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Los gemelos 5 (relato gay)

Continuación de "Los gemelos 1", "Los gemelos 2", "Los gemelos 3" y "los gemelos 4"
Recomiendo leerlos para entender la trama


5.- La almohada debajo
Esa semana para Damián fue la más larga de su vida. Para Lucas también, no hubo día que no se dijera que había sido un re-pelotudo por no haberse cojido al gemelo. El viernes cuando llegó del laburo, pasó por la casa de al lado para recordarle el compromiso a Damián. El nene no estaba, Jessy recibió el recado, a las 10 lo esperaba. Jessy sonrió, no era ninguna boluda. Durante la semana había visto varias veces a Damián mirándose de reojo el culo en el espejito y por más que su gemelo no le había dicho nada, sabía muy bien lo que su hermanito venía haciendo con la vela casi todas las noches desde el domingo.
Esa mañana Jessy lo vio prepararse, el slip mejorcito, la bermuda más ajustada, ese que ya no usaba más porque era chico, que casi se le metía en el culo y le marcaba el virginal paquete. - ¿Con eso te vas a ir a trabajar? -, -callate boluda, ¿qué te importa? - 
-Tu hermana tiene razón Damián, es incómodo para trabajar-, -No ma, me arreglo, así no estropeo el otro-
 A las 10 en punto sonó el timbre. Damián dejo la cara de culo en la vereda y entró a la casa con una sonrisa. Por primera vez se saludaron con un beso en la mejilla y Lucas le dio una palmada en el hombro, vení pasá. Otra vez se quedó atrás para disfrutar la vista de sus nalgas, con esa bermuda ajustada, estaba para violarlo, se mordió los labios. Damián tenía que ser el segundo culo de su vida, y debía suceder ese mismo día, esa misma mañana. Los meses de abstinencia desde que se peleó con Gustavo se lo gritaban desde sus huevos, la larga y dolorosa elaboración de su homosexualidad se lo gritaba desde su mente, la espalda desnuda y los dos hoyitos de la cintura de Dami lo invitaban a comerse ese culito oscuro que la bermuda marcaba.
Lucas no sabía cómo encararlo. Arrancó con el laburo, en el medio pensaba. 
La grama bahiana había prendido excelente y había que cortarla. Dami, que esperaba que apenas se cerrara la puerta un tigre se abalanzara sobre él, decepcionado por la tibia recepción, tristongo, tomó la máquina y se puso a hacer el trabajo, esforzándose por no mostrar su cara de culo. El sol calentaba, el verde lujurioso de la grama crujía bajos sus pies descalzos. A las 11 había terminado. Mientras embolsaba agachado, Lucas, ya con un vaso de gaseosa helada en la mano, miraba su culito con ojos de fauno. Se arrimó, le dio el vaso y recibió una leve sonrisa a cambio. Todo frio, no sólo el vaso. 
-¡ Hacé algo boludo! -, se dijo Lucas. Claro, su único levante había sido a 7000 km de su casa y entre las 4 paredes de un cuarto de hotel y ni siquiera había sido un levante, Gustavo se lo había levantado a él.  Ahora estaba en la casa donde había crecido, en el barrio de sus amistades, en ese mismo patio donde a escondidas había besado a sus primeras noviecitas, muriéndose de ganas de cogerse a un vecinito, ¡era duro!, pero había que hacer algo. Le vino una idea a la cabeza, fue al armario y se apareció delante de Damián con la Nro.5 nuevita sin estrenar aún que había comprado en Miami. A Dami le volvió la sonrisa, una sonrisa distinta, la de todo pibe argentino cuando da para un picadito. Se la levantó para que Dami la pare con el pecho, voló el vaso, pero la bajó y se la devolvió, comenzó el juego, comenzaron las gambetas, las corridas, las frenadas bruscas, y con ellos los roces, los manotazos, los toques, de a poco la pelota fue sólo una excusa para tocarse, para apretarse, para sentirse, la calentura estallaba en el aire. Y se dio, Damián corrió con la pelota, Lucas lo tomó del pantalón, el pibe giró, cayó sobre la grama y sobre él Lucas, riéndose los dos a carcajadas, las risas fueron bajando, los ojos se clavaron, el silencio se apoderó de todo, y los labios desesperados de Lucas se abalanzaron sobre los de Damián. Las bocas se fundieron, las lenguas se cruzaron, los músculos tensos se aflojaron, los brazos de Lucas que tenían contra el piso los brazos de Dami se soltaron y Dami abrazó al fin a su primer hombre. El beso continuó, profundo, desesperado, pero la urgencia era mucha, trabajosamente Lucas desabrochó y bajó la bermuda de Dami, los bellos y oscuros 15 cm del nene aparecieron duros, mojados, palpitantes. El short de Lucas voló por el aire. Damián asombrado vio por primera vez los 22 cm de Lucas, la pija del macho de su mamá, comparada con la de Lucas, era un maní miserable, le dio miedo, pero el deseo era más. Además, ya estaba entregado, sólo quería dejar hacer. Lucas lo dio vuelta, la sensación del césped fresco sobre su pija y sus huevos era rara, pero no había tiempo para pensar en eso, Lucas le estaba separando las nalgas, sintió la escupida, sintió el glande caliente apoyado en su hoyito, sintió mil agujas clavándose en su culo, quiso gritar, pero la mano de Lucas le tapó suavemente la boca, mordió grama, la regó con sus lágrimas, cada  pujada de Lucas lo hacía temblar de dolor, morder pasto, golpear con el puño la tierra, pero nunca dijo basta, no tenía voluntad, el dolor se convirtió en ardor, ya no eran agujas, era una brasa caliente clavada en su culo. Lucas se la sacaba, lo volvía a escupir y se la volvía a clavar, un poquito más adentro de ese culito virgen cada vez, despacito. De pronto un beso suave en su cuello, otro en su oreja, la voz de Lucas en un susurro, -ya está Dami, la tenés toda adentro-, giró la cabeza - ¿en serio?, ¿me la enterraste toda? -, la carita de mejillas mojadas y hojas de pasto pegadas conmovió a Lucas, que casi se pone a lagrimear por el ataque de ternura que le dio el pibe, lo besó suavecito en los labios, una vez, dos veces, - sí, Dami, la tenés toda adentro- 
-Si sabía que la tenías tan grande no me dejaba-, le dijo Damián apoyando de nuevo su mejilla sobre el pasto.
Lucas fue apoyando su pecho sobre la espalda de Dami, la tibieza y el peso del cuerpo de su macho fueron calmando a Damián.
-Bueno, sí, me dejaba-, cambió la frase con una sonrisa, el dolor de a poco iba cediendo, ¡la presión del cuerpo de Lucas sobre él era tan linda! Esos besos que ahora Lucas le daba en el cuello, en las mejillas, en el comienzo de los labios ¡se sentían tan bien! De a poco su cola se fue despertando, la pija de Lucas dejó de ser una intrusa que lo flagelaba, su esfínter comenzó a dialogar con ella, a sentir sus fálicas caricias, sus nalgas sintieron la compañía de las bolas, el suave vaivén que arrancó Lucas lo fue llenando de sensaciones, cada vez más ricas, cada vez más eléctricas, ahhhh, eso no era como una paja, noooo, eso no era como la vela, ay mami cómo entiendo tus gemidos ahora, pensó. La sensación que nacía de su culo viajaba por su perineo, invadía sus bolas, le hacía cosquillear la pija, era como acabar, pero todo el tiempo, como un polvo infinito, ay mami, ay mami, al fin siento lo mismo que vos, qué rico, qué locura. Al fin se permitió gemir, gemir como su madre cuando le rompían el culo en el camastro de al lado, gemir como gemía su vieja cuando ese tipo hijo de puta le comía el culo. Pero Lucas era distinto. Giró la cabeza, trató de cruzarse con los ojos de Lucas. Lo que salió de sus labios lo asombró a él mismo. 
- ¿Me querés Lucas? -
Lucas detuvo su mete y saca. Se quedó un instante en silencio. bajó a los labios del pibe, lo besó suavecito.
-Te quiero Damián-
Damián terminó de aflojarse, su cola dilató como conchita, comenzó a volar, como esos zorzales que contemplaban como Lucas lo cogía, como esos gorriones que veían esos 22 cm de carne caliente saliendo de su culito oscuro y pequeño. Desde la medianera su gato los miraba indiferente, el frescor de la hierba en su pecho, el calor maravilloso de la verga de Lucas en su culo, el chapoteo, el golpeteo del pubis de Lucas en sus nalgas, ahhh, mami te perdono todo, te perdono que te dejes por ese hijo de puta!
-Ay Luqui, que rico se siente, ay Luqui, cojeme, cojeme, rompeme el culo, no pares, ahhhhhh-
-Si Dami, sos mio, qué culo pendejo, me moría de ganas de rompértelo, te lo voy a llenar de leche-
-Siiiii dale, como a mi viej.. -, Dami se mordió los labios, Lucas con la calentura no se dio cuenta.
No hay paja, no hay porno que dejen verdaderamente satisfecho a un macho, a pesar de todas las manuelas, a Lucas le dolían los huevos de calentura acumulada, y ese culito apretado, ese culito que estaba desvirgando sin saberlo, estaba demasiado bueno para durar mucho, se apoyó en sus manos, le dio una estocada como para hundir a Damián en el piso y gritando casi, vació sus huevos en el culito de Dami. Cayó extenuado sobre la espalda del pibe, que reía y lloraba, inundado de felicidad más que de leche, el silencio siguió, sólo la respiración entrecortada de Lucas llegaba a las orejas de Dami. De a poco fueron bajando, de a poco comenzaron a ser conscientes del entorno, volvieron los ruidos, tontamente Dami sintió un poco de vergüenza de que su gato desde la medianera viera como le rompieron el culo, se rio de sí mismo, qué rico se sentía tener la pija dentro, sentir el cuerpo de Lucas sobre el suyo, su presión, su calor.
- ¿Te gustó Dami? -, -siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii-
¿Te la saco Dami? -, noooooooo-
-Dale, te la saco y vamos a la cama, ¿sí? -
Con un mohín digno de su hermana, -un ratito más, un ratito-
La pija se fue durmiendo entre charlas y caricias y Lucas se la fue sacando despacito. Lo ayudó a incorporarse. El cuerpo del pibe marcado por los restos de pasto. Lucas sonriendo le sacó las hojitas que el preseminal había hecho pegar a su pija que seguía bastante parada. Dami lo miró curioso, era la primera vez que alguien le tocaba la pija.
Lo tomó de la mano y comenzaron a caminar desnudos hacia la casa. La sensación de caminar con el culo abierto y mojado era extraña, pero rica. Comenzó a sentir un hilito de líquido caliente corriendo por su muslo derecho, le dio miedo, se paró y lo miró, sonrió feliz, era sólo leche, ¿se salía?
Lucas se arrojó sobre la cama, y se apoyó en el respaldo. Dami lo siguió en cuatro patas y se acurrucó contra su pecho.
- ¿Te gustó putito? -, ¿putito?, recién ahora caía, y..., sí, del culo abierto y mojado aún le bajaba leche, ¿qué cosa podía ser sino "putito"?
-Vos me hiciste putito Lucas-, le dijo suave mientras su mano bajaba por el pecho y buscaba esa pija enorme que lo había destruido.
- ¿A ver cómo te quedó? - A Dami le dio un poco de vergüenza, pero se puso en cuatro y se lo mostró. El esfínter seguía abierto, las cachas cubiertas de moco rectal, las últimas gotas de leche asomando.
Dami se volvió a acurrucar sobre el pecho de Lucas.

Con las palabras y las caricias vino la modorra. Los despertó el hambre a las 2 de la tarde. Apenas se higienizaron un poco y rajaron desnudos para la cocina. De la heladera Lucas sacó jamón, queso, pan y mayonesa. Damián sobre la mesada se puso a preparar los sándwiches. Lucas sacó la bebida del freezer y con la botella en la mano se quedó mirando la espalda de Dami
- ¡Qué fuerte estás pendejo! -, se apretó contra la espalda del pibe y tomándolo de las tetas comenzó a mordisquearle el cuello. Dami sonriendo tiró el culito para atrás. Lucas no aguantó, se agachó un poco y comenzó a clavársela. El ojetito aún no se había recuperado, así que el misil ahora entraba mucho más fácil.
-Ay, ay, ay, duele Lucas, ay-
-Ya está putito, ya la tenés adentro entera de nuevo, ¿te gusta? -
-Mmm, siiiii, ¡me encanta! -
Lucas lo hizo correr un poco hacia atrás, y le hizo apoyar las manos sobre la mesada, lo tomó de la cadera y comenzó a darle con todo, con cada estocada casi lo levantaba en el aire, el cuerpito delgado de Dami gozaba, su mente soñaba, que no terminara nunca, que no tuviera que volver a la pieza, no quería despertar sobre la cama cucheta descubriendo que había sido un sueño húmedo. Pero no, no lo era.
-Llevame a la cama Luqui -
El chico, como hacía su madre, acomodó la almohada debajo de su pija y Lucas como el macho de Andrea, apoyó sus manos en el colchón y comenzó a bajar, primero un gemido, luego de la boca de Dami salió la frase escuchada tantas noches "ay, amor, cada vez lo tenés más grueso, ¡cómo duele!", no vino el "aguantá puta", además Lucas no entendía por qué le dolía, si con lo dilatado que estaba más que metérsela, el culo se la había tragado sola.
- ¿Estarás lastimado Dami? -, el nene sonrió, - no, ¿por? -, -te dolió-, - no me hagas caso Luqui, otra vez te cuento -
La pija exploró cada rincón del culito de Dami, Dami sintió su pancita llena, su orto abierto, pero lo que más le gustaba era sentir el calor del pecho de Lucas sobre su espalda, la presión del pubis de Lucas sobre sus nalgas y ese calor increíble que nacía de su ojetito y lo llenaba de una felicidad tan grande que su cara de culo iba a desaparecer para siempre. 
La leche llegó, la relajación llegó y el hambre volvió. Esta vez sí, comieron los sandwiches y la gaseosa y a los 10 minutos estaban de nuevo en la cama durmiendo abrazados, Damián dormía sonriendo, su cabeza apoyada sobre el pecho de Lucas, su mano había quedado sobre la pija de Lucas que, con los ojos cerrados, no terminaba de conciliar el sueño.  Si con Gus había dado un vuelco a su vida, con Damián había sellado para siempre su sexualidad, no podía ser otra cosa que lo que era, era gay, era puto, ¡¡¡era feliz!!!

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