El trabajo del jueves pasado fue agotador... Ser una enfermera en el turno de tarde para una sala de pacientes con cáncer me tiene muy ocupada en múltiples frentes para poder atender bien a los enfermos.
Al concluir mi jornada estoy ansiosa por llegar a casa para tomar un buen baño caliente y cenar... Después, tenía poco planeado, aparte de acurrucarme en el sofá y seguir leyendo la novela que hacía poco había empezado.
Me senté al volante de mi coche, girando la llave para arrancar... Me dí cuenta de que me costaba ponerlo en marcha y pensé que debía pedirle a mi ex marido Peter que le echara un vistazo… Cuando se trata de automóviles, él sabe mucho... A pesar de que nos separamos hace más de un año, tenemos una relación regular y no confiaría mi coche a nadie más que a él.
Por fín salí del estacionamiento del personal del hospital y debido al exceso de tráfico tardé más de media hora llegar a casa… Entré directamente al garaje, cerré la puerta detrás de mí y entré en casa.
Deje caer mi bolso sobre la mesa de la cocina y me dirigí a mi dormitorio para cambiarme y ponerme ropa cómoda… En el momento en que entré en la sala de estar, me paré en seco.
- "Oh, Anna… Otra vez, no", le dije en tono de exasperación.
Anna es mi hija de 18 años… Ella termina este curso la escuela secundaria… Es pequeña de altura, con pelo rubio largo, como yo, ojos azules que heredó de Peter, unos pechos grandes que no estoy segura de quién proceden y una figura atlética, también de Peter… Al igual que yo, ella tiene la afición de estar en casa con la menor ropa posible.
Normalmente, ella va en topless mostrando orgullosa sus pechos tiesos, y en raras ocasiones, completamente desnuda... No le gusta ducharse en la escuela después de hacer cualquier deporte… Espera hasta llegar a casa y se tiende desnuda un rato antes de meterse en la bañera... Esta tarde en particular, Anna estaba desnuda en el sofá y mi exasperación fue porque se encontraba masturbándose.
Ella descubrió la masturbación desde una edad temprana, como yo… Sin embargo, yo tenía la decencia de hacerlo más privadamente cuando era como ella e incluso mucho más pequeña… Pero Anna lo hace prácticamente donde quiere y cuando siente la necesidad de hacerlo... En su defensa, por lo general lo hace en su dormitorio o en el baño, pero no se molesta cerrar la puerta y la veo muchas veces.
- "Lo siento, mamá", me miró con los ojos entrecerrados de placer, pero al menos, aún se disculpó.
Estando de pie me puse con las manos en las caderas, adoptando una postura severa… Miré de arriba-abajo su cuerpo joven, tomando nota de las rayas marcadas por el bronceado, el pelo bien recortado entre sus piernas, la hinchazón de sus pechos y la rigidez de sus pezones… Vi que su cuerpo tenía un brillo curioso, no como el sudor.
Al mirar hacia la mesita de café vi una botella de Johnson Baby Oil… Ahora caí en la cuenta que el brillo de su cuerpo se debía al aceite con el que se había embadurnado… Por eso Anna tenía su piel resplandeciente… Al fijarme más pude ver una gran cantidad de crema en sus muslos internos y alrededor de sus labios de su coño sin pelo… También sus manos estaban llenas de aceite… Las movía por su vientre plano hasta su pecho derecho y luego la pasaba al izquierdo, donde apretaba sobre su pezón.
- "Anna, ¿qué estás haciendo?... Has manchado de aceite todo el sofá… Tendré que limpiar eso ahora mismo", le dije molesta.
"Lo siento, mamá… No quise manchar el sofá", dijo, poniendo una mano de entre sus piernas y sentándose.
Suspiré en voz alta y dejé caer mis manos a los costados... No pude evitar encontrarla atractiva… Después de todo, yo tenía la intención de masturbarme durante el baño… Ahora estoy disfrutando viendo cómo Anna se estaba masturbando, recordándome el pasado… y reaccione instintivamente diciéndole:
- "Vas a pasarme el aceite cuando te lo pida", le ordené mientras luchaba por sacarme mi ajustado sueter por la cabeza.
Luego me quité el sujetador y me dirigí al otro extremo del sofá... Me quité los zapatos, los pantalones y las bragas, quedando totalmente desnuda… Estaba en el extremo opuesto a mi hija, medio tumbada y apoyando mi espalda en el brazo del sofá.
Anna se arrastró hacia mí, con la botella de aceite Johnson, y quedó arrodillada entre mis rodillas levantadas y las piernas flexionadas y abiertas, dejándola ver claramente mi afeitado coño.
- "¿Dónde lo quieres, mamá?", preguntó, con la botella preparada para apretarla sobre mí cuerpo para que cayese el aceite.
Ahuequé mis manos y las sostuve, indicándome que vertiese allí.
- "Oh… Eso no es divertido", me dijo haciendo un puchero.
- "Bien, vale… Pon donde creas que es mejor, cariño", dije dejando caer mis manos a los lados.
Ella inclinó la botella lentamente sobre mi vientre… Como a cámara lenta, el aceite salió de la boca de la botella y roció mi piel… Mi estómago no está tan tonificado como el de Anna, pero ní esta flácido ni con sobrepeso... Mis pechos tampoco son tan grandes como los de Anna… Ella cogió un poco de aceite desde mi ombligo a lo llevo a mis pechos con su mano, tomándose su tiempo y sobándolos todo lo que quiso… Yo creo que demasiado.
- Cuidado, cuidado”, le dije dejando escapar un grito de alarma, porque tiró demasiado aceite sobre mi vientre y resbalaba por mi muslo derecho… Anna lo cogió con ambas manos y comenzo a refregarlo por mis dos piernas.
Ella siempre terminaba directamente sobre mi coño completamente afeitado, dejando que un lento goteo fluyera por mis labios vaginales y clítoris... Sentí el líquido fresco entre mis labios ir hacia abajo y llegar hasta mi culo.
Sabía que el aceite se estaba acumulando en el cojín debajo de mí, pero pensé que de todas maneras, por lo que ella había ensuciado antes, tendría que limpiarlo todo más tarde.
Luego, cuando terminó, se sentó en el extremo del sofá, apoyada en el brazo como yo y vació la botella sobre sí misma... Mientras la miraba, pasé mis manos por todo mi cuerpo, me unté con el aceite y repasé mis muslos embadurnandolos con el sobrante de aceite que tenía en mi estómago y mis tetas.
Vi que Anna dejó la botella e imitó mis movimientos, frotando sus pechos grandes y su afeitado coño.
Como un espejo, pasamos nuestras manos por nuestros vientres, dejamos caer nuestras rodillas levantadas, mostrándonos el coño, la una a la otra.
Nuestras manos se deslizaron silenciosamente sobre nuestros labios vaginales… Nuestros dedos hacian de palanca para separar los pliegues resbaladizos… Ví como metió sus dedos entre los labios vaginales y se los separó… Luego se metió un dedo en su agujero y se lo metío y sacó repetidas veces… Se estaba autofollando.
No tardó mucho Anna en trabajó con determinación su clítoris con una mano, pellizcando y haciendo rodar sus pezones con la otra… Ella inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos.
No podía dejar de mirarla… Verla con el cuerpo tan brillante y disfrutando masturbandose, me estaba excitando como nunca antes... Después de un minuto ella dejó caer su pierna izquierda, estirándola hacia afuera hasta que la dejó descansar sobre mi muslo… Anna se había corrido y su cuerpo temblaba de excitación.
Mi piel estaba tan resbaladiza que, cuando se recuperó, su pie se deslizó fácilmente, masajeando mi muslo con la planta de su pie mientras yo me seguía masturbando despacio... Anna estiró los dedos de su pie y los meció en mi entrepierna… Retiré mi dedo y me puse a trabajar en mi clítoris mientras ella jugaba en los labios de mi coño con su pie... Jugó en mi agujero vaginal con su dedo gordo del pie y me lo metió… Con mi mano libre, agarré su pie y la sostuve allí por miedo a que ella dejara de hacerlo.
- "Anna, ¿qué me estás haciendo?", le pregunté pesadamente.
- "¿Quieres que me detenga?", respondió gimiendo.
- "No lo sé… Deberíamos parar", le dije sin voluntad de que lo hiciera.
Ella, dandose cuenta, presionó más su pie hacia mí... Con el aceite de bebé en mis manos y su pie, no podía controlarla… Su dedo gordo se deslizó dentro de mí, abriéndome ampliamente… Una vez dentro, ella lo movió lentamente… Yo froté y pellizqué mi clítoris con fuerza.
- "Oh, Dios, Anna… No pares, cariño", gemí, dejando caer la cabeza sobre las almohadas.
Sentí su otro pie tocando mi pierna, deslizándose hacia la punta de mi entrepierna… Abrí más las piernas para ella, mostrándole físicamente que quería más... Con su pie derecho, me masajeó la pierna con destreza y abrió lo deslizó por mi grieta, buscando mi ano.
- "Oh, Dios, Anna… Vas a hacer que me corra", jadeé.
- "Mmm… Qué bien, mamá… Ojalá", dijo ella.
Con mi cabeza aún dentro de las almohadas, toqueteé mis dedos rápidamente sobre mi clítoris hinchado… Luego los deslice por mis labios a horcajadas sobre su dedo gordo del pie... Arqueé mi espalda, levantando mi coño en su pie, sacudiendo, rasgueando y abofeteando mi clítoris.
- "Joder, cariño,ya no aguanto más", exhalé.
Los músculos de mi estómago se tensaron dolorosamente… Un calor intenso comenzó en lo más profundo de mi cuerpo, extendiéndose como una espiral cada vez mayor hasta que se cerró sobre mis labios vaginales… Los apreté alrededor del dedo del pie de Anna y estallé en un estremecedor orgasmo, como pocos había tenido así.
- "Fóllame, Anna… Joder, meeee corroooo", grité.
Me sostuve con mi cuerpo arqueado mientras duraba este tremendo orgasmo… Cuando pasó la euforia, golpeé mi culo contra el sofá, expulsando los pies de Anna… Instintivamente me puse de rodillas y caí sobre mi hija hasta que me liberé del efecto de esta extraordinaria corrida.
Sin vacilar, presioné mis labios con fuerza con los de ella... Ambas nos habíamos masturbado juntas en muchas ocasiones desde que ella comenzó a jugar consigo misma… Incluso nos las hemos arreglado para ayudarnos una a otra manualmente… Pero nunca la había besado así, como la estaba besabdo ahora, con los labios separados y mi lengua entrando y saliendo de su boca… Ella respondió muy bien estirando su lengua hacia la mía, arremolinandolas juntas durante mucho tiempo.
Ella pasó sus manos manchadas de aceite por mi espalda, masajeándome el culo… Agarré sus hombros con fuerza y apreté mi pelvis contra la de ella… Podía sentir sus pezones puntiagudos apretando mis tetas.
- "Me ayudaste a correrme muy a gusto, cielo", le dijo mirándola profundamente a los ojos azules cuando rompió el beso.
Rápidamente, comencé un deslizamiento descendente por su cuerpo, sin esfuerzo por el aceite que nos cubría… Todo desde el beso hacia adelante era tabú… Territorio inexplorado.
Una voz en el fondo de mi mente me gritaba: ‘No puedes hacer eso, Claire, es tu hija’, tratando de detenerme... Le dije: ‘Cállate’… La voz sabía tan bien como yo hacia donde me dirigía... Quería poner mi cara entre las piernas de Anna… Quería sentir su coño en mi boca… Hice una pausa en las tetas de Anna para mordisquear sus pezones, el tiempo suficiente para calmar esa voz.
- "Mamá… ¿Estas segura de esto?", me preguntó Anna.
- "Detenme cuando quieras, cielo", dije sacando uno de sus grandes pezones de entre mis labios.
Ella no dijo otra palabra,ni tampoco volví a escuchar esa voz interna.. Anna enredó sus dedos grasientos en mi pelo mientras deslizaba mi lengua por su vientre, admirando lo tenso y suave que era… No me di cuenta de lo lejos que había llegado hasta que sentí el roce de su tenue tira de vello púbico contra mi barbilla… Mi corazón se aceleró con anticipación y lujuria… Incluso sin esa voz interna, sabía que a dónde iba, no estaba bien.
Todo eso hizo que mi coño se inunde y babee sobre mis labios y muslos… No había estado tan mojada desde hacía mucho tiempo… Moví mi lengua sobre el vello de Anna y luego me deslicé hasta el lugar donde su muslo izquierdo se encontraba con su pelvis… Ella saltó y soltó una risita tirando de mi cabello que permanecía enroscado alrededor de sus dedos.
- "Mamá, no podemos", dijo ella, no del todo suplicante.
- "Detenme, si quieres", le repetí con tono suave.
Sin esperar su respuesta, saqué mi lengua y la presioné entre sus labios, separándoselos... A través del copioso aceite pude probar su jugo... Tenía una textura y un sabor completamente diferentes a los del aceite y había mucho.
‘Seguro que no me detiene ahora’, pensé para mí misma mientras deslizaba mi lengua hacia arriba y hacia abajo por su raja, desde su agujero del coño hasta su clítoris endurecido... Noté como me presionó la parte de atrás de mi cabeza para que mantuviera mi cara contra su entrepierna.
- "Oh, joder, mamá… Qué gusto me estas dando", gimió.
Envolví mis labios alrededor de su clítoris ansiosamente, moviendo mi lengua sobre su nudosa punta... Ella se retorció bajo mi ataque. Deslicé una mano por su muslo suave hasta sus labios hinchados, jugueteándolos desesperadamente como una perra en celo.
Deslicé mi dedo medio profundamente dentro de ella, al mismo tiempo que presioné mis dientes contra su clítoris... Ella respondió arqueando su espalda en el aire, haciéndome perder el equilibrio… Luché para aguantar sus embites.
Le hice cosquillas en las paredes de su coño con la punta de mi dedo y devolví mi lengua a su clítoris, rompiéndola de placer... Giré y giré mi dedo largo dentro de su coño… Luego disminuí la velocidad lo suficiente como para jugar en su ano con mi dedo anular… Había vuelto a chuparle el clítoris, como lo hace un bebé en una teta.
- "Ooooh, mamá", gimió Anna y se quedó sin aliento.
Ella desenredó una mano de mi pelo... Miré hacia arriba y observé como ella agarraba su teta empapada de aceite, pellizcando y apretando su pezón gordo... Con su otra mano todavía en mi pelo, presionó mi cara con fuerza en su coño, forzándome a tomar solo respiraciones ocasionales mientras la atacaba con mi lengua y mis dedos.
- "Me voy a correr, mamá!", le oí gritar.
- "Hazlo, bebé… Correte para mamá", respiré en su clítoris.
- "Oh Dios, lo haré… Mueve el dedo más rápido… Más rápido", gimió ella.
Empujé mi dedo índice hacia ella, junto con mi dedo medio y empujé rápidamente dentro y fuera de su coño... Ella estaba arqueando su espalda otra vez, sacudiendo su cabeza de lado a lado, y golpeándose sus tetas con ambas manos... Me moví, empujé, retorcí y arañé dentro de su coño, todo con mucha rapidez.
- "Oh, joder, mamá… ¡Mamá!... ¡Mamá!... Me corro", comenzó a gritar arqueando su espalda anormalmente alta.
Apenas lo dijo, comenzo a inundar mi boca con su jugo... Como poseída por el demonio, Anna se movía alocada y su coño chorreaba como si fuera un grifo.
Metí mis dedos profundamente en su coño, hasta chocar con su cuello uterino… Gire las puntas de mis dedos alrededor de esa dura protuberancia carnosa al fondo de la vagina, enviándola a otra dimensión.
Si pensaba que ella era un grifo, entonces yo era una cascada… Su crema blanca pegajosa rezumaba y babeaba de su coño, saturando toda mi mano y cayendo en el sofá debajo de ella... La lamí de su coño lo mejor que pude, como hace un perro muerto de hambre con un hueso… Me sentía como una puta monstruosa, con el dedo follando a mi bebé, lamiendo su semen como una puta sin valor... Y, lo que era peor, quería más de eso.
Finalmente ella no pudo soportar más, suplicándome que parara para dejarla recuperar el aliento... Retiré mis dedos de ella mientras bajaba lentamente hacia el cojín… La miré desde entre sus piernas, con mi cara cubierta con sus jugos... Tenía la cabeza echada hacia un lado, su largo pelo desaliñado y su pecho se movía ràpido mientras trataaba por controlar su respiración.
Cuando finalmente recuperó sus sentidos, me miró entre sus piernas… Mi boca estaba a centímetros de su coño todavía babeante... Fue entonces cuando la gravedad de todo esto que había hecho me golpeó como un bate de béisbol en las costillas.
Me senté en el sofá, apoyé los codos en las rodillas y me miré mis en el suelo... ‘¿Sabes lo que acabas de hacer?’... me preguntaba esa voz interna... ‘Oh, Dios mío… Acabo de actuar como una puta loca y me comí el coño de mi hija... Y me gustó… Me encantó hacerlo’, le respondí mentalmente… Me sentí muy depravada... Levanté mis manos y bajé la cara hacia ellos… Anna se sentó y se puso a mi lado.
- "Mamá… ¿Estás bien?", susurró.
Pudo ver claramente lágrimas en mis ojos… No pude responderle por miedo a ella... ‘Ella y tú lo hicísteis pero es tu culpa, zorra… Tú eres su madre’, escuché de nuevo la voz interna… "Lo sé… Cállate de una vez’, le respondí silenciosamente a esa voz que sonaba en mi interior.
- "Mamá, ¿está bien?", me repitió de nuevo Anna en voz baja.
Ella llevó sus dedos a mi barbilla, obligándome a girar la cabeza... Aparté mis manos de mi cara… Estaba segura de que mis ojos estaban rojos en ese momento.
Nos miramos profundamente la una a la otra... Imagino que los dos estábamos sintiendo lo mismo… Ella ahuecó su mano en mi barbilla y mejilla y me dijo:
- "Mamá, ¿estás bien?... Me gustó muchísimo lo que me hiciste y ojala lo repitas más veces.”
Forcé una sonrisa mirando a mi hija.
- "Mamá, me has ayudado a correrme muchas veces sólo con los dedos… Así que esto es sólo un paso adelante... No te arrepientas.”
- "¿De verdad?", le pregunté, completamente sorprendida por sus comentarios.
- "Seguro... No puedo esperar para hacerlo más."
Ella bajó su cara a la mía y presionó sus labios suavemente contra mis labios… Mantuvimos nuestro beso así por un minuto completo antes de que ella lo rompió, se inclinó hacia atrás y me sonrió de nuevo.
Sin vacilar, volvió a inclinarse hacia mí y me besó de nuevo, esta vez separando sus labios... Lo hizo varias veces antes de que su lengua se deslizara en mi boca… Luego envolvió sus brazos alrededor de mí y presionamos nuestros cuerpos desnudos juntas, todavía untados en aceite... Envolví mis brazos alrededor de ella y le devolví el beso con amorosa pasión.
Esto no era exactamente lujuria, pero si me hubiera concentrado demasiado en la sensación de sus tetas aplastandolas contra las mías, lo hubiera sido.
Me aparte de Anna, me levanté y le dijé que iba a dar un largo baño… Me preguntó si quería compañía mientras yo caminaba por el pasillo hacia mi habitación... Me giré y miré hacia ella.
- "Me gustaría", le dije, sorprendiéndome con mi tono seductor.
Pasamos mucho tiempo en la bañera, teniendo que vaciarla y volver a llenarla varias veces cuando se enfriaba el agua… Luego, juntas cocinamos una sencilla cena, en la que tardamos tres veces más de lo que se necesitaba porque nos detuvimos unas cuantas veces para complacernos... Tras cenar, nos sentamos en el sofá viendo una película juntas, dándonos placer una vez más antes de agotarnos para pasar la noche en mi cama.
El viernes se fue para pasar el fin de semana con su padre, y el lunes por la tarde ella estará en casa de su amiga, Concha… Calculo que deberá llegar a casa dentro de una hora, y, he pensado que la dejaré que me encuentre de la misma manera en que la encontré yo a ella el jueves pasado.
Estoy pasando de la lujuria desenfrenada al remordimiento vergonzoso y de ahí a la depravación más absoluta... No sé lo lejos que puede llegar esto... Tengo miedo de averiguarlo pero por mi parte, haré todo lo posible para disfrutar… Ya veo lo que nos depara la vida cuando estoy trabajando con tanto enfermo en el hospital.
Al concluir mi jornada estoy ansiosa por llegar a casa para tomar un buen baño caliente y cenar... Después, tenía poco planeado, aparte de acurrucarme en el sofá y seguir leyendo la novela que hacía poco había empezado.
Me senté al volante de mi coche, girando la llave para arrancar... Me dí cuenta de que me costaba ponerlo en marcha y pensé que debía pedirle a mi ex marido Peter que le echara un vistazo… Cuando se trata de automóviles, él sabe mucho... A pesar de que nos separamos hace más de un año, tenemos una relación regular y no confiaría mi coche a nadie más que a él.
Por fín salí del estacionamiento del personal del hospital y debido al exceso de tráfico tardé más de media hora llegar a casa… Entré directamente al garaje, cerré la puerta detrás de mí y entré en casa.
Deje caer mi bolso sobre la mesa de la cocina y me dirigí a mi dormitorio para cambiarme y ponerme ropa cómoda… En el momento en que entré en la sala de estar, me paré en seco.
- "Oh, Anna… Otra vez, no", le dije en tono de exasperación.
Anna es mi hija de 18 años… Ella termina este curso la escuela secundaria… Es pequeña de altura, con pelo rubio largo, como yo, ojos azules que heredó de Peter, unos pechos grandes que no estoy segura de quién proceden y una figura atlética, también de Peter… Al igual que yo, ella tiene la afición de estar en casa con la menor ropa posible.
Normalmente, ella va en topless mostrando orgullosa sus pechos tiesos, y en raras ocasiones, completamente desnuda... No le gusta ducharse en la escuela después de hacer cualquier deporte… Espera hasta llegar a casa y se tiende desnuda un rato antes de meterse en la bañera... Esta tarde en particular, Anna estaba desnuda en el sofá y mi exasperación fue porque se encontraba masturbándose.
Ella descubrió la masturbación desde una edad temprana, como yo… Sin embargo, yo tenía la decencia de hacerlo más privadamente cuando era como ella e incluso mucho más pequeña… Pero Anna lo hace prácticamente donde quiere y cuando siente la necesidad de hacerlo... En su defensa, por lo general lo hace en su dormitorio o en el baño, pero no se molesta cerrar la puerta y la veo muchas veces.
- "Lo siento, mamá", me miró con los ojos entrecerrados de placer, pero al menos, aún se disculpó.
Estando de pie me puse con las manos en las caderas, adoptando una postura severa… Miré de arriba-abajo su cuerpo joven, tomando nota de las rayas marcadas por el bronceado, el pelo bien recortado entre sus piernas, la hinchazón de sus pechos y la rigidez de sus pezones… Vi que su cuerpo tenía un brillo curioso, no como el sudor.
Al mirar hacia la mesita de café vi una botella de Johnson Baby Oil… Ahora caí en la cuenta que el brillo de su cuerpo se debía al aceite con el que se había embadurnado… Por eso Anna tenía su piel resplandeciente… Al fijarme más pude ver una gran cantidad de crema en sus muslos internos y alrededor de sus labios de su coño sin pelo… También sus manos estaban llenas de aceite… Las movía por su vientre plano hasta su pecho derecho y luego la pasaba al izquierdo, donde apretaba sobre su pezón.
- "Anna, ¿qué estás haciendo?... Has manchado de aceite todo el sofá… Tendré que limpiar eso ahora mismo", le dije molesta.
"Lo siento, mamá… No quise manchar el sofá", dijo, poniendo una mano de entre sus piernas y sentándose.
Suspiré en voz alta y dejé caer mis manos a los costados... No pude evitar encontrarla atractiva… Después de todo, yo tenía la intención de masturbarme durante el baño… Ahora estoy disfrutando viendo cómo Anna se estaba masturbando, recordándome el pasado… y reaccione instintivamente diciéndole:
- "Vas a pasarme el aceite cuando te lo pida", le ordené mientras luchaba por sacarme mi ajustado sueter por la cabeza.
Luego me quité el sujetador y me dirigí al otro extremo del sofá... Me quité los zapatos, los pantalones y las bragas, quedando totalmente desnuda… Estaba en el extremo opuesto a mi hija, medio tumbada y apoyando mi espalda en el brazo del sofá.
Anna se arrastró hacia mí, con la botella de aceite Johnson, y quedó arrodillada entre mis rodillas levantadas y las piernas flexionadas y abiertas, dejándola ver claramente mi afeitado coño.
- "¿Dónde lo quieres, mamá?", preguntó, con la botella preparada para apretarla sobre mí cuerpo para que cayese el aceite.
Ahuequé mis manos y las sostuve, indicándome que vertiese allí.
- "Oh… Eso no es divertido", me dijo haciendo un puchero.
- "Bien, vale… Pon donde creas que es mejor, cariño", dije dejando caer mis manos a los lados.
Ella inclinó la botella lentamente sobre mi vientre… Como a cámara lenta, el aceite salió de la boca de la botella y roció mi piel… Mi estómago no está tan tonificado como el de Anna, pero ní esta flácido ni con sobrepeso... Mis pechos tampoco son tan grandes como los de Anna… Ella cogió un poco de aceite desde mi ombligo a lo llevo a mis pechos con su mano, tomándose su tiempo y sobándolos todo lo que quiso… Yo creo que demasiado.
- Cuidado, cuidado”, le dije dejando escapar un grito de alarma, porque tiró demasiado aceite sobre mi vientre y resbalaba por mi muslo derecho… Anna lo cogió con ambas manos y comenzo a refregarlo por mis dos piernas.
Ella siempre terminaba directamente sobre mi coño completamente afeitado, dejando que un lento goteo fluyera por mis labios vaginales y clítoris... Sentí el líquido fresco entre mis labios ir hacia abajo y llegar hasta mi culo.
Sabía que el aceite se estaba acumulando en el cojín debajo de mí, pero pensé que de todas maneras, por lo que ella había ensuciado antes, tendría que limpiarlo todo más tarde.
Luego, cuando terminó, se sentó en el extremo del sofá, apoyada en el brazo como yo y vació la botella sobre sí misma... Mientras la miraba, pasé mis manos por todo mi cuerpo, me unté con el aceite y repasé mis muslos embadurnandolos con el sobrante de aceite que tenía en mi estómago y mis tetas.
Vi que Anna dejó la botella e imitó mis movimientos, frotando sus pechos grandes y su afeitado coño.
Como un espejo, pasamos nuestras manos por nuestros vientres, dejamos caer nuestras rodillas levantadas, mostrándonos el coño, la una a la otra.
Nuestras manos se deslizaron silenciosamente sobre nuestros labios vaginales… Nuestros dedos hacian de palanca para separar los pliegues resbaladizos… Ví como metió sus dedos entre los labios vaginales y se los separó… Luego se metió un dedo en su agujero y se lo metío y sacó repetidas veces… Se estaba autofollando.
No tardó mucho Anna en trabajó con determinación su clítoris con una mano, pellizcando y haciendo rodar sus pezones con la otra… Ella inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos.
No podía dejar de mirarla… Verla con el cuerpo tan brillante y disfrutando masturbandose, me estaba excitando como nunca antes... Después de un minuto ella dejó caer su pierna izquierda, estirándola hacia afuera hasta que la dejó descansar sobre mi muslo… Anna se había corrido y su cuerpo temblaba de excitación.
Mi piel estaba tan resbaladiza que, cuando se recuperó, su pie se deslizó fácilmente, masajeando mi muslo con la planta de su pie mientras yo me seguía masturbando despacio... Anna estiró los dedos de su pie y los meció en mi entrepierna… Retiré mi dedo y me puse a trabajar en mi clítoris mientras ella jugaba en los labios de mi coño con su pie... Jugó en mi agujero vaginal con su dedo gordo del pie y me lo metió… Con mi mano libre, agarré su pie y la sostuve allí por miedo a que ella dejara de hacerlo.
- "Anna, ¿qué me estás haciendo?", le pregunté pesadamente.
- "¿Quieres que me detenga?", respondió gimiendo.
- "No lo sé… Deberíamos parar", le dije sin voluntad de que lo hiciera.
Ella, dandose cuenta, presionó más su pie hacia mí... Con el aceite de bebé en mis manos y su pie, no podía controlarla… Su dedo gordo se deslizó dentro de mí, abriéndome ampliamente… Una vez dentro, ella lo movió lentamente… Yo froté y pellizqué mi clítoris con fuerza.
- "Oh, Dios, Anna… No pares, cariño", gemí, dejando caer la cabeza sobre las almohadas.
Sentí su otro pie tocando mi pierna, deslizándose hacia la punta de mi entrepierna… Abrí más las piernas para ella, mostrándole físicamente que quería más... Con su pie derecho, me masajeó la pierna con destreza y abrió lo deslizó por mi grieta, buscando mi ano.
- "Oh, Dios, Anna… Vas a hacer que me corra", jadeé.
- "Mmm… Qué bien, mamá… Ojalá", dijo ella.
Con mi cabeza aún dentro de las almohadas, toqueteé mis dedos rápidamente sobre mi clítoris hinchado… Luego los deslice por mis labios a horcajadas sobre su dedo gordo del pie... Arqueé mi espalda, levantando mi coño en su pie, sacudiendo, rasgueando y abofeteando mi clítoris.
- "Joder, cariño,ya no aguanto más", exhalé.
Los músculos de mi estómago se tensaron dolorosamente… Un calor intenso comenzó en lo más profundo de mi cuerpo, extendiéndose como una espiral cada vez mayor hasta que se cerró sobre mis labios vaginales… Los apreté alrededor del dedo del pie de Anna y estallé en un estremecedor orgasmo, como pocos había tenido así.
- "Fóllame, Anna… Joder, meeee corroooo", grité.
Me sostuve con mi cuerpo arqueado mientras duraba este tremendo orgasmo… Cuando pasó la euforia, golpeé mi culo contra el sofá, expulsando los pies de Anna… Instintivamente me puse de rodillas y caí sobre mi hija hasta que me liberé del efecto de esta extraordinaria corrida.
Sin vacilar, presioné mis labios con fuerza con los de ella... Ambas nos habíamos masturbado juntas en muchas ocasiones desde que ella comenzó a jugar consigo misma… Incluso nos las hemos arreglado para ayudarnos una a otra manualmente… Pero nunca la había besado así, como la estaba besabdo ahora, con los labios separados y mi lengua entrando y saliendo de su boca… Ella respondió muy bien estirando su lengua hacia la mía, arremolinandolas juntas durante mucho tiempo.
Ella pasó sus manos manchadas de aceite por mi espalda, masajeándome el culo… Agarré sus hombros con fuerza y apreté mi pelvis contra la de ella… Podía sentir sus pezones puntiagudos apretando mis tetas.
- "Me ayudaste a correrme muy a gusto, cielo", le dijo mirándola profundamente a los ojos azules cuando rompió el beso.
Rápidamente, comencé un deslizamiento descendente por su cuerpo, sin esfuerzo por el aceite que nos cubría… Todo desde el beso hacia adelante era tabú… Territorio inexplorado.
Una voz en el fondo de mi mente me gritaba: ‘No puedes hacer eso, Claire, es tu hija’, tratando de detenerme... Le dije: ‘Cállate’… La voz sabía tan bien como yo hacia donde me dirigía... Quería poner mi cara entre las piernas de Anna… Quería sentir su coño en mi boca… Hice una pausa en las tetas de Anna para mordisquear sus pezones, el tiempo suficiente para calmar esa voz.
- "Mamá… ¿Estas segura de esto?", me preguntó Anna.
- "Detenme cuando quieras, cielo", dije sacando uno de sus grandes pezones de entre mis labios.
Ella no dijo otra palabra,ni tampoco volví a escuchar esa voz interna.. Anna enredó sus dedos grasientos en mi pelo mientras deslizaba mi lengua por su vientre, admirando lo tenso y suave que era… No me di cuenta de lo lejos que había llegado hasta que sentí el roce de su tenue tira de vello púbico contra mi barbilla… Mi corazón se aceleró con anticipación y lujuria… Incluso sin esa voz interna, sabía que a dónde iba, no estaba bien.
Todo eso hizo que mi coño se inunde y babee sobre mis labios y muslos… No había estado tan mojada desde hacía mucho tiempo… Moví mi lengua sobre el vello de Anna y luego me deslicé hasta el lugar donde su muslo izquierdo se encontraba con su pelvis… Ella saltó y soltó una risita tirando de mi cabello que permanecía enroscado alrededor de sus dedos.
- "Mamá, no podemos", dijo ella, no del todo suplicante.
- "Detenme, si quieres", le repetí con tono suave.
Sin esperar su respuesta, saqué mi lengua y la presioné entre sus labios, separándoselos... A través del copioso aceite pude probar su jugo... Tenía una textura y un sabor completamente diferentes a los del aceite y había mucho.
‘Seguro que no me detiene ahora’, pensé para mí misma mientras deslizaba mi lengua hacia arriba y hacia abajo por su raja, desde su agujero del coño hasta su clítoris endurecido... Noté como me presionó la parte de atrás de mi cabeza para que mantuviera mi cara contra su entrepierna.
- "Oh, joder, mamá… Qué gusto me estas dando", gimió.
Envolví mis labios alrededor de su clítoris ansiosamente, moviendo mi lengua sobre su nudosa punta... Ella se retorció bajo mi ataque. Deslicé una mano por su muslo suave hasta sus labios hinchados, jugueteándolos desesperadamente como una perra en celo.
Deslicé mi dedo medio profundamente dentro de ella, al mismo tiempo que presioné mis dientes contra su clítoris... Ella respondió arqueando su espalda en el aire, haciéndome perder el equilibrio… Luché para aguantar sus embites.
Le hice cosquillas en las paredes de su coño con la punta de mi dedo y devolví mi lengua a su clítoris, rompiéndola de placer... Giré y giré mi dedo largo dentro de su coño… Luego disminuí la velocidad lo suficiente como para jugar en su ano con mi dedo anular… Había vuelto a chuparle el clítoris, como lo hace un bebé en una teta.
- "Ooooh, mamá", gimió Anna y se quedó sin aliento.
Ella desenredó una mano de mi pelo... Miré hacia arriba y observé como ella agarraba su teta empapada de aceite, pellizcando y apretando su pezón gordo... Con su otra mano todavía en mi pelo, presionó mi cara con fuerza en su coño, forzándome a tomar solo respiraciones ocasionales mientras la atacaba con mi lengua y mis dedos.
- "Me voy a correr, mamá!", le oí gritar.
- "Hazlo, bebé… Correte para mamá", respiré en su clítoris.
- "Oh Dios, lo haré… Mueve el dedo más rápido… Más rápido", gimió ella.
Empujé mi dedo índice hacia ella, junto con mi dedo medio y empujé rápidamente dentro y fuera de su coño... Ella estaba arqueando su espalda otra vez, sacudiendo su cabeza de lado a lado, y golpeándose sus tetas con ambas manos... Me moví, empujé, retorcí y arañé dentro de su coño, todo con mucha rapidez.
- "Oh, joder, mamá… ¡Mamá!... ¡Mamá!... Me corro", comenzó a gritar arqueando su espalda anormalmente alta.
Apenas lo dijo, comenzo a inundar mi boca con su jugo... Como poseída por el demonio, Anna se movía alocada y su coño chorreaba como si fuera un grifo.
Metí mis dedos profundamente en su coño, hasta chocar con su cuello uterino… Gire las puntas de mis dedos alrededor de esa dura protuberancia carnosa al fondo de la vagina, enviándola a otra dimensión.
Si pensaba que ella era un grifo, entonces yo era una cascada… Su crema blanca pegajosa rezumaba y babeaba de su coño, saturando toda mi mano y cayendo en el sofá debajo de ella... La lamí de su coño lo mejor que pude, como hace un perro muerto de hambre con un hueso… Me sentía como una puta monstruosa, con el dedo follando a mi bebé, lamiendo su semen como una puta sin valor... Y, lo que era peor, quería más de eso.
Finalmente ella no pudo soportar más, suplicándome que parara para dejarla recuperar el aliento... Retiré mis dedos de ella mientras bajaba lentamente hacia el cojín… La miré desde entre sus piernas, con mi cara cubierta con sus jugos... Tenía la cabeza echada hacia un lado, su largo pelo desaliñado y su pecho se movía ràpido mientras trataaba por controlar su respiración.
Cuando finalmente recuperó sus sentidos, me miró entre sus piernas… Mi boca estaba a centímetros de su coño todavía babeante... Fue entonces cuando la gravedad de todo esto que había hecho me golpeó como un bate de béisbol en las costillas.
Me senté en el sofá, apoyé los codos en las rodillas y me miré mis en el suelo... ‘¿Sabes lo que acabas de hacer?’... me preguntaba esa voz interna... ‘Oh, Dios mío… Acabo de actuar como una puta loca y me comí el coño de mi hija... Y me gustó… Me encantó hacerlo’, le respondí mentalmente… Me sentí muy depravada... Levanté mis manos y bajé la cara hacia ellos… Anna se sentó y se puso a mi lado.
- "Mamá… ¿Estás bien?", susurró.
Pudo ver claramente lágrimas en mis ojos… No pude responderle por miedo a ella... ‘Ella y tú lo hicísteis pero es tu culpa, zorra… Tú eres su madre’, escuché de nuevo la voz interna… "Lo sé… Cállate de una vez’, le respondí silenciosamente a esa voz que sonaba en mi interior.
- "Mamá, ¿está bien?", me repitió de nuevo Anna en voz baja.
Ella llevó sus dedos a mi barbilla, obligándome a girar la cabeza... Aparté mis manos de mi cara… Estaba segura de que mis ojos estaban rojos en ese momento.
Nos miramos profundamente la una a la otra... Imagino que los dos estábamos sintiendo lo mismo… Ella ahuecó su mano en mi barbilla y mejilla y me dijo:
- "Mamá, ¿estás bien?... Me gustó muchísimo lo que me hiciste y ojala lo repitas más veces.”
Forcé una sonrisa mirando a mi hija.
- "Mamá, me has ayudado a correrme muchas veces sólo con los dedos… Así que esto es sólo un paso adelante... No te arrepientas.”
- "¿De verdad?", le pregunté, completamente sorprendida por sus comentarios.
- "Seguro... No puedo esperar para hacerlo más."
Ella bajó su cara a la mía y presionó sus labios suavemente contra mis labios… Mantuvimos nuestro beso así por un minuto completo antes de que ella lo rompió, se inclinó hacia atrás y me sonrió de nuevo.
Sin vacilar, volvió a inclinarse hacia mí y me besó de nuevo, esta vez separando sus labios... Lo hizo varias veces antes de que su lengua se deslizara en mi boca… Luego envolvió sus brazos alrededor de mí y presionamos nuestros cuerpos desnudos juntas, todavía untados en aceite... Envolví mis brazos alrededor de ella y le devolví el beso con amorosa pasión.
Esto no era exactamente lujuria, pero si me hubiera concentrado demasiado en la sensación de sus tetas aplastandolas contra las mías, lo hubiera sido.
Me aparte de Anna, me levanté y le dijé que iba a dar un largo baño… Me preguntó si quería compañía mientras yo caminaba por el pasillo hacia mi habitación... Me giré y miré hacia ella.
- "Me gustaría", le dije, sorprendiéndome con mi tono seductor.
Pasamos mucho tiempo en la bañera, teniendo que vaciarla y volver a llenarla varias veces cuando se enfriaba el agua… Luego, juntas cocinamos una sencilla cena, en la que tardamos tres veces más de lo que se necesitaba porque nos detuvimos unas cuantas veces para complacernos... Tras cenar, nos sentamos en el sofá viendo una película juntas, dándonos placer una vez más antes de agotarnos para pasar la noche en mi cama.
El viernes se fue para pasar el fin de semana con su padre, y el lunes por la tarde ella estará en casa de su amiga, Concha… Calculo que deberá llegar a casa dentro de una hora, y, he pensado que la dejaré que me encuentre de la misma manera en que la encontré yo a ella el jueves pasado.
Estoy pasando de la lujuria desenfrenada al remordimiento vergonzoso y de ahí a la depravación más absoluta... No sé lo lejos que puede llegar esto... Tengo miedo de averiguarlo pero por mi parte, haré todo lo posible para disfrutar… Ya veo lo que nos depara la vida cuando estoy trabajando con tanto enfermo en el hospital.
1 comentarios - madre e hija