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tercer piso

Solía vivir en el tercer piso de un edificio de apartamentos de 5 pisos, mi contacto con los vecinos no pasaba de un simple saludo, me eran completamente indiferentes con excepción de la vecina del cuarto piso, era una mujer que me llevaba unos 10 años, calculo que tendría 39, un rostro bello, pero se notaba que el descuido de los años y el descuido le habían pasado factura, tendría unos 15 kilos de mas, pero aún así era evidente que en sus años mozos fue una “mamasota”, ya saben una belleza. Pero jamás consideré hablarle.
Un domingo en la mañana, alguien tocaba mi puerta con mucha fuerza, con golpes secos.
- ¡Abran!-
Me levanté asustado por semejantes golpes y abrí, para mi sorpresa era la vecina del cuarto piso, pero venía acompaña por 2 policías y un joven de mi estatura, su hijo.
Antes de siquiera poder saludar, ella me gritó
-¡Usted se me robó el televisor¡
-¡¿ Perdón?! Le respondí
Ella insistía en culparme, y contó una historia de como despertó y vio la puerta de su apartamento abierto, para luego darse cuenta de que les habían robado, así que según su lógica, el responsable era el vecino con el que nunca había hablado. Los policías la calmaron, y me pidieron permiso para entrar a mi apartamento a revisar, a lo cual acepté de mala gana. Luego de que vieron que no tuve nada que ver su hijo, me ofreció disculpas, haciéndome el civilizado acepté las disculpas y dije:
-No pasa nada-
Pero en realidad estaba furioso, esta perra me dijo ladrón en mi propia casa…
Los meses pasaron y la veía de vez en cuando, pero siempre con la misma rabia… Luego la pandemia y el confinamiento llegaron y el único contacto humano directo que había tenido era con los domiciliarios. Para mi sorpresa mi puerta volvió a sonar, pero con golpes mas suaves, al abrir la puerta, oh sorpresa, era nuevamente la vecina del cuarto piso, pero esta vez solo, llevaba shorts y una camisa una camiseta varias tallas mas grande. Lo único que pensé fue: -Ahora esta loca que es lo que quiere-
- Vecino, que pena es que una de mis camisas se calló desde mi balcón al suyo-
Tratando de ser cortés, la invité a pasar mientras iba por su dichosa camisa, no tardé y se la entregué, podía ver que espiaba en mi apartamento. Hubo un momento de silencio, tenso y erótico, de reojo le miraba esas tetas grandes que resaltaban con su camiseta.
-¿Le ayudo con algo mas?- le dije
- Muchas gracias, me llamo Angela, por cierto-
- Mucho gust...- Antes de que pudiera terminar, la frase me dio un beso, yo me sorprendí y me alejé, por medio segundo, luego le respondí el beso, la acorralé contra la pared, nos besamos con pasión, y me empezaba a poner cada vez mas duro, ella mandó su mano a mi pene, yo usé mis manos para manosearle esas tetas, podía sentir que llevaba sostén, las respiraciones se hacían mas intensas y con 28 días sin tener sexo no me puse a pensar en si tirármela o no, bajé una de mis manos para manosearle ese culote de señora, y ella seguía manoseando mi verga que ya estaba dura. Le baje los shorts y ella se quitó la camisa, di un paso atrás para poderla mirar, solo tenía su sostén negro y unos cacheteros azules, la tomé de la mano y le di una vuelta, como si bailáramos para poderla mirar.
Me quité la camiseta, la sudadera y los boxers. Me miró la verga dura y parada con unos ojos perversos, se mordisqueaba la boca, y me dijo:
-Que rico, ya me hacía falta ver una verga dura, la quiero adentro-
Con su mano derecha se tocaba la vagina y con la otra se tocaba una teta
-¿Quieres que te la meta?-
- ¡Si! Y muy duro, pero primero quiero ver que te toques-
Ella se metía los dedos mirándome, y yo me la jalaba mirándola.
Esta señora no lucía nada como mis anteriores parejas, mis ex novias eran flacas, delgadas casi como palillos, está señora estaba gordita y tenia un poco de celulitis en las piernas, lo que por alguna razón me excitaba aún mas, mis parejas tenían el coño depilado o si mucho una brasilera, pero esta señora lo tenía peludo, ellas eran mojigatas y taimadas, está señora era atrevida y lanzada.
Sin decirle o indicarle nada se arrodilló, tomó mi pene con ambas manos y se lo metió en la boca.
- Ahhh, que rico- dije
Ella seguía chupándolo, lamiendo
-Está salado- Ella dijo
Ya tenía muchas ganas, y no aguantaba mas, se la quería meter, alcancé con mi mano uno de los cajones y saqué un preservativo, antes de ponérmelo, me dijo:
-Ahora es tu turno, chúpame el coño, dame lengua, que me hace falta-
Ella se recostó en el sofá y abrió las piernas, tomó mi cabeza por el cabello y la empujó a ese bosque de pelos negros, estaba mojada, sus fluidos tenían ese sabor ácido, combinado con orina, pero me gustaba; Angela sabía lo que quería y empezó a darme ordenes:
- Ahora dame dedo y lengua -
Gemía, respiraba fuerte, se chorreaba, y me encantaba, Me sentía muy satisfecho y ni siquiera se lo había metido. ¡Que mujer!
- Métemela, la quiero dentro-
No hizo falta que me dijera mas, se la metí con ganas y sin consideración, y seguí dándole, ella sonreía y se mordía los labios, con sus manos agarró mis nalgas y halaba para marcar el ritmo, pero me tocaba para de vez en cuando para no venirme, el sudor chorreaba por sus tetas grandes y sabrosas, se las chupé con tanta fuerza que dejé una marca, en uno de sus senos.
Una de sus manos bajó un poco mas y metió su índice en mi culo, me asustó, pero me gustó.
- Ponme en cuatro – Dijo agitadamente
Empecé a darle con ganas y con rabia, había algo en mirar ese gran culo celulítico de señora que me ponía aún mas cachondo.
Mis antiguas parejas eran como decimos en mi país, “Vacas muertas” es decir esperaban que yo hiciera el trabajo, y a eso estaba acostumbrado, pero está señora me tenía intimidado, con algo de susto le dije:
- Te puedo meter el dedo en el culito -
- ¡ Si, si, métemelo!
Eso hice, pero aún le guardaba algo de rencor por haberme acusado de ladrón, así que le metí mi pulgar, sin saliva ni lubricante, ella solo gritó como perra en celo, y yo seguí castigando ese culo; un liquido blancuzco, empezó a chorrear desde su vagina por el interior de sus muslos.
Ya no aguantaba mas, y le dije: - me vas a hacer venir -
- pero échamelo en las tetas – ella suplicó.
Se dio vuelta y me senté sobre ella, me quité el condón y me di una paja mirándola a los ojos, me corrí como no lo había hecho en años, mi semen le cayó en las tetas, en el cuello, en la cara, en la boquita y hasta en el pelo.
A mis ex no les gustaba que les cayera algo en el cabello, pero a esta señora, súper perra, súper caliente, súper lanzada, súper arrecha, no le importó. La mejor culiada de mi vida hasta ese día.
Después de recuperar el aliento, se vistió, se medio arregló y nos despedimos, pero antes de salir se dio vuelta y con una sonrisa maliciosa me dijo:
- ¿ Crees que mi camisa cayó en tu balcón de casualidad? -
Los encuentros se repitieron varias veces, luego las restricciones se hicieron mas flexibles y ya podíamos salir, yo me conseguí otra novia como las de antes y ella también empezó a salir con alguien. Poco a poco nos distanciamos, pero un día, mi novia y yo salíamos del edificio y nos encontramos con ellos, solo nos saludamos por decencia pero por un breve instante cruzamos miradas, me imaginé que ella y su nuevo novio iban a culiar, así que de rabia y celos, esa noche me desquité con mi novia, pero esa historia es para otra ocasión.
Saludos.

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