La historia comienza cuando empiezo a trabajar en una casa de una zona de media con amplios espacios y donde me tocaba estar la tarde completa.
Para que me conozcan un poco soy jardinero por gusto, humilde y cumplidor según algún patrón me recomendó a sus allegados, 36 años, casado con mujer humilde. Piel dañada por el sol, cabello castaño y ojos claros, alto y fuerte.
Cada tres semanas debo pasar a mantener a raya las buganvillas, pasto, hierbas, amigo del muro entre otras, por eso es que en la casa ya me voy haciendo conocer como el muchacho que llega hace sus quehaceres y se va como un ser casi invisible.
En varias ocasiones veo cosas que muchos trabajadores no tienen oportunidad de ver en sus oficinas y despachos. Por ejemplo el otro día la dueña de casa estaba en su jardín tomando sol, a veces sola y otras con alguna amiga o pariente, pero es común verla tomar el sol, unas veces a lado de la piscina y otras como en un rincón algo alejado de mi zona de trabajo, gajes del oficio nada raro ¿verdad?
Al pasar el tiempo se volvió una rutina ver a la dueña de casa en bikini caminar por los jardines o el patio, siempre distante, presumida y con un aire de alta alcurnia, ella debe tener unos 36 a 39 años, casada, con hijos pequeños, de estatura más bien pequeña 1,60 aproximadamente pero con la silueta de una hembra bien puesta, de esas que sabes que se mueven bien y te pueden extraer hasta la última gota, cintura, caderas, busto y piernas, coquetas y vistosas desde todo punto de vista. En mis pensamientos me imagino que fuera de ese mal humor que mantiene siempre lleva una una pasión escondida, esperando como un volcán a punto de estallar. Ella es así de un mal genio que no te cuento, al solo cruzar la mirada te dan ganas de bajar la mirada y alejarte lo mas que puedas.
Un día la jefa como siempre se asoleaba en la tarde de verano, yo trabajaba en mi rincón deshierbando tréboles, cuando sin entender porque me manda a llamar,
—Charly! Ven que quiero que pruebes esto, tenía en la mano un vaso espumoso gigante esos que después me dijo que le llaman: Yarda.
— Si jefa? Gracias pero no tomo eso, agua esta bien para este calor.
— ¡Cállate insolente! Que tomes, hoy estoy de humor y quiero saber de qué está hecho.
Mis hombros se estrecharon al grito de la pequeña amazona.
— Está bien si usted quiere.
En mi interior me imaginaba que ella quería reírse de mi o humillarme de alguna manera, pero no me esperaba lo que podía pasar. Me bebí la yarda casi sin descansar un poco por el calor y mucho porque esa bebida rubia estaba a pedir de boca. Ella se quedó mirando y me suelta una risa de satisfacción.
— Sabía que te gustaría, conozco a los como tú que vienen a rogar por unos pesos. Ahora ven me dijo mientras se acomodó el sombrero de paja que llevaba y que lucia tan sensual con ese bikini diminuto de color cielo que le lucia perfecto. La jefa tenía el cuerpo con curvas bronceadas y prominentes, tenia un busto bien dotado que atraía las miradas como una fruta bien madura, la cintura firme y estrecha sujeta con un pareo de flores, debajo se veía la tanga diminuta que sostenía a una tremenda y respingada cola que era la flor más atractiva y hermosa de todo el jardín.
—jefa vuelvo a mis quehaceres gracias por la refrescante bebida.
— Aquí te quedas y métete a las duchas que te preparé un agasajo especial, ya te dije que hoy quiero un día perfecto porque me place festejar un gran negocio que cerré.
Me imaginé que no podía escapar a sus “buenas intenciones” por lo que solamente me dejé llevar y sentí curiosidad de saber a donde me llevaría todo esto. Entré al vestidor y luego a las duchas, empecé a jabonarme cuando tocan a la puerta del baño y abren la puerta que no tenia seguro, era ella! Me miró fijamente con deseo y lujuria, como si fuera una leona en celo hambrienta y golosa invocando a su aleonado macho.
Sin quitar la mirada se fue zafando de toda prenda que cubría su torneado lomo. En ese instante la verga de la pinta, la niña o cualquier barco pirata no se asemejaba a la verticalidad de mi miembro, ella brillaba en si por el bronceado y asoleado cuerpo pero más porque tenía un cuerpo celestial que era mi objetivo en uno y mil sueños.
— se como me miras, se que te quedas viendo cuando tomo el sol, cuando camino con la intención de calentarte y calentarme sintiéndome deseada, ahora soy tuya, tómame como a una de tu calaña, hazme probar tu sabor de pueblo, calle, licor, cigarro y fuerza bruta de jornalero. Quiero sentirme tu hembra!
Sin entender de donde me salió la respuesta.
— Ahora te haré gemir, jefa te haré pedir perdón por tu donaire cruel y burlesco, serás mi mujer, mi cuerpo y la que me ruegue por más!
En ese instante, cogi sus senos tan ansiados, los apreté y lamí mientras mis manos amasaban cada rincón de ese cuerpo prohibido. Ella se movía extasiada por los nervios como una hoja al viento. Yo apretando mi miembro en las caderas que cabalgaban con locura y desesperación. Mis manos no pararon de explorar hasta introducirse en su raja: jugosa, caliente. La otra mano llegó a destino también empezando a contornear el espacio más escondido de cualquier dama, por muy dama que se crea, ella se sometió a mis toqueteos, sus labios lo demostraban empezando a soltar frases, gemidos y exaltaciones de hembra en extasis. Sujetó mi falo empezó a llevarlo a la boca como una experta, claro llevaba la experiencia de mujer casada y necesitada, presión y ritmo perfecto, movimiento sincronizado de cuerpo, lengua y gemidos.
Yo no podía creer que estaba vivo, o tal vez morí y esto era tan sólo un sueño. A nosotros no nos pasan estas cosas con mujeres cómo estás!!!
—Dame más!!!
Fuimos al dormitorio de visitas junto a la piscina, la eché en la cama y empecé a soltar lengua sobre sus jugosos labios, estos se agrandaron y mostraban a la perla escondida dilatada, rabiosa y frenética por toda la agitación.
— Estás lista blanca mujer, ella abrió y elevó las piernas, invitación inequívoca hacia la esperada estacada. Mi cuerpo de pie, ella echada de lado, introduje todo mi ser entre los carnosos mayores y menores. Sentí sus jugos chorreando escurridizos, que diferente es una mujer arrojada y zagas! Mujer que participa, goza, pide, busca, exige y grita a su macho, se tocaba, provocaba con la mirada y postura, cambiaba de posición para ser sometida en la medida de sus gustos. Luego de coger y saborear por 5,10 o quien sabe cuántos minutos, la escucho venir y cortar el ritmo entendiendo que tenía su primer orgasmo, sin parar sigo apretando para que no se corte y vengan una serie de pequeños y continuos relámpagos, ella se hace soltar se vuelca pide aire y hace lo que toda mujer otorga a quien pudo hacerle sentir. Gira se acomoda dándome la espalda y deja entrever que me aceptará como Gata en celo. Manos y codos sobre la cama, rodillas en posición para que como una bella flor empiece a bombear.
—Hazme la cola, mi marido muere si sabe que estoy rogando porque me den por ahí, y mas porque te la dejo estrenar a ti! A ti campesino de tierra, Dios de los campos, de ahora en adelante mi macho y el único que podrá tener mi más difícil regalo.
Yo bombeaba lleno de sudor, agitado y a punto de explotar cuando escucho y siento que mi mujer suelta alaridos de placer, dame maaas! Dame maaas! Me decía sin disimulo, Justo ahí sentí que era mía, en ese momento su cuerpo y el mío se juntaron en el último movimiento y cayeron agotados en un trance de paz, como un desmayo de placer nunca antes vivido.
Ella se acurruca en cucharita,,me pide que la abrace, lo hago como su protector, recupero la noción a cerca de mi situación, estoy abrazando desnudo a la Patrona, dudo una vez más, ella se relaja y deja caer los párpados en un sueño angelical, antes de dormir emite un último:
—Gracias mi Dios de los Campos.
— Gracias Patrona.
Llegan mis visitas cada tres semanas, la patrona reboza alegria y yo también, jugamos a ser felices, por cuánto tiempo no se, sólo se que mi Diosa me espera en este caprichoso momento del destino en el que somos uno.
Autor: CharlyJu.
Para que me conozcan un poco soy jardinero por gusto, humilde y cumplidor según algún patrón me recomendó a sus allegados, 36 años, casado con mujer humilde. Piel dañada por el sol, cabello castaño y ojos claros, alto y fuerte.
Cada tres semanas debo pasar a mantener a raya las buganvillas, pasto, hierbas, amigo del muro entre otras, por eso es que en la casa ya me voy haciendo conocer como el muchacho que llega hace sus quehaceres y se va como un ser casi invisible.
En varias ocasiones veo cosas que muchos trabajadores no tienen oportunidad de ver en sus oficinas y despachos. Por ejemplo el otro día la dueña de casa estaba en su jardín tomando sol, a veces sola y otras con alguna amiga o pariente, pero es común verla tomar el sol, unas veces a lado de la piscina y otras como en un rincón algo alejado de mi zona de trabajo, gajes del oficio nada raro ¿verdad?
Al pasar el tiempo se volvió una rutina ver a la dueña de casa en bikini caminar por los jardines o el patio, siempre distante, presumida y con un aire de alta alcurnia, ella debe tener unos 36 a 39 años, casada, con hijos pequeños, de estatura más bien pequeña 1,60 aproximadamente pero con la silueta de una hembra bien puesta, de esas que sabes que se mueven bien y te pueden extraer hasta la última gota, cintura, caderas, busto y piernas, coquetas y vistosas desde todo punto de vista. En mis pensamientos me imagino que fuera de ese mal humor que mantiene siempre lleva una una pasión escondida, esperando como un volcán a punto de estallar. Ella es así de un mal genio que no te cuento, al solo cruzar la mirada te dan ganas de bajar la mirada y alejarte lo mas que puedas.
Un día la jefa como siempre se asoleaba en la tarde de verano, yo trabajaba en mi rincón deshierbando tréboles, cuando sin entender porque me manda a llamar,
—Charly! Ven que quiero que pruebes esto, tenía en la mano un vaso espumoso gigante esos que después me dijo que le llaman: Yarda.
— Si jefa? Gracias pero no tomo eso, agua esta bien para este calor.
— ¡Cállate insolente! Que tomes, hoy estoy de humor y quiero saber de qué está hecho.
Mis hombros se estrecharon al grito de la pequeña amazona.
— Está bien si usted quiere.
En mi interior me imaginaba que ella quería reírse de mi o humillarme de alguna manera, pero no me esperaba lo que podía pasar. Me bebí la yarda casi sin descansar un poco por el calor y mucho porque esa bebida rubia estaba a pedir de boca. Ella se quedó mirando y me suelta una risa de satisfacción.
— Sabía que te gustaría, conozco a los como tú que vienen a rogar por unos pesos. Ahora ven me dijo mientras se acomodó el sombrero de paja que llevaba y que lucia tan sensual con ese bikini diminuto de color cielo que le lucia perfecto. La jefa tenía el cuerpo con curvas bronceadas y prominentes, tenia un busto bien dotado que atraía las miradas como una fruta bien madura, la cintura firme y estrecha sujeta con un pareo de flores, debajo se veía la tanga diminuta que sostenía a una tremenda y respingada cola que era la flor más atractiva y hermosa de todo el jardín.
—jefa vuelvo a mis quehaceres gracias por la refrescante bebida.
— Aquí te quedas y métete a las duchas que te preparé un agasajo especial, ya te dije que hoy quiero un día perfecto porque me place festejar un gran negocio que cerré.
Me imaginé que no podía escapar a sus “buenas intenciones” por lo que solamente me dejé llevar y sentí curiosidad de saber a donde me llevaría todo esto. Entré al vestidor y luego a las duchas, empecé a jabonarme cuando tocan a la puerta del baño y abren la puerta que no tenia seguro, era ella! Me miró fijamente con deseo y lujuria, como si fuera una leona en celo hambrienta y golosa invocando a su aleonado macho.
Sin quitar la mirada se fue zafando de toda prenda que cubría su torneado lomo. En ese instante la verga de la pinta, la niña o cualquier barco pirata no se asemejaba a la verticalidad de mi miembro, ella brillaba en si por el bronceado y asoleado cuerpo pero más porque tenía un cuerpo celestial que era mi objetivo en uno y mil sueños.
— se como me miras, se que te quedas viendo cuando tomo el sol, cuando camino con la intención de calentarte y calentarme sintiéndome deseada, ahora soy tuya, tómame como a una de tu calaña, hazme probar tu sabor de pueblo, calle, licor, cigarro y fuerza bruta de jornalero. Quiero sentirme tu hembra!
Sin entender de donde me salió la respuesta.
— Ahora te haré gemir, jefa te haré pedir perdón por tu donaire cruel y burlesco, serás mi mujer, mi cuerpo y la que me ruegue por más!
En ese instante, cogi sus senos tan ansiados, los apreté y lamí mientras mis manos amasaban cada rincón de ese cuerpo prohibido. Ella se movía extasiada por los nervios como una hoja al viento. Yo apretando mi miembro en las caderas que cabalgaban con locura y desesperación. Mis manos no pararon de explorar hasta introducirse en su raja: jugosa, caliente. La otra mano llegó a destino también empezando a contornear el espacio más escondido de cualquier dama, por muy dama que se crea, ella se sometió a mis toqueteos, sus labios lo demostraban empezando a soltar frases, gemidos y exaltaciones de hembra en extasis. Sujetó mi falo empezó a llevarlo a la boca como una experta, claro llevaba la experiencia de mujer casada y necesitada, presión y ritmo perfecto, movimiento sincronizado de cuerpo, lengua y gemidos.
Yo no podía creer que estaba vivo, o tal vez morí y esto era tan sólo un sueño. A nosotros no nos pasan estas cosas con mujeres cómo estás!!!
—Dame más!!!
Fuimos al dormitorio de visitas junto a la piscina, la eché en la cama y empecé a soltar lengua sobre sus jugosos labios, estos se agrandaron y mostraban a la perla escondida dilatada, rabiosa y frenética por toda la agitación.
— Estás lista blanca mujer, ella abrió y elevó las piernas, invitación inequívoca hacia la esperada estacada. Mi cuerpo de pie, ella echada de lado, introduje todo mi ser entre los carnosos mayores y menores. Sentí sus jugos chorreando escurridizos, que diferente es una mujer arrojada y zagas! Mujer que participa, goza, pide, busca, exige y grita a su macho, se tocaba, provocaba con la mirada y postura, cambiaba de posición para ser sometida en la medida de sus gustos. Luego de coger y saborear por 5,10 o quien sabe cuántos minutos, la escucho venir y cortar el ritmo entendiendo que tenía su primer orgasmo, sin parar sigo apretando para que no se corte y vengan una serie de pequeños y continuos relámpagos, ella se hace soltar se vuelca pide aire y hace lo que toda mujer otorga a quien pudo hacerle sentir. Gira se acomoda dándome la espalda y deja entrever que me aceptará como Gata en celo. Manos y codos sobre la cama, rodillas en posición para que como una bella flor empiece a bombear.
—Hazme la cola, mi marido muere si sabe que estoy rogando porque me den por ahí, y mas porque te la dejo estrenar a ti! A ti campesino de tierra, Dios de los campos, de ahora en adelante mi macho y el único que podrá tener mi más difícil regalo.
Yo bombeaba lleno de sudor, agitado y a punto de explotar cuando escucho y siento que mi mujer suelta alaridos de placer, dame maaas! Dame maaas! Me decía sin disimulo, Justo ahí sentí que era mía, en ese momento su cuerpo y el mío se juntaron en el último movimiento y cayeron agotados en un trance de paz, como un desmayo de placer nunca antes vivido.
Ella se acurruca en cucharita,,me pide que la abrace, lo hago como su protector, recupero la noción a cerca de mi situación, estoy abrazando desnudo a la Patrona, dudo una vez más, ella se relaja y deja caer los párpados en un sueño angelical, antes de dormir emite un último:
—Gracias mi Dios de los Campos.
— Gracias Patrona.
Llegan mis visitas cada tres semanas, la patrona reboza alegria y yo también, jugamos a ser felices, por cuánto tiempo no se, sólo se que mi Diosa me espera en este caprichoso momento del destino en el que somos uno.
Autor: CharlyJu.
1 comentarios - La Patrona de mal genio