos de mi madre con mi padre y porque mi madre nunca volvió a tener novios y siempre evito los hombres.
Era una lesbiana y muy fogosa.
Entonces guardé todo como estaba, y me quite su tanguita y lo puse de nuevo en la cesta, lo había dejado empapado pero esperaba que no se diera cuenta.
Cuando mi madre volvió a casa, yo tenía la cena lista, nos abrazamos como siempre, pero me detuve un poco más sobre ella.
Y le di un beso cálido y largo en la mejilla.
-Hola mi amor- dijo mi madre.
-Hola mami, andá a cambiarte para que vengas a comer, tengo una sorpresa para vos- le sonreí coqueteándole.
-Gracias mi amor, ya vengo.
Ella siempre usa unos camisones largos para estar en la casa cómoda flojo, muy conservadores pero muy práctico para estar en casa y descansar.
Pero esta vez ella volvió con una musculosa blanca sin corpiño (algo anormal en ella), pero mi sorpresa y mi shock fueron al verla con la tanguita de leopardo la que tuve 2 orgasmos, claramente se veía mojadito con mis fluidos.
La tanguita nunca lo usa frente a mí, es más, era una noche bastante fresca, y se le veía más tallada y sus labios vaginales muy apretados.
En sus manos el cesto de ropa sucia.
Paso a mi lado sin decirme nada, y siguió hasta lavadora, voltee a ver su trasero y estaba marcado por entre sus glúteos.
Metió la ropa sucia y se volteó hacia mí.
No pude evitar decir algo y dije:
-Mamá, ¿no hace frío? Porqué andás sin el camisón
-Es qué quería estar más cómoda ¿Qué hiciste de comer?- respondió ella como si no pasara nada.
-Tu plato favorito mami, sentate que ya está servido- respondí.
-Gracias, sos un amor.
Caminó lentamente hacia mí y me abrazó de frente muy pegada a mí.
Claramente sentí su pezones sobre los míos y su cintura pegada a la mía, así me tuvo unos segundos más de lo normal.
Y sentí como el aroma de su tanguita me emborrachaba.
Las dos comimos en la mesa como siempre, no dejaba de ver sus pechos enormes y cómo sus pezones rosados se marcaban perfectamente, transcurrió la cena entre charlas de mi madre que a diferencia mía habla mucho.
Todo parecía normal pero mi corazón latía a mil por hora.
El aroma de sexo del short llegaba hasta mí.
Yo no sabía que pensar, pero estaba excitada.
Terminamos, lavamos los platos como todo el tiempo, ya mi susto había pasado pero mientras lavamos los platos, ella me dijo ofreció algo inusual.
-Amor, ¿porque no nos tomamos fotos?-.
Se me nubló la mente.
Solo dije: “OK”.
-Bueno, hija, pero tenés que ponerte ropa como la mía.
Terminamos de secar la vajilla y guardarla y corrí a mi cuarto.
Estaba segura que mamá quería jugar y quería seguirle el juego, bajé con un short muy ajustado blanco de algodón y un top blanco para hacer contraste con lo que ella lucia.
-Muy bien hija me gusta.
Te ves fabulosa- me decía mientras yo le hacía un breve modelaje.
Eligió la zona más iluminada de la sala, puso una alfombra y tenía todo listo para la sesión amateur.
Muy bien, tómame fotos a mí y luego yo te tomo fotos a vos y luego colocamos la cámara y nos tomamos las dos juntas.
Así comenzó al inicio hizo poses normales, luego comenzó a subir la temperatura, ella sonreía como si fuera un juego y yo también, pero pasaban cosas dentro de nosotras que no queríamos reconocer, finalmente comenzó a tomar poses como de modelo porno con expresiones de lujuria, tocando sus senos, y poniendo su mano en su cola y muy cerca del pubis.
Yo estaba aturdida de excitación y mi madre lo sabía.
Cambiamos y ahora ella sería la fotógrafa, comencé tímida, poco a poco ella me fue alentando a soltarme y ser más atrevida, así fue, no tarde en hacer todo lo que hizo mi madre.
Foto por foto, reíamos pero por dentro sabíamos que nos moríamos.
-Ahora las dos juntas- dijo ella.
Colocó la cámara y comenzamos a posar.
Yo posaba como siempre.
Pero mi madre me regañó.
-Tenés que ser más sexy amor, así.
– Y me enseñaba, me movía mi cuerpo.
Quería fotos eróticas de las dos, le seguí el juego hasta extremos casi muy cerca de besarnos, cruzamos nuestros cuerpos siempre fingiendo ternura pero por dentro emanando lujuria, rozándonos los senos, y muy cerca una de la otra, con nuestros labios muy cerca casi besándonos, pero sin ir más allá, cada pose terminando todo con risas nerviosas.
Finalmente tuvo otra gran idea.
-Grabémonos bailando juntas.
Ella puso en modo película la cámara, y yo puse música lenta y comenzamos a bailar, nos rozábamos, reíamos y jugábamos.
El momento más erótico fue cuando me puso de espalda a ella y comenzó a frotar su pubis contra mis glúteos.
Yo me reía y hacía mi cuerpo para atrás, mientras ella hacia su cuerpo para el frente fingiendo que me lo hacía.
Yo no podía creer que habíamos llegado a ese punto, estaba visiblemente mojada y parecía no importarle, luego cambiamos y ella me dio sus glúteos y yo le correspondí; sentía esos glúteos en mi vagina estaba que ardía de placer, ella se movía frotando sus glúteos en mi vagina, yo la sostenía por la delgada cintura apretando fuerte, así ella siguió hasta que comenzó a frotar fuerte de arriba abajo bailando que cada movida la sentía en mi clítoris.
Ella me volteaba a ver sonriendo con cara de lujuria yo solo veía su trasero haciendo ese trabajo maravilloso.
Fueron diez minutos de música que no paró de frotarse contra mí.
Yo me estremecía de placer, pero como pude guardé la compostura y luego intercambiamos otra vez yo frotándome hacia ella, me envestía fuerte entre las nalgas totalmente fuera del ritmo de la música me prendió al máximo, tenía una habilidad y fuerza increíble y me llevo a la luna ida y vuelta.
Se detuvo de repente abrazándome fuerte con su respiración agitada.
Se despegó de mí y fue a apagar la música.
Se carcajeó fingiendo inocencia pero claramente ella estaba mojada y yo también, pero finalmente paró la cámara, le pedí que me dejara ver lo que grabamos, ella me dijo.
-Mañana te las paso, tengo que bajarlas en la compu.
No insistí ya que estaba excitada, no sabía que pensar, ella paró de golpe y no sabía por qué.
Después mi madre se dio una ducha y salió con su bata habitual.
Yo al verla así entendí que no había más diversión.
Yo me duché y me fui a la cama, muy excitada, confundida, casi enojada por no ir más allá.
Sin darme cuenta me quedé dormida, la locura vivida durante el día me transportaron a sueños muy sexuales de otro nivel, me desperté y miré la hora, eran las 2 de la madrugada, la calentura me tenía a mil, suavemente la calmé pajeando mi vagina.
Tuve una idea de darme una vuelta por la casa a ver, al salir al pasillo escuché el sonido inconfundible.
-¡Siiiiiii!.
– Me di cuenta que mi madre estaba pagando la factura por la calentura con su hija, y decidí volver a espiar por la cerradura.
Estaba ella boca arriba con la laptop a su vista, totalmente desnuda y empapada de sudor haciéndose el amor con el consolador transparente, era increíble cómo se metía y sacaba la verga de juguete, la cual tomaba con ambas manos y metía y sacaba de forma frenética.
Al contemplar tremendo espectáculo me terminé y ella también se derritió en un orgasmo múltiple.
Ella se levantó a limpiarse, yo estaba tirada en el suelo, sin embargo algo conocido había en ese video, la música que sonaba era la misma que habíamos bailado, volví a mirar, era el video que habíamos grabado, mi madre se masturbaba viéndome bailando de forma erótica con ella.
Corrí a mi cuarto a masturbarme de nuevo con esa realidad en mi cabeza.
Después de eso mi madre jugaba un juego perverso conmigo, llegaba del trabajo, solía ponerse ropas cortísimas y apretadas, ella observaba detenidamente mis reacciones y buscaba maneras de provocarme, se agachaba frente a mí, rozaba mi cuerpo con el de ella y yo le seguía el juego, pero ella lo detenía de alguna manera, varias veces le pedí que bailáramos pero no accedía o no había la oportunidad.
Yo no sabía que pensar.
Lo que aumentaron fueron sus noches de masturbación cada vez más ruidosas, yo no dejaba de espiarla y masturbarme por ella.
Así pasaron un par de semanas, llegó la fecha de mi cumpleaños de 15.
Ese jueves mí madre se levantó muy feliz, me propuso irnos de fiesta, yo feliz acepté.
Para esa noche nos arreglamos como nunca, ella un vestido de leopardo corto y muy pegado a su cuerpo, seguramente haciendo juego con su ropa interior también de leopardo, y yo vestía un vestido blanco.
Invitamos varias de nuestras amigas, y simplemente nos fuimos a un bar after-office, bailamos con varios hombres, tomamos tragos e hicimos fiesta.
A mitad de la noche nos sentamos mientras las demás bailaban y ella me preguntó si había estado con alguien.
Yo le dije
-Ehhhhh.
-.
Antes de contestar ella interrumpió y me pidió que le dijera la verdad, yo le dije que no había estado con nadie en especial.
Y ella me preguntó si me gustaban los hombres o las mujeres.
Me hice la sorprendida por la pregunta y le dije que me sentía muy atraída por las mujeres y le pregunté.
-¿Y vos, mamá?-, mirándola fijamente a los ojos.
Ella me contesto: -¿Y vos qué pensás, hija, acaso no me viste con tu padre?-.
La interrumpí y le dije
-Decime la verdad-.
Ella me tomó la mano y me dijo.
-OK, hija, yo crecí en una época muy distinta y en aquel tiempo tu padre me pretendía, yo quería salir de dudas sobre mi identidad sexual, y cuando estuve con él, me di cuenta que era 100% lesbiana, pero para mi suerte quedé embarazada y tuve que casarme con él-.
Yo le repliqué.
-¿Pero por qué suerte?- Ella contesto.
-Porque así tuve la hija más hermosa del mundo, la cual amo sobre todas las cosas y que deseo estar por siempre con ella más que nada en el mundo
-Gracias, mamá-, y nos abrazamos.
Decidimos abandonar la disco, les avisamos a nuestras amigas y nos fuimos, al llegar a casa le dije.
-Buenas noches, mamá, gracias por esta noche me divertí mucho-.
Ella me dijo.
-Buenas noches, hija.
– Caminé a mi cuarto, pero ella me detuvo y me dijo:
-Amor, por qué no dormimos juntas hoy, andá a cambiarte y te espero en mi cuarto.
Yo fui con el corazón a mil por hora, me saqué el vestido, quedándome con un conjuntito de corpiño y tanguita de algodón blanco, y me fui al cuarto, ella me esperaba de pie junto a la cama, con su tanguita animal print de leopardo, su vagina se le partía de lo ajustada y se puso una toalla para cubrir sus enormes tetas.
Entré, dí una vuelta para ella, ella se acercó y me abrazó, quedamos frente al espejo grande de cuerpo entero, nos contemplamos las dos y comenzamos a acariciarnos suavemente.
Mirándonos a los ojos desde el espejo yo le pregunté por qué no se volvió a casar, ella respiró profundo y me contestó con mucha calma porque no le gustan los hombres, hubo un silencio, le tomé la toalla y se la quité lentamente, dejando ver sus senos maravillosos, ella agachó la mirada y le pregunté por qué no tenía novia, volvió a mirarme a los ojos y me contestó que cuando se divorció lo pensó pero al verme de niña tan pequeña y hermosa se dio cuenta que no necesitaba otra mujer en su vida, que ya tenía a la mujer más hermosa del universo.
Yo le sonreí tímidamente y le dije:
-Gracias, mami, soy la hija más afortunada del mundo.
– Y nos abrazamos.
Nuestros pezones duros quedaron pegaditos y la tensión sexual se fue al máximo, mire su colita paradita y sensual a través del espejo, no aguanté y puse mis manos sobre esos glúteos y los froté suavemente, ella dio un gemido que me calentó al máximo, ella inmediatamente hizo lo mismo, lo que me hizo dar un gemido más fuerte, y comenzamos el vaivén de nuestros cuerpos.
Se detuvo y me tomó con sus manos mi cara y me plantó un beso con lengua apasionado, largo y muy sensual, el primero de mi vida y el primero lésbico de ella, además del primero con una persona que no fuera mi padre.
Nos miramos profundamente a los ojos y le dije:
-Mami, quiero que seas mi novia y me hagas tuya para siempre.
Estoy perdidamente enamorada de vos.
Eso la hizo explotar de pasión, me abrazó y me besó con fuerza, me puso contra la pared y me pegaba su cuerpo al máximo.
Comenzó a besar mi cuello, hombros y me levantó los brazos para sacarme la remera, ella se deleitó con mis pechos pequeños, sentía como fluía por mis piernas líquidos de mi vagina.
Sentía sensaciones increíbles con cada lengüetazo y chupete.
Comenzó a besar lentamente mi sexo, que estaba empapado y luego comenzó a comérselo.
Metía su lengua hasta donde podía.
Todo lo que me hacía me derretía y no tarde en venirme con un orgasmo más fuerte y más largo de lo que sentí alguna vez en mis sesiones de masturbación.
Al terminar me dio vuelta y se arrodilló, metió su boca entre mi cola, mis nalgas cubrían su hermoso rostro, ella aspiraba el olor de mi tanguita blanca y me daba lengüetazos que me guiaron a otro orgasmo.
Ella se puso en pie, me dio vuelta y bajó mi cabeza hasta su concha súper empapada, levantó una pierna sobre la orilla de la cama y procedí a probar el sabor de mi madre, sentí ese sabor delicioso sobre la tanguita tallada que era casi una segunda piel de color leopardo, ella comenzó a gemir como loca, apretaba mi nuca y se movía adelante y atrás y recibí el orgasmo justo en mi lengua.
Me levantó y me tiró en la cama.
Me retiró la tanguita y se sumergió en mi vagina.
Me llevó a conocer el cielo con su lengua y sus dedos.
Pero como si fuera poco tomo una de sus tetas con su mano, llevo su pezón color té con leche hasta mi vagina y con sus tetas me dio amor hasta hacerme explotar de placer.
Luego llevo sus pechos a mi boca que los devoré con besos y pasión.
Ella se dio vuelta, se quito la tanga y se sentó en mi cara.
Yo le chupé la concha como nunca creí, sentí toda su intimidad, e incluso besé su apretado ano, ella no paró de gemir, hasta que se estremeció y sentí el chorro de la vagina inundando mi boca.
Nos acomodamos para hacer tijeritas, yo estaba excitada a ver como se acercaba lentamente su vagina carnosa a la mía, le pregunté desde cuándo me deseaba, y me dijo que desde el día que supo que estaba embarazada de una nena siempre supo que algún día ibamos a estar juntas, pero eso se acrecentaba especialmente desde que se separó de mi padre, cuando yo tenía 8 años vio cómo se estaba enamorando perdidamente de mí, así como yo de ella, me veía tan coqueta con mi traserito paradito y pechitos prematuros y desde entonces me comenzó a desear.
Eso me encendió al máximo en ese momento.
Nuestros sexos se tocaron por primera vez, sentí riquísimo, comenzamos a frotarnos y sudábamos, gemíamos como locas mirándonos a los ojos hasta que de pronto me vino un orgasmo muy fuerte, ella aprovechó y comenzó a frotarme más fuerte su clítoris en mi vagina hasta que ella acabó.
Se acostó a mi lado y me susurró:
-Es hora que terminemos con tu virginidad.
Se levantó, puso una silla en el centro de la habitación, se subió y con una mano levantó un panel del cielo raso, metió la otra mano y bajó una bolsa negra, bajó de la silla y sacó de la bolsa el consolador de plástico duro y transparente con arnés, y que medía 30 cm.
de largo por 6 cm.
de diámetro.
Yo no me imaginaba que esa enorme verga se encargaría de desflorarme, y me puse un poquito nerviosa.
-Con que allí lo tenías-, le dije.
Ella me sonrió y comenzó a ponérselo, lo apretó bien, se introdujo la parte que va dentro de la vagina de ella y comenzó a masturbar la verga, yo estaba tirada en la cama, sólo acerté en abrir mis piernas lo más que pude y abrí mis labios vaginales mientras le decía:
-Cogeme, mami, por favor.
– Ella se puso sobre mi y colocó su verga en la entrada de mi vagina, comenzó a presionar y alejar poco a poco, lentamente para que me doliera lo menos posible, yo estaba súper excitada, no me importaba si me dolía, poco a poco se fue metiendo hasta el punto donde ella me metió con un poco más de fuerza y me rompió el himen, perdiendo mi virginidad.
En ese momento se detuvo y sentí el dolor de mi primera vez, pero al mismo la excitación de que fuera con mi hermosa madre, mi primer y único amor de mi vida.
Ella siguió suavecito unos minutos más hasta que no aguanté y le pedí que parara.
Ella se detuvo, me dio muchos besos, me saco la verga con cuidado y me dijo:
Descansá, hija.
Mañana viernes no voy a trabajar y tampoco vayas al colegio, así tenemos todo el viernes y sábado para hacernos muchas veces el amor.
Y nos dormimos abrazadas, piel con piel, tal como lo soñé toda mi vida.
Desperté, mire el reloj, las 11 de la mañana, estaba desnuda a mi lado mi madre que yacía hermosa como una princesa de cuento de hadas, no podía creer, ella era ahora mi mujer y para el resto de nuestras vidas, quería que se repitiera todos los días lo que vivimos y quería complacerla en todo, le toque su sedoso cabello y su rostro.
Ella abrió los ojos y me sonrió, me preguntó cómo me sentía, le contesté que de maravilla.
Nos quedamos dormidas como hasta las 3 de la tarde, y cuando volvimos a despertarnos, nos besábamos apasionadamente y nos bañamos las dos juntas.
Ese fin de semana me deleite con ella besándonos todo el cuerpo, le bese su cola y en lo profundo de su ano, y al salir de la ducha ella me dijo que había guardado una virginidad para mi, y yo le pregunté cuál.
Ella me dijo:
-Te guardé mi culito, princesita, para que me lo rompas cómo y cuándo quieras.
Yo me excité, así que comencé a besarla, en la cama la puse en cuatro patas y comencé a besar su culo llenándolo de saliva e introduciendo mis dedos, luego me masturbé, y con mis fluídos, mi saliva y la suya se lo lubriqué y se lo repartí bien en la profundidad de su culo, masajeándolo por completo, llevándola a un orgasmo con mis besos y lengua.
Luego me puse la verga de plástico duro de 30 cm.
de largo por 6 cm.
de diámetro con arnés, apunté directo a su culo y comencé adentrarlo, ella mordía la almohada mientras gemía de dolor, finalmente lo introduje a una profundidad media y comencé a moverme, la lujuria y el morbo me provocaban que no escuchara los gemidos de dolor de mi madre, sino que tomara más y más fuerza, hasta venirme con sensaciones increíbles.
Me desplomé en la cama bañada de sudor, con mis piernas vibrando, gemía, y mi madre me besó lentamente abrazándome.
Pero ahora yo quería que me hiciera lo mismo, que me rompiera el culo.
Entonces mi mamá se arrodilló entre mis piernas y comenzó a acariciar la parte interna de mis muslos.
Yo temblaba con cada roce de sus suaves manos.
Tomó el consolador y me lo empezó a pasar arriba y abajo por mis labios vaginales, introduciendo apenas la punta dentro de mí, en el momento en que lo encendió.
Pude sentir el vibrante cosquilleo por toda mi conchita, que seguía derramando jugos.
Despacio subió el vibrador hasta que su punta se encontraba justo sobre mi clítoris lo que me volvía loca de placer.
Ahí sentí como me introducía dos dedos dentro y acariciaba mis paredes vaginales.
Después deslizó un dedo hasta la entrada de mi culo y lo masajeó con movimientos circulares, introduciéndolo lentamente dentro de mí.
Yo sentía como se estiraba mi pequeño orificio.
-¿Te gusta?-.
Me preguntó mamá.
-Me encanta… Me volvés loca….
Méteme el consolador… No doy más.
Mamá, mientras se masturbaba me llenaba el culito con sus fluídos y su saliva, y me empezó a masajear con el consolador, que empezaba a abrirse paso dentro de mi culo.
Al principio me dolió bastante, realmente me ardía cada vez que entraba y salía, pero de a poco esa sensación dio paso a otra mucho más placentera, la más placentera de mi vida.
De repente, sentí la boca de mamá sobre mi conchita.
No lo podía creer, desde ese momento me convertiría por el resto de mi vida en una adicta al sexo anal, y exclusivamente para mi mamá.
Fue alucinante.
Su lengua jugaba con mi clítoris al tiempo que el consolador de 30 cm.
por 6 cm.
se me clavaba en el fondo de mi culo y yo explotaba de placer.
Empecé a gritar, enloquecida, delirando, sintiendo cómo se me venía encima un orgasmo espectacular que sacudió todo mi cuerpo.
Quedé mareada de cómo acabé.
Realmente fue un orgasmo inolvidable.
Así vivimos juntas desde aquella noche de mi cumple de 15, el 19 de junio de 2003, que nos convertimos en novias, amantes y esposas hasta el día de hoy, felices hasta que sólamente la muerte nos separe, aunque prometimos siempre tratarnos de madre e hija ya que encendía el morbo a las dos, guardando el secreto frente a nuestros amigos y familia, y nos despierta más morbo mantenerlo oculto.
En este momento estamos las dos desnudas y escribiendo este relato, nuestros cuerpos están sintiendo escalofríos y nuestros sexos están mojándose al estar reviviendo nuestra primera vez juntas, así que ya estamos preparadas para volver a hacernos el amor una y mil veces, acariciar nuestras pieles atreciopeladas, besarnos nuestras bocas y nuestros cuerpos excitados, meternos nuestros dedos, lenguas y consoladores en nuestras conchas jugosas y calientes y en nuestros culos, para después dormirnos abrazadas y desnudas en la cama de mi mamá, ahora nuestra cama matrimonial, como todas las noches de nuestras vidas como lo hacemos hace casi 14 años.
Besos únicamente para todas las chicas.
esperemos que se mojen y se masturben pensando en nosotras y gracias por leernos.
Daniela y Sofía, madre e hija.
6 comentarios - Daniela y Sofía